Bien
Al día siguiente del cumpleaños de Gustavo, empezamos los preparativos para la cena de año nuevo, como era costumbre mi madre y yo nos encargamos de tenerla lista antes de la fecha, mientras los demás se dedicaban a otros quehaceres del hogar, Iván seguía aun enfermo con algo de tos, pero seguía siendo el mismo niño alegre que iba y venía por la casa, riendo y jugando, nada parecía dar señales de estar empeorando.
La noche previa a año nuevo mis hermanos mayores, Gus y Leo, se retiraron después de la comida, no dudaba que el motivo era uno por esa chica de la que me hablo y el otro por Joaquín.
La primer señal que tuvimos de alerta fue que Iván quiso dormirse después de la comida, sin esperar la cena ni mucho menos a su papá que tal como ya estábamos acostumbrados en esas fechas se encontraba trabajando arduamente, sin embargo, se podía considerar normal porque estar enfermo te agotaba y muchas medicinas podían ocasionarte somnolencia.
El resto del día lo pase con Marianita jugando y viendo películas, echaba de menos este tiempo de calidad solo con ella, pasada la medianoche tanto Andrés como nuestros padres nos mandaron a dormir bajo amenaza de pobre de aquel que hiciera el menor ruido.
Continuamos nuestro relajo en el cuarto de ella, procurando estar lo más silenciosos posibles, aunque era difícil jugando UNO y teniendo a una hermana que se le olvidaba el apellido, después de algunas rondas paramos porque el sueño nos cerraba los ojos, apagamos la luz y nos acostamos, pero seguimos platicando hasta que alguno de los dos se quedo dormido.
Me desperté poco después, para ir al baño, había consumido demasiado refresco y eso me ocasionaba unas ganas locas de orinar a cada rato, por lo que no me quedo de otra que salir de la comodidad de la cama, con cuidado de no despertar a Mariana.
Sali de la habitación a trompicones, intentando mantener los ojos lo suficientemente abiertos como para no estrellarme, pero tampoco para perder el sueño.
Ya iba a medio pasillo cuando una voz ronca me llamó.
—Alan.
Me detuve sintiendo que el corazón se me subía hasta el cuello, las piernas comenzaron a temblarme, mire hacia donde provenía la voz, la imagen con la que me tope no ayudo a calmarme, al menos era un ente terrenal, en específico Andrés sin embargo como tenía el celular iluminándole el rostro parecía un espíritu maligno.
—Jesús—exclame, llevándome la mano al pecho—casi haces que se me vaya el cuerpo del alma.
Caí en cuenta que había hablado al revés, estaba por corregir lo dicho cuando el abrió la boca interrumpiéndome.
—Iván se siente mal—soltó con voz temblorosa.
—¿Qué? —pregunte intentando comprender estando medio dormido y con un susto que aun hacia latir mi corazón como burro desbocado.
—No puede respirar. Su doctor no responde—cada vez su voz flaqueaba, me perturbaba cada vez mas verlo en ese estado.
—Voy a decirle a mamá. —dije siendo la única solución que se me vino a la cabeza.
Asintió y regreso a la habitación de donde había salido, fui a trompicones hacia la habitación de mis padres, sin saber exactamente que decir, como tocar o como anunciarme, era la primera vez que tenia que dar un aviso como este a estas horas.
Para mi fortuna la puerta estaba abierta.
—Mamá—llamé con suavidad en un intento de no espantarla—Mami—repetí nervioso.
—¿Qué paso? —pregunto adormilada incorporándose de golpe.
—Es Iván, se siente mal, no puede respirar, su doctor no responde—recite con rapidez lo mismo que había dicho mi hermano.
—¿Iván? —pregunto papá también incorporándose.
—Hay que llevarlo al hospital—indico mi madre comenzado a ponerse unos tenis—¿Andrés esta con él?
—Si.
Una vez que estuvo calzada salió de la habitación.
—¿Despertamos a Mariana? —quise saber al adulto que aún quedaba en la habitación.
—Si aun no se ha enterado es mejor no asustarla, hijo. Llévalos, yo me quedo con ella.
Admiraba la tranquilidad casi imperturbable de mi padre.
—¿Y los demás?
—Es mejor avisarles cuando sepamos que pasa, de nada sirve preocuparlos.
—Voy por unos tenis.
Fue lo mas que pude decir, me dirigí a la habitación donde se encontraban mis cosas. No tuve claro que paso en la siguiente hora, entre en automático por mas que intente mantener la cabeza fría. Pase de estar en la casa a estar en la sala de urgencias a un lado de mi madre esperando que Andrés saliera con noticias del estado de Iván. Fueron los minutos más inquietantes que había vivido. Pese a que Leo constantemente nos hacia venir aquí nunca sentí la angustia que estaba experimentando, dentro de mi sabia que no pasaba de tres o cuatro puntos, pero con mi sobrino no tenia la menor idea de que le sucedía.
Me mantuve mirando constantemente la hora en mi celular, pero pese a que sentía que había pasado una eternidad apenas llevábamos veinte minutos esperando, sentía la necesidad de mandarle mensaje a Braulio, pero me incomodaba hacerlo a un lado de mi mamá.
Tras otro cinco largos minutos salió Andrés, no supe descifrar el gesto en su rostro, aun mantenía el ceño fruncido y los labios apretados, se acerco a nosotros.
—Le pusieron oxigeno y van a realizarle estudios y una tomografía para dar un diagnostico exacto.
—¿Qué es lo que suponen? —pregunto mamá.
—Neumonía—respondió con un hilo de voz, no tenia la menor idea que tan grave podía ser eso, pero a juzgar por el gesto de ambos era de preocuparse.
—¿Van a subirlo a piso?
—Si ¿Puedes acompañarnos? —pidió, ella asintió.
—Háblale a tu padre por favor para decirle, quédate aquí.
Repetí el gesto que hizo, me palmeo el hombro como en un intento de darme algo de calma y se fue con mi hermano.
Observe mi celular, no me gustaba ser al ave de mal agüero pero no me quedo de otra, marque el numero de la casa, papá respondió, le dije lo poco que sabía apenas descolgó.
—Tranquilo Al, todo va a estar bien —intento animarme—Yo le aviso a tus hermanos, tu espera allá.
Agradecí que el les diera la noticia, sin decir algo más terminamos la llamada, comencé a hacer lo peor que puedes hacer en esos casos, buscar informacion en internet. Tras ver varias paginas y estadísticas poco alentadoras detuve mi lectura, por algo decían que el que nada sabe nada teme, lo único que había logrado era angustiarme mas, además sumado el peso de la culpa sentía un hueco en el estomago que hacia que me costara trabajo respirar.
Mamá regreso al poco rato, solo para pedirme su bolsa para ir a hacer los papeleos de la hospitalización, una vez conseguido lo que necesitaba fue hacia la recepción.
Recargue mis codos sobre las rodillas retorciendo las manos hasta que sentí que alguien me tocaba el hombro alce la mirada encontrándome con mi papá que me miro de una forma compasiva sin decir nada, detrás de él venían mis hermanos y Joaquín me sorprendió la rapidez con que llegaron, aunque quizás ya había pasado más rato del que percibía, en esas circunstancias era fácil perder la noción del tiempo.
—¿Subieron a Iván? —quiso saber de inmediato Gus, me incorpore.
—Si, mamá esta allá—respondí con voz casi robótica, señalando hacia donde se encontraba.
—Voy con ella—dijo papá, se encaminó hacia ella dejándonos solos.
Mire de reojo a quienes acababan de llegar, Todos tenia una cara de preocupación y seriedad insólita sobre todo para Leo.
—No debiste sacarlo tan tarde—soltó de repente hacía Mariana.
—¡Tu fuiste el de la idea! —exclamo asombrada del reclamo.
—Lo hubieras tapado más—siguió reprochando.
—Traía gorro, chamarra, sudadera, pantalón térmico y botas de peluche —espeto poniendo los ojos en blanco—en todo caso Alan tiene más peso, por andar de buen samaritano a las tantas de la madrugada a media calle.
Me destanteo que mi nombre saliera de repente en la conversación.
—¿Media calle? —cuestiono Gus que hasta ese momento había estado más atento a nuestros padres que a nosotros—creí que estabas dentro de algún hospital.
—Si bueno, tuve que estar saliendo y..
—¡Peor aun! ¡Se pudo traer cualquier bicho! —exclamó Leo interrumpiéndome.
—¡Andrés está en un hospital todos los días! —respondí dejándome llevar por mis emociones y así comenzamos una discusión entre todos.
Había problemas entre nosotros, discutíamos a veces, pero nunca era en serio, siempre acabábamos molestándonos y riendo, esta no fue la ocasión.
Joaquín estaba intentando conciliar, pero no le hacíamos caso, ya ni siquiera sabía que estábamos discutiendo.
—¡Dejen de pelear! —espeto alguien de repente rompiendo el círculo callándonos—¡Estamos en un hospital, caramba! —nos regañó nuestro padre, pocas veces se alteraba asi por lo que tenía más efecto, casi podía notar que todos dejaron de respirar por un segundo—No sirve de nada echarle la culpa a nadie, pudo ser cualquier cosa. En este momento su hermano los necesita y discutir no lo va a ayudar en nada. Vamos a salir de esto como familia, así que se compórtense y respeten a los demás.
En realidad la sala estaba vacía pero nadie lo contrario.
—Leo ve por Andrés para que desayune—comenzó a ordenar—Gustavo y Alan vayan con su madre a las oficinas—oír nuestros nombres de tal manera nos achicó, el no solía llamarnos asi—Joaquín—el aludido dio un respingo hasta ese momento había tratado de volverse uno con la pared—¿Puedes llevarnos a la casa? —dijo con más amabilidad señalando a Mariana.
—Claro.
—Ten las llaves del auto—dije entregándoselas. Sin decir algo más cada uno se fue a donde le indicaron.
Leo desapareció tras tomar el elevador mientras Gus y yo fuimos con mi madre en completo silencio, aunque mientras íbamos por el pasillo sentí su constante mirada sobre mi, en cualquier momento iba a soltar el interrogatorio.
Llegamos a la oficina donde nos encontramos con mamá nos dio algunas indicaciones y se fue dejándonos a cargo para ir a alcanzar a papá. Mi hermano fue quien hablo y se encargó de la hospitalización, el seguro y todo lo que implica. No supe cuánto tiempo tardamos, pero para cuando volvimos a la sala de urgencias el sol ya se veía resplandeciente afuera.
—Vienen bajando—me indico mi hermano mientras veía su celular, a los poco minutos Leo y Andrés se acercaron a nosotros.
—¿Comemos algo por aquí o vamos a la casa? —quiso saber Leo.
—Algo por aquí, necesito regresar—respondió Andrés—ustedes pueden traerme las cosas de la casa.
Gus, Leo y yo nos miramos entre nosotros, como consultando si debíamos acceder.
—Vamos a la casa Andrés, comes, te das un baño y organizamos quien lo cuidara—indico el mayor de todos, parecía querer reprochar, pero Leo lo atajo.
—No pensaras que te la vas a aventar solo, para algo tienes tanta familia.
Esas palabras lograron conmoverlo y no decir algo mas, salimos del hospital para tomar un taxi, era evidente la tensión producto de la discusión que habíamos tenido, pero Andrés parecía no darse cuenta, lo cual era bueno ya bastante tenía con su hijo para aparte lidiar con nuestras peleas sin sentido la cual me hacia tener un peso mas encima.
Cuando llegamos a la casa estaban terminando de desayunar, fue una buena oportunidad para decidir lo siguiente que haríamos mientras comíamos los que recién llegamos.
—Voy a pedir mis vacaciones para poder cuidarlo—dijo Andrés.
—Pero no te la vas a echar solo —repuso papá repitiendo las palabras de Leo.
—Yo estoy completamente libre, hermanito—le recordó Mariana.
—En lo que necesiten estoy disponible en cualquier momento—añadió Joaquín.
—Lamentablemente solo podría en las tardes—dijo Leo
—Yo ya estoy libre—dijo Gus.
—¿No habías dicho que no te dejarían ir hasta que cerrarse todos tus casos? —cuestiono Leo.
—Por eso—respondió, lo mire sin poder ocultara mi sorpresa, para mi extrañeza Gus me evito la mirada, sentí un alivio extraño si mi hermano podía tomarse vacaciones significaba que lo de Marck estaba resuelto, lo que era igual que al fin se había desecho de Aim ¿o no?
—¿Alan? —me llamo mi madre regresándome al presente.
—Oscar llega hasta el seis, no tengo inconvenientes—respondí aun intentando toparme con los ojos de mi hermano intentando descifrar que había sucedido, sin éxito.
Escuchada la disponibilidad de todos, nos organizamos, la primer noche Andrés la cubriría. Levantamos la sesión y nos dispersamos, no supe que fueron a hacer los demás porque me salí al patio trasero.
Ese lugar era mi espacio de silencio, a veces me abrumaba tener la casa llena por lo que me salía a tener un poco de tranquilidad, era espacioso, aun se conservaban los juegos que un día los reyes nos trajeron que consistía en dos columpios y una resbaladilla, misma que fue la causante de algunas de las visitas de Leo al hospital.
