CAPÍTULO 26: Culpa
Siento que estoy enloqueciendo. “¿Qué debo hacer?” se vuelve la pregunta que más ha rodeado mi mente. Esta situación ha durado demasiado y siento que repito el mismo cuento. Empiezo a sentir asco hacia mí por seguir insistiendo en esto. Quizás debería hacer lo que me dijo la profesora: perdonar a mis padres, pero para ello necesito que me perdonen también, lo que involucra dejarle de hablar a Mateo de una vez por todas. Si supieran lo dificil que es, y que también me considero una estúpida por no tener la fuerza para dejar de mirarle a la cara, así sin un porqué, cuando ha sido él uno de los pocos que ha hablado conmigo en estos días.
Mi sentido de la empatía no me lo permite, no puedo ser mala con él así porque sí.
“Entonces eres una puta por no alejarte de él” viene a mi mente dicho pensamiento con la voz de mi madre.
Vuelvo a sentir asco hacia mí, algo que empieza a volverse un vicio. Algo muy parecido a la tristeza empieza a hacer que me duela el pecho, pero decido ignorarlo.
“No llores más” viene otro pensamiento a mi mente con la voz de Anelía.
“Ignoralo… ignoralo…”
Mi telefono comienza a sonar, lo busco para ver quien es el seguro equivocado que se dispone a llamarme. Me sorprendo bastante al ver el nombre de Mateo, mi mente se bloquea y el piloto automatico hace que deslice el dedo por la pantalla del celular para un segundo después poner el dispositivo en mi oido.
-Dime…
-Hola, Lale. ¿Cómo estás? –una punzada fria me atravieza el corazon.
Muy mal…
-Bien, ¿y tú?
-Bien, gracias… Oye, me estaba preguntando que si tal vez… podriamos estudiar un poco… cuando quieras tú. ¿Que te parece?
Claro, estudiar. ¿Solo en eso piensas?
Automaticamente me doy una cachetada mental por estar pensando que estudiar es malo. ¿Qué me está pasando? Ya parezco la mala cabeza entre Mateo y yo.
Pero si le digo que no va a pensar que soy una mala persona porque a pesar de que el me ha prestado atencion yo no soy capaz de ofrecerle nada.
Va a pensar que me estoy aprovechando de él.
-Sería bueno.
-¡Perfecto! ¿Cómo sigue todo por tu casa?
-Igual de mal.
-Mmm, entonces creo que es mejor que vengas tú para mi casa. ¿Qué te parece?
Los nervios me atacan esta vez, es mas que obvio que estoy haciendo algo malo, y aun asi no soy capaz de decir que no.
-Estaria bueno.
-Perfecto, te espero aquí. Adios, un beso.
-Otro para ti.
Le digo casi en automatico y cuando cuelgo el telefono es que me doy cuenta de lo que acabo de decir y comienzo a sonreir. No sé ni como voy a salir de la casa sin causar otro conflicto. Comienzo a buscar los libros que necesito en mi mochila, para pasarlos a una más pequeña. Cuando alzo la cabeza para ponerme la mochila me doy un susto de muerte al ver a mi madre cruzada de brazos parada bajo el umbral de la puerta de mi cuarto.
-¿Qué haces? –se dignó a hablarme, a lo que permanecí seria esperando la proxima pelea.
-Voy a estudiar –respondi con un hilo de voz. Enseguida me preparé para lo peor.
-¿A dónde? –hizo la pregunta que menos quería.
Mi corazón asustado me hizo tambalearme. ¿Le digo la verdad y me enfrento a otra pelea? ¿Le miento? Si miento soy el doble de mala, si le digo la verdad la decepciono. ¿Qué hago…?
-Es por la preparatoria…
-Si, pero a casa de quién –vuelve a insistir. ¿Ahora le importa lo que hago?
Vuelve a mi cabeza el consejo de la profesora.
¿Cómo esquivo esto…? Total, ya en su cabeza soy un desastre, que lo piense de nuevo no lo va a cambiar nada.
-Tú no conoces a la persona a la que voy a su casa. –Vuelvo a tratar de evitar responder.
-¿Cómo se llama?
Mi mente me juega una mala pasada. ¿De repente le importa lo que hago?
-¿Quieres que vaya a estudiar o no? –le contesto con un apice de molestia.
“No empieces…”
-Quiero asegurarme de que vayas a estudiar de verdad.
Me quiero morir, ya sé por donde viene esto.
-Voy a estudiar de verdad.
“No le contestes así, Lale. ¡No seas una mala hija!”
-Come algo antes de irte.
Cerré el ziper de mi mochila y fui a buscar el celular que lo habia dejado al otro lado de la cama.
-No tengo hambre, me voy.
-Pues no te vas a ir sin comer.
“¿Y ahora te importa si como o no?”
La miré completamente seria.
-No tengo ganas.
Cogí mis llaves y comencé a caminar hacia la puerta, preparada para cualquier cosa que fuera a decirme, pero no vino nada, aun asi no miré atrás hasta que la cerré.
El viaje era como de 30 minutos, pero bien sabia que aunque sola caminaba me iba a pasar el tiempo entretenida. Pensamientos intrusivos se adueñaban de mi mente mientras mis pies iban en piloto automatico. Sentí mi nombre sonar en el viento y por viejas leyendas urbanas llegué a sentir escalofríos, lo sentí dos veces más aun más cerca, hasta que me volteé asustada a ver qué era.
El alivio llegó a mi ser y una grata sorpresa al darme cuenta de que los llamados provenían de un viejo amigo: Gabriel, siempre sonriente, siempre contento, se acercó a mi y me saludó con un fuerte abrazo, algo que sentí como un delito porque creo no merecerlo.
-¡Mi amiga, cuanto tiempo!
-Lo mismo digo –dentro de todo confieso que estoy sorprendida-. ¿Qué hay de tu vida?
-Todo bien, mi vida va bien y la queso.
-¿La queso? –me quedé con la duda.
-¡La que soporte! –espetó y comenzó a reirse estruendosamente con su risa de corneta, su cara se puso colorada y sus ojos brillosos por largos segundos.
-No has cambiado nada –le digo negando y tratando de simular una sonrisa.
-Lo dices como si no nos vieramos hace unos cuantos años
-Es lo que parece.
-¿A dónde vas? Te acompano.
-¡Si ni siquiera te he dicho a donde voy, loco! –expreso incredula mirandolo con un poco de alegria
-Yo voy a donde me lleve el viento, ¡oooh! –simuló con sus brazos el movimiento de una ola y empzó a carcajear otra vez.
-¡No puedo contigo! -me choqué las manos contra la cara.
-Soy indomable –me guino un ojo y me saco la lengua. Resoplé y le alcé una ceja-. Pareces marmota –soltó otra risita.
-¡Ay ya, no puedo contigo, me rindo! –di un pisotón en el suelo y comencé a caminar. Con Gabriel no se puede sentir depresion, es como una nube de risas que entra a tu vida.
-No, no te vayas, boba. ¿Por cierto, a donde vamos?
-¿Vamos?
-Te hago la media para conversar, hace rato no nis vemos.
-Vamos a casa de Mateo –solté.
-Ohhh –me alzó y bajó las cejas. Me puse seria al mirarlo,
-Basta.
-Uy, vas a casa de tu amor.
-Basta… -le dije y miré a otro lado para intentar no reirme-. No es mi amor, qué cosas dices.
-Dimelo mirandome a los ojos.
Resoplé y lo miré, sus ojos divgaban en los mios, y nada mas abria mis labios, los volvia a cerrar al no ser capaz de decirlo sin sonrojarme.
-Basta solo mirar tus ojos para darse cuenta de que aún sigues enamorada de él.
Un escalofrio recorrió mi espina dorsal, y miré al chico totalmente seria, el tampoco se reia, sino que asentia mientras confirmaba su afirmacion.
-Esto no puede ser posible… -dije mirando hacia el frente.
-Pero lo es, ha pasado tiempo, Lale, y tus sentimientos no han cambiado. Lastima que Mateo no sepa valorar esos sentimientos.
-Los sentimientos son solo una carga en estos tiempos, Gabriel. Sentir se vuelve un asco en este mundo, no sabes cuanto quisiera sacarme esto del pecho y dejarlo en un bote de basura para que ya no me duela más, pero no puedo…
-Te noto resentida, ¿Qué te hizo Mateo?
-Nada, no me ha hecho nada. Soy yo que soy muy sentimental, por desgracia para mi.
-Ser sentimental no es ninguna desgracia en este mundo donde ya todos actuamos como robots, al contrario, es simbolo de humanidad.
-Humanidad, eh… A veces quisiera dejar de ser humana y convertirme en una máquina.
-A ti te pasó algo malo, lo puedo notar.
-¡No! –grité y me callé abruptamente al darme cuenta de lo que hice-, quiero decir… no, no me pasó nada. Es solo que abrí los ojos demasiado tarde.
-Sabes que… creo que te entiendo. –lo miré un poco cuiosa por lo que iba a decir-, uno se piensa que el mundo es un cuento de hadas hasta que empiezas a crecer y te das cuenta de que las personas no son como parecen.
-¿Te pasó algo asi?
-Me llevo encontrando a personas como lo era Daniel antes conmigo, lo que aun más crueles, que Lale en serio te agradezco mucho por lo que hiciste por mi enfrentandote a el. La verdad lo valoro mucho y es uno de los muchos motivos por lo que te considero mi amiga.
-No fue nada, ese comportamiento idiota de él necesitaba una dosis de humanidad.
-Y como el hay muchos, pero he aprendido a sobrellevarlo. Personas como yo se van a encontrar con homofobicos a lo largo de su vida, y tengo que aprender a vivir con eso. De hecho, ya se me está siendo una costumbre.
-Es una lastima… Porque tu eres una buena persona y eso ningun gusto te lo va a quitar.
De repente me callé y me di cuenta de lo que dije…
-Muchas gracias, Lale. Tu tambien eres una excelente persona, espero que lo sepas y si no, aquí estoy para recordartelo.
-Gracias…
El camino se me hizo más ligero después de haber sonreido, el simple hecho de ver que hay alguien en esta vida que no me ha juzgado me sorprendió. Tengo que confesar que si me sorprende este acontecimiento, es cierto que no estoy bien.
-¡Mateo! –llamé en la puerta de su casa, Gabriel me habia acompañado hasta ahí, pero decidió seguir su camino. Le agradecí por acompañarme hasta allí y decidimos mantener el contacto, que espero sinceramente que sea así.
-Hola, Lale. –El chico me saludó desde la puerta que llevaba del portal a la sala-. Pasa, está abierto.
Abrí la puerta que separaba su portal de la acera y pasé hacia el interior de su hogar, me giré para cerrar la puerta. Una vez adentro, elevé un poco mis comisuras al verlo esperarme en la puerta de la sala, con su mano apoyada en el marco de la puerta.
-Buenas tardes –saludó y acercó su cara a la mia para besarme la mejilla.
-Buenas tardes –respondí educada.
-Ven, pasa –extendió su mano guiandome hacia el interior de su casa y cerrando la puerta tras de sí.
-¿Y Clara? –le pregunté por su madre para saludarla.
-Oh, ella salió un momento a la tienda, debe estar al regresar. Ponte cómoda, vamos a la mesa.
Juntos caminamos hacia la mesa donde tenía varias libretas y hojas dispersas sobre esta.
-¿Ya habias empezado a estudiar?
-Un poco, trataba de hacer un ejercicio pero solo llegué hasta la mitad. Necesito que me revises a ver en qué me equivoqué o cómo puedo seguir…
-Ahora voy –puse mi mochila sobre otra silla desocupada y corrí la que estaba junto al aparente puesto de Mateo para sentarme. Él se sentó también-. Pásame la hoja, por favor.
-Toma –me la entrega y asi puedo verla más de cerca.
Me coloco una mano en la cabeza para revisar linea por linea lo que hizo, voy asintiendo mientras voy viendo las cosas que me parece que están bien. Mateo intenta observar tambien su propia hoja, a la vez que me mira a mí.
-Me parece que hay un error aquí –le señalo el lugar en la hoja-, copiaste mal el resultado del ejercicio anterior, y por eso de aquí para abajo todo te da mal.
Al mirarlo él tiene el seño fruncido, asi que decido señalarle los dos resultados diferentes.
-¡Ah si! –se impresiona al notarlo-. ¡Gracias! Enseguida lo arreglo.
-No hay de qué –le entregué la hoja en la cual él comenzó a borrar-. Voy sacando mi libro.
-Puedes usar el mio, ahí están los ejercicios que estoy haciendo –interrumpo la accion que iba a hacer girandome hacia mi mochila, y tomo el libro de Mateo para empezar a hojearlo-. Mira, ya arreglé todo lo que puse mal, pero el resultado me sigue dando diferente.
Lo volví a mirar dejando el libro en su lugar, volviendole a pedir la hoja. Comencé a mirar desde donde le vi el error para abajo, revisando otra vez linea por linea. Con el rabillo del ojo vi como tomó su telefono para abrir Whatsapp, a lo que bajé la hoja.
-Mateo.
-Dime –me miró por un momento y devolvió su vista al telefono-, ¿encontraste el error?
-No, pero seria bueno que te pusieras a revisar conmigo para que aprendas a saber donde estan tus errores.
-Lale… yo no sé revisar…
-Por eso te digo que vengas acá, así aprendes –demandé y él apagó el celular. Se acercó a la hoja y esperó a que yo le dijera algo-. Mira, vas linea por linea verificando cada paso, lee de aquí para abajo y me vas justificando todo lo que hiciste.
El chico tomó la hoja con sus manos y comenzó a hacer lo que le dije, de repente se detuvo en una parte y se repitió tres veces lo que hizo.
-Algo hice mal aquí.
-¿Qué hiciste, dime? –le atendí.
-No te rias de mi, era un calculo de escuela primaria.
-No me voy a reir, eso le pasa a cualquiera. Arreglalo y sigue revisando.
Tomó la goma y cambió el resultado, yo lo miraba concentrado mirando todas las lineas que tenia que cambiar. Si él se concentrara, él pudiera estudiar sin mi ayuda, lo que tal vez no le gusta lo suficiente la asignatura.
-¡Ya me dio! –se puso contento y me hizo reir un poco.
-Me alegro mucho, ¿viste que sí podías?
-Gracias por enseñarme a revisar.
-No es nada –me encogí de hombros y volví a mirar el libro.
-Déjame decirte algo, Lale. Contigo entiendo más que con el profesor –lo miré incredula..
-No exageres, Mateo.
-No estoy exagerando, aquí avanzo más que en una clase.
Me hizo sonreir.
-Pues entonces me alegro mucho de poder ayudarte, así quedamos empatados.
-¿Por qué?
-Por el show que tuviste que presenciar el otro dia por mi parte –dije de forma despotica, algo arrepentida por hacerle ver esa escena.
-¿Show?
-Si… Ya sabes, Mateo… Cuando me abrazaste en la escuela.
Él se quedó pensativo, lo miré seria, no podía ser que no se acordara de ese abrazo. Bajé la mirada hacia el libro, él no tenía remedio.
-Ya me acordé, estabas llorando, eso no es un show. ¿Ya todo se arregló en tu familia?
-Para nada… ¡Pero no quiero hablar de eso! Vine aquí a estudiar, y a estudiar me quedo, por favor…
-Solo espero que todo esté bien.
Lo más jodido es que él sabe que los dos somos culpables de lo que estoy pasando.
-Me dolió verte así, no me gusta ver triste a las personas que quiero.
Se me removió el corazón, lo dijo de una forma tan bonita que me estremeció, y de un momento a otro tuve ganas de volverle a abrazar.
-Yo también te quiero… Lo sabes, ¿no? –me arriesgué, este momento me hizo sentirme así,, senti que debia devolverle el sentimiento aunque esa frase no revelaba ni la mitad de las cosas que queria decirle.
Él asintió riendo, dejandome boquiabierta.
-Descarado… ¿Así que lo sabías?
Empezó a reirse dejandome nerviosa, es solo un simple te quiero, no revela nada, ¿no? Quisiera perder el miedo y decirle todo pero con solo una frase me vuelvo un terremoto de lo nerviosa.
Empecé a mirar el libro de nuevo para al menos yo hacer un ejercicio, me giro hacia el chico quien tenia los ojos sobre mi y los desvió hacia un punto vacio de su libreta con rapidez.
-Muestrame qué haces. –miró a mi libreta, me encogí de hombros y le fui diciendo, hasta que removió su silla para acercarla más a la mía y una vez más cerca de mi, acercó su rostro a mi cuello, tanto que empecé a sentir su calor corporal como mio, pero no estaba haciendo nada, solo mirando mas de cerca mi libreta, ¡maldita sea, qué nervios!
-Emmm, trato de resolver este. Estoy viendo qué metodo utilizar para hacerlo.
Colocó su menton sobre mi hombro e hizo a un lado mi trensa para ponerla en mi espalda y poder situarse bien en mi.
Me voy a morir, ¿por qué hace esto conmigo y por qué no me alejo?
-Ajá… -me insistió en continuar.
Ya estoy nerviosa, esto es una tortura. ¿Y si en realidad lo que está haciendo no es malo y la que piensa que está muy cerca soy yo?
-Y… este de aquí arriba…, emm, no creo que sea el adecuado porque el procedimiento se hace demasiado largo y tedioso…
Su mano recorrió por detrás de mi espalda y empezó a acariciar mi cabello por detrás de mi oreja. Su vista dejó de enfocarse en la hoja para colocar su cabeza sobre su otra mano cuyo codo apoyó sobre la mesa y posar sus ojos sobre mi cara. Luché por lo mirarlo, yo seguía mirando la hoja de mi libreta.
Concentrate…
Comenzó a juguetear con los dedos de mi mano.
-¿Estas aburrido?
-Continúa, te estoy atentiendo.
Comenzó a mirar mis uñas y mis dedos y a mi al mismo tiempo, ya me tenia nerviosa ya, estabamos solos en su casa, demonios. ¿Quién me salvaba ahora?
-Asi no me puedo concentrar –le dije lo mas seria que pude, caramba tenia ganas de reierme pero estaba tensa, muy tensa. Mis mejillas deben estar coloradas, qué venguenza.
-No te concentres…
-¿Qué?
El sentido del peligro me abandonó, su mirada no se apartaba de mi rostro y est vez la mia tampoco, la tension se podia cortar como un hilo con solo un paso, pero no me atrevía. ¿Y si estoy malinterpretando las cosas? ¿Y si eso es normal en Mateo? ¿Y si me lanzo y termino más desilucionada que antes?
La ultima vez me lancé y pasó todo esto, quiero salir huyendo pero mis pies se quedan quietos, quiero tantas cosas y a la vez tan solo una… Y él no se da cuenta.
Eres una estupida, lo vas a volver a arruinar todo.
Nada más sales de casa y haces esto.
¿Qué van a pensar de ti la gente?
Ya no eres la misma estudiosa de antes.
¿Vas a echarlo todo a perder de nuevo?
-Aléjate de mí –cerré mis ojos con fuerza, como si esperara una ola represiva.
Abrí mis ojos poco a poco, uno primero, luego el otro, y miré con miedo al chico a mi lado. Se había volteado a ver sus ejercicios. No había dicho nada, se había volteado en completo silencio, ¿se habrá molestado? Ahora hago enojar a Mateo en su propia casa, bien, Lale, perfecto, ¿qué otra cosa vas a hacer mal?
-Ok, no te molesto más.
Decir que el resto del dia se volvió demasiado incomodo fue poco. Ya estaba inventando una excusa para irme de su casa. Demonios, veo que la raiz del problema es este y aun asi sigo caminando hacia él. Cuando decidí irme, solo tuve que simular ver mi celular y decirle que me tenía que ir… me acompañó a la puerta, pero a la hora de despedirse lo hizo con un “te quiero” que me dejó aun mas confundida. Sin embargo, al cerrar la puerta y poner un pie en la calle…
-Lale…
Oh no, esa voz ya la conocía.
-¿Qué hacias en casa de Mateo?
-¿Damian?
Oh no, oh no, oh no. ¿Cómo hace este profesor para encontrarse con la gente en los momentos que pueden ser el mayor centro de chismes en una columna en el periódico?
-Asi que saliendo de casa de Mateo…
-Por favor, no empieces –esta vez en comparación con las otras, no me estaba riendo.
-¿Despues de lo que dijo de ti en el video que te mostré en la fiesta de 15 años, aun sigues confiando en él?
Como un cuchillazo a sangre fria sentí helarse mi pecho, dicho de esa forma me estaba sintiendo una completa estupida y mas en estos momentos.
-Yo no tengo remedio, Damián.
-No te quieres a ti misma, vuelves al mismo lugar donde te lastiman una y otra vez… me enteré que discutiste con tus padres.
-¡¿Cómo lo…?! –me callé de inmediato, era una pregunta absurda preguntarle como lo sabía-. ¿Quién te lo dijo?
-Tengo mis contactos, Lale. Eso no se pregunta, deberias saberlo.
-Deberias trabajar para el FBI –le dije con sinceridad. No puede ser posible.
-Y tú, trabajar un poco en tu memoria, que no se si te acuerdas, Mateo habia dicho que él te podía tener cuando el quisiera, porque no había nadie que se le resistiera. Allá tú si caes en su labia.
-Pero eso pasó hace un año y más, él está diferente, ahí ni siquiera andabamos juntos.
-En ese tiempo y ahora, las personas no cambian tan rápido. Ten cuidado eh, no pongas tus manos en el fuego por alguien que no duraría ni un segundo en lanzarte a él.
-Asi me asustas…
-Deberias estarlo, todo puede cambiar de la noche a la mañana. Ojala un dia amanezcas y ya no sientas nada por él y que él por ti sí, para que vea lo que se siente.
Y asi sin más arrancó y se alejó de mi, dejandome pensativa.
Estás perdiendo tu tiempo, no deberías sentir nada por él.
Deberías acabar de olvidarlo.
Estás destruyendo a tu familia.
¿Por qué se me olvidó todo estando allá adentro? Ni siquiera me acordé de lo que había pasado, debe haber algo malo en mi cerebro porque cada vez que lo veo se me resetea la memoria, me olvido de todo lo malo y me quedo disfrutando el momento a su lado. Definitivamente, estoy perdida.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro