»4«
Dan estaba echado sobre el pecho de su novio, manos debajo de la caba a modo de almohada y largas piernas entrelazadas con las del pelinegro.
—Amor, necesito que te muevas un poco a la derecha—pidió Phil, quien tenía una mano en la espalda baja de su novio y otra sosteniendo su celular por encima de los rizos castaños.
—No quiero, deja eso y quiéreme—demandó por tercera vez el tritón, ojos avellana un poco más oscuros—. En serio, Phil, te ayudo a hacer eso al rato. Quiero un abrazo.
El pelinegro rodó los ojos, pero de todos modos apagó el celular y sonrió un poco.
—Te amo pero este sillón me está encajando algo en las costillas, ¿nos apapachamos en la cama?
No era necesario que le preguntaran dos veces a Dan.
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