| 26 |
Anastasia
Llevaba largas horas aburrida en el auto junto a Christopher. Revisaba mis redes sociales a ratos, o simplemente posaba mi mano en el muslo del apuesto hombre a mi lado, sacándole sonrisas juguetonas. Muy pocos árboles se encontraban en la desolada carretera, mientras que ni un solo auto pasó siquiera por nuestro lado. Confiaba plenamente en Christopher, sabía que para venir hasta acá debía saber de atrás hacia delante la dirección, aunque admito que a veces surcaba por mi cabeza la descabellada idea de que la razón del largo viaje se debía a que nos habíamos perdidos.
Como si Dios me quisiera convencer de borrar de mi mente los estúpidos pensamientos que empezaban a sacarme de quicio, una enorme casa apareció frente a mi. Y justo ahí me maldije internamente por no prestar más atención al camino por andar desubicada, porque mirando a mis alrededores, visualicé cientos de árboles. La naturaleza en su pleno esplendor..
Christopher siguió manejando hasta subir una inclinada rampa de concreto, antes de detenerse frente a un portón de rejas horizontales negro muy alto. Lo miré confusa, pero justo antes de que las palabras salieran de mi boca, sacó un pequeño mando y tras pulsar el único botón que este tenía, la puerta se abrió.
Vaya..
Me regala una sonrisa burlona antes de retomar la conducción, guiñándome un ojo justo antes de que el auto volviera a estar en movimiento.
Egocéntrico.
No pasan muchos metros cuando el portón cierra de nuevo al presionar de nuevo el botón rojo. Se detiene frente a la puerta principal. Me ayuda a bajar del coche ofreciéndome la mano y se para justo al lado de una pequeña panel digital inteligente. Teniendo el total control, toca unos botones en el mismo, y tras un pitido, la puerta se abre. Se hace a un lado permitiéndome el paso con caballerosidad, y yo gustosa, me adentro a la mansión caminando por la ajena casa.
Una vez dentro de ésta, camino por un corto pasillo hasta que aparece frente a mi una larga piscina. La rodeo, observándola con curiosidad. Si Patrick no ha venido en días, según Christopher, ¿cómo es que el agua permanece tan limpia?.
Al percatarse de mi entrecejo fruncido, Christopher habla:—Cada dos días viene un jardinero contratado por mi padre a encargarse del cuidado de las plantas y que la piscina se mantenga impoluta.
Hago un gesto afirmativo con la boca y procedo a rodearla, para entrar al inmenso salón que aparece en mi campo de visión al abrir la puerta corrediza de cristal. Las paredes de la casa son del mismo material, permitiéndonos una perfecta vista desde los muebles blancos de la sala a la playa a tan solo unos cuantos metros de la casa.
Me siento como una niña pequeña, entusiasmada cuando la llevan al parque de diversiones y no sabe en qué juego subir.
Christopher me saca de mi embelezamiento tomándome de la mano y camina hacia las escaleras que nos llevan posteriormente al segundo piso. Se detiene en un pasillo y abre una de las tres puertas que se encuentran, una al lado de la otra.
Una ancha cama me recibe, junto un pequeño asiento y el escritorio, cada uno a una distancia prudencial. Encima yace fina una sábana blanca.
—Ésta era mi habitación. Cuando Erick y yo éramos pequeños solíamos venir cada verano a pasarla junto a nuestros padres. —explica caminando por el lugar, mirando cada espacio con aires nostálgicos—. Hace diez años no venimos..
Me permito observar con mayor profundidad cada detalle. Algunos pósters se encuentran sobre el escritorio o todavía colgados en la pared. A simple vista reconozco uno de Linkin Park.
Christopher saca las polvorientas sábanas, dejándolas en un lado de la habitación. Abre la puerta del balcón que se dislumbra a simple vista. Enseguida que sale su cabello se mueve conforme el aire azota sin piedad sobre su rostro. Se apoya en el barandal y se queda algunos segundos en tal posición. Sin preverlo, me acerco cuidadosamente e imito su acción, a su lado.
—Lo extrañas. —deduzco, en un susurro.
—¿Qué?.
—Tu vida aquí. Se nota a leguas..
Él se mantiene en silencio, confirmándome mi teoría. Mi mano se escabulle y acaricia su ancha espalda, subiendo de a pocos hacia su cuello y dejando un pequeño masaje en dicha zona. Suelta un suspiro cerrando los ojos cuando mis dedos hacen presión en su aorta.
Al notar su silencio, continúo hablando:
»—¿Por qué este lugar?. ¿Por qué justamente aquí?.
Me mira con confusión al abrir sus ojos. Luego de un tiempo, como si recién hubiera entendido mi pregunta, responde.
