Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 31: Segunda terapia

Estuve contando los días para la próxima consulta, hasta que llegó el dichoso día. Eran una vez más las 9 de la mañana de un martes y yo estaba sentada de nuevo frente a su mesa de trabajo. 

—Buenos días, Lale. ¿Cómo te encuentras desde nuestra última sesión? 

—He estado más relajada, me ha aliviado hablar de mis problemas con usted, no pensaba que me entendería tanto… 

—Los psicólogos no somos nadie para juzgar a nuestros pacientes, es parte de nuestro trabajo entenderlos y proponerle estrategias para que puedan lidiar con sus emociones, para que así puedan enfrentar sus problemas mejor. ¿Qué te parece si continuamos por donde nos quedamos la sesión anterior? Me estabas contando sobre ese chico.

—¿Será un problema seguir teniendo sentimientos por Mateo? Cada vez que pienso en él suspiro, me causa muchos nervios, el corazón me late a mil por hora cuando lo veo... Es que ya son muchos años y me parece que son muchos para que simplemente sea atracción física. Mis amigas me dijeron que yo no estaba enamorada de él. ¿Puede creerlo?

—Entiendo perfectamente tu confusión, Lale. Es una mezcla de emociones muy intensas y contradictorias. La línea entre atracción, enamoramiento y obsesión a veces puede ser muy difusa, y es normal que te sientas perdida en todo esto. Es completamente comprensible que te cuestiones si es un problema seguir sintiendo algo por Mateo. Es muy intenso lo que describes, esas son reacciones físicas y emocionales muy fuertes que no se pueden ignorar, y es cierto que varios años sintiendo lo mismo por alguien puede ir más allá de una simple atracción física.

—(Con la mirada fija en el suelo, moviendo mis manos con nerviosismo) Pero... mis amigas me dicen que yo no estoy enamorada de él. Me dicen que es una obsesión, que idealizo a Mateo, que no lo veo como realmente es. Y a veces, creo que tienen razón... Pero si es así, ¿por qué sigo sintiendo todo esto?

—Lale, es importante que escuches a tus amigas y que consideres sus opiniones, pero también es importante que confíes en tus propias emociones y que no permitas que otros definan lo que sientes. El hecho de que tus amigas piensen que no estás enamorada de Mateo no significa que tus sentimientos sean inválidos. Es posible que no sea amor romántico, o que sea un amor basado en una imagen idealizada, pero aun así, lo que sientes es real para ti.

—(Suspiro) Creo que tiene razón. También es que... es muy frustrante. Quiero dejar de pensar en él, pero es como si no pudiera evitarlo. Y luego me siento culpable por seguir teniéndolo en mi cabeza, porque me recuerda a todo el conflicto, y a veces siento que ya es obsesión, y luego me siento más culpable por estar obsesionada.

—Entiendo. Es como si estuvieras atrapada en un círculo vicioso de emociones y pensamientos. Te sientes atraída por Mateo, luego culpable por sentirte atraída, luego te frustras por no poder controlar tus sentimientos, y luego te culpas de nuevo por no controlarlos. Y todo eso, sumado al miedo de perder a tus padres, genera una sensación de angustia muy grande.

—(Las lágrimas amenazan con salir) Sí, exactamente. Es como si estuviera en una montaña rusa emocional y no pudiera bajarme.

—Lale, es posible salir de esa montaña rusa. Pero para eso, es importante que empieces a ser más amable contigo misma. Deja de juzgarte por sentir lo que sientes. Permítete sentir la atracción por Mateo, frustrarte por no poder controlarlo, sentir la culpa por eso; pero no dejes que esas emociones te definan. Recuerda que eres mucho más que tus sentimientos hacia Mateo.

—(Respiro profundamente, tratando de calmarme) Me da mucho miedo que, al seguir pensando en él, al seguir sintiendo estas cosas, esté perdiendo a mis padres para siempre.

—Lale, esa es una preocupación válida, pero quiero que veas algo: el miedo a perder a tus padres no debería ser el único motivo para dejar de sentir lo que sientes por Mateo. La base para que una relación perdure es el respeto, y si ellos te están pidiendo que te dejes de sentir lo que sientes para que su relación contigo se mantenga, entonces ellos no te están respetando.

—(Frunzo el ceño) ¿Como que no me están respetando?

—Exacto. El amor y el respeto deben ser incondicionales. Y eso quiere decir que tus padres no deben exigirte que dejes de amar, o que dejes de sentir. Ellos pueden sentir miedo, inseguridad o lo que sea, pero lo que ellos sienten no es tu responsabilidad. Tú no puedes controlar sus emociones, y si ellos basan su relación contigo en que tú no tengas emociones o que no tengas sentimientos, entonces no es una relación sana, y el problema no es tuyo.

Me quedo en silencio, pensando en sus palabras.

—Lale, lo importante es que no permitas que el miedo a perder a alguien te impida vivir tu propia vida y explorar tus propios sentimientos. Y recuerda, tienes derecho a sentir lo que sientes por Mateo, independientemente de si tus padres lo aprueban o no. Pero también es importante que empieces a construir una relación sana contigo misma y que empieces a cuestionarte: ¿Qué es lo que realmente quieres para tu vida? ¿Qué es lo que realmente te hace feliz? ¿Y estás segura que esa felicidad depende de Mateo?

—(Suspiro) Es que... No sé, ya no sé qué hacer.

—Te recuerdo que estás pasando por una etapa confusa. Lo importante es que sigas siendo honesta contigo misma, explorando tus sentimientos y trabajando en tu propio crecimiento.

—Entonces... Me tengo que olvidar de Mateo, hablé con mi profesora de secundaria y me dijo que nunca pero nunca cambie a mis padres por un amor. Que ese chico se puede ir de la noche a la mañana pero ellos siempre han estado conmigo. Y es cierto... (Comienzo a llorar desconsoladamente). Joder me siento tan estupida, siento que deberia ser castigada y debería morir. ¿Cómo soy capaz de querer más a Mateo que a mis padres?

—Lale, entiendo perfectamente tu angustia y el torbellino de emociones que estás experimentando en este momento. Vamos a analizar todo esto con calma, ¿sí? Se están mezclando tus sentimientos por Mateo, el conflicto con tus padres y la idea de que estás haciendo algo mal.

—(Con la voz entrecortada por el llanto) Es que mi profesora tiene razón. Mis papás siempre han estado conmigo. ¿Cómo soy capaz de querer más a Mateo que a ellos? 

—La frase de tu profesora es una creencia muy común: "nunca cambies a tus padres por un amor". Y aunque puede sonar bien a primera vista, es importante analizarla con detenimiento. El amor filial (el amor a tus padres) y el amor romántico (el amor de pareja) son diferentes, y no tienen por qué competir entre ellos. El hecho de que sientas atracción por Mateo no significa que quieras menos a tus padres, ni que debas elegir entre uno y otro. Son dos tipos de amor distintos que pueden coexistir en tu corazón.

—(Sigo llorando desconsoladamente) Pero siento que los estoy traicionando. Siento que estoy arruinando mi vida por desear a alguien que no es mis papás. Siento que debería ser castigada, que debería morir.

—Esas son palabras muy fuertes. Son señales de que estás pasando por un momento de mucha angustia y autocrítica. Quiero que sepas que nadie merece ser castigado, ni mucho menos morir, por sentir emociones o por tener sueños y deseos propios. Lo que estás sintiendo es una reacción a la culpa que te han inculcado, no es algo que merezcas.

—(Intento calmar mi llanto, pero sigo temblando) Me siento tan mal. 

—Lale, el respeto hacia tus padres no significa que tengas que abandonar tus propios sentimientos y deseos. El respeto debe ser mutuo, y ellos también deberían respetar tus sentimientos y tu individualidad, tal como tú respetas los suyos. El hecho de que sientas atracción por Mateo no te hace una mala persona, ni una mala hija. Eres una persona completa, con tus propios sueños, deseos, inquietudes y sentimientos. Y todo eso es válido.

—(Respiro profundamente, tratando de calmarme) Entonces... ¿No tengo que olvidarme de Mateo?

—Lale, la decisión de qué hacer con tus sentimientos hacia Mateo es tuya, y solo tuya. Yo no te voy a decir que te olvides de él, ni que sigas sintiendo algo por él. Lo que te voy a decir es que te permitas sentir lo que sientes, sin juzgarte ni culparte por ello. Y que, al mismo tiempo, empieces a trabajar en tu propio bienestar, en fortalecer tu autoestima, en descubrir cuáles son tus propios deseos y necesidades.

Me quedo en silencio, procesando sus palabras.

—El amor no es una competición. No tienes que elegir entre amar a tus padres y amar a otra persona. Puedes amar a tus padres y, al mismo tiempo, sentir atracción por Mateo, y todo eso está bien. Lo importante es que aprendas a gestionar tus emociones

—(Con la voz temblorosa) Pero... ¿cómo hago eso?

—Vamos a trabajar en fortalecer tu autoestima, en cuestionar esas creencias limitantes que te hacen sentir culpable y merecedora de castigo, en desarrollar herramientas para gestionar tus emociones, y en descubrir qué es lo que realmente quieres para tu vida. ¿Estás dispuesta a empezar este camino?

—(Con una pequeña chispa de esperanza en la mirada) Sí... quiero intentarlo. ¿Cómo hago para... para fortalecer mi autoestima? ¿Qué debo hacer en este momento? Estoy muy insegura, doctor. Me siento muy sola... No sé por dónde empezar. Es como si estuviera perdida en un laberinto sin saber cómo encontrar la salida.

—La buena noticia es que el laberinto no es tan complicado como parece, y que tú tienes la llave para encontrar la salida. Pero para eso, necesitas empezar a conocerte a ti misma, a tus fortalezas, a tus valores y a tus sueños. Y sobre todo, a respetarte y amarte tal como eres.

—(Suspiro) ¿Cómo empiezo a quererme a mí misma cuando me siento tan mal conmigo?

—Esa es una pregunta muy importante, Lale. Y la respuesta es que no tienes que cambiar nada de ti para empezar a quererte. Ya eres una persona valiosa, digna de amor y respeto. Lo que tienes que hacer es empezar a cambiar la forma en que te hablas a ti misma, y empezar a enfocarte en tus fortalezas en lugar de tus debilidades.

—(Con la voz temblorosa) A veces siento como si hubiera una voz dentro de mi cabeza que me dice todo lo que hago mal, que me critica, que me hace sentir mal conmigo misma.

—Esa voz interior que te critica, Lale, es lo que llamamos el crítico interior. Todos tenemos un crítico interior, pero el problema es cuando ese crítico se vuelve demasiado duro y nos impide valorarnos a nosotros mismos. Y la buena noticia es que puedes aprender a silenciar esa voz crítica y empezar a hablarte con más amor y compasión.

—(Con una mezcla de curiosidad y escepticismo) ¿Y cómo hago eso?

—Hay varias estrategias que podemos empezar a explorar. Una de ellas es empezar a identificar esos pensamientos negativos que te hacen sentir mal, y cuestionarlos. ¿Son realmente ciertos? ¿Hay alguna otra forma de ver la situación? ¿Qué le dirías a una amiga que estuviera pasando por lo mismo?

Me quedo en silencio, pensando en sus palabras.

—Otra estrategia es empezar a enfocarte en tus fortalezas, en tus logros y en tus cualidades positivas. Todos tenemos cualidades únicas y valiosas. ¿Cuáles son las tuyas? ¿Qué cosas haces bien? ¿Qué te gusta de ti misma?

—(Con la mirada baja) No lo sé... No creo que tenga nada bueno.

—Lale, eso no es cierto. Todos tenemos algo bueno, incluso si ahora no lo puedes ver. Y yo sé que tú también tienes muchas cualidades valiosas. Eres inteligente, eres sensible, eres creativa, eres una buena amiga, eres perseverante... Y seguramente hay muchas cosas más que ahora no alcanzas a ver.

—(Con una pequeña sonrisa) ¿De verdad cree eso?

—Por supuesto que sí. Y quiero que tú también lo creas. Y para eso, vamos a empezar a trabajar en tu autoimagen y en tu autoconcepto. Vamos a empezar a ver las cosas que haces bien, las cosas que te gustan de ti misma, y a dejar de lado esos pensamientos negativos que te hacen sentir mal.

