|Y el maldito sueño se volvió realidad|
Luego de aquello, había huido durante la oportuna intervención de Mirio, aquel estudiante de cuarto año enérgico y deslumbrante.
Corrió en un principio y luego cuando se aseguró de estar lo suficientemente lejos, avanzó con su mirada perdida por las calles.
Izuku sentía su garganta presionada. Le dolía.
Apretó las correas de la mochila con sus manos y observó sus zapatos rojos caminar lentamente.
Pero ahora los veía borrosos.
Izuku no sabía que observar los ojos de Bakugou-san de frente le resultaría tan doloroso.
—Cariño. —habló Inko sonriente, abriéndole la puerta.
Izuku seguía observando el suelo, recordando aquellos ojos escarlatas mirarle. —Mamá... —murmuró con su voz quebrada.
Inko abrió sus esmeraldas preocupadas y se aproximó a su hijo rápidamente.
— ¿Cariño? —preguntó preocupada, tocando sus hombros con delicadeza. — ¿Qué sucede?
Izuku alzó su mirada con sus esmeraldas vacías y húmedas, ojeroso, con aquel notorio tick bajo su ojo izquierdo.
Inko negó rápidamente con su cabeza.
—Izu—
—No te preocupes... —respondió sonriéndole de manera temblorosa. —Estoy bien, estoy bien, no hace falta que te preocupes. —añadió nervioso.
Inko junto sus manos con preocupación.
—Hijo, es que acaso... ¿has recordado alg—
— ¡No lo digas! —exclamó frustrado, con el ceño fruncido y sus esmeraldas serias. — ¡No es necesario que repitas las mismas preguntas de siempre!
Inko retrocedió un paso y le miró con sus esmeraldas quebradas.
Él negó rápidamente, arrepintiendose de inmediato. —L-l-lo siento mucho mamá, yo no quise responderte así... —murmuró con su voz quebrada. —Perdóname. —dijo, rompiéndose.
Cayó de rodillas y soltó el llanto.
Estaba desesperado, había guardado todo ese llanto durante todo el día, ya no aguantaba más.
Y ver a su madre preocupada por él, solo provocaba que se dejara llevar por sus emociones y llorara entre sus brazos sin descanso.
Inko le miró preocupada y se acercó rápidamente, acuclillandose hacia él, abrazándole rápidamente. — ¡Mi amor, ¿qué ha sucedido?!
Izuku continuaba soltando el llanto acumulado.
El día de hoy había sido muy difícil para él.
—L-lo siento, yo... —sollozaba entre sus brazos. Hundía su rostro en el cuello de su madre mientras la abrazaba de manera desesperada. —Y-yo he vuelto a tener una crisis y ya no sé qué hacer con esto... —añadió. —Yo estoy muy confundido, mamá. Ya no puedo seguir ignorando mis sentimientos y emociones, ¡yo quiero recordar mi niñez! —exclamó desesperado. —Y-ya no puedo seguir fingiendo que todo está bien cuando realmente no es así. —añadió.
Inko sentía como sus lágrimas caían por su rostro de manera silenciosa, mientras acariciaba la espalda de Izuku tiernamente.
No había algo más doloroso que ver a su hijo sufrir así.
Sentía sus temblorosas y desesperadas manos abrazarle mientras sollozaba sin descanso alguno.
Le partía el corazón.
—Corazón, no te preocupes. —Le respondió dulcemente. —Tú recordarás, pero no te exijas. —añadió. —No queremos que te suceda nada malo, Izuku.
Izuku se quedó en silencio un rato y su llanto cesó de manera abrupta.
—Queremos...
Suspiró y soltó a su madre, entonces le sonrió.
Seco sus lágrimas y se levantó. —Sí, tienes razón. —respondió.
Inko parpadeó confundida. — ¿Izuku? —preguntó, levantándose para mirarle.
—Gracias por escucharme, mamá. —dijo observando a la nada. —Tienes toda la razón, no debo exigirme, hehe. —añadió sonriente.
Inko observaba confundida a su hijo, su cambio de humor había sido muy drástico.
—Ven a sentarte para que almorcemos. —dijo Inko, observándole con detenimiento.
Izuku clavó sus esmeraldas vacías en ella. —No hace falta. —respondió de pronto de manera frívola. Entonces le sonrió. —Con todo esto que ha pasado la verdad no tengo apetito, mamá. Además he dormido muy mal, quisiera tomar una siesta, ¿puedo? —preguntó sonriente.
Inko trago saliva.
Algo andaba mal, su hijo no era así.
—Ah... —soltó confundida. —S-sí.
Izuku se perdió por las escaleras al instante.
Entonces Inko miró hacia las escaleras con preocupación.
Al parecer, se aproximaba una tormenta.
Jamás había visto unos ojos tan fríos y calculadores como los de su hijo en aquel instante.
.
.
.
—Buenas tardes, señor. —saludó el conserje apenas observó entrar a Bakugou por la entrada principal del apartamento.
Bakugou ni siquiera le miró.
Estaba bastante malhumorado en esos instantes.
Subió por el ascensor, apretando los botones con furia mientras lanzaba maldiciones a la nada.
Entonces las puertas se abrieron. Avanzó hacia su apartamento, cuando de pronto frunció el ceño.
— ¿Qué demonios? —gruñó, observando a un pelirrojo dormir a las afueras de su apartamento.
Su saliva caía de su boca hasta el maldito suelo. Lo miró asqueado.
Con su pie lo movió del pecho de manera brusca, despertandolo de inmediato.
Luego de un par de zamarreos, Kenjirou abrió los ojos.
— ¡Katsubro! —exclamó con lagañas en sus ojos, asustado. — ¡Ya llegaste!
Bakugou le miró molesto. — ¿Qué mierda haces aquí? —preguntó sacando las llaves de sus bolsillos. —Lárgate, quiero abrir la maldita puerta.
Kenjirou se levantó rápidamente y Bakugou avanzó para abrir la puerta.
Entonces ambos entraron, aunque Bakugou no tenía intenciones de hacer vida social ahora mismo.
Estaba cabreado.
Clavo sus carmines en el sonriente Kenjirou quien le miraba amigablemente.
— ¿Quieres largarte? —gruñó. —No tengo puta comida.
Kenjirou alzó ambas manos. —Tranquilo bro, no vengo a robarte comida. —respondió. Entonces sus ojos se pusieron serios. —Vengo a decirte algo. —dijo, cerrando la puerta.
Bakugou clavó sus escarlatas en él. —Ladra y que sea rápido. —ordenó.
Kenjirou se rascó la cabeza. —Bueeeeno, esta demás decir que ayer nos hemos subido de copas. —dijo.
Observó a Bakugou quien le miró en silencio, con una cara llena de furia e impaciencia.
Kenjirou le sonrió y continuó con su relato.
—El caso es que anoche caí borracho en el parque de aquí y...
Kenjirou trago saliva, nervioso.
Sus manos estaban inquietas y se rascaba la nuca como si no existiese un mañana.
Bakugou le miró molesto e irritable. — ¿Qué? —gruñó. — ¿Quién mierda te encontró, un maldito duende? —añadió. —Me importa una mierda tu vida ahora mismo y lo que te haya sucedido anoche, estoy cabreado y quiero estar solo. —respondió dándole la espalda. —Largo.
Kenjirou trago saliva nervioso. —Me encontró Izuku.
Bakugou cesó su caminata y sus escarlatas se abrieron.
Se giro rápidamente.
— ¿Hah?
—Sí... —soltó Kenjirou preocupado.
Katsuki torció su boca a un lado.
—Estabas tan putamente ebrio que alucinaste mierdas. —respondió, restandole importancia.
— ¡Eso pensé! —exclamó Kenjirou de inmediato. Entonces negó rápidamente. — ¡Digo, yo también pensé eso, pero Eijirou me lo confirmó! —exclamó preocupado. — ¡Es por eso que te llamé esta mañana, pero tu me colgaste, entonces tuve que venir personalmente!
Bakugou se quedó en silencio, sin mover un músculo, observando a la nada.
Su ceño fruncido había desaparecido y sintió un verdadero balde de agua fría cayera sobre él.
—Mierda.
"—Si tanto quieres saber qué era lo que sucedía, te lo diré, Izuku está notoriamente extraño el día de hoy, en mi clase ha estado distraído, e incluso podría decir que deprimido."
