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23. Tú decides

Corrí lo más rápido que pude y me quedé a dos pasos de ella.
La miré atentamente, observé su cabello corto de ese castaño claro que tanto me gusta(ba) y esos ojos de ese color cobrizo que tanto extraño(aba) contemplar.
Mis manos comenzaron a temblar y alcé mis brazos hasta ella, cerré mis ojos hasta que mis yemas acariciaron sus mejillas. Estaba cálida y eso hizo que mi corazón diera un vuelco de nerviosismo.

—Trevor —dijo nuevamente y abrí mis ojos para ver su sonrisa, llevó su mano a la mía y la meció sobre su rostro.

—Mailen —sollocé y poco a poco caí rendido de rodillas. Ella me acompañó y me arropó entre sus brazos.

No aguanté y un llanto reprimido salió sin que pudiera controlarlo.
¿Ésto es real?

—Lo siento mucho —dije con un dolor contundente en mi pecho —. Lo siento...

—No digas eso, no llores por favor —acarició mi cabello haciendo círculos con sus dedos —. Shh...

Mi llanto no cesaba y me aferré a su cuerpo con miedo a perderla.
Hundí mi rosto en su cabello, su aroma, su voz, todo lo que era ella, y me quedé allí por unos largos minutos.
Busqué sus labios y me aferré a ellos en un beso que duró unos largos segundos, sentí que el vello de mi nuca se erizaba al recordar todo tal cual era. Su respiración cálida chocaba en mi mejilla y nuestras narices se rozaban de vez en cuando, sentí alivio, paz, algo que no pensé que sentiría de vuelta.

—Estoy muerto ¿Verdad? —dije luego de despegarme lentamente de ella.

—¿Por qué te rendiste? —se aferró a mi rostro e hizo que la mirara.

—Yo... no sabes lo cansador que es —dije arrugado mi frente —. Me cansé de pelear, porque no importaba lo que hiciera nada iba a cambiar el hecho de que no estuvieras aquí conmigo. Te amo, te amo tanto que asusta y duele —cerré mis ojos negando lentamente —. Duele muchísimo, me siento vacío, triste y sólo. No sabes lo feo que es entrar a una habitación y saber que no estarás allí esperándome, cada vez tu aroma desaparece y eso me enloquece. No quiero que desaparezcas, no quiero y no puedo aceptarlo.

—Trevor, yo siempre voy a estar contigo, aquí —dijo tocando mi corazón —. Aunque no me veas, aunque no me sientas, yo nunca te voy a abandonar.

—No es lo mismo —apreté sus manos —. Mailen, tú me enseñaste lo que es amar a alguien, también me enseñaste lo frágil que es si te pierdo y lo hice, siento que fracasé.

—No fracasaste, pudiste crecer Trevor, pudiste ver y sentir cosas nuevas. Algo que creías perdido —Mailen sonrió de costado —. Yo lo único que hice fue mostrate que sí podías y lo lograste, estoy orgullosa de ti.

—Creo que no voy a poder ser el mismo de siempre, lo siento.

—Y eso está bien, las personas cambian constantemente. Sin dolor no somos capaces de salir adelante, sino sería muy fácil ¿No? —me dio un tierno beso en la nariz —. El dolor nos hace ver como niños indefensos, nos hace llorar, nos hace arroparnos en una cama y no querer salir más, nos hace creer que somos débiles, cuando en realidad es todo lo contrario —Mailen apretó mis hombros —. Es una guerra con nosotros mismos y siempre existirá una revancha, hay mil puertas y caminos para tomar, no te quedes en aquel rincón oscuro porque así nadie te verá, nadie podrá ayudarte. Está bien lidiar con nuestros propios sentimientos, pero tarde o temprano necesitaremos de la ayuda de alguien más para ponernos de pie. No te rindas, hazlo por mí.

Mi mentón comenzó a temblar nuevamente y me sentí frustrado, enojado, con mucha ira.
—¿Por qué todo es tan injusto? Si para crecer necesito perderte, entonces prefiero quedarme como niño para siempre.

—Y eso hará que te pierdas más, porque comenzarás a no entender nada de lo que te rodea. Trevor ¿Qué estuviste haciendo todo éste tiempo?

Bajé la mirada totalmente paralizado.
—Buscándome.

—¿Pudiste encontrarte?

—No, ni siquiera mirándome al espejo me reconozco. Ya no sé quien soy —tomé mi cabeza intentando acomodar mis ideas —. Pero ahora...

—No hay un ahora Trevor, lo siento —despegó sus manos de mí —. Necesito que decidas, todo depende de ti.

—¿De mí? —comencé a ver el espacio que nos rodeaba, y todo absolutamente todo era blanco pálido —. ¿Estoy muerto?

—Eso depende de ti —Mailen acarició mi rostro nuevamente —. Yo quiero que vivas por nosotros dos.

—Yo sé que si te digo que me quiero quedar, me dirías que soy egoísta, pero sé que tu piensas igual, tú también queres que me quede —noté que su cuerpo se tensaba y un par de lágrimas comenzaron a derramarse por sus mejillas —. Mailen, ¿Me estás pidiendo que te abandone por segunda vez? Dilo en voz alta.

—Trevor... quiero que vivas por mí, por favor.

—¿Qué tal si estás equivocada? ¿Qué tal si la decisión que tomo es la equivocada?

N O E L L E

—Fue mi culpa, debí suponer que me sacaría de la habitación —dije apretando mi frente totalmente estresada.

—Trevor siempre fue una rueda de la fortuna —rio por lo bajo Isaac —. No te culpes Noelle, lo importante ahora es esperar.

Bajé mi cabeza avergonzada y mi vista se nubló por mis lágrimas.
Trevor estaba internado y se encontraba en estado crítico, había perdido mucha sangre y los médicos estaban preocupados de que aún no despertara, temían de que presentara algún tipo de secuela grave.

—¿Cómo está? —dijo Gabriela apenas entró a la sala de espera —. Theo me contó lo que pasó mientras llegábamos, ¿Aún no despertó? ¿Qué dijeron los médicos, Judith está con él?

—Sí, ella no se separó de él —dijo Isaac con el ceño fruncido —. Aún no despierta, estamos esperando estudios para ver si notan algún tipo de cambio.

—Derek está bajo custodia, está en una habitación separada con el maldito señor Smith —dijo Theo y se giró hacia Isaac —. ¿Qué quieres que hagamos?

—No lo sé, esperemos de que Trevor despierte y después pensamos en eso —dijo Isaac negando lentamente.

—Pensé que Trevor los había, bueno, matado —dijo Ben apretando sus manos.

—No, cuando logramos derribar la puerta, estaba Derek asistiendo a Smith quien tenía el rostro desfigurado y Trevor... Trevor estaba tirado en el suelo apenas respirando cubierto de sangre—apreté mis dientes y sentí mucha preocupación al recordar aquel momento, ya que la frase de Trevor me seguía atormentado "me rendí". Decidí que no se lo contaría a nadie, necesitaba hablarlo con Trevor, necesitaba quedarme tranquila y hacerle saber que no estaba sólo, que yo entendía a la perfección sus sentimientos.

Kuarahy se cruzó en mis pensamientos y apreté con fuerzas mi collar.
Bajé la mirada y sin que nadie notara mi remordimiento, fui al baño.
Me quedé un rato largo viendo mi reflejo, intenté sonreír pero aun así una mueca se había formado en mi rostro. Cerré mis ojos y negué lentamente, llevé mis brazos alrededor de mi estómago y me di un abrazo a mí misma. No quería llorar, quería ser fuerte por Trevor, por ambos.
La puerta se abrió y me sorprendió ver a Gabi, rápidamente me incorporé y suspiré profundamente.

—Ven aquí —dijo abriendo sus brazos.

Mi mentón comenzó a temblar y dejé que me arropara.
Comencé a llorar moentras Gabi acariciaba mi espalda en silencio. Ésto necesitaba, ella no hizo ningún tipo de pregunta y se quedó conmigo acompañándome, la calidez de mil palabras sin siquiera pronunciarlas.
Sentí que los vellos de mi nuca se erizaban al sentir sus caricias que intentaban calmar un poco de mi dolor.

—Noelle, siento que acarreas tantos problemas y que no tuviste el tiempo para sanarlos. Créeme cuando te digo que te entiendo, estoy tan llenas de cicatrices —acarició mi cabello de una manera suave —. Y no te mentiré que por momentos duele, pero hay que aceptarlo, quieras o no es parte de nosotros —se separó lentamente de mí e hizo que la mirara directo a los ojos —. Es necesario tomar el dolor, es el sacrificio para luego volver a ser feliz, ya que sin la tristeza, no sabríamos diferenciar lo bueno de lo malo —se aferró a mis manos —. No reprimas algo que pide a gritos salir, siempre tendrás el apoyo y la atención de los demás.

—Gracias Gabi... es que todo ésto es muy —abrí mis ojos intentando explicar el remolino de sentimientos —. Es muy caótico y me aterra no poder... no poder —una lágrima rebelde se deslizó por mi mejilla —... no poder encontrar paz en mi interior, ¿Sabes? Siento que todo el tiempo mi pecho duele, siento que no tengo ganas de hacer nada, cada vez que me despierto pienso en todo lo que tengo que hacer y me dan ganas de quedarme en la cama todo el día —bajé la mirada con la vista borrosa por las lágrimas —. Pero cuando me enteré todo lo que había pasado con Trevor, algo hizo que me pusiera de pie. Intenté que él no pasara por lo mismo que yo y creo que fracasé.

—Es una culpa que no puedes cargar Noelle, en todo caso la culpa es de todos —Gabi inclinó su cabeza con una sonrisa improvisada —. Nadie pudo notar lo que Trevor realmente pensaba.

—Yo... —el ruido de la puerta nos sobresaltó y escuchamos la voz de Isaac.

—Es Trevor, necesito que vengan urgente.

Sentí un pinchazo de adrenalina y mis manos comenzaron a temblar.
Salí a paso rápido, por favor Trevor, no te rindas, porque si lo haces yo no sé de qué sería capaz.

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