Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Hombre afortunado


No fue sino hasta mediados de enero del año siguiente que pudimos ir a ver a la familia de Oscar, pese a ello no le importo habernos tardado más de lo previsto, estaba feliz de poder verlos en un período de tiempo tan corto.

En esta ocasión, nos dimos el lujo de quedarnos una semana en la que pudimos disfrutar aún más el lugar y a su familia. Nos festejaron con el mismo entusiasmo con la que celebraron mi familia cuando anunciamos respecto a nuestro negocio, la madre de mi amigo no cabía de la felicidad, parecía que, aunque siempre lo alentaba aun estaba dudosa de si su hijo pudiera salir adelante por sí mismo por lo que enterarse de una noticia así le quitó un gran peso de encima.

Después de ese suceso, teníamos que organizar un evento que se realizaría en el mes de mayo, era uno de nuestros eventos de gran magnitud en todo sentido por lo que el trabajo fue aun mas arduo, y cuando apenas estábamos a mitad de la planeación yo tenia otro viaje que realizar.

Mi destino era la Ciudad de México, para ir a la graduación de Mariana lo cual aún me parecía inverosímil que esa pequeña niña hubiera ya acabado la universidad.

Partí un día antes con mis hermanos, para comodidad de todos Joaquín consiguió un carro extra para poder dividirnos, nunca podría entender como en algún tiempo cupimos todos en nuestro viejo auto, quizás se debía a que íbamos como sardinas, pero de niño esas cosas no importan mucho, menos si la ocasión es un paseo.

El viaje fue agradable, me toco irme con Gus, Leo y Pato por lo que el ambiente se sintió mas relajado. Realmente hacia demasiado tiempo del viaje que realizamos aquella noche en ese viaje fuga, en el camino iba pensando que deberíamos planear mas seguido salidas así, quizás no de improvisto, pero si considerar viajar más.

Llegamos por la noche a una casa que nuestra tía con la que se quedaba Mariana nos consiguió, apenas llegar caímos como moscas, cenamos ligero y mamá nos mando a dormir. El caos del día siguiente me recordó a la época en la que íbamos a la escuela, nuestra madre tenia que cronometrar el baño para que nos diera tiempo a todos de asearnos. Tener un solo baño para siete personas era bastante complicado, ya ni digamos si a alguno le daba diarrea.

Finalmente, y tras muchos regaños como si aun fuéramos niños, logramos estar listos. La ceremonia de graduación fue muy parecida al de hace 4 años cuando acabo la prepa, después continuo con una fiesta organizada por la misma universidad para los alumnos y sus familiares. Dio inicio con los egresados haciendo una presentación de baile contemporáneo para al terminar reunirse al festejo.

Me sentía un poco desconectado, aun me parecía una locura que mi hermanita ya fuera una licenciada, recordaba como si hubiera sido ayer cuando la fuimos a dejar a su primer día de escuela en el kínder, ahora no faltaba mucho para repetir ese evento esta vez con Iván.

—Aun no llegas a los treinta y ya tienes esa mirada nostálgica—observó Boo llegando de pronto a la mesa donde estaba sentado junto con los demás, aunque me mantenía algo ajeno a ellos.

—Es inevitable tratándose de ti—respondí, ella me sonrió y me dio un abrazo.

—Ali, no sé qué hacer—reconoció sentándose a un lado de mí, tenía una ligera idea de a que se refería, pero no quería ser quien le diera pie en un ambiente tan festivo.

—¿A qué te refieres?

—A mi vida en general—soltó un suspiro, parecía ser que eso le estaba impidiendo disfrutar como debía ser—muy bonito esto de graduarse, pero ¿Qué sigue? —me cuestionó mirándome como cuando tenía cinco años y buscaba las respuestas de la vida.

—Hay muchas posibilidades, Boo—dije sin saber exactamente qué respuesta darle, porque yo aún seguía buscando como responder a esa pregunta—Creo que en primer instancia es preguntarte si te vas a quedar aquí o que deseas hacer.

—Quiero regresarme a casa, pero siento que es como retroceder.

Le sonreí de forma conciliadora, me acerqué a ella y la abracé.

