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Christopher
El coche lo parqueo fuera del mansión Miller. La entrada me es permitida desde que Ivana y yo nos “comprometimos”.
Espero en el salón principal a la rubia, quien no demora en bajar, con una sonrisa en la cara.
—¡Chris!. Que bueno que me visitas..
Intenta saludarle con un beso en los labios pero giro la cara, haciendo que choquen en mi mejilla.
—No vine a hacerte la visita, Ivana.
—¿No?. ¿Entonces por qué.. ?.
—Christopher. —Edgar Miller me saluda, con las manos en los bolsillos saliendo de una de las puertas del fondo. Deduzco que es su oficina—. No esperaba tu llegada.
—Fue de repente. He tomado una decisión y quiero que sean los primeros en saberla.
—Bien, toma asiento. —me ofrece.
—¿Es algo importante, que no podía esperar?. —pregunta Ivanna sentándose a mi lado. Recorre con las uñas mi brazo e intento no apartarme bruscamente.
La ignoro—¿Y Alaska?.
—En el spa. No tardará en llegar.
—Bien.. seré rápido.
Me preparo para decirles. Carraspeo, sabiendo que de aquí saldré loco cuando hable de una vez..
—Quiero cancelar el compromiso.
Silencio.
Por parte de padre e hija.
Ivanna se levanta de sopetón del sofá y me preparo para el sermón.
—¡No!. ¡Ni pienses que me dejarás!.
—Ivanna.. —intento hablar. Edgar se mantiene en silencio.
—¡Ivanna nada!.
Empieza a dar vueltas con la manos en la cabeza. Camina en círculos, se come las uñas y me mira finalmente.
»—Esto era lo que querías hace tiempo, ¿no?. Pero aún así te habías acatado a casarte conmigo. ¿Qué fue lo que pasó?.
—Hija..
—Oh, es por ella, ¿no?. Es por esa maldita que te trae la bragueta safada a cada segundo.
Anastasia..
—No tiene nada que ver ella en este caso. Sabes que nunca quise comprometerme..
—¡Pero aún así nunca hiciste nada para deshacerte de mi!. Todo estaba bien, follábamos, salimos en portadas, éramos la sensación del momento. Pero desde que esa insolente llegó.. cambiaste. —me tocó la sien cuando veo sus ojos aguarse.
Edgar solo suspira y se acomoda en el sillón, mirando la situación.
—Si eso deseas.. así será.
—¿Qué?.
Ivanna mira a su padre cuando pronuncia la palabra que me libran de mi presidio al matrimonio.
»—¿Por qué?. ¿¡Que no vez que eso es lo que quiere!?. ¡Safarse del compromiso para seguirse acostando con esa!.
—Ivanna..
—¡No!. —no me da tiempo a reaccionar cuando ya la tengo arrodillada frente a mi. Sus mejillas están empapadas—. Por favor.. no me dejes. Haré lo que sea, seré una buena esposa, lo juro, pero no me dejes, Christopher. Eres lo único que tengo..
Ver a esa influencer tan conocida, y deseada por todos, tirada en el suelo, tan diferente a la Ivanna que conocí hace un año, me hace estremecerme. No sé cuál es la razón debido a tanta desesperación pero no puedo hacer nada.
No quiero obligarla ni obligarme a sufrir toda la vida al lado de alguien que no la ama.
—Lo siento.
—No..
—Ivanna, levántate. —la voz de Edgar no flaquea, es directa.
—No lo entiendes, nunca lo hará. —le dice mirándolo.
—No manches más el apellido Miller. Levántate de una vez y deja de rogar.
Niega con la cabeza y solloza.
No quiero pero me levanto, ella sigue en el suelo y mira a la nada, llorando.
—Mañana pasaré a la empresa. Acabaremos esto de una vez. —me dice su padre.
Asiento, dedicándole una última mirada a la rubia, quien me suplica con los ojos que no la deje pero.. debo hacerlo.
—Lo siento.. —murmuro con los labios y me marcho.
Me cruzo en la puerta con Alaska, a quien no le da tiempo saludarle cuando ya me estoy montando en el auto.
Hoy por fin me quité un peso más de encima.
꧁_____________Anastasia_____________꧂
Al día siguiente.
Hace mucho Isabella y yo no salíamos de compras. En Italia no teníamos tiempo por los estudios en la universidad y cuando estábamos de vacaciones enseguida nos encargamos de llenar nuestro armario de ropa que seguramente nunca usaríamos, pero que nos daba gusto tener.
Llegamos al departamento cansadas. Eran las siete de la noche y solo pensábamos en pedir unas cuantas cajas de pizza y ver un maratón de películas de acción hasta que los ojos se nos cansen pero..
Mucha fue mi sorpresa cuando lo veo en mi puerta, sentado en el suelo y con una botella medio vacía en su mano. Se da un trago y en ese momento me mira, enfocando sus ojos azules en mi.
¡Diablos, Christopher!.
—¿Qué haces aquí?. —le digo llegando a su lado. Isabella evita comentar y solo abre la puerta del departamento, ayudándome a entrarlo a este cuando lo tomo por los brazos intentando entrarlo.
No me responde. Aprovecha cuando la pelinegra deja nuestras compras en cada habitación para tomar mi rostro y besarme con frenesí. Siento el alcohol en su paladar pero no me asquea. Le sigo el beso por segundos y aparto sus labios de los míos, mirándolo con confusión.
—¿Por qué tomaste?.
Sonríe con los ojos chispándoles de alegría.
—Necesitaba verte. —no responde mi segunda pregunta, pero si la primera y aún así no puedo evitar sentirme confundida.
—Ven, siéntate. —lo ayudo a completar la acción, depositando su cuerpo en el sofá.
«Creo que la noche de maratón está arruinada».
Le quito la botella e intento de desabrocharle el saco pero..
Sus manos me toman de sorpresa y me hace sentarme sobre su regazo. Me besa otra vez, tomando delicadamente mis mejillas y metiendo la lengua en mi boca. Intento apartarlo pero la abstinencia que llevo gracias a los problemas que hemos tenido últimamente me hace seguirle los pasos y corresponder su beso.
Todo hasta que un carraspeo se hace notar y nos separamos.
Corrección, me separo.
Christopher solo me mira como si no supiera porqué detuve el beso y miro con las mejillas acaloradas a Isabella detrás de nosotros, a unos cuantos metros, tapándose la boca pero noto como ríe con disimulo.
—Lamento interrumpir pero.. creo que el señor debería darse un baño. En las condiciones que está le vendría bien.
Le agradezco en un susurro y solo me guiña un ojo.
Christopher parece quedarse dormido a ratos; cierra los ojos y los abre con la misma lentitud.
—¿Cuánto habrá tomado?. —pregunta Isabella desde la puerta del baño.
—Exactamente tres botellas y medias. —responde quitándose la corbata de una forma brusca del cuello.
—Mierda. ¿Por qué tomaste tanto?. —lo reprendo quitándole la parte superior del traje. Queda solo con los pantalones y la ropa interior en la tina. Los zapatos los dejó tirados en el pasillo.
Solo pienso en como pudo llegar hasta acá en tal condición y no puedo evitar preocuparme.
—Hoy te vez hermosa. —habla sacándome de mis pensamientos—. Si quieres tener sexo solo dímelo, me siento violado. —cambia rápido de tema y ríe solo.
Niego con la cabeza y sigo desvistiéndolo.
—Tal vez esto te ayude. —le digo abriendo la pila. Está en boxers, no me siento responsable de dejarlo totalmente desnudo.
Mi cuerpo no lo está.
Pero claro, Christopher ya tenía otros planes.
Cuando me giro para buscar un poco de gel, notando que ya Isabella abandonó la estancia, el susodicho se desnuda muerto de la risa.
—Ven aquí. —me llama con la mano.
—Chris..
—Veeen. —arrastra la letra y actúa como un bebé caprichoso.
Lo ignoro y enjuago su cuerpo con una esponja. Me levanto cuando el agua lo hace cerrar los ojos y veo como echa su cabello hacia atrás con galantería.
Ni borracho pierde su coquetería.
«Y sigue viéndose igual de guapo».
Me extraño cuando noto como la pila deja de echar agua y me levanto intentando averiguar qué sucede pero tan rápido como me inclino sobre la tina, Christopher saca su mano, —aparentemente aguantando la fluidez del flujo del agua—, y me toma por la cintura, metiéndome con él.
—¡Christopher!.
