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CAPÍTULO 1: ¿Después de tanto tiempo?

Capítulo uno: ¿Después de tanto tiempo?

-Ahora viene la parte que me gusta, por favor no hables. -Le digo a mi mejor amiga, Anelía, acostada frente al televisor de la sala.

Sólo por si acaso, ella a veces no se da cuenta que interrumpe en la parte que más quiero ver en la película. Cosas de la vida que aún le tengo que buscar el porqué.

-Por favor, Lale. La has visto un millón de veces, ¿Qué no te cansas? -La interrumpí con un chitón.

-Shh -y volví a concentrarme en mi película favorita, y más aún cuando se aproximaba la parte que más risa me causaba.

Creyéndome Hermione, me levanté del suelo y me puse al lado del televisor: -"Espera, espera, espera. Le vas a sacar un ojo a alguien. Además, lo estás diciendo mal. Es Levi-osa, no leviosá"

Al culminar me desmoroné de la risa como siempre lo hago en esta parte de la película y me volví al suelo. Solo que pensé que alguien más la había escuchado, pero al parecer la señorita Anelía estaba con su teléfono en las manos, muy concentrada.

Dejé caer los brazos, perpleja. -No puedo creer que no me hayas escuchado.

Esperé cinco segundos, y al no recibir respuesta, entrecerré los ojos. - ¿Anelía? -Sí, era cierto, no me había escuchado.

Ahora mismo son las dos de la mañana de un día domingo, o más bien, la mañana del lunes. Lo más curioso es que este lunes es el primer día de la preparatoria. ¡Qué bien!

¿Y que estábamos haciendo Anelía y yo?

Pues estábamos en una piyamada en mi casa, solas, porque mis padres se fueron a visitar a mi tía, por lo que hemos aprovechado para ver películas, o mejor, un maratón de Harry Potter.

La sala en pocas palabras era un desastre, colocamos todas las colchas en el suelo junto a las almohadas: yo tenía una almohada y Anelía una colcha con la cual estaba tapada hasta el cuello.

- ¡Anelía! -Le grité en medio del silencio, justo cuando la película pasó exactamente a segundo plano.

- ¡¿Qué?!

- ¡Te he llamado mil quinientas veces!

Ella desvió la vista de su teléfono, pero como un perfecto autorreflejo de alguien que no puede vivir sin mirarlo durante cinco segundos, devolvió la mirada hacia este. -Oh, perdón. Estaba roleando.

Resoplé.

- ¿Roleando? -La boca me llegó al suelo y mis ojos casi se salen de mis cavidades, incrédula. -Dame acá ese maldito teléfono, -Me lancé a ella y traté de quitarle el celular, llegando así a un pequeño forcejeo.

- ¡No!

-Anelía, que me lo des. -Dije seriamente y con un carácter que me impresionó. Ya me estaba hartando que tuviera 24/7 la vista sobre el móvil con su maldito "roleo"

Se acercó el móvil hacia sus senos y casi se le caen las gafas que siempre lleva puestas -Aunque te parezcas a tu mamá no te lo voy a dar; déjame terminar de escribir este maldito diálogo.

- ¡Anelía Rodríguez! -Lo sé, parezco una vieja peleona, pero solo así ella se comporta -que me des el teléfono.

Ella solo me miró, refunfuñó un poco pero luego lo apagó -No te lo doy porque tú eres peligrosa. -dijo colocándolo tras la almohada.

Ok, Anelía. Lo que tú quieras.

Eres muy cabeza dura.

Con el control remoto le quité la pausa a la película de Harry Potter y esta vez ella sí prestó atención.

-Ay, ¿puedo poner la última parte? -le dije haciendo ojitos.

Ella me miró con la cara cansada -Lale...

-Quiero verlo.

Me da risa la manera en que ella me dice vieja peleona, o corrección, que me parezco a mi madre.

Por Dios, que no me oiga... ¡Como decía! Es increíble cómo me dice y ella es exactamente idéntica, lo acaba de hacer ahora, justo ahora.

Aún está con los ojos sobre mí, da miedo con esas cavidades oculares tan grandes. ¡Rayos!

-Termina esa maldita película. -Dijo tan rápido como pasan las horas cuando dormimos.

-Solo una vez, por favor. -Fruncí los labios hacia abajo y le supliqué de rodillas, literal. Puse las rodillas en el suelo y le miré con ojitos de perrito, aunque se me clavara un pedazo de galleta en la rodilla y tuviera que guardar el grito en una línea de labios.

La seguí mirando. Cinco segundos más. ¿Si?

Uno...

Dos...

Tres...

Cuatro...

- ¡Vale ya! -Levanté de inmediato la cabeza con una sonrisa de niña de primaria- Acaba de ver a tu amor platónico de Harry Potter.

¡Yes!

¡Yes!

Espera. ¿Amor platónico?

Me volteé rápidamente para aclararle lo que acababa de decir, con un paso atrás hice una silueta que hubiera salido perfecta, si casi no terminara yo en el suelo, si no me agarrara con la pared y si la trenza no me hubiera pegado en la cara.

Rayos.

Mi amiga ahogó una risilla que me hizo entrecerrar los ojos con una perfecta cara de "te voy a matar cuando sigas con tus boberías"

-Anelía, no es platónico, es el amor de mi vida y me voy a casar con él. -Le aclaré caminando hacia ella y señalándola con el dedo.

¿Por qué todos se ríen de mí cuando digo eso? Me gusta Harry Potter, ¿y qué?

Solo miren esos ojos...

-Deja de babear

Y ahí está ella, Anelía siendo Anelía.

A que le tiro un zapato

- ¿Por qué eres así?

-Es lo mismo que tú me hacías con BTS. -la boca me llegó al suelo.

Literalmente a eso yo le llamo golpe maestro, o mejor dicho, Karma. Me lo siento en la piel como se apodera de mí y no me deja hablar ni responder, solo... me congelé. Ella apagó su teléfono y se acostó en la camita de sábanas y colchas que habíamos hecho en el suelo-. Me voy a dormir

¿Es en serio? Ella no podía hacerme eso.

No, no podía.

Me dejó con la maldita palabra en la boca. Me las va a pagar, se los aseguro.

De inmediato mi mente imagina la música de misión imposible y a mí vestida de detective.

Las gafas, el traje de detective, la lupa... todo al estilo de un comercial que está anunciando la nueva moda de estos tiempos, al estilo "detectivesco"

Elemental, mi querida Lale. Elemental.

Que bien me veo...

Ehh... -Se rebobina el disco y desparece la música, el traje, la lupa, y estoy otra vez en la sala. Final. A eso yo le llamo despertar. - volviendo a la realidad.

Llamé a Anelía varias veces. No puede ser posible que se haya quedado dormida tan rápido. Bueno, pensándolo bien la había visto bostezando tiempo atrás pero nada del otro mundo.

Anelía...

Le jalé los pies. Quizás piense que un monstruo oscuro, o un dementor, le está jalando los pies para quitarle su felicidad.

¿Qué me miran?

No es fácil ver un maratón de Harry Potter sin tener efectos secundarios. En el mundo sí existe la magia lo que no la han descubierto.

Ay, Lale. Contrólate.

Anelía...

Le jalé las orejas, le susurré al oído, la destapé, la mordí, pero ella solo se removía y se tapaba de cuerpo entero con la colcha.

¡¿Niña, pero cómo te hicieron tus padres a ti?! ¿Durmiendo?

Argsh

Anelía...

Y nada. No despertó.

Supongo que aquí morimos.

Tratando de quitarle la colcha a mi amiga la "momia que no se despierta", destendí una parte de la cama y tuve que buscar mi almohada que estaba al otro lado de la sala. Una vez tapada, pude coger un poco de calorcito y apachucharme.

Y rápidamente sentí como ella me puso la pata arriba como si fuera una almohada. Tengo que reírme. La verdad que tengo que hacerlo para no llorar.

Aunque me costó más de 15 minutos conciliar el sueño por fin lo encontré, se apoderó de mí poco a poco y me dejó relajada, estática y en el país de las maravillas como Alicia.

DIA SIGUIENTE

Siempre quise despertar como una princesa. Crecí viendo películas de Barbie y la idea de ser una linda princesa que despierta peinada, sin saliva rodando por la mejilla y sin lagañas en los ojos se apoderó de mí. Ah, y tener un closet lleno de ropa, zapatos, maquillaje, un gran espejo para poder mirarme bien...

-Buenos días, mi hija. -Una voz lejana a la realidad me hace fruncir el ceño. Siento un pequeño calorcito a un lado de mi cara y al abrir los ojos veo la cara de mi papá, sonriéndome.

Me transmitió la sonrisa, no hay nada como un amanecer así. Llevo mis manos arriba y las entrelazo señalando con las palmas de mis manos a la puerta que estaba detrás de mi cabeza y los pies en punta señalando al lado contrario, la cocina. Me estiro por todo el suelo, y comienzo a remolonear.

A mi hay que despertarme 20 minutos antes de lo previsto, porque yo soy muy, pero muy, pero muy, remolona. Me giro para allá, me giro para acá, cojo la almohada. Esperen, hablando de la almohada. No la siento debajo de mí, giro mi cabeza para comprobarlo pero no sin antes sentir un flash proveniente de un teléfono.

La luz me encandiló y pude ver, después, a mi mamá con el teléfono entre sus manos que acababa de tirarnos una foto a Anelía y a mí.

- ¿Y eso? -Pregunté pestañando y confusa. - ¿Para qué me tiras una foto a las 6 de la mañana mientras tengo los pelos apuntando hacia los cuatro puntos cardinales? -Mi mamá soltó una carcajada.

-Se nota que estás dormida aun, mi cielo. Solo mira la forma en que amanecieron ustedes dos. -Dijo riendo aún más y mi padre me sonreía. Fue cuando caí en cuenta:

Tenía unos cuantos pelos de Anelía metidos adentro de mi boca, su mano rodeaba mi barriga por arriba y tenía su pierna derecha encima de mi pierna izquierda y su pie debajo de mi tobillo.

Aún no se vayan que falta más. Mi pierna derecha sobresalía al otro lado de la cama por debajo de los muslos de Anelía. Con razón en el sueño sentía que me estaban secuestrando y amarrando los pies para meterme al avión...

Luego les cuento.

Y me acabo de dar cuenta de que ni siquiera dormí con almohada. Ay, yo y mis sueños.

-Buenos días.

Me removí para zafarme de este enredo, pero no pude. Tuve que despertar a Anelía quien se rió como un ganso cuando se percató de la posición en que estábamos.

- ¡Ahh! -Por fin me pude zafar de ella. En serio se me entumeció la pierna.

Dios.

Cuando abracé a mi papá, que de hecho me sirvió de ayuda para levantarme de la cama cuando volvió a su posición normal, mi madre apareció por atrás. -Buenos días, princesa. -Ella siempre tan dulce.

Anelía estaba tras de mí durmiendo aún.

Hasta ahora.

Un bicho bobo en forma de humano se abalanzó hacia ella: mi hermano. Lo sé, lo sé. Soy mala. ¡Ja! Y lo mejor es que lo disfruto.

-Oye... ¡Ahh! Sale de arriba de mí, pitufo verde. -No pude evitar reírme cuando escuché aquello, después de haberle dado un beso a mi mamá. Anelía se removió debajo de la sábana como un pescado que acababan de sacar del agua y lo ponían en el barco. Logró remover a mi hermano de encima de ella, el cual volvería a las mismas si no fuera por mi mamá que lo llamó.

-Oye, pitufo. Deja a la niña en paz. -Dijo mi mamá desde la cocina -Y ven que vas a desayunar pizza. -lo que dijo mi madre fueron unas palabras perfectamente mágicas que quitaron al bicho de mi hermano de arriba de Anelía, para después mandarse a correr hacia la cocina.

- ¡Y me tenían que despertar justo cuando me iba a casar con BTS! -Anelía estaba sentada en la cama con la sábana a medio cuerpo, las piernas estiradas y el pelo de la misma forma en que lo tenía Ana de Frozen cuando se despertaba.

Me iba a comenzar a comer mi pizza cuando de repente mi hermano me dijo algo al oído que me hizo desmoronarme de la risa mirando a mi amiga. Ella frunció el ceño - ¿Por qué presiento que de quien se ríen es de mí? -eso me dio aún más risa y bicho bobo parecía el payaso Ferdinando con los ojos hinchados y una sonrisa en la boca. - ¿Lale... de qué se ríen ustedes? ¿Qué te dijo tu hermano? -Se acercó a nosotros con las manos en sus caderas esperando una respuesta.

-Yo mejor me voy al baño. Tú, díselo.

Él me miró con el ceño fruncido. -Me das el trabajo sucio a mí.

Cargué aire con mis manos y levanté los hombros. -tú fuiste el del comentario, asume tu responsabilidad.

Una vez en el baño, pude escuchar el grito de mi amiga - ¡¿qué?! Espérate ahí. -escuché los pasos rápidos de ella hacia la puerta del baño y la risa de mi hermano atrás de ella. Al cerrar el grifo después de lavarme los dientes Anelía tocó la puerta - ¡Lale!... -Ay dios mío. Nadie me mandó a decirlo. - ¡Dice tu hermano que tengo mal aliento!

- ¡Las dos! -Escuché a mi madre desde la cocina como gritó.

- ¿Qué? -preguntó Anelía.

- ¿Qué? -y le seguí yo desde el baño, que salí envuelta en una toalla. -Eso es mentira.

Mi madre me miró con una ceja enarcada y los brazos cruzados. Sé lo que pensaba y por eso me reí. - ¿Crees que no te conozco, Lale? Sé que te acabas de lavar los dientes. -Suspira... respira... ¿cómo ella sabe eso? -Y estoy segura que Anelía está igual que tú. -Acto seguido escuché la puerta del baño cerrarse- ¡Mira si es verdad que acabó de entrar al baño para que no...!

- ¡Mamá!

Ups...

En fin, después de todo el drama para que Anelía se levantara, y vacilarnos en el espejo para ver quién tenía más trasero, y que yo dejara mi complejo con mi uniforme tan recto como un palo, salimos hacia la escuela.

Recuerdo: una escuela nueva. ¡Ya estamos en preparatoria, no lo puedo creer!

- ¿En serio soñaste que el avión en el que estabas aterrizaba al lado de casa de Melany, y te montabas en un cohete de cartón que estaba justo arriba del sofá de tu casa, que te llevó a un lugar del espacio donde vendían pan con butifarra y yogurt? -Sí, chicos. Ese fue mi raro sueño que mi papá interrumpió. Me pregunto cómo hubiera continuado. - ¡¿Es en serio?! -Terminó de soltar Anelía, incrédula, para luego echarse a reír.

- ¡Sí! Así mismo es.

Que va, no pude contenerme y me desmoroné de la risa.

¡Qué bien se siente reír tanto por la mañana!

-No puedo conmigo. ¿Acaso me estoy volviendo loca?

-Esos son los primeros síntomas. -Dijo ella casi automático. Qué mala es, en vez de defenderme miren lo que me hace.

La voy a matar. No, mejor no. Después tendría que ir a la delegación y no podría terminar de contarles mi historia, así que sigamos.

Cuando llegamos a la preparatoria, estaban cientos de jóvenes conocidos y otros nuevos aguardando por que sonara la campana. La escuela era grande, mucho más que la secundaria. Tenía varios pisos y aunque estuviera algo sin pintar parecía que quien controlaba la disciplina era muy recto, ya que todas las personas estaban en las calles, conversando, pero nadie entraba a la escuela. Era un desierto adentro.

También había padres y profesores que llegaban con bolsos y mochilas, saludando a algunas personas.

Parecían sociables. A ver cómo me va.

Anelía me tomó del brazo para sacarme de mi inspección mañanera -Busquemos a alguien que conozcamos.

Cruzamos la calle con un poco de trabajo por el montón de autos que llegaban nuevos a la zona y nos detuvimos justo al lado de la puerta. -Aquí es mejor, así cuando entremos seamos las primeras y no tengamos que esperar a que el montón de estudiantes que estarían delante de nosotros pasara. -Me sonrió e hizo una seña presumiendo su mente.

-Sí, mi vida. Ya me di cuenta que pensaste por primera vez en la vida. -Dije en modo de broma y comencé a reír mirando los alrededores, pero cuando volví la vista a ella estaba mirándome con una cara de "corre o te asesino".

Que alguien me salve, por favor.

Que alguien me...

- ¡Lale! -Mi salvación.

Sentí una voz conocida a mis espaldas y me volteé. Y sí, bien conocida que era, y se estaba acercando a nosotras muy sonriente. -Buenos días. ¿Cómo estás? -Me saludó Rosalía, mi otra amiga desde la secundaria.

-Hola, Rosalía. -Le dije muy sonriente mientras Anelía hacía lo mismo. -Estoy muy bien aquí, emocionada por el primer día de escuela. ¿Y tú?

Rosalía terminó de saludar a Anelía y luego volvió su vista a mí. -También. Vamos a ver cómo nos va. -Dijo uniendo sus dientes. -Uy, qué nervios.

No era la única, yo también estaba hecha un manojo de nervios. Preguntas como: ¿Cómo será? ¿Los maestros serán amables? ¿Y mis compañeros? ¿Los estudios serán muy duros? atacaban mi mente.

Relájate, Lale.

-Ni que lo digas.

El timbre sonó de inmediato y luego de que dieran una larga charla de inicio de curso, la presentación de los maestros y que mismo "blablablá" que dicen siempre, dieron la orden de avanzar a las aulas.

La muchedumbre abundaba en las escaleras, entre ellos los muchachos de grados más avanzados que se creían lo mejor de lo mejor con el primer botón de la camisa desabrochado y metiéndose con las muchachas.

Ni que estuvieran tan buenos.

-Oye, Lale. -Sentí a Rosalía tras de mí. Estábamos a punto de subir las escaleras, pero preferí esperar a que hubiera al menos un hueco.

- ¿Ah?

- ¿Y Mateo? -Y ahí viene la pregunta que menos me esperaba en estos tiempos. ¿Qué el tiempo de Mateo no había terminado? Me creí libre de él hasta ahora, ni siquiera me había venido a la mente. Bueeeno, no les voy a mentir. ¿Tal vez un poquitito me vino a la mente? Ay, a quién engaño. - ¿Por fin, cómo va todo?

Solo suspiré. Recordar todo lo que sucedió años atrás me asusta pero aun así, no estoy segura. -No te puedo definir nada, ni yo misma sé. No me he decido aun en si debo dejarlo ya.

Lo sé, ¿Cómo no voy a estar decidida? Es solo que no lo sé.

Eso es todo.

Es según como cambien las cosas, o como avancen.

No voy a hacer planes.

Además, hoy mismo me haré la promesa de que no me voy a enamorar en la preparatoria, solo estudios. Sí. Es mejor así.

¿En dónde me quedé? Ah, sí.

Anelía se despidió de nosotras pues le tocaba otra aula que estaba en un piso debajo de la nuestra. Ahí nos encontramos con una puerta llena de padres. Pudimos divisar el letrero de encima de la puerta y era justo ahí el aula que nos tocaba.

Un espeso aroma de perfumes caros que no dejaba respirar, se impregnaba en las pieles de la muchedumbre que no permitía ni entrar al aula.

-Permiso... Perdón... ¿Podría usted? Auch...

Cuando pude escabullirme al aula sentí un gran alivio. ¡Juraría que me escachaban esos cuerpos gordos en la puerta! Me quedé sin aire.

No miré hacia adelante y cuando lo hice fue demasiado tarde, pues me tropecé con un joven. ¿Y cómo sabía que era un joven? Bueno, compañeros y compañeras, ¡eso se siente!

Y cuando digo que se siente es por...

- ¡Ay, perdón!

¡El pecho ancho! No me malentiendan. Malditas mentes perversas.

-Buenos días, Lale.

Y me congelé, fue como si me pusieran en pause y botaran el control remoto por la ventana.

Esa voz...

Ese perfume...

No puedo creer que me haya tropezado con la persona que menos esperaba ver ahora. Justamente ahora.

Fue entonces cuando alcé la mirada y lo vi.

Estaba frente a mí, de nuevo, después de tanto tiempo.

Mateo.

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