—(Con un poco más de esperanza en la voz) Y... ¿Qué puedo hacer en este momento? Es que me siento muy sola.

—Lale, esa sensación de soledad es muy importante que la abordemos, pero de momento te voy a dar un par de estrategias que te ayudarán con tu autoestima. En este momento, puedes empezar por hacer algo que te guste, algo que te haga sentir bien. ¿Qué cosas disfrutabas hacer antes de que todo esto pasara?

—(Pienso por un momento) Me gustaba mucho leer, escuchar música, dibujar...

—Perfecto. Entonces, empieza por hacer alguna de esas cosas. Date permiso de disfrutar de esos momentos de placer y relajación. Y también, date permiso de conectar con tus emociones, de sentir lo que necesitas sentir, sin juzgarte ni culparte por ello. Y otra cosa que te puede ayudar es empezar a rodearte de personas que te hagan sentir bien, que te apoyen y que te valoren tal como eres. ¿Tienes alguna amiga o familiar con la que te sientas cómoda?

—(Con una pequeña sonrisa) Solía tener dos amigas, pero no queria seguir molestandolas con mi llanto, asi que fingí que estaba bien y pasé todo este tiempo sola. Anelía la última vez que salí llorando de mi casa a la suya me dijo que no llorara más y que tenía que ser fuerte y aguantar como una mujer... No quise molestarla más, doctor. No fui capaz de dejar de sentirme dolida luego de mi mamá me dijera que era una puta.

—Entiendo perfectamente por qué te has alejado de tus amigas. Cuando uno está pasando por un momento de dolor tan intenso, a veces siente que es una carga para los demás y prefiere aislarse, y es comprensible que no hayas querido molestar a Anelía después de que te dijera eso. Esas palabras, aunque probablemente fueron dichas con buena intención, son muy dolorosas e invalidantes.

—(Con la mirada fija en el suelo) Sí, no quería ser una carga para ellas. Y tampoco quería que me vieran llorar más. Me sentía tan débil, tan vulnerable...

—Lale, mostrar tus emociones, incluyendo el llanto, no te hace débil ni vulnerable. Al contrario, te hace humana. Y es muy saludable expresar tus emociones en lugar de reprimirlas. También es importante que te rodees de personas que te acepten tal como eres, con tus luces y tus sombras, con tus fortalezas y tus debilidades.

—(Con la voz temblorosa) No sé si ellas me van a entender. No sé si van a querer ser mis amigas después de que me he alejado tanto tiempo.

—Lale, date la oportunidad de contactarlas y de hablarles con honestidad sobre cómo te has sentido. Es posible que ellas no entiendan completamente lo que has pasado, pero si son verdaderas amigas, te van a escuchar y te van a apoyar. Y si no es así, entonces es posible que esas amistades no te estén haciendo bien, y que necesites buscar personas que te valoren y te respeten por quien eres.

—Doctor, me da tanta vergüenza con usted confesar que aún no sea capaz de superar la reacción de mi mamá. (Me quedo en silencio, intentando calmar mi llanto)

—Recuerda esto: la reacción de tu madre es un reflejo de sus propios miedos, inseguridades y creencias limitantes, y no tiene nada que ver con tu valor como persona. Ella es la que tiene el problema, no tú. Y su comportamiento no justifica el daño que te ha causado.

—¿Sabe lo que hice esos días cuando me dijeron que no llorara? Me encerré en el baño y me miré al espejo... Me amenacé para que parara de llorar, me dije que no era nada y que lo que estaba sintiendo era una tontería. Y esas palabras siguen rondando por mi mente cada vez que algo me duele... "Aguanta, aguanta" se repiten una y otra vez, hasta que me las creí. Desde ese momento, empezó a aparecer una nueva emoción: el asco.

—Es muy revelador y también muy doloroso, muestra el nivel de autocrítica y autodesprecio que estás experimentando. Es como si hubieras aprendido a reprimir tus emociones y a castigarte por sentirlas, en lugar de permitirte procesarlas y expresarlas de manera saludable.

—(Con la mirada fija en mis manos) Sí... es como si ya no tuviera derecho a sentir nada. Como si fuera una cobarde por llorar, por sentirme triste.

