11 ⭐★ [segunda parte]
« Jiyu, tu abuelo está en el hospital, tuvo un accidente. Ven de inmediato «
Esas palabras no abandonan mi cabeza, le doy vueltas y vueltas, sintiéndome insignificante, insuficiente, inservible, quedándome aquí sin poder hacer mucho, solamente esperar, dándome impotencia. Son tantas emociones que ni siquiera puedo descansar desde aquel día, la imagen de mi abuelo internado de emergencia y gravemente malherido por una caída, me hace doler el corazón y no se me borra de la mente, al igual que nuestro llanto al verlo así.
Al recordarlo siento un dolor en el pecho, ganas de llorar y se me quita el apetito por completo.
Me quedé en la casa de mis abuelos cuidando de mi abuela como quedamos en organizarnos mi mamá y yo hasta que se recupere el abuelo que por ahora está estable, sintiendo que era lo mejor quedarme debido a que mi mamá precisamente trabaja en el hospital donde están tratándolo, incluso quedándose a hacer horas extras para poder cuidar y estar al tanto suyo por lo que no había nadie más, aparte de mi irresponsable hermano menor. Así que, yo era por supuesto la mejor opción y siempre es bueno regresar a donde fuiste feliz, a recordar los viejos tiempos. Y más ahora que los tiempos son difíciles, necesitan mi presencia y estancia más que nunca, aquí estaré cuando más me necesiten.
-Mi niña, ¿no vas a cenar?-mi dulce y amada abuela me súplica nuevamente que cene, no solamente que la acompañe a la mesa con un té.
Sus ojos se ven hinchados, cansados y su corto cabello que siempre estaba bien peinado, luce descuidado. Está evidentemente preocupada así que decido ser fuerte por ella y no darle más cargas por las cuales innecesariamente deba preocuparse.
-Claro, tengo mucha hambre-miento con una sonrisa y ella sonríe de vuelta, acomodándose sus lentes. -Deja te ayudo a servir la mesa, espero mi guisado haya quedado bien siguiendo tu receta, abuela-agarro la olla con el kimchi jiggae y el tteokbokki que le preparé, esperando animarla con una buena comida casera reconfortante.
-Tu compañía es suficiente para hacerme sonreír-arruga la nariz y me quita la olla, dejándola en el centro de la mesa, trayendo los demás encurtidos, notando que es mucha comida.
Le sonrío con dulzura, hasta preguntarle:
-Abuela, ¿por qué hay dos lugares extras puestos en la mesa?-me aliso la cara con la mascarilla hidrante puesta para que no se caiga, dando masajes.
Abre el refrigerador y saca recipientes de comida y de kimchi, agregando comida recién hecha de la cena. Pareciendo que la guardará y se la dará a alguien más porque hasta escribe el nombre de cada comida hasta terminar.
-Ah, eso-pone los cubiertos y sigue: -La costumbre de invitar a cenar a esos dos pobres muchachos que se la pasan comiendo ramyeon... Dios mío, no puedo permitir eso siendo nuestros vecinos y todavía que trabaja tan duro para nuestra tienda. Simplemente no lo puedo permitir, hija mía, mi instinto no me deja.
Sonrío con gracia, entendiendo, mi abuela no cambia con el tiempo, siempre ha tenido un enorme corazón. Por eso mismo ellos son mis robles, los que me hacen ser más fuerte, me ponen el ejemplo luchando tan duro por seguir adelante, no derrumbándose en la adversidad.
-Yo también trabajaré duro en su tienda-le sonrío ampliamente y finge molestia.
Mis abuelos tienen a cargo una tienda de conveniencia en su barrio, y ya que es la más concurrida por la zona, les va muy bien aunque el trabajo es agotador. Solía ayudarles a acomodar y limpiar en mis vacaciones cuando era más pequeña, aunque nunca es demasiado tarde para retomar viejos hábitos y ahora con mayor razón, cuando más lo necesitan.
-¡Concéntrate en tus estudios! Suficiente tienes con ir por las tardes a esa academia cara en la que te metió tu madre-me pega con un trapo y huyo riendo, ella ríe en conjunto, persiguiéndome.
Mi abuela siempre me ha impulsado a estudiar duro, concentrarme en mí y para mí. Debido a que ellos vienen del campo y no tienen estudios, tuvieron que trabajar muy duro toda su vida para criar a su pequeña familia, pasando por carencias y pobreza desde su infancia, luchando duro por sobrevivir, es por ello que me inculcan mucho el estudio y la superación. Ella me apoya en mis decisiones aunque a mi querido abuelo, no siempre le parece y quiere que siga los pasos y ejemplo de mi mamá cuando ese camino claramente, no es el mío.
-¡Está bien, está bien! Me rindo, me vas a tirar el tubo para el flequillo-hago un puchero y se carcajea.
-¡Tú y tu rutina nocturna de belleza! Mejor ve a gritarles por la ventana a los muchachos que vengan a cenar-se acerca al lavaplatos y comienza a lavar algunos vasos.
-¿Por la ventana?-repito sorprendida. -Me van a ver con mi diadema con orejas de conejo, mi tubo para el cabello y la mascarilla puesta-me apunto y me veo en un espejo pequeño que hay en la cocina.
-No te verán, solamente es gritarles. Es más, déjame hacerlo yo-se quita del lavaplatos y se seca las manos en su mandil de cocina, dispuesta a hacer lo que dice.
-¡Yo lo haré!-la detengo y me voy corriendo a hacerle caso.
No debe ser tan complicado, solamente es llamarlos y salir corriendo a ponerme decente para dar una primera buena impresión. Estoy totalmente desañilada y con una pijama peor que mi cara.
Aclaro la garganta y haciéndole caso a las indicaciones de mi abuela, me acerco a la ventana y poniendo mis manos alrededor de mi boca para intensificar el sonido, les grito que vengan a cenar con toda la fuerza que tengo, con todo y gallos incluidos. Ahora, ¡a correr!
-Ya sé de dónde te me hacías conocida-la ventana de en frente se abre y me deja expuesta en mi peor fachada.
¡Es Jui!
-¿A quién le hablas, hermano?-se asoma un pequeño con cabello largo, bastante parecido a él y al verme, se queda quieto, mirándome atentamente.
Abro la boca con tanta impresión que la mascarilla que tengo puesta se cae al suelo, sonando como una cachetada, ¡Y una de vergüenza!
Me doy la vuelta y me cubro como puedo, huyendo en mis resbalosas calcetas a juego con mi diadema se conejo, casi cayéndome en mi plan de escape.
No puede ser nada más incómodo que esto.
Cenamos todos juntos como una aparente familia feliz cuando yo no puedo con la vergüenza, deseo que me trague la tierra. Bromean y ríen entre ellos en un ambiente bastante cómodo y relajado, siendo mi abuela, Jui y su hermano menor, Junho. Y yo aquí, muriéndome de vergüenza por lo ocurrido.
Me levanto de la mesa, queriéndome ir a acostar lo antes posible, apenas y tocando la comida que hice.
-¿Ya terminaste? Ni tocaste tu comida-interrumpe mis acciones Jui, checándome, estando sentado al lado de su hermano.
-No tenía mucho apetito-le respondo de espaldas y me dirijo al lavaplatos.
-Parece que se tienen confianza, sigan así de unidos-mi abuela agrega emocionada a la conversación que yo ya había terminado. -Nunca imaginé que fueran a la misma clase y menos que fueran amigos. Será el destino.
-Huele a boda...-la maliciosa voz del pequeño Junho se une y escucho que toma agua de manera exagerada, llamando mi atención.
Me quedo boquiabierta e indignada, me doy la vuelta y cuando estoy a punto de dejar las cosas claras, mi abuela prosigue:
-¡Maravilloso, mucho mejor! Jui, cuida muy bien a mi nieta... Es un poco terca, pero heredó mi gran corazón-susurra y le agarra la mano diciéndole que ansiaba que me cuidara un chico como él, tan dedicado, sensible y trabajador, notando el evidente cariño que le tiene. Junho le sigue la corriente a mi abuela y comienzan a hablar de la boda en la isla Jeju. Todo me parece tan ridículo que reniego en mis adentros hasta escucharlo responder:
-Lo sé, tiene un corazón tan delicado y especial, que me hace querer protegerlo sin parar-sonríe sin siquiera mirarme, sonriéndole con dulzura a mi abuela que tiene al frente suyo, hasta que cruzamos miradas.
Mi abuela y Junho festejan y hacen escándalo por lo recién dicho, entendiéndose y apoyándose mejor que nadie.
Agacho la cabeza, tímida, no sabiendo cómo responder, mirando y moviendo mis pies con mis calcetas tan especiales.
Al despedir a los chicos en su respectiva casa, al lado, su hermanito y mi querida abuelita, nos dejan a solas.
Escucho que el pequeño le grita: "¡Ánimo!", detrás nuestro.
En un silencio incómodo nos miramos sin decir ni una palabra.
-¿Cómo sigues? Sé que han sido días difíciles, pero no te saltes las comidas, sino tendré que...-rompe el silencio y sin poder evitarlo, mis emociones me ganan y en un impulso, lo abrazo fuertemente, interrumpiéndolo descaradamente a su preocupación, siendo lo que más necesito en este momento.
-Solo un minuto más. Me quedaré así solo un minuto más, te lo prometo...-sollozo y su calor me arropa. Sin querer que me vea llorar, me oculto en él.
Me detiene de los hombros, me separa un instante y me esconde en su abrigo largo, permitiéndome desahogarme.
-Que sean diez más-me cubre y me abraza fuertemente, perdiendo el control de mis lágrimas hasta no poder más.
Me acaricia la cabeza y me tranquiliza, dándome palabras de ánimo, con tanta delicadeza como si me fuera a romper.
Después de varios minutos abrazados, le pedí que fuéramos a dar una caminata debido a que necesitaba aire fresco y accedió. Y aquí estamos, dando vueltas y vueltas con el escenario del parque de noche y comiendo helado de elote que le invité ya que fue lo que eligió de una tienda de conveniencia cercana que es de autoservicio, siendo más de medianoche, aún así, su presencia me hace sentir protegida, en un lugar seguro.
Se quedó conmigo hasta tranquilizarme, repitiéndome lo bien que lo estaba haciendo y que siguiera así, que estaba bien no estar bien hasta hacerme reír y molestar al mismo tiempo al criticar mi estofado salado y mis supuestas "calcetas bonitas". Sin mencionar en absoluto el otro tema tratado en la cena, que evidentemente, ninguno trae a la mesa.
Paseamos por los columpios y nos paseamos lentamente, centrados en nuestra plática.
-¿Por qué no me dijiste la verdad?-busco su mirada y se detiene, mirándome incocente y pregunta:
-¿Cuál verdad?
Rodeo los ojos con cara de "¿Es en serio?". Seguramente me conoció desde el primer momento y se hizo el desentendido, sin embargo, no sé desde cuándo me ha visto.
Ríe divertido.
-Quería conocerte-eleva los hombros y come de su helado, gustoso, sin querer añadir nada más. -Te agradezco por el postre-habla mientras come y al toser, le pego en la espalda.
Me río con gracia, parece que quiere evitar hablar de ello así que cambio el tema.
-Mereces más que un helado... Ya sé, cuando esté trabajando en la tienda de conveniencia, puedes tomar los que quieras, irán por mi cuenta-le propongo emocionada y cuando estoy a punto de morder otra vez mi helado, se adelanta, me lo quita y lo muerde.
Lo reto con la mirada y se lo intento arrebatar, fallando y quejándome al respecto.
-No tienes que trabajar para pagarme, no es necesario, Jiyu-lo dice siguiendo comiendo de mi helado, descaradamente.
Lo agarro del brazo, poniéndome seria y me mira.
-Ayúdame a conseguir empleo contigo-junto mis manos, pidiéndolo. -Dejaré la academia y comenzaré a trabajar de medio tiempo en la tienda de conveniencia de mis abuelos y si lo logro, a tu lado en el parque de diversiones. ¡Me esforzaré, te lo prometo! Te lo suplico, no se lo digas a nadie todavía, yo lo haré, yo me haré cargo... Pero necesito tu ayuda para convencer a mi abuela.
Deja caer de la impresión mi helado a la arena de la zona infantil en donde estamos y con la boca llena grita:
-¡¿Qué?!
Me agacho y se lo suplico de rodillas.
Con molestia, se levanta del columpio y pareciendo que me va a regañar, cierro los ojos mientras junto mis manos en petición y las frotó con desespero.
-Por favor, Jui, quiero ser de ayuda y dejar de sentir que no hago lo suficiente, que debería esforzarme más. Quiero cambiar eso, ponerme a prueba de mis capacidades.
Lo escucho renegar.
-No entiendo porqué te esfuerzas más de lo suficiente, aún así... Te ayudaré con una condición: Vayamos al parque de diversiones este fin de semana con tus amigos, pedí que me cubran. Quiero no solamente verte, sino, hacerte feliz-se cruza de brazos un instante y después me da una mano para levantarme. -Esa es mi condición.
Lo considero un par de segundos no captando. ¿Me habrá visto tan miserable que quiere sacarme a pasear como a un perro o es cuestión de palabra? Al final, él dijo que conseguiría los boletos gratis.
-¡Acepto!-jalo su mano y le sonrío, me levanta como si nada y comienza a sacudir mi ropa llena de arena mientras reniega aún más.
Al regresar a la casa un poco adormilada, pongo el código en la puerta y camino de puntillas en la oscuridad hasta que la luz se enciende y mi abuela está esperándome en la mesa de la cocina con una taza de té humeante.
-Abuela...-titubeo.
Suspira y me dice que me siente, siento todas mis emociones subirse esperando lo peor y con nerviosismo comienzo a preguntar al azar los peores escenarios: Mi abuelo, mi mamá, mi hermano... ¡Mi perro!
Me tranquiliza y su risa me aliviana el alma.
-No podía dormir hasta saber que estabas sana y salva en casa. ¿Quieres una taza de té, mi niña?-agarra la tetera, sonriéndome levemente, esperando mi respuesta, hasta añadir: -Te ayudará a dormir más tranquila, sé que han sido días difíciles, aún así te has estado esforzando mucho y pareciera que hay algo más que te agobia, que te inquieta... Sabes que siempre puedes soltar cargas que no te corresponden en vez de aferrarte a ellas.
Sus palabras tocan una parte de mi corazón que hace mucho había enterrado y aceptado: El hecho de hacerme cargo y responsable de cargas y situaciones ajenas. Nunca fue un: "¿Quieres, puedes, necesitas?". Siempre fue un; "Tienes que, es tu deber, no hay de otra". Sin tener otra alternativa, llega un punto en que aceptas en automático cada vez más peso, hasta no poder con ello.
No permitiéndote renunciar cuando las cosas se ponen difíciles, a pesar de que la posibilidad siempre ha estado presente, creyéndote invencible hasta doler y aún así, siguiendo aunque te tengas que arrastrar y estés sangrando y derrumbándote por dentro. No sabiendo cuándo pararás, cuándo es el final, si es que acaso realmente hay uno, a las expectativas y suposiciones que te enfrentas consecutivamente.
Asiento accediendo y suspiro sin poderle responder, sintiendo un gran nudo que me deja sin habla.
Tuve que crecer y madurar rápido a mi edad sin tener mucha opción, haciéndome la fuerte sin poder quejarme, solamente cumplir las responsabilidades y lo que esperaban y esperaba que era lo justo, aunque fuera desproporcional y no tuviera opción, seguía y seguía sin parar, sin cuestionarlo, solamente terminarlo, hasta ahora sintiéndolo completamente diferente. Lo cual me ocasiona miedo a ese cambio, preguntándome internamente: ¿Qué es lo que espero realmente de mí misma de ahora en adelante?
Me sirve una taza de té y la pone al frente mío, me acaricia el rostro y me mira con preocupación, desganada, intentando mantener una tenue sonrisa.
-Quiero enfrentarlo en vez de dejarlo por sentir que no soy capaz de poder con su peso cuando toda mi vida he sentido que simplemente he soportado sin poder negarme, esta vez realmente quiero hacerlo. Lo haré por partes hasta lograrlo aunque... Aún no sé exactamente cómo empezar-con la voz temblándome aunque una respuesta clara, tomando mi decisión, le digo y le doy un sorbo a mi té de manzanilla.
Respiro profundamente, repitiéndome mentalmente que yo puedo recuperar el control sobre mí y sobrellevar lo que siento. No puedo controlar la situación, sin embargo, puedo controlarme a mí. Parece que seguirá incrementando la dificultad, poniéndome a prueba con una carga tras otra y me aseguraré de pasarla, siendo fiel a mí misma, a lo que soy capaz de enfrentar, porque no vale la pena atravesar todas las batallas sin más.
Apoya su mano en la mía, la agarra y la dirige a mi corazón, sintiendo mis latidos.
-Sigue tu corazón como guía, en vez de saberlo, haz lo que sientes correcto-deja de sostener mi mano y la mantengo donde mismo. -Te aseguro, hija mía, que todo es cuestión de tiempo para que todo se acomode y funcione. Es un proceso caótico, abrumador y frustrante aunque necesario para que la paz venga, así como el sol, la lluvia es necesaria para hacer crecer tu jardín y al final, las flores florecerán y las mariposas llegarán.
Sonrío con su bella metáfora y la calidez de su alma que me abriga al darme consuelo.
¿Qué es lo que ahora siente correcto mi corazón? Lo que me da paz es hacer las cosas con amor, pero, ¿acaso sé lo que verdaderamente significa y conlleva?
-¿Qué es el amor?-con ingenuidad le pregunto, atenta a su respuesta como si nunca hubiera escuchado al respecto.
Ríe y me responde con toda sinceridad:
-Nadie sabe realmente qué es el amor, y sin embargo, todos creemos conocerlo. Unión y creación podrían ser buenas respuestas a esa infinita incógnita que más que una necesidad es un lujo, si algo me ha enseñado la vida es eso: El amor es un lujo el cual debes construir, cuidar y mantener para que pertenezca en tu vida.
Sus palabras me dejan pensando.
-Un lujo el cual cuesta mantener... Pero, ¿acaso el amor duele? ¿debes luchar por amor o cómo debes actuar?-esa duda me revolotea en la cabeza sin parar. Desde siempre el amor romántico que conozco ha sido una constante lucha, complicado y largo, porque si fuera instantáneo y simple, lo sentiría insignificante y aburrido.
Bebe de su taza y se queda un instante pensando antes de indicarme con sus manos:
-Podemos actuar con dos fuerzas contrarias, el miedo y el amor. Actuarás sin más con la que tiene mayor peso, irás detrás de la misma, aunque el amor indicado, siempre te pertenecerá, ni siquiera tendrás necesidad de correr detrás del mismo, solamente dando círculos sin parar porque se presentará y te encontrará cuando menos lo esperes. Y aunque huyas de él, te alcanzará-sonríe pareciendo que recordó un suceso del pasado, hasta reducir su sonrisa en una nostálgica, con cierta pesadez.
-¿Así fue con mi abuelo?-apoyo mis brazos cruzados en la mesa y la miro con atención, devolviéndole el ánimo.
Ríe alegre, asintiendo.
-Nuestras familias y amigos no estaban de acuerdo con lo nuestro por lo jóvenes que éramos, sin embargo, no nos importó y eso no nos detuvo ni derrumbó, es más, nos fortaleció. No digo que sigas mi ejemplo-me da una palmada en el brazo al estar ensimismada en su anécdota, haciéndome reír. -Solamente llévate la moraleja de que un buen amor, el correcto e indicado para tu vida, nada ni nadie lo detendrá, te encontrará y te pertenecerá, te hará sentir plena, feliz, en paz. Serán como imánes, su magnetismo será inigualable.
-¿Si realmente te pertenece puede irse y volver o se quedará en tu vida?-prosigo, queriendo escuchar más de sus sabías y acertadas palabras.
-Dicen que lo que es realmente tuyo siempre regresa, pero debes tener cuidado con esos amores intermitentes, hija mía, apagarán tu brillo y vaciarán tu corazón, una y otra vez, sin parar. Y quien apague tu brillo, no merece ser parte de él nuevamente, anótalo y recuérdalo siempre-me acaricia el cabello y le respondo que lo haré, asintiendo, grabándolo en mi memoria.
-Parece que querer a alguien es un poder, un privilegio, una debilidad y una bendición al mismo tiempo-río por la magnitud que eso representa, dándome temor, ella ríe y concuerda. La mayor duda que resumiría mi situación actual, se repite una y otra vez con "¿Amor o amistad?, así que se la decido preguntar, respondiéndome:
-El amor siempre te cuesta uno o dos amigos-su respuesta siendo tan inesperada y diferente a lo que estoy acostumbrada escuchar, me deja inmóvil, sin poder proseguir al tomar un sorbo más a mi taza. -Te diré un secreto y lección de vida: No porque dos personas se quieran, quiere decir que terminarán juntas. Al menos, tradicionalmente hablando, porque existen muchas almas gemelas con las cuales te cruzarás e impactarán tu vida, y así como ellas te impacten, tú impactarás significativamente la de ellas, sin embargo, eso no quiere decir que se quedarán por y para siempre porque no es su deber hacerlo. Su estancia, presencia, es un contrato temporal con fecha de caducidad el cual debes aceptar, atesorar y agradecer hasta su terminación, sin ataduras ni arrepentimientos, solamente apreciarlo por el resto de tu vida.
Con los ojos brillosos y sintiendo algunas lágrimas caer, la miro conmocionada. Se acerca y hace que me acurruque a ella sintiendo su calidez en su ropa suave, su dulce aroma y solamente me dejo llevar por esa preciosa emoción.
-¿Sientes que encontraste al indicado, mi niña?-me pregunta sin mirarme, dándome palmaditas en la espalda.
-Mi corazón le pertenece a alguien especial desde hace mucho tiempo atrás, así que ya veremos... Como tú me dijiste: "Todo es cuestión de tiempo", así que el tiempo lo dirá-al recordar a Dae, mi estómago revolotea, sintiendo mariposas por doquier y la sensación de alegría me llena, queriendo con todo mi ser que él sea verdaderamente el indicado.
-¿Y Jui?-al decírmelo, la miro desconcertada y ella me dedica una sonrisita. -No creas que no sé.
-¿Qué crees saber?-me hago la ingenua, mirándola.
Ríe con ganas y comienza a enumerar, diciendo;
-Su química, vínculo, conexión, lenguaje corporal...
-¡Basta, basta, ya entendí!-me separo y agrego: -Sí, tal vez haya una cierta atracción, puede ser, aunque quedaría hasta ahí. Somos buenos amigos y no quisiera arruinar nuestra potencial amistad por un quizás que ni siquiera es recíproco de mi parte.
Se queda tranquila y solamente bebe una vez más de su taza sin añadir ni una sola palabra más, probablemente guardándose sus comentarios y deseos frustrados en el interior de su ser.
-¿Cómo se conocieron, abuela?-cambio el tema y termino mi té de un sorbo.
-Cuando recién se mudaron por la pérdida de su papá, después de que su mamá tuviera que irse a Nueva Zelanda, se la pasaban comprando comida instantánea de la tienda sin parar hasta ser un cliente frecuente. Solían comprar la comida más barata en promoción y a pedirme la comida que había caducado, hasta los vi a ambos en el mercado haciendo todo tipo de trabajos esporádicos por unas cuantas monedas. Aunque pasaban un muy mal momento esos muchachos, se mantuvieron unidos y fuertes con la cabeza en alto, fue así que mi corazón no pudo soportarlo y les abrí la puerta de mi hogar y corazón-lo que me cuenta me enternece, no pudiendo evitar sentir otra vez mis ojos llenarse de lágrimas.
Jui, has pasado por demasiado peso a tu edad, aún así, siempre mantienes una gran sonrisa brillante en tu rostro por más carga que lleves encima, por eso más que nunca quiero cuidarte con más intensidad y delicadeza. Mereces sentir ese hogar cálido que tanto has deseado y necesitado, conmigo a tu lado, brillando juntos.
Es la hora del almuerzo y estamos los tres en la mesa: Mina, Dae y yo. Ellos sentados juntos por supuesto, y yo en frente jugando con mis palillos, estando distraída y ajena a su plática de cosas que solamente ellos entienden, sintiéndome incómoda.
Decido levantarme e ir a buscar algo para beber, así que sigo mi plan no pudiendo aguantando más y vagamente les digo antes de retirarme, es cuando las palabras de Dae me detienen.
-Deberías al menos tomarla, no te saltes comidas-pone en mi bandeja una leche de fresas, siendo mi favorita.
Mina se queda completamente callada y la sonrisa se le borra. Dae y yo nos miramos y me sonríe, sintiendo mis mejillas sonrojarse.
¿Ahora qué hago?
-G-gracias, Dae... -balbuceo y como puedo me siento, casi resbalándome.
-Te la cambio-escucho la voz de Jui detrás mío y se lleva mi leche de fresas, dejándome una de vainilla o de avena, no sabiendo precisamente de qué es.
-¡Oye! Eso es grosero-me molesto y él ríe, sentándose a mi lado y comenzando a comer tranquilamente.
-¿Y quién eres tú?-Dae le pregunta con seriedad y el ambiente se vuelve tenso.
Jui se apunta con los palillos, mientras mastica su comida.
-Es el amigo de Jiyu que te conté, con el que iremos al parque de diversiones-Mina interviene y lo agarra del brazo con una sonrisa al decírselo.
Me hierve la sangre al ver esa cercanía frente mío y no poder hacer absolutamente nada, solamente fingir que no pasa nada. Abro la leche que me intercambió Jui y está demasiada dulce, así que toso sin parar, tardando unos segundos en calmarme.
Dae me pasa su agua y Jui termina bebiéndola, pasándome la suya a su vez.
-Tú debes ser el famoso Dae, un gusto-le sonríe ampliamente y le estira la mano, esperando su respuesta.
Dae en cambio parece ofendido, y sin más, le aprieta mucho la mano, provocando que Jui se queje.
-¿Y tú eres?-se cruza de brazos esperando a que Jui deje de agitar su mano por el dolor.
Mina y yo solamente observamos atentamente la escena de cómo estos chicos se desenvuelven caóticamente en su primer encuentro, siendo totalmente opuestos.
-Jui Bae, el futuro esposo de Jiyu-me acerca a él, rodeándome con el brazo y luciendo orgulloso al decirlo, aprovechando poniéndolo a prueba al saber el contexto de la situación.
Cuando estoy a punto de responderle lo loco que está y quitarme, evitando más complicaciones, Mina ríe ruidosamente y aplaude.
-¿Así es como lucen los celos sobreprotectores de hermano mayor?-me mira y después se queda atenta a Dae quien se queda completamente inexpresivo.
Cuando nada podría estar peor... Sucede esto.
Se crea un silencio en nuestra mesa y solamente podemos escuchar el ruido ajeno, eso hasta que Jui ríe sin parar, burlándose de lo que acaba de pasar, en especial de las palabras de Mina que evidentemente, son ridículas. Ridículamente falsas y parece ser la única queriéndolas creer firmemente, y yo aún siendo cobarde, sin poder negarlas en su cara.
-Adelante, Dae... Ansío saber cómo son exactamente esos celos de "hermano mayor"-Jui juguetea con su comida, enfatizando las últimas palabras, y Dae luce furioso, apretando la mandíbula.
Él sabe perfectamente la complicada situación que sobrellevamos. ¿Qué necesidad tiene de comportarse de semejante manera?
Lo mira con desprecio y le responde:
-¿Lo preguntas porque tampoco entiendes esa sensación?-sonríe con amargura y a la vez, con cierto orgullo al confesarlo después de aparentemente guardárselo, negando las palabras que acaba de decir Mina.
-Qué lástima... Esperaba que pudieras enseñarme algo más que simplemente aparentar-ríe, dando a entender que se comportó falsamente cercano hace un momento conmigo como Dae con Mina. Pareciendo que le echa la culpa a él por seguir el juego sin ser genuinamente recíproco, sintiéndome culpable, porque yo lo he permitido, callándomelo todo.
Dae enfurecido golpea los puños en la mesa y dice entre dientes: "¿Tú qué sabes?". Aumentando la tensión hasta ser insoportable, si esto sigue, no acabará bien.
Es suficiente, me voy de aquí.
-Esto es ridículo, parecen unos niños...-susurro, me levanto, agarro mi bandeja y me voy rápido como puedo, balanceando el peso de mis manos.
Sin importarme lo que digan para detenerme, me escapo de las mesas de la cafetería que están llenísimas, voy tan rápido que me tropiezo con un escalón de bajada y termino cayéndome al suelo, aventando mi bandeja al aire y siendo el centro de atención, el hazmerreír de todo el maldito lugar.
El ruido de las cosas caer provoca un silencio ceremonioso, no tardando en aparecer las risas, junto con el sonido del celular al estar tomando fotos y seguramente videos, sin parar.
No tengo escapatoria, las piernas me duelen, los pies me pesan. Bajo la mirada, cerrando los ojos queriendo desaparecer, y cuando estoy a punto de llorar con una mezcla de vergüenza, desesperación, impotencia, alguien me cubre y me carga en sus brazos, siendo el mismísimo Dae a mi rescate.
-Sosténme firmemente-me aferro a él, pareciendo una súplica, queriendo huir de ahí lo más pronto posible.
-Te sostendré firme y fuertemente-en un acto heróico, me sujeta y me eleva hasta retirarme de esa escena, con una expresión dura, yéndose sin importarle el alboroto que dejamos atrás con los sonidos de asombro, el sonido sin cesar de las fotos y las personas acercándose mirando lo que acaba de ocurrir como si fuera un momento de una novela.
A lo lejos, veo a Mina y Jui viéndonos irnos sin impedirlo y sin seguirnos, solamente procesando lo que acaban de presenciar.
Nuevamente en la enfermería en su compañía, y aunque no extrañaba sentirlo, la sensación melancólica y agridulce me inunda, trayéndome inevitablemente recuerdos.
-Deberías regresar a clases antes de que sea más tarde, no deberías...-le digo a Dae, sonriéndole con agradecimiento y con pena al mismo tiempo hasta que me interrumpe al abrazarme fuertemente.
Siento que mi corazón se detiene, su perfume es fuerte al igual que su tacto, inundándome completamente.
Le devuelvo el abrazo y cierro los ojos disfrutando de este pequeño momento después de semanas sin tratarnos, vernos ni tocarnos así, cercanamente. Es mágico el poder sentir todas las emociones revoloteando en mi interior.
Suspira y al tomarme por los hombros, su expresión se enternece y me dice:
-No quiero irme de tu lado.
-No lo hagas-le respondo de inmediato y le acaricio el rostro con una mano, demostrándole lo que siento, tan solo basta un pequeño gesto para sentir ese gran cariño que enciende y hace feliz a mi corazón.
-Siento que nos hemos tratado como desconocidos últimamente, lo detesto completamente. No me gusta distanciarme así-acaricia mi mano y sonríe con timidez, costándole decírmelo con sinceridad, frente a frente.
-Distancia que yo también permití por no querer preocuparte-me abro contándole, aprovechando nuestro momento a solas, tener esa privacidad que tanto necesitábamos para hablar. -Han sido días... Difíciles. No quería ser una carga innecesaria, preferí mantenerme al margen y es cuando así, comienzas a alejarte sin saber que eras tan indispensable para regresar, sintiendo que es mejor seguir de tal manera.
-Las personas que ocultan cosas para "no preocupar", terminan siendo las peores. Ya no hagas eso, eres indispensable en mi vida y si solamente te veo sufrir sin poder hacer algo al respecto, sufriré inevitablemente también-vuelve a abrazarme, estrechándome contra sí, acariciando mi cabeza.
-Lo intentaré-bromeo y me aprieta más.
-¡No te soltaré hasta que lo prometas!-me amenaza, o al menos lo intenta, porque si fuera por mí, me quedaría en sus brazos para siempre.
Me hace reír inevitablemente y accedo.
-¡Está bien, lo prometo! Solamente abrázame un momento más así-lo aprieto y ríe, acariciando mi espalda.
La puerta abriéndose de golpe interrumpe nuestro momento especial, volteamos al mismo tiempo, coordinados por la sorpresa, dando un brinco.
-Uy, disculpen. Parece que están en medio de algo, pero ya no están solos y en unos segundos se unirá la manzana de la discordia a la escena-Jui pasa como si nada y en cuanto escuchamos pasos apresurados, nos separamos antes de que llegue Mina corriendo, uniéndose a nosotros.
Casi me resbalo aventando y separando a Dae de mí y él, como puede, se avienta al piso y se levanta rápidamente.
Jui ríe escandaloso, divertido, siendo espectador de un momento de comedia romántica.
-Qué entretenido-se burla y se acerca a mí, yo finjo que le pegaré y se asusta.
-¿Pueden darnos un momento a solas?-Mina pregunta seria, mirándome fijamente.
Los chicos se miran entre sí y después me miran a mí, sintiendo mi estómago revolverse ante los nervios y la incertidumbre de lo inevitable que está por suceder.
El silencio se torna insufrible, tenso, incómodo, y lo único que puedo hacer es juguetear con mis manos, nerviosa. Sin saber qué decir, solamente esperar, esperar que ella hable primero y que confirme o descarte mis preocupaciones al respecto de lo que puede tratarse, que muy en el fondo, siento que ya sé la respuesta.
-Dae siente algo por ti...-Mina al fin habla, mirando a la nada sentada a un lado mío en la camilla y después mirándome con tranquilidad, con certeza. -Es más que evidente.
Siento una punzada en mi corazón, siento la garganta seca y las dudas me nublan la cabeza, impidiéndome hablar, solamente balbucear.
-Mina...-apenas y puedo hablar, sacar fuerza para afrontar esta conversación incómoda, aunque necesaria, que tarde o temprano iba a surgir y que ahora, de repente, no sintiéndome lista, es que sucede.
-Me sentí una tonta al darme cuenta, sin embargo, decidí seguir aún así y luchar por conseguir su amor-se voltea para mirarme y me sonríe levemente. -No me rendiré fácilmente, así que, por favor sígueme ayudando, permíteme ganarme su amor, es egoísta de mi parte, pero... Déjame darlo todo antes de decidir rendirme-toma mi mano y pidiéndome, la aprieta, con una expresión vulnerable que no había visto antes.
-¿Me estás pidiendo permiso?-me deja confundida, no sabiendo exactamente si es para seguirme utilizando o pasar encima mío o en el peor de los casos, ambos.
-Me confesaré al final de nuestra salida al parque de diversiones-me revela con emoción y en sus ojos se nota ese brillo especial, ese mismo brillo que tenía al contarme por primera vez quién le gustaba, en donde empezó todo. Y ahora, ¿será realmente el final? O lo será cuando finalmente pueda dejarle de ocultar lo que siento por el mismo chico y así, probablemente nuestra amistad se derrumbe, lo cual me aterra. -¿Puedes ayudarme una vez más?
Mi mente se queda en blanco, procesando todo esto, dando vueltas frente a todas las posibilidades ante mí. Asiento ligeramente, con duda, sintiéndome insegura, comprometida y utilizada. Una vez más, será una vez más. O eso es lo que espero y me convenzo repitiéndomelo.
Estamos en la parada de autobús, esperando el último para llegar y dirigirnos al parque de diversiones. Jui me habla animadamente sobre temas al azar, probablemente intentando animarme al verme un poco decaída y distraída. A lo mejor se siente mal por presionarme en venir a esta salida como parte de lo que acordamos, aunque nada me quita de la cabeza lo que está por ocurrir inevitablemente hoy.
Al estar sentados, Jui comienza a hablarme del clima, de apreciar lo último que queda de la primavera con las flores de cerezo cayendo en donde estamos, de la tarea que tenemos pendiente que es más que nada leer, lo primero que se le ocurre, pareciendo rapear por lo rápido que habla sin parar. Hasta llegar al tema de nuestro viaje a la isla Jeju, la excursión escolar en el bosque que se dará la siguiente semana y lo cual le emociona mucho al salir de la rutina.
Me recargo en su hombro y lo miro, al cruzar miradas se calla en automático.
-¿Por qué te emociona tanto la excursión escolar? Digo, la isla Jeju es preciosa, sin embargo, siento que hay algo más-le pregunto con duda, no pareciendo ser del tipo deportivo o el tipo ambientalista. -Dudo mucho que te guste llenarte de tierra, sudor y lodo.
Ríe.
-Es verdad, no soy fan de esa parte, pero la otra parte es mi favorita: Naturaleza, sol y aire puro. Es un escape a la realidad, perdiéndote en el bosque y tus pensamientos. Es terapéutico, deberías intentarlo-me guiña el ojo juguetón, haciéndome sonreír.
-Pareces saber justamente lo que necesito-le respondo con ironía y con un pesar en el pecho.
Me pega con su cabeza a la mía y me quejo.
-¡Eso dolió, tonto!-le doy un codazo con molestia, sin inmutarse de su parte.
-Hazle caso a tus sentidos cuando tus pensamientos y emociones te abrumen, concéntrate en lo que sientes.
-Siento y veo a hombre muerto si vuelves a pegarme así, Jui Bae. Tu filosofía es peligrosamente mortal-me separo indignada y me cruzo de brazos.
Arruga la nariz, burlándose.
-¿Adivina qué? Me necesitas sano y salvo si quieres que el acuerdo siga en pie, por algo estás aquí en este momento-dándome un golpe de realidad, me deja sin palabras, boquiabierta. Teniendo toda la razón, como siempre.
Niego con desaprobación.
-Eres increíble...-le digo con sarcasmo.
-Lo sé-se acomoda su cabello como el presumido que es y al yo rodear los ojos, se acerca rápidamente hacia a mí, tomándome de la mano, desconcertándome.
-¿Qué?-entrelaza sus dedos en los míos, aferrándose a mi mano.
Sonríe ampliamente.
-¿Ahora qué sientes?-observa mi expresión que es indecisa, tratando de poner palabras al describir lo que siento. -Seguramente al sentir esto, lo anterior se ha desvanecido, es así como funciona -aprecio a lo que se refiere, entendiéndolo.
-¿Como una distracción a la realidad?-cuestiono.
Ladea la cabeza, no pareciendo concordar con esa idea.
-Más bien, sientes lo que pasa en este preciso momento. Te concentras en el aquí y ahora.
Teniendo sentido lo miro y me sonríe, antes de levantarse y soltarme al ver llegar el autobús.
-¿Es lo más importante?-suelto sin más y se voltea.
-Es lo único que puedes controlar.
Sus palabras me hacen entrar en razón. Me la paso sobrepensando cuestiones y situaciones fuera de mi poder, mi control y el hecho de que sea así, me frustra al no poder intervenir. Intentaré concentrarme en el aquí y ahora.
-Entiendo... Vámonos-me levanto y corro a agarrarlo del brazo, yéndonos a nuestro destino al subir al autobús.
Al llegar a la entrada del parque de diversiones, todo se ve impresionante y el fondo del río Han se ve precioso, comenzando a atardecer. Los colores del cielo y las luces comenzando a iluminar los juegos, hacen una combinación maravillosa, digna de admirar.
La rueda de la fortuna sobresale y mientras más nos acercamos, más se escucha el ruido y la emoción en el ambiente. Hay música en el fondo, gritos acompañando y gente por todos lados, se ve llenísimo.
-Ya casi llegan-le comunico a Jui, leyendo el mensaje de mi celular que me mandó Mina. Nos dividimos en irnos separados conforme la distancia, aunque al final tenemos que entrar todos juntos.
Jui hace cara de molestia al tener que esperarlos, dándome gracia ya que es demasiado expresivo.
-¿Quieres algodón de azúcar?-me pregunta al ver un puesto con algodones de todo tipo de tamaño y colores, estando uno colorido que me llama la atención. -Eso es un sí, ya vuelvo-ríe y se va corriendo.
-¡Jui!-rodeo los ojos al dejarme aquí sola, esperándolos. Lo que menos quiero es una escena incómoda con ellos.
Suspiro quedándome quieta en el transitado lugar, solamente viendo a las personas pasar alegres, desde grupos de amigos hasta familias y parejas. Algunos usan ropa combinada, incluyendo accesorios ridículamente divertidos.
Sonrío tontamente al ver eso, en otras circunstancias hubiera sido lindo poder haber vestido todos algo así.
Observo a Jui y está en la fila que avanza rápido, tarareando algo que está escuchando en sus audífonos inalámbricos y cuando siente mi mirada, me saluda. Le devuelvo el saludo con una sonrisa.
Miro al frente y a lo lejos veo a dos siluetas familiares, lo cual me hace entrar en pánico y corro al lado de Jui.
-¿Qué escuchas?-me acerco y me pongo un audífono, aunque él lo intenta impedir, es muy tarde al escuchar sus gustos musicales, reconociendo la canción al instante. Es » Hero de Christopher Wilde «
Hago un sonido de sorpresa, gustándome. Aunque él luce apenado.
-¡Me gusta esa canción! No sabía que a ti también-le sonrío animada, se queda sin palabras y llega nuestro turno. Pide un algodón de azúcar colorido grande, paga y nos movemos.
-Es fácil para practicar inglés-responde y me da el algodón de azúcar. -Lo compartiremos-me sonríe.
-¡Gracias!-agarro un poco y nos encaminamos nuevamente a la entrada.
No tardamos mucho en encontrarnos con Mina y Dae que están usando un broche igual en su ropa, tratándose de un pequeño peluche de oso, siendo un pequeño detalle que aunque sea insignificante, me causa ruido mental. Me le quedo viendo, pesándome esa cercanía y el preguntarme cómo habrá ocurrido ese suceso.
-¡Entremos ya!-grita Mina con emoción, adelantándose y haciéndonos señas para que la sigamos.
-Lindo oso-Jui se burla de Dae y él sin caer en sus provocaciones, le agradece seco.
Solamente falta que les demos espadas para que ambos comiencen una interminable y sanguinaria lucha, bueno, no es necesario.
-Vamos, Jiyu-Dae me sonríe, dándome un semblante completamente diferente, agarrándome del brazo y llevándome con él.
Me sorprendo ante su acción repentina y en mi interior, mi corazón salta de dicha y alegría.
Pasamos todos juntos y comenzamos a recorrer el lugar, siendo enorme. Hay juegos de todo tipo y al oscurecerse, las luces de los puestos nos iluminan, incluso hay un hermoso camino de luces en donde decidimos tomar algunas fotos para el recuerdo.
Nos acercamos unos a otros y Dae posa su brazo en mi espalda, no tardando en llegar Jui a separarnos con empujones.
-¡Necesito ir al baño!-se va corriendo en la dirección opuesta en la que estamos, no teniendo de otra que esperarlo.
Dae da un largo suspiro, molesto y Mina se burla de Jui, siendo todo un caótico personaje.
-Podemos ver los puestos en lo que regresa, conoce perfectamente el lugar, no creo que lo perdamos-les sugiero, no queriendo quedarme un momento más aquí, me causa conflicto.
-Está bien-ambos responden al mismo tiempo y se sonríen.
¡Maldito Jui! Esto va de mal en peor y la incomodidad y tensión que siento no me ayudan en absoluto. Solamente siento que hago mal tercio.
Decido mandarle un mensaje diciéndole que se apure y que estaremos mirando los puestos para hacer tiempo.
Nos encaminamos a ver lo que venden, siendo desde accesorios, cosméticos, chucherías, regalos, peluches y bebidas. Entre ellos conversan, decido alejarme para darles su espacio, y aunque intento concentrarme en lo que veo, no puedo. El hecho de saber que Mina se confesará me deja inquieta.
Es tan solo cuestión de tiempo para que todo se desmorone, para que la verdad salga a la luz y todo se vuelva inevitablemente caótico. No tengo idea de cómo enfrentaré ello, de resolverlo si es que acaso habrá esa posibilidad.
Comienzan a alejarse y alejarse, siento que todo se vuelve lejano y los ruidos me molestan. El olor de la comida me dan náuseas, siento punzadas en mi cabeza y lo único que puedo hacer para perderlos de vista, es simplemente correr entre la multitud.
Huyo de ahí, chocando con algunas personas y aún así, no me detengo hasta quedarme sin aire. Sentándome en una jardinera, dando respiraciones profundas.
Mi celular no tarda en sonar, lo dejo pasar hasta tranquilizarme, contestando temblorosa. Es Jui, preguntándome dónde estoy, pareciendo que aún no regresa porque me habla animadamente como si nada.
Miro a los lados y estoy en unas jardineras con luces, hay unas escaleras y un pequeño escenario a lo lejos. Le describo el lugar lo mejor que puedo sin querer decir "hay árboles" o algo así estúpido, haciendo mi mejor esfuerzo con mi cerebro seco.
Espero unos minutos hasta que llega corriendo, me ve, sonríe, toma aire y se acerca con rapidez.
-¿Te perdiste?-sostiene una pequeña bolsa de papel que me causa curiosidad.
-Algo así...-me fuerzo a contestar aunque no quiero hablar.
Se limpia el sudor y me mira serio.
-Más bien, no querías ser encontrada. Pero para tu desgracia, aquí estoy-me sonríe, sentándose a un lado mío, entregándome esa pequeña bolsa que tenía consigo.
-¿Qué es?-busco entre el papel de regalo hasta encontrarme con un par de diademas con orejas de oso, el peluche es suave y es de color café claro, es tan graciosamente lindo. -¿Cómo sabías...?-me dirijo hacia él que cuando lo veo, está agachando la cabeza, esperando que le ponga un par.
-Me dará tortícolis si no te apuras, Jiyu Shin.
Me río tontamente.
Le pongo las orejas, sintiendo su suave cabello rojizo y oliendo su perfume que resulta agradable, es un tonto, un lindo tonto.
-Estoy en deuda contigo-le soy honesta y al mirarme, ríe con gracia.
-Págame con pollo frito. Es tu turno-agarra el otro par y me lo pone con delicadeza, acomodando mi largo cabello.
-¿Pollo frito?-repito.
Asiente.
Comienza a cantar una canción que dice que recordó hasta identificar cuál es con el coro "Ckicken noodle soup", siguiéndole la corriente, hasta que nos reímos.
-El pollo frito es mi favorito, págame con eso-añade y acepto.
-Te compraré todo el pollo frito que puedas comer.
Hace la seña de "Ok", gustoso.
-¡Acepto!-se levanta y me extiende la mano. -Es en serio, tengo hambre.
Me río y le tomo la mano, yéndonos por su pollo frito.
Paseamos por las atracciones, yendo por nuestro lado y divirtiéndonos a nuestra manera, comiendo y viendo cada cosa nueva que encontramos en nuestro camino. Cuando estoy con él, siento que lo demás no tuviera importancia, el tiempo pasa rápido y estamos en una burbuja riéndonos de lo que solamente nosotros dos entendemos.
-¿Deberíamos regresar?-le pregunto con cierto temor e inquietud al no ver mensajes ni llamadas por parte de ellos dos.
-¿Es lo que quieres?-Jui se detiene y alza una ceja, mirándome insegura. -Me los encontré antes de llegar contigo, les dije que daríamos un paseo por separado y después los veríamos en frente del carrusel.
Sus palabras me dejan aliviada con mi salida dramática y sin explicación, y a pesar de ello, no me cuestiona mis razones, simplemente me acompaña.
-Está bien, subamos a los juegos-le sonrío y sigo derecho, hasta escuchar que me dice que es del lado contrario, retrocediendo y yendo por ese lado, siguiéndome mientras se ríe.
Al final, terminamos reuniéndonos, y con emoción posamos y nos tomamos fotos frente al carrusel.
-Lindas orejas-Dae se burla de Jui y justamente cuando él se indigna, cruzando de brazos y con una expresión ofendida, Mina cuenta y toma la foto, quedando una foto divertida de ellos dos mirándose.
Nos subimos al carrusel comenzando con algo ligero y divertido. Subiéndonos a caballos blancos que bajaban y subían en cada vuelta, haciendo que nuestras diademas de orejas de oso se nos bajen y Jui por tanto moverse y molestar a Dae agarrándolo del hombro, terminará con asco por comer tanto pollo frito.
Caminamos unos minutos en lo que bebíamos nuestras limonadas unicornio y esperábamos que Jui se calmara, hasta seguir con la casa de los espejos en donde definitivamente pasamos momentos sumamente divertidos, en donde en el laberinto, chocabámos varias veces y causabámos un gran eco, así como los tropiezos, en donde las risas no faltaban. Ambos chicos al parecer juguetear y competir entre ellos, hicieron el momento más ameno al parecer niños en todo su esplendor, corriendo, estrellándose, agarrándose de los hombros y burlándose uno del otro en cada resbalón.
Seguimos con los carritos chocones en donde fueron los momentos más épicos de la noche, decidimos ir cada uno por separado para que fuera más divertido, chocando inevitablemente entre todos, pareciendo un caótico tren, rebotando en nuestro asiento y riendo al burlarnos unos de otros. A veces nos quejabámos bromeando, jugando, terminando en carcajadas, como el dúo caótico de Jui y Dae, siguiéndose y chocándose a propósito entre sí. En varias ocasiones casi salimos volando si no fuera por el cinturón de seguridad que nos ayudó, así como el quedar atrapados sin poder movernos. Mi parte favorita fue el disfrutar totalmente ese momento en risas y más risas, riéndome tanto que me dolía el estómago, pasando un muy buen rato.
La tensión que sentía desapareció conforme atracción con atracción, distrayéndome de lo que me preocupaba. Paseamos por todo el lugar, subiéndonos a algunos juegos de niños como un pequeño tren de oruga en donde subíamos los brazos al bajar en cada vuelta, a una casa que se daba la vuelta en donde nos caímos varias veces, casi aplastándonos entre nosotros, las risas no faltaron así como seguramente las dolencias al día siguiente, incluyendo un camino de obstáculos en donde nos caímos todos al ir agarrados de los hombros, a las tazas giratorias en donde todos nos mareamos necesitando un descanso, sentándonos en un pequeño quiosco bastante iluminado y decorado con naturaleza muy bonita, destacando el lugar.
Tomamos un poco de agua natural y charlamos vagamente sobre nuestra noche, burlándonos de cada pequeña cosa. Hasta que Mina me agarra del brazo y me aparta con la excusa de querer mostrarme algo en un puesto, siendo una total mentira al susurrarme:
-Me confesaré en la rueda de fortuna, después de este siguiente juego hay que ir para allá-me pide y se nota inquieta, nerviosa aunque con una radiante sonrisa iluminando su rostro.
Casi escupo el agua que bebía aunque me aguanto y asiento sin más, con los cachetes inflados.
Trago el agua y toso, intentando poder hablar, sintiendo una ola de adrenalina inundarme y contestarle:
-Mina, a mí me gusta...-me armo de valor y se lo digo siendo impulsiva. No pudiendo terminar la frase al sentir la culpa inundarme como nunca antes, sintiéndome egoísta al intentar sabotear su gran oportunidad para confesarse, revelar sus sentimientos y el peso en su corazón.
Yo mejor que nadie sé lo que eso se siente, y sé lo que se siente estar del otro lado, no quiero ser la villana, la mala del cuento y una pésima amiga. Es tan frustrante contenerse.
-¿Qué dices? No entendí-me sonríe, riéndose un poco.
-Te quiero y me gusta verte feliz-le sonrío sin más, decepcionada. Soy una maldita falsa, me odio por eso, siento mis ojos cristalinos y empeora al ver a Mina sonreír tiernamente y sentirla abrazarme fuertemente.
-Todo esto es gracias a ti-me susurra, diciéndolo genuinamente. Siendo yo misma mi propio mal, mi propio peor enemigo.
Me quedo tiesa ante su tacto, apenas y puedo responderle corporalmente, inexpresiva.
"Gracias a mí", me repito mentalmente.
-Dame tu mano-pide y extrañada, me separo.
Le hago caso y me entrega un pequeño collar de amistad, siendo un pequeño dulce colorido, como los de aquel día cuando nos conocimos. El sentimiento me inunda por completo y al sentirme la peor amiga del mundo y todo lo que conlleva, me pongo a llorar inevitablemente, perdiendo esa batalla conmigo misma, la de sufrir en silencio haciendo que mi cuerpo responda, traicionándome. Terminando consolándome en sus brazos, mientras los chicos se acercan extrañados a ver qué sucede, ajenos al hecho de que se trata sobre algo más que solamente una escena conmovedora.
La ambivalencia que siento es horrible, la ansiedad es desbordante y no me puedo centrar en lo que está sucediendo en este momento mientras estamos en otro juego más, en el penúltimo de la noche antes de la tan esperada confesión. Mina está a mi lado en el Disco Pang Pang antes de comenzar, y el hecho de poner atención en nuestra cercanía me hace pensar que realmente debes tener cuidado en quién tienes a tu lado. Nunca sabes sus verdades intenciones, el siguiente movimiento que estarán esperando y el telón que están manteniendo.
Las manos me sudan de nervios al comenzar a movernos, siento la mirada fija de Dae, y cuando nos vemos, su expresión no cambia, sintiendo que sabe perfectamente que algo no está bien. Es lo que pasa cuando conoces la esencia de una persona, sabes leerla y sin saber cómo, lo sientes. Más que resultar ser una simple lectura, termina siendo un idioma que aprendes a dominar, por entender e interpretar.
-¿Jiyu?-Mina me habla y embobada la miro.
-¿Qué?-pregunto y ríe.
-Te decía que todo estará bien si te agarras bien, ya que no queremos terminar como en esos videos de caídas-me repite riéndose al mirar a Jui agarrarse fuertemente de Dae, el cual ahora luce irritado.
Asiento riendo ligeramente y concordando.
-Eso sería innecesariamente trágico más que cómico-añado y me agarro fuerte del tubo atrás nuestro mientras la velocidad e intensidad, aumenta.
La música se vuelve más fuerte y el anfitrión comienza a hacernos reír con las ocurrencias que dice.
-¡Agarrénse bien!-grita Jui al dar las primeras vueltas y sobrevivir exitosamente aunque algunos otros de los participantes no pueden decir lo mismo, se agarran como pueden, de sus amigos, o personas desconocidas hasta caer a su suerte.
-¡Me estás apretando!-Dae le da un manotazo a Jui y él se suelta, cayendo por su cuenta al centro del juego.
-¡Jui!-grito como un impulso, viéndolo chocar con otras personas y cerrando los ojos ante el impacto.
¡Auch! Eso debió doler, aún así, gira y se agarra de los pies de unos desconocidos hasta aferrarse a ellos, quedándose del otro lado.
-¡Dae, lo empujaste!-Mina le reclama, no queriéndose reír al respecto.
-¡No fue a propósito, lo juro!-lo grita mirándome a mí.
El anfitrión hace burla a lo sucedido, nos movemos más rápido y mis cabellos me cubren el rostro, me agarro como puedo dando brincos. Pegándonos y chocando Mina y yo una y otra vez.
Veo cómo Jui intenta volver a nuestro lado, no obteniendo éxito, casi lográndolo, cayendo en las piernas de un grupo de chicos, así que me suelto de Mina para intentar agarrarlo, sin embargo, cuando lo estoy intentando, Dae extiende su brazo, evitando que lo haga y en cambio, él se avienta por Jui el cual ahora está de cabeza antes de rodar nuevamente.
Dae lo jala de la capucha de su suéter, impulsándose y cayéndose también. Ambos ruedan agarrados, Jui se aferra a él y terminan abrazados, rodando en cada vuelta. El anfitrión hace una burla de bromance entre ambos y las risas no faltan, aunque yo siento más preocupación al igual que Mina al verlos rodar y rodar por doquier.
-¿Qué hacemos?-le digo a Mina, viéndola hacer expresiones de dolor en cada golpe que se dan. La música sube de volumen y ahora debemos gritarnos para entendernos.
-¡Hay que regresarlos! Cuando se acerquen, yo te detengo y tú jalas al que esté más cerca-me indica y asiento, entendiendo el plan.
Me agarro de ella con un brazo, me sostiene con sus pies y dejo un brazo libre el cual extiendo para que tomen mi mano cualquiera de los dos. Al ver mi acción, se agarran de las manos y escalan gateando, arrastrándose como pueden, hasta estar casi cerca, casi tocando a Jui de los dedos.
En ese momento, el juego detiene su ritmo y el peso hace que se abalance con fuerza sobre mí, me siento de golpe, Dae cae volando al otro extremo y Jui me acorrala hasta que nuestros cuerpos impactan, nuestro rostro choque y justamente, nuestros labios inevitablemente se unan. Resultando ser así mi inesperado y caótico, primer beso.
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