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Capítulo 80

Izuku aún recuerda aquella vez en la que se quedó en su apartamento por primera vez y notó ese comportamiento extraño en el rubio.

—Cuando fui a tu apartamento por primera vez… —insiste. —Tenías una cantidad de artefactos y armas que jamás había visto. Te fuiste tan equipado… ¿Qué pasó esa noche exactamente? —inquiere recordando lo sucedido. Podía intuir levemente lo que había sucedido pero jamás había sabido detalles al respecto.

Bakugou queda con sus escarlatas perplejas por un segundo y rápidamente desvía su mirada. — ¿Por qué de pronto? —suelta al instante que rasca su cabellera. —Tanta pregunta es… —vuelve a decir posicionando sus dedos contra el mantel, al instante en que llena sus pulmones de aire. Es entonces que alza su mirada y con clara dureza responde. — ¿Y si te dijera que realmente intenté asesinar a ese imbécil, qué harías?

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Buenas noches


Bakugou endurece su rostro y se cruza de brazos. Ciertamente había tomado una postura defensiva, ya que no sabía cómo reaccionaría Izuku. — ¿Qué crees que hacen los sujetos que están envueltos en ese ambiente mafioso, Deku? ¿Reunirse a recolectar flores? —insiste con sus escarlatas agudizadas, observando las cejas de Izuku comenzar a fruncir levemente.

—No hace falta que seas sarcástico. —añade Izuku dejando la pizza a un lado y unir sus propias manos sobre la mesa.

Izuku intuía que algo así habría sucedido, con solo recordar el rostro lleno de arrepentimiento de Shigaraki Tomura cuando se disculpó, había sospechado que quizá Katsuki habría intervenido de forma no amigable. No lo culpaba y mucho menos veía su actuar de forma reprobatoria, sino más bien quería entender desde sus raíces la causa inicial que le había incentivado a unirse en esa clase de lugares y tener tales impulsos conflictivos.

—Pero tienes preguntas, ¿no? Te las estoy respondiendo, ¿entonces qué? —añade Bakugou observando el rostro pensativo del pecoso.

Izuku le mira por largos minutos y entonces vuelve a preguntar. — ¿Y qué es lo que te incentivo a unirte en ese tipo de ambientes?

Bakugou niega con su cabeza de inmediato. —No voy a responder eso. —se apresura a decir al instante en que arruga la servilleta que tenía en la palma. —Este tipo de pregunta es malditamente invasiva, no la responderé. Si no estás de acuerdo con el actuar que tuve hace un tiempo atrás cuando te vi malherido en ese maldito callejón, está bien. Pero déjame decirte algo... —agrega posicionando ambas palmas vacías y acercarse al mesón. —Lo haría una y mil veces más si es necesario. Si crees que tengo algún sentimiento de culpa o arrepentimiento, mi respuesta es no.

Izuku le entrega una mirada preocupante. —Yo… no logro entender lo que significa estar envuelto en ese tipo de ambientes pero… creo que debió ser duro. —susurra. —Pero aún si creo que ha sido duro, pienso que quizá era algo que disfrutabas hacer. —añade recordando aquella noche. —Incluso creo recordar que tenías un tatuaje en tu hombro, un lobo, pero, tú no pareces querer seguir en ese tipo de lugares. —añade. — ¿Por qué? ¿Qué sucedió?

Bakugou abre sus ojos un tanto sorprendido por la calidad de los detalles que Izuku le expone, sintiéndose un tanto expuesto. Es por eso que desvía su mirada hacia un lado. —Ya me retiré de eso. —confiesa. —Y no veo por qué seguir hablando de algo que ya abandoné y es parte de mi pasado.

Es entonces que Izuku observa sus dedos que juguetean con una servilleta, pensando por un segundo antes de lanzar la siguiente pregunta, pero no espera mucho y de igual forma lo hace, clavando sus esmeraldas sobre él.

— ¿Y si tuvieras que volver?

Bakugou agudiza sus escarlatas ante ello y le mira. — ¿Qué insinuas?

—Es solo… en el caso hipotético de que tuvieras que volver.

—Si tuviera que volver solo sería por una maldita causa extrema. —gruñe. — ¡Ya tuve suficiente de ese lugar!

Izuku parpadea y no duda en expresar lo que piensa. — ¡S-si tuvieras que volver, si fuese por algo tan grave o puntual, entonces yo te ayudaré! —exclama levantándose de la mesa y apoyando ambas palmas sobre ella, acercándose hasta Bakugou. — ¡Me haré fuerte y cuidaré de tu espalda! ¡Ya no tienes que luchar solo, Katsukun! ¡Ahora me tienes a mí!

Bakugou le mira pasmado por unos instantes y prosigue con su pizza. —Definitivamente no, si sucediera eso entonces te encerraría otra vez en mi habitación. —confiesa.

Izuku frunce su ceño de forma inmediata ante la negativa. — ¡Eso es injusto! ¡¿Por qué hacerlo si puedes recibir ayuda de mi par—

Bakugou pierde la paciencia, deja a un lado el trozo de pizza y coge de la chaleca de Izuku con cierta agresividad. — ¿¡Siquiera sabes lo preciado que eres para mí!? —exclama a todo lo que dan sus pulmones. — ¡No, ni siquiera te haces una idea! Sólo haz lo que te digo y olvida esa estúpida idea de querer hacerte fuerte, olvida lo de la mafia, ¡olvida todo eso y simplemente enfócate en tus estudios, por un demonio! —gruñe mientras hunde su dedo índice sobre el pecho del pecoso de forma demandante. — ¡Es lo que un mocoso de tu edad debe hacer!

Izuku coge de la mano de Bakugou y se libera del agarre. —Pero has olvidado algo… ¡Este mocoso es tu pareja! —exclama molesto, aunque su mirada pasa rápidamente a confusión al ver el rostro de Bakugou mirar a los alrededores.

—Creo que estamos siendo llamativos… —susurra bajo el rubio ceniza observando cómo de pronto ambos están rodeados de franceses que observan el espectáculo.

Izuku enrojece de inmediato. — ¿En qué momento es que llegaron? —susurra también.

—No lo sé… —susurra Bakugou tragando saliva a la vez que tensa su mandíbula. — ¿¡QUÉ ES LO QUE TANTO MIRAN!? ¡¡HAH!! —exclama en francés.

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El profesor de ciencias, Ryuu, había salido de la reunión de docentes con evidente cansancio.

No podía evitar observar desde los grandes ventanales mientras escucha el caos que había. —Nunca pensé vivir tan pronto una rebelión estudiantil… —susurra mientras acomoda su corbata. —No puedo creer la lentitud con la que operan aquí en este tipo de situaciones, la respuesta a este tipo de casos es realmente… —agrega clavando su vista sobre dos cabelleras pelirrojas que permanecen sentadas en el césped. —Deficiente. —añade con sus ojos grises agudizados y entrecejo levemente fruncido.

— ¿Acaso esta no es una señal suficiente para que te marches de una buena vez? —agrega desviando su visión y clavar sus ojos en la sala de estar, observando a Miyamoto sentado con sus dedos posicionados sobre su nariz observando a la nada.

—Eso no es de tu incumbencia. —responde Miyamoto con obvio malhumor.

Ryuu avanza y se posiciona frente a él con sus brazos cruzados. — ¿No deberías ser profesional y enfrentar las inquietudes de tus estudiantes? Ellos te están esperando con mucha dedicación. —agrega con acidez mientras señala al ventanal.

Miyamoto ríe al instante en que se quita sus lentes y los limpia con ayuda de su camisa. — ¿Crees que con solo salir estarán satisfechos? Esos brutos…

Ryuu sonríe de forma maliciosa. —Por supuesto, al fin y al cabo eres el cerdo que pidió ser el sacrificio a gritos desde que llegó. —añade el pelinegro mientras avanza hacia la salida. —Asume tu responsabilidad si amas aunque sea un poco la docencia.

Miyamoto frunce su ceño al instante en que se levanta para observar a Ryuu a la salida. — ¡Cierra la boca! —exclama. — ¡Aquí todos son patéticos e imbéciles! —añade. — ¡Patéticos, todos en este lugar! ¡No hay nadie que se salve! ¡Brutos!

