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Narrador Omnisciente

Christopher estaba dando vueltas en su propio eje con las manos en la cintura. En reiteradas ocasiones se despeinaba el cabello en un acto desesperado. Estaba aún en el apartamento de Anastasia, varias horas habían pasado y la chica no había aparecido, lo que lo llevó a la sería determinación de llamar a la policía, como Isabella le había recomendado. Hacía unos minutos que habían llegado, pero según las propias palabras del oficial..

—No podemos reportarla como desaparecida hasta después de las cuarenta y ocho horas. —había repetido el hombre ante una Isabella nostálgica que ya no sabía que hacer ni a quien acudir.

Christopher soltó una risa carente de humor, lo que provocó que el oficial lo mirara con seriedad.

—¿Es enserio?. Puede estarle pasando cualquier cosa allá afuera a mi mujer, ¿y ustedes desean esperar dos días para buscarla?. ¿Qué quieren?. ¿Encontrarla muerta?.

—Le pido se calme, señor. Así es el protocolo, no podemos comenzar una búsqueda sin saber realmente si la chica está desaparecida.

—Hace casi diez horas no se nada de ella, ¿no es esa suficiente señal?.

—Según tengo entendido, la última vez que la cámara del edificio la vió, parecía decidida a salir a algún lado, no podemos simplemente buscar a una persona que tal vez esté dormida aún en un bar, por la borrachera. Con todo el respeto. —el hombre se cruzó de brazos, no había implementado las mejores palabras para referirse pero Isabella saltó del sofá cuando notó como la cara de Christopher enrojecía de la ira.

Intentaba evitar un problema.

—¿Puede darnos un momento?. —le preguntó al hombre, sin embargo, no esperó a recibir respuestas cuando ya estaba llevándose al pelinegro a la cocina—. ¿Es que acaso estás loco?. Tienes que medir ese comportamiento, es un oficial.

—¿Oficial?. Pues no creo que..

—Isabella tiene razón. —mencionó Marco llegando a ellos dos—. Debo admitir que es un capullo de mierda pero sigue siendo un policía y ambos sabemos cómo funciona esto. No tenemos otra opción, Christopher.

«Esperar no es un opción» pensó.

—Solo tú puedes adelantar este proceso. —habló el magnate, mirando a la chica que aún procesaba lo mucho que había cambiado el día para como lo tenía planeado desde la mañana—. Sabes a dónde fue, y no lo niegues que no te creo nada. Tienes que hablar, o serás responsable de lo que le suceda a ella.

Isabella tragó saliva. Ella realmente no sabía mucho, solo que su amiga quería vengarse del padre del chico que tenía frente a sus narices en esos momentos, que tenía pruebas sólidas que si eran investigadas a fondo, podrían sacar grandes fraudes para nada legales. Anastasia no le había dado mucha información y ella tampoco la había pedido, odiaba que estuviera empecinada en esa absurda venganza.

Pero claro, ella no sabía que era más que una venganza para la castaña, era justicia que necesitaba, si nadie más lo hacía, ella se debía encargar.

—Sé pocas cosas, pero puedes estar seguro que nada nos va a decir dónde está mi mejor amiga. ¡Ni siquiera yo lo sé!.

—Algo debes saber, aunque sea mínimo, puede ser esencial para comenzar la investigación.

Ella asintió, estando de acuerdo, y tomó una decisión.

Iba a decir lo que sabía.

O tal vez, un poco tergiversado.

Habló sobre una deuda pendiente que Anastasia tenía con un amigo de sus padres que le había hecho en el pasado, habló de lo peligroso que podía ser el tipo por los pocos detalles que le había dado la castaña, y que estaba investigando por su cuenta a tal persona. Todo eso, sin dar nombres.

No lo haría, no con Christopher delante. Si él tenía que enterarse del clase de padre que podía tener, sería por la boca de Anastasia Rumsfeld, no le correspondía a ella soltar esa parte de la historia.

Aún así, ni aunque dijera todo lo poco que sabía, no lograrían dar con ella.

No si no sabían en qué lugar se encontraba y con quién.

—Me dijeron que un chico los llamó, diciendo que la señorita Rumsfeld estaba desaparecida. —preguntó el oficial.

—Así es, Tomás, es amigo de Anastasia. —secundó Christopher.

—¿El chico no se ha contactado más?. Su información puede ser muy valiosa para apurar el caso. Si tenemos pruebas de que en efecto, la chica está desaparecida o secuestrada, el caso se abrirá de inmediato.

—No lo conocemos del todo, solo sabemos que es amigo de Anastasia, incluso una vez nos conocimos, nada más. —el pelinegro metía las manos en los bolsillos de sus pantalones, sin saber que más hacer. No sabía nada, estaba en blanco, y solo esperaba que un milagro pudiera ayudarlos.

Un ringtone escandaloso procedente del celular del oficial había llenado la estancia, interrumpiendo. Les pidió un momento para atender la llamada y eso hizo, sin embargo, lo que escucharía sería solo la cereza del pastel que estaban buscando. Colgó, agradeciendo a la otra persona tras el teléfono por avisar y se dirigió a los presentes en la sala.

—Este chico, el amigo de la señorita Rumsfeld.. es ¿Tomás Andrew?.

Los tres se miraron entre sí, no lo sabían a ciencia cierta.

—No sabemos su apellido, ¿por qué?.

—El delegado me acaba de llamar, un chico rubio acaba de llegar a la estación con aparentes golpes en la cara, alegando que la señorita Rumsfeld estaba desaparecida.

—Es él. —solo una palabra bastó, rubio, para que Christopher supiera que era él.

—Él se fue con ella anoche, debe saber algo. —interceptó, le pelinegra.

—Será mejor ir a la estación.

—Voy con ustedes. —demandó Christopher, seguido de los jóvenes italianos que no se quedarían de brazos cruzados y decidieron acompañarlo.

El recorrido fue corto cuando el ojiazul puso todo su empeño para llegar lo antes posible, mientras que el oficial hacia lo mismo, con moderación a la hora de conducir. No les hizo falta ir muy lejos, cuando en la recepción notaron a un rubio pelirizado que tenía un pómulo con un gran hematoma tomando parte de su ojo izquierdo y el labio roto.

Ahí, Christopher supo que Anastasia estaba en más problemas de los que podía imaginarse.

~°~

Anastasia despertó ese mismo día, cuando el cielo se empezaba a oscurecer. Ella no lo sabía, por supuesto, porque justamente el lugar en el que se encontraba no daba indicios de ello. Paredes marrones, sucias, con una escasa luz colgando del techo y varias cadenas sostenidas de la pared. Una mesa de madera se encontraba en su espalda y un silla bajo su peso. Movió el cuello cuando le dolió por la reciente posición, al parecer había dormido con su cabeza inclinada hacia delante y eso pasó factura. Las manos amarradas con una soga que empezaba a causarle comezón e irritabilidad en la piel la hacia hacer muecas cuando intentó mover las manos y los pies, que se encontraban en la misma condición.

Ya no traía los tacones, no sintió el celular entre sus bragas y se asustó más de quién pudo quitárselo de allí, que de lo de podría ver en él. No necesitó moverse mucho para saber que ya no tenía la peluca rojiza en la cabeza, cuando sintió el cabello largo que poseía, picarle la espalda.

Cerró los ojos con frustración. En cualquier lugar que se encontraba, sabía que no podía ser de alguien meticuloso que fuera a guiar por su bienestar. De hecho, tenía las ideas claras de quién podía ser el que estuviera detrás de todo pero se reservó el nombre cuando un gimoteo bajo llamó su atención.

A su izquierda, en un lugar donde apenas llegaba la luz, notó una silueta. Un cuerpo un poco robusto que vestía con ropas sucias y pantalones rotos. Sin zapatos y con manchas de lo que sospechó era sangre le cubría la poca parte de su cuerpo que la luz llegaba a darle.

—¿Hola?. ¿Quién está ahí?. —habló la castaña, intentando descubrir quién era la adolorida persona que se intentaba levantar de su acostado en el suelo, fallando un poco al tener las manos encadenadas.

Cuando lo hizo, pudo notar que era un hombre por el corto cabello y el cuerpo, que ya podía definir mejor. Aún así, el rostro fue más difícil de ver, pues tenía la cara embarrada en gran cantidad de sangre.

¿Podría ser.. su sangre?.

Anastasia tragó saliva nada más de pensarlo.

—¿Quién.. quién eres?. —habló a duras penas el hombre, tenía la voz seca de estar tanto tiempo sin alimentarse bien y tomar algún líquido que llenara su vejiga. La castaña notó lo rasposa que tenía las cuerdas vocales y el notable acento que pudo distinguir por los años que había pasado en Italia.

