El baile y el salón
No supe en qué momento Oscar se fue, cuando abrí los ojos todo estaba obscuro y yo abrazaba mi llama, cerré los ojos en un intento de dormir cuando un retorcijón en el estómago me hizo levantarme de golpe y correr al baño, queda demás decir que el resto de la noche me la pasé ahí. Ya cuando empezaba a amanecer por fin dejé de estar como paloma, arrastré los pies hacia la cocina en busca de suero. Prendí la luz y en la puerta del refri me encontré con un post-it.
"Tomate el té, no es sugerencia. En cuanto despiertes háblame para saber que sobreviviste, besitos"
La idea del té no era agradable, pero parecía ser que gracias a que accedí tomarlo, me sentí menos peor, me serví una taza y me quedé tomándolo frente al refrigerador recargado en el, hacia mucho no me sentí así. Empezaba a quedarme dormido como gallina cuando la puerta de la casa se abrió y Marck entró, se quedó dónde estaba mirándome.
—No esperaba encontrarte despierto —dijo, no respondí porque eso era relativo—solo vine por unas cosas—empezó a dar el paso cuando la curiosidad me hizo reaccionar un poco.
—¿Cosas? —pregunté sin poder contenerme, había intentado evitar cruzar palabra con él más que para lo indispensable.
—Lo suficiente para pasar la semana, después me llevaré todo.
Intenté procesar lo que me decía, pero no le encontraba sentido.
—¿De qué hablas? —cuestioné.
—Agradezco tu hospitalidad, pero creo que lo mejor es que me vaya, no quiero ocasionarte más molestias.
—¿Irte? ¿A dónde? —era una cuestión que no era fácil de entender después de la noche que pasé, Marck se alzó de hombros.
—Como decía mi madre, Dios proveerá—empezaba a comenzar a caminar, pero lo detuve poniendo mi mano en su pecho, eso fue lo suficiente para que se congelara, me sentí como Elsa.
—A ver a ver—empecé a decir—si es por lo de ayer Oscar y yo no tenemos nada que ver, es mi mejor amigo y socio, lo que pasó es que vomité y me ensucié la camisa, él me ayudo ah y si estaba en calzones fue porque llovió y se mojó
—¿Vomitaste? —su pregunta me interrumpió y me hizo reaccionar ¿qué demonios estaba haciendo? porque le estaba justificando las cosas
—Comí algo que me cayó mal, en fin, mira es tu decisión que hacer, yo te ofrecí mi ayuda, cumplí con el darma ya sabrás tú que hacer, es tu vida.
Antes de que cometiera alguna otra estupidez pasé frente a él empujándolo ligeramente y me fui a encerrar mi cuarto, era un completo idiota quién era Marck como para que le tuviera que estar dando explicaciones
Apenas toqué cama le marqué a Oscar.
—San Lázaro ¡Has revivido! —Exclamó en cuanto respondió la llamada
—Soy un tonto —dije
—¿A qué se debe el positivismo? —Cuestionó
—¡Qué le tengo que estar dando explicaciones! —respondí con aplomo
—Hermano últimamente me has tenido en ascuas, no entiendo nada.
No quería contar lo que acababa de hacer, me mordí la lengua antes de contestar
—Ya, está bien, no te angusties. Mira, hagamos esto, te llevo un caldito de pollo y echamos chisme.
Acabé aceptando, tenía muchas cosas por las cuales desahogarme con él. Me quedé en la cama esperando a que llegara con las tripas rugiéndome de hambre, pero no me atrevía a prepararme cualquier cosa y no tenía la energía suficiente como para hacerme algo más elaborado por lo que esperé, en algún momento me dormí o más bien dormité hasta que escuché que tocaban a mi puerta.
—No pienso pararme— exclamé desde la cama pensando que ya había llegado Oscar, no recibí respuesta lo cual se me hizo extraño, aunque no le di mucha importancia, minutos después volvió a tocar— no me voy a parar— repetí— tráemelo a domicilio —, de nuevo solo hubo silencio— pásate hombre— exclamé, como no decía nada me levanté a abrirle refunfuñando— no me quería parar Oscar ¿No podías consentir...? — Me quedé con la palabra en la boca dado que cuando abrí no me encontré a mi mejor amigo.
—Marck —exclamé
—Te hice caldito de pollo —dijo enseñando un plato que traía entre las manos— sé que no has desayunado y tú mismo me regañabas cuando no lo hacía, ya es tarde por lo que ya se te junto desayuno, almuerzo y comida por lo que supuse que te sentaría bien esto, para que tu estomago se asiente —todo lo dijo con rapidez como si temiera que le cerrara la puerta antes de que acabara su explicación, me quedé parpadeando atónito.
—Voy a la mesa— fue lo único que pude decir, asintió con la cabeza y dio media vuelta, yo hice lo mismo, no me esperaba ese gesto de su parte y me descolocaba. Le marqué a Oscar para evitarle otro momento incómodo, pero me mandó a buzón, por lo que le mandé mensaje esperando que lo leyera ya que a veces podía ser medio distraído.
Fui al comedor, donde Marck ya había dispuesto todo lo necesario para que comiera y como si fuera un mesero hizo una leve inclinación, parecía tener la intención de irse.
—¿Puedes acompañarme? —pedí, la verdad es que no me gustaba comer solo menos cuando me enfermaba, era el momento en que más sentía la necesidad de compañía, por un momento vi el asombro en su cara, pero después una leve sonrisa, fue hacía la cocina y regresó con un plato, se sentó frente a mí y lo siguiente que se escuchó fue solo el cuchareo. Comencé a arrepentirme, parecía que mi cerebro había sido sustituido por el garbanzo, el solo pensar en esa legumbre me hizo sentir náuseas.
—¿Estas bien? —preguntó al parecer no pasó desapercibida mi cara de desagrado.
—Solo tuve un mal recuerdo—respondí sacudiéndome, Marck me miró por un momento y asintió con la cabeza, regresó su atención a su plato y yo hice lo mismo. Esta comida era igual a cuando fue su cumpleaños, me fue inevitable acordarme del pasado, cuando este momento era de mis favoritos con él, parecía que eran recuerdos de una vida pasada.
—Ya llego el caldito, espero no hayas muerto de inanición porque sería una lástima que no lo probaras me quedó...—
la voz de Oscar fue apareciendo en el comedor, no completó la oración porque se quedó mirándonos, paso sus ojos entre Marck y yo buscando respuestas, en automático con quien comía se le bajaron las cejas y se le entrecerraron los ojos, yo me levanté y me llevé a mi amigo a la cocina antes de que corriera sangre.
—¿Podrías explicarme esto? —me cuestionó.
—Baja la voz—pedí musitando—¿Qué no viste mi mensaje?
—Se me cayó el celular al escusado.
—Diug—dije con un gesto de desagrado.
—Aun no me sentaba—respondió riendo —Pero ¿Qué hacías comiendo con él? —preguntó extrañado.
—Supo que me sentía mal y me hizo algo de comer—expliqué, Oscar me dio de codazos.
—Necesitas pasarme tu tip, los traes comiendo de tu mano—exclamó con una sonrisita.
—Cállate ¿Te quieres quedar? —pregunté más como súplica.
—No, ¿Viste cómo me miró? Si sus pequeños ojos hubieran tenido cuchillitos yo ya hubiera acabado como Draco Malfoy.
—¿Cómo quién? —cuestioné.
—Ah sí que te falta cultura, olvídalo, en fin—regresó al comedor conmigo detrás—Supongo que van a tener comida para lo que resta de semana, provecho cumplido mi misión parto, au revoir—se despidió y antes de que pudiera detenerlo o Marck decirle algo salió.
Me quedé parado maldiciéndolo entre dientes.
—Termina de comer, se te va a enfriar.
No tuve de otra que regresar de donde me había levantado y acabar con el caldo, parecía ser que la comida seguiría en completo silencio hasta que Marck abrió la boca no solo para engullir.
—¿De verdad que no te causo ningún problema si me quedo?
—Ninguno—respondí de manera inmediata—si te ofrecí la habitación fue porque no tengo ningún inconveniente, puedes quedarte el tiempo que necesites.
Empecé a juntar los trastes para llevarlos al fregadero.
—Gracias Alan, eres muy amable.
Quizás peco de serlo, pensé, pero no dije nada.
—Deja los platos, yo me encargo.
—Pero tu cocinaste, me toca a mi—repelé sin poder evitar viejas costumbres, Marck me sonrió un poco.
—Ese trato no era válido si alguno de los dos nos sentíamos mal—me recordó—ve a acostarte.
Acabé obedeciendo ya que no quería pasar más tiempo con él me ponía de nervios, de vuelta en mi cama, me puse a pensar que no había considerado a Braulio cuando Marck me preguntó si no me ocasionaba problemas, aunque si lo razonaba no tenía que saber quién era, sería muy estúpido de mi parte decirle tengo un roomie ah y en el pasado estuvimos a punto de involucrarnos, no era mentir solo omitir ciertos detalles.
El resto del día me lo pasé acostado, aunque sin poder dormir lo cual no me hubiera venido mal, ese día permití que mi inquilino se encargara de alimentarme, me hizo sentir inevitablemente feliz, me gustaba cuando me consentía y veía por mí. Aunque no era la única persona que lo hacía, era diferente cuando se trataba de él.
No tuve más tiempo de morirme porque tal como lo supuse comenzaba la locura de las últimas semanas previas al evento, debíamos ultimar detalles y asegurarnos que todo saliera perfecto, por lo que al día siguiente fui a nuestro centro de reunión habitual que era la casa de Oscar.
—Para la tarde que pasaste ayer te ves bastante bien —observó cuando me abrió la puerta—ese caldito fue milagroso—añadió con una sonrisita.
—Ni me lo menciones—respondí entrando, de inmediato Ikki llegó como siempre ladrando y brincoteando me entretuve un rato saludándolo hasta que algo más llamó su atención.
—Mi abuelita me dijo que hicieras algo de comer.
—¿No está?
—Salió con sus amigas, esa mujer tiene más vida social que tú y yo juntos—me reí, acabamos de entrar a la casa.
En la sala ya estaba dispuesto todo lo necesario para comenzar a trabajar, pero antes de eso pasé a la cocina.
—¿Quieres Chili beans? —grité a mi amigo, él se acercó.
—¿El chile de quién? Yo no le hago a eso.
—Oscar—lo reprendí, me sonrió enseñándome los dientes.
—¿Qué es eso? —cuestionó mirando los ingredientes que ya había comenzado a sacar, algo que me gustaba de la cocina de Tita es que parecía almacén, siempre tenía lo que necesitaras para cocinar.
—Básicamente carne, chile y frijoles. Braulio me dijo que es algo que comía constantemente donde nació.
—Ah, el señorito musculoso ¿De dónde es?
—Arizona—de algunas cosas que habíamos hablado era de donde había vivido, creció allá en la tierra de su madre, pero después por cuestiones familiares se vino a México de donde era su papá y finalmente por su trabajo llegaron a Querétaro.
—Nombre, tu sacaste la lotería ya tienes asegurada la Green card—dijo riendo—Hablando del sujeto—se acercó más a mí y me picó la costilla con su dedo—confiesa tus pecados.
—Está bien, por donde comienzo...
—¡En explicar como un día después de tu cita con Braulio estabas teniendo otra con otro sujeto! —exclamó.
—-¡Te expliqué ayer! No era ninguna cita. —me miró con suspicacia, pero me exigió seguir, así que mientras cocinaba le conté acerca de la plática que tuve con mi hermana, de la película y de cómo llegué a decidirme a una nueva oportunidad.
—Siento que es muy apresurado—comentó apenas terminé de hablar.
—¿Qué quieres decir? —cuestioné sirviendo el guisado que ya estaba listo, en dos platos añadiendo unos totopos.
—Hace menos de dos meses apareció tu ex, y de repente ya a la primera oportunidad eliges a alguien, no lo sé compa.
Me resigné a corregir lo de ex, así que no comenté nada al respecto.
—Tú mismo dijiste que el corazón es amplio y podemos tener más de una persona en el.
—Bueno si hombre, pero todavía ni acabas de sacar las cosas de uno y ya estas metiendo al otro.
—Marck ya no ocupa el lugar que llegó a ocupar, ese espacio ya se encuentra listo y disponible para quien venga, además... Creo que Braulio me gustó desde que lo conocí. No lo estoy usando como ibuprofeno—dije recordando la conversación que tuvimos tiempo atrás.
—Ay no sé, como que algo aquí no me gusta, mi sentido arácnido me lo dice. Pero si crees que este es el mejor momento para esto —se alzó de hombros—solo no me abandones—pidió con ojitos de cachorro.
—Por Dios Oscar, trabajo contigo, me atrevo a decir que de las veinticuatro horas del día la mitad las paso contigo.
—Pero luego eso cambia cuando se consiguen viejo—repuso con un puchero.
—Como podría dejarte de lado—respondí agarrando su cara y aplastándola—eres mi mejor amigo, jamás te dejaría de lado.
—Creeré en ti—respondió con una sonrisa—pero vas a ver si no cumples ¡Soy muy bueno siendo dramático! —me amenazó, yo solo negué con la cabeza y abrí mis brazos hacia él, Oscar aceptó mi abrazo. Después de eso comimos y empezamos a trabajar.
El resto de la semana pasé más tiempo en casa de Oscar que en la mía. Los detalles que faltaban eran mínimos, pero podían hacer la diferencia entre que saliera perfecto o fuera un desastre, es cuando caímos en cuenta de un detalle.
—Hermano, somos solo dos.
—¿Aja? —dije distraído leyendo emails.
—¡No nos vamos a dar abasto! —exclamó con angustia, me detuve en mi labor y lo contemplé entendiendo el problema.
—Mis hermanos—se me ocurrió—tenemos seis manos extras—lo tranquilicé, Oscar me miró y asintió recuperando la calma.
—En realidad son ocho.
—¿Ocho?
—¿No cuenta Joaquín?
—Cierto.
—¿Y qué hay de Braulio?
—¿El que?
—Deberías pedirle ayuda—lo observé en silencio—el señorito pretende ser tu pareja ¿No? Pues las parejas apoyan como puedan.
Tenía un punto, pero no lo había considerado, en esos días apenas y habíamos hablado ya que estaba sumergido en la organización, no teníamos ni un mes de estar saliendo como para andar pidiendo favores, sin embargo, dada la situación acabé recurriendo a él.
Nos reunimos en una cafetería, quería evitar cualquier lugar de comida ya qué no estaba como para enfermarme otra vez, cuando llegué al lugar ya estaba sentado, me acerqué a la mesa.
—¡Hola! —saludé aun de pie —¿tienes mucho esperando? — Braulio alzó la mirada y me sonrió, negó con la cabeza.
—Apenas llegué, toma asiento —me senté frente a él, no dijimos nada porque en ese momento un mesero se acercó a nosotros a darnos la carta.
—Creo que tomaré un Mocca—dije antes de que se le ocurriera pedir algo extraño, entre el menú había algo de un Frappé de calabaza.
—Me iré por un americano —añadió con una sonrisa, el mesero regresó y tomó la orden y de nuevo se fue.
—¿Cómo ha ido tu semana? – le pregunté
—Igual que todos los días, aunque una chamaca me sugirió qué abriera clases de kpop no sabía que eso era un estilo—comentó asombrado
—No es como tal, pero supongo que lo que quiere es que enseñen las coreos más de moda
—¿De dónde me sacaré alguien que enseñe eso? ¿no te animas? —me rogó, solté una risita
—Por más que quisiera ya no estoy al tanto de eso—me quedé un momento pensando—sabes igual y mi hermana te puede ayudar.
—¿En serio? Sería muy bueno, ampliaría el negocio.
—Seguro acepta. Deja le digo y ya te confirmo
—Está bien, de todas formas, sería ya el año que entra.
—¿Vas a dar vacaciones?
—Todo diciembre, apenas salgan mis sobrinos de la escuela me voy a Baja.
—¿Pasas las fiestas allá? — asintió con una gran sonrisa
—¿Tienes alguno inconveniente con eso? —preguntó en un tono suave.
Su pregunta me destanteó
—No. ¿Debería? —cuestioné sin comprender a que venía aquello, acercó su mano a la mía apenas tocando mis dedos.
—No sé, igual y querías que hiciéramos algo.
—Ah... Ah... —no supe como sacudirme de esa situación a decir verdad para mi Navidad y año nuevo eran para pasarlo en familia—Suena bien el plan, pero... No quiero perderme ninguna fiesta con mi sobrino ahora que aún es pequeño.
Braulio me sonrió comprensivo.
—Vieras lo rápido que crecen, cuando menos vi, mi sobrina ya estaba en primaria.
—Eso me pasó con Mariana.
—Está bien, disfruta con tu familia, aunque si quieres podemos salir antes de irme
—Claro, me encantaría —exclamé sonriéndole, me atreví a acabar de estrechar nuestros dedos qué mientras conversábamos jugueteaba entre ellos, el momento duró poco porque llegaron nuestras bebidas.
Seguimos conversando un rato más, esperaba encontrar el momento propicio para plantearle mi asunto, pero me perdía un poco en sus palabras, en verdad me parecía interesante lo que hablaba, finalmente nos movimos del lugar y caminamos.
—¿Dejaste lejos tu moto? —quise saber.
—A unas cuantas cuadras ¿Quieres hacer algo más?
—Sinceramente, no tengo energía, estos días han sido muy duros.
— Así recuerdo que me comentaste del evento en el que estás trabajando—asentí.
—Falta muy poco... Hablando de eso—dije deteniéndome, aprovechando que había salido a tema—¿Crees que podrías ayudarme? —Braulio también se detuvo a un lado de mí, me observó y luego me sonrió.
—Ni siquiera tienes porque preguntarlo, lo que necesites—se ofreció de manera amable.
—Gracias, me alivias bastante.
—Lo que sea para que estes bien—hizo un movimiento, dio un paso hacia mi reduciendo la distancia, lo imité, la última vez que estuve tan cerca de él fue en el antro por lo que no había tenido la oportunidad de observarlo bien. Tenía pecas y unos ojos que parecían casi verdes, le sentaba bien la combinación de genes mexicoamericanos. Lo que en ese momento me pareció más atractivo fueron sus labios, por inercia ambos nos acercamos y nos besamos, duró apenas algunos segundos, después de separarnos nos sonreímos y proseguimos el camino, justo cuando empezamos a avanzar tomó mi mano.
Tenía una sensación extraña, la única vez que había experimentado algo parecido a esto había sido con Pablo y sinceramente nunca me sentí cómodo, aunque en este momento seguía sin poder discernir como me sentía, llegamos a donde había estacionado su moto.
—¿Quieres que te lleve a tu casa?
—Si no te molesta.
—Ya sabes que no—me dijo jugando con mi mano que aun la sujetaba, sonreí con algo de pena y asentí, Braulio tomó los dos cascos que estaban colgados protegidos por un candado y de nuevo me ayudó a colocármelo, tardo un poco en terminar porque se quedó mirándome, inevitablemente me sonrojé.
Aunque no me agradaba la idea de volver a subirme a ese pequeño transporte de dos ruedas, disfrutaba abrazar la espalda de Braulio, por lo que olvidaba un poco el viaje.
Cuando llegamos afuera de mi departamento hablamos de los detalles para el día del evento y nos despedimos, esta vez con otro pequeño beso.
Entre sintiéndome azonzado a mi departamento, como era posible que a mi edad me estuviera sintiendo y comportando así. Ni siquiera presté atención de si estaba o no mi inquilino, simplemente me dejé caer en mi cama, con una estúpida sonrisa, recordando lo que apenas hace pocas horas había sucedido, al momento mi celular vibró, lo miré, era un mensaje de Braulio.
>>Me encantó esta tarde contigo, espero tengamos más días como este <3 <<
De nuevo me puse a patalear como adolescente ¿Qué me sucedía con este sujeto? En los siguientes veinte minutos pasé viendo las pocas fotos que nos tomamos y las varias fotos que le tomé sin que se diera cuenta. Después hice una de las cosas más significativas en esta época, cambié mi fondo de pantalla, elegí una donde Braulio estaba de espaldas con su moto, eso solo significaba una cosa, comenzaba a sentirme capaz de poder llegar a tener algo serio con él.
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