No le basta haberme mojado el vestido y haberme echo entrar con tacones en la tina, solo ríe y me besa cuando empiezo a replicar quejándome.
Coloca una mano en mi cintura mientras la otra profundiza el beso y solo eso falta para mandar todo a la mierda y agarrarme de su cuello.
A la mierda el vestido.
A la mierda los tacones.
Cada vez va subiendo la intensidad del beso y aunque parezca una abusadora besando un hombre borracho, la fluidez con la que mueve los labios me hace replantearme muchas cosas. No sé mueven con la torpeza característica de un borracho..
Se separa y me sonríe, dándome un beso casto en la punta de la nariz.
—Eres un mentiroso.
—Veo que te diste cuenta. —esconde la cabeza en el hueco de mi cuello y ríe. Me abraza a la altura de la cintura y besa mi clavícula.
—¡Eres un tonto!. —intento golpearlo en el hombro pero toma mis manos con rapidez y la deja en mi espalda—. Estaba preocupada.
—¿De verdad?. Pues yo creo que tengo futuro en la actuación.
Bufo, sintiéndome un tilín molesta.
¡Me tomó el pelo!.
—Mejor dúchate solo. —intento levantarme pero..
—De aquí no te vas. —como era de suponerse, no me deja. Usa tanta fuerza que termino chocando mi parte íntima con el bulto que hasta ahora noto entre sus piernas y ahogo un jadeo—. No te prives. Quiero oírte. —desliza sus labios por mi mejilla y muerde con lentitud el lóbulo de mi oreja.
—Chris.. Isabella, ella..
—Tu amiga no vendrá. No cuando te oiga gemir mi nombre y sepa que no debe interrumpir.
Gimo lentamente cuando sus manos se cuelan por mis piernas y levanta el vestido hasta mi cintura. Deja sus manos allí, a ambos lados, mientras los pulgares acarician mi expuesta pelvis que no pudo tapar la tanguita de hilo que hoy decidí usar.
»—Ya extrañaba tocarte..
Hace mis bragas hacia un lado y cuela mis dedos por mis pliegues. Sentir sus dedos tocar ese punto en específico, cargado de tensión y placer acumulado, me hace estremecerme. Llevaba días con sexo y mis manos no me complacen como solo el pelinegro que me toca sabe hacerlo.
Hago fricción entre mi área empapada y su erección cuando saca tus dedos y los lame frente a mi sin ningún tipo de pudor. Sentirlo jadear en mi oído es la sensación más maravillosa que puede sentir una mujer excitada por semejante ser inmortal.
Dejo la espera para después, en un movimiento rápido dejo su miembro al aire y me autopenetro, suspirando cuando por fin me siento llena por su grosor.
—¿Desesperada?. —pregunta en medio de un suspiro de placer, esbozando una sonrisa de lado.
—Hace mucho no.. —sube su cadera y me embiste con fuerza haciéndome gemir alto—.. lo hacíamos.
—Dicen que la espera es buena cuando la vida te premia. —hace el acto otra vez, haciéndome gemir sin control. Toma mi cuello con una mano y me hace mirarlo a los ojos mientras me penetra—. Este es tu premio Anastasia.
Sonrío con perversión.
Dios.. ¡que la vida me premie más veces!.
La posición indica que sea yo quien me mueva sobre su miembro y le de el placer que ambos disfrutaremos por la fricción de nuestras zonas íntimas, pero como siempre, Christopher Williams me sorprende tomando el control de la situación y embistiéndome con fuerza y ganas desde abajo. No tengo ni fuerzas para saltar sobre su miembro, me siento sensible cuando estimula mi clítoris mientras me penetra y siento que duro menos que las otras veces, pero no me avergüenzo.
Tanto tiempo sin sentirlo dentro de mi y ya me siento como una adolescente hormonal en su primera vez.
Gemido tras gemido llego a un potente orgasmo. Christopher se corre dentro de mi y sentir su descarga en mi interior, casi me hace tener un segundo clímax.
El condón no es necesario cuando la vacuna anticonceptiva y las píldoras del día siguiente me protegen. Cada tres meses reviso la vacuna y mi estado haciéndome una radiografía.
Abrazo su cuello y escondo la cabeza en dicho lugar. Su blanquecina piel me hace recorrer con las uñas su piel mojada y él acaricia mi cabello besando de vez en cuando mi hombro.