—Te puedo decir por experiencia que regresar a casa no significa retroceder, sino más bien es como dar un paso atrás para impulsarte adelante.

—No quiero seguir causándoles más molestias a nuestros padres, ya debería ser una adulta autosuficiente.

—Tu mejor que nadie deberías saber que eso relativo, Andrés hasta un hijo tiene y sigue en casa con nuestros padres. No está mal, Boo.

—Al menos tiene trabajo, yo ni sé que hacer de mi vida.

—Lo primero, dejar de angustiarte y evitar la desesperación, creme que no te lleva a ningún camino bueno. Por qué no te quedas con Gus. —sugerí.

—Estas tu—me recordó—no quiero compartir cuarto contigo, te mueves mucho y si no te acomodas pasas la noche como alma en pena. Y a Gus no quiero importunarlo.

—Bueno respecto a mí, es posible que pronto me independice—era la primera vez que se lo decía a alguien, aun estaba en fase de planeación.

—¿Qué? ¿Enserio? —cuestionó asombrada—¿Cómo así? ¡No me habías dicho nada!

—Apenas lo estoy hablando con Oscar—al escuchar su nombre me empezó a dar de codazos.

—No que no hermanito—inquirió con una sonrisa maliciosa.

—¡Como roomies! —aclaré—hemos estado viendo los costos y es más posible si compartimos los gastos.

—Ay Ali esa historia ya me la sé.

Sabía de qué hablaba, mis últimos dos "roomies" no había resultado en la mejor de las situaciones.

—Esta vez es diferente, Boo—le aseguré—no puede haber ni podrá haber nada entre nosotros, me lo dijo desde que nos conocimos.

—Eres encantador Ali, podrías fácilmente voltearlo como tazo—me carcajee ante eso.

—Lo dudo mucho, además...—hice memoria—que recuerde nunca tuve la capacidad de voltear a nadie como tazo, con los que salí eran más bien de closet.

—Déjame dudarlo—expreso separándose de mi para mirarme de manera inquisidora. Entendí perfectamente el motivo, aunque tenía mis dudas en que "categoría "entraba Marck si alguien que estaba en el closet o que lo volteé como decía ella, además si no tenía mal la memoria medio me acordaba que él ya había tenido que ver con personas de ambos géneros.

—No hablemos de eso, siento que cada vez que sale a tema puede aparecer, casi como decir el nombre frente al espejo.

—Los caminos de la vidaaaa—comenzó a canturrear mi hermana.

—No me tortures Mariana.

—Ya está bien, bueno creo que me siento más en paz, voy a regresar a casa—concluyó.

—Me da gusto oír tu decisión, no hay mejor lugar que tu hogar, además aquí voy a estar para apoyarte —me acerqué a besar su frente.

—Ahorita podrías ser de bastante ayuda si distraes a Andrés, hay un compañero muy guapo y me gustaría bailar con él sin temor de acabar en la delegación. —solté una carcajada mientras asentía con la cabeza.

—Está bien, yo me encargo.

Mi hermana me sonrió, me dio un beso en la mejilla y se fue con sus compañeros. Yo me puse de pie para cumplir mi misión.

Fue un lindo festejo, donde hasta mamá sonreía, que recordara era la graduación en la que más sonriente estuvo.

Después de ese gran día, siguió el mayor paso en mi vida. Aunque ya lo había dado con anterioridad había sido de manera abrupta y sin un plan claro, sin embargo, en esta ocasión podía decir que estaba haciendo mejor las cosas. Aunque Oscar podía ser un caos en muchos aspectos, lo que mejor podía dársele era planificar y hacer presupuestos. Por lo que podía sentirme tranquilo, tras algunas semanas en las que buscamos departamentos finalmente encontramos la mejor opción uno que estaba cerca de su abuela y de mis padres, justo en el centro de la ciudad.

Mi papá se sintió feliz de por fin poder darme el comedor que había hecho desde hace tiempo atrás, Tita nos brindó las camas y nos consiguió una salita, de a poco y con cooperación de todos pudimos hacernos de nuestro propio hogar. La primera noche celebramos con cerveza y pizza.

