Capítulo 11 ¿Soy Julia?
🍁Capítulo 11 «¿Soy Julia?»
Con el suave sonido de las delgadas hojas llenas de apuntes y garabatos posarse sobre la mesa, el científico anciano suspiró satisfecho.
—¿Eso es todo?–Julio, en su forma femenina, se paró de su asiento con intención de irse. Una hora es el tiempo en que estuvo junto al anciano, quien aprovechó para realizarle algunos análisis de sangre.
—¿Estás muy apurada?
— Sí, tengo ir a un lugar. No puedo estar desempleado por más tiempo.
—El dinero que me dieron ayer, te lo deposité a tu cuenta.–El anciano la miró de reojo, al notar su entrecejo arrugado.— ¿Estás en tus días?
—¿Estás tratando de que mi mal humor aumente?–Dio un largo suspiro.— Olvídalo, estoy en mis días de crisis existencial, pero aceptar todo esto es lo principal ¿En serio no estás consciente de la forma en que diste tremendo vuelco a mi vida?
—Pero, gracias a esto ahora tratas de cambiar tu yo del pasado. Mira el lado positivo.
Todo sucede por algo, es la ley de la vida.–Lo señaló con una mirada firme en ella.— Te acordarás de mis palabras.
—Que forma tan inspiradora de quitarte la culpa.–Esbozó una risilla sarcástica.—Pero tomaré tu consejo.
—Comportarse como tu yo de joven, no es malo. No sé mucho de ti, pero puedo intuir que tuviste un pasado duro, tanto así que perdiste tu juventud debido a ello.
El rostro de Julio giró hacia el anciano con un rápido movimiento, no recordaba haberle contado sobre su pasado. Así que cierto escalofrío recorrió su cuerpo.
—¿Estás seguro que no eres un brujo? ¿Cómo puede saber eso de mi?–Formó una cruz con su dedo con un rostro asustado.— ¿Oh, acaso usted es un fantasma?
—Quién sabe.–Encogió sus hombros.—Me das tantos apelativos que ya me lo creo.
El anciano sólo se burló por su ingenuidad al ver su rostro de sorpresa, él sabía de su pasado debido a el expediente de Julio que encontró investigando, y también por contactos que pueden brindarle información secreta. Julio había vivido hasta los dieciocho años en un orfanato, y era el mayor de los niños que quedaron, él nunca fue adoptado por muchas razones, pero cuidó de los demás niños como si fuera un adulto mayor. Luego, él por su propia cuenta estudió y trabajó para mantenerse. Hasta ser lo que es hasta ahora, o lo pretendía ser.
—Julio, ¿qué tal si te cambias de nombre. En esa forma, no puedes llamarte "Julio".
—¿Eh? No había pensado en eso...–Posó su mano en su mentón, pero luego suspiró con más calma y de forma despreocupada.—Está bien como estoy, la gente es prejuiciosa y estereotipada. Pero no todos son así, no será raro que tenga un nombre masculino, simplemente será un error de inscripción de mi nombre, o que alguien no escribió bien la "a".
—Entonces, ¿qué tal "Julia"? Lo único que cambia es la última letra.–Trató nuevamente en persuadirla.
Un gesto de sorpresa se plasmó en su rostro, aquel nombre resonó en su cabeza, dándole entender que no sólo su cuerpo cambiaría, sino también su propia identidad.
—¿Julia? Pero en mi identificación se verá que estoy mintiendo.
—Soy un científico, pero también tengo muchos contactos ¿Qué tal tener dos identidades?
Julio mostró cierto interés a su propuesta, no quería actuar como si fuera otra persona, pero quería cambiar, tener aquella libertad y ser él mismo a la vez, a pesar de ser ella.
—Aún eres joven, es ahora en que debes disfrutar de tu juventud. Mira el lado positivo de las cosas, tener otro cuerpo te da una nueva oportunidad de ser lo no pudiste hacer en tu adolescencia.
—Está bien –afirmó.
—Eso fue rápido.–La miró sorprendido. De hecho esperaba una respuesta negativa.
—Con todo lo que me ha sucedido, ¿por qué debería dudar ahora?–Elevó ambos ambos brazos de forma despreocupada.
—¡Esa es la actitud muchacha!, mantén esa actitud de ahora de adelante.
El cuerpo de Julio caminó hacia la puerta nuevamente, para abrirla y salir, sin antes voltear hacia el anciano y darle un último aviso.
—Usted también mantenga esos ánimos, no se olvide que tiene que volverme a la normalidad. Un trato, es un trato. Y gracias por los consejos, está chiflado, pero no me cae mal de todo.
—Es un buen halago.–Rio en brevedad.—Puedes irte. Y ven cuando puedas, de todas maneras yo trabajo aquí las veinticuatro horas.
—No se vaya morir por el sobreesfuerzo, ¡lo necesito vivo!
—Si estás preocupada por mi salud, deberías ser más directa. Este viejo, ya se la sabe todas.
—Entonces, da lo mejor para que todo se solucione, sobre todo mi situación ¡El tiempo es valioso! Adiós anciano, ahora sí puede seguir cantando con toda confianza, sólo que le recuerdo que las aves no estarán muy cómodas con el espectáculo.– ladeó una sonrisa alzando sus cejas, para luego cerrar la puerta.
—Bueno Julio, creo que esperarás por ahora, mucho tiempo.–Miró irse tras la vista de su ventana.—Este anciano aún tiene muchos años de vida, los jóvenes de hoy sí que no saben esperar...– Suspiró largo—¿Qué debería cantar hoy?–Miró su viejo radio.
Por alguna razón, las aves comenzaron huir al sentir el peligro.
Tras una larga caminata de una hora, Julio encontró la famosa cafetería, con requisitos muy específicos. Era llamativa, pero para su sorpresa, no había muchos clientes o mejor dicho ningún cliente.
El olor a café tostado rozó su nariz sintiendo una agradable sensación, de hecho a Julio le gustaba el café, el cual fue su fiel compañero en su época de estudiante.
A lo lejos Julio notó a la dueña del lugar, una señora de edad mediana con pinta de ser agradable, regordeta y bonachona, pero ella no estaba sola, al parecer una joven ya había sido contratada, su apariencia notaba un porte delicado y un rostro angelical, tal parecía igual a la descripción del anuncio. Un cabello negro muy largo que estaba sujeto debido al ambiente y una estatura baja, pero no tanto como la de Julio.
Posó sus manos en la puerta al ver la escena, pero tenía dudas de preguntar, ya que al parecer ya no necesitaban a una empleada.
¿Llegué muy tarde? ¿Oh, tal vez deba preguntar? Estoy obstruyendo la entrada, si no decido rápido, me veré muy sospechoso o mejor dicho sospechosa...
—Señorita, voy entrar. La puerta no se caerá, por lo que veo tiene una buena estructura–Tosió en brevedad una presencia masculina detrás de Julio. No era necesario voltear, para que ella se diera cuenta que la desgracia le perseguía.
Ay no, esto es demasiado. ¡¿Por qué él está aquí?! ¡De todos los lugares! Espera, no debo sorprenderme, prometimos actuar ambos como desconocidos, ¡no nos conocemos!
—Todo tuyo.–Estiró Julio su mano a la entrada.– Yo ya me iba, me iré a donde me lleve el viento...–Volteó su cuerpo decidida a irse, por lo que Hernán reaccionó estirando su mano en dirección de su hombro.
—Ey, ¿tú también...?
—¡Bienvenidos!–La voz de la adulta mujer chilló paralizando el cuerpo de Julio que ya se iba del lugar.–¿Vienen por el anuncio? Díganme que sí, desde que los ví pude ver el perfecto dúo que justo necesitaba.
¿Perfecto dúo? Será un perfecto desastre.
—Buenos tardes señora.–Volteó Julio con timidez al ya no poder huir.–Pero, creo que usted ya tiene a la trabajadora que necesitaba.–Señaló a la joven que limpiaba unas cuantas tazas.
—Ah, ¿mi sobrina? Ella es un poco torpe y muy tímida, sólo me está ayudando. ¡Pero pasen! No se queden aquí, pasen por favor.
—Gracias por su bienvenida, me llamo Hernán, es un gusto conocerla.–Sonrió muy amistoso ante la encantada dueña.
Que rápido actúa este galán de telenovela, ya hizo su movimiento con la señora.
—Que guapo es usted, creo que ni necesitaré una entrevista conmigo -
–mencionó emocionada, palmeando su brazo derecho.—Eres perfecto, ¡llamas mucho la atención!
¡Ya lo convenció con el poder de la belleza! , con semejante altura por supuesto que llama la atención, mi nivel de envidia está subiendo.
—Siéntense aquí.–Señaló dos sillas que sobraban cerca de su cocina.—Como ya mencioné ella es mi sobrina, Sara. Querida, no te quedes callada y saluda.
—Ah...hola –respondió con timidez, yéndose a otro lugar al estar un poco incómoda por la mirada curiosa de los dos.
—Es un poco tímida, pero ya entrará en confianza, no se preocupen.
Aquella adulta mujer, dejó su delgado trapo para ir muy apresurada al otro lado de la cocina, su rostro mostraba una gran felicidad como si se hubiera sacado el premio mayor.
Tanto Julio como Hernán vieron sorprendidos la actitud de aquella mujer y en cierta forma se sintieron muy afortunados.
—Oye, ¿acaso a ti también te cayó el anuncio en tu cara?
—¿Nos conocemos?–La miró de reojo.
El rostro de Julio se mostró tenso por hacer aquella pregunta, había olvidado por un momento el trato entre los dos.
Desconocidos, por supuesto que somos desconocidos. Me olvidé de eso por un momento.
—Ah, digo, ¿también estás desempleado?
Con disimulo, Julio suspiró esbozando una sonrisa amistosa. Ante el ahora distante Hernán.
—Sí, incluso yo puedo necesitar trabajo. Tengo una novia muy exigente.
Por segundos su actitud le recordó al Julio del pasado, preocupado por su hermosa novia, todos sus pensamientos sólo giraban a ella. Segundos después, recordó el incidente del viejo pervertido y el como él "sacrificó" su cita por ir a supuestamente salvarla.
Al parecer todo salió bien, por lo menos ahora me siento mejor, sino me sentiría realmente como la manzana de la discordia.
—Es bueno tu entusiasmo, yo también tengo necesidades básicas que cubrir –respondió con rapidez.
—Es agradable cuando dos personas hablan como es debido, es satisfactorio.–La miró directamente a los ojos, sintiéndose Julio un poco culpable por su actitud del pasado.
—Oh..., tienes razón. Le doy toda la razón a tu directa.
Los segundos pasaron en un incómodo silencio, hasta que la dueña apareció nuevamente con una sonrisa de oreja a oreja y con unos uniformes cubiertos en una transparente bolsa.
—Eso, ¿son los uniformes?– mencionó Julio con sorpresa.
No había dado una debida entrevista, pero a la dueña al parecer aquello ya no le importaba. Julio sentía que realmente todo estaba yendo muy rápido, que ni cuenta se dio que de alguna forma iba terminar por relacionarse con Hernán, más de lo que imaginó.
—No, son disfraces de Halloween.–Contestó y rio Hernán en brevedad por su obvia pregunta.
—Tú..., solo fue una pregunta inocente...–Lo miró con entrecejo arrugado.
—Oh, estos son uniformes de talla estándar, pero se puede modificarlos después si no les queda.
¿Ustedes ya se conocen? Se ve que se tienen mucha confianza ¡Eso es genial!
—¿Eh? Claro que no, recién lo conozco.–En unísono, ambos se señalaron.
—Bueno, al parecer tienen mucha conexión para ser la primera que se ven.–Sonrió muy satisfecha.—De hecho, muchas personas habían venido aquí para el trabajo, pero ninguno se complementaban. Es raro, pero como lo vuelvo a mencionar, cuando lo ví juntos por alguna razón sentí una fuerte conexión entre ustedes y no me equivoqué. Por eso no es necesario hacerles la entrevista, ¡contaré con ustedes desde hoy!
¿Conexión?, lo único común que tenemos es el odio mutuo, por lo menos eso era antes... Que rara señora.
—Eso es genial, esta cafetería estará en buenas manos, no le fallaré.–Sonrió Hernán muy satisfecho por ser aceptado.
—Ah, ¡yo también se lo agradezco! Realmente necesitaba este empleo, haré un buen trabajo, ¡definitivamente!
—Oh, cuanto entusiasmo, eso me gusta, dime ¿Cómo te llamas?
—Yo...
De su boca quería mencionar la palabra "Julio", pero realmente no estaba seguro de si mentirle o admitir que ahora se estaría haciendo pasar por una mujer. Al recordar lo dicho por el anciano científico, tragó saliva y miró fijamente el rostro de la dueña, para finalmente mostrarle una sonrisa tímida y amistosa.
—Yo soy, Julia.– contestó sin titubear sorprendiendo a Hernán. El cual bajó su mirada a la postura de sus piernas separadas.
—No es necesario que abras tus piernas para sentarte.–La miró de reojo, susurrándole aquello.—Espero que hagamos un buen trabajo, señorita Julia.–Una sonrisa se dibujó en el rostro de Hernán al ver que iba ser divertido fastidiar a su ahora compañera de trabajo.
La ahora Julia tan sólo se avergonzó al notar que involuntariamente se había sentado como un hombre y "disimuló" juntando sus piernas de nuevo con rapidez, desde ahora tenía que acoplarse a su nueva vida como mujer, lo cual le iba tomar mucho tiempo.
Pero distante de aquello, tanto Julio como Hernán, empezarían un nuevo rumbo en sus vidas. En ambos resonó en sus pensamientos una sola frase.
«Supongo, que comenzaremos de nuevo»
Nota de Aru:
¿Opiniones o teorías de los dos nuevos personajes?
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