🌈 PRIMER AVANCE | SEGUNDA TEMPORADA 🌈
Las estaciones comenzaron y terminaron, las flores de cerezo salieron reluciendo su belleza, el tiempo pasó y aunque parece que nada había cambiado, en realidad era lo contrario, todo había cambiado, incluyéndome. Estaba en una nueva etapa en mi vida, cursando un nuevo año escolar en una nueva escuela en donde no conocía absolutamente a nadie, es por ello por lo que sentía que era un nuevo comienzo al desprenderme de todo lo que solía conocer, cambiándolo por completo al desconocer lo que me iba a suceder.
Doy unos pasos y me quedo mirando la vista antes de entrar a mi secundaria, la secundaria Blomm.
Mi vulnerabilidad se marcaba a cada paso, mis temores me hacían ruido interior y mis inseguridades parecían revolotear, aunque al principio sentía que extrañamente moriría, al cabo de unos días, semanas, tiempo, no fue tan malo como al iniciar, la cuestión fue mentalizarme y adaptarme hasta cruzarme en el camino con una persona especial la cual me ofreció su apoyo sin pedirlo y hoy en día está a mi lado firmemente.
—¡Jiyu!—la chica alta, de cabello corto y claro con apariencia amigable y personalidad dulce corre hacia mí sonrientemente aunque un poco agitada.
—¡Mina! —la abrazo y reímos con euforia. Estoy tan agradecida por toparme con ella y que esté en mi vida, ella fue la primera persona que me habló desde que ingresamos y fue a partir de ello que nos volvimos inseparables.
Me miro en el espejo, poniéndome el tubo del flequillo mientras sonrío viendo mi maquillaje impecable, el cual me ha costado vacaciones pasándomela, mirando tutoriales todo el día, gastar y gastar maquillaje y prácticas forzadas en el rostro de mi hermano menor, teniéndole como condición ayudarme si quería que le hiciera de cenar.
—¿Puedes delinearme así? —apunta a su celular, tratándose de un maquillaje de su idol favorita.
—Déjame intentarlo, cierra tus ojos—asiente contenta y me hace caso. Me acerco e imito lo mejor que puedo el maquillaje, aunque termina quedando irregular a lo que se queja manchándose todo el párpado.
—¡Lo siento, aún me cuesta practicar en rostros ajenos! ¡Ahora, a limpiar! —le paso una toallita desmaquillante, aunque lo empeora al entrarle en los ojos y quedar como mapache.
Me cubro la boca intentando no reírme.
—¡Mejor acompáñame a lavarme la cara al baño antes que alguien me vea así! —se levanta y me jala sin que pueda desistir, solamente siguiéndola mientras la veo cubriéndose.
—Yo te veo—me burlo y gruñe.
—¡Tú no eres mi pomelo! —me jala el cabello molesta, haciéndome reír por su referencia hacia su crush. Acordándome nuevamente del chico del primer salón el cual se robó su atención desde que lo vio y el cual todavía no he presenciado, no conociéndolo.
El pasado parecía pisado, igual que mi dignidad al encontrarme actualmente siendo aplastada por un montón de bicicletas al intentar llevarme la mía, no siendo la culpable del trágico y desastroso hecho.
Escucho a alguien disculparse a lo lejos y corriendo hacia mí.
—¡Oye! —levanto la vista con molestia y me encuentro con la persona que menos esperé ver. —¿Mungjae?
—¡Tu bebida tiene otro nombre! —apunta, resultando un fatídico recuerdo.
No otra vez.
Me golpeo la frente con pesadez, no reconociendo el nombre, siendo siglas extrañas.
—Está bien, ya la tengo aquí—la pruebo y está excesivamente dulce, desagradándome. Lo que me hace toser y toser hasta que me levanto y me tranquilizo con la ayuda de Mungjae. —Iré por agua—corro disparada sintiendo los pasos del chico detrás mío.
Avanzo y sigo mi camino hasta detenerme en medio de las escaleras, paso saliva calmándome, mirando mis pasos y elevando mi rostro hasta arriba, sintiendo que mi bebida impacta en alguien, alarmándome y disculpándome rápidamente hasta apreciar a la persona con la cual estoy frente a frente.
—Dae—Mungjae menciona quedándose detrás mío, con un tono extrañado, como si recién se reencontraran.
Mi corazón late tan rápidamente, mi estómago revolotea, sintiendo las palabras irse, congelándome, hechizándome, provocándome nuevamente ese efecto en mí.
Los nervios aparecen y la razón desparece, solamente mirándonos a los ojos como en nuestro primer encuentro, aunque la chispa que conocía y hacía en él, reflejándose ante sus ojos, ahora se ha ido.
Después de todos esos momentos juntos, ahora no hay diferencia entre ellos y ser unos completos desconocidos.
Su cabello se ve más oscuro y tiene otro corte, peinado, usa lentes y se ve impecablemente atractivo.
—Dae...—cuando estoy a punto de disculparme, dice algo que me deja helada:
—¿Quién eres? —ladea la cabeza y pregunta con indiferencia, pareciendo tan real que duele.
Siento mi corazón achicarse y mi estómago encogerse, hasta llegar a sentir una repentina molestia combinada con decepción.
—Ahora no existo para ti—decido mantenerme neutral, aunque mi sarcasmo cubre mi verdadero sentir.
—Tú ya no existes para mí, ya no significas nada para mí—es lo único que dice cómo respuesta a toda mi explicación, a las palabras genuinas y pendientes que quedaron en el aire, sintiéndolo como una humillación, como si no fuera suficiente.
—¿Quieres terminar nuestro ciclo así? Desconociéndome, porque al parecer hace tiempo que yo ya no te reconozco—busco su mirada, pero la evade. Suspiro entendiendo. —Si la plática pendiente que había entre nosotros terminó, no tengo nada más qué añadir, solamente tengo una última petición.
—¿Cuál es? —pregunta.
Me acerco más y le pido:
—Solamente repite lo que me dijiste a los ojos, dímelo de frente y te dejaré ir, te soltaré, lo prometo—sostengo fuertemente su mano, intercambiando nuestro calor como en los viejos tiempos, haciéndome estúpidamente esa masoquista acción.
El silencio es tortuoso y la música melancólica de fondo no ayuda, pareciendo una despedida. Al no haber respuesta de su parte, una mínima parte de esperanza me inunda y busco entre mi pequeña bolsa brillosa mi pulsera colorida que hice en el viaje escolar, captando su atención. Me aferro a la pulsera, poniéndomela y mostrándosela, hasta nuevamente sentir su cálida piel, como una última súplica, una confirmación a su sentir o su acto metódico bien actuado.
Me mira y mis ojos comienzan a tornarse brillosos, en cambio su mirada es inquieta tratando de mantenerse firme, cuando en realidad conozco que está luchando internamente con su sentir, cargando una pesada máscara.
—Jiyu Shin, tú ya no existes ni existirás para mí, fue un gusto conocerte. No me vuelvas a buscar, no nos encontremos más—me dedica pareciendo sus últimas palabras ante mí, soltándolo inesperadamente, pasando al lado mío como si nada.
"Las semanas pasaron así, estando uno y el otro en la misma avenida, en diferentes lados, ignorándonos. Entendiendo que fue el final de nosotros, y entre nosotros se quedaría todo lo vivido para ser recordado y jamás ser mencionado".
—Tengo algo que decirte—Mina se voltea hacia mí con emoción, la veo de reojo esperando mientras me retoco el maquillaje.
—Soy toda oídos—la alento a seguir adelante con su explicación.
—Resulta que la amiga que hice en mi club va en el salón de mi pomelo... Y me contó sobre él, ¡Míralo! —busca una foto en su galería, hasta enseñarme una foto grupal en donde seguramente estará presente, pero entre tanta gente y la calidad de la imagen, no logro distinguirlo al cien.
Entrecierro los ojos sin éxito, se queja buscando al parecer otra foto con mayor claridad.
—¿Cuál es su nombre? —indago curiosa mientras espero, viéndola un instante antes de seguir con lo mío.
—Dahaek-Ho Suk—esboza con orgullo y me muestra una foto individual de él tomada sin que pareciera darse cuenta con sus lentes puestos y escribiendo. —Ahora ya lo conoces—sonríe ampliamente.
Me levanto y me quedo a mitad del camino, esperándolo hasta estar al frente mío con una expresión seria y de pocos amigos, no habiendo diferencia de la primera vez que nos encontramos, la sensación primitiva, ahora transformándome en nuestra actualidad, pareciendo la última. Sin decirle ni una sola palabra, solamente le entrego la caja con una pequeña nota escrita a mano con destinatario y un "Gracias por todo", le agradezco con una sutil reverencia y me doy la vuelta, dejándolo detrás mío. Evitando el drama entre ambos, cuestión que cambia al sentir su mano apoyarse en mi hombro, deteniéndome. Abro los ojos con sorpresa y espero que me hable primero antes de girarme y encararnos.
—¿Es todo lo que necesitabas?—pregunta seguramente asegurándose en que no lo vuelva a molestar.
Asiento sin verlo.
—De mi parte es todo, adiós Dahaek-Ho Suk—cortante y directamente fiel a mi objetivo y mis palabras, sigo mi camino sintiéndolo soltarme hasta que inesperadamente devuelve:
—No debes decir adiós cuando no es el final.
Me quedo inédita ante su contestación, como si estuviera cautivada por una clara mentira. Una elocuente mentira.
Mi corazón me pesa, sintiéndome una mala amiga. Ella me ayudó a adaptarme. Quería responderle la gran acción, y después de aquella reconciliación, he decidido ayudarla y ser franca, le hablo sutilmente hasta despertarla y hablarle sobre su pomelo, a lo que responde adormilada y dudosa replicando el apodo con un "¿Mi pomelo?", respondiéndole:
—Lo conozco. Conozco a tu pomelo, Mina.
CONTINUARÁ...
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