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≡; 11.

— Qué semana —suspiró Miyeon, echándose en su gran sofá. Mientras ella pensaba en todo lo que se daría a cabo aquel día, Doyoung estaba no muy lejos de entrar en pánico.

¿Y si no funcionaba?

— Si no funciona, noona... ¿le puedo partir la cara? —dice pasivamente, su mirada perdida en algún lugar de la sala. Doyoung tenía muchas ganas de hacerle algo a Chaeyoung. En serio.

Él mismo se sorprendía de sus pensamientos, pero de verdad deseaba con todo su corazón que la bruja esa se fuera de sus vidas. Y aunque el orgullo, además de cierta molestia, le impedía admitir que extrañaba a Jaehyun.

Miyeon abrió los ojos, canjeando su expresión apacible por una alterada. ¿Él, el pequeño Doyoung le había preguntado eso?

Como dije, Doyoung es otro cuando está enojado.

— N-No, Doyoung —niega ahogando más tartamudeos— Eso sería perjudicial para ti, y estoy segurísima de que va a funcionar. La estúpida ya cree que Jaehyun está enamorado de ella -comenta con desagrado, ganando una mirada desesperada de Kim— lo que es mentira.

— ¿Está... segura? —Doyoung se abrazó a sí mismo, disimulando con la acción de frotar sus brazos por el frío matutino.

— Sí, Doyoung. Jaehyun aún te ama, nunca lo ha dejado de hacer. Tan solo es que, no se dio cuenta de las manipulaciones de la perra, y... se dejó inconscientemente lavar el cerebro —finaliza, con algo de pesar mirando sus piernas que eran adornadas por calcetines altos.

Eres tan idiota, Jaehyun.

— ...No me ha buscado.

Miyeon intercambia su atención, de sus muslos a el rostro de Doyoung. El niño reflejaba tantas emociones contenidas, que hasta Cho sintió un nudo en su garganta.

— Es muy orgulloso, Doyoung... ambos lo son, en realidad —dijo ganándose una mirada acuosa, cortesía de Kim— No quieren admitir que se extrañan.

— Yo no lo extraño —frunce el ceño respondiendo a la defensiva.

Miyeon rió sin más— Por supuesto —y se dispuso a dar una ducha para marcharse con Doyoung, de infiltrado, a la empresa.

Dejando a Doyoung con sus pensamientos revoloteando su cabeza.

Está bien, todo saldría a la perfección.

Bien, bien, bien, bien, bien. Doyoung, todo estará bien.

Una y otra vez, como un bucle infinito, repetía esas palabras dándose apoyo para lo que sería algo... vergonzoso para él.

— ¿Tienes todo? —preguntó Miyeon, asomándose por el estrecho lugar donde Doyoung se escondía. Kim asintió— ¿Estás cómodo?

— Por quinta vez, sí, está todo en orden, noona.

El dedo pulgar de Cho se presentó en su frente, clavando un poco de su uña ahí. Doyoung se quejó bajito.

— Respeto, Kim.

— Yo le llamé, noona, noona.

Con un 'mhmm' salió de debajo de un escritorio, que tenía el panorama perfecto del portátil de Jaehyun. Además de que las cámaras escondidas estuvieran en orden.

Joder, Miyeon sí que se esforzó.

Investigó el horario de Chaeyoung para saber cuánto tiempo tenían para instalar todo. Consiguió cámaras que se podían camuflar fácilmente, y sobre todo le dio mucho apoyo emocional a Doyoung.

Él tan solo se dedicaría a darle al botón enviar y el caos se desataría.

Park Chaeyoung es una chica que simplemente desea lo que los demás tienen. Siempre había sido así, desde pequeña, ¿por qué cambiar? Si al final obtenía todo lo que quería.

Aún recuerda la primera vez de todo, la vez que se dio cuenta la satisfacción que le daba "quitarle" las parejas a sus conocidos.

O no tan conocidos.

Si era una chica o chico bonito. Ella lo obtendría, sí o sí.

Tal como lo hizo en el antiguo edificio donde empleaba. Ella solamente se fijó en la linda, linda Kim Jennie... y bye bye relación con su, ahora, ex.

Eso se hizo un escándalo, pero, no le podían despedir solo por ello. Así que se dieron la tarea de cambiarle de sede, y ella le rompió el corazón a Jennie diciendo que no podían continuar viéndose. Así de sencillo.

Miyeon lo sabía. Y realmente, ella no iba a permitir que otro de sus amigos salga lastimado por culpa de Chaeyoung.

Chaeyoung caminaba mientras texteaba a Jaehyun a la par que una sonrisa se extendía por su rostro.

Jaehyun era tan ingenuo.

Se podía decir que fue uno de los más sencillos de doblegar. Porque, al parecer, Jaehyun ya tenía algunos celos de Lee desde hace mucho, y aunque estaban escondidos, solo necesitaban el método correcto para hacerlos conocer la luz.

Jaehyun es muy dulce, muy comprensivo e inocente. En una parte a Chaeyoung le encantaba, pero también... era un mojigato de primera mano.

Tal vez solo se acostaría con él una vez, y le diría adiós.

Además, en estos momentos, Jaehyun no quería saber del "mocoso mosca muerta" y eso le daba ventaja. Lo más seguro es que ni le quisiera ver en pintura.

Acabó de redactar su mensaje, y lo envió soltando una risotada. Apresuró su paso a la entrada de su trabajo, batiendo su cabello rubio fuera de sus hombros.

Era una lástima que Jaehyun no estuviese a su lado, a ella le encantaba tocar sus brazos. Suspiró dándose ánimos.

En eso, Miyeon se cruzó frente a ella. Le sonrió burlona, oh, Chaeyoung, eres tan maravillosa que volviste a Cho alguien invisible a la vista de Jaehyun. Se felicitó a ella misma.

Miyeon enarcó una ceja, y la miró de arriba abajo, escaneado su vestimenta. Soltó una descarada carcajada y continuó su andar hasta su oficina personal.

No contó con que Chaeyoung le tomara del brazo, clavando sus uñas de silicona en su nívea piel.

— ¿Te crees mucho? Vieja insoportable.

— No me creo mucho... señorita —estuvo tentada a decirle, como siempre hacía, perra— Solo es que usted es tan poco frente a Doyoung.

Con la misma sonrisa autosuficiente, se fue a su destino, dejando a Park echando humos y rodando los ojos.

Sobre todo esa mosca muerta va a ser más que yo.

Dio unos pasos, hasta llegar a su propia oficina mirando la de Jaehyun a unos pasos adelantados... tal vez tenga algo de diversión más tarde.

Exactamente, a las cuatro con cincuenta, terminó lo que le correspondía, mucho antes de lo esperado. Lo que significaba, la mayoría de los trabajadores estarían ocupados.

Paso libre para la oficina de su Jaehyunie.

Con la excitación palpable en su semblante, se escabulló a el espacio de Jung, aspirando su aroma en el ambiente.

De inmediato, Doyoung notó el movimiento, y se mordió el labio para no delatarse con un gruñido. Le caía mal esa mujer.

Se enfurruñó en su lugar, enviando un texto a Miyeon donde le avisaba que la tonta llegó a la oficina de Jaehyun. Y a los pocos segundos, Miyeon le respondió que estaba todo listo.

Ahora, solamente quedaba esperar a que todo saliera solito.

En realidad, Doyoung estaba que moría al ver todo lo que la tonta hacía con las cosas de Jaehyun.

Llegó. a. toquetear. su. sudadera. favorita.

¡Hasta la olfateó! Él solo tenía ese derecho.

Por último, lo más esperado, tronó sus dedos y se sentó frente a la laptop, marcó la fecha de su aniversario, seguido se iluminó el fondo de pantalla de Jaehyun.

Que no era nadie más que Doyoung.

Chaeyoung bufó.

Doyoung observaba todos sus movimientos, hasta que llegó al correo electrónico... la rubia revisó desde borradores ya leídos.

Chaeyoung se llevó la sorpresa de un mensaje recibido hace poco de dos horas, exactamente a las dos con treinta y tres.

Además, Jaehyun le respondió

Doyoung juró que casi se reía de la expresión de Chaeyoung.

Y era muy cierto lo que decían en el sitio de ventas, esa lencería le hacía lucir como un ángel. Lástima que Chaeyoung la vio primero que Jaehyun.

La chica estaba alterada, y más cuando, en voz alta leyó.

— "Espero que tu viaje sea excelente, Jaehyunie, un regalito para que no te sientas tan solo" —de respuesta, tuvo que improvisar unos dos emojis de fuego. Para sentirse tan estúpido al responderse a sí mismo, y porque Jaehyun acostumbraba a hacerlo.

Sino comenzaba una sesión de palabras sucias, y estaba más que seguro que él no sería capaz de replicar las palabras tan indecorosas que Jaehyun normalmente le enviaba.

Por "casualidades de la vida" Miyeon iba caminando por ahí, y se detuvo al notar a la muchacha dentro de la oficina ajena.

— ¿Qué haces aquí?

Lentamente, Park giró la silla hacia la chica. Un tic se adueñaba de la comisura derecha de su labio, en una sonrisa algo... psicópata, si es sincera.

— ¿Qué te interesa, perra?

— ¿Disculpa?

— Como oíste, maldita, tú y tu estúpido amigo se pueden ir a la mierda. No voy a aguantar tanta ceguera de un mojigato, se suponía que Jaehyun debía caer ante mí, ante todas las razones que le di para que dejara a ese maldito mocoso.

Su risa era todo menos tranquila, y puede ser que le haya provocado un poco de temor a Doyoung.

En cambio, Miyeon la miraba inmutable. Esperando el momento preciso para ella decir algo.

— Pero no. Él está taan enamorado para creer que la mosca muerta esa, le fue infiel. Hice de todo, pagué a un tipo para que le siguiese, ¡para que le tomase las estúpidas fotos! Maldito seas, Kim Doyoung, con solo moverle el culo en la cara, Jaehyun está a tus pies.

La furia desbordaba en ella, y era lógico. Nunca había perdido en su juego. Pero para todo había una primera vez, ¿no?

Se mantuvo sentada en la silla de Jaehyun, respirando agitadamente su rostro rojo de pura cólera y sus venas marcadas en las manos que se presionaban en sus muslos clavando sus uñas ahí.

— Si ya terminaste... lárgate antes de que te estrelle la cara contra el escritorio —dijo la joven con el rostro tenso, lleno de enojo.

Park no refutó, en cambio con todo el enojo que se cargaba iría a reprocharle a Jaehyun. Chaeyoung salió echando humos, el centenar de malas palabras inundaba por donde pasaba, hasta que dejó completamente el edificio.

Miyeon suspiró, mientras que a paso rápido caminaba al escondite de Doyoung. Que estaba con sus músculos entumecidos y el rostro lleno de un puchero enojado.

— Esa tonta.

Cho no lo pensó dos veces y rió llena de la ternura que Kim le causaba.

— Deberías llamar a Jaehyun.

Doyoung parpadeó, pensándolo. ¿Para que haría eso? De seguro no le creería. Lo más seguro era hacerlo cuando ya Miyeon le mandáse toda la ¿evidencia? Si se le podía llamar así.

— No lo creo —bufó el pelinegro.

Miyeon frunció los labios mientras se cruzaba de brazos— Kim Doyoung, ¿no crees que ya llevan mucho enojados?

No respondió, sin embargo, sí lo pensaba. Él extrañaba a Jaehyun, demasiado. Pero él sabía, sabía que sí le veía a los ojos primeramente le querría golpear.

Jaehyun desconfió de él.

Y le dolió, aún le duele. Por ello quiere alejarse un poco.

— Es lo máximo que hemos llegado, pero... aún no lo sé.

La castaña volvió a suspirar, y como siempre hacía, utilizó su posición de noona para hablar.

— Doyoung, iremos a mi casa, buscaremos tus cosas y te llevaré al departamento de Jaehyun. Lo vas a videollamar, arreglarán todo y terminarán teniendo sexo cibernético muy felices. ¿Sí? —sonrió tétrica y amenazante.

Necesitaba verlos juntos, felices y comiendo perdices.

Con el ceño fruncido y sacándole la lengua, Doyoung respondió con un sí a regañadientes.

Sin contar que Jaehyun llegaría a casa antes de lo previsto.

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