CAPÍTULO 27: Empatía
Regreso a mi casa, donde sucede un milagro: deciden hablarme mis padres, extrañados de que haya regresado temprano. Un repentino y desconocido asco se apodera de mi estómago cuando me obligo a contestarles; en el fondo no quería hacerlo. Me voy a mi habitación y mi madre abre la puerta tras yo cerrarla, y me pregunta que si quiero comer. Le respondo que no, que no tengo hambre...
-Pero Lale, no has comido nada desde el desayuno y ya son las 4 de la tarde.
"No hagas como que te importa la puta de tu hija", lo pienso pero no lo digo. ¿Qué acababa de pensar? ¿Qué derecho tenia de pensar eso? Ella se está preocupando por mi y yo sigo actuando como una desgraciada... El odio que me tengo hacia mi misma me tiene asqueada. Cuando no respondo, mi madre sale de mi habitación y entonces tomo mi diario.
Comienzo a leer las hojas, "Mateo", "Mateo", "Mateo", por todos lados Mateo. Es que tenían razón, no pienso en otra cosa que en puterías.
¡Ya no más, estoy cansada!
Tomo todas las hojas y las arranco una por una, tengo en el suelo regadas miles y las voy tomando para hacerles añicos, así como tengo mi alma, total, ya no importa. Sacrificando toda mi vida por un chico que me ve como una fácil que puede tener cuando quiera, eligiéndolo a el por encima de mis padres. ¡Nunca mas! ¡Nunca mas lo haré! De hecho, nunca más querré enamorarme, al final todo es una basura, un problema, te toma el corazón y te lo exprime dejándote seca, te ciegas con todo y con todos y al final acabas lastimando a la gente que quieres de verdad y que te querían.
Tomo cuantas hojas veo y las echo en el inodoro poco a poco, con una sola descarga se lleva todo de mi vista. Me siento rota, y cuanto mas lo oculto más me duele. Pero ya no estoy llorando, ya solo estoy seria mientras que mi mente está hecha un caos y mi corazón latiendo a mil por hora, es lo que merezco al final de todo. Van desapareciendo la copia de la carta de 14 de febrero, el primer escrito sobre él, cuando me dijo te quiero por primera vez, todo se fue como agua para más nunca regresar. Y si, estoy llorando pero mis ojos están secos, ahora el dolor lo siento solo en el pecho de una forma en que no puedo ni respirar, pero así es mejor porque combinaré con este mundo de sonrisas hipócritas y corazones de hierro.
Ya formo parte del mundo.
De repente, mis días de la preparatoria donde me divertía con Anelía y Rosalía se habían acabado. Todos estos días me he encargado de atender todo lo que puedo a las clases, hacer las tareas y salir bien en las evaluaciones, aunque esto último no se ha cumplido. No soy capaz de concentrarme si cada dos segundos después de haberme centrado en una pregunta, mi cabeza ataca con recuerdos y dudas.
Y así ha sido, no me he acercado a ninguna de mis amigas y, por lo visto, ellas no tenían intención de acercarse a mí. No iba a insistir, solo les podía hablar de mis problemas y quería evitar que se estresaran conmigo. Solo quería hablar con alguien que no me juzgara, alguien que me entendiera lo valoraría más que alguien que me de soluciones en este momento.
Con respecto a Mateo, ha intentado hablar conmigo, pero desde ese día en su casa he tratado de crear un espacio conveniente para pasar ese momento de mi vida, aunque no puedo negar que me duele.
Visitar mi antigua escuela, en la cual empezó toda esta historia, tal vez me daba soluciones para arreglarla. De todas formas, la profesora Beatriz siempre me ha parecido una persona muy sabia y buena, así que me tomé el atrevimiento de contarle las novedades de mi vida.
-Al final, es mejor así, Lale. Mientras más lejos estés de Mateo, es mejor -confesó luego de que le contara todo.
-Si, supongo... -Traté de evitar su mirada, lo que pasa es que Mateo al parecer no acaba de entender que no quiero hablar con el, aún recuerdo el "te quiero" que me dijo al irme de su casa la última vez. Él sabe que lo quiero, y que él a mí no, y aun así me lo dice.
