
Capítulo 34
¦Katsuki-sensei, creo que me estoy enamorando¦
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—Y entonces, ¿qué se hace en estos casos?
— ¡Aplicar la propiedad tres de logaritmos!
Katsuki había quedado perplejo.
Se cruzó de brazos y alzó una ceja, entonces avanzó lentamente hacia el final del aula.
— ¿Quién eres tú y qué demonios hiciste con el pikachu? —preguntó, apoyando ambas manos en el pupitre de Kaminari, quien le miraba contento.
—Estudié, sensei. —dijo orgulloso de sí mismo.
— ¿5x8?
—40.
— ¿9x7?
Kaminari rápidamente comenzó a usar sus dedos. — ¡63!
Katsuki alzó aún más su ceja, por poco y chocaba contra el techo. — ¿Propiedad básica de desarrollo algebraico?
— ¡Ah, esa yo me la sé, yo me la sé! —exclamó Kirishima a su lado con su mano alzada.
—Habla.
Kirishima aclaró su garganta. —Paréntesis, potencias, multiplicación, división, adición y sustracción.
Katsuki no podía creer lo que sus oídos escuchaban.
—Bien… —murmuró. —Supongo que les creeré par de mocosos, felicidades.
— ¡Gracias! —exclamaron contentos.
— ¡Pero no se confíen, sigan estudiando! —gruñó, avanzando a su escritorio para comenzar a acomodar sus papeles.
— ¡Sí! —exclamaron.
Había valido la pena quedarse estudiando con Izuku un par de veces en la biblioteca.
— ¡Eso es todo, estudien maldita sea! —gruñia Bakugou, dando por finalizado su taller de matemáticas.
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Había llegado el fin de las clases del día martes y las campanadas no demoraron en surgir.
El sol chocaba contra todas las siluetas que salían de la academia, algunos cansados, otros enérgicos, otros hambrientos. Pero al fin y al cabo, todos se marchaban.
Cercano a la salida, se divisaron cuatro siluetas que frenaron su caminata de manera abrupta.
— ¿No te irás con nosotros, Izuku-kun? —preguntó Uraraka, volteando sus ojos chocolate para observar a su amigo, quien observaba sus apuntes con calma.
Izuku levantó sus esmeraldas que hace poco estaban sumidas en sus últimos apuntes realizados durante el taller de matemáticas. —No, lo siento. —respondió sonriente. —Quisiera visitar un lugar antes de ir a casa. —murmuró, observando las nubes.
Parecía que Izuku estaba ido, nadando infinitamente en su mente.
Y la verdad era que Izuku no se encontraba ahí en esos instantes junto a sus amigos. Tal vez sí de manera física, pero su esencia estaba lejos, muy lejos.
—Nosotros podemos acompañarte si gustas. —respondió Iida Tenya a su lado, observando como su amigo sonreía levemente.
Todoroki asintió en silencio junto con Uraraka, que tenían su vista fija en él. Tal vez curiosa, tal vez preocupada.
Izuku se negó de manera amable. —No se preocupen chicos, gracias. —respondió sonriente, acomodando su bloc de notas dentro de su mochila.
Uraraka se cruzó de brazos, y le miró de manera sospechosa, acercándose a él.
Pero Izuku esta vez no se inmutó.
No como las veces en que solía ponerse nervioso porque invadían su espacio personal.
Esta vez, simplemente pareció no importarle o mejor dicho, no percatarse de ello.
Izuku estaba muy distraído el día de hoy.
Luego de mirarle detenidamente por unos segundos, formuló. — ¡Está bien, nos vemos mañana! —exclamó Uraraka enérgicamente, comenzando a avanzar.
—Nos vemos mañana, Midoriya-kun. —Se despidió Iida, avanzando junto a Uraraka.
—Adiós, Izuku. —murmuró Todoroki.
— ¡Nos vemos mañana, chicos! —exclamó Izuku sonriente.
Suspiró con tranquilidad y comenzó a avanzar por la dirección contraria, con excesiva calma y con sus ojos fijos en el cielo.
—Oigan… —murmuró Uraraka, avanzando lentamente, observando por el rabillo del ojo la silueta de Izuku que se perdía entre las calles.
— ¿Qué pasa? —preguntó Iida, sacando un pequeño pañuelo para limpiar sus lentes.
— ¿No creen que Izuku-kun está algo extraño últimamente? —preguntó, observando a ambos de sus compañeros que la acompañaban.
Ambos se miraron entre sí y se inclinaron de hombros.
— ¿Raro en qué sentido? —preguntó Tenya, acomodándose los lentes y guardando el pañuelo en uno de sus bolsillos.
—Ya saben, algo distraído. —respondió. —Como si pensara mucho en algo.
—Izuku está concentrado en sus estudios, debe ser eso. —respondió Todoroki bebiendo un poco de jugo.
—No es eso… —soltó la castaña.
Ella podía intuir qué era lo que sucedía, pero sus amigos no parecían entender.
Entonces soltó un suspiro, observando como Todoroki le observaba en silencio, atento y un poco confundido.
E Iida le miraba con una ceja alzada, atento.
Uraraka prefirió no hablar estos tipos de temas con sus amigos. —Olvidenlo… ustedes no lo entenderían. —respondió, soltando una risa. —O mejor dicho, quizá yo estoy imaginando cosas que no son. —continuó.
Ambos se inclinaron de hombros de nuevo y continuaron con su caminata, restándole importancia.
Evidentemente no entenderían cuando alguien está enamorado.
Los chicos eran un poco más insensibles con esos temas y definitivamente, no se manejaban con ello en absoluto.
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La caminata había sido tranquila.
De vez en vez, su vista se despegaba del cielo y observaba a las personas caminar tranquilamente hacia sus hogares.
Y entonces, lentamente comenzó a divisar unos enormes árboles Sakura, lo que provocó que sonriera automáticamente.
Ya había llegado.
Con lentitud se adentró a un parque con infinidades de árboles en su interior, que le transmitían frescura y paz inmediata.
Un lago se encontraba recorriendo gran parte de éste, entregando a sus oídos una agradable melodía natural.
No pasó mucho tiempo para cuando se sentó en una banca solitaria.
Sus cabellos verdosos se apoyaron contra el respaldo de ésta, deteniendo sus esmeraldas sobre los frondosos árboles Sakura frente a él para observar en el fondo las hermosas y esponjosas nubes que se enfrentaban a él, avanzando de una manera suave y pacífica por sobre sus esmeraldas.
Entonces, Izuku soltó un suspiro.
Un largo y eterno suspiro lleno de ansiedad.
— ¿Qué me está sucediendo? —Se preguntó a sí mismo, con sus esmeraldas detenidas sobre las flores rosáceas, que se mecían con ayuda de la brisa.
— ¿Por qué es que ahora sólo pienso en usted, sensei? —Se preguntó nuevamente, con sus esmeraldas apagadas.
Rápidamente unos intensos ojos escarlatas llegaron a su mente.
Su cabello rubio ceniza se mecía al ritmo de la brisa en lo más profundo de su ser, y su voz ronca invadía y estremecía cada centímetro de su cuerpo.
—Izuku.
Ahh… Su voz pronunciando su nombre era algo que no podía salir de su mente. Sobre todo de la manera en la que lo pronunciaba.
Y sobre todo, su personalidad y acciones que tenía con él.
" —No estás solo. —habló de pronto, rompiendo el silencio. —El que tú sientas que estás solo no significa que sea así, idiota. —agregó.
—Me tienes a mí, a tu madre e incluso a los estúpidos de tus amigos."
" —Cuando quieras venir de nuevo e incluso quisieras que tu madre venga, solo tienes que decirme, chihuahua. —respondió, con una sonrisa cálida. "
Sí, era eso. Sus acciones tan consideradas y valientes habían acabado cautivandole de una manera en la que jamás se habría imaginado.
Su profesor era la persona más genial y dulce que había conocido en la vida.
Sus manos lentamente secaron las lágrimas que habían caído de su mejilla pecosa mientras observaba el cielo.
— ¿Por qué no? —preguntó, con sus escarlatas fijas sobre las esmeraldas. — ¿Que ya hay alguien que te gusta o alguna mierda así?
—Sí… Sensei. —murmuró con su voz rota. —La verdad es que usted me gusta y mucho. —soltó observando como pequeños pétalos de flores que se soltaron de los árboles Sakura comenzaron a caer sobre su rostro humedecido. —Yo… —murmuró, con su antebrazo izquierdo cubriendo su vista. —Creo que me estoy enamorando.
Murmuró, sintiendo cómo la brisa le envolvía de manera firme.
— ¿A usted le gusta alguien? —preguntó con timidez.
—Sí.
Izuku se sorprendió ante aquello, entonces sonrió de manera amarga.
Por un segundo, su corazón había latido de una manera dolorosa.
—Pero esa persona es un idiota, ¿sabes? —soltó. —No sé de dónde demonios saco tanta paciencia, supongo que realmente me agrada.
Un suspiro salió de sus labios y sus ojos se apagaron. —Me estoy enamorando de alguien imposible.
Su vista amarga que ahora se posaba sobre el lago comenzó a verse más borrosa de manera lenta. —Es mi profesor de matemáticas y a la vez, él ya está enamorado de alguien más. —susurró.
Sintiendo como las lágrimas invadían una vez más su rostro.
...
—Está bien, puedo soportarlo. —murmuró. —Con su compañía hasta cuando logre graduarme, me basta…
Dijo luego de una hora, sintiéndose ya más calmado.
Sonrió de manera honesta y tranquila, agradeciendo eternamente a aquel parque, el cual siempre le escuchaba cuando estaba afligido, triste o incluso confundido.
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— ¡ESO ES, BASTARDO! —exclamaba Katsuki, devorando papas y bebiendo cerveza observando un partido de fútbol americano. — ¡CORRE PERRA, CORRE!
Los Búfalos jugaban el día de hoy, exactamente a las 19:30 P.M.
Y Katsuki Bakugou no se lo perdería por nada del mundo.
— ¡NO, NO HAGAS ESO, PEDAZO DE MIERDEC—
El timbre sonó, interrumpiendole.
Katsuki soltó un gruñido casi animal y miró en dirección a la puerta con odio puro.
— ¿¡QUIÉN MIERDAS VIENE A JODER AHORA MISMO!? —gruñó, caminando descalzo hacia la puerta con un tic en su ojo izquierdo.
El timbre seguía sonando de manera incesante.
— ¡YA VOY, POR UN DEMONIO! —exclamó. —Juro que si es algún imbécil que viene a por esas putas encuestas de mierda le romperé la cara. —refunfuñaba abriendo la puerta con cara de pocos amigos.
Su ceño se frunció apenas divisó una silueta frente a él y sus ojos rodaron. — ¿Qué mierda quieres? —dijo, dándole la espalda y comenzando a avanzar hacia la TV.
—Esa no es la manera de recibir a tu amigo. —hablo Kenjiro, entrando con un par de botellas de licor y picoteo. —He venido a ver el partido de los Búfalos, idiota.
—Trae tu maldito trasero acá, ya empezó. —murmuró el rubio con sus manos en los bolsillos, lanzándose al sofá con pereza.
— ¡Ah, cierto, cierto! —exclamó Kenjirou emocionado, cerrando rápidamente la puerta y comenzando a correr hacia el sofá. —Había mucho tráfico cerca de aquí. —murmuró, acomodando las bolsas sobre la mesa. —Traje Ron para festejar nuestra victoria y la maldita derrota de las Panteras.
—Es la hora punta, ¿que esperas? —soltó Bakugou, bebiendo de su cerveza. —A las 19:30 P.M es imposible conducir. —dijo con sus carmines pendientes del partido. — ¿Es el ron de siempre?
—Si, hoy festejaremos a lo grande, hijo de puta. —respondió Kenjirou emocionado, tomando su teléfono. — ¿Pepperoni y carne?
—También cebolla y aceitunas. —respondió el rubio ceniza. — ¡MIERDA, CASI! —exclamó pendiente al partido.
—Bien… —murmuró el pelirrojo, dirigiendo su teléfono a su oreja. —Hola, quisiera dos XL. —soltó. —Si, Pepperoni, carne, cebolla y aceitunas… sí, sí. A la dirección de siempre, gracias. —finalizó la llamada y entonces se dirigió al refrigerador en busca de una cerveza.
— ¡VAMOS PERRA! —exclamaba Bakugou con su mirada en la televisión. — ¡ESE HIJO DE PUTA VA DIRECTO A LA ZONA DE ANOTACIÓN!
¡Touchdown!
— ¡MIERDA, SÍ! —exclamó Kenjirou saltando cercano al refrigerador.
— ¡ESOS BASTARDOS SON LOS MALDITOS BÚFALOS! —exclamó Katsuki orgulloso.
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20:45 P.M
—Uhmm, cariño. —habló Inko, dirigiéndose al jardín en el que estaba Izuku observando las estrellas.
Sus esmeraldas estaban sumidas en el cielo estrellado, en calma.
— ¿Sí? —preguntó, sin despegar sus esmeraldas del cielo.
Inko le miró con cariño. —Mamá saldrá por un par de horas… He sido invitada a cenar en casa de una amiga.
— ¿En serio? —preguntó Izuku emocionado, observando a su madre rápidamente. — ¡Me alegra mucho, mamá! Ve a divertirte. —Le sonrió.
Le alegraba mucho, hace bastante tiempo que su madre no salía con amigas.
—Gracias cariño, intentaré no demorar mucho en regresar, ¿sí? —dijo preocupada.
—No te preocupes por eso, mamá. Tomate el tiempo que quieras. —Le respondió contento. Entonces sus ojos parpadearon rápidamente. — ¡Ah, yo también saldré pero solo será un momento! —exclamó de pronto.
Inko le sonrió. —Muy bien cariño, cualquier cosa que necesites por favor llámame.
—Si, no te preocupes. —dijo, comenzando a caminar hacia la salida de la casa al lado de su madre.
—Nos vemos en unas horas, Izuku. —Se despidió Inko con ternura, dándole un beso en la mejilla.
— ¡Diviértete! —exclamó Izuku observando cómo su madre se alejaba entre las calles, con una de sus manos alzadas.
— ¡Igual tú, cariño! —exclamó Inko con su mano alzada, observando a Izuku desde la lejanía.
Al instante en que la puerta se cerró, Izuku soltó un suspiro.
—Sí, lo intentaré... —murmuró.
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¡Estoy impresionada!
¡Muchas gracias! El fic ya ha superado los 400K
¡No saben lo feliz que me ha puesto! Y todo es gracias al enorme apoyo que me entregan, en serio, muchas gracias corazones.
No saben la alegría que me da saber que les gusta mi trabajo, me llena completamente.
Y es por ello que me emocione demasiado, por lo que me ha salido un capitulo bastante largo.
Así que hoy es doble capítulo :'D
Espero lo disfruten, sigan leyendo la siguiente parte! 🖤
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