—Podría decir que.. extrañaba rememorar mi infancia. Pero estaría mintiendo. —me regala una sonrisa carente de humor, ladeando una de las comisuras de sus labios y mirando a la nada—. Realmente.. quería estar a solas contigo. Que nadie nos interrumpiese..
Me mira al terminar de hablar. Toda la burla que pudo haberse trasladado a su rostro, se esfumó de un segundo a otro sin siquiera notarlo.
Me le adelanto, cortando la poca distancia que nos separa y pasando mis manos por su cuello. Christopher no pierde el tiempo. Como por inercia, envuelve mi cintura con sus brazos.
—No vinimos aquí para sentirnos nostálgicos.. ¿o si?. —cambio de tema, usando mis armas de seducción, evitando una posible situación incómoda.
Él parece olvidar los recién sentimientos encontrados al pisar la que solía ser su habitación, sonriendo con complicidad y acercando cada vez más su rostro al mío.
Parece querer hablar, pero soy más rápida y uno nuestros labios en un beso. Ni siquiera sé porque lo hago, solo me dejó llevar por el impulso que acabo de tomar.
A diferencia de nuestros antiguos besos, este es único y.. diferente. Ambos somos una versión diferente justo ahora. La lujuria que parece rodearnos cada segundo, en cada beso, se esfumó.
Nuevo mis labios con lentitud, permitiéndome ser por primera vez el calor que desprende su boca. Cada una de las veces que nos besamos, solemos dejarnos llevar por el deseo y desenfreno, pero hoy, ahora, en medio de la nada.. solo dejamos tomar el mando a lo que realmente queremos. Y sí, es lo más irónico del mundo que justo nosotros, que compartimos solamente el estrecho vínculo de ser follamigos, si es que realmente se le puede denominar así, estemos en ésta situación, besándonos como si fuéramos una hermosa pareja que decide pasar unas vacaciones juntos, alejados de todo aquel que se interponga.
De repente, las imágenes de él y yo, siendo una pareja, abarcan mi mente. Y suele ser tan abrumador que no siquiera me siento conforme con lo que imagino. Christopher no es el tipo de hombre que suele prometerte el mundo entero, él te lo entrega sin contemplaciones, sin embargo, no de la manera más romántica que podría existir. Es todo lo contrario. Tenemos química en el trabajo, en la cama.. pero, sinceramente, no nos imagino en un futuro como algo más. Él se niega a tener una relación, lo sé por su —nada disimulada—, fama de mujeriego empedernido, y siendo sincera, yo tampoco me veo en dos años teniendo una familia feliz, mientras mi esposo trabaja y yo cuido de los niños en el parque.
Somos tan parecidos que eso es lo que, justamente, nos hace desearnos, porque nos devoramos con las mismas ganas, con la misma necesidad. Y cada uno, conscientemente, sabe las consecuencias que esto podría traer, sin embargo parecemos tomar el toro por los cuernos sin importarnos el daño que dicho animal puede causar.
Admito que hace unos días el sentimiento agridulce de saber que estoy jugando, no solo con él, sino hasta con el mismo Marco que me considera una amiga, me hace estremecerme. Saber que después de lograr mi cometido posiblemente me odiarán, incluso Erick y Alice no querrán verme ni en pintura por acabar con la reputación de su familia. Y tal vez muchos me critiquen, porque.. ¿por qué vengarse cuando simplemente se puede perdonar y seguir adelante?.
Ahora, la pregunta es.. ¿yo puedo?. Creo que la respuesta es obvia. Todos suelen juzgar las decisiones de los demás, incluso cuando en su propia “ley”, hacemos lo incorrecto, pero nadie se pone en mis zapatos y entiende mis razones. ¿Creen que era justo que perdiera a mi familia cuando solo debía preocuparme por el cabello de mis muñecas y dormir cada noche abrazada a mi oso de peluche?. ¿Es justo que simplemente haga mi vida, dejando mi pasado en el olvido cuando la muerte de mis progenitores quedaría impune el resto de nuestras vidas?. Sí, tal vez vengarse no sería la mejor opción, pero sin duda, haría justicia. A mi manera, pero lo haría.
¿Christopher?. No lo odio, ninguno de los dos tenemos la culpa de las decisiones de nuestros padres. Y sí se qué tal vez se sentirá defraudado por haberlo usado como títere todo este tiempo, pero cuando el leve dolor empieza a surcar dentro de mi, llega a mi mente como por acto de magia la imagen de mi madre desmayada, o quizás muerta, en el asiento de copiloto. Su collar de zafiro azul en forma de corazón empañado en sangre y el vestido blanco que su pequeño cuerpo llevaba, haciendo parecer el acto como una película de terror. El cuerpo de mi padre sobre el volante; el hilo del espeso líquido carmesí corriendo hasta su mejilla y mis lágrimas a flor de piel, sabiendo a ciencia cierta que estaba sola.
