02 ⭐ CUBETAZO
El viento mueve los botes de las bebidas y gateo por la que originalmente era mía, comprobando que las siglas "JS" y el nombre Jiyu Shin, se encuentran ahí.
No creyéndome lo ocurrido me cuestiono los hechos y si debería disculparme o buscar una explicación.
—Creo que estamos a mano—se acomoda la mascarilla, retirándose y dejándome ahí tirada.
Me quejo indignada y le llamo sin respuesta.
—¡Dae!—se me ocurre llamarle por su respectivo nombre.
Se detiene y sin necesidad de voltear a verme, me dedica:
—Solamente las personas cercanas a mí pueden llamarme así.
—Entonces, ¿Por qué..?—le cuestiono, sigue su camino sin mostrarme interés.
—Olvídalo—reniego.
Qué sujeto tan antipático.
Trato de quitar la mancha que hizo el yogur sin éxito, solamente haciendo una montaña de pañuelos. Me resigno y me quito el saco tinto, quedándome con la blusa blanca del uniforme. Acomodo mi listón rojo y reviso mi apariencia un poco desaliñada en el espejo del baño. Enderezco mi usual broche del cabello, siendo un pequeño moño con brillos.
Respiro hondo y salgo, dirigiéndome a mi salón de clases. Escucho la campana sonar, obligándome a apurarme. Subo con pesadez y apresuro mi paso. Cuando entro, la grata sorpresa de enterarme que el chico antipático está al frente con la maestra Seung, presentándose, me hace soltar mi saco boquiabierta.
—Espero que cuiden bien de mí—muestra respeto, mostrando una cara y un tono tan diferente, molesto.
Me contento y levanto mi saco, dirigiéndome a mi respectivo lugar, cuando de pronto siento que la maestra Seung me detiene.
—¿Sucede algo, maestra Seung?—le pregunto y la miro fijamente. Es joven y alta con un porte elegante, con cabello claro, corto y ondulado.
Asiente y acomoda sus lentes.
—Debido a la ausencia del cuarto miembro de tu equipo y el correspondiente orden, Dahaek-Ho Suk tendrá que unirse temporalmente antes de una nueva organización. Sabes que estamos en semanas claves y como líder de equipo, ¿Podrías enseñarle y asesorarlo en lo correspondientemente al entorno escolar?
Me tenso de momento y mi pesar aumenta cuando unas miradas extras de curiosos se posan en nosotros.
Miro de reojo al chico y parece tener la mirada fija en mí, lo ignoro y me concentro en la petición. Mantengo la calma y mi debida postura, recordándome que es mi responsabilidad poner orden y ejemplo sin interferir con lo personal.
—Seguro, considérelo hecho—sonrío.
Ella me sonríe y le indica que me siga. Los murmullos no tardan en hacerse presentes hasta que los calma dando inicio a las indicaciones de la clase.
Me sigue hasta nuestros respectivos lugares en el fondo, las chicas de mi equipo solamente se quedan mirándolo en lo que se instala a un lado mío, compartiendo la mesa. No sé si tomarlo como una bendición o maldición. Al menos, podemos volver a empezar.
—A partir de hoy, nuestro nuevo compañero formará parte de nuestro equipo de forma temporal. Hagamos todo lo posible por hacerlo sentir bienvenido—les explico con un tono alegre, queriéndole transmitir un cálido recibimiento.
—¡Hola, soy Sorah Nam!—la chica extrovertida con ojos claros y cabello muy corto de color castaño rojizo, se presenta con desenvoltura. Es un poco más bajita que yo y es muy entusiasta.
Él asiente y se muestra educado.
—Soy Ren Rinji, un gusto—la segunda miembro de mi equipo se presenta, aunque un poco más tranquila y con una pequeña sonrisa tímida. Es muy delgada, tiene el cabello de color negro azulado y ojos cafés.
Me miran esperándome y aclaro la garganta.
—¡Jiyu Shin!—me apunto y se voltea, dándole igual.
—Lo tengo—me dedica.
Aprieto los dientes, agotando mi serenidad.
Al finalizar de forma particular las presentaciones seguimos atentos a la clase de literatura, la cual es mi favorita. Mi pasatiempo es escribir las ideas que se me vienen en mente y como una persona soñadora, me gusta plasmarlas en historias. No soy muy buena que digamos, pero me hace realmente feliz. Solamente las personas más cercanas lo saben, incluyendo a mi mejor amigo que ahora mismo me está haciendo caras desde su respectivo equipo.
Niego e insiste con su usual práctica, aventándome una bola de papel con una nota, cayendo en el lugar de mi querido compañero de al lado.
Ni se inmuta, estiro mi brazo lentamente y cuando se da cuenta de mi movimiento, agarro el papel rápidamente.
Lo desdoblo y leo:
¿Comemos juntos?
Escribo y le respondo:
Hoy no, me haré cargo de una tarea. ¡Buen provecho! Come mucho.
Arrugo el papel y cuando estoy a punto de aventarlo, Dahaek-Ho me detiene, poniendo su palma enfrente de la bola de papel, evitándome seguir.
—¿Podrías parar? Me desconcentra.
Sonrío levemente y sigo sin tomarle importancia a sus palabras. Pegándole en la cabeza a mi mejor amigo, lo que me hace casi reír.
—Hecho—me volteo terminando mientras rodeo los ojos.
Seguimos en el recorrido a la hora del almuerzo. Mientras otros están disfrutando del menú del día de hoy, yo estoy dándole un tour por la escuela a mi nuevo compañero de clase. Permanece callado y solamente hace sonidos de vez en cuando o responde con frases cortantes. Es incontrolable evitar sentir cierta tensión en el ambiente por más amable que intento ser.
Llegamos al último lugar, que es de mis favoritos de la escuela por su tranquilidad, tratándose de un amplio jardín con grandes árboles, por eso lo llaman "bosque pequeño" y es donde muchos vienen cuando necesitan un poco de paz o cuando necesitan ocultarse. Eso hasta que llega otoño o incluso invierno, estaciones en las cuales se presencia más ajetreo.
Le explico un poco sobre el lugar y cuando me doy la vuelta, noto que varias hojas le cayeron en su hombro. Sin pensarlo, instintivamente intento quitárselas y antes de poder tocarlo, detiene mi mano.
No me dice nada, solamente siento su cálido tacto, concentro mi mirada en sus ojos grises que están fijos a los míos. Por un momento me quedo inmóvil hasta que la fría brisa me hace tener escalofríos.
Desvío mi mirada y me suelto de su agarre.
Miro su placa escolar con su respectivo y peculiar nombre, intentando una vez más comportarme amablemente, le digo lo primero que se me ocurre para no crear una escena incómoda, desviando lo ocurrente.
—¿Cómo debería llamarte? Considerando que eres perteneciente a mi equipo, podría decirse que seremos cercanos.
Sacude su hombro, quitándose las hojas. De pronto, se acerca a mí y retrocedo, se acerca más y decido quedarme quieta.
Inclinándose a mi rostro me dedica:
—Yo decido si te quiero cerca, si te considero cercana o si realmente quiero acercarme a ti—quita una hoja de mi cabeza y se da la vuelta. Cuando está por dejar caer la hoja, agarro su brazo fuertemente, deteniéndolo.
—Te recomendaría que hicieras uso de razón antes de emoción. Estaremos trabajando mucho tiempo juntos aunque eso no sea de tu agrado, así que lo menos que puedes hacer es cooperar para no hacer esto más difícil—cambio radicalmente mi tono, entrando a mi faceta de líder. —Si tienes algún problema personal, házmelo saber fuera del ámbito escolar y quizás podríamos solucionarlo, pero una cosa te avisaré...
Sin dejarme terminar, se intenta soltar, así que lo jalo para que nos volvamos a ver frente a frente.
—Estoy a cargo de orientar a un compañero, no de cuidar a un niño pequeño. No dejaré que un infantil malagradecido como tú intente arruinar mi esfuerzo—le dedico no último y lo suelto.
Se queda sin habla un instante. Ofendido, avienta la hoja y la pisa, yéndose de mala gana.
Encontrándome a rastras debido a los cuatro perros que paseo, tratándose de un dálmata, un poodle, un husky y un akita. Les pido que se detengan, haciéndome caso omiso.
Tengo un pequeño trabajo esporádico al pasear perros de mis vecinos por las tardes cuando vuelvo de la escuela. No es una gran paga, aunque es un ingreso extra y como hermana mayor, me siento responsable por aportar a pesar de que sea con lo mínimo.
Mi familia es algo atípica y eso me hace verla incluso más especial. Mi papá no vive con nosotros, él tiene otra familia, es por ello que no somos cercanos a mi familia paterna. Solamente somos nosotros cuatro, contándome. Mi mamá que es enfermera, por lo cual casi siempre está ocupada, mi hermano menor Yoon Jun Shin es cinco años menor que yo, aunque sea insoportable lo quiero demasiado y mi perro blanco llamado "Poky", el cual parece un lobo pequeño, esa fue mi primera impresión al verlo cuando lo rescatamos de la calle y lo adoptamos. Es por ello que me gustaría convertirme en veterinaria y tener un refugio para rescatar a más animales necesitados y darles un dulce hogar.
Los perros comienzan a ladrarle a un muñeco con movimiento de una tienda, lo que me hace volver de mi viaje a las nubes. Uno comienza a orinar y jalo la correa, largándome de ahí, avergonzada. Solamente siento sus pertenencias rebotando en mi mochila.
Me tapo con la gorra y sigo con mi plan de ir al parque. Llaman por teléfono y lo saco de mi pequeña bolsa delantera, lo desdoblo y apenas puedo ver el contacto debido al sol.
Escucho que repiten consecutivamente mi nombre con un tono molesto.
—¿Dónde estás? Hace una hora que debíamos tener la reunión—es Dongju.
Me doy un golpe en la frente.
—¿Lo olvidaste?—prosigue.
Mi silencio lo dice todo.
Cada semana solemos tener una reunión para hacer las tareas juntos y aprovecha para ayudarme con inglés, debido a que él proviene de Australia. Recientemente nuestra convivencia se ha reducido debido a mis pendientes.
—Estoy con los perros en camino al parque, nos vemos mañana en la escuela. Perdón por hacerte esperar, sigue sin mí—cuelgo y guardo el teléfono. Apresuro mi ritmo y sigo con mi recorrido.
Corro atravesando la calle, llegando al parque. Es amplio, con unos juegos infantiles en el centro, muchos pinos y tiene la peculiar forma de un círculo.
Reviso que tenga suficientes bolsas para recoger sus heces, permanecen tranquilos hasta que un labrador pasa corriendo. El dálmata hace de las suyas y descarrila el orden. Me caigo y les grito que paren, mandándome al carajo.
Las bolsas salen volando así como mi dignidad y mi gorra al perseguirlos haciendo su entrada estelar. Después de unas vueltas y maldiciones, piso la correa que los une y logro detenerlos.
—¡Los tengo!—celebro.
Camino hasta una banca y descanso un momento. Pasear perros parece un deporte extremo de vez en cuando.
Alguien toca mi hombro y volteo, tratándose de Ren Rinji sonriéndome ampliamente mientras me entrega mi gorra.
—Creo que esto es tuyo.
Sonrío alegre y agarro mi gorra, agradeciéndole.
Me la pongo y acomodo.
—Una cosa más, atrápalo—me da una botella de agua helada.
—¡Justo lo que necesitaba, te lo agradezco!—la destapo y cuando estoy a punto de tomarle, los perros chillan, pidiendo. —Hay prioridades—saco el pequeño plato que cargaba en la mochila y les sirvo. Beben sedientos y sonrío.
Ren ríe y se sienta a mi lado, sosteniendo una bolsa de compras.
—Tengo más, toma—me entrega otra y la acepto con timidez.
—Te devolveré el favor, Ren—le digo.
Niega.
—Simplemente sigue trabajando duro, Jiyu. La próxima semana empezamos con las actividades de equipo y ya las tienes organizadas. Realmente te admiro—sus palabras me hacen sonrojarme, así que bajo la cabeza y sonrío tontamente.
—Hago lo mejor que puedo—respondo tímida.
He estado reduciendo mis horarios de sueño y almuerzo por mantener el orden y calidad de nuestro equipo. Me organizo lo mejor que puedo, aunque tengo que hacerme cargo de la limpieza de mi hogar, cuidar a mi hermano y hacerme cargo de mi perro mientras mamá no está, incluyendo que también le ayudo en lo que puedo como lavar y planchar sus uniformes y alistar su almuerzo. A veces siento que no es suficiente, así que me esfuerzo el doble por lograr mis esmerados objetivos.
—Eres una gran líder y amiga, no subestimes tu capacidad. Eres grande y lograrás cosas grandes, recuérdalo.
Esas palabras resuenan en mi cabeza, me las ha dicho desde que nos conocemos al iniciar la escuela primaria y aún no me acostumbro a escucharlas.
La abrazo instintivamente y me abraza de vuelta.
—¿Cuándo volverá Yuu Dal?—pregunta refiriéndose a nuestro compañero de equipo ausente.
—Tengo entendido que está en Japón por asuntos personales. Él es muy reservado y más allá de saber que el motivo es familiar, no sé nada más.
Suspira.
—¿Qué pasa?—la miro y muestra preocupación.
—Espero que el nuevo compañero no nos dé contratiempos. Se acercan las exposiciones, el festival escolar y el viaje escolar...
—¡Todo estará muy bien! No tienes de qué preocuparte, me haré cargo—la interrumpo intentándola tranquilizar, lográndolo al cambiar su cara preocupada. Es igual de quisquillosa y perfeccionista que yo en el ámbito escolar, es por ello que nos entendemos tan bien.
Nos sonreímos y asentimos concordando.
—¡Todo está muy mal hecho! ¡Por supuesto que tengo que preocuparme!—mis palabras se contradicen al ver el desastre en frente de mis ojos. —Déjame encargarme de esto—le quito el trapeador a Dahaek-Ho y le muestro cómo se hace.
Nos toca el aseo en los salones del rincón donde habitualmente está deshabitado, por ello es aún más trabajo y más si no hay coordinación.
Reniega y se dedica a borrar la pizarra.
—¿Por qué debemos hacernos cargo de algo que no es nuestra responsabilidad? Debemos asear solamente nuestro salón de clases—se queja.
—Somos alumnos de último año, es por ello que nuestra responsabilidad es incluso mayor—le explico. —Hecho, ahora debemos enjuagar los trapeadores, acompaña a Sorah. Está en la parte de atrás encargándose de ello—le ordeno con un tono neutro.
Me arrebata el trapeador y se va rápidamente.
Lo veo irse y después me dedico a leer la lista de tareas realizadas, esperando que terminemos pronto porque tengo que ir a una reunión con el consejo escolar. Incluso para verme más decente me planché el cabello e hice un peinado más sutil.
Me desconcentro al escuchar ajetreo y la voz de mis compañeros pareciendo discutir, dejo mis cosas y me pongo en marcha. Llego inmediatamente a la escena y me encuentro con Sorah con las manos en la cabeza de manera dramática y aguantándose la risa.
—¡No debes tirarla ahí!—le grita a Dahaek-Ho que está por tirar al césped la cubeta con agua sucia.
Intento detenerlo, pero lo único que logro es que me eche el agua sucia y fría encima.
Mi vista se nubla, encontrándome empapada. Bañándome completamente, sintiéndome humillada y helada.
Los sonidos de sorpresa se hacen presentes.
—¡Traeré una toalla!—la escucho alarmada, junto con sus rápidos pasos.
La impotencia me hace cerrar los puños con fuerza.
—¿Estás bien?—me pregunta él, queriéndose reír.
Abro los ojos y se acerca, queriéndome quitar el cabello de la cara. Le doy un manotazo, sintiendo la furia aparecer.
—Aléjate—lo digo sin pensarlo. Mi tono en vez de una advertencia, suena como si fuera una orden.
—¿Por qué? Quiero intentar ayudar—vuelve a intentar y falla cuando pongo distancia.
Las gotas caen de mi cabello, haciéndolo parecer más largo de lo que en realidad es.
—Lo hecho, hecho está. No hay nada que puedas hacer para remediarlo. Ya sea que haya sido por desidia o maldad, déjame en paz.
Exclama algo inaudible.
—¿Crees que si lo hubiera hecho a propósito hubiera desperdiciado hasta la última gota?—se acerca impertinente y pone la cubeta encima mío con una engañosa intención. Dejando caer las últimas gotas.
—¡¿Cuál es tu maldito problema?!—me acerco para empujarlo y retrocede.
—Tú—se detiene y se baja la mascarilla. Mostrando su sonrisa vacilante.
Intenta apoyar la cubeta encima de mi cabeza, pero una gran fuerza la tira, dejando su último recurso de diversión en el piso, provocando un sonido en eco.
Miro a mi lado y segundos después me percato que Dahaek-Ho está igualmente siendo cubierto por un cubetazo de agua sucia y fría.
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