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El lugar correcto


Empezaron las vacaciones decembrinas y llegó el día en que mi adorable hermana vuelta vendaval entró intempestivamente a la casa y de no ser por lo que se nos avecinaba me hubiera dado mucho gusto de volverla a ver después de tantos meses de ausencia, aunque entendía perfectamente su furia.

En cuanto la vi corrí a abrazarla, sin embargo, no fui correspondido al menos no de inmediato, primero recibí un jalón de orejas

—Eres mi informante, traidor. Dijiste que me contarías todo, ¡desgraciado! —comenzó a gritarme.

—Ya paralé a tu drama Mariana—suplicó Leo que venía detrás de ella cargando su maleta.

Por primera vez mi hermano traía una cara de fastidio que le desconocía, después de que ellos entraran apareció Joaquín que traía la misma cara.

—¡No me voy a callar! Traición, ¡deshonor, deshonor a tu vaca!

—¿Cuál vaca? —preguntó confundido Pato.

—En este caso ¿la vaca serías tú? —se atrevió a cuestionar Leo provocando alterarla más, recibió un buen pistón que hizo que acabara apoyándose en Joaquín y soltara la maleta.

—¡Esto esta anotado en la lista de daños graves! —Boo siguió gritando más amenazas e insultos, comenzamos a mirarnos entre los tres buscando una forma de callarla hasta que apareció papá.

—¿Acaso ya llegó mi Mari? —preguntó con ternura, su voz fue suficiente para que se callara y corriera a sus brazos.

—Mis hermanos son muy malos —se quejó haciendo un puchero.

—No hijita, solo que ha sido un poquito complicado —intentó explicarle, ella solo soltó un bufido.

—Me olvidan—se lamentó.

—Creme Mariana, eres inolvidable—comentó Leo aprovechando la distancia que los separaba.

—Ni mi madre me ha hecho zumbar así las orejas—expresó el otro sin poder contenerse provocando que Boo lo fulminara con la mirada desde donde estaba.

—Y a todo esto ¿Y el niño? —cuestionó alejándose de nuestro padre y mirándonos.

—El niño esta con su padre—respondí.

Para intentar desapegarlo de mi habíamos tratado de que Andrés conviviera más con él lejos de todos, por lo que cada tarde que podía se iba a caminar con Iván.

Había sido un proceso largo porque apenas y dejaba que lo alimentara, aguantaba algunas horas con Andrés, pero luego empezaba a exigir mi presencia, sin embargo, para apenas pasar menos de dos semanas ya se había conseguido bastante.

—Pues que remedio, ya me va a oír Andrés cuando lo vea—amenazó con fiereza—¿y Gustavo? —preguntó en el mismo tono.

—Cuidándolos.

Aunque buscábamos que Andrés e Iván pasaran tiempo a solas, mi hermano no se sentía aún en la capacidad de ir solo con el niño por lo que Gus los acompañaba.

—¿No vas a preguntar por mí? —quiso saber una voz que provenía de la entrada. Mamá iba llegando del trabajo.

—Estaba a punto de hacerlo—respondió de forma brusca provocando que mamá le alzara las dos cejas y la mirara con dureza—lo siento mami—dijo de una manera más tierna y luego corrió hacia ella empujándonos para poder pasar.

Al poco rato llegaron los que faltaban y de no ser por la presencia de nuestros padres hubiera habido otra ola de insultos y reclamos por parte de Mariana dado el modo fiera en el que estaba, aunque no dudaba que en cuanto pudiera les diría hasta de que se iban a morir.

Ella quedó encantada con Iván tanto como él de ella, parecía que al único que le seguía teniendo cierto recelo era a Andrés lo cual me hacía ver que los niños sentían la situación, aunque no la entendieran, pero sabía que si mi hermano seguía esforzándose lograría ganarse su cariño.

Tal como lo espere, después de que mis papás se fueran a acostar y Leo, Joaquín y el niño a jugar, de nuevo se desato yo no sé por qué había quedado de testigo y no emprendí la fuga, solo me quede ahí contemplando la escena.

—¡Porque no me dijiste Gustavo! —le reclamaba a grito pelado.

—No quería preocuparte no había nada claro cuando te hable, sabía casi tanto como tú.

—¿¡Y tu Andrés!? ¡Simplemente hiciste puf y te desapareciste!

—No me sentía bien, Mariana. Me volví un despojo humano.

Los reclamos continuaron un buen rato hasta que lograron calmarla diciendo que le contarían bien como estuvo la situación, al menos quedarme sirvió para enterarme un poco más al respecto. Resultó que la mujer era alguien que conoció mi hermano durante una fiesta, ni siquiera podía imaginármelo en un lugar así, platicaron y empezaron a "salir" hasta que Andrés la dejó. Lo siguiente fueron los detalles de cómo apareció de repente y todo fue por una mala coincidencia en que llevo a atender a su madre justo en el hospital donde trabajaba él.

Un dato más que obtuve fue algo que me mantenía confundido, porque hasta donde me había quedado Gustavo estaba buscando a la mujer y de buenas a primeras simplemente Andrés decidió hacerse cargo del asunto y tomar acciones legales como registrarlo. No había escuchado que estuvieran buscando algún acuerdo o algo por el estilo.

—Entonces la vieja esa, simplemente desapareció de la faz de la tierra—finalizó Mariana ya más calmada.

—Si, resultó que ni siquiera se llamaba como me había dicho.

—Vaya—resopló Boo—pues es mejor, no tenemos que lidiar con necedades.

—A decir verdad, me inquieta dejar volando el asunto—admitió Gus, observé a mi hermano.

—¿Crees que aparezca un día a reclamar algo? —pregunté interviniendo en la conversación, su respuesta fue alzarse de hombros.

—No te preocupes Gus, haga lo que haga no podría ganar, no tiene nada a su favor y además nosotros tenemos un super abogado—dijo nuestra hermana con un tono más cariñoso, él le sonrió.

—¿Ya acabaste con ellos? —quiso saber Leo que venía bajando de las escaleras con el niño en brazos y Joaquín detrás.

—Quedo bastante de nosotros para lo que esperaba—exclamó Gus.

—La pequeña criatura exige dormir—dijo entregando al niño a su padre.

—Si, ya parece alcancía ¿Quieres un cuento? Nos quedamos con el oso carpintero ¿Recuerdas? Que construía bicicletas...—mi hermano se levantó y se fue hacia arriba hablándole a Iván.

—Es tan raro verlo así—comentó Mariana.

—Así era contigo ¿No has visto las grabaciones?

—¿Hay grabaciones? —preguntó extrañada.

—Andrés tenía el don de actuar las historias, lo hacía cuando estabas más irritable. —le contó.

—A ver—pidió.

—Dile a Gus, Joaq y yo ya nos vamos. —noté que mi hermana lo miró un poco extraño, pero no comentó nada.

—Adiós, pequeña tormenta—se despidió Pato atreviéndose a acercase y besarle la frente.

—Contigo no puedo enojarme—admitió—Y tú no te olvides de lo que te dije—señaló a Leo.

—Si, si, mañana nos vemos, fiera—dijo lo último mientras salía corriendo de la casa riendo.

—¡Ya verás Leonardo! —amenazó—Bueno pues, a ver el video —exigió.

Gus sin rechistar se puso de pie y comenzó a buscar en las cajas que había en el mueble de la tele hasta encontrar la cinta.

Fue interesante ver a Andrés contándole cuentos a Mariana, poco recordaba de eso. En algunos momentos hasta yo fui partícipe, si alguien viera eso diría que en la actualidad seguíamos siendo igual o más unidos, aunque estábamos mejor, aún sentía un nudo en la garganta, dudaba mucho que las cosas volvieran a ser así. Después de un rato, Boo comenzó a cabecear por lo que todos nos fuimos a dormir.

En los días siguientes creí que ya lo había superado, estaba tan tranquila como podía ser, quizás un poco dócil algo extraño en ella, pero fuera de eso digamos normal.

Regresamos a casa de Gustavo y todo fue igual que el año pasado que regreso Mariana, por fortuna la abuela tuvo un viaje y no pudo volver con ella, por lo que no tuvimos que estar yendo como la vez anterior.

La aparente calma que parecía haber regresado a mi hermana desapareció un día en que llegué a la casa de nuestros padres y me encontré con una inusual discusión entre Leo y Mariana.

—¿Qué tanto temes? —le inquirió ella.

—¡No es que tenga miedo! Pero en este momento no puedo darle algo así. No quiero que cargue con todos los gastos.

—Por favor, Leonardo, has estado trabajando como burro en los últimos meses para eso.

—¡Si, pero no, además porque te metes!

—¿Cuánto más va a pasar? ¡Toma el toro por los cuernos!

—¡Pero Mariana!

—¿Qué discuten? —quise saber con curiosidad.

—Nada—dicho eso Leo se puso de pie y salió con prisa, miré a mi hermana en busca de una explicación.

—Le hice cita para que vaya a ver un departamento. —respondió.

—¿Departamento? —pregunté confundido.

—Para que ya se vaya de una vez por todas con Pato. —no entendía las intenciones de mi hermana al hacer algo así—Lleva desde hace más de medio año con ese plan, pero no más no da el paso, anda como chinche de casa en casa, ya hasta se le perdió el lápiz de su Tablet y es su herramienta de trabajo—me explicó ante mi cara interrogativa.

—¿No crees que te estas metiendo demasiado? —insinué.

—Si no lo empujo yo, quien más. Ya lo perdió una vez, creo que Pato le hace bien, además tengo carta blanca—finalizó el tema con una sonrisa un poco malvada.

—Lo estas llevando a la boca del lobo—repuso Andrés que nos hizo saltar, hacia un momento no estaba ahí.

—¿Qué acaso flotas? —reclamó Mariana con una mano en el pecho.

—Supongo que es parte de mi profesión para no importunar a los pacientes—dijo con calma—¿Entonces Leonardo se va a ir con Joaquín? —quiso saber.

—Eso espero—exclamó Boo.

Mi hermano frunció la boca, sin comentar algo más, por lo que veía aun no estaba de acuerdo con su presencia, pero también suponía que se sentía en deuda, al fin y acabo con todo lo que había sucedió estuvo al tiro del cañón por lo que seguramente ya no se sentía en el derecho de emitir alguna queja.

Mariana no se contentó con ayudar solo a Leo, yo fui su siguiente víctima, ni siquiera lo sospeché. Aprovecho que me fui a quedar para pasar un rato con ella, el plan era ver películas hasta el amanecer, pero no empezaríamos hasta la noche, ya que había salido con una amiga, mientras la esperaba hice un poco de limpieza hasta que llegó y quiso bañarse, con toda la inocencia que aparentaba me pidió mi celular prestado y yo sin más se lo di, después de un rato me lo devolvió y no me pareció que hubiera algo anormal en toda esa situación. Cuando dejé la casa pulcra y brillante me fui a mi cuarto a descansar hasta que recibí una extraña notificación.

"Haz hecho match con Hugo"

Me quedé contemplando la pantalla confundido, hice clic y me mando a una aplicación que desconocí. Era una app de citas.

—¡Mariana! —grité poniéndome de pie seguí clamando su nombre hasta llegar a su cuarto Andrés se asomó.

—Vas a despertar al niño —me regaño.

—Lo siento, pero esa niña—mascullé mi hermano negó con la cabeza y volvió hacia adentro mientras yo abrí la puerta de la habitación de Boo.

—Luego te hablo al parecer mi hermano no sabe que es tocar —exclamó al parecer interrumpí su llamada telefónica —No tienes que entrar como judicial—se quejó.

—¿Que significa esto? —cuestione mostrándole mi celular, lo miro un momento y después sonrió.

—Te estoy dando un empujón—respondió de manera simple.

—¿Un empujón? ¡Me estas aventando al precipicio!

—No seas exagerado Alan ¿Hasta cuándo piensas llevar tu vida de celibato?

—Estoy disfrutando el tiempo conmigo mismo—repuse.

—Eso ya es pretexto hermano, debes encontrar el equilibrio entre saber a quién eliges a de plano cerrar la puerta.

Sentí el miedo subiéndome hasta la garganta, realmente no era que no me interesara conocer personas, mi temor era seguir metiendo la pata. No me sentía en la capacidad de ni siquiera salir de forma casual.

—Pero Mariana—seguí quejándome.

—Al menos inténtalo de aquí a que me vaya—me pidió con esa sonrisa con la que no podía negarme nunca.

—Esto se me hace un acto desesperado—comenté.

—¡Claro que no! Es lo de hoy ¿Sabes cuantas parejas han salido gracias a las apps?

No me sentía cómodo con esa tecnología, pese a eso me resigne a intentarlo por ella, como bien dijo anteriormente tenía derecha a carta blanca.

—Bueno, trataré—me acabé resignando.

—¿Ya te llego algo? —le enseñe el celular, ella lo tomó y revisó, no había visto de manera meticulosa por lo que no tenía ni la menor idea de cómo funcionaba o que aparecía—Te han llegado mensajes. ¿Por qué la mayoría te mandan berenjenas? —preguntó curiosa.

—¿Berenjenas? —le quité mi celular para mirar. Entendí perfectamente el contexto gracias a las caritas de diablitos morados y mensajes como "Hola guapo" —¿No sabes que significa? —ella negó con la cabeza, agradecí que no entendiera. —Los utilizan para sugerir... ya sabes se refiere a... —no podía decirlo con palabras, pero fue entendiendo

—Ah... AAAAA...—exclamó un poco asqueada—Son optimistas eh.

—Mariana

—No más digo.

—¿En qué clase de app me metiste? La mayoría de los mensajes dicen cosas parecidas ¿Acaso ya solo quieren una cosa? —cuestionó al revisar lo que me había llegado hasta el momento.

—Es tu atractivo hermanito—exclamó con una sonrisa.

—Atractivo aja—masculle, por curiosidad entre a ver el perfil que me hizo, quería ver que fotos puso no es que tuviera alguna en paños menores, no me gustaba exhibir las masas. Para mi tranquilidad eran normales, en su mayoría selfis—Todos son iguales—exclamé.

—Alguien decente habrá, si no pues, aunque sea para un rato.

—¡Mariana! —mi hermana se carcajeo como villana de cuento.

Dejamos de lado el asunto de la aplicación y continuamos con nuestro plan, en los siguientes días seguí recibiendo uno que otro mensaje muy parecido, no me parecía que pudiera sacar nada de ahí más que algo demasiado casual lo cual no estaba dispuesto a volver a hacer.

Obviamente no fui la última víctima de esa niña, faltaban dos más. Andrés y Gustavo. Al primero le consiguió libros y revistas sobre niños, todo lo relacionado a crianza, desarrollo, actividades y a aparte todos los días veían videos acerca del tema, videoblogs de mamás, tips y demás cosas del estilo, mi pobre hermano ya la soñaba, el argumento de Boo es que debía aprender todo sobre niños, no era lo mismo los ajenos que los propios, a veces me unía al maratón porque me llamaba la atención, empezaba a meterme la idea de en un futuro tener hijos, aunque difícilmente me veía como padre.

El último fue Gustavo y es cuando me enteré de que no había sido en balde su vuelta a Perú, resulto que haya conoció a alguien, no sé de qué artes de habrá valido pero Mariana consiguió su número y estuvo mensajeándose con ella como si fuera mi hermano hasta lograr que le llamara. En ese momento apareció en su casa para dar aviso.

—En media hora va a hablar Ofelia—anunció apenas entro.

—¿Quién? ¿Qué? —cuestionó Gus mirándola desde la cocina confundido

—Ofelia ¿Ya la olvidaste? —yo me encontraba en el baño por lo que salí para averiguar qué estaba pasando

—¿Quién es ella? —quise saber.

—Mariana ¿Le hablaste?

—Es muy encantadora—comentó con toda tranquilidad.

—¡Mariana! —el tono de voz fue en aumento—¿Quién te crees que eres para arreglarnos la vida? —la enfrento al fin.

—¡Su hermana! Creen que por estar haya no me entero de nada y que mucho menos me importa, pero no es así. Veo como se estacan en sus vidas y no puedo hacer nada para ayudarlos, si no les sacudo el piso como es que van a avanzar,

Tanto Gus como yo nos quedamos perplejos, mirándonos entre nosotros, no esperábamos una respuesta así de su parte, debía admitir que en parte tenía razón. No era la manera, eso sí.

No pudimos continuar con la discusión por que en eso Justin Bieber con la viejísima canción de "Baby" invadió el silencio que se había hecho.

—¿Qué es eso? —pregunté extrañado.

—¡Es ella! —exclamó emocionada.

—¿Qué tono es ese? —cuestioné, no era de la música que ella escuchara.

—Me lo cambio mi amiga Ay ¡Contesta! —pidió extendiéndole el celular a Gustavo, él no se movió—¡Gus! Reacciona. No muerde.

—A menos que tú quieras—comenté entre dientes, Mariana se mordió el labio para no soltar una carcajada, se acercó más a su hermano y le puso el celular en la mano, obligándolo a responder. Finalmente lo hizo no sin antes mirar con desaprobación a Boo, una vez que tomó la llamada se fue a encerrar a su cuarto.

—Ni Judas fue tan traicionero Mariana.

—Lo hago por su bien —repuso con firmeza y así como llego se fue, mi hermana era como un pequeño huracán, en definitiva.

Las cosas se calmaron un poco, después de todo, las imposiciones de mi hermana no resultaron tan mal. Andrés había logrado que el niño lo acabara aceptando y lo mejor es que ya no lloraba si yo no me encontraba cerca.

Leo por fin concreto su mudanza con Joaquín, por parte de Gustavo no sé qué beneficio le habrá traído la intromisión de Mariana, pero lo notaba más animado de lo normal por lo que algo positivo salió de esa llamada inesperada, respecto a mi aun no notaba algo bueno de lo que hizo por mí. Hasta que por fin recibí un mensaje decente.

Era de un chico que se llamaba Oscar, en la mayoría de las fotos salía con un perro enorme, se veía amigable.

La conversación se dio de manera fluida, no fue monótona como algunas que había tratado de llevar que del bien y nada no pasaron, podía notar que aun por escrito el chico hablaba de todo y nada, cambiaba de tema de conversación demasiado rápido, pero eso hacía que nunca se nos acabara de que hablar.

Extrañamente no sentía ninguna expectativa acerca de eso y lo considere un gran avance personal.

Llegó una vez más Navidad, todo fue igual que el año pasado a excepción de que había un nuevo miembro en la familia, después de 6 años Santa Claus volvió a la casa, ese niño iba a ser un consentido, todos le regalamos algo: juguetes, ropa, libros. Era muy afortunado de contar con tantos tíos.

Finalmente llegó año nuevo, momento que Mariana aprovecho para seguir intentado que se me hiciera el milagrito de que alguien llegara a mi vida, la condenada escuincla me hizo ponerme calzones rojos y cerca de las 12 me empujo debajo de la mesa.

—¿Para qué es esto? —cuestioné sobándome la rodilla ya que en su afán de bajar rápido me acabé pegando con algo.

—Dicen que es para que consigas pareja—respondió.

—¿Y qué haces aquí?

—Bueno, yo también necesito amor—dijo sonriente.

—¡Tu concéntrate en la escuela! —exclamé intentando sacarla, ella se carcajeo.

—Solo te estoy acompañando hermanito, creo que tengo boca de profeta.

Dejé de intentar empujarla.

—¿A qué te refieres?

—El año pasado te dije que este año serio todo más bonito ¿No fue así? —lo pensé por un momento, asentí con la cabeza, en efecto podía decir que este había sido el mejor año en comparación a los anteriores. —Entonces ahora te deseo que el próximo encuentres alguien especial, hermanito. Tu corazón se lo merece—acabé sonriéndole, me acerqué a ella y le bese la frente.

—Gracias, Boo. Te quiero mucho.

—Y yo te quiero a ti, Ali—se me lanzó encima para abrazarme, poco duro el arrumaco porque alguien empezó a jalar mi pie.

—¿Qué hacen ahí? Las maletas es lo que debieron haber agarrado—exclamó Leo una vez que logro sacarnos debajo de la mesa. —¿El amor que?

—Lo dices porque ya lo tienes a él—dijo Mariana señalando a Pato que estaba jugando en la sala con Iván. Con ese comentario logró que se callara y con la cara roja como las esferas del árbol se puso a hacer bailar a Andrés sin decir más, mi hermana me sonrió con complicidad y se puso de pie para unirse a los demás.

Yo me quedé un momento en el piso, admirando lo que sucedía a mi alrededor, no sabía que tan ciertos eran los dones proféticos de Boo, pero a decir verdad, quizás sería bueno que volviera a intentarlo, no debería cerrarme a la oportunidad de amar, tal vez ya era mi momento de que el próximo año llegara finalmente esa persona especial y sobre todo que ahora si funcionara.

Empezaba a creer que ya había trabajado bastante en mí mismo, me sentía más estable en todos los aspectos, mi futuro lo percibía menos incierto, con esa seguridad podía sentirme capaz de tener una buena relación con otro ser humano y vivir lo que siempre había querido , pero esta vez plenamente consciente de ello y lo que implicaba.

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