Completamente sola..
Los psicóloga creyeron haber extirpado el mal de raíz, sin embargo, por más que había dejado de sufrir en silencio su muerte, seguía el dolor anclado en mi pecho. Y a cambio, las lágrimas se convirtieron en coraje, en rabia, ira y venganza.
Siento mi rostro mojarse, sin embargo no detengo el beso. Necesito canalizar todo lo que siento, y por más irónico que suene, lo necesito a él. Él es el único capaz de hacerme olvidar mis angustias y mi desesperada vida con solo el tacto de su cuerpo. Me balanceo en un limbo cuando sus labios tocan los míos, haciendo olvidar hasta mi propio nombre.
Quisiera tener una vida normal. Quisiera superar de una vez la pérdida, pero para eso, necesito saciarme, y eso solo pasará cuando Patrick Williams esté tras las rejas.
—Hey. —oigo su voz, lejana, sin embargo no abro mis ojos. Busco sus labios desesperadamente otra vez, pero él se aparta, haciéndome despertar de mi agridulce realidad.
Con el entrecejo fruncido, limpia las gotas salinas que corren por mis mejillas con el pulgar.
—Lo siento..
Siento tantas cosas..
Estoy tan confundida.
—¿Qué sucede?. ¿Por qué te disculpas?.
Las palabras no incapaces de salir de mi boca, por lo que no las fuerzo. Solo me dejó llevar, y sin esperarlo, me abalanzo a sus brazos, sintiendo el confort que me hace suspirar y caer en el mundo de la insconciencia.
***
Me ahogo.
Literalmente me ahogo.
El aire me falta. Es como si mis nariz estuviera sellada..
Llevo mis manos a mi cuello en un acto insconciente, tratando por todos los medios de buscar el enexistente oxígeno.
«Respira..»
«Respira profundo. Inhala y exhala, Anastasia..»
Escucho la voz de las personas a mi alrededor, aquella señora que se esfuerza por qué de mis labios salga la palabra «madre», llora desconsoladamente en los brazos de su esposo, negada a mirarme.
Un sujeto totalmente desconocido, vestido con ropa civil y una bata blanca abre mis ojos, haciendo una mueca con los labios. Se gira hacia mis padres y le habla.
—Está teniendo un ataque de ansiedad..
—¡Haga algo, por lo que más quiera!. —es lo que dice Dereck cuando su mujer se queda sin habla de tanto llorar.
Siento las gotas de sudor bajar por mi frente. A cada segundo siento más y más cerca el desfallecimiento. La vida se va escapando en un suspiro y no puedo hacer nada para evitarlo.
Olimpia intenta tocarme, pasa las manos por mi frente eliminando el rastro del sudor. Abre la boca para hablar, sin embargo, no es capaz de pronunciar alguna palabra.
—Su ritmo cardíaco está aumentando. Debemos distraerla. ¡YA!. —grita el doctor.
—¿¡PERO CÓMO CARAJOS QUIERE QUE LO HAGAMOS!?. —la desesperación consume a Dereck, haciéndolo perder la paciencia.
Siento mis párpados, pesar, y aunque escucho la voz del médico pidiéndome mantenerme despierta, no lo consigo. Alguien manotea mi rostro, pero cualquier intento parece no funcionar.
Pienso una y otra vez en las palabras de mi padre adoptivo, sintiendo la hiperventilación hacer cada vez más estragos en mí.
«Para dejar tus trastornos debe aceptarlo, hija. Aceptar que están muertos..»
«Sé que es difícil, pero tú eres fuerte, lograrás hacerlo..»
Muertos..
Están.. muertos..
Y.. justo ahí, cuando las esperanzas parecían nulas y la probabilidad de que la vida volviera a apoderarse de mi cuerpo, oí un llanto, y todo lo demás, pasó en cámara lenta.
El llanto se hacía cada vez más fuerte, mientras por mi lado, empecé a respirar con normalidad. Sin prisa, con cansancio, pero con normalidad.
Mi cuerpo dejó de temblar, mis ojos empezaron a acoplarse a la luminosidad de la habitación en la que me encontraba, y en mi campo de visión, apareció el causante del continuo latir de mi corazón.
El pequeño Sam.
Con solo unos meses de nacido y siendo sostenido por la sirvienta. Llorando sin parar, y tal vez para otros taladrando sus oídos, pero para mi, era la señal que necesitaba para luchar. Para saber que si Dios quiso que no muriera ahí, en la esquina de mi habitación, presa de un ataque de ansiedad, era porque tenía cosas planeadas para mí.
Y ese día entendí algo, que mi familia, aunque no portara la misma sangre que corría por mis venas, era lo más importante de éste mundo.
Y ese día, supe algo..
Qué haría pagar al misera lo que acabó internamente con lo poco que tenía y me generó y otra vez, asistir al psicólogo como si de una desahuciada se tratase.
—Está recuperando el pulso. —mencionó el doctor al percatarse de mi estabilidad.
—Anastasia..
Estaba viva.
Lo había superado.
Incluso cuando estaba a un paso de tocar la puerta que me llevaría al otro lado, todo pareció cambiar.
—¡Anastasia!.
Tan solo tenía nueve años había luchado por mi vida. ¿Eso me convertía en una guerrera?.
«Eres una luchadora, Ana, recuérdalo siempre..»
Y mi padre no se equivocaba. Y tal vez en aquel momento, en el que escuché esa frase por primera vez no tenía ni la más remota idea de a lo que pedía referirse, pero ahora.. parecía todo encajar.
—¡DESPIERTA!.
Y eso hice.
Salí del trance del que me encontraba.
Y ahí estaba él. El pelinegro ojiazul que por instantes, me hizo olvidar la pesadilla que había tenido.
¿Y lo peor?. Qué lo viví en carne propia. No era un sueño.
Era el recordatorio de que por más que doliera, debía hacer justicia por mi propia mano.
»—Mierda. Casi me muero del susto.
Christopher suspiró aliviado cuando abrí los ojos y me senté de un brinco en la cama. Dejó en mis labios un casto y largo beso, tomando mi cara entre sus manos y pegando nuestras frentes.
—¿Qué pasó?. —estaba aturdida y mucho.
—¿No recuerdas nada?.
Negué con la cabeza.
»—Nos besamos, y de repente empezaste a llorar y.. luego de desmayaste.
Había tenido un subidón de estrés.
Estos días han sido totalmente movidos. Entre el trabajo, Sam que parece estar un poco más distanciado conmigo, el plan y.. Christopher..
No he tenido cabeza para nada. Duermo pocas horas al día debido al planeamiento de la recién encuesta sobre qué material elegir para la fabricación del suelo del centro comercial. Parecía fácil, pero tenía que elegir un material fuerte y soportable para que no se agriete ante el más mínimo contacto con una tonelada de piedras que le cayera encima.
Sin duda, necesitaba estas vacaciones. Necesitaba despejar mi mente.
Aunque..
Observé a Christopher. Me deleité con la hermosa sonrisa que nacía en sus labios. Aparté el cabello de su rostro embelezada con el profundo azul de sus ojos.
Y justo ahí, pensando por primera vez que se veía increíble y no necesariamente con los cientos de pensamientos sexuales que nos invadían todo el tiempo, supe que tanto acercamiento podía hacerme arrepentirme de la noche a la mañana.
꧁_____________Continuará_____________꧂
NOTA DE LA AUTORA:
¡Buenas, buenas, buenaass!.
Aquí reportándome a la una de la madrugada, luego de tremendo desvelo.
Aproveché para actualizar ya que en dos días empiezo las clases y sé que no podré hacerlo tan seguido. Así que.. teniendo en cuenta que no tenía las ganas suficientes para leer y ver la Casa de Papel, me he puesto a escribir.
¿Qué tal es capítulo?.
¿Ahora entienden un poco más a Anastasia?.
Sé no muchas personas están de acuerdo con tomar venganza por nuestra propia mano, entre esas yo, pero creo que antes de juzgar debemos conocer las razones que tiene esa persona para albergar tanto odio en su corazón. Aquí se muestra una más de las facetas que pasó Anastasia cuando era una niña producto al trauma que le generó observar en primera fila la muerte de sus padres verdaderos. Y no la justifico, pero es entendible, la verdad.
No se depriman por el corto capítulo, que ésta estadía en la casa de playa puede ser más emocionante de lo que creen ;).
Si les ha gustado el capítulo me gustaría que me lo demostraran dejándome su voto🌟. La verdad hay algo que no entiendo, y es el por qué, siendo tan fácil tocar la estrellita que está al final de la pantalla, y cuando es totalmente gratis, algunas/os no lo hacen. La verdad esto me hace creer que solo leen la historia por compromiso, porque tal vez quieran saber que pasa al final y no porque les guste realmente. Sé qué tal vez la mayoría me ignorará y seguirá siendo lector fantasma, sin votar y comentar, pero bueno.. por lo menos lo intenté :(
Ahora sí, sin tantos preámbulos, se despide, con las tripas gruñendo del hambre, su autora;
Melannie🥀.
¡Besos agridulces para todxs! :).
*PD1: capítulo no corregido.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro