Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CAPÍTULO 28: Empatía II

Ya después de la conversación con Gabriel, él se encargó de llevarme a casa, según dice él para que mis padres vean que él es alguien responsable. Nos despedimos y yo me dirigí a buscar el libro que estaba leyendo en mi habitación. Esta vez, salí de esta y decidí ponerme en la sala con mis padres, quienes estaban viendo el televisor.

Unos toques en la puerta los hizo desatender la pantalla, mi papá se levantó y abrió la puerta, resulta que mi tía, mi primo y mis abuelos, quienes habían ido con nosotros a la casa en la playa, nos habían hecho la visita. Saludé a mi pequeño primo con un abrazo y él fue directo a jugar a nuestro cuarto, la verdad era bastante tierno. Mi abuela y mi tía tomaron asiento en la sala mientras conversaban con mis padres.

-¿Qué lees, Lale? -preguntó mi tía.

Yo miré extrañada mi libro y luego a ella, parecía que quería iniciar una conversación conmigo.

-Oh, el libro de la asignatura de Literatura.

-¿tienes pruebas cerca? -continuó.

-No...

-¿Y por qué estás estudiando? -se extrañó y me miró de forma rara.

Yo la miré mal, recordando que no tenía paciencia para las cosas.

-¿No puedo?

-No, no digo que no puedas, sino que también hay que descansar, no toda la vida es estudio.

Respira... Respira... ¿Estudio o descanso? ¿Salgo o me quedo en casa? ¿Qué hago para poder volver a ser como antes?

-Ya ella ha descansado demasiado -mi madre interrumpió-. ¿Verdad, Lale?

Su mirada, aunque a los ojos de mi tía y abuela era normal, a mi me parecía muy acusativa. No sabia si se refería a que había salido con Gabriel o al dichoso día en la playa.

Decidí por no responder y volver a centrarme en el libro, ya no me podía sentir más culpable.

Ante esta escena, se hizo un completo silencio en casa, solo quedaba el sonido del televisor, en el cual se transmitía una serie juvenil que pocas veces yo veía.

-¿De que trata eso que están viendo ustedes? -mi tía preguntó, como yo no la estaba viendo decidí enfocarme en el libro de nuevo.

-De una muchachita de 15 años -comienza a decir mi mamá-, que quiere ser mayor antes de tiempo, y decide buscarse un novio. Y él novio empieza a ponerla en contra de los padres y a manipularla, hasta que ella decide irse a vivir con él.

-Que horror -dice mi papá.

No se por qué pensaba que esas eran indirectas.

-Resulta que la muchacha sale embarazada, dejó la escuela, dejó de estudiar, y el muchacho cuando se enteró del embarazo la dejó, para que veas como es la vida -mi mamá continuó explicando, no se por qué sentía que todas las miradas iban hacia mi.

-Por eso a las hembras hay que cuidarlas, mejor que se dediquen a los estudios, ya habrá tiempo para novios -dijo mi abuela apoyando a mi mamá.

-Si, y que no se anden con puterías y después vuelvan a la casa para que le den la comida en la boca. Si quiere tener novio, que se consiga la comida y que trabaje, a ver si son capaces -continuó mi papá.

Solo sentía acusaciones indirectas, seguían enojados conmigo a pesar de todo. ¿Acaso habré causado una herida en mi familia?

Mi tía hizo una señal como que se puso un zíper en la boca mirándome a mi, enseguida se cambió de tema, de todas formas no notaron que había sido una indirecta para mi, ya que no mostré ninguna expresión que delatara mis emociones de culpabilidad.

En un momento me levanté y fui hacia mi habitación a ver que estaba haciendo mi pequeño primo, tratando también de salir de ese ambiente tan tenso. Él estaba acostado en la cama jugando con su celular. Al verme, me dijo que fuera hacia la cama.

-¿Qué juegas, primito? -le pregunté con una sonrisa.

-Minecraft, estoy haciendo una super mansión con piscina.

-¡Wow! -expresé interesada-. ¿Quisieras tener una casa así?

-Si, y con muchos pisos, y un jacuzzi.

-Wow, sí que sueñas en grande -le di un beso en su cabeza. Sentí que alguien entró en la habitación, era mi tía cuando volteé la cabeza junto con mi mamá.

-¿Qué hacen, niños? -dijo ella a modo de broma, ya que sabemos que yo no era una niña.

-Estamos construyendo una super super casa -respondió mi primo y yo solo sonreí.

Mi mamá y mi tía tomaron asiento en la cama, y yo tomé asiento al otro lado de esta.

-¿Lale, y los novios? -preguntó mi tía de repente, abrí los ojos como platos-. No me mires con esa cara.

-Yo no tengo novio -le dije, totalmente seria, mirando a mi mamá.

Aquí se va a formar la tercera guerra mundial, pero en este caso espero que no sea conmigo, ya que no he abierto el pico.

-¿Pero no te gusta nadie? -insistió mi tía.

Sé que es mi familia, pero a veces la gente suele ser tan inoportuna. A ver qué le responde mi mamá. Ya el rechazo interno estaba haciendo efecto en mi, ya quería escapar, estaba asustada.

-No. ¿Para qué?

-¿Cómo que para qué?

-Si, ¿para perder el tiempo? -dije sin siquiera pensar, y luego me impresioné ante la respuesta automática que estaba enviando mi cerebro a mis labios.

-Eso no es para perder el tiempo, yo me acuerdo que a tu edad yo tuve una cantidad de novios... ¿Te acuerdas, mi hermana? -se giró hacia mi madre.

-Si, claro que me acuerdo. Era uno por mes casi.

-Si, pero yo llevaba solo los formales a la casa.

-Vaya usted a saber cuantos tuviste escondidos.

-Ufff, una pila.

Esperen un momento, ¿por qué mi mamá no está molesta? Está muy sonriente y tranquila, sin embargo a mi me insultaron y ella hasta se ríe con su hermana. Enseguida me ensombrecí, una vez mientras ellas hablaban, solo lograba incrementar mi asco.

¿Por qué ella no ofendía a mi tía?

¿Por qué no le decía que era una puta?

-Tía, una pregunta...

Ella me miró curiosa.

-Dime.

-¿A qué edad tú te independizaste? -la pregunta salió de mis labios sin siquiera pensarlo.

-¿A que viene esa pregunta, Lale? -inquirió mi mamá-. ¿Qué tiene que ver con el tema?

No quise responderle, miré a mi tía esperando una respuesta.

-Cuando me casé y tuve a mi hijo, fue cuando me independicé. ¿Por qué?

Suspiré y miré a mi madre, no me parecía justo que me chantajearan con tener que prácticamente hacerme independiente de ellos por solamente un beso. La balanza estaba desequilibrada, sus padres no la criaron así, la dejaban tener una conexión emocional con alguien sin llegar a la amenaza. Entonces... ¿de donde sale toda esa rabia y amenaza?

-Por nada -miré a mi mamá cuando le respondí a su hermana-. Voy a estudiar.

-No te vayas todavía, mira, que tengo algo que contarles -insistió la mujer y la miré cansada. No quería estar ahí, no podía, empezaba a sentir el asco en mi cuerpo.

Sin embargo, rehusándome a mi bienestar emocional, me quedé.

-Dime.

-¿Qué pasó? -preguntó mi madre.

Mi tía miró tras de ella y le pidió a su hijo que saliera de la habitación, que íbamos a tener una "conversación de adultos". El niño se fue sin rechistar y lo seguí con la mirada hasta que pasó por la puerta.

-¿Qué cosa? -pregunté, algo cansada cruzándome de brazos. No me gustaba a lo que se refirió ella.

-Me trajeron juguetes sexuales, y los estoy usando con mi esposo junto con una lencería que está bella -confesó ella y ese fue el momento en que sentí el pico extremo de mi malestar, y peor fue ver la respuesta de mi madre.

-¡Oh que bueno! ¿Sabes donde venden? Quiero usarlo con mi esposo -la respuesta de mi madre me dejó en shock, era otra persona,, su voz sonaba juguetona, infantil, y totalmente desconocida para mi esa parte de mi madre.

Palidecí.

¡¿Cómo PUEDE SER TAN PUTA?!

¡¿Quién DIABLOS SE CREE QUE ES?!

¡¿Qué LE PASA?!

-¿Saben qué? Me voy de aquí -dije con un tono claramente molesto, eran un par de asquerosas, y estoy notando que probablemente mi madre tenga un trastorno bipolar. ¡Hace exactamente lo contrario a lo que me dice!

No quiero estar ahí, tomé mi celular, los audífonos y un libro y me alejé del mundo en mi habitación. Y ahora de nuevo la sensación de culpa, ¿por qué me tengo que molestar por eso? No tenia que hacerlo, sentía tanta impotencia en encajé las uñas en mi piel como si estuviera haciendo una rabieta. Deslicé las uñas ignorando el dolor hasta que me ardió, cuando miré mi piel, me había hecho sangrar, sin embargo la furia me cegó, no me importaba el dolor, al final sentía que lo merecía.

Cogí mi celular y le envié un mensaje a Gabriel con miedo de lo que me dijera.

¿Estás haciendo algo importante?

Dejé aparte el celular tratando de calmarme, de respirar profundo, de quitarme la molestia, para cuando tenga que salir de la habitación nadie sepa lo que está pasando.

Gabriel: No, ¿qué pasa?

Un sentimiento de alivio me recorrió. Le escribí.

¿Podemos vernos de nuevo?

Ojalá que sí.

Gabriel: Ok, voy para tu casa.

Gracias.

Ahora solo debía hacer como que no pasó nada para poder salir sin interrupciones.

Cuando Gabriel llegó, dije que iba a salir a mi padre. Él asintió y salí a la calle con el chico una vez más. No quería que esto se hiciera costumbre de que él tuviera que ser mi saco de lágrimas.

-Dime, Lale. ¿Qué pasó? -preguntó con un tono de voz bastante preocupado, el ruido de los carros contrastaba con el silencio en mi casa.

-Necesito hablar con alguien o sino voy a explotar, no puedo quedarme encerrada en mi habitación o sino empeoro. Por favor, no me juzgues.

-No soy nadie para juzgar, Lale. Dime, estoy aquí para escucharte.

A veces me sentía mal por no merecer a Gabriel.

-Te noto muy apagada. ¿Pasa algo?

Suspiré.

-Nada está bien, Gabriel. Estoy echa un lío.

-¿Quieres contarme lo que pasa? Sabes que puedes confiar en mí.

-Es que... -dudé por un momento-. Después de la discusión horrible que tuve con mis padres en casa todo se ha desmoronado. Te voy a contar la razón de todo...

De una vez, le conté a Gabriel lo que tanto temía. Desde el día en la playa, la reacción de mis padres luego de ver el beso, lo que pasó cuando llegué a casa, la vez que me dejaron fuera de casa por tener relaciones, la forma despectiva en la que me lo dijeron, como me ofendieron y eso bajó mi autoestima, y todo lo que ha pasado hasta hoy.

-Mi tia, y luego mi mama... fue algo tan... extraño, tan...

-¿Qué pasó? ¿Te hicieron sentir mal?

-Es que hablaron de sexo de una forma tan abierta, tan... vulgar, que lo único que hizo fue incrementar el asco y el odio que siento. Y luego mi mamá reaccionó como si fuera una adolescente, fue muy raro, no la reconocí, me sentí tan mal que exploté.

-Entiendo, debe ser muy confuso cuando las personas que amas actúan de manera diferente a como esperas.

-Y después de todo lo que pasó, es como si una parte de mi sintiera que eso esta mal, que ellas no deberían ser así. Pero luego otra parte se siente culpable por reaccionar de esa manera. Y para colmo... después de la discusión me lastimé -le enseñé a Gabriel la parte del muslo que había hecho sangrar con mis uñas.

Gabriel abrió los ojos como platos.

-¿Qué pasó? ¿Cómo te hiciste eso? ¿Por qué? -las preguntas las hizo demasiado rápido.

Volví a esconder mi muslo bajo la tela de mi short.

-No fue nada, solo fue... una rabieta. No puedo controlar lo que siento, todo es tan intenso...

-Lale, lo que me cuentas no es normal. Es muy importante que busques ayuda. ¿Has pensado ir a terapia?

-¿Terapia? -pregunté nerviosa-. No lo sé, Gabriel. Siento que estoy exagerando y que no tengo por qué sentirme así, que es mi culpa por ser tan... intensa.

-No estas exagerando. Tus emociones son válidas. Y lastimarte no es una manera de lidiar con ellas. Necesitas herramientas para manejar esas emociones. La terapia puede ser un espacio para aprender esas herramienta.

Un silencio nos envolvió de manera abrupta.

-No se si estoy lista para eso...

-Entiendo que te de miedo, pero no tienes por qué pasar por esto sola. Yo puedo acompañarte si quieres. Podemos investigar las opciones de terapeutas y si quieres voy contigo a la primera cita.

Sentía mis ojos humedecer.

-Gracias, Gabriel. Eso significa mucho para mi.

El me ofreció una sonrisa cálida.

-Siempre trataré de ayudarte. Pero también hay cosas que puedes hacer ahora mismo. ¿Has practicado alguna técnica de relajación?

-No, la verdad es que no. No sé nada de eso, ¿no ves que solo sé odiarme y querer castigarme?

-Podrías empezar con algo sencillo, como la respiración profunda. Cuando te sientas abrumada, detente, cierra los ojos y respira lento y profundo unas cuantas veces.

-Podría intentar eso, de hecho lo hice hoy un momento.

-Y otra cosa importante, Lale, es que establezcas límites. No tienes por qué quedarte en situaciones que te hacen sentir mal. Si necesitas tomar distancia de tu familia, está bien. Tu bienestar es lo primero.

-Ni siquiera sé cómo podría alejarme de ellos.

-Es un decir, no significa que te tengas que ir de la casa, pero sí limitarlos en cuanto a los temas que te desagradan. Tienes derecho a enfadarte con ellos, más si lo consideras una falta de respeto.

Me quedé callada, estábamos hablando de algo totalmente diferente a lo que he estado pensando en estos momentos.

-Me cuesta, Gabriel... Me asusta tanto que se molesten conmigo y sigan afectando mi autoestima, que ya no quiero hablar.

-Si quieres empieza con tus amistades, empieza a poner límites. No tienes que ser buena con todo el mundo, al final ahora estás sufriendo, ¿y donde están tus amigas? Dime... ¿Dónde están?

-Creo que tienes razón -le dije con un poco más de ánimos-. No tengo que aceptar todo lo que me hacen o dicen.

-¡Exacto! Intenta cuestionar esos pensamientos negativos que tienes sobre ti misma. No eres culpable por sentir emociones fuertes. Mereces amor, respeto y cuidado, sobre todo de ti misma.

Sonreí levemente.

-Gracias, Gabriel. Me haces sentir mucho mejor.

-Siempre voy a estar aquí para ti, Lale. No olvides que eres fuerte y valiosa. Y no dudes en buscar ayuda profesional. Te lo mereces.

-Lo haré. -Dije con duda-. Gracias por todo, Gabriel.

-De nada, Lale -me sonrió-. ¿Qué te parece si caminamos un poco y hablamos de algo más ligero?

-Me parece bien.

Muchas veces en la vida caemos bajo, nos olvidamos y todo se vuelve oscuro. Volvemos a caer cuando vemos que la gente no le da importancia a lo que sentimos, que nos obligan a reprimirlo, y entonces todo se vuelve una guerra contra nosotros mismos. Comenzamos a pensar que no valemos nada, nuestra autoestima se destruye con pensamientos negativos y ganas de lastimarnos como castigo. Al menos... fue lo que sentí yo.

Si existen personas que están pasando por lo que yo en este momento, solo espero que puedan encontrar una luz como la que me dio Gabriel. Un apoyo, alguien que los entienda. Quizás no resuelva el problema, porque el problema sigue ahí, pero al menos no se sienten tan solos. Es como si el peso de una mochila llena de ladrillos fuera sostenido por dos personas, sigue siendo pesado, pero al menos menor que antes.

-Ahora cuéntame algo de tu vida -le dije interesada-. Ya basta de hablar de mí, es tu turno.

Gabriel sonrió de medio lado.

-Estoy pensando continuar los estudios, pero aún no estoy seguro -confesó.

Sentí algo cálido en el pecho, con una sonrisa que le dediqué.

-¡Qué bueno! Si tomas esa decisión te podría prestar mis apuntes de la preparatoria.

-Ja, gracias, pero aun no me he decidido.

-¿Qué te detiene? -pregunté intrigada-. Estudiaríamos de nuevo en la misma escuela, no importa que te atrases un año. Por cierto, ¿por qué no seguiste estudiando después de terminar la secundaria?

Nunca me había puesto a pensar ese tema. Gabriel no era como Cloe, ni como Vanessa, era una persona seria por lo que me estaba demostrando en estos días, a pesar de tantas risas y chistes, él era más maduro de lo que creí.

-Ese es un tema complicado... -se volvió un poco serio-, te puedo decir que tengo que ayudar en mi casa. He estado buscando trabajo, mi padre nos abandonó a mi mamá y a mí y ahora la responsabilidad del hogar la tenemos que distribuir entre los dos... No quisiera que ella sea la única que se sacrifique en mi hogar, quiero aportar algo. ¿Me entiendes?

-Claro, claro que te entiendo. ¿Entonces no has encontrado ningún trabajo que te guste?

-No es solo que me guste, sino que haya plazas. En estos momentos no puedo ponerme selectivo, necesitamos conseguir dinero, así que cualquier opción que se aparezca veré si puedo aceptarla.

Suspiré, no pensaba que Gabriel pasara por este momento tan difícil...

-Perdón por no haberte preguntado antes, estaba tan centrada en mis problemas que me olvidé por completo de ti...

-No te preocupes -me sonrió.

-¿Quieres que te ayude a buscar trabajo? -me ofrecí de inmediato, quería ayudarlo.

-¿Cómo puedo buscar?

-Podemos aprovechar en este momento e ir preguntando por las instituciones si tienen plazas disponibles que no requieran título universitario. ¿Qué te parece?

-O sea, ¿preguntar centro por centro?

-¡Si...! -Asentí un poco emocionada-. Yo te acompaño.

-Pero Lale, también tienes que estudiar. No, no, no, no quiero interrumpir tus estudios ni que discutas más con tus padres -su respuesta me cayó como un balde de agua fría, pero de repente se me ocurrió una idea.

-¿Y si le pides permiso tú?

-No, Lale, yo no soy el hijo de ellos. Tienes que aprender a enfrentar tus miedos -Me miró con una ceja enarcada, a lo que yo resoplé.

-Tendremos que empezar a buscar por internet entonces a ver si hay algo disponible.

-Yo puedo ir buscando por la calle, no te preocupes.

-Déjame ayudarte, por favor. Es lo mínimo que puedo hacer.

Le hice ojitos, pero el chico no estaba convencido. Esto iba a ser difícil, pero bueno, lo podía intentar aun él no lo supiera. Estaba decidida a buscar por internet las plazas disponibles.

-Te agradezco tu intención, Lale. Pero no quiero complicarte.

-No lo harás, puedo ayudarte desde mi casa. Es pan comido, cuando lo haga, te enviaré los lugares encontrados para que elijas. Verás que resolvemos tu problema rápido.

Cuando menos lo esperé, Gabriel me abrazó, a lo que sonriente le correspondí. Me hizo sentir bien ayudarlo, al menos no me sentía inútil en este momento.

-Gracias, mi amiga.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro