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Anastasia
Abro los ojos luego de oír el aparatoso sonido del coche chocar contra algo. La imagen de mis padres frente a mi es desastrosa, hilos de sangre recorren su cara. Me acerco a los asientos del frente asustada.
—¿Mamá?..
Vuelvo a llamarla al ver que no responde, pensando que se debe al tono tan bajo que usé. El pánico crece en mi cuando la muevo bruscamente para despertarla y no noto que se mueva. Giro la cabeza hacia mi padre para imitar la acción con él...
»—¡Papá, despierta! —lágrimas inundaban mi visión.
Así pasé quince minutos llamándolos pero nunca despertaron. Abrazo a mi madre, meláncolica pero..
Me deshago del abrazo cuando oigo el sonido de las sirenas de la policía a lo lejos. Presa del pánico, tomo el collar que adornaba su cuello, le di un beso a cada uno en la mejilla y salí del auto antes de que me atraparan. Sabía lo que pasaría si eso llegaba a pasar, lo había visto en los seriales policiales que veía a escondidas de mamá; esos hombres me atraparían y me alejarían de ellos, así que corrí y corrí hasta que mis piernas no daban más.
Me escondí detrás de un auto mientras lloraba desconsoladamente. Había parado en una enorme ciudad abarrotada de edificios y personas.
—Hey..
Levanté mi cabeza y ví a un apuesto hombre delante de mi. Seguramente de la edad de papá...
Al recordarlo, los anteriores sucesos volvieron a mi y se repitieron una y otra vez en mi cabeza—Se fueron, me dejaron sola.. —dije apenas en un susurro mirando el collar en mi mano.
—¿Dónde están tus padres, pequeña?
Había olvidado al desconocido frente a mi. En su mirada notaba lástima, preocupación..
Limpié mis lágrimas con mis pequeñas manos—Murieron.. —hablé tan bajo que dudaba que el extraño hombre lo hubiera oído.
—Tranquila, todo va a estar bien.. —me sonrió cálidamente, justo como lo hacía mi madre, dandome enseguida un leve toque de seguridad.. que no se porqué, sentí cuando lo miré fijamente a los ojos— ¿Cómo te llamas?
Dudé por un momento su debía decirle mi nombre, por lo que recordé el nombre de mi película de Disney favorita y..
—Anastasia. Así me llamo.
—Yo soy Dereck.
El recuerdo llegó a mi mente sin preverlo mientras acariciaba el collar azul oscuro en mi cuello. Había decidido lucirlo en honor al legado familiar que me pasó mi madre una vez fue mío. Desgraciadamente no pudo dármelo ella misma en persona como tenía en mente te un vez cumpliera la mayoría de edad, pero hoy en día era el único recuerdo viviente que tenía de ella. No recordaba mucho su rostro, los sucesos de aquel día se fueron eliminando poco a poco conforme crecía y superaba el brutal suceso.
—¡Voilá!
Celine interrumpe mis pensamientos girando la silla haciéndome quedar de frente al espejo. La imagen frente a mi me deja atónica, siempre he admirado el buen trabajo de mi estilista pero debo admitir que esta vez se ha lucido.
Mi cabello luce recogido en un elegante moño en lo alto de mi cabeza, mientras algunos despreocupados mechones caen sobre mi rostro, justo al frente. Mi maquillaje es leve : base, rubor, máscara para pestañas y labial color rojo fuego.
—Es..
—Hermoso. —completa por mi.
Asiento dándole la razón con una leve sonrisa.
—Estoy segura que ellos estarían muy orgullosos de ti. —me da una casta sonrisa mientras apoya su mano en mi hombro dándome apoyo.
—Lo sé. —contesto con apenas un hilo de voz.
Me deja sola cuando nota mis ojos aguarse, esa es una de las tantas cosas que me gustan de Celine, sabe darme mi espacio cuando lo necesito, y ella más que nadie sabe que tocar el tema de mis verdaderos padres es como presionar una herida que aún no ha cicatrizado del todo. Ella y Grace —mi madre de crianza—, son amigas desde hace mucho, por lo me conoce desde que llegué a la vida de los Rumsfeld.
El enorme zafiro azul en forma de corazón con los bordes decorados con pequeños diamantes es lo único que me queda de mi verdadera progenitora. Mi difunta madre sólo lo usaba en ocasiones importantes, entre ellos, el día de mi cumpleaños.
Limpio las lágrimas que se deslizan por mi mejilla sin temor a que afecte mi maquillaje ya que es a base de agua; coloco mis pendientes para pasar a rociarme mi perfume favorito: La Vie Est Belle. Celine me lo regaló hace unos meses cuando viajó a su país natal, Francia.
Respiro una y otra vez, calmando el tsunami de sentimientos que siento dentro de mi. Hoy es mi noche, y debo saber disfrutarla.
Soy una mujer humilde, pero debo decir que hoy luzco hermosa. Para esta ocasión elegí un vestido elegante pero provocador —como cada una de mis prendas, de hecho—, blanco, mangas caídas un poco más abajo de los hombros, escote en forma de pico, largo hasta la mitad de mis muslos y con una abertura bastante profunda en mi pierna derecha, la cual deja ver una pequeña parte del final de mi tatuaje en el muslo.
Salgo de mi habitación luego de colocarme mis tacones altos de cierre en el tobillo y tomar mi bolso de mano blanco el cual tiene un pequeño zafiro azul en el centro como adorno.
Al bajar, Mario me espera de pie junto al auto con las manos detrás de su espalda. Río al ver como dos jóvenes miran coquetamente a mi chofer, no deben de pasar de los veinte años. Mario es guapo, no me sorprende que llame la atención de esa manera. El traje que llega se le ciñe al cuerpo dejando que sobresalgan los fuertes músculos de sus brazos y piernas.
Le sonrío cuanto abre la puerta del coche. Decidí usar sus servicios ésta noche como mi chofer, mis padres estuvieron de acuerdo dado el hecho de que ellos son sus patrones y el fuerte hombre delante de mi y yo, somos amigos.
Le digo a donde debe llevarme y me acomodo en el asiento.
~°~
—Buena suerte.. aunque no la necesitarás —me guiña una ojo mientras pone el auto en marcha sin esperar mi respuesta.
Sonrío.
Mario es un amigo que no me gustaría perder.
Suspiro profundamente y me encamino a la entrada principal.
—Anastasia Rumsfeld. —digo mi nombre al hombre que revisa en la puerta que solo entren las persona de la lista.
Asiente y se aparta dándome la entrada.
Me quedo maravillada con la hermosa decoración. Erick me saluda alegremente junto a una pelirroja que debe ser su esposa y lo confirmo cuando la presenta. Lo felicito y paso a entregarle mi regalo: una botella de vino de 1990, la cual acepta gustoso y puedo hasta decir que le brillan los ojos; se la da a una de las sirvientas diciéndole que la lleve a no se donde.
Sigo mi camino mientras el cumpleañero saluda a las demás personas que van llegando mientras yo recorro el lugar con la vista hasta mi mirada choca con unos hermosos ojos azules.
Christopher.
Le doy una rápida ojeada quedándome embobada con el aura intimidante que porta vestido completamente de negro, color que lo hace parecer el doble de interesante que es. Sonrío complacida cuando noto como estudia mi cuerpo con la mirada.
Oh querido, te arrepentirás de haberme calentado en mi oficina.
Uno de los camareros me guía hasta la que será mi mesa, la cual lleva cuatro sillas más y tiene el nombre de cada una de las personas que allí deben sentarse. Reconozco enseguida los nombres, todos son compañeros del trabajo. Un alivio, porque no resistiría sentarme en la misma mesa que Christopher Williams y su petulante prometida.
Cada uno de los invitados se sientan en sus respectivos asientos, mientras que una mujer se sube al pequeño escenario y toma el micrófono: Leslie Williams, la elegancia que porta al caminar es inigualable en todo el lugar. Da un pequeño discurso a su hijo felicitándolo y el salón estalla en aplausos al instante en que termina. Su esposo le rodea la cintura con un brazo y se sientan en la misma mesa de sus hijos y su nueras.
—Una hermosa familia ¿no? —dice Marco a mi lado mientras toma de una copa.
—Sin duda.
Claro.
Yo más que nadie se que detrás de esa fachada de familia perfecta se esconde toda una imperfecta realidad. Tras investigar a los Williams descubrí las cientos de infidelidades de Edward a su esposa.
Si, Tom se esmeraba mucho en su trabajo.
La prensa lo ha rumoreado varias veces, pero su esposa lo ha negado alegando que su esposo trabaja cientos de horas al día con mujeres, y su relación es netamente laboral.
Blasfemias.
Tom lo descubrió con una de sus asistentes, en un hotel.
Dudo mucho que se encontraran trabajando.
Debo admitir que fue muy escurridizo, cualquier paparazzi no hubiera podido dar con tal información, pero los drones que utilizó mi amigo lo atraparon infraganti. Todas las fotos se encuentran en mi laptop, guardadas para ser utilizadas cuando más lo necesite. No sólo acabaré con su matrimonio, sino que además le quitaré la empresa a él y a su familia, empresa que me pertenecía a mi al ser la única hija de su verdadero dueño : Damián Campbell.
El sonido de una notificación me saca de mis pensamientos.
«Videollamada entrante de Isabella»
Me levanté de la silla disculpándome con Marco quien me halagaba diciendo que me veía estupenda esta noche, pregunté a uno de los sirvientes donde quedaba el baño y me escabullí aceptando la llamada de mi mejor amiga.
—¿Por qué no me contestaste? —es lo primero que dice la pelinegra.
—Lo acabo de hacer ahora.
—Lo que sea. —hace un movimiento con su mano restándole importancia—. ¿Dónde estás? El recepcionista no me quiere dejar subir porque dice que la señorita Rumsfeld no se encuentra. —imita la voz del hombre.
Frunzo el ceño—¿Por qué no me avisaste que llegarías hoy?.
—Bueno..quizás quería darte una sorpresa. —mueve las pestañas inocentemente.
—Podrías haberle dicho que me conoces..
—¿Y crees que no lo hice?. Le mostré la foto que nos tiramos en Venecia y ¿sabes que me dijo? que podría ser un montaje..
La indignación en su voz es notoria, río a carcajadas viendo a mi dramática amiga.
—¡No te rías, esto es serio! —me reprende haciendo un puchero— un momento.. ¿por qué estás vestida así?
Ruedo al ojos—Estoy.. en un evento importante, tardaré en llegar. Hagamos esto, dile al señor James que tome el celular, yo lo convenceré de que te deje subir..
Hace un gesto afirmativo con la boca y le pasa el celular al recepcionista del edificio donde vivo. Confirmo lo que mi amiga le dijo diciéndole que la deje subir y le pasa el celular de nuevo a Isabella.
»—Escucha, la cuarta habitación que está en el pasillo a la derecha, ese será tu dormitorio ¿de acuerdo?. Ahora si debo dejarte, no puedo atenderte por mucho tiempo o sino notarán mi ausencia.
—Vale, te dejo entonces. Mandaré a pedir una pizza, besitos.. —cuelga.
Río divertida, negando con la cabeza.
Guardo el teléfono en mi bolso de mano y me dispongo a salir del baño. Justo cuando me encontraba a un centro de la puerta, esta de abre dejándome aturdida ante la persona que tengo en frente. Tengo que parpadear más de dos veces por la intensidad en que esos ojos azules no me quitan la mirada mientras él cierra la puerta. Christopher me sonríe mientras coloca el pestillo y se acerca a mi a paso lento. Me acorrala contra el lavamanos poniendo una mano a cada lado de mi cuerpo.
—Podrían vernos..
—Shh. —me calla poniendo uno de sus largos dedos en mi boca.
Mi mirada no se aparta de la suya mientras que su dedo pulgar acaricia mi labio inferior.
Acerca su cabeza y la introduce en el hueco de mi cuello. Sus manos me toman de la cintura pegándome a su cuerpo. Al instante siento su erección restregarse contra la parte baja de mi abdomen.
Vaya, vaya..
—Me vuelves loco.
Sus labios dejan un camino de besos desde mi cuello, lamiendo y besando, hasta mi oreja, mordiendo el lóbulo ligeramente. Mis manos inconscientemente van a su pecho, acariciándolo suavemente por encima de la camisa, para luego empujarlo.
Su respiración es agitada, al igual que la mía, sus ojos se han oscurecido y sus pupilas dilatado por la lujuria del momento. Noto por su mirada que está confundido por mi repentino movimiento. Abre la boca para replicar pero no le doy tiempo, tomando su camisa y estampándolo contra la pared de atrás. Aprovecho su confusión para tomarlo por la nuca y besarlo.
El beso no es lento, suave y romántico, al contrario. La forma de besarnos es tan salvaje como aquella vez en su auto. Tanto como él como yo hemos resguardado las ganas que tenemos por ser uno solo, lo noto por la forma tan necesitada en que me besa y en la que yo le correspondo.
Coloca sus manos en mi cintura atrayéndome hacia su cuerpo, presionándome contra su dureza, haciendo que él gruña por la excitación. Una de sus manos baja hasta mi trasero, apretándolo a su gusto. Jadeo en su boca ante su acción, y sólo eso bastó para que sienta la humedad apropiarse de mis bragas.
En un rápido movimiento sus manos se deslizan más abajo de mi trasero y levanta mis muslos, por inercia rodeo su cadera con mis piernas. Camina hasta sentarme en el lavado. Abre mis piernas con las suyas posicionándose entre estas. El vestido se me enrosca, casi llegando a mi cintura. Su mano recorre uno de mis muslos, acariciándolo, hasta que llega al borde de mi braga y..
—Espera. —detengo el beso cuando noto sus intenciones—. No quiero tener sexo en un baño..
Muerde su labio provocándome—¿Y quien dice que tendremos sexo? —susurra en mi oído.
Besa mi cuello de tal manera que se que si sigue así dejará un chupón, pero en estos momentos la parte racional de mi cabeza ha tomado un largo viaje sin retorno. Su mano mandaba continuas corrientes eléctricas desde mi centro hasta todo lo largo de mi cuerpo. Con sus ágiles dedos movió hacia un lado mi braga y abrió mis pliegues húmedos rozando sus dedos. Gemí cuando dos de sus dedos entraron en mi de golpe y se empezaron a mover hacia dentro y afuera.
—Dios.. —gimo al sentir tan maravillosa sensación.
Christopher me besa callando mis gemidos mientras que sus dedos siguen moviéndose dentro de mi. Con su pulgar, da leves caricias a mi excitado clítoris.
Abro lo ojos —y hasta este momento me cercioro de que los había cerrado—, y lo veo mordiéndose el labio inferior. Bajo la vista hacia el bulto que sobresale de los pantalones y jadeo al ver el tamaño.
Mierda.
Con el pasar de los minutos las estocadas se vuelven mas rápidas y profundas, sigue acariciando mi centro de placer, solo que esta vez más rápido. Lo siento, siento como mis entrañas se retuercen por el estallido de placer que casi llega. El orgasmo se avecina. Muerdo mi labio para controlar el ruidoso gemido que quiere escapar al llegar.
Muerdo su hombro cuando el gemido sale de lo más profundo de mi garganta, presiento que mis manos no ahogaran el particular sonido. El sexy hombre frente a mi tapa mi boca con una de sus grandes manos en el acto, y se lo agradezco, porque no quisiera alertar a aquellos que están justo ahora absortos a lo que está pasando.
—Córrete para mi, Ana. —susurra con la voz ronca.
—Christopher..
Gimo su nombre en todo lo alto, sin importarme en un solo segundo que me escuchen. Llego al orgasmo cerrando los ojos y recargando mi cabeza en su pecho. Me boca se siente seca, necesito más, quiero más.
De él.
Sus dedos me acaban de llevar al paraíso y me niego rotundamente a salir justo ahora de él. Decidida, aún con la respiración agitada, intento desabrochar el cinto de su pantalón pero..
—No.
Lo miro indignada—¿No quieres?
—Dudo mucho que no lo quiera. —besa mi mandíbula y deja una pequeña mordida.
—¿Entonces por qué no..
Me interrumpe—No pienso follarte en un baño.
Alzo una ceja.
—No quieres follarme en un baño pero si me mansturbas en uno.. —bufo con un leve tono de molestia.
—Es diferente. Considera esto como un avance de todo lo que te haré..
Besa mis labios lentamente mordiendo mi labio a su paso.
—¿Sientes esto? —me empuja hasta hacer que mi intimidad roce su erección—. Solo bastó verte con ese vestido y me puse duro pensando en lo excitante que sería follarte con el puesto.
Trago grueso.
—No he podido dormir pensando en cómo sería estar dentro de ti. —mete uno de sus dedos dentro de mi— Justo como en mis sueños.. apretada, caliente, suave.. —saca su dedo y se lo lleva a la boca, manteniendo el contacto visual— y deliciosa.
Sonríe con malicia cuando muerdo mi labio.
—Debemos irnos ya, o sino sospecharán.
Se aleja acomodándose su erección por lo que yo, aún sin habla, acomodo mi vestido y me bajo del lavado.
Me miro en el espejo arreglándome
—Yo saldré primero, después de algunos segundos sales tú.
Asiente. Me toma por la cintura y me devora la boca posesivamente. Me guiña un ojo al soltarme y yo le dedico una sonrisa ladeada. El camino se me hace eterno cuando siento que mis piernas tiemblan ligeramente debido al post-orgasmo. Fue tan abrumador..
Alice —la esposa de Erick—, se me acerca y me saluda amistosamente. Entablamos una grata conversación hasta que su esposo se la lleva diciéndome que se la robará unos segundos. Con el rabillo del ojo veo a Christopher salir del pasillo que da al baño muy despampanante, con las manos en sus bolsillos. Marco lo llama y le hace una seña para que se limpie el labio.
Ups.
El italiano me mira con una ceja alzada desde su lugar y yo me hago la desentendida tomando una copa con champagne que lleva un hombre en una bandeja.
~°~
10:05 pm.
Mario me deja en mi apartamento luego de que lo llamara para que me recogiera en casa de los Williams. La estancia terminó luego de que cortaran un enorme pastel de cinco pisos y y tocara Imagine Dragons, cosa que no me sorprende, son una familia rica, no les debe haber importado gastar millones en llevar a la famosa banda a la casa.
—Gracias, Mario. —agradezco cuando abre mi puerta.
El guiña un ojo y pone el auto a andar. Saludo al señor James, el recepcionista y tomo el elevador marcando el número 10.
Éste se abre en menos de un minuto dándome la bienvenida a mi departamento. Todo está apagado, Isabella ya debe estar dormid..
—¡ANA! —grita prendiéndose de mi cuello en un abrazo.
—Ya, ya, yo también te extrañé. —río dándole palmaditas en la espalda.
—Cuéntame —murmura separándose—. ¿A dónde fuiste con ese vestido tan sexy?
—Sólo al cumpleaños de un amigo. —me encojo de hombros yendo hacia mi habitación.
—Con que un amigo. —se cruza de brazos—. No sabía que tenías un amigo vampiro.
—¿De qué hablas? —la miro confusa.
—Mira tu cuello..
Oh no.
Corro hasta el baño tan rápido que agradezco mentalmente haberme quitado los tacones con antelación. Giro mi cara levemente mirando mi cuello y..
—Joder, Christopher.
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