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Anastasia

Movía la cuchara con desinterés sobre el plato. A Tom le pareció una buena idea hacerme salir de casa luego de pasar un día entero encamada sintiéndome agobiada y depresiva por alguna razón. Lo más seguro es que estuviera en mi etapa premenstrual pero mi amigo insistía en que todo se derivaba a la ruptura con Christopher.

Habían pasado unas semanas desde entonces, y poco a poco estaba asimilándolo.

A quien quiero engañar, lo extrañaba.

—¿No vas a comer?.

—No tengo apetito, Tomás. —solté la cuchara con pereza sobre el plato. Le di un sorbo al jugo sobre la mesa.

—Debes alimentarte, me preocupa tu situación, estás adelgazando. —escanea mi cuerpo con cero disimulo, arqueando una ceja.

Rodeo los ojos.

—Es normal, acabo de terminar un relación difícil.

—Anastasia, no te justifiques. Soy tu amigo, me preocupo y no te veo bien. No te estás alimentando como debes y últimamente estás enferma a cada rato, ¿no crees que deberías ir a un doctor?.

Estaba cansada de la misma charla. Tanto Isabella como Marco y Tom parecían haberse turnado para intentar convencerme de lo mismo, y ya me tenían agobiada con lo mismo. No habían atrapado a Patrick y eso me preocupaba, estaba trabajando algo, lo sé.

—Bien, comeré un poco pero no todo el platillo, ¿vale?.

—Algo es algo. —soltó un suspiro cansado, dándose el último bocado de su plato. El ringtone de su celular suena de la nada, haciéndolo detenerse al masticar y mirando el celular fijamente.

—¿Sucede algo?.

—No no.. solo.. —se interrumpió a si mismo cuando la llamada se detuvo y volvió a sonar con la misma fuerza.

Levanto la ceja con curiosidad.

—Toma la llamada, debe ser importante.

Suelta un suspiro profundo y lo toma en sus manos— Enseguida regreso, no te vayas.

—Tampoco tengo opción, tu me trajiste. —bromeo un poco, pero la verdad no está nada lejana de la realidad.

Tom se ofreció a traernos, literalmente me sacó de mi departamento a la fuerza. Justo cuando quería pasar la tiempo en él por el poco tiempo que me quedaba viviendo con Isabella, pues hacia dos días había encontrado una pequeña casa cerca de la de mis padres. Lejana, rodeada de seguridad y árboles frondosos y cerca de la carretera, justo lo que necesitaba. Aislarme, disfrutar de mi soledad y pensar.

Necesitaba estar sola.

El pago estaba casi hecho e Isabella insistía en querer pagarme lo que me costó el apartamento, junto con el tiempo que se quedó en él conmigo, y era tan necia que aunque le dijera una y mil veces que no era necesario, sabía a ciencia cierta que cuando se le metía en la cabeza una idea, era imposible hacerla desistir.

Tom apareció a mi lado con nerviosismo, ¿qué como lo sé?. Fácil, se tronaba los dedos regularmente y me miraba a cada rato, para pasar a observar al reloj.

—Suéltalo, se que te pasa algo.

Bufó, negando con la cabeza con una sonrisa.

—Odio que me conozcas tanto. —la sonrisa se le borró tan rápido como llegó, siendo sustituída por una nueva, apenada—. Yo.. necesito irme. Es urgente, solo..

—Vale. —me encogí de hombros, en parte agradeciéndolo, sentía que no podía tragar un poco más de comida.

—¿No estás molesta?.

—¿Por qué lo estaría?.

—Tal vez.. porque tienes que irte sola.

—El apartamento no está tan lejos. Puedo ir caminando.

—Joder, no quiero dejarte sola, en serio. Si algo te pasara..

—No me pasará nada, me sé cuidar. Te preocupas demasiado. Ahora dime.. ¿es.. ese chico del que me hablaste?.

Se sonroja al instante, confirmando mis sospechas. Me río en su cara, nunca lo había visto ponerse tan nervioso por un chico.

—No hace falta que me respondas, todo está dicho. —me burlo.

—Me dijo que necesitaba verme. ¿Crees que haya dejado a su novia?. Le aclaré la última vez que nos vimos que no pensaba ser el segundo plato, que era ella o yo. No pienso vivir en una mentira nunca más.

—Bien dicho, amigo. —le ofrezco una sonrisa sincera, me gusta verlo tan decidido. —Ahora ve por él, yo estaré bien.

Agacha la cabeza y se lo piensa dos veces antes de levantarse y dejar dinero sobre la mesa. Me niego a que pague todo, sabe a ciencia cierta que me gusta dividir la cuenta, pero me ignora llamando al camarero y ofreciéndole el pago y mil dólares más por si deseo algún postre o bebida. Me guiña un ojo al ver mi cara indignada y dejándome un beso húmedo en la mejilla se marcha recordándome que pase lo que pase lo llame.

Es un exagerado.

Sé de sobra que la policía me ha estado vigilando. Se han esmerado, debo admitirlo, pero no es que sean muy disimulados. Se les han escapado uno que otro gesto, como el del nuevo portero del edificio, el valet parking y el hombre que está a dos mesas a mi derecha. Recuerdo haberlo visto desde que entré al restaurante y no ha pedido nada desde entonces, solo toma de su café y lee el periódico.

Me levanto de la mesa decidida a volver al apartamento y acobijarme entre mis sábanas gruesas. El clima ha estado bajando cada vez más. Navidad está cerca, a tan solo dos semanas y mis padres me han pedido pasarla con ellos. No es que tenga otra opción, luego de tantos años en Italia estudiando y lejos de mi familia, quiero sentir su calor en estas fechas. Lo necesito, después de tantas piedras en el camino.

Sostengo mi abrigo con más fuerza, mirando la hora en el reloj. Seis y cuarto, Isabella debe estar ya en el apartamento acomodándolo a su gusto como ha hecho esta semana. Me da risa verla tan emocionada e indecisa sin saber que arreglo ponerle a cada esquina.

Me detengo en un semáforo esperando la luz roja para pasar. La calle está desierta, muchos neoyorquinos han decidido quedarse en sus casas y preparar las últimas estancias para Navidad, sin contar del frío clima que está perfecto para acostarse en la cama a ver películas, lo que estaría haciendo ahora, si no fuera por Tomás.

Suspiro y cruzo la calle viendo que tengo una nueva notificación en el panel de notificaciones. Es Isabella, me pregunta cómo estoy y..

De repente siento el estallido del peso que me impacta, en la cadera. El celular huye de mis manos ante la acción y solo me veo rodar sobre el techo del auto y caer desde su portón trasero. Gimo adolorida al caer al suelo, me duele el cuerpo entero, sobretodo el abdomen bajo y cierro los ojos no sin antes sentir el motor de arranque del auto escapando de la zona.

***

Al abrir los ojos, no puedo evitar sollozar adolorida. Tengo algo incómodo en el cuello y levanto la mano intentando tocarlo y saber que es pero hasta esa mínima acción me hace gemir de dolor. Noto a una enfermera delgada en una esquina, hablando con mi madre. Tiene una cara angustiada que me preocupa en demasía.

¿Qué fue lo que sucedió?.

—Mamá.. —mi voz sale echa un susurro pero el silencio que abunda la habitación permite que ambas mujeres me oigan.

—¡Anastasia!. ¡Gracias a Dios estás bien, hija!. No sabes cuánto me preocupé.

—¿Se encuentra bien, señorita?. ¿Tiene algún dolor?. —la joven llega a mi lado a la misma velocidad de mi madre.

—Me duele todo el cuerpo, sobretodo el cuello y la espalda. —lo anota en el blog en sus manos y asiente con la cabeza.

—Buscaré al doctor. —le dice a mi madre, quien solo se ha dedicado a tomar mis rasguñadas manos.

—¿Qué fue lo que pasó?.

—¿No lo recuerdas?. —me mira con los ojos húmedos.

—Solo que estaba caminando y de repente.. —recuerdo el momento exacto, me distraje con el celular y fui golpeada con un auto—.. El auto escapó.

—Lo sé, pero tranquila, ya tienen al culpable. —la miro con ansias cuando se muerde los labios para callar, la conozco, es el típico gesto que hace cuando está indecisa y no sabe si decir lo que tiene en mente—. Fue Patrick.

Mi mente queda en shock por unos segundos. Realmente si esperaba que volviera a atacar pero pensé que sería más inteligente. Solo golpearme con el coche no parece muy sutil de su parte.

—¿Estás segura?.

—Está preso, hija. Varios de los agentes te estaban custodiando y lograron perseguirlo. Costó, pero lo atraparon.

Suelto un suspiro de alivio al oír la noticia. Me siento en calma y cierro los ojos al saber que por fin puedo caminar por las calles en total calma debido a que el dueño de mi pesadillas cumplirá con su condena.

Todo lo que hice para cumplir la venganza por la muerte de mis padres y el pequeño ser que venía en camino con mi madre apenas, todo lo que me arriesgué, lo que me costó, lo que aguanté y hoy por fin da frutos. Suelto lágrimas de felicidad mientras río de alegría, sin embargo, la cara de mi madre está igual de nostálgica.

—Hay algo que no me has dicho, ¿cierto?.

Abre los labios para hablar pero se calla y me deja con la incertidumbre.

—Hija.. —es interrumpida cuando el doctor entra en la sala con la enfermera que estaba con mi madre hace unos segundos. Antes de cerrar la puerta, veo en el pasillo al agente Connor caminar apresurado con dos oficiales más detrás.

—Señorita Rumsfeld, ¿cómo se siente?.

—Adolorida pero feliz por estar viva, supongo.

Asiente con la cabeza antes de intercambiar miradas con mi madre. La situación se vuelve tensa en un par de segundos dónde puedo ver la duda en las facciones del doctor. Es un hombre canoso con una evidente avanzada edad.

—Señorita, como podrá ver su estado es crítico. Se recuperará, pero tiene una costilla rota y el cuello fracturado, sin contar los rasguños en sus manos y las demás áreas que fueron sentenciadas debido al golpe, pero.. al hacerle exámenes notamos algo más.

Siento la mano de mi madre acariciarme el cabello, es incapaz de mirarme a la cara y eso me desespera.

»—Llegó al hospital con un sangrado particularmente extraño y al ser evaluada notamos que había acabado de tener un aborto. —mis ojos casi se salen de mis órbitas cuando pronuncia aquello. ¿Embarazada?. ¿Es esto una broma?. —Al parecer tenía tres semanas y un índice alto de probabilidad de aborto debido a la anemia que también padece, el choque del auto solo fue el detonante. El feto murió al instante, no pudimos hacer nada.

No había terminado de hablar cuando ya lo había dejado de oír. En mi mente solo se producían esas palabras.

Embarazo.

Aborto.

Muerte.

¿Tres semanas?. Joder, lo recordaba perfectamente, la última vez que Christopher y yo estuvimos juntos, no usamos condón porque sabía que el día siguiente me preocuparía por tomarme la pastilla pero nunca lo hice. El tiempo de la inyección anticonceptiva había caducado. Me enfrasqué tanto en desmantelar a Patrick que olvidé todo lo demás.

¿Cómo no pude verlo antes?. Los malestares, los mareos.. la falta de apetito en ocasiones. Ni siquiera pensé en la llegada de la menstruación que debió haber llegado hace unos días.

Un hijo.. un hijo de Christopher.

No sé cuándo pero me quedo mirando la sábana blanca que cubre mi cuerpo aún divagando en mi mente. Siento las gruesas gotas caer por mi mejilla pero me encuentro en un limbo dónde todavía intento aceptar que una vez más, Patrick me quitó a un ser que amaba. No conocía de su existencia pero hubiera sido hermoso haberlo descubierto y amarlo en cada faceta de su transformación. Un hijo con el hombre que amo.. y lo perdí. Lo perdí por su culpa aún cuando no sabía que crecía dentro de mi. Lo fui matando poco a poco sin saber de su crecimiento y el accidente solo fue una excusa para huir de mi vientre.

Me sentía miserable, decaída, agobiada y sobretodo triste. Cargaba tanta rabia dentro de mi.

—Quiero estar sola.

—Pero Anastasia..

—Por favor mamá, ¿es mucho pedir?. —me arrepentí al instante de tratarla de esa forma pero bastó con solo ver mi ojo acuosos para asentir con la cabeza lentamente y abandonar la habitación junto al doctor.

Estando a solas, me importó muy poco el dolor en mis manos y me cubrí el rostro, soltando todo lo que tenía acumulado desde hacía mucho tiempo.

Lloré por mis padres, por la falta que me hacían y como de diferente hubiera sido nuestras vidas si Patrick no hubiera acabado con la de ellos.

Lloré por Christopher, porque lo amaba cada día más y me fue inevitable sentir que le fallaba al no saber cuidar a un hijo nuestro. Lloré porque sabía que si nada de esto hubiera sucedido, lo más probable es que no supiera como decirle que esperábamos un bebé.

Lloré por la vida que acababa de perderse. Nunca me había replanteado ser madre a tan joven edad pero no me disgustaba la idea. Amaba a ese hombre orgulloso e imponente, en cada una de sus facetas, amaba como se ponía celoso con facilidad, como me trataba como una reina frente al ojo público y como su mujer en la cama. Amaba la relación que teníamos, lo que pudimos ser y lo que pudimos tener.

Lloré como nunca, por años reprimida dónde pensé que tal vez si debí haber muerto en ese accidente. Patrick había acabado con todo lo que más amaba, mi quitó a mi familia, a Christopher y a.. a ese bebé. Por tercera vez se había salido con la suya y le había dejado viva para sentir en carne propia el dolor calar en mis huesos. No lo soportaba, necesitaba a Dereck, a Olimpia, necesitaba a Sam, a Isabella, a todos los que parecían preocuparse por mi. Los únicos por lo que todavía resistía cada duro golpe de la vida, quienes me motivaban a seguir caminando con la frente en alto y el corazón hecho pedazos.

Pero sobretodo, lo necesitaba a él. Con esos ojos azules tan cálidos que me reconfortaban el alma y sus brazos calientes que endurecían mi fría actitud. Juré nunca caer por él pero podría decir con certeza que fui la primera, solo que nunca lo acepté y lo noté demasiado tarde.

No es hasta que siento un peso extra recargado en la camilla y un cuerpo robusto mecerme entre sus brazos que paro de llorar. Y ahí lo veo, con ojeras en los ojos y la nariz roja. ¿Estaba llorando también?

—No estás sola. —es lo único que dice antes de darme un beso en la frente que siento tan sutil como curador. Cierro los ojos al sentir la sensación de sus labios en mi cuerpo una vez más y lloro en silencio en su hombro mientras acaricia mi espalda.

No sé lo que pasará después de esto, no sé que será de nosotros de ahora en adelante.

Solo me relajo en los brazos de Christopher mientras aún asimilo lo sucedido, sin querer que se aleje de mi una vez más, porque no lo soportaría.



~°~°~°~°~°~°~°~°~°~

Primero que nada quiero decir que siento la tardanza. Este capítulo estuvo en mi mente desde el momento uno en que empecé a escribir el libro y no sabía cómo darle un buen inicio a este triste final (del capítulo).

Cada vez falta menos para que acabe Agridulce, yo contaría como 3 o 4 más, para darle el final y el epílogo. Recuerden que luego me ocuparé de editarlo porque la joven escritora que lo empezó escribiendo no es la misma de ahora y hay varias cosas que deseo cambiar.

Ahora sí, díganme que piensan del capítulo.

¿Se esperaban esto?. ¿Alguna sospechó que estuviera embarazada?. Traté de no hacerlo muy notable, para que se llevaran la sorpresa. Pobre Ana, ha pasado por tanto :(

Pero se aproximan buenos momentos, quien sabe si todo pueda cambiar❤️.

Trataré de actualizar más seguido, incluso ya tengo la idea para el próximo capítulo haciendo eco en mi cabeza.

¡Me despido, besos agridulces para todxs!

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