Me senté en un columpio balanceándome un poco, mi celular vibro lo saqué pensando que era un mensaje, pero en realidad fue el aviso de que se había muerto la pila, para cargarlo debía entrar y por el momento no deseaba hacerlo, volví a guardarlo. Seguí balanceándome, mirando al cielo perdiéndome un poco hasta que una vocecita llamó mi atención.
—Ali—me llamo Boo desde la puerta, salió acercándose a mi—Ya se fueron, Joaquín fue a dejar a Andrés al hospital, a Leo al trabajo y a Gus a no sé qué.
Asentí agradeciendo su informe.
—Ali—volvió a llamarme parecía compungida—perdóname—soltó.
Su disculpa me tomo por sorpresa.
—¿Por qué te disculpas? —cuestione.
—Por echarte de cabeza, hable de más. Soy una soplona, simplemente se me soltó la lengua, no pensé en a quien se lo decía, no quiero ocasionarte problemas, soy muy mala hermana —recito con una sorprendente rapidez, le sonreí.
—No tienes por que disculparte, era inevitable que tarde o temprano se supiera la verdad y más con Gustavo, es sorprendente la intuición que tiene.
Mariana se mostró más aliviada y se sentó en el columpio contiguo.
—¿Te ha dicho algo?
Negue con la cabeza.
—De hecho, desde que dijo que ya había cerrado sus casos ni siquiera me ha mirado.
—Entonces... ¿crees que al fin es libre? —preguntó refiriéndose a Marck
Eso es lo que quería creer, pero algo me decía que no era asi.
No respondí, ni ella dijo algo más simplemente nos quedamos balanceándonos en silencio.
—¿Iván va a estar bien? —soltó de repente.
Su pregunta me hizo voltear a verla, estaba tan hundido en mi propia preocupación y culpa que no me puse a pensar en mi hermana y lo que pudiera estar pensando, me levante y me pare aun lado de ella poniendo mi mano en su cabeza.
—Va a estar bien, es un niño sano—le asegure intentado darle algo de calma, aunque yo careciera de ella.
—Debí hacerle caso a Andrés—dijo agachando la cabeza—No debimos salir tan noche.
—¿A cuál noche te refieres? —quise saber ya que fue uno de los tantos reclamos de Leo.
—Cuando te enfermaste salimos al cine, el ñeñe estaba muy inquieto y solo se nos ocurrió llevarlo a la placita que está aquí cerca, pero con este frio...
Alguien más sentía el peso de la culpa, pensé.
—Pudo ser cualquier cosa Boo—dije repitiendo el consuelo de mi padre.
Mi hermana me abrazo recargando su cabeza en mi estómago, la reconforte acariciándole el cabello, sabia que dijera lo que dijera no le iba a dar sosiego, lo sabía por experiencia propia.
—Creo voy a ir a dormir—dijo tras algunos minutos—debemos estar lo más descansados posible.
Me soltó y se puso de pie.
—Creo que me quiero quedar otro rato aquí—respondí, me sonrió y asintió, se estiro un poco y me dio un beso en la mejilla.
—¿Sabes que te quiero mucho?
—Claro que sí, Boo, yo también te quiero mucho—le dije plantándole un beso en la frente.
—No te quedes a fuera mucho rato, Ali. Esta frio—dicho esto entro a la casa.
Me quede contemplando el patio, donde podía evocar muchos de mis recuerdos de infancia compartidos con mis hermanos, haber peleado como lo habíamos hecho en el hospital me hacía sentir un nudo en la garganta.
Comencé a sentir el ansia de estar desconectado por lo que decidí entrar, la casa se sentía vacía muchas veces disfrutaba tenerla asi para mí, pero no fue en esta ocasión, era horrible la sensación de que alguien faltaba.
Camine con desgane hasta el cubo de las escaleras, observe hacia arriba sin ánimos de subir por lo que acabe arrastrándome en busca del algún cargador olvidado en la planta baja, encontré uno entre los cojines del sillón, conecte mi celular y me eche a esperar que cargara, pero no tarde en caer dormido había sido una larga noche.
Me desperté porque sentí el peso de algo suave sobre de mi cuando abrí los ojos me topé con la cara de Gustavo haciéndome sobresaltar.
—Perdón no quería despertarte—se disculpó, me había echado una cobija, sin quitármela de encima por completo me incorpore y me estire.
—Gracias—musite, mi hermano se sentó a mi lado, lo que había querido evitar estaba sucediendo en cualquier momento me haría hablar, el momento era propicio.
—¿Tienes algo que contarme, Al? —pregunto finalmente mirándome por el rabillo del ojo.
—¿Tú tienes algo que contarme? —replique con rapidez, sabía que la peor manera de fingir que nada pasaba era regresarle la pregunta, Gus giro a verme con un gesto nervioso.
—No es que no quiera decirte—empezó a decir—es solo que...—hizo una pausa.
—¿Marck por fin se libró de Aim? —pregunte de forma directa, me era inevitable querer saber, era como la última cosa por resolver para al fin sentirme en paz por completo.
—Es lo más que hubiera querido—respondió con desanimo—Simplemente llegó a mi oficina diciendo que daba por terminado el asunto, obviamente no pude pedirle demasiadas explicaciones más allá de las que me a competen.
Me mordí el labio, sentía una especie de algo parecido a ira, hacia pocos días había visto un cambio en el, creí que lucharía y no que se rindiera tan fácil ¿o acaso fui un motivo por las cuales termino tomando esa decisión?
Escuchamos que el portón se abrió de forma abrupta haciéndonos sobresaltar, después de eso la puerta se abrió como de cantina.
—Clima tan feo, sol y aire helado—se quejó quien llego.
—¿Tienes que entrar de esa forma, Leonardo? —se quejó Gus quien se había llevado la mano al pecho.
—No te estoy diciendo que es el aire—repuso, el ambiente seguía siendo algo tenso.
—¿Joaquín vino? —quise saber.
—Paso por la comida y por Andrés—respondió—¿Y los papás?
—Aun duermen, igual que Mariana.
—Bueno, ya los despertaremos cuando haya que comer.
Acabo de entrar a la casa y se sentó entre nosotros, jalo de la cobija quitándomela por completo, no me queje, que él se tapara significaba que caían pingüinos afuera.
—¿Vemos algo mientras esperamos? —pregunto Gus, tanto Leo como yo hicimos un ruido afirmativo, tomo el control y se puso a pasar entre los canales dejándolo en la película de Elf, de apoco el ambiente se fue aligerando y comenzamos a comportarnos como siempre, algunas risas salieron de nuestras bocas y una que otra broma, me dio alivio que pese al gran problema que tuvimos y el hecho de que Iván no estuviera en casa pudiéramos disfrutar de un momento asi.
A media película llego Joaquín junto con Andrés y las pizzas, de apoco los que seguían durmiendo fueron apareciendo, reuniéndonos a la mesa, el ambiente era extraño había una que otra risa, pero hacerlo se sentía inadecuado, una vez que terminamos de comer comenzamos a decidir que proseguía.
Leo y Gustavo fueron a dejar a Andrés mientras los demás nos quedábamos viendo una película al no tener más que hacer. Al poco rato los que se fueron regresaron uniéndose. Cerca de las once empecé a cuestionarme que proseguía.
—Supongo que deberíamos descansar para estar al cien mañana—comento Gus levantándose.
—Pero... ¿Y la cena? —cuestiono Mariana.
—Podemos dejarla para la comida de mañana—respondió el mayor.
—Creo que deberíamos cenar como siempre—comentó Leo también poniéndose de pie—podemos hacerles una videollamada—sugirió viendo hacia nuestros padres en espera de su aprobación.
—Si, creo que sería lo mejor para Iván—acepto mamá.
—Si, creo que se animara si nos ve celebrando—añadió papá.
Gus no parecía del todo de acuerdo, pero accedió por lo que comenzamos a preparar la mesa, las uvas y la sidra. Para cuando estaba lista la mesa ya faltaban diez minutos ara el fin del año.
—Ya está conectado Andrés—indico Leo colocándolo en medio de la mesa.
—¡Vita! —se escuchó de inmediato la voz de Iván un tanto ahogada al ver a nuestra madre en escena.
—No te muevas mucho hijo.
—¿Cómo está el niño precioso? —pregunto su abuela acercándose más al celular.
—Como celular.
—¿Cómo? —cuestiono Mariana.
—Conectado a un montón de cables—resoplo con hartazgo, fue inevitable que todos nos riéramos.
Contra lo que hubiera esperado el mismo Iván hizo que el ambiente se aligerara, cuando estaban por dar las doce empezamos con las uvas, Andrés había conseguido unas cuantas por lo que nos acompañó en el ritual, terminado este nos deseamos feliz año nuevo y después se hizo un silencio incomodo,
—¿Mañana vienen? —soltó el niño.
Nos miramos entre todos sin tener una respuesta.
—Mañana vemos ¿Si, corazón? —respondió nuestra madre.
—Vayan a descansar—dijo papá
La respuesta no le alegro mucho, pero se resignó, nos mandó besos a todos y se desconectaron.
—También nosotros deberíamos ir a descansar—indico papá.
Nadie rechisto, nos levantamos con pesadez de la mesa entre el cansancio y el exceso de comida, repartimos besos y abrazos deseándonos un feliz año y pasamos a desfilar a los dormitorios.
Gus y yo nos dormimos en la habitación que antes era de Andrés y Leo, mientras que en nuestro antiguo cuarto se quedaron Leo y Joaquín.
Mi hermano no aprovecho el momento para interrogarme lo cual agradecí, no tenia ganas de volver a sacar el tema, me sentía inquieto y no podía conciliar el sueño, el rechinido de la cama contigua me indicaba qué Gustavo estaba en las mismas circunstancias.
Perdí la cuenta de cuantas veces di de vueltas en la cama hasta el cansancio cedió dando paso al sueño, aunque no era profundo con cualquier ruido me despertaba sobresaltado, me sentía expectante como si en cualquier momento fuera a suceder algo. Comencé a soñar que estaba en un campo muy bonito, tipo el de Heidi, desde donde estaba veía a un grupo de personas vestidas de negro reunidas en medio círculo mirando lo que parecía una pequeña lápida, quería acercarme pero me daba terror saber quiénes eran y quien estaba bajo tierra, intenté moverme pero me sentía clavado al piso una llama apareció caminando hacia mi, no entendía que quería, porque se acercaba, ya estaba cerca de mí, tres pasos más y la tendría enfrente, un golpe suave me hizo despertarme de golpe, sintiendo que me hacía falta el aire, me senté mirando a la puerta expectante.
—¿Puedo quedarme? —susurró la vocecita de Mariana asomándose.
Parecía que todo estaba viendo por lo que pude recuperar un poco la respiración normal, Gus levantó la cabeza, después alzo su brazo para invitarla a la cama, ella corrió hacia él y se le acurruco como cuando era pequeña.
—¿No podías dormir? —preguntó.
—No, la noche se siente como inquietante ¿no crees? —respondió terminando de acomodarse.
—Tratemos de dormir—le dijo tapándole con la cobija.
Los miré un momento y decidí ir, me sentía solo.
—Alan—protestó Boo.
—Haz cancha—pedí haciéndome espacio.
—Ya no son tan pequeños eh—se quejó Gus empezando a quedar atrapado contra la pared.
—Me sentí solito—admití.
—Espero no amanecer como el gato de Poe.
Mariana soltó una risita adormilada, finalmente tras algunos empujones logramos empezar a conciliar el sueño, estaba a punto de caer profundo de nuevo cuando la puerta se abrió sobresaltándonos.
—Ay que bonitos, están como sardinas—susurró la voz de Leo—hagan cancha, ahí les voy. —dijo acercándose a la cama.
—¡Ya no cabemos! —exclamó Gus.
Leo lo ignoró y cayó en la cama
—¡Leonardo! —grite por lo bajo al sentir como se reducida el poco espacio que quedaba.
—¿Y pato? —cuestiono Boo con voz ahogada.
—Últimamente ha estado roncando mucho, de por si no puedo conciliar el sueño.
—Ya soy uno con la pared —musito Gus.
Después de algunas quejas nos resignamos a la invasión de Leo y acabamos durmiéndonos. A saber, como le hicimos para caber en esa cama qué era un término medio entre individual y matrimonial aunado a las formas de dormir de cada uno. Gus se dormía como muerto, Leo como chinicuil en aceite y Mariana como rehilete, las quejas qué había recibido de como dormía es que de repente me daban tics y movía de forma abrupta alguna extremidad aun así Extrañamente pude descanse.
Sabía que a la mañana siguiente que despertáramos las cosas volverían a estar bien entre nosotros, no necesitábamos hablarlo todos entendíamos que habíamos hablado desde todas las emociones que el evento nos ocasionaba, al menos eso me quitaba un peso de encima.
Había sido un año nuevo extraño, aunque habían sido pocos años con Iván hizo falta esa pequeña criatura que con su espontaneidad e inocencia nos hacía reír a todos, hasta a su padre que a veces me hacia dudar que fuera humano.
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