Se siente tenso el ambiente cuando pienso en lo ocurrido en la gala de Halloween. Las cosas no se han quedado claras y desde ese día no hemos mediado palabra alguna.
Sin duda el sexo nos hizo olvidar por un momento pero.. ¿cuánto más seguiremos haciendo como si no hubiera pasado nada?.
***
Christopher se quedó anoche conmigo.
No era la primera vez que el pelinegro decidía quedarse a dormir pero si la primera en que no mediamos ninguna palabra y solo nos dejábamos llevar por lo que decía nuestras ganas.
Me sentí tan avergonzada de la posición tan íntima que estábamos compartiéndo que me levanté rápidamente de la cama y me dediqué a preparar el desayuno. Freír el tocino me hizo olvidarme por unos segundos de aquello que tanto me hacía pensar.
No me sorprendió sentir el tacto de sus manos en mi cintura. Mucho menos el beso húmedo que dejó en mi cuello desnudo. Aún me sentía indispuesta pero..
—Necesitamos hablar.
Tan solo dos palabras y mi respiración se detuvo, anhelante.
—¿No quieres desayunar?.
—No me cambies el tema, Anastasia. Por más tiempo que alarguemos esto más difícil nos será.
Rendida dejé el sartén.
Me giré, quedando inconscientemente apresada entre su cuerpo y la encimera.
—¿Y qué propones entonces?.
No responde, solo toma mi mano y me guía hacia la sala. Me hace sentar frente a frente a él y puedo distinguir desde aquí la seriedad del asunto.
—Yo.. estaba pensado y.. quería intentar algo contigo.
Arrugo el entrecejo.
Sé que lo que dirá no me va a gustar.
—¿Cómo q..
—Quiero que seamos algo.. digo, no es que no lo seamos ya, o por lo menos eso creo, porque ni yo mismo sé lo que somos pero..
—Christopher. —le hablo con suavidad—. Relájate.
Suspira profundamente, como si le costara mucho proseguir con lo que iba a decir y por un segundo me arrepiento de haber pausado su..
—Quiero que seas mía.
Lo miro confundida.
—¿Qué acaso no lo soy ya?. —me le insinúo con coquetería inclinándome sobre la mesa.
—No hablo de.. esa manera.
Me acuesto frustrada con la espalda en el sofá, bufando.
—¿Entonces?.
—Quiero que seas mi novia. Quiero que.. por lo menos lo intentemos.
No lo puedo evitar, la impresión de sus palabras me hace abrir ligeramente los ojos.
¿Dijo.. lo que creo que acaba de decir?.
Nov.. ¡No!.
¡Dios!. ¿En qué momento llegamos a esto?. ¿En qué momento..
Oh no.
»—¿Anastasia.. ?.
Siento como todo me da vueltas.
El piso ya no se me hace fuerte para sostenerme.
Agradezco estar sentada, porque sino..
Sus rostros aparecen en mi cara.. la sangre corriendo por sus mejillas con el cuerpo tan quieto que daba miedo..
No.. no puedo..
La picazón en mi garganta se hace presente. Me empieza a faltar el aire.
Necesito.. respirar.
—¿Ana?.
Corro.
Corro lo más rápido que mis pies me lo permiten saliendo del apartamento.
Escucho su voz detrás de mi, llamándome y de seguro preguntándose porqué salí de esta manera sin medir palabras.
Los ataques de ansiedad se me hacían tan comunes antes.. pero luego de mi etapa en tratamiento con psicóloga menguó pero..
Me detengo al salir del edificio.
Mi pecho se mueve frenéticamente y trato por todos los medios de coleccionar todo el oxígeno posible.
—¡Anastasia!. —el grito me hace girarme y no han pasado ni dos segundos cuando siento como toman mi cuerpo con fuerza y cae en algo blando.
Tan solo me toma un minuto procesar todo.
Estaba en el medio de la autopista.
Y Christopher me acaba de salvar.
Salvar de ser atropellada.
꧁_____________Continuará_____________꧂
NOTA DE LA AUTORA:
Ok.. las cosas se pusieron tensas.
Siempre me cuesta un poco escribir esta clase de capítulos. 🤧
Un minuto de silencio por los que se quedaron así 🤡
Déjenme saber que piensan :)
M. ♥️
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