
Capítulo 51
|Lunes de confesiones|
—Izuku-kun. —susurró Uraraka.
Izuku parpadeó y le miró con curiosidad. — ¿Sí?
Uraraka le sonrió. —Acompáñame al receso, por favor.
Izuku asintió sonriente, mientras continuaba escribiendo los ejercicios del pizarrón.
El ejercicio acabó y Bakugou se giró con cara de pocos amigos, sentándose sobre el escritorio con neutralidad.
—Bien, es hora de que les diga que más vale comiencen a estudiar, mocosos. —habló con su voz ronca, cerrando el libro entre sus manos. —Se acercan los jodidos exámenes, si no quieren verme molesto más vale y obtengan resultados excelentes en mi jodida clase. —agregó. —Estamos a mitad de los contenidos, recuerden que solo tienen tres jodidas oportunidades y más vale comiencen bien con el primer exámen.
Cada asignatura contenía tres exámenes evaluativos importantes en el que se dividía el 90% del ramo, por lo que el 10% restante correspondía a trabajos grupales y parciales.
En el ahora, los estudiantes de UA se enfrentarían al primer exámen del segundo semestre, que equivale al 30% de la asignatura que corresponda.
— ¡No se preocupe, sensei! —exclamó Kirishima. — ¡Usted confíe en nosotros!
Bakugou le miró y frunció el ceño. —Más vale me lo demuestres con hechos y no con jodidas palabras. —respondió malhumorado. —Ahora es cuando deben ir a mis talleres sin falta, reforzaremos como malditos desquiciados para asegurar un buen resultado. —agregó. — ¡DEBEN IR, MALDITA SEA! —exclamó.
Todos sus alumnos le observaron con terror.
—Ahora tengo miedo... —susurró Koda.
—Sí, sí... —respondió Sato a su lado.
Bakugou clavó sus carmines sobre ellos. —Si se sienten inseguros por los exámenes, entonces asistan a mi jodido taller. —murmuró con molestia. —Bien, acaben de escribir eso y pueden largarse, mocosos. —habló sentándose.
—No era precisamente por eso... —Le susurró Sato a Koda, observando a su profesor quien estaba más irritable que de costumbre.
Koda asintió en su lugar como respuesta.
Y Uraraka observó rápidamente su reloj de pulsera.
Si quedaban libres ahora, tendrían exactamente veinticinco minutos libres...
Tiempo suficiente.
Pensó de manera decidida, clavando sus chocolates sobre Izuku, quien parecía estar cerrando su bloc de notas para luego observar hacia la ventana con notoria tristeza.
— ¡Ah! —exclamó Uraraka. — ¡Y-yo ya acabé, sensei! —agregó, observando a su profesor quien en ningún segundo le miró, pues estaba pendiente de la lectura de su libro.
—Entonces largo. —respondió Katsuki restandole importancia. —El que tenga dudas puede acercarse. —continuó sin despegar su mirada del libro.
—Vamos, Izuku-kun. —Le susurró Uraraka apenas pasó por su pupitre, tocando levemente su hombro.
Izuku parpadeó, entonces notó cómo Uraraka salía del aula de manera veloz.
Giró su rostro con curiosidad.
Entonces Izuku pensó que se trataba de alguna urgencia y que Uraraka-san realmente necesitaba ayuda.
Asintió y rápidamente guardó sus cosas, avanzando hacia la salida.
—Ey.
El pecoso rápidamente cesó su caminata y entonces miró hacia su lado derecho, observando a Katsuki mirarle desde su escritorio a una corta distancia con cara de pocos amigos.
Su ceño fruncido le dio mala espina al instante, por lo que tragó saliva y se quedó frente a él sin mover un solo músculo.
— ¿S-sí? —soltó el pecoso para clavar sus ojos esmeraldas neutrales sobre él.
— ¿A dónde demonios crees que vas? —preguntó el mayor con sus escarlatas molestas. —No es la jodida hora de cierre de clase, ¿o me equivoco?
Izuku posicionó sus manos sobre su corbata roja de manera inconsciente. —Uh... Usted dijo que quien terminaba se podía ir. —susurró observando sus zapatos rojos.
— ¿Hah? —soltó con molestia. — ¿Y tus jodidas dudas? —preguntó dejando el libro a un lado. —Tu siempre tienes jodidas dudas, incluso te quedas después del cierre de clases para preguntarme, mocoso.
Izuku miró hacia fuera, notando como Uraraka estaba pendiente de la conversación.
—Yo no tengo dudas, Bakugou-sensei. —habló para dar un paso más, notoriamente nervioso.
No quería que Uraraka escuchara más de lo debido.
Entonces Bakugou frunció su ceño con molestia, cerrando su libro de un golpe.
— ¿Desde cuando es que mágicamente eres un jodido cere—
Izuku abrió sus jades y alzó sus cejas preocupado, observando a su amiga tras la puerta. Entonces cerró sus ojos con nerviosismo. — ¡Y-yo necesito ir al baño, c-con su permiso! —exclamó para entonces huir veloz del aula sin mirar a su furioso profesor.
— ¡Vamos, vamos! —Se escuchaba Uraraka desde el otro lado de la puerta.
Izuku salió como un rayo, siendo tomado por las manos de Uraraka rápidamente.
Y Bakugou con un tic en el ojo observó como Uraraka se llevaba a Izuku de la mano, corriendo por los pasillos.
—Tch.
.
.
.
.
.
.
Uraraka había corrido a través de la academia, para luego subir las escaleras de manera veloz.
— ¡U-Uraraka-san! —exclamaba el pecoso con sus esmeraldas más que abiertas, observando como la chica solo lo llevaba a un destino totalmente desconocido para él.
Había acabado en la azotea con la castaña.
Y una vez arriba, sintiendo todo el aire fresco invadir sus fosas nasales para entonces observar la ciudad frente a sus esmeraldas idas, ésta le miró con sospecha.
— ¡Muy bien, Izuku-kun! —exclamó decidida, con sus cabellos moverse de un lado a otro. — ¡Más vale y confieses todo aquí y ahora!
Izuku clavó sus esmeraldas confundidas en contra los chocolates de la chica.
— ¿Eh? —soltó sonriendo nervioso. — ¿A qué te refieres, Urara—
— ¿¡ESTÁS ENAMORADO, VERDAD!?
Izuku trago saliva al instante, retrocediendo un par de pasos.
Uraraka le observaba con sus chocolates decididos y con un sonrojo leve bajo sus mejillas.
— ¿¡D-de qué estás hablando, Uraraka-san!? —exclamó avergonzado y con sus jades más que abiertas.
El viento chocaba contra sus cabellos verdosos, por lo que se cruzaban en su vista sorprendida de manera constante.
Uraraka le señaló con el dedo. —Lo siento, Izuku-kun. —respondió ésta. —Te he estado observando durante mucho tiempo. —confesó.
Izuku posicionó la mano tras su nuca para luego sonreír nervioso. —La verdad, no sé a que te refieres, hehe. —agregó, intentando conservar la calma. —Quizá te estés confundiendo, todo está bien y yo no estoy—
— ¡Mentiroso! —exclamó molesta. — ¡Ya lo hiciste una vez, cuando dijiste que te dolía el estómago cuando no era así!
Izuku le miró pálido.
Había sido estúpidamente descubierto.
— ¡Asúmelo, Izuku-kun, eres pésimo para mentir! —exclamó con su ceño fruncido. — ¡Quizá puedas engañar a Iida-kun y a Todoroki-kun, pero no a mí!
Izuku parpadeó incrédulo y entonces trago saliva, retrocediendo.
Entonces notó como su compañera reunía aire en sus pulmones.
— ¿¡ES QUE ACASO ES BAKUGOU-SEN—
Apenas aquel grito llegó a sus oídos, Izuku Midoriya dejó que sus piernas actuaran por sí mismas.
Y en menos de un parpadeo, la tenía frente a él con una mano sobre su boca presionada con fuerza y la otra en su propio rostro pecoso, específicamente su dedo índice sobre sus labios.
Uraraka pudo observar desde la cercanía del pecoso el cómo sus hermosas esmeraldas le entregaban un brillo especial y que jamás había visto en él.
Un brillo y expresión que claramente no era para ella.
Su mirada chocolate se ablandó y le sonrió levemente, aún siendo presa de la mano de Izuku sobre su boca, notando como aquel brillo dejaba ver la preocupación extrema que sentía el pecoso en aquellos instantes, quien se encontraba observando hacia todas las direcciones posibles.
—S-shhh... —susurró frente a ella. —No digas eso, Urara—
— ¡Lo sabía! —exclamó la castaña, sacando la mano del pecoso rápidamente. —Sabía que algo extraño ocurría. —continuó ya calmándose, soltando un suspiro.
Entonces le sonrió contenta, mientras posicionaba sus propias manos tras su espalda.
Sus manos se apretaban con fuerza y desespero, pero su sonrisa se mantenía firme.
Debía entregarle la seguridad suficiente para que esto no acabase en un caos.
Entonces notó cómo aquel pecoso bajaba su mirada de manera lenta.
Sus esmeraldas rotas observaron el suelo mientras presionaba sus puños. —Lo siento, Uraraka-san... —susurró. —Por favor, no le digas esto a nadie.
Uraraka le sonrió de manera dulce. Avanzó lentamente hacia él y tocó sus hombros con suavidad.
—Si te presione así, es porque hace mucho tiempo te sentía extraño, Izuku-kun. —dijo, observando como las esmeraldas rotas le observaban con atención. —No se porqué es que siento que no le has contado esto a nadie... —añadió.
Izuku asintió levemente. —Sí... Nadie sabe de esto. —respondió, sentándose y apoyando su espalda en contra la pared, observando las nubes avanzar de manera lenta y esponjosa.
Entonces lanzó un suspiro. —Incluso para esto soy un idiota... —murmuró con frustración.
Uraraka negó. —Yo soy tu amiga, Izuku-kun. —agregó sentándose a su lado. —Sea lo que sea lo que me digas, seré una tumba. Confía en mi—añadió.
Izuku frente a aquellas dulces palabras de la castaña, pudo sentir una nueva sensacion.
Confía en mí.
Su pecho se abrió y un calor abrasivo llenó todo su interior.
Sus hermosas esmeraldas se abrieron y sintió que éstas se quebraban al igual que su garganta, tal y como si de un débil recipiente de vidrio estrellándose contra el suelo se tratase.
Su vista rápidamente se volvió borrosa y su garganta se presionaba con firmeza.
—Uraraka-san... —murmuró con su voz quebrada, dejando que las lágrimas cayeran sin miedo a que su amiga le viera. — ¿Y-yo realmente podría confiar en ti?
¿Puedo hacerlo?
¿Puedo abrirme y confiar en un amigo?
¿Realmente puedo hacerlo?
¿No sucederá nada malo?
Izuku Midoriya jamás había expuesto sus inseguridades frente a alguien más.
Simplemente por el temor de que algo malo sucediera, o que se preocuparan por él de manera excesiva, sintiéndose una molestia.
Izuku Midoriya jamás había hablado sus problemas con alguien, siempre se guardaba todo e intentaba enfrentarlo de la mejor manera posible.
La castaña le sonrió y le abrazó con cariño. —Por supuesto que sí, Izuku-kun. —añadió entregándole ánimos. —Puedes confiar en mí.
—Gracias.
Soltó Izuku, apoyando suavemente su cabeza de manera instantánea en el hombro de su amiga, permitiendo que las lágrimas escaparan de sus ojos esmeraldas.
Uraraka observó aquellos cabellos peliverdes a su lado con preocupación, mientras le abrazaba con suavidad y acariciaba su espalda con cariño.
Y el pecoso lloró por un par de minutos entre los brazos Uraraka, totalmente entregado y rendido.
La frustración lentamente se iba yendo lejos, muy lejos. Y contrario a ello, una pequeña sensación de tranquilidad despertaba lentamente en lo más profundo de su ser.
Era extraño, pues entonces se dio cuenta que realmente necesitaba un abrazo honesto y ser escuchado.
Se había estado cerrando lentamente en una pequeña caja de cristal.
Aquella caja de cristal en la que se estaba ahogando de manera contínua.
Pero como todo, ésta ya había llegado a su límite, estallando frente a aquellos ojos chocolates.
Quizá lo único que necesitaba era desahogarse, para entonces volver a encontrar el rumbo.
Izuku sonrió totalmente agradecido mientras alzaba su mirada, chocando con la mirada preocupada chocolate.
—Entonces luego del trabajo vamos a comer, Uraraka-san. —dijo el pecoso levemente, mientras se limpiaba sus ojos y todo aquel rastro de lágrimas. —Aquí es peligroso, no quisiera que alguien más nos escuchara. —agregó.
Uraraka asintió contenta. —Cuenta conmigo, Izuku-kun. —respondió enérgica. —Estaré ahí sin falta.
Y las campanadas sonaban, era hora de la siguiente clase.
Ambos se miraron sonrientes y se levantaron sintiéndose aliviados.
.
.
.
—La clase de Ryuu-sensei estuvo muy divertida. —dijo Sato saliendo del aula sonriente.
—Sí, sí. —respondió Ashido enérgica. —Sus clases de ciencias son muy emocionantes. —agregó.
El día había acabado y todos los alumnos se iban a sus casas.
Algunos a jugar, como Kirishima, Kaminari y Sero.
Algunos a estudiar y a organizar el día siguiente, como Iida Tenya.
Algunos a dormir, como Tokoyami.
Y otros... simplemente a rondar por ahí.
Como Izuku, quien se había sentado de manera tranquila sobre una banca del jardín de la academia.
Observó su reloj de pulsera, notando que aún faltaba una hora y media para entrar a su trabajo.
Descansaría un rato y se relajaría para emprender su camino.
—Puedes confiar en mí.
—Ahhh... —soltó el pecoso abriendo lentamente la envoltura de una pequeña paleta. —Me ha descubierto completamente. —murmuró preocupado mientras observaba las nubes. —Además, soy un llorón. —soltó avergonzado.
Si bien, ya había decidido que le confesaría todo lo que le afligía, no podía evitar preocuparse.
Sabía que Uraraka le escucharía y guardaría el secreto, pero con el solo hecho de confesar el cómo se sentía provocaba que su estómago se revolviera.
Después de todo, jamás había hecho algo así...
La paleta dulce navegaba feliz en el interior de la boca de Izuku, haciéndole sonreír al instante.
Para un día como hoy, realmente necesitaba azúcar para subir los ánimos.
Había sido un día bastante intenso e inesperado para él.
Entonces giró su vista tranquila hacia los enormes rosales ambarinos y escarlatas que de manera hermosa adornaban cada rincón de su propia mirada.
Sonrió levemente.
—Aún así, creo que está bien. —agregó con sus esmeraldas tranquilas, recordando a Uraraka. —Sí, todo estará bi—
La paleta había sido robada con brusquedad de su boca, haciéndole girar sus esmeraldas con rapidez hacia su lado izquierdo superior.
Katsuki Bakugou le miraba con sus manos en los bolsillos y con la paleta ahora en su boca.
—Yo.
____________________________________________
Tenía este capítulo casi listo, así que dije: ¿Por qué no subirlo ahora?
Weno ahora sí, buenas noches uwu ♡
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro