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Capítulo 9 Te miro, te ignoro

🍁 Capítulo 9 «Te miro, te ignoro»

Cuando Julio tomó consciencia de lo que había pasado, de hecho ya estaba corriendo una maratón a toda la vereda de la avenida. No tuvo opción que huir de la vista de aquel gerente y dejarle sin palabras al irse con una rápida despedida.

Entró al callejón estrecho de una de las esquinas de una tienda y sacó su celular para ver la bendita hora, que ahora era su verdugo. Vio que tan sólo faltaba segundos para ser las doce, al parecer aquel viejo reloj de pared estaba algo adelantado, para su por fin suerte.

No sé si es exactamente las doce, un minuto más o menos, pero aún tengo miedo a lo que le pasa a mi cuerpo. Sólo tengo a un gato negro como testigo, si alguien me ve cambiar, llamarán a la policía y quien sabe me harán. Bueno, creo que ver muchas películas de ficción no es bueno, ¡¿pero qué hay con esta realidad bizarra?!

Dado unos segundos después, Julio sintió cosquilleos en su cuerpo, dándose cuenta que su cuerpo se estaba transformado en aquella delicada apariencia. Ya no entraba en pánico como la segunda vez, pero no sabía cómo sentirse al darse cuenta su ropa le quedaba un poco suelta, pero no era mucho la diferencia con su cambiante cuerpo masculino.

—¿No pude haberme convertido en algún superhéroe, después de un experimento? Como en esos cómics de antaño. Pero no, soy Julio y como Julio que soy, tenía que sucederme esto. Dime gatito, ¿te parece gusto todo esto?–El pequeño gato mostró un rostro total de indiferencia, saliendo del callejón.— Gracias por el apoyo.– se despidió de él apenada por ser ignorada hasta por un gato.— ¡Le dije a Meri que cambiaría por dentro y lo haré! Si debo afrontar esto, lo haré como el hombre..., bueno el casi hombre que soy.

Salió del callejón con la mirada en alto y con sus manos en sus bolsillos, poco le importó que la gente la viera extraña mientras caminaba con una ropa no tan femenina, con el aspecto que tiene. Julio caminó por un largo rato tratando de olvidar todo, absolutamente todo lo que le pasó hace poco días. Definitivamente esta vez no volvería ser aquel Julio enamorado y afanado por el trabajo y prestigio. Sabía que dentro de toda su desgracia, algo bueno debía suceder.

Al costado suyo oyó llorar a un niño muy pequeño por haberse caído de un tropezón, la madre desesperada al no poder tranquilizarlo, tan sólo lo miraba con nervios al ver que era mucho el escándalo que hacía. Julio tan sólo se acercó agachándose hacia el pequeño, haciendo muecas graciosas, lo cual captó la atención del niño

—¿Sabías qué? Si sigues llorando mucho, no crecerás. Debes ser un niño fuerte y serás muy alto.– Estiró sus manos al cielo, provocando que el niño deje de llorar al instante.—Yo era como tú, por eso me quedé así. Tú creerás para cuidar a tu mamá, ¿está bien?

—¡L-lo haré, no voy a llorar! Yo quiero ser muy alto.

—Eso es, buen niño.–Sonrió al pequeño muy aliviada al ver que funcionó. Aquello también lo hacía cuando era muy joven, en aquel orfanato en donde vivió hasta los dieciocho años, en donde había niños de todas las edades. Ver a ese pequeño niño, le recordó muchas cosas de su juventud.

—Realmente te lo agradezco, serás una buena madre en el futuro.– Julio alzó su mirada hacia la señora, parándose de inmediato al escuchar lo último, con un gesto de sorpresa.— Aunque, ¿realmente lo que le dijiste a mi hijo es cierto? Yo también lloraba mucho de niña y mira mi tamaño–Susurró.

Espera, ¿ella también se lo creyó?

— Claro que no.–Le contestó cautelosa a que el niño no escuchara.— Pero, le aseguro que esto funcionará por mucho tiempo. Aunque.–Se acercó a la señora para susurrarle.— Sea más atenta con su hijo, se ve que quiere más atención de usted, ¿acaso usted no está con su hijo seguido por el trabajo?

—¿Eh? Bueno yo... ¿Cómo se dio cuenta? ¿Tienes hijos?

—Cuidé muchos niños desde joven, así que puedo reconocer que tipo de niño es.– Julio sabía que era desear la atención de un ser querido, ya que los niños eran muy apegados a él, por lo que él era una figura paterna por ser el mayor de todos los niños que llegaban tras la pérdida y el abandono de sus familiares. Ahora esos niños son sólo, un buen recuerdo de su pasado.

—Oh, a pesar de ser joven, sabes mucho.–La miró con brillos en los ojos.— Descuida tendré en cuenta tus palabras, es que a veces es difícil cuidarla sola.– bajó la mirada a su pequeño.— Hijo, despídete de la joven señorita.

—Adiós señorita con ropa masculina.

—Adiós jovencito, y recuerda ¡No llorar mucho! ¡Debes ser fuerte!–bajo y alzó su mano en señal de que recordara aquella "maldición" si lloraba mucho. El pequeño tan sólo afirmó muy serio con su cabeza.

—Definitivamente deseo que encuentre un buen esposo.– Aquella joven madre, se despidió de Julio con una gran sonrisa, al igual que su hijo.

Bueno, yo no deseo un esposo, sólo un cuerpo normal...

—¡Esto es tan agradable, por fin me sentí útil!–Estiró su mano al cielo rebosante de energía.— Ahora, ¿a dónde debería ir?–Un papel de anuncio cayó en su cara en secó por el fuerte viento que pasó en ese momento. Julio sacó el papel de su rostro, manteniendo aún esa brillante sonrisa.— Parece que no soy el único con energía.—Bajó su mirada al contenido de aquel anuncio volador, en el cual notó que se trataba de una solicitud de empleados.

Aquello que solicitaban no era algo que Julio esté familiarizado, se trataba de una cafetería recién inaugurada, en donde solicitaban a un hombre: Con buena presencia, buen carácter, con experiencia en atención al cliente y sobre todo que sea alto. Es ahí que Julio casi rompe el papel, al ver tanta exclusión directo a su orgullo como hombre que aún era. Pero no solamente requerían de un hombre, sino también de una mujer: Con gracia, buen temperamento al tratar con clientes y de una apariencia delicada. Es ahí que Julio se miró a sí misma en una de las ventanas de la tienda. Nunca pensó que aquel cuerpo nuevo, sería tan útil para poder conseguir un nuevo y diferente trabajo. Es entonces en que guardó aquel anuncio en su bolsillo derecho, en literal el trabajo le había caído del cielo y en la cara, por lo que decidió tomar aquello como una señal para su nueva vida.

Mañana iré a ese lugar después de visitar al gran científico cambia cuerpos. Espero que no se ponga a cantar en plena visita, tengo pena de los seres vivos que se refugian cerca suyo, un día de esos realmente me volveré sordo si lo oigo cantar seguido.

—¡Ahora lo que único que quiero es relajarme!–Un gruñido muy fuerte de su estómago resonó entre la multitud, sonrojándose Julio por la vergüenza. No había comido desde la mañana, así que tenía que almorzar algo para calmar esas ansias.

Caminó hacia un pequeño y acogedor restaurante con todas las ganas de comer un buen plato de comida, entró en aquel lugar y se sentó con un buen ánimo. Cuando se le fue entregado la carta de menú, no tardó en pedir un platillo que contuviera mucha carne y su buena porción de ensalada. Realmente estaba disfrutando de ese pequeño momento, hasta que volteó la mirada hacia la mesa continua notando una figura muy conocida para Julio.

Estaba ahí Hernán, mostrando su espalda a él y frente suyo una mujer muy hermosa, quien evidenciaba ser la novia de aquel que detestaba.

Ni siquiera me sorprende que esto llegue a suceder, realmente alguien está jugando con mi vida ¿Alguien quiere volver mi vida en algún tipo de cliché barato?

—Parece que de verdad tiene sentimientos el idiota este. No voy a negar que su novia es muy guapa, aunque Carla lo es aún más. ¡No Julio, no pienses Carla!– Julio murmuraba con la servilleta tapando parte de su cara, para según ella no ser descubierta. Luego de darse cuenta que no estaba haciendo nada malo, tiró su servilleta mostrando un rostro de seguridad.—¿Qué si me ve? Yo vine a almorzar, no mirar su miserable vida.

—Señorita...

—Toda mi vida no puede girar en querer evadirlo para siempre, sólo tengo que desaparecerlo de mis malos recuerdos.

—Señorita su comida, tengo que...

—Ojalá que se marche pronto, sólo malogra mi almuerzo.

—Su comida señorita...

—Ahora lo único que tengo que hacer es disfrutar de mi deliciosa comida.–Volteó hacia la mesera que la miraba de una forma irritada por ignorarle en poner su pedido, ya que Julio tenía ambos brazos sobre la mesa.— ¿No es así?...

—¿Puedo ahora sí poner su pedido?

—¡Sí!– retrocedió con rapidez dejando libre la mesa.– Lo siento, es que a veces me pierdo en mis pensamientos.–Sacudió arriba de su cabeza con su mano.—Lo ve, ya me zafé de todos esos pensamientos.

—No se pierda muy seguido.– La mesera suspiro con pesadez al dejar el pedido de Julio sobre la mesa y la miró de reojo. «Esta chica habla todo lo que piensa, que rara que es.»

—Qué delicioso.–Los ojos de Julio brillaron de alegría al ver su comida sobre la mesa.

Aquel incidente provocó que Ayla soltara una risilla al ver la escena y expresiones de Julio.

—¿Ayla? ¿Por qué ríes?

—No es nada, solo que esa pequeña mujer tiene un rostro muy gracioso. No pensé ver a una mujer tan desaliñada y de tan buen apetito.–Se tapó su boca para calmarse.—Lo siento, me distraje.

—¿Rostro gracioso?– Hernán alzó con cautela su celular apagado, para ver el reflejo en él y saber de quién se trataba. El también soltó una risilla al reconocer aquella figura. «¿Es en serio? ¿Tiene de nuevo esa apariencia?»

—¿Cariño? ¿por qué tú también ríes? –Ayla lo miró cautelosa por sus expresiones, sobre todo porque le parecía sospechoso que mirara su celular de esa manera.

—Miré algo gracioso, ¿continuamos?

En aquel momento Julio estaba en en su propio mundo degustando de su rico estofado, que ni siquiera pensó en la presencia de Hernán. Era ella y su comida.
Al finalizar de comer, expiró con satisfacción tomando su vaso de agua, cuando alzó su mano para llamar a la mesera. Un hombre de edad avanzada se sentó junto a ella, por lo que Julio lo miró con confusión.

—Ya desocuparé esta mesa, es toda suya.–Julio se levantó de la mesa al tener un mal presentimiento de la presencia de ese sujeto, pero para su sorpresa aquel hombre la sostuvo del brazo obligándola a volver a sentarse.

—¿Por qué no te quedas un rato más? ¿No quieres acompañar a este solitario hombre?

Julio se dio cuenta en la situación que estaba, aunque era la primera vez que le pasa esto, sintió aberración por aquel desagradable sujeto.
Incluso por el ruido, del arrastre de la silla de madera, Hernán no pudo evitar voltear por el sonido que provenía detrás suyo, sólo para apreciar como Julio se encontraba nuevamente en problemas.





Nota de Aru.

¡Pregunta!

¿Qué harías en ese tipo de situación, siendo tú Julio?

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