—Lale, no eres una cobarde por llorar, y no eres culpable por sentirte triste. Las emociones son una parte natural de la experiencia humana, y reprimirlas puede ser muy dañino para tu salud mental y emocional. Y amenazarte para que dejaras de llorar no es un acto de fortaleza, sino un acto de autoviolencia.

—(Suspiro) Es como si esa voz dentro de mi cabeza ya no me dejara en paz, como si fuera un disco rayado que repite una y otra vez "aguanta, no llores", y ya me he creído que es verdad.

—Esa voz interior es una señal de que has interiorizado un mensaje muy doloroso: que tus emociones no son válidas, que debes reprimirlas y que debes ser fuerte a toda costa. Y ese mensaje, aunque puede haber sido transmitido con buena intención, es muy perjudicial para tu bienestar.

—(Las lágrimas empiezan a acumularse en mis ojos) Y ahora... también ha empezado a aparecer otra emoción: el asco. Me siento como si... me diera asco mi propia persona, mi propio cuerpo, mi propia mente.

—El asco es una emoción muy fuerte y muy dolorosa, y escomprensible normal que te sientas así después de todo lo que has pasado. Es como si te hubieras convertido en tu peor enemiga, como si te rechazaras a ti misma en todos los niveles. Y es muy importante reconocer el origen de esta emoción y empezar a trabajar en ella.

—(Con la voz temblorosa) ¿Cómo hago eso? ¿Cómo dejo de sentirme así?

—Lo primero es reconocer que este sentimiento no es tu culpa y que tiene un origen. La sensación de asco no es real, es una construcción de tu propia mente, como si te hubieras puesto unas gafas que te hacen ver todo de manera negativa. Es una consecuencia de la autocrítica, el autodesprecio y el rechazo que has estado experimentando, como si todas esas emociones negativas se hubieran acumulado dentro de ti y ahora se manifestaran en forma de asco. Es como si te sintieras sucia, contaminada, indigna de amor y respeto.

—Sí... exactamente así me siento. Ese sentimiento de asco me ha perdurado mucho, y sale cuando me encuentro con emociones contradictorias. El otro dia mi madre empezó a hablar con mi tia asi de la nada de juguetes sexuales. Doctor, lo hizo de una forma tan inusual de ella, tan vulgar... ¡Me dio asco! Y empecé a decirme "aguanta", "no le vayas a decir nada", "no tienes derecho a sentir asco, estás siendo cruel con tu madre al pensar que ella es una puta", y no me fui de ahí. Me quedé provocándome y escuchándolas hablar. Cuando me fui a mi habitación, tenía tanta rabia conmigo misma que empecé a... encajarme las uñas en la piel. Solo queria castigarme.

—Eso es muy preocupante porque es como si el sentimiento de asco se hubiera convertido en un gatillo para la autolesión. Y esa reacción, aunque dolorosa y autodestructiva, tiene una lógica interna: es como si estuvieras tratando de castigarte por sentir emociones contradictorias, por tener pensamientos que consideras inaceptables o por no cumplir con las expectativas de los demás.

—(Con la mirada fija en mis manos) Sí... es exactamente así.

—Lale, lo que estás haciendo es muy peligroso, la autolesión no es una forma efectiva de lidiar con las emociones difíciles. Al contrario, puede generar un círculo vicioso de dolor y autodesprecio, que te puede llevar a un punto en que te sientas aún peor.

—(Con la voz temblorosa) No sé por qué mi mamá tuvo que hablar de esa forma. ¿Por qué tuvo que decir esas cosas tan vulgares y tan fuera de lugar?

—Su conversación sobre juguetes sexuales, especialmente después de haberte llamado "puta", puede ser muy perturbadora e incongruente. Y es posible que ella haya actuado desde su propia incomodidad, desde sus propios prejuicios, o incluso desde un intento fallido de normalizar un tema que considera tabú. Pero su comportamiento, por más que trate de justificarlo, no es una justificación para que sientas asco y mucho menos para que te lastimes.

—(Suspiro) Al sentir ese asco, empiezo a pensar que yo soy una puta, que yo también soy sucia y vulgar.

—Tú no eres una puta, que no eres sucia y que no eres vulgar. Eres una persona valiosa, digna de amor y respeto. Y tienes derecho a sentir tus emociones, incluyendo el asco, sin tener que castigarte por ello. Hay otras formas de procesar ese asco, sin tener que recurrir a la autolesión.

—(Con la voz un poco más calmada) ¿Cómo cuáles?

—Una estrategia es empezar a identificar las situaciones que desencadenan ese sentimiento de asco, para poder anticiparlas y prepararte para gestionarlas de forma más segura. Otra estrategia es empezar a cuestionar esos pensamientos negativos que te hacen sentir mal y reemplazarlos por pensamientos más positivos y empoderadores. Lale, recuerda que tus emociones son válidas, que tienes derecho a sentirlas, y que no debes reprimirlas ni castigarte por ellas; mereces amor, respeto y valoración, tal como eres; tu valía no depende de tus acciones, de tus emociones, ni de la opinión de los demás; y es importante que aprendas a practicar la autocompasión, a tratarte con la misma amabilidad y compasión que le darías a una amiga. 

—(Con una pequeña chispa de esperanza) Sí... quiero intentarlo. ¿Cómo se supone que haga eso? ¿Tengo que hablar sola como una loca?

—Entiendo tu duda. La idea de tratarse a uno mismo con amabilidad y compasión suena extraña al principio, especialmente si estás acostumbrada a ser muy dura contigo misma, pero no se trata de hablar sola como una loca, sino, cambiar la forma en que te relacionas contigo misma, de desarrollar una relación más amable, comprensiva y compasiva.

—(Frunzo el ceño) ¿Pero cómo hago eso?

—La autocompasión es la capacidad de tratarse a uno mismo con la misma amabilidad, compasión y comprensión que le darías a una buena amiga. Y para eso, tienes que empezar por cambiar la forma en que te hablas a ti misma. En lugar de criticarte, juzgarte y castigarte, como estás acostumbrada a hacer, tienes que empezar a hablarte con cariño, comprensión y apoyo.

Me quedo en silencio, procesando sus palabras.

—Piensa en cómo le hablarías a una amiga que estuviera pasando por lo mismo que tú. ¿Le dirías que es una estúpida, que se merece todo lo malo que le pasa y que debería castigarse por ello?

—(Niego con la cabeza) No, claro que no.

—Exacto. Le dirías que está pasando por un momento difícil, que es normal que se sienta mal, que no es su culpa, que tiene derecho a sentir sus emociones, que merece amor y respeto, y que estás ahí para apoyarla.

—(Suspiro) Sí, eso es lo que le diría.

—Entonces, ¿por qué no te tratas a ti misma de la misma forma? ¿Por qué te criticas, te juzgas y te castigas cuando te equivocas, cuando te sientes mal o cuando tienes un mal día?

—(Con la mirada fija en el suelo) No lo sé... Es como si me lo mereciera.

—Eso no es cierto. No mereces ser maltratada, ni por ti misma ni por los demás. Y es muy importante empezar a cambiar esa creencia limitante. Para empezar a practicar la autocompasión puedes empezar por reconocer tu sufrimiento. Cuando te sientas mal, permítete sentir ese dolor. No lo reprimas, no lo ignores, no lo juzgues. Reconoce que estás sufriendo y que eso es válido. En lugar de criticarte, háblate con cariño, comprensión y apoyo. Háblate con palabras amables, como las que le dirías a una amiga que estuviera pasando por lo mismo. Recuerda que todas las personas sufren, todas cometen errores y todas tienen momentos difíciles. No eres la única que está pasando por esto. Busca actividades que te hagan sentir bien, que te relajen, que te distraigan, o que te den placer. Puede ser leer un libro, escuchar música, salir a caminar, darte un baño relajante, o cualquier otra cosa que te haga sentir mejor. Perdónate por tus errores, por tus fallos y por tus debilidades, y empieza a concentrarte en aprender de esas experiencias y en seguir avanzando.

Me quedo en silencio, procesando sus palabras.

—La autocompasión es una habilidad que se aprende y que se practica. Al principio, puede ser difícil, pero con el tiempo empezarás a notar los beneficios de tratarte con más amabilidad. La autocompasión no es autocomplacencia. No se trata de perdonarte todo y de dejarte llevar por tus impulsos, se trata de aprender a tratarte con amabilidad y comprensión, mientras te haces responsable de tus actos y sigues trabajando en tu propio crecimiento.

—(Con la voz un poco más animada) Entonces... ¿No tengo que hablar sola como una loca?

—No, Lale. Pero sí tienes que empezar a hablarte de forma diferente, y eso significa cambiar la forma en que te relacionas contigo misma, de ser una enemiga a ser tu propia amiga. 

—Si yo fuera una amiga... ¿Qué me diría? No me diría esas palabras hirientes, sería incapaz de decirlas por más que las mereciera. Dijera que me calmara, que todo en esta vida tiene solución, que en algún momento la luz va a iluminar mi vida, y que no permita que nadie me diga que no debo sufrir. Nadie es nada para decirte si sufrir o no o la forma de hacerlo.

—Has captado perfectamente la esencia de la autocompasión. Fíjate lo que expresaste: si tú fueras tu amiga, reconocerías que mereces ser tratada con amabilidad y respeto, incluso cuando has cometido errores o te sientes mal. Te ayudarías a bajar el ritmo de tus pensamientos y a reducir la intensidad de tus emociones, para que pudieras ver las cosas con mayor claridad. Te darías esperanza y te alentarías a seguir adelante, incluso en los momentos más difíciles. Te recordarías que siempre hay una salida y motivos para seguir luchando. Y lo más importante, validarías tus emociones y te reconocerías que tu sufrimiento es real y que es tuyo, y que nadie tiene derecho a juzgarlo o invalidarlo.

—(Con la voz temblorosa) Es que... es verdad. Me da rabia darme cuenta de que soy tan cruel conmigo.

—La autocrítica y el autodesprecio son hábitos muy arraigados, y es difícil cambiarlos de la noche a la mañana, pero lo date cuenta de que puedes ser tu mejor amiga y de que puedes brindarte el amor, el apoyo y la comprensión que tanto necesitas.  Cuestiona a esa voz crítica que te hace tanto daño. ¿Qué le dirías a esa voz crítica si pudieras hablar con ella?

—(Hago una pausa para pensar) Le diría que se calle, que ya estoy harta de escucharla, que no es verdad lo que me dice, que no merezco ser maltratada.

—¿Ves que puedes tomar el control de tu propia mente y defenderte de esa voz que te ha estado lastimando durante tanto tiempo? Tienes todo el derecho a hacerlo. Tú eres la dueña de tu propia mente y tú decides qué pensamientos quieres alimentar.

—(Suspiro) A veces me siento tan perdida. Es como si no supiera quién soy, qué quiero o a dónde voy.

—Has pasado por tantas experiencias dolorosas y confusas, que es normal que te sientas desorientada. Pero tienes dentro de ti todo lo que necesitas para encontrar tu camino. Y para eso, tienes que empezar a conocerte a ti misma, a tus fortalezas, a tus debilidades y a tus sueños. Y también, que te permitas ser vulnerable, cometer errores y sentir todas tus emociones, sin juzgarte ni culparte por ello.

—(Con una pequeña sonrisa) Entonces... ¿No tengo que ser perfecta?

—No, Lale. No tienes que ser perfecta. Nadie es perfecto. Y lo más importante es que te permitas ser tú misma, con todas tus luces y tus sombras, con todas tus fortalezas y tus debilidades. Y también, es importante que te rodees de personas que te acepten tal como eres, que te valoren y que te apoyen en tu camino. Lale, eres una persona valiosa, digna de amor y respeto. Y tienes dentro de ti la capacidad de ser tu mejor amiga y de brindarte el apoyo que tanto necesitas. ¿Estás dispuesta a empezar a practicar la autocompasión y a convertirte en tu mejor amiga?

—(Con una chispa de esperanza en la mirada) Sí... quiero intentarlo.

—Excelente, Lale. Ese es un paso muy importante. Y recuerda, no estás sola en esto. Yo estoy aquí para apoyarte en cada paso del camino.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro