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Capítulo 4 Un encuentro no deseado

🍁Capítulo 4 «Un encuentro no deseado»

El lugar estaba abarrotado de personas curiosas. Todos posaron sus ojos a la peculiar escena. No era el lugar correcto, ni la situación propicia para una "apacible" charla. Por supuesto que de esto estaba consciente ahora más que nunca, Julio.

Soltó el brazo de Hernán tratando de no mirarlo a los ojos, su cuerpo estaba decidido huir de él lo más lejos posible. Preferiría saltar de un puente antes que lo reconociera y se burlara de su desgracia. Pero Julio tenía muchas dudas, no entendía cómo alguien que huyó con su novia, estaba parado frente a él como si nada hubiese ocurrido. Segundos pasaron, hasta que se rompió esa tensión silenciosa.

—Oye, ¿quién eres? ¿Acaso, conoces a Carla? –Sus ojos miraron de pies a cabeza a Julio, mostrando una notable confusión en "ella".

—Tú..., Carla.–Balbuceó señalándolo.

—Este sastre se me hace conocido.–Tocó la casaca de Julio, quien palideció en el acto.—¿Esto no lo llevaba Julio?—Lo miró fijamente hasta finalmente asentir con su rostro.—Sí, este es el mismo sastre. Pero, ¿por qué tú lo llevas puesto? No me digas que...

Julio al verse casi en descubierto, rompió en llanto para sorpresa de Hernán, quien miró asustado su situación al ver que las personas estaban teniendo un concepto equivocado de la escena. Sin poder calmarla, la agarró de ambos hombros.

—¿Por qué lloras ahora? ¿Qué te hice yo? En serio, ¿te has vuelto loca?

—¡Tú, eres un maldito roba novias!–Se soltó Julio de él, caminando hacia la pista más cercana.—¡Ya que no hay un maldito puente cercano! ¡Prefiero que me atropellen a que te burles de por vida de mi!– Hernán con los pelos de punta, corrió hacia Julio y la sostuvo de su cintura.

—¡¿Estás loca?! ¡Deja de comportarte como una suicida!

—¡Suéltame maldito roba novias! ¡Por tu culpa Carla huyó! ¡¿Dónde está Carla?!–Gritó sin importarle nada, parte de su raciocinio desapareció en ese momento.

—Espera, ¿roba novias? Debes estar bromeando.–Hernán mostró un rostro de total sorpresa al reconocer la peculiar forma de reclamo. No era el mismo tono de voz, pero era el mismo griterío sin fundamento de Julio.

—¡Ladrón! ¡Ladrón! ¡Ladrón!– repitió sin tener el control de sí misma, Julio desfogó su ira sin un tipo de filtro. Incluso policías dudaban en ir para poder ayudarla. Pero la situación pareciera de que se tratara de alguien pasada copas.—¡Si Carla no te hubiera conocido! ¡Yo no estaría pasando por todo esto! –lo empujó con ambas manos, liberándose de él.

—Esto debe ser una broma de mal gusto.–Hernán pasó su mano sobre su cabello, para luego dar un breve suspiro.

—¡¿Qué broma?!–Limpió sus ojos llorosos con ambas manos.— ¡Mi vida es una maldita broma! ¡Taxi de ahí! Te ordeno que me atropelles.–Se paró en medio de la pista alzando ambos brazos. El conductor frenó en seco para suerte de Julio.

—¡Oye desquiciada! ¡Ten cuidado! ¡¿Crees que trabajo atropellando gente?!–Gritó enojado el taxista quién señaló con su mano fuera de la ventana, para que saliera de ahí.

—¡Eso no dice la cifra de accidentes de tránsito de este año!–Señaló furiosa.

—Maldición, sólo hay una persona que puede ser ingenuo, problemático y molesto a la vez.– Hernán corrió hacia Julio agarrándola del brazo y sacándola fuera de la pista. Comenzó a caminar con pasos largos sin soltarla, hasta que ambos estuvieran en un lugar menos transitado. Pero con cada paso que daban, Julio no paraba de reclamarle, pidiendo que la soltara. Finalmente ambos llegaron a un lugar menos transitado, y muy cansados de tanto caminar.

—¡Suéltame maldito!

—Ya, como quieras.–La soltó cayéndose Julio hacia atrás, por segundos antes haber forcejeado para liberarse de él.—Tú me lo pediste.

—Eso me dolió...– sobó su espalda, para luego levantarse con disimulo.

—Ya deja de querer suicidarte, que solo te devolverían del inframundo. Debes haber hecho algo muy grave para verte de esa forma, realmente naciste "bendecido" con mala suerte.

—¡Cualquier lugar es mejor...!– Gritó para luego callar y darse cuenta de que Hernán lo estaba tratando como era usual. Giró su cabeza hacia a él, respondiéndole Hernán con una breve sonrisa burlona.—¡No te burles maldito!

—No sé que te sucedió, pero déjame decirte que no cambiaste mucho.–Hernán no comprendía lo que estaba apreciando, era algo muy insólito e irreal. Aunque con el espectáculo que daba Julio con cada gesto suyo, por momentos ni notaba sus cambios. El fastidiado Julio al ver que él no aguantaba la risa, mostró un rostro enojado, chasqueando su lengua en el acto.

—Tampoco tu cinismo, ladrón.

Hernán sabía que era el momento adecuado para ponerse más serio, estaba involucrado en un asunto amoroso y tenía que resolverlo para salir de toda esa culpabilidad. Sacando una carta de su bolsillo derecho, en sus manos yacía una prueba fundamental, para salir de todo el embrollo que causó su amistad y cercanía con Carla.

—Antes de que me vuelvas a reclamar, tienes que leer esto.–Le entregó una carta blanca, sin un remitente puesto. Al recibirlo Julio lo abrió con rapidez intuyendo su contenido. Ahí estaba escrito con claridad, un último mensaje de su novia prófuga.

«Julio, sé que ahora me debes estar odiando con toda tu alma, pero no culpes a Hernán. Él sólo fue alguien más que utilicé. Sé que en todos esos seis años tú me amaste con todo tu corazón, y yo también, pero con el tiempo dejé de sentir lo mismo. Hace cinco meses conocí a un extranjero muy lindo, fue amor a primera vista, no pude evitar enamorarme de él. Aunque temía herirte si te dejaba. Eras muy dependiente de mi, así que fue mi error en seguir esta falsa relación hasta el final. Nunca olvidaré todo lo que me diste Julio, espero que tú encuentres a alguien que te ame de verdad, que te complemente por completo. No merezco ni ser tu pasado, así que está bien si me olvidas y yo haré lo mismo. Espero con todo mi corazón que seas feliz Julio»

«Carla»

—¿Sigues pensando que soy un ladrón? Te lo dije Julio, yo soy su mejor amigo, por lo menos lo era, aunque me utilizó para huir y eso me molestó también. Ni yo sabía que Carla pudiera hacer algo así.–Suspiró con pesadez— Ella ya se fue a otro país, y me dijo que no piensa regresar en muchos años. Es lo mejor para ambos, debo admitir que me decepcionó a mi también

Estas últimas palabras, terminaron por destruir aquella fugaz esperanza.

—Tú no comprendes. –murmuró Julio con una voz entrecortada. —No comprendes que es perder a alguien que era tu mundo ¡Soy un idiota, un perdedor! Vamos, búrlate.–Volteó hacia Hernán con los ojos llenos de lágrimas y apretando con fuerza la carta. Esto estremeció el corazón de Hernán por verlo en ese aspecto tan dolido, a pesar de no comprenderse y menos llevarse bien. Julio es un ser humano, además estaba viendo ahí mismo a una mujer llorar, por lo que su lado sensible se apoderó de su consciencia. Aunque no duró mucho.

—Sé que no me escucharás –Se acercó a Julio con precaución —, pero no es el fin del mundo, en el planeta hay muchas personas que podrían fijarse en ti, creo.– Alzó su mano con la intención de palmear su espalda, pero no lo hizo ya que Julio volteó hacia él.

—Tengo el cuerpo de una mujer, mi vida está arruinado en todos los sentidos. Ni siquiera podré trabajar estando así.–En sus recuerdos vino la imagen de su preciada amiga y hermana menor.—La única que me queda es Meri.

—Maldición, deja de ser pesimista y de querer suicidarte, ¿crees que con hacerlo se solucionará todo?, tú no pienses que eres un cobarde. Si aún eres querido por alguien, no desperdicies tu vida en vano.–Julio lo miró fijamente, ya que por primera vez sintió empatía por él, incluso gracias a sus palabras entró en razón. Hernán se acercó a Julio y palmeó ambos hombros sin medir su fuerza, lo cual rompió esa empatía con Julio al tratarlo muy toscamente.

—¿Estás tratando de dejarme manco? ¡Eso dolió! –Se quejó al sentir el duro golpe.

—Solo córtate el cabello y prácticamente quedarás igual que antes -opinó en un tono serio.

—Sabes, me alegra que por lo menos Carla no huyó contigo, maldito insensible.

—Lo siento Julio, pero no puedo tratarte con delicadeza, sabiendo que eres tú. –Al sonar su celular de inmediato lo sacó, viendo un mensaje en el. Al ver que Julio trataba de caminar fuera de la acera, él le cedió el pase.— Bueno, primero las damas.– estiró su brazo para que Julio pasara.—¿Ahora si te traté como se debe?

—Primero mi trasero, ¡en serio que me da ganas de golpearte! – Pasó de largo y volteó mirándolo a los ojos, apuntándolo con el dedo.—Ni te atrevas a mirarme con otros ojos. Por lo menos no me fijo en cualquier cosa. No estoy tan desesperado para caer tan bajo.–Sonrió desafiante, despidiéndose de él alzando su brazo.

—Oh, eso debería ser mi frase.– Julio lo miró de reojo por un momento al oírlo.—Para tu aún mala suerte Julio, mi corazón ya tiene dueña y me está esperando. Siento romperte nuevamente el corazón.-Cruzó ambos brazos.

—No me importa tu maldito corazón, yo me voy a tomar el tiempo de reconstruir el mío.–Sus ojos vacíos y tristes mostraron firmeza en lo que decía, sentía que parte de su alma había desaparecido para siempre.

—Entonces adiós y cuidado con lo verdaderos acosadores.–Giró su mirada al puente cercano, señalándolo con su cabeza— Y con lo de caer tan bajo, espero que no caigas de un puente, no quiero ser inculpado por ser el último en verte con vida.

—No te preocupes.–Gritó sin voltear—¡No moriré, para no darte el gusto!–Paró de gritar por un momento, para luego hablar en un tono bajo. Parte de su orgullo y enojo no impidió en reconocer las pocas buenas acciones de Hernán.—Aunque, gracias por detenerme en la pista y darme la carta.

—¿Dijiste algo?–Gritó Hernán a la distancia.

—¡Adiós, idiota!

—¡Igualmente!– alzó su mano para despedirse y luego bajarlo.— Realmente no quisiera estar en tu pellejo, Julio.– lo miró con algo de pena, pero su gesto cambió al recordar el mensaje de su novia—Si no me apuro, a mi también me dejarán.–Guardó su celular para irse corriendo en sentido contrario.

Después de la fraternal despedida que incluso hizo eco a la distancia. Julio caminó rumbo a su departamento, él sabía que estaba muy estresado, por lo que estando en ese estado no podía pensar con claridad, él puede ser muy estable y animado en situaciones un poco ajetreadas, pero había recibido tantas fuertes impresiones que el mismo no se daba cuenta de sus acciones, tenía una depresión terrible, que tal vez sólo Meri podría calmarlo. Pero él no podía permitir que lo vea en ese estado y menos en esa forma.

Llegó a su departamento muy cansado, con un dolor de cabeza que apareciera estallar en cualquier momento. Aquella carta que guardó en su bolsillo, ahora estaba nuevamente en su mano, simplemente no podía botarla. Después de todo y a pesar del daño que le causó la despedida de Carla, él no podía olvidarla con facilidad. Sanar su corazón, le iba tomar más de lo que imagina. Así que aquella carta fue guardada en su último cajón de su escritorio.

Se cambió y se puso aquella pijama celeste con puntos blancos, se acostó en su cama que ahora está vacía y miró al techo. Julio, lo único que quería cuando vuelva abrir lo ojos, era que todo hubiese sido una vil pesadilla.

—Dios, nunca te pido nada porque sé que no te interesa las súplicas de un idiota como yo y que hay deseos más importantes que cumplir –suspiró con pesadez al darse cuenta que estaba hablando con el techo vacío y eso realmente le hacía parecer un loco.—Hablar con la pared no me hace un ser cuerdo que digamos..., Dios pared, ¡Dioses de todo las culturas! ¡Por favor, déjenme ser feliz, aunque sea una vez!–Señaló con su dedo hacia arriba, para luego lentamente quedarse dormida mientras su mano también bajaba.

Aquello que anhelaba, se daría cuenta que no fue del todo errado.

Nota de Aru:

Si crees que tu día fue malo, piensa en todo lo que le pasó a Julio en un sólo día. Y aún está vivo x,D!

Psdta: Y aún falta más...

Pregunta:

¿Ustedes qué harían en la situación de Julio?

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