Abrió los ojos ante la loca idea que pasó por su cabeza y no lo pensó dos veces antes de..

—¿Félix?. ¿Félix D'Alessio?. —habló en un murmullo, renuente a creer que ese hombre fuera el exitoso empresario que había sido estafado por Patrick.

—¿Te.. te conozco?. —preguntó a penas, seguido de una tos que no parecía nada grata por la sangre que escupió hacia un lado.

El corazón de Anastasia latía más deprisa ante la situación por la que estaba pasando. Si ese hombre estaba vivo, sabía a ciencia cierta que no le quedaba mucho tiempo, si realmente Patrick quería apropiarse de su empresa, debí deshacerse de él.

Así como hizo con su padre.

Y lo recordó, las palabras que escuchó salir de la boca del mismo Patrick en la cabaña del bosque, el día de su cumpleaños :

—Te pago bastante bien para que me vengas con esas idioteses. No es mi problema como lo hagas, no me importa que sacrifiques todo lo que tengas o que extorsiones a toda su gente si es necesario, ¡PERO QUIERO SU EMPRESA!. —le había dicho al ruso.

—¿Y qué quieres que haga?. Tu eres el jefe..

—Mátalo.

Muchas cosas empezaban a encajar en su mente. Cada conversación, cada pequeña cosa que no notó el principio por la ignorancia en la que vivía.

Ese hombre era más repugnante de lo que pensaba.

Lamentablemente, no pasó ni un minuto odiándolo en silencio cuando una voz desagradable que conocía muy bien, le habló.

—Veo que ya despertaste, ¿qué tal la siesta?. —tenía una pose despreocupada, con ambas manos dentro de los bolsillos, que molestó más a la castaña.

Si antes lo odiaba con demasía, podía jurar que en ese momento lo quería estrangular con sus manos. ¿Cómo podía ser tan ruin?. Pero peor.. ¿cómo podía ser el progenitor del hombre que tanto amaba?. Hombre que debía estar como loco preguntándose dónde se encontraba.

»—¿El gato te comió la lengua, Anastasia?.

—Mi nombre no es Anastasia. —aseveró con rabia, apretando la mandíbula—. De hecho, a estas alturas ya deberías saber eso, así que dejémonos de tantas estupideces y ve al grano. ¿Me vas a matar?. Hazlo.

Patrick soltó una risa que hacía verlo muy divertido con la situación. Por otro lado, la castaña trataba de portar una coraza de acero que no sabía si aún tenía por lo fuerte que le estaba latiendo el corazón. Estaba asustada, ¿quién no lo estaría en su lugar?, pero no lo demostraría.

Mostrarle tus miedos a tu enemigo es regalarle en bandeja de plata las instrucciones de como acabar contigo.

—Eres.. tan resiliente¹. Tienes agallas, igual a tu madre.

Sintió el estómago revolvérsele al oír sus asquerosos labios mencionar a su madre. No hablaba de Olimpia, de eso estaba segura. Hacía bastante que la plática había pasado a ser muy personal.

Había llegado la hora de quitarse las máscaras.

—No hables de ella como si tuvieras el derecho, limpiate la boca antes.

La sonrisa que le regaló no fue la reacción que esperaba por parte de él.

—¿Me recuerdas mucho a ella, sabes?. —siguió hablando, ignorando la mala cara que le ponía la castaña—. ¿No sé cómo no pude verlo antes?. Son tan parecidas.

—Ahi te equivocas. Ella no pudo ver jamás el monstruo que eras, en cambio yo.. te odio todo lo que no te puedes imaginar por todo el daño que le has hecho a mi familia.

—Oh, y ahí es donde está tu error. Tu madre siempre supo cómo era, y así aceptó estar conmigo. Nos amábamos demasiado como para preocuparnos por los defectos del otro.

Anastasia encolerizó. ¿Amar?. Ese hombre no sabía lo que era amar. Por un momento quiso reír de lo absurdo que se veía hablando de un sentimiento que jamás ha sentido por nadie más que él mismo. Nunca pensó en Sofía cuando la engañaba, no pensó en Erick ni en Christopher cuando los arropaba y salía a hacer lo mismo con la otra familia que tenía a kilómetros de distancia. No pensó en su madre.. ¿amarla?. Nunca la amó, si la hubiera amado aunque fuera por aún segundo de su miserable vida, no la hubiera matado.

Y ahí lo comprendió.

Las fotos, los videos.

La chica castaña que besaba mientras le pedía ser su novia cuando apenas eran unos adolescentes.

Era su madre.

—¿Por qué lo hiciste?. —se le quebró la voz al final, no entendía con qué razón había hecho tal cosa si se conocían desde tan temprana edad—. ¿No tuviste una pizca de lastima siquiera?. ¿No tienes consciencia acaso?. ¿¡Por qué los alejaste de mi!?. —gritó con toda la fuerza que sacó de sus cuerdas vocales; una lágrima traicionera se le había escapado por la mejilla y se sintió menos por dejarlo ver ese líquido brillante, demostrando el dolor que sentía en el fondo.

A veces, por más que intentamos ser fuertes, el mínimo acto nos puede quebrar con más fuerza. Somos humanos, sufrimos, y aguantar tanto dolor junto solo tiene como resultado que lo acabemos soltando en el peor momento.

Vió como la expresión del hombre frente a ella cambió. Ya no tenía esa sonrisa de lado a lado que exhibía lo mucho que le divertía verla amarrada y débil a sus ojos.

—Ella se lo buscó. —fue lo único que dijo, con una expresión totalmente sería.

Anastasia no podía creer lo que estaba escuchando. ¿Tenía el descaro de culparla a ella?.

—¿Cómo tienes el cinismo de.. ?.

—Voy a hacerte una historia. Había una vez, una chica y un chico. Sus familias eran vecinas, así que se veían todo el tiempo. Se gustaron desde muy temprana edad, eran inseparables y los mejores amigos. Hasta que llegó otro chico, uno que pretendía ser amigos de ambos pero solo aparentaba serlo para robarse a la chica. La quería para él, y este chico enamorado.. se molestó. Muchísimo. —con cada palabra, Anastasia procesaba lo rápido que iba su cerebro, intentando entender lo que Patrick le contaba—. El tiempo pasó, y esa chica dejó a su primer amor por el chico nuevo que había conocido, se olvidó de todo, solamente traicionó al novio que tanto había dado por ella, por un traicionero que la quería para él desde un principio.

—Eso no.. no puede ser..

—Pero lo es, pequeña. Tu padre me quitó a quien amaba y no tuvo en ningún momento un poco de compasión por ello. Ninguno lo tuvo. Se hizo pasar por mi amigo, estuvo para mí cuando le pedía ideas para como encantar a Déborah. Los dos me traicionaron por meses y tuve que darme cuenta por mí mismo al verlos besándose en el baño de la preparatoria. ¡Toda la jodida escuela sabía que era un cornudo de mierda, menos yo!. —alzó la voz, denotando la furia que le hacía recordar el momento. Patrick era un ser rencoroso, ambicioso, manipulador, pero en estos momentos estaba siendo sincero.

Anastasia cerró los ojos, dando un brinco insconciente en su lugar cuando sintió el estruendo de la voz del hombre. No podía negar que en una pequeña parte de ella le dolía saber los errores que había cometido sus padres en el pasado.

Pero todos somos humanos, todos nos equivocamos y más siendo apenas unos niños que desconocen lo que significa la madurez y el amor, incluso, que no saben cómo unir una cosa con la otra. No los justificaba, pero tampoco pensaba que una infidelidad fuera razón suficiente para desearle una muerte tan atroz a ambos.

No estaba justificado.

—¡Eres un psicópata de mierda!. ¡Estaba embarazada, animal!. ¡No solo mataste dos vidas esa noche, sino tres, y no te importó en ningún momento!. ¿Todo por qué dañaron tu orgullo de machito?. —rió en sus narices, satisfaciéndole ver cómo la furia de Patrick no pretendía ser disimulada—. Eres un imbécil.

Se burló en su cara, hasta que sin preverlo, el hombre giró su rostro de un golpe que le dolió profundamente. Nunca antes un hombre la había golpeado, y la primera vez lo sintió sumamente dolorosa. Todos los músculos de su cara se tensaron y sintió una gota escurrir su labio. No debía ser adivina para saber que era sangre.

—Eres una insolente. —le dijo con desprecio surcando sus facciones—. Debiste morir ese día, junto con tus estúpidos padres.

Anastasia río una vez más, esta vez, quejándose por el dolor que sintió al estirar los labios.

—Lamento decirte Patrick Williams, que la única razón por la que Dios quiso que saliera ilesa de ese auto fue para acabarte. Y lo haré, puedes estar seguro de eso.

Ahora fue su turno de reír.

—Te quiero ver intentándolo. —habló, dando un paso en su dirección—. Sabes, Anastasia.. soy muy impecable con mis trabajos. No me gustan las imperfecciones y debo admitir.. que dejarte viva esa noche fue una de ellas. Nunca me preocupé por buscar tu cuerpo, jamás imaginé que estarías viva, pero debo agradecerte. No fuiste perfecta, ¿recuerdas el cumpleaños de Erick?. Debo agradecerte por llevar esa noche el safiro azul de tu madre.. lo podría reconocer en cualquier lugar, y ¡qué casualidad!, justamente tú lo tenías.

La chica tragó saliva. Nunca había imaginado que ese collar pudiera ser el centro de atención para Patrick. Podían ser contadas con las manos las ocasiones en las que había visto a su madre con semejante collar, ¿por qué Patrick debería de saber de su existencia?.

»—Desde ese momento empecé a sospechar. Muchas cosas tuvieron sentido, tu parecido con ellos, la extraña descendencia de la hija adoptiva de Olimpia y Dereck Rumsfeld. —la castaña bajó la vista al preguntarse como podía saber aquello. Solo el notario de aquella época y los que estuvieron involucrados con su inscripción como un Rumsfeld más sabían de ello—. ¿Sorprendida?. Tengo mi contactos, querida.

—Claro, ¿la mafia rusa, no?.

Patrick no lo negó al sonreír ampliamente.

—Oh.. eso es otra larga historia que no querrás saber. Te debe doler el cuello, ¿no es así?. Llevabas varias horas sedada.

—Vaya, ¿te preocupas por mi?. —chasqueó la lengua, dándose de golpe con el pequeño chip que aún tenía en la mandíbula. Lo recorrió con la lengua para comprobarlo y casi agradeció que no lo hubieran notado. Se preguntaba si lo tenía activado todavía, en caso de que fuera así, que grabara toda la conversación que estaba teniendo con Patrick sería una ventaja que tendría en el futuro.

Pero solo si lograba salir de allí.

Por eso, se agarró con dientes y uñas a la única oportunidad que vió. Esperaba que estuviera encendido todavía, sino.. su destino sería otro. Debido a ello, ingenió un rápido plan que Patrick pasó por alto.

»—Debi admitir que eres muy inteligente. Fraudes empresariales, negocios ilicitos con prostitución y drogas, asesinato.. si la policía tuviera toda esa información pasarías toda tu mugrosa vida en la cárcel. ¿No tienes miedo?.

—Oh, pequeña, ¿en serio crees que lo hice solo?. No soy el único que quiere destruirte. —habló con una sonrisa cruel que le puso los bellos de los brazos de punta.

Por una segunda vez, había llegado a un punto de la conversación dónde no entendía nada.

Sintió la puerta de hierro por la que había pasado Patrick ser abierta. Unos tacones hicieron eco por todo el lugar, pasando a ser el sonido principal, opacando las gotas de agua que cain del techo sobre el duro piso.

Una cabellera rubia se alzó entre la oscuridad, llenando la luz y apareciendo frente a sus ojos.

Anastasia no lo podía creer.

—¿Ivanna?.

La mencionada le dió una larga sonrisa en sus labios rojizos. Estaba impecable con ese vestido rojo corto y los tacones a juego. Con los brazos cruzados, se alzaba, imponente, sobre una débil Anastasia que sentía dormido todo el cuerpo. El dolor físico y el desgaste mental estaban acabando con ella.

—Te ves del asco. —se rió en su casa, la mencionada.

La chica no sabía a quién mirar, trató de buscar alguna razón por la que la rubia la pudiera odiar tanto y lo entendió al instante.

Christopher.

Esa vez, no pudo aguantar la carcajada que salió de sus labios.

—Vaya vaya, ¿pero que veo aquí?. Si son los protagonistas de la junta de cornudos juntos. ¿No me digas que también le abriste la piernas a él?. —no paró de reír incluso cuando, envuelta en rabia, la rubia caminó con prisa y le volteó la cara de una bofetada limpia que dejó los rastros de sus largas uñas en la mejilla de la castaña.

Anastasia detuvo la risa cuando sintió el pequeño chip ser quitado y caer en sobre la lengua. Usó la misma para colocarlo debajo de ella, en un movimiento rápido.

—No creo que estés en el lugar ni momento para reírte con tanta valentía, zorra.

—Das pena. —le dijo, ignorando la sangre que se le acumuló en la boca, y la tragó, con cuidado de no llevarse consigo el micrófono—. ¿Todo esto por qué te dejaron por mi?. Vamos, Ivanna.. ya sabías que Christopher nunca te tuvo un mínimo aprecio estando yo o no en su vida. Ten un poquito de amor propio, ¿quieres?.

La vio morderse la cara interna de mejilla, furiosa. Pero eso no evitó que le soltara otra sonrisa perspicaz.

Anastasia estaba segura que soltería otro de sus venenos.

—Voy a amar verte caer, zorrita, ¿pero sabes que voy a amar más?, besar a Christopher en tu ausencia.

La castaña no lo aguantó, le dió risa las palabras vacías que salían de sus labios.

—Intentalo. —le sugirió, con una sonrisa segura que molestó más a la rubia, sin embargo, no lo demostró.

—Basta de showcitos, no eres una niña que le robaron su juguete favorito, Ivanna. —Patrick miró de soslayo a la rubia, que calló ante la imponente voz, pero no sé separó de su lado—. Ivanna ha sido de mucha ayuda, ¿sabías, pequeña?. —odiaba que la llamara así, como si se sintiera en el lugar de poder ponerle un apodo cariñoso. Era un hipócrita—. Es la próxima heredera de la mafia rusa, ¿no es así?. —miró con orgullo a la chica, que solo sonrió ante la cara impactada de la castaña que aún seguí amarrada—. Su tío es Askell Smirnova, ¿sabes quién es?.

Por supuesto que sabía quién era, había oído ese nombre en las noticias. Nunca se había conocido la identidad de tal narcotraficante, pero a pesar de ello, se sabía que era la cabeza fundamental de la mafia rusa. Si caía el, caían todos.

»—Su hijo es un pobre infeliz que aún se mea en los pantalones cuando escucha una balacera. —se burló, junto con la joven a su lado.

Anastasia se preguntó si ese chico nervioso y sudoroso que jugaba poker con él, era el hijo de Askell.

Joder, definitivamente era su hijo. Las mismas facciones, el cabello negrísimo como la noche y la piel pálida. Estuvo rodeada de mafiosos todo el tiempo y nunca lo notó.

—¿En serio piensas llegar tan lejos?. —declaró, mirando a Ivanna con confusión?—. ¿Tanto necesitas el calor de un hombre?.

—Es más que eso. —le respondió rápidamente, caminando en su dirección—. Yo amo a Christopher Williams. Desde el primer momento en que ví a ese hombre supe que no iba a fijarme en nadie más. Todo era perfecto, nos íbamos a casar..

—Nunca te amó.

—Era cuestión de tiempo. Estaba poniendo de su parte, me estaba tomando más en serio. Hasta que llegaste tú. ¡Tú lo jodiste todo!. —colocó las manos a ambos lados de la silla de madera donde la empresaria seguía presa—. Por un jodido momento pensé que sería amada de una vez. Mi madre no me presta atención, mi padre cree que fui el resultado de una de las tantas infidelidades de mi madre. Solo lo tenía a él.. —susurró con la voz frágil, Anastasia juraba que por un segundo pudo ver el sensible corazón de la chica, pero recordó que había sido cómplice de tener justamente a ella allí, atada, y cambió de idea.

Era un ser cruel y despiado. No merecía su misericordia.

Anastasia no respondió nada a eso. Incluso cuando se alejó, parándose recta frente a ella y la tomó del cabello con fuerza.

»—Te mereces todo lo que te pase, y créeme que es apenas el comienzo. —soltó su cabeza, haciendo que se golpeara con la parte de atrás de la madera. Anastasia sintió un leve mareo que intentó ocultar.

El cansancio estaba haciendo estragos.

Sentía que estaba acabada, que ni siquiera grabando toda la conversación podría escapar de allí y se sintió tan tonta por no haberle confiado a nadie su ubicación. Solo Tom sabía de todos sus planes, se preguntaba dónde estaba, si había podido pedir ayuda o siquiera sospechar que estaba en problemas. Si Patrick tenía razón, ya habían pasado varias horas, y nadie había ido a buscarla.

Era el fin.

Se había olvidado de todo a su alrededor hasta que sintió la tos del hombre magullado a su costado. Aún estaba ahí, y lo había presenciado todo.

Patrick se emocionó al verlo tirado en el suelo, al parecer, él también había olvidado que no estaban solos.

—Oh, Félix. Despertaste. —el hombre intentaba recostarse a la pared con las manos. Anastasia notó que no podía mover una pierna—. Justo la cereza del pastel.

—Jódete. —murmuró apenas.

—Tranquilo, dentro de poco dejarás de sentir dolor. —lo vió aplaudir y no pasaron ni dos segundos cuando las puertas se abrieron otra vez y por ella entró Vólkov y otro hombre de igual fuerza.

—¿A dónde lo llevamos, jefe?.

—Al matadero. —soltó una risa tan escalofriante que Anastasia sintió su labio temblar. Se sintió desesperada al ver cómo pretendían llevarse a ese hombre que apenas respiraba por toda la sangre que tenía en la cara y le obtruía parte de las fosas nasales. Gimió horrorizada cuando al sacarlo de su oscura esquina, notó cada uno de los hematomas en su cuerpo.

Era un milagro que estuviera vivo aún.

»—Vete. —habló, mirando a la castaña que tragaba saliva, sacando la fuerza que no tenía. A pesar de no haber dado una orden directa, Ivanna comprendió que se dirigía a ella, y se fue sin más, no sin antes escupir con deseos parte del cuerpo de la chica que apretó los ojos, jurando acabar con ella si salía de allí viva—. Ahora.. solo somos tú y yo, como siempre debió ser.

Sintió miedo de lo que podía pasar. No sabía que límites era suficientes para el hombre frente a ella, no quería ni imaginar lo que lo esperaba pero sabía que no sería gratificante.

—Vete a la mierda, Patrick.

—Antes te llevaré conmigo. —sin embargo, la felicidad que tenía no duró poco.

El caos había comenzado.

Mesas se rompieron, las botellas quebraron, las personas salieron asustadas intentando huir, pero la verdad es que ninguno pudo hacerlo. Los habían tomado por sopresa, justo cuando no se lo esperaban y pensaban que tenían todo bajo control.

La policía había llegado de una u otra forma. Askell Smirnova todavía seguía jugando poker muy tranquilo con su hijo y otros socios que fueron acribillados cuando levantaron sus armas a los oficiales que dispararon en defensa propia. Los pocos que quedaron vivos, como el mafioso ruso y su guardaespaldas, tenían uno una bala en la mano y el otro una en el muslo al intentar tomar sus armas. El hijo del Askell se había rendido desde el momento uno.

Vólkov disparó a diestra y siniestra lo mucho que pudo pero el escuadrón lo interceptó y a pesar de que no se rindió, acabó con una bala en el entrecejo. Ivanna, cuál cobarde, se rindió enseguida, levantado las manos y chillando cuando la tomaron bruscamente y la esposaron.

Todo eso, sucedió en un corto período de tiempo donde Anastasia y Patrick seguían en el sótano debajo del mini casino. Se debía caminar algunos pasos manos y bajar unas escaleras para llegar, y los oficiales tardaron en llegar.

La encontraron, viva, todavía atada a la silla y en el suelo, insconciente luego de ser golpeada con la culata de un arma.

Mientras tanto.. Patrick había escapado.

~°~°~°~°~°~°~°~°~°~

Menudo capitulazo lleno de emociones. Pensé que me iba a llevar más tiempo escribirlo, aunque creo que llevo dos horas aquí :|

Sabía que iba a ser intenso y largo, justo como quería que fuera, pues como habrán visto, está lleno de información. Aún queda mucho por pasar, de eso pueden estar seguras, y una vez más lo digo, estamos cerca del final.

Ahora una preguntica, ¿sospecharon alguna vez alguna de las cosas que Patrick confesó?.

Déjenme su voto si les ha gustado el capitulo, casi 5mil palabras en honor a las 5mil vistas✨. Gracias por el apoyo de las que se han tomado el tiempo de votar, me gustan que sigan fieles a la historia. Poco a poco se puede llegar muy lejos.

Esperen la próxima actualización, que va a ser muy pronto. Estoy llena de inspiración, lástima que no de tiempo pero aún así saco tiempo para escribir, lo que se viene me motiva y me emociona en partes iguales.

¡Me despido, besos agridulces para todxs!.

*Reciliente¹ : Persona que es capaz de saber afrontar acontecimientos negativos de forma constructiva.

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