Capítulo 35: Pánico
MESES DESPUÉS
-Lale, ¿qué tal si vamos a salir este fin de semana? -inquiere Rosalía mientras salíamos de la escuela.
-¿Opciones? No más playa por favor.
-Yo soy la primera que no quiere ir, no más mordidas de cangrejos para mí! -se cruzó de brazos y estiró los labios.
Con el paso del tiempo se me fue quitando el asco que sentía hacia las parejas amorosas. Una vez que el psicólogo me hizo encontrar la causa, corté el mal de raiz hablando con mi familia. Aún estoy tratando de no ser tan dura conmigo misma, hay ocasiones en que me digo palabras fuertes, pero las estoy identificando y sobrellevandolas.
-Jajaja, digamos que ambas ya tenemos un trauma de la playa
-El humor: gran herramienta para reir de nuestros problemas.
Salíamos de la escuela cuando en ese momento Mateo venía caminando en dirección contraria a nosotras. No me puedo encontrar con él, lo mejor es alejarme de la fuente de los problemas.
-Camina rápido, Rosalía. Doblemos por esta acera -le señalé la acera próxima a la calle que conducía a un callejón.
-¡¿Qué?! ¿Por qué quieres ir por ahi?
-Aish, no preguntes. ¡Rapido! ¡Ven! -insisti y empecé a caminar rápido. Cuando miré atras Rosalía se habia detenido y estaba siendo interceptada por Mateo quien me estaba mirando
¡RAYOS! De inmediato me volví a dar la vuelta y caminé rapido hasta un punto que no me viera.
¿Por qué se tiene que aparecer en todos lados? El corazón me latia rapido, de tanto correr me latia con fuerza. Rosalia empezó a caminar hacia mi.
-¿Por que te fuiste asi, Lale? ¿Sabes que me dijo Mateo nada mas habló conmigo? Ni siquiera me saludó. Me preguntó que qué te pasaba y que por qué estabas tan antipática.
-¿QUE? ¿EL TE DIJO ESO? ¡¿Pero quien se piensa que es para decirme antipatica?! -exageré en mi reacción. Tal vez si hablaba mas alto trataba de aliviar mi molestia.
-¡Oye, calmate y no la cojas conmigo, eh! Es normal que piense eso si cuando el llega, tu te vas corriendo.
Me crucé de brazos y con impaciencia empecé a mover mi pie. Con si tuviera un tic nervioso sobre mi pierna.
-No la cojo contigo. Sino con el. Antipatica ni antipatica -revolteé los ojos y miré hacia otro lado.
-Pues calmate que ahora mismo pareces Hull de lo verde que estas.
-Ojala fuera Voldemort para lanzarle la segunda maldición imperdonable
-¿La que?
-La maldición del dolor. Para que al menos le duela algo de lo que yo le haga y que no siempre sea al reves -me callé al notar la tonteria que acababa de decir-. No me hagas caso, Rosalia. Vamonos, son dramas mios.
-Pura novela turca eres tu, Lale. Empieza a caminar, anda.
Por el camino la forma de Mateo de referirse a mi no salia de mi cabeza. ¿Ahora yo soy una antipatica? Apretaba mis labios cada vez que pensaba en eso, enfurecía presionando mis puños y suspiraba de la molestia.
Llegó el día siguiente en la escuela. Me enfoqué en las clases, pero Mateo en una de esas chocó conmigo al entrar por la puerta. No me dijo nada, de hecho me miró enojado por una milesima de segundo. En ese instante aproveché para huir como es lo que he hecho en estos dias.
-Rosalia... -dije y me senté a su lado.
-Dime.
-¿No tienes algun chiquito que me presentes?
Rosalia abrió los ojos como platos y me miró picara.
-¡¿Como?! Debo estar soñando. Pellizcame que estoy soñando. ¿Lale preguntandome a mi por chiquitos? No me lo creooo.
-¡SHHH! -le tapé la boca rápidamente. Estabamos en el aula-. ¿Puedes hablar mas bajo? ¡Tengo una reputación que mantener! Solo dime si conoces a alguien
-Por supuesto. ¡A varios! Te puedo presentar a los amigos de mi novio.
Me crucé de brazos y me dio por mirar a la puerta, que casualmente Mateo acababa de entrar por ella. ¡Qué casualidad!
-Lo que sea -dije sin quitar mi mirada furiosa sobre él para luego refunfuñar y mirar a otro lado.
Salimos de la escuela en el momento en que sonó el timbre. Solo queria escapar de ahí.
-Oye Lale... ¿No crees que estás siendo un poco...? No sé... Un poco no, ¿demasiado tajante con Mateo? O sea están en la misma aula, y está bien que pongas limites con el y que te protejas, pero no hay necesidad de que te pongas asi de huir cuando el llega y mirarlo con mala cara.
-¿Pero que hago si no quiero hablar con el? ¿Hablar por formalismo?
-O sea, lo evitas pero fe una forma mas sutil. Si tienes que pasar por al lado de él pues pasas y si te pregunta la hora, se la dices. Es tratarlo como una persona cualquiera, porque si lo tratas mal ya lo estás tratando diferente a los demas. ¿Me entiendes?
-Si.
No está en mi, es la forma que lidio con esto. Aun soy nueva en esto de evitarlo y de no tomarlo en cuenta. Llevo varios años haciendo lo contrario.
-Te voy a enseñar fotos de los amigos de mi novio a ver si te embullas.
Me arrastró con ella hacia el parque que habia cerca de la escuela y nos sentamos en un banco. Ella empezó a buscar fotos en el celular, y me empecé a reir.
-Te estas tomando esto muy en serio -le dije riendo
-¡Pues claro! ¡Con tal de que no estés mas con esa mala cara te busco un novio ahora mismo!!
Me lleve la mano a la frente, dandome una cachetada. Ay rosalia, cuando te propones algo...
-Mira a ver este muchacho.
Me enseñó una foto de un chico rubio en su celular, de ojos verdes y cabello rapado. Sabia que era rubio subre todo por sus cejas. Tenia varias pecas en la zona de la nariz y los labios de un rosa palido.
-Ay no se, no me gustan los rubios -dije nada mas verlo y me encogí de hombros.
-Pero esta lindo -Rosalia subió y bajó sus cejas.
-Pero no me gusta -comtraataque-. Ademas. ¿Que tu haces vacilando al chiquito si tu tienes novio?
Ella entrecerró sus ojos y suspiró , luego alzó una ceja.
-¡Los ojos estan para mirar! -se defendió y quito la foto. Para mi sorpresa no se despegó de la pantalla-. ¿Y este no te gusta?
Me enseñó otra foto. Un muchacho pelinegro con un tatuaje que se le veia en el cuello. Un arete negro y un corte en su ceja. Ojos oscuros, cejas finas...
-¿Y bien? Creo que ese te gusta -empezó a subir y bajar sus cejas contenta
Resoplé.
-No me llama la atención, no me gustan asi, parece emo.
-¿Y eso que tiene que ver Lale? -dijo ella algo molesta-. Es una forma de vestir
-Si pero eso a él no le queda bien, no me gusta esa aura todo de negro, negativo.
-¡Ay el aura, el aura! Dame aca el telefono -me lo quitó de la mano y empezó a buscar - Ahora resulta que te volviste espiritual. No me digas.
-¡Que no me gusta!
-No te gustan rubios, no te gustan pelinegros. Ahora hay que probar von pelirrojos.
-Ni inventes, sino me gustara Ronald Weasly en vez de Harry Potter -ella me miró
-Ya se, ya se lo que te gusta
-¿Que?
-Los "Harry Potter" -dijo y empezó a reirse a carcajadas-. Voy a buscar chicos con miopia y astigmatismo jajaja. Te gustan chicos con gafas.
-No... Es decir... No me guio por eso. Aish, no sé
-Oye, pero exactamente igual a harry potter no puede ser. No abuses
-No he dicho que tenga que ser harry potter.
Me enseñó una foto de un chico que estaba de espalda enseñando sus musculos. Su cara se la veia de perfil.
-¿Y este? Mmm este sí que está bueno, ¡si no te gusta este pues bien boba eres! -rosalia casi babeaba con el chico musculoso pero en mi no me causó ninguna reaccion
-cometelo con papas, no me gusta
-ay no, Lale. Tu debes estar enferma. -chistó y quitó la foto-. Como es posible qje no te guste ese cuerpo????
-Pues el cuerpo no lo es todo Rosalia!!
-Que quieres? Un obeso o un flaco desnutrido? Te pasas
-Tampoco
-Eres imposible, me rindo por hoy!! -se levantó del banco- otr fia seguimos que estoy estresada
-Porque quieres -sije riendome y de inmediato me arrepenti
-A que no te ayudo mas
-Nonono... Otro dia seguimos, desestresate Rosalia, desestresate.
-Pero dame un indicio de como te gustan.
Me puse a pensar y entonces le dije mas o menos algunas carcteristicas.
-Lale, aparte de Mateo no conozco a nadie asi
-Que mateo ni mateo si el no es asi? Es horrible, no te describi a alguien feo.
-si, lo acabas de describir. Amiga, te entiendo, yo tambien he pasado por eso, pero si no te acabas de olvidar de mateo no podrás encontrar a alguien mas...
-Ya me olvidé de él, no se por qué dices esas cosas. Esa fuiste tu que pensaste que lo describi. Ademas quiero algo lo mas alejado a el posible.
Ella negó con su cabeza y me miró con algo de compasión.
-Te intentas convencer a ti misma más que a mi, lo puedo sentir.
Suspiré, odiaba tanto que se pusiera así...
-No tienes que hacerte la fuerte conmigo, Lale. Sé que te está costando marcar esta distancia con él, pero date tiempo. Tú lo quisiste mucho, y esos sentimientos aunque lo niegues siguen ahí bajo esa coraza de hierro que estás construyendo.
Puñales, puñales frios, cubos de agua helada estaba recibiendo.
-No ayudas para nada... -guardé silencio por un momento, me crucé de brazos y miré un punto fijo a la distancia. No era capaz de mirar a Rosalía a la cara. -. Él sigue siendo el mismo de siempre, no deja de... -suspiré frustrada, sentí mis ojos humedecerse ligeramente-, demonios, prometí no volver a hablar de esto...
No lo creía, ¡no creía que esto estuviera pasando!
-Es verdad que no le he olvidado por completo -confesé, rendida, bajé la mirada avergonzada-. Aun cuando me cruzo con él me pongo muy nerviosa. Claro que cuando reacciono me enojo. Ya hace rato que no hablamos, todo lo que nos acercamos, todo lo que había, desapareció después de la situación con mis padres. Seguimos siendo los mismos desconocidos de antes.
-Lale, ¿no te das cuenta? Mateo solo te buscaba cuando necesitaba ayuda con los estudios -dijo Rosalía, en un tono serio.
-Pero eso no significa que sea una mala persona, Rosalia. Puede ser muy lindo y cariñoso cuando quiere. A veces llego a creer que realmente le importé -respondi, sintiendo que defendía lo indefendible.
-Eso es justo lo que quiero que entiendas. No creo que sea un mal tipo, pero estaba aprovechándose de ti. Y esto no puede acabar bien. Te quiere tener a su lado, pero solo cuando le conviene.
Tomé aire con fuerza, era difícl, era difícil escuchar esas palabras, pero en el fondo yo sentía que era verdad.
-No entiendo por qué no puedo alejarme de él. A veces, cuando hablábamos, parecía que había algo más. Es difícil -Miré hacia abajo, sintiendo el peso de mis emociones.
-Porque estás enamorada, Lale. Eso lo complica todo. Pero tienes que tener cuidado. No puedes seguir cediendo a sus gustos solo porque te hace sentir especial en esos momentos -Rosalía me puso una mano en el hombro, intentando expresar su preocupación.
-No puedo evitarlo. Cuando se lo propone, realmente se siente diferente. Es difícil no caer en sus encantos -suspiré, buscando la manera de explicar lo que sentía.
-Entiendo que tenga sus momentos buenos, pero ¿qué pasa con todas las veces que te ignora? Eso no es justo. No deberías tener que pedirle atención o afecto -Rosalía, aunque preocupada, intentó ser comprensiva.
-Sí, lo sé. Es como si hubiera un conflicto entre lo que siento y lo que debería hacer. A veces me cuesta ver las cosas claras -respondí, sintiendo una mezcla de frustración y cariño por Mateo.
-Entonces, quizás es momento de reflexionar, amiga. No quiero que sufras otra vez. Solo te estoy advirtiendo. Tú mereces algo mejor, algo real -Rosalía sonrió con tristeza, buscando que entendiera su punto de vista.
-A veces dudo de mi propia perspectiva... -musité, aunque la duda seguía siendo un nudo en mi estómago-. ¿Por qué dices que estoy enamorada, Rosalía? -pregunté con una mezcla de sorpresa y confusión en mi voz. Por una parte Anelía me decía que no, y por otra, Rosalía me lo afirmaba.
-Porque lo que sientes por Mateo no es solo amistad. Cada vez que hablas de él, se te ilumina la cara. Estás dispuesta a perdonarle todo por esos momentos en los que es cariñoso contigo -respondió Rosalía, tratando de ser directa.
-Solo... no puedo evitar lo que siento cuando estoy con él. Es como si hubiera algo especial -me crucé de brazos, tratando de defenderme.
-Entiendo que te sientas así. Recuerda que él no siempre está ahí para ti. Te utiliza y luego desaparece -Rosalía intentó mantener la calma, mirandome a los ojos.
-No sé... a veces pienso como antes, que tal vez, si le doy más tiempo, podría ser diferente. Puede cambiar -bajé la mirada, sintiendo que mi corazón se debatía entre la esperanza y la razón.
-Eso es justo lo que me preocupa. El amor no debería sentirse así, como una montaña rusa de emociones. Tienes que protegerte, amiga. Si realmente le importaras, no te haría dudar -Rosalía dio un paso más cerca, su tono se volvió más suave y comprensivo.
-Tal vez tienes razón... pero es difícil dejar ir lo que siento. No puedo evitarlo -suspiré, sintiéndome atrapada entre mis sentimientos y la advertencia de mi amiga.
Y así terminé una vez más confundida... Y una vez más me encontraba afectada por sus acciones.
-Entonces... ¡Díselo!, nunca le has confesado lo que sientes por él, y si te rechaza tomas ese impulso para matar todas tus esperanzas.
Rosalía me dejó boquiabierta e inmediatamente el pánico se apoderó de mí.
-¡¿Qué?! ¿Tú estás loca? Me muero si hago eso, no soy capaz de soportar su rechazo mirandolo a los ojos. -mi corazón empezó a latirme fuerte-. Rosalía, Mateo nunca querría estar conmigo, es... ¡es obvio! Yo no soy Cloe, no soy como esas chicas a las que él le gusta. Yo soy más tímida, definitivamente no soy su tipo.
-Entonces tu historia se quedará en suspenso para siempre, tú decides.
Suspiré y decidí cerrar el tema por hoy. Rosalía y yo caminábamos hacia casa, pero no nos dimos cuenta de que alguien nos seguía. Fue entonces que sentí un frenazo de bicicleta, y me paralicé.
Rosalía se quedó quieta igual, y me miró lentamente, fue entonces que giré mi cabeza.
No podía ser.
-¿Por qué? -empecé a reirme nada mas que lo vi, con el teléfono afuera y mirándonos asintiendo con su cabeza, analizandolos.
-¡Que momento más epico acabo de grabar con mi celular! Creo que esto Mateo lo tiene que escuchar.
-¡¿QUÉ?! -en ese momento los colores abandonaron mi cara y sentí como si me hubiese bajado la presión.
-¿NOS ESTABA GRABANDO? -Rosalia gritó incredula y se llevó la mano a la boca, comenandose a reir -. ¡Ay, Lale! ¡AY, LALE!
Me señaló y reia a carcajadas, el panico me atacó y Damián asentía ante lo que Rosalía pensaba.
-Se lo voy a enseñar al amor de tu vida -dijo y volvió a montarse en su bicicleta.
-Damian, ¡no! Damian, por favor -corrí hacia él tratando de detenerlo -. ¡No te atrevas!
Y cuando estaba a punto de llegar, él arrancó.
-¡POR DIOS! -grité incredula viendo como se alejaba.
-Creo que va a casa de Mateo -Rosalía estaba estupefacta, al igual que yo. Su tono de voz estaba ligero, casi en un hilo.
-Esto no puede estar pasándome a mi... -negué desesperada -. A mi no... No puede estar pasando...
***
Rosalía y yo, con el corazón en la boca, comenzamos a correr tanto como podiamos entre calles y callejones. Yo estaba al borde de las lagrimas, las cuales estaban amenazadas por el fuerte aire que chocaba con mi rostro. Mis boca hacia pucheros involuntarios, mi respiracion estaba agitada.
-¡Vamos, Lale! ¡No te rindas! -Rosalía corría a mi lado- ¡Podemos llegar a tiempo!
Apenas pude responder, solo seguia corriendo. El dolor empezaba a quemar mis pies, pero no podia parar, estaba impulsada por el pánico. De tan solo imaginar la humillación a la que tendré que pasar, la vergüenza, la mirada de Mateo sobre mí...
Divisamos la casa de Mateo a lo lejos, justo cuando veo a Damian acercandose a Mateo , quein estaba saliendo de su casa. La desesperacion se apoderó de mí, ¡me iba a dar un ataque!
En un probable ataque de panico, me detuve a unos metros, incapaz de acercarme más. Miré a Mateo, quien me divisó y miró con el ceño fruncido, confundido. Mateo miró a Damián, quien sonreía con malicia, quien luego me miró a mi, parecía que disfrutaba de mi sufrimiento. La escena se me congeló por un instante, era un perfecto triángulo de miradas donde se me detuvo el mundo.
-Damián, por favor... no hagas eso... te lo suplico. -dije con voz temblorosa, casi con un susurro.
Damián se echó s reir, una risa estridente que resonó en el silencio.
-Uy, uy, parece que tenemos un secreto, ¿eh? -dijo el profesor riedose.
Con las ojos llenos de lágrimas volví a mirar a Mateo, buscando una pizca de comprensión. Volví a mirar a Damián, tennía la voz entrecortada, casi inaudible.
-Damian, por favor...
Mateo frunció el ceño aun más, con su mirada oscilando entre Damían y yo, tratando de comprender la situación.
-¿Qué pasa? ¿Qué es lo que me quieren enseñar?
La súplica a Damián quedó suspendida en el aire. Estaba disfrutando de mi pánico, ¡se estaba burlando!
Damián sonrió con malicia.
-¿Quieren ver esto? ¡Se los voy a compartir a todo el mundo! Lo voy a subir a internet, ¡para que todos se enteren!
Entré en un ataque de pánico aún mayor. Sentí que el mundo se derrumbaba a mi alrededor. La idea de que Mateo y todo el mundo vieran mis sentimientos expuestos de esa manera era insoportable.
Sin poder aguantar más, me di media vuelta y salí corriendo, alejándome de la casa de Mateo, sintiendo las lágrimas resbalar por mis mejillas, después de ver a Rosalía mirar a Damián con furia.
- Damián, ¡todo tiene un límite! Esto es demasiado -le dijo Rosalía.
Sin decir más, ella corrió tras de mí, dejando a Damián y Mateo solos frente a la casa.
***
Mas tarde estaba en mi habitación, temblando y llorando. Rosalía me abraza con fuerza, tratando de consolarme. La habitación estaba oscura, solo iluminada por la luz del móvil de Rosalía, quien decide llamar a Anelía, poniéndola en altavoz.
-¿Qué pasa? ¡Rosalía me ha dicho que estás muy mal! -sentí su voz preocupada al otro lado de la linea.
- Damián... - los sollozos no me dejaban hablar - Damián me grabó hablando de Mateo y se lo iba a enseñar a Mateo... ahora lo va a subir a internet...
-¡¿Qué?! ¡Ese imbécil! -estaba indignada - ¡Voy para allá ahora mismo!
Poco después Anelía llegó corriendo a mi habitación. Las tres amigas nos abrazamos con fuerza, intentando encontrar consuelo en medio del caos.
Comencé a imaginar las posibles reacciones de Mateo al video.
-¿Qué crees que haga Mateo? -Anelia parecia preocupada - ¿Se reirá de ti? ¿Te ignorará?
- Quizás... quizás le guste lo que vea. Quizás él también sienta algo por ti.
Negué al intento de positividad de Rosalía con la cabeza, con los ojos rojos e hinchados.
- No, eso es imposible. - dije desesperada - Mateo nunca querría estar conmigo. Él es... él es demasiado para mí. Yo no soy Cloe, yo no soy su tipo.
Se creó un silencio incómodo en la habitación. De repente, interrumpido por el sonido de un mensaje que llega a mi móvil que se encendió al instante. Con el corazón latiendo a mil, miré mi móvil. Era un mensaje de Damián.
"Mateo me dijo que quería hablar contigo. Dice que lo que vio en el video le gustó mucho. Suerte ;)"
Me quedé mirando la pantalla, paralizada. La incredulidad y la confusión se apoderaron de mí. En ese momento, no sabía qué pensar, ni qué creer.
¿Estará mintiendo para seguir riéndose de mí? O por otro lado... ¿Será verdad el mensaje de Damián, en su forma retorcida de ayudarme?
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