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Como hemos cambiado


Después de un largo tiempo sentado a la intemperie llegué al punto en que el duro y gélido asiento ya no lo sentía y la temperatura comenzaba a descender considerablemente, volteé a ver a Marck pese a la escasa luz pude notar que le estaban saliendo canas, su rostro se notaba tenso, tenía la vista perdida y tampoco hizo ademán de querer moverse, seguimos contemplando el gran adorno en completo silencio.

Comenzó a mover las piernas no sabía si de frio o nervios, saque una vez más mi celular para ver la hora, no pasaban de las nueve, cómo se supone que sobreviviría hasta el amanecer en esta situación.

—Deberías ir con tu familia—dijo rompiendo el silencio mirándome fijamente

—¿No trabajaste hoy? — cuestioné ignorándolo, le sostuve la mirada unos segundos lo suficiente para hacerme estremecer.

Jaló un poco de aire y frunció la boca, parecía un poco molesto por mi insistencia en ignorarlo tan descaradamente,

—A unos nos dieron libre el día de hoy, a otros se los darán en año nuevo—respondió, volviendo la mirada al infinito, cruzándose de brazos.

Asentí sin saber que más decir, solo me quedé viéndolo parecía mucho más delgado y se veía cansado, en todo el sentido de la palabra, metí las manos a mis bolsillos y volví a enfocar la atención a mí alrededor.

Cuando vivía en su departamento llegamos a un punto en que estar en silencio no era problema para nosotros, al contrario, se disfrutaba esas tardes en que cada uno estaba en su asunto, aunque nos encontráramos en el mismo espacio, nunca sentí la necesidad de encontrar de que hablar, contrario a ahora.

—¿Si te sirve la sudadera? —quise saber ya que se había encorvado ligeramente, además sus piernas seguían bailando felizmente.

—Huele a ti—respondió, hundió la cabeza tapándose hasta la nariz—Y un poco ha guardado, es calientita.

—¿Regresamos al auto? —pregunté confundido ya que no obtuve una respuesta clara.

—Me gustan las luces

De nuevo respondió algo nada preciso para lo que pregunté, comencé a sentirme algo exasperado. No insistí en hacer otra pregunta no iba a seguir mordiéndome la lengua si me volvía a responder de esa manera, por lo que seguimos hipnotizando el colosal árbol navideño, pero no aguanté más tiempo en ese silencio inquietante, sentí la necesidad de aprovechar el momento para aclarar algunas dudas que tenía desde que llegó a mi vida, aunque ya no quería seguir involucrándome con el aún nos faltaban demasiadas horas juntos y no esperaba quedarme mudo hasta que saliera el sol, tomé aire y me atreví a comenzar la charla.

—¿Puedo preguntarte algo?

Dejó de mirar al espacio y giró su cabeza hacia a mí, parecía que no esperaba que fuera a hablarle directamente.

—Adelante.

No expuse mi duda de inmediato, era un tema demasiado personal que no sabía si estaba dispuesto a decirme, crucé mis brazos en un intento de mantener mis manos calientes.

—¿Cómo... Porque...—no sabía exactamente como plantearla—Tu...—quería saber porque había acabado divorciándose, pero era algo tan delicado que no halle las palabras adecuadas, Marck me observó esperando a que acabara de plantear mi duda, sin embargo, al mirarlo una idea fugaz se me vino a la mente ¿Y si se había enterado al fin y al cabo de lo que sucedió entre su marido y yo? Solo así entendería la saña que estaba mostrando, pero como podría ser eso posible, bueno a veces Marck podía ser muy distraído y dejaba escapar cosas importantes, capaz fue tanta su culpa que acabo confesándose dormido, de esa forma me entere de muchas cosas que despierto dudo dijera con tanta tranquilidad. Cada vez tenía teorías más locas en mi cabeza hasta llegar al punto de pensar que Aim me había mandado a investigar, así como había actuado la creía capaz.

—¿Alan? —escuche que me llamaba la persona a mi lado, había divagado tanto que la oía lejana

—Vamos por un café—solté de golpe poniéndome de pie, de último momento no me sentí capaz de poner peor la situación, no quería saber que después de todo, fui el motivo de su ruina —haya hay un Oxxo—señale hacia la esquina que estaba detrás de nosotros

Marck me miro por un momento asintió y se puso de pie.

—Está bien, vamos—su tono se escuchaba algo molesto, supuse que también estaba reprimiendo lo que sentía dado que reconocía que en la última hora lo único que había hecho era ordenar y callarlo.

Se levantó y comenzó a caminar, esta vez fui yo quien lo seguí, justo al llegar al establecimiento mi hermana llamó, con un gesto le dije a Marck que se adelantara, asintió y entro, yo me quede afuera a responder.

—¿Como vas? —quiso saber apenas conteste

—Es horrible—dije de manera franca —es el momento más incómodo de mi vida.

—Recuerda que esto suma a tu darma—solté un resoplido al escuchar esa palabra

—¿Tú también? —cuestioné—de tanto que hago para aumentar mi darma me voy a volver santo—resoplé.

—Tampoco eh, Ali, no creo que tampoco para él este siendo la mejor noche

Teniendo en cuenta que lo más que había dicho Marck era que regresará a mi casa Boo tenía razón.

—¿Qué les dijiste? —pregunté para evitar seguir quejándome.

—Que te quedaste por un amigo—respondió de manera nerviosa.

—¿Qué clase de excusa es esa? La única persona cercana a mi es Oscar y Braulio, ambos están demasiado lejos.

—¡No se me ocurrió otra cosa! —exclamó con aplomo, suspiré estaba empezando a descargar mi frustración con ella y no se lo merecía, traté de relajar mi voz.

—¿Y te creyeron?

—No—dijo con sinceridad.

—¡Mariana! — grité levemente con angustia olvidando mi intento de calma.

—Tuve que añadir que era tu vecino y que su abuelita se acababa de caer—contó con rapidez— como traías carro pues que te ofreciste a llevarlos a urgencia, medio mundo comenzó a meter su cuchara, pero logré calmarlos y al final creo que se tragaron el cuento.

Solté un suspiro que salió con vaporcito dada la temperatura.

—Aun así, No dudo que vaya a ser interrogado.

—Créelo que sí, sobre todo Gus me parece que fue el que menos se lo tragó—me lamenté, era el más perspicaz y nada se le escapaba por algo hacia tan bien su trabajo. —¿Dónde se van a quedar? —quiso saber.

—En el coche

—¿¡Como!? —dijo escandalizada.

—No traemos suficiente dinero y además no hay habitaciones.

—Pero... pero... ¿cómo en la calle, Alan? —tartamudeo

—No es propiamente en la calle

—Pero pero

—Me está entrando otra llamada—interrumpí al ver mi celular.

—¿Quién?

—Braulio

—¿Vas a decirle?

—Te cuento más al rato, voy a colgar —mi hermana aceptó con un chasquido de lengua terminé la llamada y respondí

—Hola—saludé de la manera más dulce posible.

—Hi Babe—dijo con un tono de voz suave, sentí un calor repentino recorrer por mi cuerpo, había empezado a decirme de esa forma por mensaje, pero era la primera vez que lo escuchaba con su voz, me agradó.

—¿Cómo estás?

—Extrañándote—respondió, podía notar su sonrisa en la voz.

—Yo también te extraño—dije con la voz un poco temblorosa.

—¿Y qué haces? ¿Estas con tu familia? —quiso saber, miré a la calle, no quería seguir ocultándole información, pero es que la situación no era propicia, podía provocar malentendidos.

—Alan—me llamo con un susurro una voz detrás de mi haciéndome sobresaltar, lo asesine con la mirada comprendió que la había cagado y volvió a adentro del Oxxo.

—¿Quién era? —inquirió Braulio perdiendo la dulzura, casi olvidaba que seguía en la línea, no me quedó de otra que decir la verdad, a medias.

—No estoy con mi familia —reconocí.

—¿Entonces? —cuestiono con cierta rudeza

—Estoy con un vecino que se cayó su abuelita—expliqué usando el pretexto de mi hermana.

—Pues se oye demasiado cercano a ti—reclamó alzando un poco la voz

—¿Qué? —pregunté sorprendido—solo me llamo por mi nombre.

—Fue un tono demasiado cercano, solo hablaba para desearte feliz Navidad, pero veo que ya la estas pasando demasiado bien— dijo con un tono de voz bastante agresivo, antes de poder explicarle nada me colgó.

Me quedé atónito por su reacción , no comprendí por que se puso así, a mi parecer la forma en que me llamo Marck no fue muy distinta a como lo haría cualquier persona equis, aprete mis manos en un intento de calmarme, me conocía y dadas las circunstancias me acabaría desquitando con la persona más cercana y esa era Marck, encima no me faltaban pretextos para hacerlo, respiré contando hasta diez como me recomendaba Oscar, gire hacia dentro y note que mi acompañante de la desgracia estaba parado frente a la caja evidentemente nervioso, por lo que me metí a averiguar por qué seguía ahí.

—Me falta dinero para pagar—dijo apenas me acerqué—iba a dejar algunas cosas, pero ya solo con los cafés seguía sin alcanzarme—puse los ojos en blanco y traté de seguir contando en mi cabeza.

¿Cuánto es? —pregunté a la cajera que ya tenía una cara de exasperación,

—Ciento cincuenta— dijo con hostilidad

Le entregue el poco efectivo que traía, pagada la cuenta agarramos lo que compramos y salimos.

—Lo siento—se disculpó de inmediato, resoplé no tenía caso retomar el asunto.

—Olvídalo no importa, vamos al carro—asintió con la cabeza y en un silencio fúnebre regresamos al vehículo.

Llegamos a donde lo había dejado estacionado sin embargo no entramos, aunque sabía que no podíamos permanecer fuera toda la madrugada quería evitar el mayor tiempo dentro porque reducía la distancia con Marck, se volvía un espacio más privado, al menos en la calle podía entretenerme con cualquier cosa.

Nos recargamos en el cofre, empecé a darle sorbos a mi café, que quemaba, pero era reconfortante, un tufo a nicotina me llegó alce la mirada, me sorprendió ver que el humo de cigarro procedía de quien estaba a mi lado, lo observé perplejo, Marck tardó en notar mi mirada, cuando lo hizo se sobresaltó.

—Perdón, lo prendí en automático—estaba por tirarlo al piso para apagarlo, pero lo detuve agarrándolo de la muñeca, se lo quité de entre los dedos, y lo acerqué a mi boca jalando un poco, solté humo y después tosí, esta vez fue a mí que me lo quitó, lo tiró y lo apagó—Pensé que no fumabas.

—Pensaba lo mismo de ti—respondí aun con los efectos del humo, el cigarro era algo que odiaba, pero estaba con tantas emociones que sentí que en algo me ayudaría a calmarme, lo cual no sirvió por lo que seguí sorbiendo mi café.

—No es que me fume una cajetilla diaria—aclaró—más que nada cuando me siento nervioso o estresado, no es mejor que el alcohol, pero al menos estoy consciente.

—¿Desde cuándo? —quise saber aun asombrado.

—Desde que se me vino el mundo encima—eso era una fecha demasiado inexacta, no tenía la menor idea desde cuando se sentía así, pero no quise entrar en detalles

—¿Eso fue antes de vivir conmigo? —cuestioné.

—Si, mucho antes—admitió.

—Nunca he notado que huela a cigarro—lo había tenido bastante cerca pero nunca llegue a percibir que desprendiera ese aroma, para mi extrañeza Marck sonrió.

—He evitado molestarte, sé que detestas el olor. —añadió. —¿Tuviste algún problema? —preguntó con cierta timidez—nunca espere que fumaras.

—Es eso o alcohol, pero no creo que sea la mejor opción—reconocí, no iba a volver a tomar esa bebida del demonio con Marck cerca, si consciente llegaba a perder la razón ahora con algo de alcohol encima era peor.

—¿Fue mi culpa? —insistió en querer saber, suspiré no quería reconocer que en parte tenía razón—perdóname—volvió a disculparse.

—Olvídalo—repetí—no es nada que no se pueda arreglar—sería demasiado tonto que por algo así lo poco que había construido con Braulio valiera, entonces Oscar y su sentido arácnido tendrían razón, justo en ese momento vibró mi celular, lo saqué para evitar más cuestionamientos, era un mensaje justo del nombrado.

"Perdóname, me asustó el hecho de que estuvieras cerca de alguien que no conozco, me siento algo inseguro."

Tenía sentido que tuviera ese sentimiento, quizás no reaccionaría igual, pero si saltaría si escucho alguien cerca de él del cual no me ha platicado nunca, aunque aún no teníamos del todo el derecho a cuestionar.

"Lo que tenemos es muy especial para mi "

Añadió.

"Tranquilo, entiendo, después te explico bien las cosas, no te enojes, por favor."

Le pedí añadiendo un gif de un perrito con mirada tierna moviendo las orejas.

"Está bien, te quiero"

Me mando un gif de un conejo animado mandando besos

"Y yo a ti, pasa una bonita Navidad."

"Cualquier cosa llámame, estoy disponible siempre para ti <3 Feliz Navidad, babe."

Se desconecto por lo que di por terminada la conversación, al menos me hizo sentir más tranquilo haber arreglado las cosas con Braulio.

—¿Todo bien? —quiso saber con una voz tímida.

—Si, todo bien.

—Arruine tu navidad —reconoció, me estaba desesperando su actitud fatalista, tampoco es que fuera la peor Navidad de todas las que he tenido, simplemente preferiría estar en otro lado.

—Ni que fueras el grinch Marck.

Al menos logré que sonriera o casi.

—¿No quieres algo de comer? —pregunté para evitar que siguiera culpándose, saqué de las bolsas de mi pantalón algunas de las cosas que compramos colocándolas sobre el cofre.

—Te quedaste con lo dulce—observó, el sacó lo que traía.

—Y tu con lo salado —comente mirando un paquetaxo.

—¿Vamos a sobrevivir con esto? —cuestionó con cierta angustia.

—Debemos, me queda menos de veinte pesos—me quede un momento pensativo—¿Cuántas piezas trae tu pollo?

Marck lo pensó un momento y se mostró más aliviado.

—Trae cuatro, pure y ensalada, también había dos bísquets, pero esos ya me los comí—dijo de una manera que me dio demasiada ternura, me odié.

—Podemos pasar la noche con eso ¿Comiste? —cuestioné, yo tenía cuatro rebanadas de pizza en el estómago y muchas papitas.

—Los dos bísquets

—Comete tú el pollo.

—Vamos a compartirlo, no me insistas por favor—pidió antes de que le reprochara—fue mi olvido el que nos trajo aquí.

—A mí también se me olvidaron las llaves —le recordé, pero me ignoró.

—Lo dejaremos para la madrugada, luego a esa hora me da más hambre.

Suspiré aceptando no seguir con la discusión.

—Lo sé perfectamente—más de una vez recuerdo que nos levantábamos a comer algo a las tres de la mañana.

Escuché el ruido de un paquete de plástico y vi a Marck abriendo una bolsa como si fuera algo que hacía tiempo había querido

—¡Buñuelos! —exclamo, cerré un momento mis ojos conteniéndome, era increíble lo tierno que podía ser sin proponérselo—Quería unos el día de mi boda, pero mi cuñada no consiguió, en cambio me trajo un pan tostado con crema, me arrepentí, me dio náuseas—me contó, no supe que responder ante eso, lo menos que quería escuchar era acerca de ese día, aun trataba de olvidarlo, ese sí que había sido de mis peores días, tome uno y lo mordisquee.

En los siguientes minutos lo único que se escucho fue los buñuelos quebrandose en nuestra boca, de nuevo el silencio volvía a causarme ansiedad.

—No hubo una razón exacta por la cual decidí divorciarme—dijo de repente dejando de lado el pedazo de pan que le quedaba, me quedé tieso, parecía que había notado mi paranoia mental de hace rato—simplemente hice lo que debí haber hecho desde antes de siquiera comprometerme—sus palabras me dejaron atónito—nunca tuvo sentido mi relación con ella—concluyó.

Al menos me quitaba un poco de peso de encima saber que no fui una de las razones, a la fecha seguía viviendo con la conciencia intranquila de casi haberme metido con un hombre comprometido. No tuve nada que decir por lo que continuamos comiendo, una vez que terminamos lo que más migajas soltaba decidí que era momento de entrar al carro, el frio dejaba de ser aguantable.

—¿Entramos al carro? —lo invité sintiéndome algo cohibido, Marck asintió, nos dirigimos a nuestros respectivos asientos y una vez dentro, puse la calefacción.

—Vaya invierno—comentó tomando su vaso de café entre las manos en un afán de calentárselas.

—Vaya invierno—repetí frotando mis manos tratando de recuperar la movilidad de mis dedos.

No podía con los nervios que sentía, no tenía la menor idea de cómo transcurrir las siguientes horas, había perdido mis ganas de querer saber cómo llegó hasta este punto, de ahí en más no encontraba otro tema de conversación, era terrible dado que antes hasta el semáforo podía dar pie a una buena plática, saqué mi celular y empecé a ver mi galería solo por hacer algo.

—Ese chico...—comenzó a decir, alcé mi mirada—el que estaba en...—hizo una pausa—el que llevó el caldo—agradecí que no mencionara la penosa manera en que encontró a Oscar—mencionaste que es tu ¿Socio?

No esperaba acabar contándole de mi vida, menos esta noche, sin embargo, no había más de que hablar, para mí significaba romper la barrera que había mantenido todo ese tiempo.

—Inicié un negocio con él—le conté—organizamos eventos corporativos.

Marck se mostró asombrado.

—Suena increíble.

—Lo es—admití sin poder reprimir una sonrisa.

—¿Se conocen de mucho?

Me quedé pensando, sentía que conocí a mi mejor amigo desde hace años, pero realmente no era mucho si hacia cuentas.

—Poco más de dos años—respondí sorprendiéndome, en verdad que era poco tiempo que lo conocía—Se llama Oscar—añadí dado que la conversación agonizaba.

—¿Es el dueño de Ikki?

Me asombraba que pudiera recordar esos detalles de pláticas de tiempo atrás, teniendo en cuenta el lugar donde nos encontrábamos y el motivo.

—Si, lo recogió de la calle.

Marck asintió y miró alrededor como buscando de que más hablar.

—Tu gato...—comencé a decir ya que hablamos de mascotas.

—Silvio—sabía el motivo del nombre, por lo que comprendí su batalla por el animalito—me lo regaló Aim antes de irse al extranjero—agregó, eso no me lo esperaba—llego de tres meses, ahorita ya cumplió cuatro.

De nuevo la plática se apagó, por lo que encendí el radio esperando que en algo ayudara a ese mal ambiente.

—Si no fuera por el hace mucho hubiera aceptado el trato de Aim—dijo rompiendo de nuevo el silencio.

—¿En qué consiste? —quise saber fingiendo que no tenía la menor idea.

—Renunciar a todo, en este punto de mi vida ya no me importa perder todo por lo que trabajé, lo único que quiero es paz mental. Pero, no me siento capaz de renunciar también a el.

Lo conocía tan bien que se me hizo asombroso su parecer, estaba viendo un Marck diferente que había aprendido lecciones de la vida de la manera más dura, podía notar la decisión de afrontar las consecuencias.

—Bueno... podemos hacer un secuestro —me atreví a bromear—no es como que te pongan una denuncia por extracción de menores.

Soltó una risa que se sintió como si en ese momento me hubiera abrazado, no solo es que me gustase el sonido, hacia tanto tiempo desde la última vez que lo vi reírse de esa forma, ni siquiera Ikki lo había logrado.

—Pero el allanamiento de morada si—observó.

—Era tu casa... propiamente dicho no lo sería.

Marck volvió a reírse.

—Solo tu podrías proponerme hacer algo que pudiera considerarse un delito.

—Mi hermano es abogado—le recordé fingiendo cierta presunción

—¿Te ayudaría?

—No—respondí perdiendo la actitud—fue lo primero que nos advirtió cuando decidió estudiar leyes.

De nuevo se río, no sabía si era buena señal, pero al menos me sentía un poco más cómodo.

—Lástima, es buen abogado—reconoció.

—Gracias.

Nos quedamos de nuevo en silencio, pero esta vez me sentí menos ansioso. Una vez más mi celular vibró esta vez era Oscar, ya se me hacía extraña su ausencia, era un mensaje:

«Me castigaron el celular, no tengo mucho tiempo ¿Cómo te la estas pasando?»

Ganas me sobraban de contarle mi situación actual pero dada la situación no quería entretenerlo, en cualquier momento Tita podía cacharlo.

«Todo bien ¿Y tú?»

Le respondí de inmediato

«Excelente, voy a regresar como un tamal de masa»

Leer esa delicia me hizo desear estar allá

«Mejor regresa con uno y no como uno xD»

Traté de mantener mi humor de siempre para evitar levantar sospechas

«El próximo año te voy a traer y regresaremos como tamales juntos <3»

Me agrado la idea, esos tamales eran mi adicción.

«Acepto»

Inserté un emoji de un anillo al que me respondió con un gif del bebé dinosaurio riendo.

«Oigo pasos, alguien viene, huyo»

Agregó un gif deseándome feliz navidad, al que respondió con otro gif, antes de que se desconectara me mandó una foto de Ikki teniendo su banquete navideño con otros perritos.

—Mira—llame a Marck que se había entretenido empezando a mordisquear un pollo, giro la cabeza y vio lo que le enseñaba en el celular,

—Parece ser que está teniendo una buena noche—comentó viendo con ternura la foto. —¿Quieres pollo? —dijo ofreciéndome el bote donde estaban.

—Pensé que lo guardaríamos para la madrugada —comenté tomando uno.

—Aún quedan dos, y papitas—respondió volviendo a mordisquear el pollo.

"Take on me" comenzó a sonar en la radio, comencé a medio cantarla, era la favorita de Gus y Andrés, cuando sonaba comenzaban a cantarla y bailar, era el momento que más interacción llegaban a tener, eso me hizo caer en cuenta que entre ellos la convivencia era casi nula

—¿Te gusta esa canción? —preguntó interrumpiendo mis murmullos.

—Llego un punto en que me tenía harto —reconocí—Andrés y Gustavo les encantaba y cada que podían la ponían.

Marck sonrió.

—Sergio la detesta, se le hace demasiado cursi, aunque reconoce que el video es muy bueno.

Sentí que mi momento llegó, años leyendo revistas de músicos de Gus debían servirme de algo.

—¿Sabes que es la animación rotoscópica? —se quedó pensando un momento y luego negó con la cabeza —a pues es una técnica que combina imágenes en vivo con animación dibujada.

—¿A si es como hicieron el video?

—Si, grabaron las escenas en vivo en una cafetería en Inglaterra. Y de ahí partieron.

Los siguientes minutos proseguí a contarle todo el proceso que se realizó para obtener el video, Marck me miraba absorto en lo que le decía, ese tema dio pie a seguir hablando de música, por lo que acabamos teniendo una amena conversación contrario a lo que esperaba, Marck también sabía bastante gracias a su hermano que tenía un vasto conocimiento del tema desde que recordaba.

Habíamos pasados meses en el mismo departamento, compartiendo más de doce horas diarias y sin embargo aun teníamos cosas que contarnos, me pareció increíble.

El agradable momento fue interrumpido esta vez por el celular de Marck.

—Mierda—exclamo al ver el número—por suerte solo sirve para llamadas—dijo más para sí, en efecto su celular era una piedra, de esos que antes se usaba, tomo aire y bajo del coche cortando el insistente tono típico de Nokia.

Me quede con la curiosidad de quien le había hablado, aunque a juzgar por su reacción era su hermano, y por lo que podía deducir no estaba enterado de su situación actual.

Tardó un buen rato en regresar, por lo que volví a entretenerme con mi cel hasta que regreso, entro al carro y soltó un exalido parecía tenso como cuando pasas por un largo interrogatorio.

—¿Todo bien? —pregunté por cortesía.

—No he sido capaz de decirle de mi situación a Sergio—admitió —por suerte este año no pudo venir, de por si las cenas son incómodas y fingiendo que no pasa nada peor.

—¿Aun no te arreglas con él? —para ese punto de la noche ya me daba igual empezar a inmiscuirme en sus asuntos.

—Al contrario, estamos en nuestro mejor momento, el problema siempre ha sido mi "familia política"—dijo en tono irónico, soltó un suspiro—me es difícil admitir que tenía razón, me lo advirtió tantas veces.

—Los hermanos mayores tienen un sorprendente instinto, puede ser difícil pero no tardes tanto en tomar valor a hablar con él.

—Lo sé, no quiero volver a como estábamos—guardó un momento silencio, luego me miró con cierto susto—¿Tu hermano sabe de...? — dijo señalándonos

—¿De ahorita o de antes? —cuestioné, Marck no parecía querer saber por lo que desvió el tema, lo agradecí porque yo tampoco quería responder.

—Lo más difícil es no poder ver a mi sobrina.

—Cierto, me habías comentado que tu cuñada estaba embarazada —recordé, sonrió.

—Si, es una preciosa niña.

—Ya debe estar enorme.

—Cumple cinco el próximo año.es muy dulce a veces me recuerda a mi mamá. Traigo una foto de hecho.

Sacó su cartera la pobre daba pena ajena, más que nada había varios tiques, sacó una foto de bolsillo de esas que dan en las escuelas a finales de año, me la mostró.

De hecho, tenía un sorprendente parecido a la mamá de Marck, la recordaba porque llevé a agrandar la foto, labios delgados, la carita pequeña y puntiaguda, con unos ojos enormes y pestañas largas.

—Es muy bonita—comente.

—Se llama Alelí, como...

—Las flores favoritas de tu mamá—completé, sorprendido asintió.

—Así es.

—Muy lindo nombre—hice una pausa—Yo también tengo un sobrino—añadí para seguir teniendo de que conversar.

—¿A si? ¿De cuál de tus hermanos?

—El que sigue de mí, Andrés.

Marck se quedó un momento pensativo

—Es el que con el que menos te llevabas ¿No? —asentí

—Actualmente nuestra relación es menos conflictiva, mira es el—dije sacando mi celular y buscando una foto de Iván, se la enseñé—se llama Iván.

—Si no me hubiera dicho que era tu sobrino habría creído que es tu propio hijo —dijo con una sonrisa.

—Se parece mucho a mi hermano y yo a él.

—Se ve enorme ¿Cuantos años tiene?

—Cumple cuatro en abril

—Casi de la edad de Alelí, ella es de junio.

Y así proseguimos platicando de las aventuras de nuestros sobrinos, los niños siempre serían tema de conversación porque hacen o dicen cada cosa, que historias sobran por contar, aunque sean ajenos.

Por fortuna casi llegábamos a medianoche y no nos había ido tan mal, encontramos la manera de mantener una conversación digamos fluida y la situación ya no era tan incómoda.

—Faltan diez para las doce—comentó Marck fijándose en la hora.

Me imaginé el desastre que en este preciso momento debía estar siendo en mi casa, siempre nos ganaba la hora por lo que andábamos corriendo en los últimos minutos. Sonreí.

—Ya deben estar por apagar todo —comente al aire, Marck me miro confundido—tenemos la tradición de encender el arbolito justo a las doce—explique.

Asintió comprendiendo.

—Esta es tu festividad favorita ¿Verdad?

—Si, todo me parece mágico y cálido, —respondí de inmediato.

—Sinceramente, después de que mi madre falleciera, es hasta esta Navidad que siento algo de lo que mencionan tanto.

Un escalofrió me recorrió por el cuerpo ajeno a la temperatura del ambiente

—Estamos en un carro comiendo pollo frio—observé casi en susurro.

—Y aun así se siente cierta magia—respondió dándome una tímida sonrisa, no podía con él era inevitable que aún me acelerar el pulso.

—Faltan tres—dije desviando la mirada.

Marck movió los ojos hacia arriba como pensando, hizo un recorrido en círculo y finalmente pareció que la idea había llegado.

De la bolsa del pantalón sacó un pequeño foco.

—Lo compré para usarlo de llavero—explicó.

—¿Que vas a hacer? —quise saber ya que parecía tramar algo.

—Ya verás—apagó la luz del carro dejando todo en penumbras—ya solo faltan dos—dijo señalando el tablero.

Entonces empecé a entender su plan, saqué mi celular para ver la hora exacta con minutero.

Finalmente dieron las doce en punto, en ese momento Marck encendió su foquito. El espacio se llenó de múltiples colores, pudiendo apreciar la cara de quien tenía a un lado.

Podía notar la ilusión en su sonrisa por un momento dejé de ver al Marck adulto y empecé a ver al Marck niño, y es cuando no pude negar que como el mismo dijo, se sentía cierta magia.

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