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Estos dos idiotas me tienen loca desde que he entrado en este fandom, ¡Incluso han conseguido sacarme de mi tiesto en cuanto OTP! yo que siempre he sido una fujoshi... vergüenza de mí.

En fin, os traigo una historia con tintes dramáticos y aunque tiene algún toque de romanticismo no se va a centrar ni mucho menos en eso. Tomároslo como si fuese un capitulo más de la serie pero un poco mas hardcore.

Recordad que todo comentario o crítica son bien recibidos, me alegran el día.

Espero que os guste, no creo que tenga mucho mas de tres cápitulos.

Charlotte se había levantado temprano como todos los días, se había peinado dignamente el poco pelo que le quedaba, se colocó su segunda mejor corbata y llegó puntual como un reloj al hospital donde trabajaba saludando a la recepcionista.

Esta era pelirroja y cada vez que la veía pensaba que si no estuviese casada la invitaría a salir. Ella le saludó, tenía un rostro infantil como el de una niña pequeña y el cuello bebé de la camisa que vestía la hacía parecer aún más joven.

Era una lástima lo de su matrimonio.

―Buenos días Charlotte, Sophia quiere verte en su despacho.

Asintió con la cabeza un poco extrañado, pero aun así se dirigió al despacho de su jefa con una sonrisa en el rostro.

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El rostro ajado de la directora del hospital parecía más viejo aquel día, tenía los ojos algo hinchados y dos sombras oscuras le rellenaban las ojeras.

―Te lo diré sin más rodeos, el alcalde nos ha recortado la subvención, vamos a prescindir de ti y de los servicios de acupuntura.

Charlotte Dupomme, encargado de la acupuntura de aquel hospital no daba crédito a lo que oía.

El y su equipo trabajaban conjuntamente con la planta de rehabilitación del centro, tenían buenos resultados y había ayudado a mucha gente a aliviar sus dolores.

―Sophia, no puedes hacer esto.

―Ya no hay nada más que hablar Charlotte, esto me duele más que a ti.

Aquello era inaudito, él no se había pasado la mitad de su vida estudiando y la otra en aquel hospital para que por recortes de presupuestos ahora le echaban como a un perro.

Sentía su sangre arder, agarró la placa identificativa que prendía en su pecho con rabia.

Justo en el momento en el cual una traviesa akuma se introducía en ella.

"Duele ¿verdad? que no se reconozca tu esfuerzo, que no te valoren como deben"

Charlotte asintió ante la voz de su cabeza con el ceño arrugado y la mirada extraviada.

"Mi nombre es Lepidóptero. Puedo ayudarte, puedo convertir todo este veneno que te corroe en tu mejor arma, puedo hacer que los demás vean de lo que eres capaz."

Charlotte sonrió de forma macabra y desinhibida ante la directora que empezaba a mirarle preocupada.

Un aura violeta y oscura empezó a envolverle.

"Te doy la bienvenida Aku Puntor, tu pago para la venganza serán los miraculous de Ladybug y Chat Noir"

Sophia gritó espantada al ver la monstruosa forma que ahora moraba el cuerpo de su trabajador, a las manos las habían sustituido cinco largas agujas que goteaban ponzoñosas.

Lo último que recordaría de aquella mañana sería una de aquellas garras extremadamente cerca de sus ojos.

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Adrien Agreste se bajó del coche escoltado por el gorila de su chofer, se tapó la boca cuando se le escapó un bostezo y suspiro pesadamente.

"Un profesional siempre respeta sus agenda, y el colegio es parte de la tuya" y por aquella simple razón no había podido dormir nada.

Gabriel Agreste, su padre, había confeccionado una nueva a linea de ropa, "Noches románticas, luces en las noches de París", por lo que él y unos cuantos modelos más se habían visto obligados a trabajar durante toda la noche posando frente a varios monumentos, ni siquiera había tenido tiempo el día anterior para dejar sus cosas en casa y ahora llegaba directamente a clase.

No había podido ducharse.

No había podido dormir.

No había podido cambiarse de ropa, aun llevaba el modelito del último photoshoot y el pelo engominado hacia atrás.

Al menos el día anterior Chat Noir no había sido necesario y con un poco de suerte tampoco hoy.

Estaba muy cansado, solo quería llegar a casa y dormir hasta el día siguiente.

-Iba a decirte que me gusta tu ropa, pero tienes una pinta horrible tío.

Nino apareció de la nada y le pasó un brazo por los hombros acompañándolo dentro del edificio.

-¿Te gusta? yo creo que parezco un gañan.

- Pero un gañan elegante.

Adrien rió divertido ante el comentario, encantado de hablar por primera vez en horas con alguien que no fuese un miembro del Staff del photocall.

Entraron en la clase y se sentaron en sus respectivos lugares dispuestos a esperar a la profesora.

"Es temprano" pensó Adrien "Quizá pueda descansar la vista unos minutos."

Una voz aguda le sacó de su reposo.

― ¡Oh! Adrien, pareces cansado ¿No has dormido bien? Yo tampoco la verdad, mi padre se ha pasado la noche reunido con la directora de un hospital. Al parecer no se había tomado muy bien que hayan vuelto a recortar las subvenciones ¿Te puedes creer que se ha pasado la noche gritando a MI PADRE? No creo que sea tan fácil de entender que esta ciudad necesita otra estatua rematada en bronce del alcalde, ¡no me han dejado dormir casi nada por una tontería y yo no soy nada sin mi sueño de belleza!

Chloé Bourgeois habló casi sin resuello y Adrien bizqueó los ojos ante aquel matojo repentino de información.

Nino dijo lo que estaba pensando antes de que abriese la boca.

― ¿Tu padre le ha quitado dinero a un hospital para hacerse una estatua?

La rubia abrió la boca dispuesta a defender a su padre cuando el resto de sus compañeros entraron en el aula seguidos de la profesora que cerró la puerta.

―Buenos días chicos, comencemos la clase.

Se ve que no iba a poder cerrar los ojos ni un momento.

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A Marinette iba a darle algo, sentía a su corazón latir frenético rebotando contra su pecho. Alya le dio una mirada preocupada cuando la notó casi hiperventilando.

―Chica, relájate― Murmuró para que no la oyese la profesora.

¿Pero cómo iba a relajarse? ¿Cómo iba a hacerlo cuando Adrien Agreste, el chico de sus sueños, vestido como un galán de cuento?

Adrien y la ropa de uno de los mejores diseñadores, dos de sus cosa favoritas juntas.

Encima llevaba el pelo elegantemente hacía atrás, haciéndole ver un poco más adulto y si podía ser posible, mucho más atractivo.

Cuando llegó al aula planeó sentarse allí con su inseparable amiga, charlar como si no estuviese esperando ansiosa a que Adrien llegará por la puerta y saludar a este de forma casual como una persona tranquila y en sus cabales haría.

Pero no pudo ser.

Lo vio entrar por la puerta acompañado por Nino y simplemente se quedó sin habla. Si usualmente le costaba hablar con el ahora que iba vestido como un príncipe su lengua era un completo nudo.

Así que simplemente chocó la cabeza contra su pupitre, sonrojada hasta las orejas mientras que Alya le frotaba los hombros soltando una risilla mal disimulada.

Al menos Adrien parecía demasiado cansado como para notar su nerviosismo.

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Aku Puntor salió por la puerta del hospital dejando un rastro de destrucción a su paso, todo el que había intentado detenerle había sido reducido a un tumulto quejumbroso en el suelo.

A todos menos a la recepcionista pelirroja que tanto le había gustado siendo Charlotte.

"Ella no tiene la culpa de nada", pensó, aunque tampoco lo tenía la docena de personas que se le habían cruzado en su camino a la salida.

Cruzó la carretera que se encontraba frente a él con pasos de plomo, como si no tuviese prisa por nada, el semáforo estaba rojo y los coches pasaron pitando furiosos a su alrededor. Uno de ellos, conducido por un novato, no tuvo la suficiente agilidad para esquivarle y casi lo atropelló.

Casi.

Aku Puntor se tragó aire y su cuerpo se hincho como el de un erizo, las agujas saliendo directo de su cuerpo pasaron la carrocería del conductor novel como si fuese mantequilla, una de estas se quedó peligrosamente cerca del cuello del pobre conductor que miraba aterrado como el hombre más delgado y extraño que había visto nunca le observaba como si su propia vida fuese una ofensa.

El villano contrajo sus agujas y liberó el automóvil y a su pobre conductor que estaba a punto de mearse encima.

Aquel no era su objetivo, su objetivo era aquel bastardo del alcalde. Iría a su maldito palacio, destrozaría todo el lugar, destrozaría todas sus cosas y todo lo que alguna vez hubiese significado algo para él. Y después le destrozaría a él, atravesaría cada centímetro de su repugnante piel, lo haría lentamente. Quería escuchar a aquella masa sebosa y repulsiva rogar por su patética vida.

El camino hacía el ayuntamiento fue corto para él y muy largo para los pobres transeúntes que tuvieron la mala suerte de encontrarlo.

Se cruzó con un cartero y este acabó tirado en el suelo, temblando y rodeado de cartas.

Se cruzó con un chico en bicicleta y este acabó junto a su vehículo literalmente clavado al suelo.

Ninguno era su objetivo real pero no iba a consentir ningún bache en su camino.

En la puerta del ayuntamiento se interpusieron dos guardias grandes como osos, no importó el tamaño, ambos acabaron llenos de agujas y tirados en el suelo.

Se abrió paso hasta el despacho de aquel majadero que Paris tenía por alcalde, iba a relajarle tanto con sus agujas que no iba a volver a abrir los ojos.

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André Bourgeois tiritaba de miedo mientras gimoteaba pidiendo clemencia. Aku Puntor tiró todas las cosas del escritorio y se subió sobre este agarrando al alcalde del cuello de la camisa.

Con este iba a disfrutar, se tomaría su tiempo, si ese pelele sobrevivía a aquello cada vez que bebiese un vaso de agua o cualquier otra cosa parecería un colador.

Liberó una mano e hizo que una de las agujas que tenía ahora por uñas creciera hasta el tamaño de una lanza, hecho el brazo hacia atrás y cuando tenía decidido su primer golpe la uña que iba a utilizar volvió a encogerse.

"No, Aku Puntor, escúchame. Aun no es tu turno "

― ¡TENEMOS UN MALDITO TRATO! ― Aku Puntor grito a la voz que solo él podía escuchar dentro de su cabeza haciendo que el alcalde, al que aun agarraba, tiritara aún más apabullado.

"Sé cuál es nuestro trato, Lepidóptero no olvida sus promesas"

EL TRATO CONSISTÍA EN MI VENGANZA.

"No alteres el orden de los acontecimientos, mi querido Aku Puntor. Consigue los miraculous de Ladybug y Chat Noir y todo el poder que quieras será tuyo para ejecutar tu venganza"

Aku Puntor suspiró con rabia y soltó sin más miramientos al alcalde, este quedó tirado en el suelo, hiperventilando sin creerse la suerte que estaba teniendo.

― No respires todavía, volveré a por ti.

Escupió aquellas palabras con todo el odio que podía expresar su tono ronco y roto de voz, salió por la puerta y pensó en cuál sería su próximo movimiento.

¿Lepidóptero quería los dichosos miraculous? Los tendría.

Era el momento de organizar un verdadero escándalo para que aquellos héroes de pacotilla se presentasen a proteger la ciudad.

Quizá sus agujas no eran de coser, pero sabía perfectamente como tejer sus redes.


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