-Te noto algo callada, ¿qué te pasa? -la profesora me toma la mano, ofreciéndome un apretón de confianza- ¿Ha mejorado algo en casa?
Es natural que quisiera saber como habían cambiado las cosas desde la última vez que hablamos, supongo que en su opinión habían mejorías.
-Ya me hablan mis padres... -le dije desganada-, al menos algo.
-Eso es lo fundamental, menos mal que recapacitaste y te dieras cuenta que al final son los que van a estar contigo para siempre -confesó, aunque esa forma de pensar resonaba un poco con mi sentir.
Yo no quería hacer eso totalmente, quería otra solución, pero al parecer para llegar a la gran solución tenia que pasar por este momento.
-Si, es verdad...
Por otro lado, estoy tan vacía y cansada. No es solo por no hablarle a Mateo, sino también... Es como vomitar todo y después obligarte a comer, por mas que lo intentes te da asco, te sientes cansada, solo quieres acostarte y dormir.
-¿Y entonces por qué esa carita? Sonríe, la vida no se acaba por un mal amor -sonrió para que yo la imitara, pero no me salía, la sonrisa no me salía.
No fue solo eso, profe...
¿Para que voy a insistir en explicar algo inexplicable?
-Un novio al final te distrae de tus objetivos -continuó explicando con una voz maternal-. Es mejor tener tu mente enfocada en los estudios, así estarás mejor, además, dentro de unos años ingresarás en la universidad.
Suspiré y me removí en la silla en la cual estaba sentada. Tenia muchas dudas, demasiadas, esto resonaba con lo que veía en el mundo.
-Y si es tan malo... ¿Por qué la gente tiene pareja? -inquirí, con un tono acusatorio que traté de disfrazar con amabilidad para que no se sintiera ofendida.
-De tu edad han habido varios casos: Melany, quien quedó embarazada; y Cloe, quien no continuó los estudios, a la par de Vanessa.
-Pero Rosalía... Rosalía tiene novio y sigue en la preparatoria... -recalqué con rapidez. Solo quería un porqué, una razón para entender por qué era un tema tan controversial y prohibido.
-Pero no me vas a negar que estaba mas distraída que tú -su voz actuaba de actuar como un balde de agua fría para sacarme de mi falsa realidad-. Lale, entiende, disfruta tu adolescencia, ya habrá tiempo para el amor. Mucha gente cree que es necesario estar con pareja pero no es así, nadie tiene que decidir en cuando quieres tu formar una relación, no hay edad para eso, pero también ten en cuenta que la meta de la vida no es encontrar un gran amor, sino valerte como persona, estudiar y mejorar hasta convertirte en alguien independiente y capaz de hacer lo que quiera sin depender de nadie.
Entonces era eso, esa era la clave para que me perdonaran mis padres. Solo tenía que dejar de buscar al estúpido amor que solo es un obstáculo para lograr mis objetivos.
-Entiendo... Entonces me concentraré en mi misma. He estado perdiendo el tiempo por todos estos años.
-Lo mas importante es, que solo vas a tener esta edad una vez, y mientras todos estén en la tontería con sus relaciones, tú vas convirtiéndote en una mujer exitosa. -culminó con una sonrisa.
-Gracias profe, gracias por darme ánimos.
-No es nada, Lale. Tú serás muy exitosa, -sonrió y luego se puso más seria antes de decir-: pero concéntrate en los estudios por favor...
-Lo haré.
Ya estaba decidida, o al menos, eso creía.
Desde ahí, pasaron varios días, días que he llegado a sentir un poco más ligeros. He tratado de enfocarme en lo que realmente importa en mi vida, dedicando varias horas a la lectura dentro de mi habitación. Nunca creí que un libro me relajaría tanto, incluso siendo el mismo libro de literatura o de matemáticas de la preparatoria. Me alejé un poco del celular, a decir verdad no quería saber de nadie, estaba en una de esas temporadas en que cambian de aires en la telenovela, en la que pasan los años y la protagonista se aleja de todos. Así me sentía...
Nada de amor, nada de amistad, ni de redes sociales, solo estaban las cuatro paredes y los libros; a pesar de que me costaba concentrarme, el encierro me obligaba. Me prometí y me reté a ni siquiera pensar en el nombre de cierta persona, causante de todo el alboroto en mi mente. Ni siquiera sé si se acuerda que existo, pero trato de convencerme a mí misma de que no me interesa.
La tensión con mis padres se ha alivianado, al parecer verme centrada en los libros ha hecho que me dejen tranquila en mi habitación y que me visiten de vez en cuando para recordarme que debo alimentarme, porque si dependía de mí, solo saldría cuando estuviera a punto de desmayarme por pura supervivencia.
Y si, ya estaba bien. Ya no había nadie atormentando mi mente, ya solo estaba el estudio en mis pensamientos, y viendo el lado positivo, no tenía amigos que me distrajeran. Aunque, si les soy sincera, este ha sido el pensamiento que más he tratado de meterme a la cabeza para no sentir la ausencia de Anelía y Rosalía.
-Lale, tienes visita -mi madre entra en mi habitación y alejo la vista del libro que estoy leyendo para enfocarme en ella.
-¿Quién es?
-Gabriel.
Un detalle más: Gabriel y yo hemos mantenido el contacto de vez en cuando, y es una grata sorpresa recibirlo el día de hoy.
-Enseguida lo recibo. Gracias -le dije seria y esta asintió para salir de la habitación. Marqué la página del libro que estaba leyendo y busqué mis zapatos junto a la cama.
Sin la más remota idea de preocuparme por mi apariencia, salí del cuarto para encontrarme con el joven sentado en la sala de mi casa.
-Buenas tardes, Gabriel. ¿Qué tal te va? -lo saludo y él sonríe.
-Buenas tardes. Bien, pasaba a saludarte y a saber cómo estás.
Me volteé a ver a mis padres, pero al parecer no estaban atendiendo a mi conversación, así que me giré una vez más.
-Bien... Estaba leyendo en mi habitación.
-Oh, qué bien, es un pasatiempo entretenido. No he leído muchos libros pero sí he disfrutado los que sí.
-¿Si? Yo no suelo leer mucho, pero en estos días ha logrado ser un escape de la realidad... -comencé a caminar hacia donde estaba la luz del sol en el portal-, aun estando entre cuatro paredes.
-Dicen que la fantasía es lo mejor para escapar de la realidad. ¿Te gusta la fantasía, la ciencia ficción o lo paranormal?
-Mmm, no mucho, al menos Harry Potter me gusta.
-¿Ya leíste los libros? -preguntó el chico con un ápice de sorpresa.
-No, pero he visto las películas.
-Creo que leer los libros te dará mayor información sobre la saga, y te ayudará a incrementar el gusto por la lectura -de manera muy convincente dichas palabras me dieron nuevas opciones para el entretenimiento.
-Gracias, es una buena idea.
-¿Quieres salir a caminar? -pregunta inocentemente, mi corazón se remueve un poco pero decido ignorar los malos pensamientos con respecto a la negativa posible de mis padres y su odio.
-Tendría que preguntar... a ver si no me necesitan en casa -completé rápidamente.
Gabriel asintió y esperó. Con temor pregunté a mis padres si necesitaban algo de mi para ver si podía salir, aunque su respuesta no era un completo "si", pude salir de casa.
El sol tocó mi piel, me sentía como Rapunzel saliendo de su torre y enfrentando a la gente, caminando por la calle sin un rumbo especifico.
-¿Y bien? ¿A dónde vamos? -le pregunté.
-A donde nos lleve el viento -dijo y comenzó a reirse, clasico de Gabriel.
Traté de no pensar en cosas malas, en no incomodarlo y en no parecer mala onda. De vez en cuando pude sonreir y otras veces completar una opinion, hasta que llegamos al tema que sabia que ibamos a tocar.
-¿Cómo está la relación con tus padres? -preguntó preocupado-, pude notar un poco de frialdad entre ustedes, sé que no me debo meter en esto pero me preocupa que tengan algún problema.
-La verdad... Tuvimos una gran discusión hace días, más de un mes para ser exactos, y yo me porté muy grosera con ellos, estaba haciendo cosas muy feas, les causé malos ratos y vergüenzas, me desconcentré de los estudios y me la pasé haciendo quedar mal a mi familia, y fue por mucho tiempo.
-Wow, vaya, diciéndolo así pareces Lord Voldemort -mencionó sorprendido, y sonreí por su comparación conmigo con el villano de Harry Potter.
-Sí que te viste la saga, tenemos tema de conversación.
-Si, pero dime... Estoy seguro de que no fue así tan malo como lo pintas.
-Fue peor, los dejé en ridículo. Me pongo en su lugar y pienso qué sería de mi si mi hija me saliera todo lo contrario a como la crié, que de un día para otro se vuelva una zorra que se besa con un tipo en la playa y que causa el rechazo de todos...
-¿Así que fue esa la causa de todo?
-Si... Lo se, hice mal, más nunca lo voy a hacer. Ya prometí no volver a entregarle el corazón a nadie ni poner mis ojos en nadie más.
-Eso es cruel... Es cruel lo que estás haciendo contigo, Lale.
-Prefiero mil veces a mi familia antes que de un tipo que me pueda cambiar de la noche a la mañana, y que ya lo ha hecho otras veces -recordé mi conversación con la profesora, ya estaba convencida de que había cometido un error.
-¿Fue Mateo, verdad? -me quedé callada, él entendió con mi silencio-. No entiendo que tiene que ver una cosa con la otra, pero está bien, entiendo que estés lastimada y por eso hablas de esa forma.
Suspiré, ya habíamos cruzado mas de 10 calles sin siquiera darme cuenta, en verdad estábamos caminado si rumbo.
-Lo que debo enfocar mi atención ahora es en terminar la preparatoria con buenas notas, luego ir a la universidad y hacer mi vida. Lo usual, ya sabes.
-Si, pero entre momento y momento debes descansar y disfrutar, no todo puede ser enfoque en los estudios, te volverás loca.
-Creo que ya lo estoy -sonreí desganada-, ¿descansar y disfrutar? Quien descansó y disfrutó en estos tiempos terminó mal, mira a Melany, a Cloe, a Vanessa... Solo destruyen sus vidas.
Quizás la Lale de hace años, la que estaba en la secundaria, al escucharme hablar no me reconociera e incluso se enojara conmigo, pero así es la vida, se trata de cambios, ahora todo cambió y eso solo mi corazón lo sabe.
-No seas tan radical, tal vez ellas sí destruyen sus vidas, pero otras no. De hecho, yo no he destruido mi vida y no estoy estudiando en este momento. No deberías seguir esas leyes que te planteas al pie de la letra.
-Si no las sigo provoco el rechazo de todos. Tienes suerte de que te puedas equivocar y no te pase nada, hay personas que se equivocan y hasta las ofenden, y les aplican la ley del hielo.
Gabriel suspiró y fruncí el seño ante su gesto, mi mirada era un claro "¿Qué pasa?".
-Ya me puedo imaginar...
Creo que acababa de descubrir la razón de todo.
-Y la verdad, creo que he desaprovechado mucho estos meses en la preparatoria, ahora este último mes prácticamente no he estudiado nada, ya veo que la profesora tiene razón y enamorarse solo es un problema.
-¿Enamorarse un problema? ¿Qué profesora?
-Hablé con Beatriz, necesitaba hablar con alguien experimentada. Gabriel, siento que me estoy volviendo loca...
-Respeto mucho a la profesora Beatriz y lo sabes, fue nuestra maestra por mucho tiempo, pero considero que esa forma de pensar es muy tradicional.
-Le estás diciendo vieja... -enseguida proseguí a defenderla.
-No -Gabriel rió-, no es eso, es solo que enamorarse no es ningún problema, sino no hubiesen parejas en el mundo y la humanidad se extinguiría.
-Ok, entonces enamorarse no es un problema pero a la vez sí, ¿sabes qué? Me está doliendo la cabeza, estoy muy confundida. Esto reafirma mi decisión de no involucrarme en ese tema, el tema amor para mí se ha cerrado para siempre y punto.
Gabriel se quedó mirándome por dos segundos pero al final comprendió, o eso creo. Al final decidió darme mi espacio y cambiar el tema de conversación, habíamos caído en el tema que más quería evitar. ¿Por quien me guío? ¿Nadie me puede decir con certeza qué se supone que hay que sentir en este momento?
Enamorarse era un problema, ¿pero cerrarse al amor significaba uno mucho peor?
A lo lejos pude notar la silueta de alguien que reconocía bien. Rosalía apareció en mi marco de visión y no venía sola. Llegaba de mano con su novio y acababa de notarme. Alzó la mano al aire para saludarme.
-Ahí viene Rosalía -le comuniqué a Gabriel en voz baja y él se volteó. Alzó la mano y la saludó, volviendo a su forma risueña. Al verlo, hice lo mismo y admito que estoy un poco incómoda con este encuentro.
-Hola Lale, ¡hola Gabriel, cuanto tiempo! -saludó la chica sorprendida y lo abrazó, su novio fue saludándome a mi-. ¿Y tú, Lale? Estás perdida, ya ni me hablas ya.
-¿Qué cosas dices, Rosalía? Nos vemos siempre en la escuela -sonreí demasiado incómoda.
-Si pero ni ahí nos vemos como antes. Has estado distante todos estos días. ¿Todo bien?
Estaba incrédula, ¿no se supone que ella sabe todo lo que estoy pasando? ¿No estuvo conmigo aquel día que lloré a más no poder? ¿Ella misma no me aconsejó? ¿Por qué me pregunta si todo está bien?, se supone que debe saberlo.
La molestia me hace cambiar la cara a una más seria para que combine con mi dosis de frialdad.
-Todo estupendo -le dije sarcásticamente.
-¡Oh que bueno! Pero ya no me hablas igual que antes, estás hecha una falsa -dijo a modo de broma y se rió. Conozco a Rosalía, siempre dice esas frases, pero el problema es que yo no soy ya la misma persona de hace un mes atrás, estoy irritable, todo me molesta y todo me sensibiliza.
-Si -le afirmé y le di una sonrisa hipócrita que al parecer ella no esperaba. No respondí más nada y se hizo un silencio incomodo. Rosalía miró a su novio.
-Vámonos mi amor, que parece que Lale está apurada -le extendió la mano y el chico le besó en los labios, y de inmediato una reacción causó en mi, la más común en estos días.
Asco.
Eso está mal,
Rosalía no debería hacer eso,
Rosalía es una puta,
Rosalía defraudó a sus padres,
Rosalía se va a ir de casa de sus padres.
-¡Lale! -Gabriel me gritó-. ¡Te estoy llamando desde hace rato y no me haces caso!
Entonces reacciono.
-¿En qué estabas pensando?
-Ahora resulto que no resisto a las parejas amorosas -confesé asqueada.
-Oh no, eso es malo. Si el rechazo llega a ese punto es peligroso.
-Es que también... -suspiré, pero eso no fue suficiente para evitar estresarme- ¡Rosalía sabe que me estoy sintiendo mal y actúa como si nada! -la culpa entró en escena atacando mis pensamientos-. Ay perdón, ella no tiene que preocuparse por mi, ¿qué estoy diciendo? Estoy siendo egoísta con ella, siempre estoy en lo mismo...
-Ya Lale, para, para, para...
-¿Te molesté, verdad? Ya, me callo. Discúlpame.
-No... No tienes que pedir disculpas, son tus sentimientos... ahora puedo ver con más claridad que estás muy confundida.
-No tengo que estarlo, no tengo el derecho de pensar así de Rosalía.
-¿Tu te estás escuchando? Calma... Apenas viste a la pareja y te pones así. ¿Qué te molestó mas? ¿Rosalía o ese noviazgo?
-¡Las dos! Aish... ¿Qué estoy haciendo? Ya, voy a callarme, perdón.
Resulta que me dan asco las parejas amorosas, no lo puedo creer.
-Quiero entenderte... -Gabriel suspiró-. Si quieres vamos a la casa y hablamos.
-No, no, no... a todos los lugares menos a mi casa, ahí sí que me matan si me escuchan hablando de este tema.
El estrés era tanto que me carcomía por dentro, un hormigueo pasaba por mis manos y solo quería castigarme. ¿Por qué no me puedo poner de acuerdo con mis pensamientos y desaparecer mis sentimientos de una vez por todas?
Rabia...
Enojo...
Furia...
Todas eran malas emociones disfrazadas de una sonrisa, mientras todo dentro de mí era un caos.
-Quisiera no estar tan confundida...
No tienes derecho a sentir.
Elimina tus sentimientos de una vez por todas.
-Te voy a dar un consejo de corazón, Lale. Si crees que la presencia de ciertas personas te provoca estrés o ansiedad en este momento de tu vida tan confuso, considera establecer ciertos límites en tus relaciones con ellas. Esto no significa que tengas que cortar la amistad, sino tomarte un tiempo para cuidar de tu bienestar emocional.
-Gabriel, pero Rosalía no tiene la culpa de lo que estoy sintiendo. Si me alejo de ella así sin ninguna justificación, ¿qué va a pensar de mi? Se puede formar una nueva guerra.
-Entiendo que te preocupa, y créeme que es muy natural que quieras evitar más conflictos, pero tu bienestar emocional también cuenta, eso es importante. No estas culpando a Rosalía por tus sentimientos, pero a veces necesitamos espacio para procesar lo que estamos viviendo.
-Aja, vale, supón que me alejo de ella. ¿Y si me pregunta qué le digo?
-Podrías explicarle a Rosalía que necesitas tiempo para ti misma, sin entrar en detalles si no te sientes muy cómoda.
No me gustaba esa idea, yo no tenía que pedir permiso a nadie para largarme de su vida.
-La verdadera amistad puede entender y respetar los momentos. En lugar de ver estos tiempos como una guerra, podrías usarlos para cuidar de ti misma y, al final, eso podría fortalecer tu relación con ella.
Las palabras de Gabriel me abrían un nuevo camino, pero uno lleno de miedos. Si antes me daba miedo hacer o decir algo, ahora todo se ha vuelto una catástrofe.
-Recuerda que priorizar tu salud emocional no es egoísta, es necesario -continuó-. Y si ella es una buena amiga, lo entenderá, al final lo más importante es que te sientas bien contigo misma.
-Bien conmigo misma... En estos momentos solo quiero castigarme por ser tan mala hija y tan puta.
-Lamento que te sientas así, debe ser realmente doloroso lidiar con esos pensamientos y sentimientos tan intensos. Quiero que sepas que no eres una mala hija ni eso que dices. -Gabriel era muy educado para decir ciertas palabras-. Todos cometemos errores y enfrentamos momentos difíciles, pero eso no define quienes somos en su totalidad. Es comprensible sentir culpa, pero castigarte solo te hará más daño. A veces, lo que necesitamos es ser amables con nosotros mismos y permitirnos aprender de nuestras experiencias en lugar de castigarnos por ellas.
-No lo se, Gabriel... No puedo ser amable conmigo misma, no puedo aunque lo intente, lo que me salen son solo palabras de reproche...
-No estás sola en esto, existen personas que pueden apoyarte para que encuentres una forma más saludable de lidiar con lo que sientes. Mereces cuidar de ti misma y encontrar la paz... Aquí me tienes siempre que me necesites.
Aunque mis pensamientos quisieran negarlo, sentí una sensación de paz. Era increíble que no me juzgara, me sentía extraña. ¿A qué punto he tenido que llegar para sentirme rara porque alguien me entendiera?
-Gracias...
-Es lo menos que puedo hacer, tú siempre me has ayudado. Ah, y te haría bien considerar un diario para que escribas tus pensamientos, si eres capaz de expresar cuál es tu problema, ya tienes la mitad del problema resuelto.
-Tenía un diario pero hace unos días me deshice de todas sus paginas -le confesé-. No podía aguantar tener algo que me siguiera ligando a Mateo ni verme tan vulnerable reflejada en él.
-Entiendo...
-Puedo intentar escribir en un nuevo diario en el celular, pero no te voy a negar que tal vez me resista a esto.
-Muy bien, lo veo super. Tú solo inténtalo, después vemos que se hace.
Hay aplicaciones de teléfono que son diarios secretos con contraseña, nunca las consideré ya que tenia mi diario físico color rosa, pero ahora que ya no le queda ninguna página es en vano considerar volver a escribir en él.
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