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Capitulo 9

Alexander seguía infeliz con su castigo y por ello espero que todos en la casa se fueran acostar, debía de haber alguna manera de convencer a Gulf para que hablara con Mew, salió al pasillo y coloco su oído en la habitación de los mayores, no escucho nada así que decidió entrar, cuando no querían niños con ellos la puerta siempre tenía seguro, pero esta vez no fue así porque la abrió con facilidad.

Cuando ingreso pudo escuchar el sonido del agua de la ducha corriendo en el baño, sabía que era Mew el que se bañaba porque tenía la costumbre de hacerlo a esas horas, por lo tanto no iba a interferir en sus planes, salió de la habitación tan sigilosamente como entro, todo estaba a su favor, Mirian estaba ayudando a su hermana con el abue Bass a reacomodar todo su guardarropa, Mary había perdido permiso para irse a su casa y hace una hora ya no estaba, en pocas palabras tenía el camino libre.

Camino por la pasillo y bajo las escaleras siendo lo más sigiloso posible, llegó a la puerta del estudio y tal como sabía la luz estaba encendida y se escuchaba el tecleo de Gulf en la computadora, abrió la puerta con sumo cuidado procurando que no sonara, el no era tonto, si Mew seguía enojado debía recurrir a Gulf para que le regresará sus cosas, el lo amaba y si le prometía que se portaría bien seguramente hablaría con Mew para que le quitará el castigo.

Después de todo él era su pingüinito y siempre decía lo mucho que lo amaba y que lo quería ver feliz, además el abue Bass se había reído de su travesura, no podía ser tan malo lo que hizo si él se reía, entro cerrando la puerta detrás de él, Gulf ya lo observaba desde el escritorio interrogandolo con la mirada, se suponía que debía estar preparándose para irse a dormir o acompañando a Lamai en su última hora de televisión, antes de que llegara la hora establecida para apagarlo.

-Hola Gulf.

-Hola mi amor, ¿Que ocurre?

-Nada- respondió encogiéndose de hombros y camino con paso vasilante caminando directamente hacia Gulf -Solo me preguntaba:  ¿si podrías hablar para que me quiten el castigo.?

-Cielo...

-Por favor, prometo nunca volver hacer algo parecido.

-No es tan fácil cielo.

-Si lo es, solo tienes que hablar con Mew y decirle que no quieres que esté castigado.

-Es que mereces estar castigado Alexander.

-No es así, el tuvo la culpa de lo que pasó- protesto cruzándose de brazos.

-Tu fuiste el que sacaste la serpiente.

-Ya te dije que fue porque me molestaba.

-Lo se, no me cabe duda que lo hacía, pero también se que no quieres decir que fue lo que te dijo ¿Porque lo hiciste?, Por lo que entiendo siempre te estaba molestando ¿Porque está vez fue diferente?, ¿Porque querías que sufriera?

-¡Se lo merecía!

-¿Porque?

-Porque el... -Se quedó callado el niño a mitad de la frase.

-¿Porque el que?- pregunto nuevamente Gulf queriendo saber que lo había atormentado tanto para querer vengarse.

Alexander solo suspiro frustrado llevándose las manos a la cara, sintiendo como la rabia se iba apoderando de su cuerpo.

-Creeme por favor, no era mi intención soltar la serpiente, la iba a regresar a su lugar después de que Dominic aprendiera su lección.

-Te creo cielo, pero no puedo quitarte el castigo.

-Pero, Gulf...

-Pudieron expulsarte Alex, estarías en serios problemas si la serpiente hubiera lastimado a alguien.

-¡No era venenosa!, Eso lo dijo el profesor en nuestra primera clase en el laboratorio.

-Igual fue arriesgado y peligroso, además de que los ratones pudieron morder a alguno de tus compañeros, al mismo Mild o a ti.

-Sus dientes son pequeños, no nos hubieran lastimado.

-Hijo son pequeños pero peligrosos, una mordida y te pudieron contagiar alguna enfermedad como la rabia, y hubiésemos tenido que vacunarte e internarte en el hospital, fue muy arriesgado lo que hiciste y todavía no has entendido la gravedad de tus acciones.

-Pero yo lo hice porque Dominic me molestaba.

-Te repito, eso lo sabemos todos, pero no has querido decirnos que fue lo que te dijo.

-No quiero repetirlo.

-¿Tan malo es?

El pequeño se encogió de hombros y se aparto del pelinegro, no estaba consiguiendo lo que había ido a buscar, ahora se sentía peor por hacer que Gulf se preocupara por él y en las consecuencias de lo que hubiera pasado si las cosas no hubiesen resultado de la manera que salieron.

-Lo siento, fue peligroso lo que hice- dijo para volver acercarse a Gulf quien le había abierto los brazos para consolarlo.

Se sentó en sus piernas y se acurrucó en su pecho, aún no podía creer que no lo estuviera ayudando con su castigo, el no tenía la culpa, la culpa era de Dominic por haber dicho...

-¿Podré ir a la reunión del equipo de matemáticas el jueves por la tarde?- pregunto queriendo olvidar el amargo recuerdo en su mente.

-No, la directora también te suspendió de todos los eventos por lo que queda de clases, esa es la segunda parte de tu castigo, nos envió un correo en la tarde explicándonos todo, si te portas bien, quizás acepte que te reintegres después de Navidad.

-Pero yo soy el mejor del equipo Gulf, sin mi van a perder.

-Pues eso debiste de haberlo pensado antes de hacer lo que hiciste.

-¡Esto es injusto!

-Lo es para aquellos que prefirieron quedarse callados en vez de decir lo que les molesta.

Después de esas palabras Alexander salio de la oficina encontrándose de frente con Mew, quien estaba recostado en la pared del frente con los brazos cruzados, ya tenía su pijama puesto y su cabello seguía mojado.

-Tu ganas- suspiro Alex -¿Puedo al menos ver televisión con Lamai?

-Si, pero no puedes convencerla para que cambie de canal y ver lo que tú quieras- le contesto Mew tranquilo.

-De acuerdo- camino hacia la sala en donde pudo ver a su hermana, seguro se había aburrido de lo que estaban haciendo en su habitación la señorita Mirian y su abue Bass, pero antes de seguir su camino volteo y dijo:

-Mew...

-¿Si?

-Aunque me hayas castigado, quiero que sepas que te quiero.

-Yo también te quiero Alex.

-Pero a Gulf lo sigo queriendo más, no importa que no me ayudara para que me quitarás el castigo.

El niño termino de irse para ver la televisión, mientras que Mew negaba ante lo dicho por su hijo e ingresaba a la oficina para conversar con su esposo.

Ya habían pasado dos semanas del suceso y Alexander seguía sin decir nada de lo que le había dicho el niño, por lo cual Gulf no había dudado cuando la mamá de Dominic lo había citado para hablar, había llegado a la cafetería en donde quedaron de encontrarse, cuando hablo por teléfono con la mujer le había parecido amable y está le había rogado que se reunieran para hablar sobre el comportamiento de sus hijos, pareciendole una buena idea, porque quizás así sabría que había molestado a su pingüinito a tal punto de sacar la serpiente de su hábitat.

-Señora Morrison- saludo Gulf sentándose en la silla libre.

-Me alegra que haya podido hacer un espacio es su apretada agenda para hablar del impertinente de su hijo - hablo la mujer despectivamente, nada que ver con la que había hablado por teléfono.

-¿Disculpe?- fue todo lo que había dicho el pelinegro, quien pensó que por lo menos lo iba a dejar ordenar algo antes de entrar en el tema de los niños.

-Disculpa... Disculpa es la que me tienen que dar y no precisamente usted, mi niño ha pasado las dos últimas semanas con miedo de ir al colegio, aún teme que Alexander vuelva amenazarlo con esa sucia serpiente.

-Según tengo entendido, mi hijo hizo eso debido a la pésima actitud que tiene su hijo.

-Esas son calumnias, mi niño es un pan de Dios.

-Pues será un pan duro, seco, pasado y lleno de moho- protesto Gulf sin cambiar su expresión -Por lo que he escuchado de los otros niños, su hijo es tan desagradable como un chicle en el zapato.

-¿Cómo se atreve?- se puso de pie indignada la mujer -Mi hijo es un Morrison, somos de buena familia, personas educadas algo que ese niño que usted llama hijo ni en sus mejores sueños podría ser... Mi hijo tiene razón al decir que Alexander no merece ningún tipo de consideración, es un niño de la calle y allí debió quedarse.

El único café que estaba en la mesa termino encima de la mujer, a Gulf no le había importado si la bebida estaba caliente o no, para su suerte ya estaba un poco frío y arruinó el perfecto traje Chanel que la mujer llevaba puesto, ese acto había llamado la atención de los meseros y otros comensales que discretamente habían estado pendiente de la discusión que tenían.

-Ahora entiendo porque su hijo es un asco de persona, teniendo una madre como usted es entendible que las malas costumbres y el palo en el culo fueran hereditarios - tomo su maletín de dónde lo había dejado - Es la última vez que usted o su hijo vuelven a dirigirse a mi niño de esa manera, personas como usted que se creen superiores a los demás dan asco.

-El único que da asco es ese recogido.

El grito de la mujer después de que Gulf le jalara las extensiones fue lo sufieciente bueno para aliviar un poco la rabia que lo consumía, ¿Cómo se atrevía a llamar a su hijo un regido?

-Mi marido es abogado -grito la señora Morrison histérica por el ridículo en el que la estaba dejando -El terminará con usted por haberme agredido, después de todo solo eres un estupido doncel que seguro no puede tener hijos y por eso tienes que recoger los que nadie quiere.

-¡Que bien que su marido sea abogado!, Yo no necesito recurrir al mío para defenderme -Sonrió con altanería Gulf - Y me parece que una agresión racista hacía un niño y un doncel es mucho más perjudicial para usted, es mi última advertencia mantenga alejado a su malcriado hijo del mío, aquí hay muchos testigos que pueden hablar a mi favor sobre lo que dijo, piense en quien las lleva de perder en esta situación.

El pelinegro abandono el local indignado, no sin antes pedir el número de contacto de alguno de los meseros y otras personas que estaban en las mesas aledañas por si acaso, aunque no lo creí necesario, sino podía recurrir a Sunan para que lo ayudara a resolver cualquier lío legal en el que se viera involucrado.

Su tarde de sábado estaba siendo pésima, podía apostar que el tal Dominic había dicho esas mismas palabras que pronunció su madre a su pingüinito, ahora entendía porque Alexander estaba tan enojado, deteniéndose en un semáforo en rojo recargo su cabeza en el volante mientras se le escapaban unas lágrimas, ¿Que iba hacer cuando llegará a casa?.

Ajenos a todo lo que sucedío en esa cafetería Mew estaba en la cocina con sus hijos -Debemos limpiar todo esto antes de que su papi llegué y nos regañe.

-Creo que es demasiado tarde, ya llegué -hablo Gulf desde el marco de la puerta.

Los tres se congelaron en sus lugares, había muchas cosas a las que les tenías miedo, las arañas, la lluvia, que se les perdiera sus juguetes favoritos, o en el caso de Mew quedarse sin sexo... Pero sin duda lo que más les asustaba era que Gulf estuviera molesto con alguno de ellos, era la regla principal de la casa nunca debían hacerlo enojar.

-Me pueden explicar que pasó aquí.

El castaño se aclaró la garganta y dio un paso adelante, amaba a su esposo y sabía que no lo mataría, pero si sabía que podía dejarlo sin mimos por un rato largo y maldita sea, no estaba dispuesto a perderlos por ningún motivo y mucho menos esa noche cuando sus hijos se durmieran, había visto una bolsa con lencería nueva que había comprado su esposo y estaba  escondída en su armario y no quería perderse el espectáculo de ver a Gulf modelarle los boxer de encaje que había visto allí.

-Fue culpa de los niños -Se defendió señalandolos -Yo llegué y todo esto ya estaba así.

-¡Papá!, ¡Mew!- exclamaron los pequeños respectivamente.

-¿En serio Mew?- le pregunto con una ceja alzada Gulf.

-Claro que si- se defendió caminado hacia él y abrazándolo de la cintura -Cuando llegué estaban haciendo un desastre con la batidora, intenté ayudarles pero el desorden ya estaba hecho.

Gulf solo negó con la cabeza sin creerle ni media palabra, a veces creía que tenía tres niños en vez de dos,  pero en lugar de obligarlo a limpiar el desastre que había hecho con sus hijos, jugo nerviosamente con el cuello de la camisa de su esposo, gesto que noto inmediatamente Mew comprendiendo que las cosas no estaban bien, así que continuo hablando para que los niños se fuera de la cocina y los dejaran solos.

-Como yo soy un buen padre, limpiare todo mientras mis adorados hijos van a lavarse las manos y la cara.

Lamai y Alexander asintieron captando la señal de que era tiempo de escaparse para no limpiar, corrieron hacia la puerta, pero antes de que el pequeño pudiera cruzarla Gulf lo detuvo.

-¿Que pasa?- pregunto Alex al notar el brillo en los ojos del pelinegro, Lamai también lo hizo -Si fue nuestra culpa lo de la harina en el suelo, pero Mew no nos dijo que teníamos que poner la batidora en un nivel bajo.

-Ve con la señorita Mirian Lamai por favor- hablo el pelinegro tratando de mantener su voz tranquila.

-Pero papi...

-Obedece por favor, necesito hablar con tu hermano a solas.

Ella asintió y se fue a su habitación, mientras subía llamaba a su niñera, Mew y Alexander esperaban pacientes a qué Gulf hablara, querían saber que lo tenía tan raro.

-¿Que te dijo Dominic?

Mew frunció el ceño a su esposo, no sabía porque  traía ese tema a la luz nuevamente si ya se habían resignado a qué su pingüinito no hablaría, pero al ver la sorpresa en el rostro de su hijo decidió no intervenir.

-Nada.

-No me mientas Alexander, me reuni hoy con su madre y quiero que me digas que fue exactamente lo que te dijo.

-Eso ya no importa Gulf -contesto girando su cuerpo queriendo huir.

-¡Si importa!- lo detuvo nuevamente -Dímelo Alexander, necesito oírlo.

-No fue nada.

-Entonces dímelo

-No quiero.

-¿Porque no?

-Porque no quiero.

-Gulf- intervino Mew- suéltalo lo estás asustando- el pelinegro no había perdido su agarre en el niño manteniéndolo en su lugar.

El lo soltó no muy convencido temiendo que fuera a huir -No eres lo que ese niño dijo, lo sabes ¿Verdad?

Alexander no respondío solo agachó la cara, manteniendo sus dos manos a los lados de su cuerpo hechas puño.

-Nada de lo que dijo Dominic es cierto, tu eres nuestro pingüinito, sabes que te amamos ¿Verdad?

-Pero yo no debería ser su pingüinito- sollozo el niño respondiendo algunas de las dudas de Mew -Ustedes me adoptaron porque nadie me quería, soy un niño al que nadie quería.

-¡Eso no es cierto!- le replicó el pelinegro.

-!Claro que sí!- lloro más fuerte el pequeño -Mis verdaderos padres me dejaron solo, después ustedes también lo hicieron, nadie nunca me ha querido.

-Eso no es verdad, nosotros te amamos... Siempre lo hemos hecho.

-Pero no tanto, ustedes van a tener más hijos, tendrán a su verdadero pingüinito y lo van a querer más.

-Claro que no- respondío Mew tomándolo de los hombros para que lo viera a la cara -Tu eres mi pingüinito, mi campeón, mi mayor tesoro.

-No, yo solo soy el niño que recogiste de la basura - sollozo cubriéndose los ojos -Eso es lo que soy, Dominic tiene razón, no importa que ustedes me adoptaran, yo nunca seré completamente suyo.

-¡Eres mío!- hablo ahora Gulf -Yo no tendré otro pingüinito porque ese solo puedes ser tu, eres mi niño especial.

-No quiero ser especial- protesto soltandose del agarre de Mew -Soy especial solo porque me adoptaron y no quiero serlo, detesto serlo, lo odio, lo odio, lo odio mucho.

-¡Mi amor!- lloro Gulf atrayendolo a sus brazos sin importar que su niño se resistiera.

-Dominic tiene razón nunca seré como él y mis compañeros, yo tuve que estar solo, a mi nadie me quería, no soy igual que ellos.

-Por supuesto que no lo eres, tu eres mucho mejor- le dijo Mew, no la gustaba la forma despectiva con la que se estaba describiendo.

-No soy mejor porque me adoptaste Mew... Eso no me hace mejor.

-Tienes razón- lo tomo en brazos y lo sentó en la encimera de la cocina el castaño -Lo que te hace mejor es ser simplemente tu, Gulf y yo prometimos que nunca te contaríamos sobre tus verdaderos padres pero...

-No quiero saberla...

-Pues la escucharás de todas formas.

-No puedes obligarme hacerlo Mew, no quiero escucharla y tienes que hacerme caso.

-¿Por qué?

-Porque yo lo digo.

-Esa no es una buena explicación.

-Lo es para mí ellos no son mis padres, ustedes...-Alexander se quedó callado a mitad de la frase sintiendo sus mejillas húmedas, no sabía en qué momento había comenzado a llorar tanto.

-Exacto campeón, ellos no son tus padres, nada de lo que ellos hicieron debe afectarte, dejo de representar parte de lo que eres desde el momento que Gulf y yo te vimos.

-¿Por qué?

-Porque si- respondió Gulf.

-Esa no es una buena explicación.

-Lo es para mí, no eres el hijo de esas personas que dejaron a un bebé en el orfanato porque no podían cuidarlo, eres mi hijo, mi bebé, mi pingüinito y nadie puede venir a decirme lo contrario o poner en duda lo mucho que te amo.

-Yo también te amo Alex- hablo Lamai desde el marco de la puerta con lágrimas en sus ojos -Mew y Gulf no son mis papis verdaderos, pero yo los quiero como si lo fueran y eso es lo importante.

Mew se fue a buscar a su pequeña mientras Alexander se refugiaba en el pecho de Gulf.

-Eres mi patito- le susurro él pelinegro sobre su cabellera castaña -No debe importar lo que diga un estupido niño que no le enseñaron modales en casa y que no puede pensar por si mismo, eres mío, de nadie más.

-Eso no es verdad Gulf, yo no crecí en tu barriga.

-Es cierto, creciste en mi corazón tal como Lamai lo hizo, ninguno de los dos creció dentro de mi, pero a los dos los amo más que si lo hubieran hecho, ambos son míos y nada ni nadie lo podrá cambiar.

Gulf los abrazo a ambos contra su pecho, habían sorteado otro problema como la familia que son, por fin se habían enterado lo que había dicho el estupido niño, lo cual tendrían que comunicárselo a la directora en caso de que su madre se adelantara y quisiera hacer algo en contra de Alexander.

Solo esperaba que la mujer hubiera aprendido su lección y no fuera a tomar alguna acción legal, porque ella podría ser muy Morrison pero él era hijo de Sunan Kanawut y sabría defenderse para volver a dejarla en ridículo, su padre lo ayudaría con ello.

Otro conflicto resuelto, Alexander por fin acepto que es parte de la familia.

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