Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CAPÍTULO 24: Ser fuerte

-¡No llores más, joder! ¡Aguanta como una mujer!

Había ido con mis bolsas de ropa y zapatos a casa de Anelía, la vergüenza me llenaba, mi intención no era quedarme ahí, no quería molestar, pero es que me encontraba perdida. En este momento me sentía como una basura que le había fallado a la gente que de verdad me quería.

Fue difícil no gritar en medio de la calle, me dieron ganas de lanzarme al suelo y esperar a que me pisotearan. Recibí varios jalones de Anelía quien me insistía en que no llorara en la calle, pues las personas se me quedaban mirando cuando pasaba a su lado.

El mundo no está acostumbrado a ver los sentimientos, ni ver lágrimas empañando mejillas; el mundo se ha estado construyendo para soportar a personas con máscaras, sonrisas de cartón que ocultan caras tristes y actores que se la pasan interpretando su papel en lugar de ser ellos mismos.

-¿Qué fue lo que te dijeron para que te fueras así de la casa? -preguntó Silvia alterada una vez que llegamos a su casa.

De tanto solo recordar quería arañarme la piel, solo quería desaparecer.

-Me dijeron que era una puta... me dejaron en la calle a propósito para ponerse a... para acostarse pero... me dijeron eso... me dijo de eso de una forma que me dio a entender que fue porque me besé con Mateo en la playa... -sollocé-. ¡Joder, por qué tuve que hacer eso!

-Lale, ya no se puede cambiar el pasado -la mujer me dijo seria parándose frente a mí-, ya no puedes hacer como que esto no pasó, pero yo veo que ellos no están bien de la cabeza. No me gustó lo que te dijo tu mamá.

-¡Mamá, ¿cuándo Lale ha salido de casa con ropa y unas bolsas para la calle, llorando?! Esta vez estoy segura que hicieron algo muy fuerte.

-Tengo ganas de golpearme... de... de... de... de castigarme, todo estaba perfecto...

-¡¿Qué te dije de llorar?! -Anelía me gritó-, me hace falta que respires y que te calmes ya, tienes que ser fuerte que te lo hemos dicho mil veces.

El corazón se me hizo pequeño, los latidos de mi bombeante órgano los sentí más fuertes. Últimamente todo eran palabras y palabras y palabras que atacaban directo al pecho, y que dejaba entrar como si mi mente fuera su casa.

-Anelía... calma -su madre la miró severamente-, Lale tiene sus razones, déjala.

-No, Silvia no, tranquila... Anelía tiene razón -interrumpí con la voz temblorosa y una migraña que me atacaba la cabeza-, ya basta de llanto. Yo... no molestaré más y... voy a ver si puedo ir a casa de mis abuelos mientras todo se calma.

-Te puedes quedar aquí, Lale, pero es como tú quieras.

-Gracias pero no quiero molestar...

-Estoy llamando a Rosalía -Anelía mencionó mirando a su teléfono-, para que venga para acá.

-No molestes a Rosalía con mis cosas -dije abrazándome a mí misma.

Parece que la chica contestó porque Anelía fue a hablar lejos de nosotras, debo dar pena, esta situación es una basura, pero claro como yo soy Lale la que hace drama por gusto deben tomárselo como normal de una persona como yo.

-Dice que viene corriendo para acá -comunicó la chica.

Genial, voy a tener a varios entretenidos con mi película dramática.

***

-Eso crees, que te dejan tener novio, pero su actitud dice otra cosa. Como que te cuidan mucho, te separan... -Rosalía hablaba conmigo pausadamente, este era un asunto delicado.

-No creo que sea eso.

-No quiero decir nada que afecte la relación de ustedes, pero Lale, te celan mucho, cuando le mencionaste el tema a tu madre reaccionó... o mejor dicho ni reaccionó. Y cuando los vio en la playa entonces te gritó... Es que... es confuso, porque un día hacen una cosa y luego otra.

-No los entiendo, Rosalía.

-Y además -Anelía añadió-. ¿No fue tu madre la que invitó a Mateo para que fuera tu chambelán en tus 15 años?

-Si... -me quedé pensativa-, de hecho habló con él y luego fue que me dijo, ni me preguntó antes...

Una bola de estrés subió a mi cabeza dejándome totalmente confundida y fuera de aire.

-No los entiendo, no los entiendo, la verdad es que me van a volver loca.

-Dicen que si... pero actúan como que no. En el fondo ellos no quieren, no te dejan, pero no son capaces de decirlo.

-Me dijeron que era una puta, y solo me vieron con Mateo en la playa por un momento... ¡un momento, Rosa! ¡Solo fueron 5 segundos! Eso me dolió, yo los quiero. ¿En serio soy una puta? ¿Lo soy? Puedes decirlo.

-No, no eres una puta. No eres eso. Ni siquiera tú haces ni la décima parte de lo que hace esa gente.

-Me duele... Me dolió... -dos lágrimas se derramaban por mi rostro-. No puedo dejar que me vean con él, quieren que les cuente cuando tenga un novio, ¿pero cómo les digo que no lo somos, que somos un casi algo? Ellos no permiten eso. Hasta que no formalicemos nada no les puedo decir, ¿me entiendes? ¿Tú me entiendes, Rosalía?

-Claro, claro que te entiendo.

-¿Dime que tengo que hacer? ¿Tengo que vestirme de monja? ¿Tengo que ir a una iglesia y confesarme? ¿Debo encerrarme en casa y eliminar de mi vida a toda persona que ocasiona sentimientos en mí? ¡Porque me están demostrando que sentir es malo! ¿Sentir es malo?

-No, mi niña, no lo es. No dejes que te afecte... Ellos no conocen tu historia y están suponiendo cosas que no existen solo por una imagen mental.

-Son mis padres, Rosa, y los quiero más que a nada en el mundo. Y me duele esto que hacen, no quiero discutir con ellos, pero es que no... No... No puedo dejar de sentirme mal. ¡Mira lo que me dijeron! ¡Una puta, justamente esa palabra! No puedo, Rosa, no puedo.

-Calma Lale -me acercó a ella y me abrazó, me sentí débil. ¿Por qué mierda tenía que ser tan sensible? -, respira, cálmate mi niña...

-No puedo... ¿Qué tengo que hacer? ¿Ignorar a Mateo ahora?

-Mateo es un descarado, pero eso no viene al caso. Si alejas a Mateo te lo van a hacer con otro y otro y otro... Que ignores a Mateo no va a solucionar el problema con ellos.

-¡No sé qué hacer! ¿Me tengo que olvidar de él?

-Si lo haces, mejor -Rosalía me miró macabra. Estaba loca porque hiciera eso, porque dejara de querer a este "patán", pero más que nadie ustedes saben que estoy más metida en su piel que cualquier tatuaje.

Soy un caso social.

-Pero no quisiera discutir contigo por eso ahora, que estás tan mal... Al lado de esto, Mateo no tiene la más mínima importancia.

-Mira que lo he intentado... juro que he intentado dejar de pensarle, pero siempre sucede algo, y me odio tanto por eso... Es que soy una imbécil por cambiar a mi familia por ese...

-¿Te estás oyendo? -Rosalía me miró con seriedad, a través de mis ojos empañados podía ver lo seria que estaba-. ¿En realidad piensas que estás cambiando a tu familia por Mateo?

Merecía mil castigos por eso, era una inútil en este mundo, de un momento a otro me había vuelto tan pequeña...

-Pues sí, yo no tuve que besarle... Ni salir con él, ni decirles mentiras a mis padres para irme a cenar con él...

-Pero no tiene sentido lo que estás diciendo: son dos cosas completamente diferentes. Lale... -la chica intentó que la mirara moviendo mi cara, a lo que me resistí. Sentí como suspiró-, no te encierres en una burbuja, tú no tienes que limitar tu vida para satisfacer a tu familia.

-Ellos lo son todo para mí.

-¿Y con todo lo que te dijeron?

-Lo siguen siendo. ¿En serio puedes creer que esas palabras puedan destruir la relación familiar que tenemos? -se hizo silencio, un silencio para nada incomodo, sino necesario que caía como un balde de agua fría-, no puedo simplemente olvidar que son mi familia y ya, hasta ese día todo estaba bien y... y ahora...

De un momento a otro, llegué a imaginar que Rosalía podría no tener una buena relación con sus padres, no lo suficientemente cercana, porque a pesar de qué tan duro te traten los que de verdad amas, nunca dejarás de quererlos.

-Sí, sí pueden. Créeme que sí pueden -la chica asintió suspirando, me quedé mirándola como se quedó en silencio.

-¿Tú...? -Comencé, vi como alzó su mirada- ¿A ti ya te ha pasado esto?

-Si...

Fue lo único que respondió, nada más, después, se quedó en silencio. Quería preguntarle, quería hacerlo, pero no estaba lista para dar algún tipo de apoyo emocional, cuando la que más lo necesitaba era yo.

-Pero no importa, ya está superado, supongo que en otro momento te contaré. Ahora se trata de ti, y dime, ¿no volverás a casa?

-No tengo pensado mirarlos a la cara, iré a casa de mis abuelos, o de mis tíos, no quiero seguir molestando a Anelía.

-Lale, aquí tú no molestas... -Anelía aclaró-, puedes quedarte todo el tiempo que quieras.

-Gracias, eres muy amable pero... también necesito pasar un tiempo sola.

Las chicas asintieron, entonces toqué mis mejillas para eliminar con rapidez cualquier rastro de lágrimas antes de que Anelía me viera y me regañara.

-Creo que si lo tengo que hacer, Anelía, tendré que volver a casa de mis padres, pero de verdad que no quiero ocasionar molestias.

-¿Y permitirte sentirte mal? -Rosalía inquirió con el ceño fruncido, como si no me entendiera.

-No importa, tendré que ser más fuerte, como bien me dijo Anelía, y aguantar, pero no permitiré irrumpir en un hogar así como si yo formara parte de la familia.

-¿Crees que te acepten después de la pelea? -Anelía inquirió.

No sabía nada. Y lo más probable era que no, que no me aceptaran. En este momento tenía tanto temor, tantas dudas, y tanta culpa por no reprimir mis sentimientos, que mi cerebro, como mecanismo de defensa, desconectó mi mente del problema, y me quedé totalmente en blanco. Cero lágrimas, cero sufrimiento, solo, aguantar hasta el final.

-Pon la película, Anelía, por favor.

Los días pasaron, pasó solo uno y no pude aguantar más la culpa, y le dije a Anelía que iba a ser fuerte y "enfrentar" la situación, algo que hice parcialmente. Mi meta era volver a casa e ignorar que viviesen otras personas ahí también, y sobre todo, estar preparada para aguantar, tragar, tragar y tragar. Era la culpable, o al menos en eso creía en ese momento, y debía asumir las consecuencias de mis actos.

Así pasó una semana, había tanto silencio en mi casa, no hablaba, que ya sentía que me estaba quedando muda. La estaba pasando mal, ni siquiera sabía si podía llegar a ser una depresión, pero solo recibía palabras contrarias, las mismas de siempre: "sé fuerte, hay cosas peores". Ya no quería molestar a Rosalía para que me aconsejara, casi siempre se encontraba ocupada; tenía su vida, y su vida no se trataba de ser mi paño de lágrimas, sobre todo, de algo sin importancia.

Pasó otra semana, y el asunto pareció olvidado, volví a intercambiar palabras con mis padres, pocas, pero al menos hubo una pregunta con respuesta de intermedio. Mis amigas... les decía que ya estaba bien, porque me daba tanta, pero tanta vergüenza que se estresaran por mi culpa, que preferí callar y resolverlo sola.

Y así pasó, cada noche la almohada terminaba mojada, me levantaba con dolor de cabeza, quería escribir lo que sentía pero no tuve el valor para mostrarme débil frente una miserable hoja de papel. NI siquiera sola en mi casa, ni siquiera conmigo misma intenté desahogarme. Me miraba al espejo todos los días y me repetía: "estoy bien", con la esperanza de que un día me lo creyera y todo volviera a la normalidad, pero luego mis ojos me decían lo contrario. Solo tomaba una respiración profunda mirándome con desaprobación, esperando que esa imagen que quería demostrar de mí, me hiciera más fuerte.

Y lo más increíble e interesante de todo esto fue, que mientras Anelía y Rosalía ignoraban la posibilidad de que me estuviera sintiendo mal, de que yo también lo hiciera, Mateo se preocupó de cada día preguntarme si me sentía mejor, si todo había mejorado por la casa, y yo no podía dejar de ser sincera con él, cuando me miraba con esos ojos tan cautivantes y vivos, con la seguridad para ser valiente y comerse el mundo que yo quería tener.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro