Esa pared
Una vez acordado lo que proseguía hacer tardamos un poco más en accionar, nos quedamos sentados en la mesa a ratos mirándonos o con la vista perdida, hasta que finalmente Joaquín fue quien nos movilizó, haciendo notar la hora, él se fue al trabajo y nosotros fuimos por Andrés, cuando llegamos a la casa, Leo fue por él involucrado y yo me quedé en el carro esperando con Iván que estaba entretenido mirando a la calle mientras señalaba y balbuceaba.
Tardaron bastante en salir, comenzaba a preocuparme por que esta criatura comía cada 3 horas y no le había traído nada, cuando empezaba a considerar ir a la tienda a comprarle algo al fin aparecieron.
Pude notar que Andrés miró desde afuera hacia nosotros y todavía tardó en subirse en el asiento del copiloto, Leo lo apresuró y por fin todos a bordo tomamos camino hacia el laboratorio, notaba como Andrés nos miraba por el retrovisor y cada vez que Iván "hablaba" o se reía el fruncia el ceño y cerraba los ojos como si algo le doliera.
Cuando llegamos al lugar solo Leo pudo pasar con ellos por lo que me quedé esperando, me sentía muy ansioso, aunque me pareció una eternidad realmente fue muy breve el procedimiento del estudio, cuando terminamos salimos y subimos al coche.
Mi hermano me dejó en casa de Joaquín para que Iván desayunara y ellos se fueron a la casa de Gus, aunque mi intención era que comiera fue más su cansancio, el niño se durmió apenas llegamos y yo con él, me sentía demasiado cansado, no sabía si era las dos noches en blanco o el ambiente tan tenso que había.
No despertamos hasta ya en la tarde en la que regresó Joaquín con Leo, comimos mientras llegábamos a un acuerdo.
—Enano ¿Puedes tomarte unos días? —me preguntó Leo quien extrañamente comía despacio
—Quizás, pero ¿Por qué yo?
—Necesitamos que alguien cuide a Iván y a Andrés, yo ahorita no me puedo zafar de la chamba y aunque Joaq pueda Andrés no lo traga.
—Tampoco soy santo de su devoción
—Si, pero contigo se resigna, necesito que estés con él.
—Lo único que hacemos es pelear ya lo sabes
—Así como está dudo que lo haga, solo quiero que no se sienta solo.
Percibí su preocupación
—Acaso crees que él... —no pude decir en voz alta lo que se me vino a la mente. Leo se alzó de hombros
—Por más mal que ha estado nunca ha hecho algo que lo ponga en riesgo, pero mejor prevenir.
Dudaba poder hacer algo, pero no me quedó de otra que aceptar el plan. Cuidar a Iván era fácil no podía decir lo mismo de mi hermano.
Al día siguiente fuimos con Andrés, tenía cierto temor de estar en el mismo espacio, pero por suerte él se mantenía encerrado, por lo que era como estar prácticamente solo con Iván.
Pasaron dos días y cada vez nos poníamos más ansiosos, aun no nos daban el resultado y podían pasar tres días más para que lo supiéramos . Con todo lo que estaba pasando se nos olvidó un pequeñito detalle, Leo pasó a desayunar cuando sonó el celular de ambos.
Dejé que él lo leyera mientras seguía dándole de comer a Iván
—Mier...coles —soltó, alcé mi mirada hacia él.
—¿Qué pasa?
—¿Te enteraste de que mandó mensaje Gus anoche?
Miré hacia arriba intentando recordar.
—Creo que sí pero no lo revisé—admití.
—Ni yo, llega hoy a las 3—anunció
—¿Que? —pregunté quedándome con la cuchara suspendida mientras Iván comenzaba a lanzar mordidas al aire intentando alcanzar el bocado, otro parecido a nosotros era su apetito.
—Se me fue por completo que hoy llegaba, voy a hablar con Joaq para que vaya por él, no mejor voy a verlo—dijo con prisa poniéndose de pie.
—Cualquier cosa me avisas—pedí.
Asintió con la cabeza y se acercó al niño acariciando su cabeza.
—Adiós pequeño enano, ya dale la cuchara pobre niño parece una piraña—comentó con una muy suave risa.
Es cuando caí en cuenta que el bocado aun no llegaba a su destino,
—Ah perdóname, Iván—finalmente se lo hice llegar, él casi se come la cuchara.
—Me asusta lo mucho que empiezo a notar que se nos parece —Dijo Leo, viendo al niño, y salió de la casa apresuradamente.
Observé a mi sobrino quien estaba haciéndose mascarilla de papilla felizmente, opinaba lo mismo que mi hermano.
Una vez que le limpié la cara y acabamos de desayunar nos sentamos en el sillón, con el paso de los días estaba aprendiendo que le gustaba, por ejemplo, había descubierto que le fascinaban los peces, había videos para relajarse del océano y el niño se quedaba embelesado señalándolos y riendo.
Eran pocos los días que había compartido con esa pequeña criatura y yo ya estaba encantado, era muy tranquilo casi no lloraba más que cuando algo le molestaba o incomodaba o ya tenía hambre, empezaba a desear que la prueba fuera positiva, aunque nada bueno trajera ese resultado, de no ser así me iba a ser muy difícil dejarlo ir.
Nos quedamos dormidos viendo el video, hasta que escuché a lo lejos un llanto, me desperté de golpe y lo miré, aunque no hablara se daba a entender perfectamente, esa carita que tenía exigía un cambio de pañal, lo tomé en brazos para realizar el cambio cuando me pareció por un segundo ver la cabeza de Andrés asomándose ,pero más tarde en enfocar que en desaparecer quizás simplemente fue mi imaginación.
Una vez limpio volvió a ser el bebé lindo que era, quiso comer por lo que regresamos a la mesa, últimamente mi vida estaba siendo muy doméstica, me dedicaba al 90% a él y el otro 10% a los quehaceres del hogar, en verdad admiraba a mi madre era un hecho heroico haber tenido tantos hijos y más aparte siendo enfermera, claro que ella contaba con la ayuda de papá, pero aun así dudo que hubiera sido un poco más fácil.
Como estaba en la etapa de exploración, por lo que vi y leí en internet, Iván armo un señor despapaye peor que el de la mañana, acabamos empapillados hasta las cejas por lo que no quedo de otra que bañarnos, bueno primero él y si lograba dormirlo después yo.
El baño era otra cosa que le encantaba, Leo había conseguido una tina y algunos juguetes de plástico que le gustaba intentar agarrar mientras chapoteaba, ese niño te hacía querer hijos en definitiva todo parecía bastante sencillo.
Entre sus risas y balbuceos no pude escuchar cuando la puerta de la casa se abrió por lo que cuando iba saliendo del baño con el niño bien envuelto me quedé a medio paso al ver entrar a Gustavo.
—Que... —se cuestionó sin formar una pregunta precisa—No puede ser Alan ¿De verdad? —dada su aparición tan repentina tardé en entender su suposición.
—¡No! ¡No! —exclamé al caer en cuenta de lo que estaba pasando por su cabeza al verme con un crío en brazos, mientras manoteaba con mi mano libre—no es mío—aclaré, su rostro seguía manteniendo el mismo gesto de confusión.
—¿Leo...? —preguntó despacio, negué con la cabeza.
—No puede ser—se llevó ambas manos a la boca —¿¡Mariana!? —gritó escandalizado.
—¡No, por el amor de Dios!
—Ah ah aaaah—expresó aliviado—espera...Entonces... —se quedó un momento tratando de llegar a la respuesta, se señaló a si mismo—¿Acaso...?
—¿Es posible Gustavo? —cuestioné sorprendido.
—Pues—empezó a contar con los dedos—no pues no, tendría que estar más grande él es un bebé.
—¡Gustavo! —exclamé bastante asombrado.
—No cambies el tema ¿Entonces de donde salió esta criatura?
—¿No llevaste ciencias naturales, biología...
—¡No seas tonto! —me interrumpió exaltado—¿Puedes contarme qué demonios está pasando? ¿De quién es este niño?
Estaba buscando las mejores palabras para anunciarle una situación como esa cuando Andrés se asomó.
—¿Quién grita? —preguntó casi susurrando, Gus pasaba su mirada de Leo y a Iván como tratando de entender la situación
—¿Acaso...? ¿Tú...? —el acusado lo miró con cara de susto y sin dar una respuesta regresó a su guarida—¿Alan? —me miró suplicante.
No me sentía en la capacidad de contarle lo que pasaba por que ni si quiera estaba del todo informado además de que no era de mí competencia notificarle nada, yo sólo había sido el niñero y así prefería continuar, para estar lo más posible al margen de todo este lío.
—No puedo contarte Gus, no tengo claro nada, solo puedo decirte que es posible que este niño sea de Andrés—respondí con cierto tiento, mi hermano estaba estupefacto, se acercó a Iván y lo miró de manera detenida, quien soltó un estornudo muy tierno lo que me recordó que la criatura solo estaba envuelta en una toalla—tengo que vestirlo—entre al cuarto y lo abrigue bien, parecía que presentía algo porque no se quedó dormido como usualmente pasaba después de un rico baño, por lo que de nuevo lo cargué y me lo lleve a la sala donde Gus ya estaba como león enjaulado.
—Este es Iván—dije presentándolos, ambos se miraron fijamente—Iván él es Gus—el niño balbuceo sin quitarle los ojos de encima, mi hermano se acercó a nosotros y aun en mis brazos tomó sus manitas y las alzó examinando dedo a dedo.
—Es de carne y hueso—observó.
—Pues claro que esperabas— después tomo sus mejillas esto hizo que el niño se riera
—Es real—dijo aun incrédulo.
—Si, porque para ser alucinación pesa bastante ¿Quieres que te cargue? —le pregunté a Iván quien me miró y después volvió la vista hacia Gus, extendió sus manitas hacia él dándome a entender su respuesta, este niño era un genio, se lo pasé a mi hermano que lo tomó con sumo cuidado y lo cargó frente a él.
—Iván ¿Sobrino nuestro? Si, si puede ser, se parece a ti y Andrés cuando eran bebés—lo comenzó a elevar más y el niño parecía estar encantado—¿Te gusta el avión—lo sostuvo con ambas manos y comenzó a jugar con el haciendo ruidos de motor—jugaba así con ustedes—comentó mientras lo observaba
—Si, recuerdo que hiciste vomitar mas de una vez a Mariana por eso—ese recordatorio lo hizo detenerse.
—Lo había olvidado, Alan ¿Enserio no puedes darme respuestas?
—Quisiera, pero...—justo en ese momento Leo entro a la casa.
—Es un alivio verte la cara—le dijo sin siquiera saludar—no puedo jugar al hermano mayor, no me dan las capacidades para ello.
—Leonardo, más te vale que tú me des respuestas—exigió, me miró y entendí la petición sin tener que escucharla.
—Señorito usted tiene cara de sueño— le dije a Iván que me sonrió con travesura, Gus me regresó al bebé y yo me fui a la habitación , aun tardé un poco en hacerlo dormir, cuando lo logré me asomé haber que escuchaba.
—Si, por eso no llegaba a la casa—escuché que decía Leo.
—Pero, no sabía que él era de esos —comentó Gus.
—Gustavo, a él le da pavor el compromiso, no se siente capaz de darle nada a nadie por eso aceptó esa relación.
—¿Y tú sabías?
—No hombre, que voy a saber. Nunca me cuenta nada.
—No puedo creerlo.
—Ni yo, siempre creí que iba a ser yo quien ampliara la familia.
—No seas descarado Leonardo.
—Si supieras cuantos sustos tuve desde la prepa—admitió sin pena alguna.
—Me da gusto que hayas llegado invicto, pero vamos que Andrés no es un adolescente, esto no debería ser un problema tan gordo.
Para ese punto de la conversación comenzaron a bajar aún más las voces.
—Ay Gus, date cuenta. Andrés no ha hecho nada de su vida, apenas empezó a trabajar, tener un hijo ahorita es igual que si lo tuviera a los 16.
Hubo un momento de silencio.
—Bueno sea como sea, no esta solo. Mañana mismo comenzamos a resolver este asunto, sin importar lo que pase, nos tiene a nosotros y vamos a ayudarlo.
—Lo que me preocupa mas que nada es mamá, Andrés es su hijo estrella, a quien le tenia mas fe, esto no lo va a aceptar.
—Nos estamos adelantando al asunto, tu mismo dijiste que aun no hay nada seguro.
—No más es corroborar con el resultado del laboratorio, pero por el amor de Dios ¿Lo has visto? Es como un Andresito.
—Ya lo sé, y hace unas caras como Alan, ese niño tiene nuestros genes no podemos ser ciegos.
—Aun pido un milagro, aunque no soy devoto, todo sería mejor si ese niño no es de la familia.
—No, pero por lo que me cuentas ese niño esta mejor con nosotros que con su madre.
—Gustavo ¿Qué piensas hacer si sale negativo?
No supe la respuesta por que no lo dijo con palabras, pero me dejó intrigado, sería una locura si resultara que él lo quisiera adoptar o algo así.
Después de esa conversación Gus pasó a despedirse por que iría con mis padres a reportarse y a descansar, el único espacio disponible era la sala y él y su espalda suplicaban algo más cómodo después de no sé cuántas horas de estar en un avión.
Al día siguiente llegó la respuesta que todos esperábamos, Leo recibió el correo del laboratorio y todos nos reunimos a la mesa, hasta Andrés que más que humano empezaba a semejarse más a un fantasma.
—Voy a abrirlo—anunció mirando el celular, todos esperamos expectantes, pasó su dedo por la pantalla vimos sus ojos pasar por las líneas del documento y luego frunció el ceño mirando hacia arriba, no dijo nada por lo que Pato se encargó de tomar el celular y dar la noticia.
—Positivo—al escuchar eso Gus tuvo que sostener a Andrés que se tambaleo, de nuevo comenzó a ponerse como el día que llegó a la casa.
—Andi—expresó Leo levantándose de golpe—tranquilízate ¿Sí? Estamos aquí respira—se lo arrebató de los brazos a Gustavo y lo intentó sentar en la silla.
Si se había puesto mal aquel día en este momento estaba peor, no podía jalar ni un poco de aire. Gus intentó agarrarlo, pero Leo puso una mano evitándolo.
—Déjenos solos —pidió.
Pato, Gus y yo nos miramos, aunque me cayera mal no podía irme sabiendo en el estado que estaba ¿Y si esta vez Leo no podía hacer nada?
—Vamos—apremió Joaquín quien pareció ser la voz de la razón, escuchaba todo lejano.
—¿Andrés? —preguntó con voz temblorosa Gus, parecía que para él también era sorprendente verlo así.
—Yo me encargo por favor váyanse—nos volvió a pedir Leo en un tono casi suplicante.
—Vamos— dijo Joaquín no supe bien las siguientes acciones solo sentí que me jaló junto con Gustavo, nos sacó de la casa y luego regresó dentro para volver a salir con el niño en brazos.
—Pero Andrés—repitió Gus.
—Leo puede tranquilizarlo, no se preocupen, ahora todos necesitamos calmarnos y tomar un té de tila—nos obligó a subir al carro y se dirigió a su casa.
Ya estando ahí caminamos en automático a la sala, yo sostenía al niño en brazos apenas y haciéndole caso, Pato de manera inmediata nos consiguió él té que pensé había sido broma.
Gus se puso de pie al punto de la histeria, sacaba y metía las manos del bolsillo y caminaba por toda la planta baja, nunca lo había visto perder la compostura de tal manera, todos esos días habían acontecido como hechos paranormales en mi familia.
—Gus por favor cálmate, te necesitamos—le pidió Pato después de un buen rato de verlo como alma en pena.
—No ... No... no es posible.
—No es posible que no te tranquilices, eres la voz de la razón entre todos ustedes, la cabeza fría, Leo no puede con todo—lo confrontó finalmente, se puso de pie lo detuvo poniendo ambas manos en sus hombros y lo hizo sentarse de nuevo. —No pienses como hermano, piensa como abogado por favor.
Mi hermano tardó en tomar su papel como profesionista dejando de lado el aspecto personal, después de un buen rato suspiró y se puso de nuevo de pie retomando su caminar, pero con mayor tranquilidad.
—Está bien, veamos la situación
No supe bien que fue lo siguiente que dijo, pero al menos me dio cierta tranquilidad escucharlo hablar como el abogado que era, además mi deber seguía siendo el mismo, cuidar a Iván.
Después de un largo rato de escuchar a mi hermano hablar sin entender nada como si estuviera dando un discurso en chino pude pescar lo importante, lo siguiente que procedía era:
Encontrar a la mamá, hablar con ella y llegar a un acuerdo, de todo no sabía que era lo más difícil.
Si las noches pasadas habían sido complicadas esta era la peor, como cuando esperas a un familiar afuera de un hospital, a esa sensación se asemejaba. Nos quedamos con Joaquín por mucho que Gus insistió y casi se agarra a golpes con él, en algún momento lo vi hablar por teléfono y al menos su cara parecía mas aliviada por lo que podía imaginarme que de nuevo Leo logró calmar a Andrés.
Hasta Iván estaba inquieto, fue la primera vez que no dejo dormir porque se ponía a llorar, tuvimos que turnarnos para atenderlo, de todas formas con la noticia dudaba mucho que pudiéramos conciliar el sueño.
Una parte de mi se sentía feliz de que ese niño se podía quedar, pero por otra parte me angustiaba lo que se viniera más adelante, no podía conceptualizar a Andrés como papá ni mucho menos a mi madre como abuela.
Por la tarde del día siguiente, Leo y Gus se encargaron de darle la noticia a nuestros padres, mientras que a Iván y a mi nos regresaron con Andrés.
Cuando llegaron parecía que habían pasado años, como era posible que los problemas te envejecieran tan rápido. Ambos se dejaron caer en el sillón, decidí prepararles té de manzanilla esperando que en algo les ayudara a recuperarse.
—¿Qué les dijo? —quise saber.
—Que no nos dijo, obviamente está muy alterada, intentamos calmarla, aunque creo que apenas y logramos hacerlo un poco—respondió Leo.
—Eventualmente va a resignarse, creo que la situación va a ser menos complicada cuando Andrés hable con ella, cuando esté más recuperado— aclaró Gus por que el otro ya estaba abriendo la boca.
—¿Y papá que dijo? —continué preguntando.
—Aun no llegaba del trabajo, en estos días no hemos podido recogerlo—se lamentó Leo
—Seguro que acepta esto sin mayor problema, seguramente logre calmar a mamá, como siempre—añadió Gus.
—Si papá falta antes que ella va a ser muy difícil la convivencia— rematé nadie me hizo segunda, pero en el fondo sabía que opinaban lo mismo.
Platicamos un rato más hasta que Joaquín pasó por Leo, Gus y yo nos acomodamos para dormir, aunque era lo que menos habíamos hecho en esa semana.
En los siguientes días volví a quedarme solo con el niño y mi hermano, Gus estaba averiguando quien era la mujer que nos aventó como bulto a Iván mientras que Leo era absorbido por el trabajo. Seguí evitando cualquier interacción con Andrés, le llevaba comida, aunque apenas y la tocaba, los otros se encargaban de hacerlo comer cuando llegaban por lo que no me preocupaba demasiado.
Hasta que tuve que entrar a pedirle que cuidara a Iván, no habíamos querido importunarlo con el asunto, pero tuve que hacerlo porque ya no había nada que darle de comer al niño y faltaba muy poco para la hora de su comida, Gus y Leo todavía tardarían en llegar y yo no me sentía en la capacidad de salir solo con él por lo que tuve que entrar en su habitación, esperando que no fuera motivo de que se pusiera mal de nuevo.
—Andrés—lo llamé, este ni se inmutó, apenas y adivine su silueta en la cama, aunque aun no era de noche el cuarto estaba casi por completo a obscuras—Andrés—volví a llamarlo sin respuesta—Necesito que cuides al niño—solté sin rodeos.
Eso hizo que al menos se girara por que al parecer estaba de espaldas a la puerta.
—¿Al niño? —preguntó con una voz débil que ni reconocí, empecé a creer que había cometido un error al pedirle algo así.
—Si, no hay nada para darle de comer y los otros quien sabe cuánto tarden en llegar.
Demoró un momento en procesar lo que acababa de decir, pero no se levantó solo se enrosco más.
—No puedo —esa respuesta me molestó, me sentía impotente, en cualquier momento Iván empezaría a llorar por hambre y no había cosa que menos soportara que escucharlo llorar.
—¿Hasta cuándo? —inquirí sin poderme controlar, sabía que no era un buen momento, que estaba haciendo lo mismo que él, pisotearlo cuando peor estaba, mi pregunta hizo que se incorporara.
—¿Hasta cuándo qué? —debió detenerme la falta de fuerza al enfrentarme, no era la forma en que él hablaba cuando comenzábamos a discutir, sin embargo, no pude amarrarme la lengua.
—Hasta cuando te vas a hacer responsable, tanto te quejas de mí y mírate escondido en un cuarto dejando que los demás te resuelvan la vida—dije de manera atropellada, pesó más tantos años de rencor acumulado y todo lo que me había callado que el verlo tan vulnerable y hasta indefenso.
Apenas acabé me arrepentí de abrir mi boca, no frunció el ceño ni alzó las cejas dispuesto a reprocharme como era lo normal. Por el contrario, los ojos se le hicieron chiquitos y comenzó a temblar.
—Estoy consciente de eso—sus palabras apenas y eran entendibles porque hablaba despacio, susurrando y con una evidente falta de aire—soy débil, soy un maldito cobarde incapaz de afrontar nada—me quedé de piedra al escucharlo reconocer algo así, después no pudo decir algo más porque de nuevo se empezó a poner mal.
Sali del cuarto sintiéndome el peor ser humano, no entendía como Andrés había sido capaz de destruirme mas cuando peor estaba porque yo no podía con la conciencia, no podía sacarme de la cabeza su cara desencajada, su respiración entrecortada la oía como si estuviera detrás de mí.
Yo también comencé a sentirme mal, casi como cuando mi madre me rechazó en su cumpleaños, caminé dando tumbos hasta la cocina donde puse mis manos sobre la barra, sosteniéndome.
No supe exactamente cuánto tiempo pasó porque me desconecté del mundo, no escuchaba nada que no estuviera en mi cabeza, hasta que algo cayó frente a mí.
—¡Alan! —me gritó alguien sobresaltándome, alcé la mirada y me encontré a Gustavo con una cara de angustia—¿Qué pasó?
No respondí y me salí de la casa, no lo pensé ni un momento, intenté tranquilizarme, ya bastante teníamos con mi hermano como para que también yo me volviera una carga, apenas caminé a unas calles de la casa y me dejé caer en la banqueta, tratando de respirar.
Una vez que me sentí con mayor estabilidad para caminar me levanté y me dirigí a la tienda, donde me compré una paleta helada esperando que eso me ayudara a poder calmarme más.
Por fortuna, el frio causó el efecto que buscaba, literalmente comencé a pensar en frio. Ya que estaba afuera fui a cumplir el motivo por el cual se desató el problema, pasé a comprar algunas verduras y aunque no quería regresar, me dirigí a la casa.
Cuando llegué me encontré con un peor caos que el que deje, Leo ya había llegado junto con Joaquín que estaba tratando de calmarlos a él y a Gus porque parecía que estaban discutiendo.
—¿Podrías explicarme que pasó? —me cuestionó Gustavo con Iván en brazos apenas pisé la entrada, me quede mudo no sabía como explicar que acababa de provocar que Andrés de nuevo colapsara.
—Gustavo, él tampoco está bien, tranquilízate—pidió Joaquín, que estaba haciendo de mediador.
—¡Dejaste al niño en el grito! Y ya ni digamos de Andrés—prosiguió sin hacerle caso a Pato.
Esa recriminación hizo que de nuevo volviera a marearme, no tenía palabras para responder.
—Esto tarde o temprano iba a pasar—intervino Leo —le cargamos mucho la mano —añadió.
—Sabes cómo está su situación entre ellos—añadió Joaquín.
—Lo siento—hable por fin.
—Esta bien enano, somos humanos.
—Lo siento—seguí lamentándome, no supe que pasó a continuación, solo sentí que alguno de los tres me pasó su brazo por los hombros y me hizo sentarme en el sillón, quien haya sido no me soltó y siguió reconfortándome hasta que recibí en mis manos una taza.
—Es té, para que te sientas más tranquilo—dijo quien parecía ser la voz de Pato.
—No podemos perder todos los estribos.
—Exactamente Gus, muy bien dicho, comienza por ti.
—Voy a prepararle de comer al niño.
—Ve con Andrés, yo me quedo con él.
Solo escuchaba sus voces lejanas y no lograba distinguir quien hablaba, supuse que el que me abrazaba era Leo, el me soltó y se levantó, Joaquín ocupo su lugar.
—¿Te sirvió el té?
—Un poco—dije sintiendo que recobraba un poco de aire—Soy un pésimo humano, el peor hermano, además un irresponsable ¿Cómo se me ocurrió abrir mi boca en un momento como este? Y luego dejo solo al niño.
—Ya está bien chaparro—exclamo alzando un poco la voz—todos cometemos errores, y lamentablemente tenías motivos acumulados, como dijo Leo esto tarde o temprano iba a pasar.
—Pero...—intenté reprochar algo más, sin embargo me detuvo colocando su mano en mi rodilla.
—Lo hecho hecho está, ahora solo queda hacer mejor las cosas.
Sorbí mi té sin tener algo mas que decir, no podía con el cargo de consciencia, si bien la bebida logró sosegarme el cargo de conciencia no podría calmarlo ni con diez kilos de tila.
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