—No puedo creer que estas cuatro paredes sean nuestras—exclamó con alegría.

—Aun no me lo creo—reconocí—la primera vez que salí de mi casa me sentía como cachorro perdido, ahora tengo una sensación casi de completa paz.

—O sea si están los nervios, pero hicimos bien las cosas ¿No?

—Quiero creer que si —admití dudoso.

—Con voz firme mi querido amigo, esta vez las cosas van a salir mejor—me animo palmeándome el hombro.

—Me da pavor cuando todo va fluyendo tan bien, no he tenido ningún tipo de problema, eso solo me hace esperar en que momento voy a volverme a estampar.

—Carnal, no puedes vivir con miedo, disfruta el buen momento y si te estampas era parte de tu camino A ver dime ¿Qué te llevo hasta aquí?

Tenia toda la razón, todas las penurias que había tenido en años pasados, fueron parte de mi rompecabezas para que llegara finalmente hasta donde estaba.

—Pero que es esto—dijo de pronto Oscar sin esperar mi respuesta—al bar las penas al antro las festejas. ¡Esto es una celebración! —grito poniéndose de pie y subiendo a la música al tiempo que comenzaba a agitarse como los muñecos que ponen en la entrada de donde lavan carros.

—Ya, está bien—exclamé uniéndome a su cotorreo. Me puse de pie y le seguí el ritmo.

Fue una agradable noche en la que bebimos comimos, hicimos y deshicimos, ambos habíamos esperado para llegar hasta este punto de nuestras vidas, parecía que teníamos el mundo a nuestros pies.

Lamentablemente, ese ensueño se fue apagando. Sentía que me había sucedido como muchos matrimonios en que se casan en el momento mas rosa de su relación, pero cuando se juntan ahí es cuando todo se vuelve gris.

Tenía la idea que vivir con mi mejor amigo y socio iba a ser divertido, sin embargo, con el pasar de los días comenzaba a ser hasta un suplicio. Bien decían que, si quieres conocer a Inés, vive con ella un mes, en este caso era Oscar.

Ya sabía que era el desastre hecho persona, pero no sabia que tanto. En toda la casa había calcetines suyos, no entendí cuál era su afán de usarlos si al fin y al cabo se los iba a acabar quitando, cuando comía no se fija si tiraba moronas, olvidaba abrir las ventanas y la casa se volvía un infierno, roncaba peor que oso, mas aparte de todo eso no respetaba la privacidad y para remate estaba Ikki que era más perro que departamento y a veces podía hacer un desastre como tirar las cortinas.

Debería haberme sido fácil soportar sus malas manías, al fin al cabo el haber vivido con 4 personas me debió haber entrenado, ninguno de mis hermanos era un dulce y suponía que yo tampoco, sin embargo, Oscar me hizo desear lo que pocas veces me parecía agradable, la soledad.

Trate de decirle muchas veces lo que me molestaba, pero llegaba a exceder en su calma por lo que acababa alterándome, la convivencia cada vez se volvía más difícil, la gota que derramo el vaso fue cuando entro al baño cuando estaba bañándome.

—¡Oscar! —grité arrinconándome en la esquina, agradecía que el cancel fuera traslucido.

—Estoy buscando mi cargador—dijo con total tranquilidad—¿No lo deje aquí?

—¡No sé! Caramba ¡Me estoy bañando!

—Ya se, aunque más parece que estas hirviendo pollo.

—¡Vete de aquí! —exclamé sintiéndome invadido.

—Ya esta bien, no te alteres carnalito—y así como entro se fue.

Terminé de bañarme con prisa, me envolví con una toalla y salí del baño.

—¡No puedes entrar, así como así! —le reclamé, Oscar se volvió hacia mí, estaba con su perro sentado en el suelo.

—Solo quería ver si deje a mi cargador—su serenidad me estaba alterando más.

—¡Estoy bañándome, Oscar! ¡No respetas ni tantito! Estoy cansado, no puedo seguir viviendo ni un día más contigo—una que vez solté eso me fui a encerrar a mi cuarto.

Me vestí con prisa, tomé una mochila heche lo necesario y de nuevo salí.

—¿Adonde vas? —me cuestionó al verme con ella.

—Lejos—resoplé, saliendo del departamento dando un portazo.

Quizás el problema era yo, como era posible que de nuevo saliera de esa manera de donde vivía. Me dirigí al único lugar donde podía refugiarme, con Gus.

Cuando llegue las luces estaban encendidas por lo que entre si aviso.

Mi hermano estaba sentado a la mesa contemplando hacia la puerta

—¿Qué haces? —cuestione al notar que no parecía estar comiendo.

—Pelando chicharos—me acerque a él.

—¿Chícharos?

—Se me antojo una crema de chícharos

—¿Desde cuándo cocinas? —pregunté extrañado.

—Desde que te fuiste, comprar comida sale muy caro.

—Podría venir a dejarte comida

—Déjame seguir intentando ser un adulto autosuficiente, aun no quemo la cocina.

No puede evitar reírme

—¿Y tú que haces aquí? —inquirió.

—Nada, solo quería venir a ver a mi hermanito—respondí sentándome a la mesa y comenzando a pelar chicharos.

—Otra vez sucedió algo—concluyó

—¿Qué? No, para nada

—Llegas sin avisar a las 7 de la noche con mochila al hombro—observó

Intenté esconder el bulto

—Quería que tuviéramos una pijamada

—Alan—me dijo alzando la mirada.

—Discutí con Oscar —acabé soltándoselo.

—¿Qué pasó?

Le conté lo que sucedió antes de que llegara con él, así como las cosas qué nos habían hecho llegar hasta este punto.

—Creí que funcionaría, pero simplemente no se pudo.

—Deberías hablar con él si lo aprecias y no venir a pelar chicharos con tu hermano.

—Es terapéutico.

—Al, parte de ser adulto es saber comunicarte de manera asertiva con los demás. No puedes huir siempre de las situaciones. Cuando vives con alguien debes llegar a un acuerdo en que todas las partes se sientan cómodas, no somo seres perfectos, pero si quieres lograr tener cabida en la sociedad debes buscar compaginar esas imperfecciones con las de los demás.

Gustavo siempre hablaba con toda la verdad, puse mayor ahincó en pelar los chicharos sin responder.

—No dejes perder una amistad como la que tienen por la falta de comunicación, eso es lo mas importante en cualquier tiempo de relación.

Suspiré, pasado un poco el enojo, sabia que tenia razón. Aun con todas sus malas manías seguía apareciendo a Oscar, y realmente me dolería perder su amistad.

—Deja los chicharos y ve a solucionar esto—me indico quitándome la vaina de las manos.

—Voy mañana.

—No dejes pasar el tiempo, si ya lograste sentirte mas tranquilo ve antes de que la situación se agrande

Me quedé dudoso, lejos de la situación podía decir que ya me había calmado, pero estando de nuevo dentro no podía decir lo mismo, sin embargo, mi hermano tenía razón no quería arriesgar más nuestra amistad.

—Esta bien voy de regreso—dije resignándome, pasé a lavarme las manos, tomé mi mochila y regresé al departamento.

Me encontré a Oscar sentado en la sala mirando la tele, con unos nachos en la mano y Ikki a sus pies. Apenas y miró a la puerta cuando entré, me senté a un lado sin decir nada, estiré mi mano para tomar un nacho, parecía ausente, veía la pantalla, aunque realmente solo estaba viendo a la nada.

Estaba comenzando a buscar las palabras adecuadas cuando me gano.

—¿Me odias? —preguntó como un niño pequeño, había girado su cabeza hacia a mi y me miraba con los ojos vidriosos.

—Nunca podría odiarte—respondí sintiéndome conmovido.

—Entendería si lo haces, mi familia es la única que no se queja tanto de mí, creo que no sirvo para convivir con otros seres humanos.

—No te odio, solo es que hay cosas que sobrepasan mi tolerancia—admití acercándome a él.

—He pensado que lo mejor es que regrese con mi Tita.

—¿Qué? No, podemos llegar a un acuerdo—sentía que si él tomaba esa decisión podría perder su amistad, no quería que se sintiera orillado a eso.

—En verdad creo que seria lo mejor, no quiero perderte Alan—sus palabras me estrujaron el corazón—quizás como compañeros de departamento no funcionamos, pero como amigos y socios si lo hacemos.

—Oscar—dije acercándome a un más para abrazarlo.

—Lo digo en buen plan, además debo admitir que estoy con la preocupación de mi Tita, aunque está cerca no es lo mismo a estar en la misma casa, no voy a estar en paz hasta que no viva en un lugar sin escaleras e Ikki necesita espacio.

—¿Hablas enserio?

—Claro que sí, fue un buen experimento, me divertí, pero por el bien de nuestra amistad, es mejor así.

El recargo su cabeza en mi hombro.

—¿Me perdonas?

—No tengo nada que perdonarte ¿Tu me perdonas a mí?

No le di una respuesta, solo hice lo que hacia con Mariana, le pellizqué la nariz.

—Eres el mejor amigo que pude haber tenido—exclamó, su voz se notaba mas animada. —hice una buena elección—dijo de pronto alzándose.

—¿En qué? —pregunté sin entender.

—En mi mejor amigo—dicho eso se me abalanzo de nuevo a los brazos.

—¿La de Cars?

—En efecto, por eso me caes bien me agarras la onda.

Pasamos el resto de la noche mirando una película hasta que nos quedamos dormidos, al día siguiente amanecimos contracturados, pero en calma, ambos en estado somnoliento nos sentamos en el comedor a desayunar un cerealito.

—¿Qué vas a hacer tu? —quiso saber Oscar.

—¿Comer? —respondí aun sin acabar de cargar.

—Quiero decir con el departamento—parecía estar mas despierto para poder estar hablando de esos temas, poco a poco comencé a revivir y acabar de reconectar las neuronas.

—Me voy a quedar—dije sin pensarlo demasiado, mis propias palabras me hicieron despabilar—tenemos el contrato por un año, si no tenemos que pagar una multa.

—Puedo poner para pagarla, al fin y al cabo, soy el motivo de que esto haya acabado tan rápido.

—No eres el único motivo Oscar, respecto a la multa... Quiero intentar quedarme.

—¿Vas a poder con la renta?

—Déjame intentarlo, ya estoy aquí. No quiero regresar una vez mas con la cola entre las patas con mi hermano.

Ya no podía regresa una vez mas a decirle que las cosas no funcionaron, debía comenzar a hacerme responsable de las consecuencias de mis decisiones, al menos ahora me sentía más seguro en casi todos los aspectos, hasta el más vital que era el económico.

—Si necesitas algo yo te ayudo.

—Gracias, Oscar.

—Gracias a ti por ser el mejor amigo—se levantó y me abrazo, aun no me acostumbraba del todo a sus muestras de cariño, nunca tuve una amistad así, pero me agradaba.

Oscar se fue de apoco, y cuando lo hizo de forma definitiva me hizo falta. Ya me había acostumbrado a su compañía, pese a eso con el paso de los días me acabé adaptando a mi nueva realidad, ya no me parecía tan solitario el departamento y hasta comencé a disfrutar.

Nuestro trabajo más grande llegó y todo fue un completo éxito, recibimos halagos y más contactos por lo que prometía que nuestro negocio seguiría creciendo, escalando más y más.

El año transcurrió casi con total calma, quitando el arduo trabajo que hacíamos día con día estaba siendo de los más tranquilos que había tenido.

El siguiente suceso importante que me hacía sentir feliz y tranquilo es que por fin mi madre se jubilaría. Tras tantos años trabajando descansaría al fin. Le organizamos una gran comida en el hospital, todo el mundo le tenia mucho aprecio por lo que buscaron despedirla de una manera especial, me sentía agradecido ya que gracias a su gran esfuerzo yo me encontraba donde estaba, me abrió camino abriéndome las puertas, aun con nuestras diferencias ella había dado todo por mí y mis hermanos.

Eso nos dio la inquietud de nuestro padre quien por la manera que había trabajado no tenía una jubilación oficial, pero por su edad ya era momento de que lo hiciera. Tratamos de convencerlo, todos intervinimos hasta que por fin accedió, comprendía que debía ser complicado para el adaptarse a dejar de trabajar, toda su vida era lo único que había hecho, sin embargo, también ya era momento de que descansara, ya había dado todo lo que podía por nosotros, lo merecía. Claro que no se estuvo quieto en casa, le puso mayor atención a la carpintería hasta que lo convirtió en un micronegocio.

Al menos podía descansar cuando quisiera, aunque su mayor preocupación era la parte económica nos aseguramos de hacerlo sentir tranquilo de que todos cooperaríamos, ya era momento de que esta vez nosotros viéramos por ellos.

Mi cumpleaños en esta ocasión lo celebré con una fiesta maratónica con Oscar y Pamela, el fin de semana previo nos fuimos a conocer los antros del centro, descansando solo de día para retomar por la noche, todo marchaba tan bien que a veces no podía evitar preocuparme, sin embargo, trataba de disfrutar el momento como me habían aconsejado más de una persona.

Lo que nunca espere es que un simple favor me fuera a poner la vida de cabeza. Pocas veces Gustavo recurría a nosotros para apoyarlo por algo del trabajo sin embargo esa vez fue la excepción. El tenía que llevar a mamá a su consulta, pero debía de entregar un documento urgente, era el único disponible por lo que acabé accediendo, al fin y al cabo, no tenía nada mejor que hacer.

Llegó a mi departamento con prisa.

—Mira, es esta carpeta, y aquí la dirección. —me indicó.

—¿Por qué no me mandas la ubicación? —quise saber—me sería más fácil para ver las rutas.

—Es que no da el Google Maps

—¿¡Que!? ¿Pues a donde me vas a mandar?

—Mira tomas la ruta 36 esa te va a acercar si no estoy mal—dijo pensativo mirando el papel.

—¡Gustavo! —me quejé.

—Aja, si la 36, después tomas la 9, caminas y tomas la 12

—Te falto mencionar a Filemón.

Mi hermano se rio con cierto nerviosismo.

—Bueno, ten la carpeta, la dirección, dinero y la bendición—con su mano me persigno.

—¡Gustavo! —volví a quejarme, pero me ignoro.

—Mamá ya me esta esperando, me avisas cuando regreses.

—Pero...—antes de poder decir nada el salió con la misma prisa que entro.

Solté un suspiro aun viendo la carpeta y me resigné a cumplir la misión.

Fue un largo trayecto, llegué hasta un punto donde pude ver algunas vacas pastando, eso era lo más "genial" de aquí. Tantito te alejabas de las grandes avenidas y casi que ya era zona rural.

Estaba odiando a mi hermano con todo mi ser, casi tuve que ir andando cuatro cuadras cuesta arriba con el sol en pleno, esto no era favor ya era penitencia.

Después un muy largo y cansado camino llegué a donde me había indicado Gus, era un tipo vecindad el lugar era realmente deplorable, aunque como bien decía mi papá peor es vivir en la calle.

Mi hermano me indico que era la casa número 3 o más bien el cuarto. Era de los que casi estaban en la entrada, la puerta era de metal bastante oxidada y ni a ventana llegaba solo estaba tapada por una cortina desgastada, toqué la puerta, casi de inmediato se abrió.

—Buenas tardes, vengo en nombre del licenciado Gustavo García Castro—me anuncié, estaba a punto de decir para que asunto me mandó cuando el soltó unas palabras que me dejaron helado.

—Alan.

Y es que no fue porque conociera mi nombre eso se lo pudo decir Gus sino por el tono, como si ya me conociera y no creyera lo que estaba viendo, me atreví a verlo con mayor detenimiento, frente a mi estaba una persona desaliñada, con la ropa sucia, el pelo largo hasta los hombros y una abundante barba, los ojos estaban hundidos, pero pude reconocerlos ¿¡Qué clase de broma del destino era esto!?

Me quedé completamente anonadado no podía dar crédito de lo sucedía.

Marck— dije con un hilo de voz, abrí la carpeta y pude comprobar que en efecto el cliente de mi hermano era él, Marck, la última persona con la que hubiera querido volverme a encontrar.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro