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Capítulo 83

— ¿Las cosas se pusieron agitadas otra vez, director? —inquiere el profesor de ciencias, Ryuu, mientras se mantiene leyendo un artículo científico en su tableta.

— ¡Tú también ve a buscarlo! —exclama Nezu ya salido de sus casillas.

Ryuu ríe silencioso. —Gracias, pero aún deseo vivir un poco más. —responde inclinándose de hombros. —Más bien… Es hora de que usted se cuestione si realmente desea que Bakugou regrese a la academia con tales comportamientos. —agrega el pelinegro sentándose a su lado. —Aunque debo admitir que Miyamoto ha logrado de algún modo poner a toda la academia en su propia contra. Eso es algo impresionantemente estúpido. Muy impresionante. —agrega pensativo. — ¿Cuál será su juicio, director?

Nezu le mira con sus ojos cansados mientras mantiene su cabeza apoyada en el respaldo. — ¿Quieres solo cerrar la boca y traerme un agua con abundante azúcar?

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Un idiota impulsivo

El día se mantiene repleto de abundante luz, inclusive el cielo permanece completamente despejado de las nubes.

Y quien quiera camina cerca de la academia Yuei, puede escuchar los insistentes gritos de los alumnos con sus carteles. Esta acción provoca miradas curiosas acercarse aún si no tienen relación alguna con el sitio académico.

Debido a la interrupción del día de ayer con la policía, ahora mismo la cantidad protestante era mucho menor, pero cada estudiante que había decidido asistir aún con aquella amenaza, había dejado el miedo a un lado y con garra habían continuado con la insistente solución. Ya no se conformarían con un quizá o simplemente ser pacientes.

Los estudiantes de la academia Yuei querían hechos concretos.

Así mismo es como el movimiento aún causa gran presencia en las redes sociales, aún más con el rostro de Todoroki Shoto, siendo el ícono de los periódicos ya que, al ser el hijo del tan aclamado Todoroki Enji no podría pasar por desapercibido aún si lo intentara.

Pero concentrandonos completamente en el punto de conflicto, los estudiantes permanecen activamente a las afueras de la academia mientras que en portería, los dos guardias observan con aburrimiento y exhaustos del ruido constante.

La música de la radio aún si está a máximo volumen simplemente se pierde con los gritos exigentes de los estudiantes.

Y de pronto, en medio de toda la movilización estudiantil un centenar de ojos observan curiosos hacia el interior de la academia.

Algunos estudiantes se apegan a la reja metálica para observar mejor.

— ¡Es Miyamoto, Miyamoto está huyendo!

—Que ese no es… ¿¡Bakugou-sensei!?

— ¿¡Bakugou-sensei!? ¿¡Dónde!?

Los ojos de Midoriya Izuku que se mantienen activos observando el rostro de Uraraka Ochako hablarle se desvían rápidamente hacia el centro.

— ¿Bakugou?

Es lo que sale de sus labios en el momento en que da pasos rápidos y se mete entre la multitud. —Con permiso, con permiso, disculpe…

Su rostro pecoso asoma con dificultad a metros de la gran entrada y sus esmeraldas abren sorprendidas.

Dos siluetas se observan acercándose de forma peligrosa hasta la salida.

Los guardias en portería al observar esto piensan si abrir o no, pero son los mismos alumnos que forman una gran masa curiosa, y que, con evidentes forcejeos deseosos de poder ir hasta Bakugou emocionados por su llegada, acaban abriendola.

— ¡¡Bakugou-sensei!! —exclama Kirishima Eijirou corriendo hasta él, pero el rubio ceniza no tiene intención de detenerse.

Su mirada solo está enfocada en Miyamoto y pisaría cabezas de ser necesario para alcanzarlo. Es precisamente por eso que los estudiantes al percibir esa aura amenazante del rubio cenizo se apresuran a abrir paso.

Miyamoto corre sin detenerse. — ¡¡Sígueme, yakuza de cuarta!!

Es lo que sale de su boca sin detenerse y atravesar a los alumnos como si se tratara de alguna especie de competencia.

El rostro de Bakugou no responde nada, solo lo sigue como si se tratara de la misma muerte en persona.

Y los estudiantes de la academia les observan pasar tan veloces que ya se han perdido completamente de su vista. Con sus rostros incrédulos, se miran a los ojos y luego de varios segundos de tiempo muerto, un gran grito de victoria se escucha en el lugar.

— ¡¡YAKUZA-SENSEI HA REGRESADO!!

El rostro de Nezu niega pegado al ventanal, observando la buena reacción de sus alumnos ante la presencia de Bakugou.

E Izuku Midoriya le mira perderse y no puede evitar alzar sus cejas aceitunadas con evidente preocupación. Izuku se pregunta qué es lo que sucedió exactamente para que Katsuki actuara tan impulsivamente.

Katsuki muy difícilmente se expondría frente a todos, ¿verdad? Es lo que se pregunta de manera insistente, reforzando sus propias ansias de conocer al rubio ceniza a profundidad.

Y un hombre con traje oscuro observa aquellas esmeraldas centradas desde metros más allá, y no puede evitar sonreír mientras enfoca su mirada en aquellas pecas y aquel cabello verde alborotado. Luego de largos minutos de espectáculo, sus ojos se ven satisfechos y se pierde en la misma dirección que Katsuki.

Los estudiantes permanecen con los gritos fervientes y saltos triunfantes, absolutamente nada podría arruinar aquel único momento de triunfo.

O casi nada.

Cierran su boca de manera instantánea al observar pasar a Aizawa con su rostro más que molesto, caminando de forma tranquila con sus manos en los bolsillos. Sus ojos oscuros se posan sobre cada uno de sus alumnos sin detener su caminata.

—Más vale regrese cada uno a su aula en este preciso momento. Esto se acaba aquí.

Es lo único que sale de sus labios, perdiéndose en la misma dirección que Bakugou y Miyamoto.

{…}


A buen conocedor de absolutamente todas las calles de Musutafu, Bakugou no tuvo gran inconveniente para deducir a qué lugar se dirigía Miyamoto.

Subiendo largas escaleras, lo sigue aún si le escucha toser de lo cansado que ya está.

Luego de largos tres pisos en el que solo logra escuchar los insistentes pasos de Miyamoto, lanza un suspiro una vez éste se ha detenido.

Atravesando los últimos pasillos le ve ahí, detenido en una sala parcialmente oscura en donde apenas y se filtra la luz.

Katsuki le mira detenido en el umbral de la puerta con sus manos en los bolsillos, en calma.

El ambiente es frío y humedo. Si observa con detenimiento podrá reconocer fecas de roedores y señales de comida enlatada vacía.

Sus escarlatas pasean por el lugar hasta finalmente posarse sobre él. —De todos los lugares, has decidido dirigirte a un edificio abandonado, huh.

Miyamoto tensa sus músculos y comienza a dar leves saltos en su área, completamente centrado en su objetivo aún si su dedo meñique duele de una manera exagerada.

Bakugou lanza un suspiro ante la silenciosa respuesta de su rival.

—Me sorprende tu extraña capacidad de querer arrinconarte tú mismo. —añade posicionando su mano sobre la madera del umbral  y enfocar cada detalle de esta en sus escarlatas, deslizando levemente sus manos sobre la madera. — ¿Qué es lo que quieres? Ya vi que no tienes miedo.

Miyamoto pausa sus saltos en el área y sonríe. — ¿Qué tan patético podría ser que el sujeto que es conocido como Yakuza le den una paliza? Aquí y ahora. —dice retomando el aire. —Pelea conmigo.

Bakugou sonríe al instante en que deja caer su diestra del umbral y arremanga su camisa blanca con tranquilidad. — ¿Ohh? —suelta interesado mientras sonríe. —Así lo quieres, así lo tendrás.

Es lo que sale de sus labios mientras sus escarlatas observan aquel brillo de los lentes de Miyamoto, observándose a sí mismo en el reflejo.

—Ven y dame una paliza. —añade ronco al instante en que el castaño frunce su ceño y corre con todo hacia él, cegado de la ira.

Bakugou se queda estático, esperando la llegada de su rival de manera paciente y en cuanto observa al castaño alzar su diestra y abrir su boca mientras grita a todo lo que dan sus pulmones, sus escarlatas brillan.

Un puñetazo seco y silencioso bajo su barbilla es lo único que se escucha en el lugar y después de ello, una caída inevitable.

{…}

No se puede comparar la diferencia de poder de un muchacho que había vivido la gran parte de su vida a través de historias fantásticas inventadas en donde él era su propio protagonista, a otro que mediante la desesperación había elegido vivir a través de los golpes, como un descargo de la profunda tristeza que sentía.

Simplemente no se podían comparar.

Es por eso que Miyamoto ahora inconsciente en el suelo es arrastrado por Bakugou a través del edificio, bajando escalón por escalón.

— ¿Satisfecho?

Es la voz de Aizawa quien rompe el silencio tenso, esperando a la salida de aquel edificio con sus brazos cruzados. — ¿Es este un retorno digno a lo que en algún minuto fue tu primer trabajo como docente? —inquiere con evidente malhumor. —La imagen que estás dejando de ti mismo es realmente inaceptable, Bakugou.

Las escarlatas le miran mientras lo acomoda a las afueras del edificio, apoyandolo en contra la pared. —Supongo que la docencia no es lo mío. —dice consciente de sus impulsos. —Tengo otro tipo de enseñanzas que difícilmente olvidaré o ignoraré. —añade enderezandose una vez Miyamoto estaba lo suficientemente bien sentado y observando a Aizawa con su mirada vacía. —Es parte de mí.

Aizawa le observa neutral. — ¿Estarías dispuesto a matar a este tú por dedicarte a la docencia?

—Lo hice hace mucho. —responde sincero. —Pero tengo cierta debilidad con los sujetos así, que creen tener el maldito poder sobre los demás. —agrega señalando a Miyamoto con el dedo mientras observa a Aizawa. —Quiero golpearlos hasta que mueran.

Es lo que sale de él al instante en que se sienta a un lado de Miyamoto y apoya sus cabellos cenizos contra la pared.

— ¿Qué se supone que estás haciendo? —inquiere Aizawa de manera reprobatoria observandole con sus brazos cruzados, de pie.

—Espero que este sujeto vuelva a despertar. No tiene heridas, solo cayó inconsciente luego de mi puñetazo, ¿sabes? —añade aburrido mientras inclina sus hombros. —No esperaría más de un extra como él.

—Entonces, ¿solo te quedarás aquí a esperar? —inquiere Aizawa.

Bakugou asiente en silencio mientras saca su móvil y comienza a jugar. —Me aseguraré que el bastardo refleje sus inseguridades conmigo y luego pueda regresar a casa tranquilamente mientras se siente un inútil. —responde centrado en el juego.

—Nezu te está esperando ahora mismo.

—Prioridades.

Aizawa alza su ceja derecha con cierta confusión, y Bakugou lo nota.

—Bien, veamos, si golpeas a un sujeto y está la mano derecha de tu ex jefe observando cada uno de tus movimientos, osea tú, lo mínimo es intentar no quedar tan como la mierda. —añade sin más.

Aizawa se mantiene en silencio y estático, escuchando su análisis.

—Si otro fuera el caso, ya lo habría dejado tirado aquí mismo, pero estás tú y me dificultas las cosas, ¿sabes? —agrega con honestidad. —Quizá debería ir a la tienda y fingir que limpio con desinfectante sus heridas inexistentes. —añade al instante en que clava sus escarlatas sobre Aizawa.

Y los ojos oscuros se mantienen fijos sobre él.

—Porque ya te dije que no tiene. —murmura de mala gana y desviar su mirada en el juego. —El bastardo que se atrevió a insultarme y hablar mal de mis alumnos está jodidamente estable, qué asco.

Aizawa parpadea y suelta un suspiro al instante en que acaricia su entrecejo. —A ver si entendí, ¿estás sentado a un lado de Miyamoto solo porque estoy aquí, mirándote?

—Por fin estás captando el mensaje. —suelta Bakugou mientras se escucha el game over a través del móvil.

—Nada que hagas ahora remediará este enfrentamiento a ojos de todos. —responde Aizawa mientras mantiene sus brazos cruzados, estático. —Seguirás siendo una mierda aún si le haces masajes en los pies. Ya está hecho, ahora deja de perder el tiempo y ve con Nezu, él decidirá qué hacer contigo. —añade mientras bosteza aburrido.

Bakugou observa a Miyamoto profundamente dormido a su lado con evidente malhumor. — ¿Y este sujeto qué? —inquiere señalandolo. —No parece como si quisiera despertar pronto.

Aizawa se acuclilla y observa a Miyamoto de manera pausada. —No parece tener heridas tal y como tú has dicho, yo me quedaré con él, necesito hacerle un par de preguntas. —agrega enderezandose mientras observa a Bakugou guardar su móvil y levantarse.

—Eres estúpidamente honesto. —agrega Aizawa. —Ahora entiendo porqué mis alumnos insisten en llamarte Yakuza-sensei. —dice observando aquellas escarlatas aburridas mirarle. —Solo me pareces un idiota impulsivo, claramente tendrás que recibir lecciones de comportamiento si te dejan trabajando en Yuei.

Los ojos de Bakugou irritan. — ¿Hah? Salí con honores de la universidad.

—Un estúpido que carece de habilidades sociales y que cree que las calificaciones lo son todo, es aún más estúpido. —responde Aizawa guardando sus manos en sus bolsillos. —Definitivamente necesitas lecciones.

Bakugou frunce su ceño ante aquellas palabras. — ¡No necesito de eso! —exclama con sus brazos tensos. — ¡Yo soy lo suficientemente profesional! —vocifera señalandose a sí mismo clavando su dedo sobre su propio pecho. —Soy suficiente. —gruñe desafiante cercano al rostro de Aizawa.

Aizawa alza una de sus cejas. —Ajá... —suelta incrédulo. —Si te crees lo suficiente para enseñar a jóvenes de la manera más profesional, entonces regresa a la academia. De lo contrario, acabarás como este sujeto. —añade Aizawa neutral. —Serás odiado por todos tus alumnos y solo acabarás hundido por la presión social.

Los ojos de Bakugou no pueden evitar clavarse sobre Miyamoto, analizando la gran revuelta que se generó a causa de sus propias enseñanzas.

—Largo de aquí, interrumpes mis horas de descanso. —expulsa Aizawa, observando a Bakugou quedarse estático en su lugar.

El rubio ceniza guarda silencio y abandona el lugar, no sin antes mirar por el rabillo del ojo a Miyamoto quien duerme plácido.

Es entonces que sonríe abiertamente mientras retoma hacia la academia. —Veremos...

La silueta de Bakugou se pierde y Aizawa queda a un lado de Miyamoto, quien aún respira de forma tranquila sentado en contra de la pared.

Aizawa observa a las personas pasar por la acera y les escucha preguntar mediante bullicios si se trata de algún sujeto borracho que estaba siendo vigilado.

No entiende del todo su situación actual pero no quedaba más que aceptarla, y desde luego, no lo aceptaría con tanta tranquilidad.

Cerca de él, un pequeño negocio de venta de jugos naturales yace y sorpresivamente sus pupilas oscuras dilatan. Bastó un parpadeo para que ya estuviera extendiendo su billete a cambio de un jugo.

Y para cuando regresa, Miyamoto ya no está.

La pajita solo suena mientras los ojos aburridos de Aizawa se pasean sobre el lugar.

—Escapó.

Es lo único que sale de sus labios al instante en que sigue bebiendo su jugo.

────────༺༻────────

Izuku le espera de forma paciente, el movimiento había acabado y muy al contrario de obedecer las palabras de Aizawa, la gran mayoría había huido de la academia para disfrutar lo que sería oficialmente su último día libre, habiendo ya notado el regreso de Bakugou.

Pero Izuku no, Izuku se había quedado a las afueras de la academia esperando su salida.

Luego de verlo siguiendo a Miyamoto se había temido lo peor, aún tenía muchas preguntas navegando por su cabeza.

—Hay cosas que muy difícilmente podrán cambiar en él. —ríe de forma nerviosa, intentando ver el lado positivo del problema.

Con sus manos sobre sus correas de la mochila, apoyado de pie en un árbol cercano a la salida, espera.

Entonces presiona sus propios labios y clava sus esmeraldas hacia el segundo piso de la academia, en la gran oficina del director. —Solo espero que no se haya metido en problemas…

{…}

—Bakugou-kun.

La voz de Nezu se escucha molesta, aún si sus ojos circulares se ven neutrales.

—Lo que hiciste está lejano al sello ético que mantenemos en la academia, ¿cuál es tu explicación al respecto?

El rostro de Bakugou permanece neutral. —No me gustan los sujetos como él. —responde de forma honesta bajando su rostro en forma de respeto. —Soy un hombre temperamental, buscaré la reflexión de mis actos. —añade como una manera de demostrar su equivocación.

Levanta su rostro. —Pero aún con lo ocurrido, no me arrepiento de mi actuar, no cuando se trata de sujetos así. —agrega con su rostro neutral. —No permitiré que nadie hable mal de mis alumnos.

Nezu niega mientras lanza un suspiro. —Tú de ningún modo podrías actuar siendo el karma de alguien. —responde analizando las últimas palabras dichas por él para cuando desobedeció sus órdenes. —Eso solo te traerá dolor.

Las escarlatas de Bakugou permanecen neutrales. —Lo sé. Es por eso que entenderé si me entrega mi carta de despido ahora mismo por incumplimiento e incapacidades laborales. —añade extendiendo su palma con esperanza.

Y Nezu le mira incrédulo mientras Bakugou mantiene su mirada neutral, aún si mueve su palma de manera insistente frente a él, en silencio.

Vamos, mierda, extiende la maldita carta...

Es lo único que piensa Bakugou en este momento, esperando el glorioso momento en el que es despedido y así, poder vivir su vida a rienda suelta al lado de Izuku Midoriya, sin preocupaciones.

Nezu lanza una risa y junta sus propias palmas de sus manos.—Escucha, Bakugou-kun.

La palma de Bakugou se mantiene insistente, no se rinde aún con la negativa demostrada por el lenguaje corporal de Nezu.

—De ninguna manera puedo despedirte. No puedo despedir al profesor que tanto han pedido mis alumnos. —Explica en calma. —Pero te mantendré condicional. —añade con un lápiz en mano.

— ¿Eh?

Los ojos de Bakugou permanecen incrédulos y la palma extendida lentamente se desliza por el escritorio mientras frunce confuso sus cejas cenizas. — ¿Y eso qué se supone que es?

—Significa que te mantendremos vigilado en todo momento de ahora en adelante, Bakugou.

{…}


—Bakugou-sensei.

—Bakugou-sensei.

— ¡¡Bakugou-sensei!!

Las escarlatas vacías de Bakugou parecen reaccionar cuando siente leves palmaditas en sus mejillas.

— ¿Qué pasa?

Es lo único que sale de su débil voz mientras está recostado en el césped viendo el gran cielo despejado, perdido en sus propios pensamientos.

— ¡Es lo que yo te estoy preguntando a ti! —exclama Izuku preocupado tapando el cielo y cruzándose en su mirada. —Saliste de la academia como si te trataras de alguna especie de muerto viviente… ¡Cruzaste la calle sin mirar y casi te arrolla un camión! —exclama con su ceño fruncido. — ¡Si no te hubiera jalado de la mano, entonces!

—Ah… Debiste dejar que me arrollaran. —suelta Bakugou dandose la vuelta y aplastando su rostro en contra el césped.

Izuku se preocupa. — ¿Por qué dices eso? —inquiere mientras le toca del hombro.

Sus ojos esmeraldas dudan un segundo pero acaba preguntándole de igual manera. — ¿Te despidieron?

Bakugou se mantiene con su rostro hundido en el césped. —Ojalá… —susurra ronco.

— ¿Qué?

—Será un infierno.

El pecoso se ve confuso. —No estoy entendiendo, ¿que sucedió exactamente?

— ¡Seré vigilado como si fuera un mocoso! ¡Será un infierno! ¡No quisieron despedirme!

Izuku Midoriya lanza un suspiro de alivio y frunce levemente el ceño. — ¡No me asustes de esa manera! —exclama a su lado. — ¡¡Esa es una muy buena noticia, deberíamos celebrar!!

— ¿¡Buena noticia!? ¿¡Celebrar!? —suelta volviendo a dar la vuelta y observar a Izuku a su lado. —Ahora dime cómo podré ser malditamente descarado contigo mientras esté en el trabajo... —suelta en un gruñido.

—Pero el día es más que solo trabajo. —responde Izuku de manera tranquila. —Además, seguir teniendo las clases de Bakugou-sensei es realmente importante para mí. —añade con un sonrojo nacer en sus pecas. —Seremos... cuidadosos. —susurra dulce besando su frente con ternura.

Las escarlatas de Bakugou después de aquel beso ahora se ven un poco menos molestas.

—Como sea...

{…}

Habían acabado yendo a un maldito karaoke… A celebrar.

Y por algún desafortunado motivo, Kenjirou Kirishima se les había sumado.

Ahora mismo lloriquea en su hombro con su boca llena de nachos.

— ¡H-hermano, y-y-yo realmente te extrañé! —exclama Kenjirou abrazándolo desesperadamente, como si su vida dependiera de ello. — ¡N-no sabes lo triste que estaba sin ti! —insiste mientras los ojos de Bakugou no pueden verse más irritados.

Y los mocos de Kenjirou caen en su hombro mientras que de fondo, Izuku canta de forma activa como si le estuvieran pisando la cola a un gato.

No sabe qué es peor.

Las esmeraldas de Izuku le miran y entonces acerca el micrófono hasta sus labios. — ¡Ahora tú!

Un tic en su ojo izquierdo nace en Bakugou mientras Kenjirou sigue pegado a él como si se tratara de alguna especie de garrapata.

Realmente no sabe qué es peor.

────────༺༻────────

Sus ojos cafés se mueven aún cerrados con dificultad, luego que una insistente luz está sobre sus ojos.

— ¡Sé una polilla, sé una polilla!

Es una voz fémina juguetona que se divierte azotando la luz de la linterna en contra los ojos de Miyamoto.

— ¡Estúpida! ¡No, qué linda eres!

Un hombre permanece con movimientos activos a su lado.

—Twice es el estúpido que no comprende la profundidad que significa acercar la luz en los ojos cerrados de este sujeto. —responde la mujer observando de cerca. —Se le puede ver cada vaso sanguíneo en sus párpados. —dice sonriente. — ¿Cómo se vería sin sus párpados?

— ¡Horrible! ¡Qué asco! ¡Déjame intentarlo, quiero hacerlo!

Un hombre de cabellos oscuros lanza un suspiro mientras acaricia su sien. — ¿Quieren simplemente cerrar la boca y dejar de jugar con ese sujeto? —inquiere cansado observando como Twice manosea el rostro de Miyamoto.

Toga camina hacia él mientras sonríe ampliamente, con sus manos entrelazadas tras su espalda. —Pero si el jefe no está, entonces nosotros estamos a cargo, Dabi.

— ¡No, yo soy quien manda aquí!

La rubia abre sus ojos irritada y de su muslo extrae un cuchillo. — ¡Ya cállate, Twice! —exclama lanzandolo y siendo rápidamente esquivado por él, clavándose en la pared.

Dabi gira su rostro. —Te equivocas, él siempre ha estado aquí… —susurra con sus brazos cruzados.

Y de inmediato el rostro de Toga se tensa al igual que el de Twice, y una risa calmada emerge en el lugar.

—Quería escuchar qué tan buen docente es... Ya sé que estás despierto.

La voz emerge en el lugar y con pasos suaves acerca un hombre de traje oscuro y piel nívea, arrastrando una silla con él.

El hombre se sienta apoyando su mentón y brazos en el respaldo de la silla, mientras permanece con sus piernas abiertas.

—Abre tus ojos, Miyamoto-sensei.

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