—Ahora todo tiene sentido. —murmuró para sí, sumido en sus pensamientos, recordando la extraña actitud de Izuku el día de hoy.
Kenjirou le miró preocupado. — ¿Qué sucedió? —preguntó.
Katsuki clavo sus escarlatas en él y trago saliva, recordando su maldito sueño. —Nada, esta vez la cague y de manera descomunal. —gruñó.
Entonces, explotó.
— ¡AHHHHH! —exclamó frustrado clavando sus manos en sus cabellos cenizos con furia. — ¡SOY UN MALDITO IMBÉCIL! —exclamó.
—O-oye... —murmuró Kenjirou. —Para que tú reacciones así... —soltó preocupado. — ¿¡Qué demonios hiciste, Bakugou!?
Bakugou le miró con furia. — ¡ESTA ES TU MALDITA CULPA! —gruñó, tomándole del cuello. — ¡SÍ NO HUBIÉSEMOS BEBIDO, NADA DE ESTA MIERDA HABRÍA PASADO!
El pelirrojo frunció el ceño, moviéndose de un lado a otro debido al agarre de Katsuki. — ¡PUES PERDÓNAME POR NO SER UN PUTO VIDENTE DE MIERDA! —exclamó molesto zafándose del agarre.
— ¡MALDICIÓN! —exclamó Bakugou, pateando una silla.
Kenjirou se rascó la nuca, observándolo. —O-oye, bro. —dijo, tocándole en el hombro. — ¿Qué pasó anoche exactamente? —preguntó preocupado, expectante.
— ¡A ti esa mierda no te incumbe! —gruñó.
— ¡Ya dímelo! —exclamó Kenjirou. — ¡Yo puedo ayudarte, maldita sea!
Entonces Bakugou en silencio le miró, desesperado. Y bajo su mirada.
—Tuve un maldito sueño en el que lo acosaba como un maldito pervertido, en donde también lo besé y en donde lo llame Deku repetidas veces... —soltó con el alma en un hilo, sonrojado hasta las orejas.
Se quería ir a la mierda.
Tomar el vuelo más lejano de Japón y perderse para siempre.
Kenjirou lanzó un silbido ante ello, impresionado. —Tú sí que sabes cómo cagarla. —respondió. —Demonios, eres el rey de la mierda. —añadió sorprendido.
Bakugou lanzó su mirada escarlata furiosa sobre él.
— ¡CIERRA LA PUTA BOCA, NO PEDÍ TU MALDITA OPINIÓN! —exclamó sonrojado.
Entonces Kenjirou le miró frustrado.
— ¡Maldición, Bakugou! —exclamó con el ceño fruncido. — ¡La primera mierda que te digo que no hagas y tu vas y la cagas!
— ¡Estaba malditamente borracho, ni yo me acuerdo bien que mierda sucedió! —exclamó. — ¿¡Qué demonios querías que hiciera!?
Kenjirou se tocó la sien, pensativo. Entonces le miró decidido.
—Tendrás que aclararle las cosas ahora mismo. —dijo, tocándole el hombro con firmeza.
— ¿¡HAH!?
Kenjirou parpadeó. — ¡Tienes que hacerlo, ahora es el momento! —exclamó. — ¡Al fin y al cabo es lo que un hombre hace, ir con la verdad por delante!
—Estás malditamente loco. —gruñó frustrado. —Yo no haré esa mierda.
Kenjirou le miró confundido. — ¿Ehhhhh? —soltó. — ¿Por qué no?
—Me va a odiar. —respondió preocupado y molesto, lanzándose al sofá cansado.
—Te odiaría más si no le aclaras las cosas. —respondió Kenjirou, sentándose a su lado.
Bakugou observó a la nada.
—Tendrás que disculparte con él. —añadió.
— ¿¡HAH!?
— ¡Hermano, cuando uno la caga naturalmente te disculpas! —exclamó Kenjirou frustrado. — ¡Esa es una mierda que todo el mundo sabe!
—Eso es lo natural para ti, no para mí. —gruñó. — ¿Por qué demonios debería disculparme? —dijo con un chasquido de lengua.
Kenjirou frunció el ceño. —Debería golpearte ahora mismo. —gruñó. —Enserio, pensé que eras un idiota, pero no exageres, Bakugou.
Bakugou le miró con cara de pocos amigos. —Me importa una puta mierda. —respondió dolido. —Ya está todo hecho, es más, Deku ya me odia.
Entonces observó hacia el ventanal. —Además... Sus crisis regresaron y es mi puta culpa. —murmuró. — ¿Cómo podría yo volver a acercarme a él luego de todo el daño que le he provocado?
Kenjirou alzó sus cejas de manera preocupada. —Hermano... —soltó.
Sabía que Bakugou no lo decía sólo porque sí, debía haber una razón más profunda del porqué no quería solucionar el problema ahora mismo.
Y lo acababa de descubrir.
La culpa lo carcomía por dentro. Por ello, no quería causarle más daño.
Porque sentía que cada vez que se acercaba a él, lo rompía, lo destrozaba.
Él no quería causarle más dolor del que ya sentía.
Kenjirou le miró confundido. — ¿Cómo sabes que sus crisis regresaron? —preguntó.
Bakugou soltó un suspiro. —Cada vez que Deku tiene una crisis, un tick nervioso aparece bajo su ojo. —respondió. —Hoy cuando lo vi, lo tenía. Fue mi culpa, le hice recordar cosas que no tenía porqué saber ahora mismo. Debe estar muy confundido, es natural. —añadió, levantándose. —Lo mejor será dejarlo tranquilo. —soltó con frustración.
—Esto se ha escapado de mis manos... —gruñó con dolor, mientras presionaba sus puños.
Kenjirou le miró preocupado. —Bakugou, yo creo que lo mejor será hablar con él.
Bakugou cruzó sus escarlatas contra los de Kenjirou. —No te metas en mis putos asuntos.
Kenjirou le sonrió. —Te dije que aunque no lo quisieras, me metería en esto. Te ayudaré, aunque para ti sea una puta comezón en el culo.
.
.
.
Izuku estaba sentado en su escritorio, pensativo.
"—Bien, hoy he cocinado katsudon. —dijo Inko, sirviendo alegre. —Pero como sabía que venía Katsuki-kun, hice uno especial. —volvió a decir, posicionando ambos platos humeantes frente a Izuku y Katsuki.
— ¡Ah! —exclamó Izuku con curiosidad. — ¿A usted le gusta el ají, sensei? —preguntó observando alegre su plato con leves toques rojizos.
—Sin el ají no es comida, mocoso. —respondió el rubio ceniza sonriendo de manera arrogante. "
..
" — ¡Si esto no tiene ají, simplemente no es comida, maldición! "
..
—Que imbécil... —soltó Izuku molesto. —Me vieron la cara todo este tiempo y yo sin darme cuenta. —dijo, con sus jades perdidas en el techo.
— ¿No queremos que te suceda nada malo? —soltó con molestia. —Es obvio que se refería a Bakugou-san, y por lo tanto, era obvio que iba a querer que fuese mi profesor privado sabiendo quién era realmente. —añadió, con su mano en el mentón. —Es por eso que ella fue tan accesible y generosa con él. Y yo... —Izuku se golpeó el rostro con frustración. —Como un verdadero idiota sin notarlo hasta ahora.
Entonces bajo sus esmeraldas con tristeza.
— ¿Por qué Bakugou-san? —preguntó con dolor. — ¿Por qué no fuiste transparente conmigo desde un inicio? —soltó. — ¿Pensaste que no te entendería? —añadió.
Sus esmeraldas se humedecieron. —No sabes lo feliz que hubiese sido si me hubieses contado la verdad... —murmuró. —Quiero intentar entenderte, pero ahora mismo estoy muy molesto... —añadió con frustración. —No puedo creer todo lo que está sucediendo ahora mismo.
Soltó un suspiro cansado. Entonces observó su bloc de apuntes.
—Es hora de convertir mis teorías en hechos, y será mamá quien me diga todo una vez tenga las pruebas suficientes, entonces, te enfrentare. —habló con sus jades molestas y decididas.
—Tenemos una charla pendiente, Bakugou.
____________________________________________
¡Les dejo un abrazote!
¡Espero estén super y que tengan un buen acabo de semana! ♡
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro