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Epílogo: ¿Cuán bajo?


Carol golpeó el saco de boxeo en un rápido combo de seis golpes y tras detenerse medio segundo, lo repitió.

Llevaba ya un buen rato residiendo en la Base Uno, así como uno que otro agente que había dejado su hogar, como esa chica, Valka. Tras hablar con Ezra después del día de su rescate, él le explicó que, al ser ella mayor de edad, podría quedarse en Base Uno si quería. Si se volvía a incorporar a la organización, Alba Dorada le iba a pagar por dirigir misiones y quizá incluso podría meterse a estudiar la universidad.

— ¿Puedo pasar? - Preguntó Ezra desde la puerta que daba al pasillo.

— Adelante - Contestó ella antes de seguir atacando al costal.

De la nada, comenzó a ponerse nerviosa; no acostumbraba a entrenar mientras Ezra la veía, pero al menos, ya no tenía moretones donde pudiesen verse, por lo que no le apenaba que él la viese con ropa deportiva. El crop top que traía puesto era lo único con lo que podía entrenar sin sudar como si estuviese derritiéndose, aunque de repente se sentía casi como la desnudez frente al chico.

— ¿Necesitas algo? - Preguntó finalmente la chica.

— Hoy vienen.

Carol intentó recordar a lo que Ezra se refería con aquel "hoy vienen" tan ambiguo de parte de Ezra. Sin embargo, lo recordó casi enseguida. Hablaba del equipo especial que habían mandado traer a la Base Uno.

— ¿Segura de que quieres dirigirlos? Valka o Amelia pueden hacerse cargo si te sientes abrumada y eso.

Carol negó con la cabeza, dándose cuenta además que sería inútil seguir fingiendo que entrenaba en presencia de Ezra, así que se detuvo y volteó a verlo directamente para seguir con aquella conversación.

— Ezra, estoy segura. Vamos a ir por Sak y lo atraparemos sí o sí.

— Ya extrañaba que fueses así de... decidida.

Carol decidió que ya había terminado su entrenamiento por el momento; apenas se despidió de Ezra con la excusa de bañarse y ponerse su uniforme para recibir a los nuevos reclutas que iban a estar a su cargo, cuando él mencionó un pequeño detalle: Amelia le había dejado una nota en su habitación antes de irse como escolta a la prisión vertical esa misma semana.

Tan pronto como pudo entrar a su modesta habitación en los cuarteles de la Base Uno, pudo ver el sobre: tenía adentro una postal sencilla donde posaba mostrando los dedos índice y medio en V con Ryus, el desalmado padre de Carol detrás de ella, esposado y a punto de ser llevado a la prisión vertical.

Carol no pudo evitar sonreír; fue tan singular la alegría que le trajo ese pequeño detalle, que aún al acabar de bañarse y tras ponerse el uniforme de Alba Dorada, seguía esbozando su sonrisa de oreja a oreja. Tras volver a la planta baja, solo tuvo que permanecer sentada unos diez minutos antes de que Ezra le avisase que sus reclutas estaban por llegar.

Tres de ellos entraron por la puerta principal de la base; eran dos chicos y una chica. Por lo que sabía Carol, la quinta miembro apenas venía de camino y no tardaría mucho en llegar, por lo que sería conveniente empezar con ellos.

— Hola a todos. Mi nombre es Carol y seré la líder de este escuadrón especial. ¿Saben por qué han sido reclutados para formar esta unidad, cierto?

La única chica del grupito contestó en voz alta algo que sonó como "hay un traficante". Los chicos asintieron también.

— Vale, con eso me basta - Sonrió Carol - ¿Cuáles son sus nombres.

"Remiel", contestó un chico alto y bonito, quizá demasiado amable y servicial. Ya lo pondría a prueba después, en otra misión. "Daniela", respondió la chica, pecosa y con ojos color gris. Por último, el otro chico, de cabello corto y rizado se presentó como Samuel. Se veía terco, quizá demasiado altanero.

— Su compañera llegará pronto. Entonces les explicaré el resto. Por mientras, cada quien tome una llave de entre las que están colgadas en esa pared - Señaló Carol, apuntando a una sección de la pared que estaba hecha de madera, donde estaban colgadas las llaves de las habitaciones disponibles en ganchos equidistantes el uno del otro - Quizá les gustaría instalarse.

Mientras los tres se iban escaleras arriba para dejar sus pertenencias dentro de sus nuevas habitaciones, a Ezra le llegó una notificación en el teléfono.

— Debe ser la quinta integrante - Supuso él, sacando el móvil para revisarlo - Sí, es ella. Sube un momento con los chicos, que yo la recibiré aquí.

Carol asintió, aunque antes de poner un pie en las escaleras, se detuvo.

— ¿Cómo dices que se llama la quinta recluta? - Preguntó Carol repentinamente.

— Adhara Khalil, o algo así - Respondió Ezra - También pasó La Prueba Dorada, ¿sabes?

Carol sonrió, recordando que Ezra le había hablado previamente sobre aquel examen diseñado para graduar agentes de élite.

— Bueno, pues espero que sea buena. Nos hará falta si queremos atrapar a Sak de una vez.

Ezra asintió, justo antes de darse media vuelta, listo para recibir a la última integrante de ese nuevo equipo. Mientras tanto, Carol subió a encontrarse con el resto del equipo.

Ya no se sentía sola.

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