Ryuu le mira de reojo un tanto sorprendido. —Deberías ir por algún especialista, es un consejo amistoso. Tú verás. —agrega al instante en que arroja un último comentario. —Y si sigo tu lógica, entonces tú también eres patético e imbécil. —añade sonriéndole mientras alza su mano. — ¡Que tengas un gran día, Miyamoto-sensei~!

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Kirishima Eijirou y su hermano mayor comen galletas tranquilamente mientras el caos se desata. — ¿Y cómo crees que reaccionen los profesores o el director?

Kenjirou lo medita un rato mientras mastica. —Creo que tienen dos opciones, o llaman a la policía o simplemente intentan dialogar con ustedes. Aunque creo que lo más seguro será la primera opción. —añade recostándose en el césped mientras observa como Mina Ashido de forma activa recluta a más personas y les posiciona más bandas con el rostro de Bakugou mal dibujado en cada una de las frentes.

Kirishima le mira un segundo y sonríe nervioso. — ¿Eso no significaría que estamos expuestos?

—Así es. Cárcel.

El hermano menor suda frío y Kenjirou lo nota mientras ríe a sus adentros.

Eijirou frota las palmas de sus manos sobre sus piernas. —Pero si llegáramos a ese extremo entonces, tú como mi hermano mayor me cubrirías la espalda, ¿no? —inquiere mientras le mira cerrar los ojos.

—Nunca has huido de la policía… ¿no es así? —inquiere despreocupado mientras rasca su oreja. —En ese caso supongo que deberían ir a buscarte papá o mamá.

— ¡Yo jamás he sido un pandillero como tú! —exclama el pelirrojo. —Aunque ciertamente se ve cool. ¡Y si mamá se entera!... S-si mamá se entera… —traga saliva mientras comienza a sudar frío.

—Entonces supongo que hoy será la prueba de fuego. Dormiré una siesta. —anuncia dando la vuelta. —Suerte huyendo de la policía, hermanito… —susurra suavemente Kenjirou para que segundos después comience a roncar profundamente.

— ¡Ah, espera! ¡Te dije que llamaras a Yakuza-sensei! —exclama Kirishima zamarreandolo. — ¡Oye! —añade frunciendo el entrecejo. —No puedo creer que ya se durmió… ¿Que acaso no tenía que volver al trabajo?

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—No puedo creer que les gritaras de esa manera y de respuesta solo te aplaudieran… —susurra Izuku saliendo del cuarto con la pijama.

— ¡Esos bastardos! —exclama Bakugou caminando descalzo de un lado a otro en la sala, ofendido. — ¡Creyeron que estábamos haciendo algún tipo de show cómico!

Izuku asiente. —Definitivamente creyeron que éramos algún tipo de show cómico. —añade recordando las risas mientras se sienta en el sofá observando a Bakugou continuar con su caminata furiosa. Es por eso que siente la necesidad de aligerar el ambiente. —Pero, uh, como bien mencionaste el día de hoy, eso no importa ya que no nos conocen. —agrega posicionando sus manos sobre sus rodillas.

— ¡Se burlaron en nuestra cara! —exclama Bakugou sin poder superar lo ocurrido.

Izuku lanza un suspiro y coge su celular. —Ah, un mensaje. —susurra abriéndolo y observando los pastelillos de Uraraka. — ¡Ahh, qué delicia! —exclama.

Bakugou se lanza a su lado en el sofá. — ¿Qué? —inquiere apoyando su mentón en el hombro de Izuku, observando el chat.

—Uraraka-chan envió fotos de estos pasteles. —señala Izuku. —Creo que uno es de mora, ¿no se te antoja?

—Comí tanta pizza que en realidad lo único que se me antoja es irme a la cama. —agrega Bakugou revisando su móvil y observar un par de llamadas perdidas de Nezu.

Se inclina de hombros, actualmente está de vacaciones, para cuando regrese a Japón se encargaría de aquellos asuntos.

Izuku observa aquellas escarlatas somnolientas a su lado. —Entonces quizá deberíamos dormir. Mañana es el retorno, ¿no es así? —inquiere el pecoso.

—Sí, mañana a primera hora. —responde el rubio ceniza mientras se estira y se levanta. —Duerme bien, Deku. —agrega sacudiendo sus cabellos aceitunados. —Nos vemos mañana. —se despide entrando a su cuarto con sus manos en los bolsillos.

Izuku le mira entrar y junta sus labios. —Sí…

Deja su teléfono a un lado y observa la puerta de la habitación de Bakugou ya cerrada. Traga saliva y juguetea con sus dedos. —Buenas noches… —susurra para sí mismo observando de vez en vez la puerta.

{…}

Bakugou estaba ya entrando a las primeras fases del sueño, completamente tapado y con un claro cansancio. El día había sido realmente agitado. Además, el rubio ceniza se caracteriza por dormir temprano, y ciertamente estos días había dormido muy tarde. Era evidente que su cuerpo pedía a gritos dormir las largas ocho horas sin interrupción.

¡¡B-buenas noches!!

Bakugou abre sus escarlatas y salta en la cama asustado. — ¿¡Qué demonios!?

Izuku abre sus ojos y comienza a disculparse. — ¡Lo siento mucho, te asusté!

Bakugou rasca su cabellera y le mira somnoliento. — ¿Qué se supone que haces aún despierto? Ya deberías estar durmiendo.

Izuku parpadea y comienza a juguetear con sus dedos mientras se sienta en la esquina de la cama. —Ah, sí, debería estar durmiendo, sí…

Bakugou le mira confuso y lanza un suspiro. — ¿Entonces qué?

Izuku deja de juguetear con sus dedos y traga saliva. — ¡E-entonces! —exclama nervioso. —E-entonces, uh, entonces… —añade rascando su mejilla con su dedo índice. —Entonces, entonces...

Los ojos escarlatas se irritan y golpea el colchón de un impulso con su palma. — ¡Por un demonio, habla de una maldita vez!

— ¡¡QUIERO DORMIR CONTIGO!! —exclama Izuku a los cuatro vientos.

Bakugou abre sus carmines irritadas. — ¿Hah?

Izuku traga saliva y le mira. — ¿P-puedo dormir contigo? Solo será por hoy. —inquiere mirándole con timidez.

Y Bakugou luego de procesar completamente la información sonríe malicioso. — ¿Qué? ¿Acaso el monstruo que vive bajo la cama no te deja dormir? —inquiere con burla.

Izuku frunce su ceño y Bakugou de forma inmediata abre las cobijas hasta atrás y da palmaditas a su lado, sobre el colchón. —Ven aquí, Deku.

Las esmeraldas de Izuku se iluminan y basta menos de un segundo para que el pecoso esté abrazando a Bakugou. —Esto me hace muy feliz. —susurra sonriente.

Bakugou parpadea y sonríe. — ¿Ah, sí? —inquiere al instante en que se acomoda frente a él, mientras acaricia sus mejillas. —Entonces más vale y me aproveches, porque—

El teléfono de Bakugou comienza a sonar. El rubio ceniza rueda sus ojos y cuelga. Pero entonces, de forma insistente vuelve a sonar.

Y vuelve a colgar.

—No sé quién demonios molesta tan tarde. —gruñe al instante en que observa a Izuku contestar.

— ¡Mamá! —exclama Izuku en una videollamada.

— ¡Mierda! —susurra Bakugou saliendo de la cama de forma veloz evitando que se viera en la llamada.

— ¡¡Izuku-kun, he esperado tus llamadas y no he sabido nada de ti!!

— ¡Ah, lo siento! —se apresura a disculpar el pecoso. —Me distraje lo suficiente para olvidarlo, hehe.

— ¡Dios, Izuku! ¡Ah, un segundo, Mitsuki-chan, espe—

— ¡¡Izukuuu!!

Izuku ríe. —Tía Mitsuki, buenas noches.

— ¡Buenas noches, pequeño! ¡Mi hijo, mi maldito hijo! ¿¡Está por ahí!? ¡Dame con él!

— ¡A-ah, sí, un segundo! —responde Izuku corriendo hasta la sala en donde había huido el rubio. —Es tu mamá… —susurra y Bakugou estira el teléfono masajeando su sien ya sabiendo lo que se venía.

—Hola, vieja bru—

— ¡¡¡TE LLAME CADA MALDITO DÍA DESDE QUE TE FUISTE, MOCOSO!!! ¡¡¡TRES DÍAS SEGUIDOS, TRES!!!

Bakugou cierra sus ojos ante los gritos.

—No vi las llamadas.

— ¿¡HAH!?

— ¡¡QUE NO VI LAS LLAMADAS!! ¡¡ESTABA LO SUFICIENTEMENTE OCUPADO TOLERANDO A LA MALDITA DE TU ASISTENTE!! —exclama ya al límite.

— ¡Hola, hijo! Hoy aprendí a hacer copitas de oro, acabo de terminarlas de hornear. —interviene Masaru apareciendo tras la cámara mientras señala una bandeja con unas cuantas copitas. —Esta tiene camarón, además queso, una pizca de pimienta y calamar rojo, ¿no te parecen lindas?

Bakugou rueda sus ojos mientras masajea su sien. —Si viejo, qué lindas, ¡como sea! ¡Ya déjenme dormir por un demonio! —exclama al instante en que corta y lanza un suspiro, arrojando el teléfono lejos de su vista. —Ellos me roban toda la energía. —Se lamenta al instante que regresa a la cama, observando al pecoso con sus esmeraldas bien abiertas ya tapado esperar paciente.

El rubio ceniza incluso nota como mueve la punta de sus pies levemente.

Bakugou se recuesta y captura un mechón aceitunado entre sus manos. —Y tú debiste avisarme antes de responderle tan despreocupadamente a tu madre. —regaña.

Izuki sonríe. —No lo pensé. —añade acomodándose en la cama.

El rubio acerca su cabeza a la almohada y acaricia los mechones aceitunados con delicadeza. —Es porque eres un idiota. —susurra con su voz ronca, mientras su diestra la lleva hasta la cintura del pecoso. —Aún no entiendo qué demonios es lo que te gusta de mí.

Izuku se acomoda mientras desliza su dedo índice por la mejilla de Katsuki, mientras sus ojos brillantes y profundos le observan de la forma más enamorada que pudiese existir. —Todo.

Katsuki Bakugou profundiza sus escarlatas y no hace falta de un impulso para que ahora esté besando a Izuku con intensidad. Desliza su mano por su cabellera acercandolo a su rostro mientras que con la otra desde su cintura la apega más hacia él.

Izuku no duda en envolver sus brazos a través de su cuello y dejarse llevar por la marea roja. Sus besos eran lentos y llenos de sentimientos, olvidándose por un segundo de todo lo que existiese a su alrededor.

Es por eso que Bakugou abre sus ojos sintiéndose casi en un sueño y sonrojado observa a Izuku sobre él. —Tú… —susurra posicionando sus manos sobre la cintura del pecoso. — ¿Por qué de pronto estás sobre mí?

Izuku jadea con sus mejillas pecosas sonrojadas a la vez que se acerca hacia él. —Yo… quiero mi beso de buenas noches. —susurra besándolo nuevamente, fundiéndose en su propia piel.

Luego de un buen rato de largos besos, Bakugou respira de forma agitada con su rostro más rojo que un tomate. Observa a Izuku dormir plácidamente a su lado y al mismo tiempo levanta las cobijas, observando hacia el interior. —Este bastardo… —lanza respecto al pecoso. —Muy inocente pero a la vez, es un maldito peligro. —susurra sin lograr dormir sintiendo palpitaciones intensas.

{...}

Habían tomado el avión a primera hora de la mañana y, antes de apagar el teléfono, Bakugou lanza un comentario.

—Kenjirou… —susurra Bakugou pensativo.

— ¿Kenjirou-senpai? ¿Qué sucede con él? —inquiere el pecoso mientras come malvavisco.

—Dice que la academia Yuei está protestando porque les disgusta el nuevo profesor de matemáticas. —señala.

Izuku abre sus esmeraldas. — ¡No puedo creerlo! —exclama acomodándose en su asiento por la sorpresa. —Aunque es lo más razonable, ¡definitivamente me sumaré al movimiento! —agrega decidido.

Bakugou le mira. — ¿Por qué demonios eso sería razonable?

Izuku clava su mirada decidida. — ¡Miyamoto-sensei es un profesor al que realmente pareciera no le gusta enseñar! No se como explicarlo pero, cada vez que le preguntamos, nos deja con una sensación de como si le estuviésemos estorbando. —responde al instante. —Deberías volver a la academia. Ah, solo si quieres, claro. —añade esta vez sin intenciones de parecer una clase de orden.

Bakugou agudiza sus ojos ante el comentario. — ¿Y mis deseos de simplemente estar contigo qué? —gruñe. — ¿Si sabes que si nos llegan a descubrir será un maldito dolor de cabeza para los dos?

— ¡Nadie lo sabrá! —exclama Izuku. — ¡Me esforzaré para que nadie note que somos cercanos! Y si llegasen a surgir sospechas, uhmm… ¡Ah, decimos que simplemente somos amigos de la infancia!

Los ojos carmín de Katsuki se abren impresionados, e incluso permanece helado por un par de segundos.

Izuku parpadea con sorpresa ante esa extrema reacción. — ¿Es… tan raro que digamos algo así? —inquiere dudoso.

El rubio niega de inmediato y simplemente se gira a observar por la ventana, apoyando su mentón en su diestra. —Simplemente me tomó por sorpresa… —susurra. — ¿Estás seguro de que quieres que regrese y no que, simplemente me quede contigo sin tener que fingir nada? —agrega sin dejar de observar el paisaje con nostalgia.

Izuku frunce sus cejas aceitunadas. —No quiero que simplemente abandones tus sueños por lo que podríamos ser, ¡solo debemos seguir esforzándonos! —exclama. — ¡Nunca estuve de acuerdo con que te fueras!

Bakugou lanza un suspiro rendido. —Bien… —responde, recordando algo muy importante que se había quedado en el hielo hace un tiempo atrás.

Las olimpiadas.

Según tenía entendido faltaba muy poco para la llegada de esas fechas del evento. Debería entrenar a sus muchachos como un maldito diablo.

Pero primero, debería tener una reunión personal con Nezu.

Y así, el avión atravesaba las pomposas nubes de forma veloz, despidiéndose de Francia.

────────༺༻────────


Enji Todoroki, empresario de primera clase afloja su corbata mientras descansa en su asiento inclusive más cómodo que una nube. Eso es lo que él suele decir.

— ¿Cómo sabe que su asiento es más cómodo que una nube? —pregunta su asistente personal mientras mantiene una libreta electrónica en sus manos.

Los ojos azules de Enji se clavan sobre el rubio por un segundo. —Porque lo soñé. —confiesa.

— ¿Usted soñó que estaba en una nube? —inquiere Tokogami.

—Sí.

— ¿Y qué se siente? —inquiere curioso mientras nota cómo el pelirrojo observa y acaricia la foto de Todoroki Shoto entre sus manos.

—Se siente bien, pero no tan bien como estar sentado aquí.

Quien quiera que pasara por aquella oficina y escuchara aquella conversación tan poco relevante fuera de los negocios diría que quizá y solo quizá a Enji se le extravió un tornillo, pero en realidad, era tanta la confianza que tenía junto a su asistente que ese tipo de conversaciones eran ya parte de la rutina.

Es entonces que ante el silencio Enji inquiere, dejando el cuadro cuidadosamente sobre el escritorio. — ¿Alguna señal?

Keigo Takami observa hacia el horizonte, observando los grandes edificios cubrir la ciudad. —No hemos podido dar con él aún si hace un mes atrás comenzaron los incidentes. Luego de cinco años.

Enji Todoroki es un gran empresario, y también, es buscador de peces gordos líderes de los territorios oscuros de Japón. Actualmente, está buscando uno de los peces más gordos que hace años se esfumó como el humo del cigarrillo.

Y las orejas de Enji por algún motivo enrojecen, y no entiende por qué.

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— ¿Y cuál es tu motivación para estar aquí en primera línea desafiando a las autoridades escolares? —pregunta la reportera una vez el caos se había desatado de manera desmedida a las afueras de la academia.

Todoroki Shoto coge el micrófono mientras sus ojos se agudizan, observando a todas las cámaras que podía fijamente.

—Mi viejo.

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