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Christopher

Sus labios se movían conforme iban pronunciando las palabras; todos parecían sumamente concentrados en lo que Anastasia decía, interesados en las nuevas ideas que tenía para el proyecto pero.. mi cabeza se encontraba en un limbo.

—Hey.

Pestañeaba embobado con su magistral presencia mientras echaba su larga cabellera castaña hacia un lado; sus ojos se movían inquietos hacia cada uno de los aquí presentes aún de pie, frente a la gran pantalla del salón de juntas.

—¡Christopher!.

Insconcientemente, doy un pequeño brinco en mi lugar, captando la atención de todos. Marco oculta la sonrisa en su rostro carraspeando mientras lo miro con molestia.

—¿Sucede algo señor Williams?.

—Para nada señorita Rumsfeld, puede continuar. —le digo a la castaña, quien retoma su demostración.

Observo a mi amigo cuando Anastasia continúa, codeándolo disimuladamente para no interrumpir otra vez a mi socia.

—¿Qué diablos quieres?. —le grito en un susurro.

Marco desplaza su silla hacia mi lado; coloca su mano en la boca para que no capten el movimiento de ésta.

—Hoy, en el mismo bar de siempre, ¿qué te parece?.

—¿En serio para esto interrumpes mi concentración?. —Marco no me responde cuando Anastasia gira, enfocando de nuevo a los presentes en la sala mientras habla.

Al quedar de espaldas a ambos, el moreno retoma la plática—Deja de quejarte tanto y responde, no tengo todo el día.

Masajeo mis sienes con exasperación. Los planes de Marco siempre me traen problemas. Todo empieza en alcohol y acaba en placer desenfrenado con alguna desconocida en el baño del bar o en algún motel.

No es que me moleste el plan pero.. prometí descansar algunos días del sexo. Anastasia me ha dejado abatido desde la última visita a mi departamento, si que no mentía cuando mencionó que retomaríamos el tiempo perdido. Como si no hubiera bastado el sexo oral en el mesón de la cocina, el baño, el sofá y la cama fueron testigos de nuestra hipersexualidad.

No exagero cuando digo que me duelen los putos testítulos de tanto ajetreo.

—No creo que sea posible. —le respondo a Marco cuando espera impaciente por mi respuesta tras algunos segundos en silencio divagando por mis pensamientos.

Se acerca más; inclina la cabeza aún con la vista en la pantalla donde Anastasia muestra algunas imágenes de su nueva idea para el centro comercial, y habla—Irá Carla..

Frunzo el entrecejo ante la mención de la persona que menos esperaba oír por lo menos en los próximos diez años.

—¿Carla?. ¿Qué hace ella en..

—Bien, daría por concluída la reunión. —mis palabras se ven interrumpidas cuando Anastasia habla alzando la voz, y todos pasan a retirarse de la sala.

—Hoy a las ocho en punto, no lo olvides. —se aleja rápidamente Marco.

Mierda. ¡No me puede dejar con este sabor amargo en la boca e irse sin más!.

Me preparo para salir del salón. Justo cuando mi mano toma el picaporte de la puerta y procede a girarlo para salir... una mano cierra la puerta en mi cara acortando los pocos centímetros que había abierto la puerta.

No necesito voltear, se a la perfección de quién se trata y sinceramente, no podría convenirme más encontrarme en dicha situación.

—¿A dónde crees que ibas?.

Anastasia me hace girar, mientras se acerca más a mi cuerpo. Sus manos quedan apoyadas a cada lado de mi cabeza, acorralándome.

Casi como por arte de magia, olvido el plan que tenía en mente hace unos segundos y, siguiéndole el juego, poso mis manos en su cintura.

El rosa pálido en sus labios me incita a querer probarlos con el hambre que empieza a nacer dentro de mi. La lujuria que nos rodea se apodera de mis sentidos y sin pensarlo dos veces, la beso acatando el deseo que pedía a gritos mi excitación.

Es tan increíble cómo con solo verla luciendo su hermoso cuerpo en un entallado vestido, cientos de imágenes surcan en mi cabeza y mi entrepierna reacciona a los estímulos satisfactorios que una sola de sus sonrisas perversas puede provocar..

—Y.. ¿qué tal lo hice?.

—¿Eh?. —me separo, realmente confundido.

—La presentación. —señala con obviedad la pantalla que se encuentra detrás—. ¿Lo hice bien?.

Mierda. ¡Ni siquiera le presté atención!.

—Amm.. sí claro, genial. Como todo lo que haces, guapa. —me acerco con ansias de sentir nuevamente el sentir de sus labios, dispuesto a zanjar el tema.

Anastasia reacciona, alejando su cabeza, mirándome con la ceja alzada.

—No mientas Christopher. Sé que no prestaste atención.

Ella se separa completamente de mi cuerpo, mientras se dispone a recoger las tabletas que se encuentran sobre la mesa. ¿Estará molesta?.

Anastasia se encamina para salir del salón, pero me le adelanto, abrazándola por la espalda. Entierro mi cabeza en su cuello impregnando mis fosas nasales de su delicioso olor corporal y la suave fragancia que la acompaña cada día.

Suspira sonaramente cuando empiezo a lamer la sensible piel de esa parte de su cuerpo, dejando una pequeña mordida al separarme y girarla, encarándola.

—Lo siento.

Ella me mira frunciendo el entrecejo.

—¿Por qué te disculpas?.

La acorralo contra la mesa, inclinando mi cuerpo provocativamente al acercar mis labios a los suyos.

—No quiero que creas que no te prestaba atención porque no me importara de lo que hablablas..

—Entonces..

—Estaba hablando con Marco y..

—Eso lo sé. —me interrumpe de repente—. ¿Crees que no noté que se la pasaron cuchicheando en toda la junta?.

—Si bueno, es que.. —«¡Piensa, Christopher, piensa!»—.. Marco me dió una idea.

—¿Cuál si se podría saber?.

Genial.

Ahora que le digo.

Giro mi cabeza inspeccionando que la puerta se encuentre correctamente cerrada y tras una sonrisa ladeada, susurro en su oído:

—Tú, yo. Solo alejados de todo y de todos, follando sobre la cálida arena mientras las olas mojan nuestros cuerpos. —mi voz ronca delata lo excitado que me encuentro tras el mísero pensamiento de nuestras anatomías chocar con ímpetu una y otra vez. Me enfoco en sus ojos, conectando nuestras miradas y deleitándome con la notoria dilatación en sus pupilas—. ¿Qué te parece?.

Anastasia parece dudar por unos segundos. Desplaza la vista por la sala, como si se asegurara de que verdaderamente estamos solos —lo que es notarialmente obvio—, y me sonríe con autosuficiencia mientras se inclina, aún sentada sobre la mesa.

—¿No te pareció suficiente la sesión en tu departamento, hum?.

—Oh, ni lo menciones. Aún me duele. —hago una mueca divertida con dramatismo, recordando la fuerte presión de su cuerpo al saltar sobre mi entrepierna. Al alcanzar el orgasmo se autopenetró con más fuerza, dejándome una pequeña lesión en.. ese lugar.

Anastasia ríe divertida, encorvado su cuerpo hacia atrás dejándome una hermosa vista de sus pechos.

Nunca la había oído reír.

Se siente tan.. relajante.

Dios, ¿me estoy oyendo?. Creo que Marco tiene razón, distraerme un rato no me vendría mal.

—Lo siento. Siento que hayas pasado por eso.

—Valió la pena. —murmuro con firmeza.

Oh, si que la valió..

—Bien. —suspira, resignada—. Con respecto a tu plan creo que.. no sería tan mala idea. Necesito unas vacaciones..

—Entonces.. ¿eso es un ?.

Sus manos se posan en mi cuello, su rostro corta la dolorosa distancia que separa nuestros labios y tras dejar un pequeño beso en mi boca, ladea la cabeza y susurra:

—¿Tú que crees?.

—Bien. Entonces..

Unos toques en la puerta me deja a medias, haciendo que rápidamente ella se baje de la mesa y yo tomé mi prudencial distancia, arreglando la corbata de mi saco.

—¿Señorita Rumsfeld?. —hablan del otro lado de la puerta, y al instante, reconozco la voz de Abigaíl, su secretaria.

Anastasia acomoda la falda de su vestido, bruscamente subida hasta la mitad de sus muslos y tras acomodar su cabello, gira a verme. Camina hasta quedar frente a frente. Acomoda con una sonrisa ladeada la corbata, la cual se encontraba desarreglada, y deja un beso en mis labios antes de murmurar:

—Estaré en tu departamento a las ocho de la mañana. Procura estar despierto. —y así sin más, se va no sin antes guiñarme el ojo.

Un suspiro brota de mis labios mientras alizo mi traje mientras espero algunos segundos para salir del salón, no serían bien visto que me encontrará por tanto tiempo en un lugar a solas con mi socia, y teniendo en cuenta la promiscuidad del ser humano, tan adicto al chisme, decido esperar un tiempo.

Camino al despacho de Marco luego de unos minutos, y sin ningún cuidado, abro la puerta encontrando al italiano con los pies sobre el escritorio, tomando en una mano un vaso de cristal llenó hasta la mitad y en la otra su celular.

Entro sin siquiera preguntar, bajo la vista de Marco y me sirve un poco del trago que bebe.

Jack Daniels.. mi favorito.

—Sé lo que vas a decir, o más bien, a preguntar así que..

—Así que yo mejor tú.. —lo interrumpo, sentándome en la butaca que se encuentra a tan solo uno metros—.. empiezo ya a hablar.

Marco suspira y toma de un solo sorbo el resto del líquido en su vaso, para sin preocupación, servirse otro de la botella encima de la pequeña licorera.

Aún con la vista sobre las botellas de alcohol, habla:

—Llegó hace unas semanas..

—¿Semanas?. ¿Me estas jodiendo, verdad?.

—Como el hombre inteligente que eres imaginarás el por qué de su secreta visita a los Estados Unidos. —habla observándome mientras se sienta en su silla.

—Ivana..

—Exacto.

No me sorprende. Luego de lo que pasó entre ambas.. yo también me alejaría un tiempo. O en su caso, un año.

Carla, Marco y yo somos ser muy unidos. Los tres, junto a Erick, y el que solía ser nuestro grupo de amigos, salíamos a beber cada noche y disfrutar de la hermosa soltería que poseíamos. Cero compromisos y cero preocupaciones.

Con el tiempo, el grupo se fue disolviendo luego de que Óscar y Halsey se convirtieran en padres unos meses después de haber comenzado su complicada relación de amigos con derechos, portándole toda su atención a su hijo. Un año después Raven perdió a su madre y Hunter se hizo cargo de la empresa de su padre, al igual que Erick, que se propuso ser un abogado sobresaliente en su trabajo.

Un tiempo después, llegó Ivana. Quién convirtió mi vida en un puto caos luego de que se creara falacias sobre la supuesta relación que teníamos. Relación que, a decir verdad, eran un par de polvos cada que se podía.

Los problemas empezaron cuando observó cómo Carla me besaba, el día que, en plena borrachera, se me declaró, confesándome que desde hace mucho pasó a verme como más que un simple amigo, y sin duda, complicando las cosas. Fue tanto mi asombro que ni siquiera noté el momento en que sus labios yacían sobre los míos en un necesitado beso, y claro, que la rubia no se quedó de brazos cruzados. Un ejemplo de eso, fueron los rasguños en los brazos de Carla.

Como si eso no fuera poco, Ivana destruyó su reputación, ya que al ser influencer simplemente grabó un vídeo llorando diciendo blasfemias sobre Carla, mostrando los hematomas en su cuerpo, y claro, alegando que fueron sin razón alguna. Ya imaginarán a quien le creyeron..

Tras esto, Carla dejó el país. Intenté comunicarme con la susodicha innumerables veces pero la llamada siempre se iba al buzón, hasta que simplemente dejé de intentarlo después de que su número me saliera como no disponible. En otras palabras, lo cambió.

—¡Hey!. Tierra llamando a Christopher.

La voz de Marco me saca de mis pensamientos, volviendo a la sensata realidad.

Y recuerdo sus palabras.

Carla..

Carla está aquí.

Luego de un año aquella pequeña que rociaba mi cabello con el spray de uvas de su hermana mayor, sabiendo que nunca me gustó dicha fruta, estaba de regreso.

Luego de un año en el que la vida siguió su rumbo, y que prácticamente me había olvidado de ella y lo sucedido, volvió.

Y eso debía alegrarme.. ¿no?.

Después de todo..

—Fue mi culpa.

—¿Perdón?.

—Si no le hubiera dado esperanzas ella no hubiera sufrido tanto..

—Oh no, Christopher. No me vengas con esa mierda. ¡Tú que carajos ibas a saber!. ¿Quién pensaría que su mejor amiga estaba secretamente enamorada de él?.

—Siempre me dió señales. —dejé el vaso en la mesita, encorbándome a la par que posaba mis codos sobre las rodillas—. ¿Cómo pude ser tan ciego para no verlas?.

—Yo también me lo pregunto, de hecho. —susurró Marco, con la burla clara en sus ojos.

—A veces dudo que seas mi mejor amigo..

—El caso es.. —habla, alzando la voz. Se levanta de su asiento y camina hasta derrumbarse a mi lado—.. que no puedes cambiar lo que pasó. Si, tal vez fuiste un idiota al no notar sus sentimientos, pero no fuiste el culpable de su huída a otro país. Fue su decisión, y ni tú ni nadie podía intercedar por ello.

—No conocía ese lado tuyo..

—Una de mis tantas habilidades, guapo. —me guiña un ojo con burla, dándole el último trago al alcohol.

—Y.. ¿dónde se está quedando?.

—En uno de los hoteles de su padre. Sólo tú y yo lo sabemos, así que debemos ser discretos.

—No pensaba decírselo a nadie. Estoy consciente de que se formaría la tercera guerra mundial si Ivana se entera que Carla está en mi radar..

Suspiro con dramatismo.

Ivana siempre causándome dolores de cabeza.

Vaya problema que me ha causado meter mi polla en ese agujero.

Tal vez si me hubiera saciado las ganas ese día que la conocí.. hoy no tuviera que lidiar con una loca descerebrada con ansias de ser mi esposa.

»—¿Crees que.. —hablo de repente, captando de nuevo su atención—.. siga enamorada de mi?.

Marco sonríe con autosuficiencia, quitándose un polvo inexistente de su elegante traje negro. Se levanta, caminando hasta la puerta y tras abrirla, se va no sin antes girarse y decir con una sonrisa socarrona en el rostro:

—Estoy totalmente seguro de que ya te olvidó.

Frunzo el ceño con confusión.

¿Qué diablos fue eso?.

***

Marco aparca a algunos metros de la entrada del bar y baja con despreocupación del auto. El hombre que custodia la puerta nos reconoce, obviamente, somos visitantes frecuentes, pero aún así, mi amigo y yo le enseñamos la tarjeta que nos clasifica como clientes V.I.P. y tras un seco asentimiento de cabeza, se hace a un lado abriéndonos la puerta y permitiéndonos el paso. Se oye al instante los reclamos de los que ya desde hace un tiempo hacen la fila, los cuales callan cuando el mastodonte les dedica la mirada más aterradora que puede portar.

El moreno camina con algo de prisa hasta la barra principal. Solo pocas personas se encuentran en el salón especial, mostrando que solo aquellos que poseemos una apretada cartera somos dignos de pisar el pulido suelo de mármol.

Me pierdo por unos segundos, retomando el paso cuando vislumbro la irreconocible espalda de mi amigo, a unos cuantos metros. Sorprendiéndome, abraza por la espalda a una mujer de cabello corto hasta los hombros de color fucsia, para después darle un apasionado beso.

¿¡Esto es.. lo que creo que es!?.

Totalmente asombrado, camino hacia donde los dos se encuentran. Estando más cerca, puedo observar con mayor claridad el rostro de la mujer, y sí, justo como pensaba, se trata de ella.

Como si notara mi presencia a tan solo dos metros, se aparta de Marco y me sonríe de oreja a oreja para pasar a eliminar la distancia que nos separa dándome un fursivo abrazo.

Casi por inercia, mis brazos se envuelven alrededor de su pequeño cuerpo mientras que sus piernas se entrelazan detrás de mis glúteos. Me abraza tan fuerte que por instantes siento el aire dejar de surcar a mi alrededor, pero la emoción de tenerla en mis brazos nuevamente, es embriagante.

—Te extrañé, Chris. —murmura con su cara enterrada en mi cuello.

—Y yo a ti..

Se separa luego de unos largos segundos, dedicándome una de sus mejores sonrisas y dándome un cariñoso beso en la mejilla dejándome perplejo.

Aún no me acostumbro..

Después de lo que pasó.. es un poco difícil mirarla a los ojos sin sentir este cúmulo de sentimientos dentro de mi.

Marco nota mi incomodidad, por lo que interfiere de inmediato tomándola por la cintura y proponiéndonos una ronda de tragos, alegando que debemos rememorar los viejos tiempos.

La noche pasa entre tragos, risas, recuerdos y momentos incómodos, ya con el alcohol haciendo efecto en nuestro sistema.

Tres chupitos, una botella de whisky y un cóctel después, Carla anuncia que su vejiga no puede más con tanto líquido y huye hacia al baño caminando con sus piernas cerradas, haciendo que Marco y yo ríamos con burla.

Aprovecho el momento a solas con mi mejor amigo, y sin esperar, sacio mi curiosidad:

—¿Ahora si me explicarás que está pasando?.

—¿De que estás..

Lo interrumpo antes de que termine la oración—Sabes de lo que hablo. —le echo un vistazo sobre el hombro a la puerta del baño, a unos cuantos metros de nosotros, donde Carla espera impaciente y justo en ese instante, la abren y entra con desesperación—. ¿Ustedes dos.. —dejo la pregunta en el aire, decidido a que él mismo la termine.

Suspira y termina el trago que yacía en su vaso.

—Si. —responde con simpleza.

—Genial. —susurro con mal humor.

—¿Celoso?. —lo miro con confusión—. Pensé que con Anastasia te saciabas..

—¿De qué mierda hablas?. Sabes que nunca tendría.. —la palabra se me atora en la boca, es hasta incómodo pronunciarla—.. sexo con Carla. —puntualizo.

Marco suelto un suspiro sonoramente dramático y se pasa la mano por la cara con notable frustración.

Esto me huele mal..

—Creo que me gusta.

La repentina confesión me hace escupir parte de la bebida en mi boca. Con la mirada le ofrezco una disculpa al bartander y me percato, una vez más, de que Carla no se encuentre cerca y..

—¿¡Cómo!?.

—Lo que oíste. No me hagas repetirlo otra vez. De hecho creo que el alcohol es lo único que ha ayudado a que lo confiese de una vez.

—Mierda, Marco. ¿Sabes lo que eso significa?.

—Que estoy en graves problemas..

—Exacto.

Se hace un minuto de silencio, en el cual agradezco a Carla por demorarse su tiempo en el baño. En estos momentos no me molesta que se demore horas retocándose el maquillaje cada vez que bebe.

—¿Es atracción o.. algo más?.

—No sé. Te juro que no tengo ni la menor idea.

—Algo debes de sentir cuando están juntos, o yo que sé. Nunca me he enamorado.

—Dime algo que no sepa.

Ignoro lo antes dicho por el testarudo de mi mejor amigo y le saco más información—¿Cómo pasó?.

—Hace un mes y medio. Estábamos borrachos y..

—¿¡Qué!?.

—Que estábamos borrachos y..

—No no, eso no. ¿Cómo que hace un mes y medio?. ¿Carla está en Nueva York hace un mes y medio?. ¿Follan hace un mes y medio y no me dijiste?. Vaya.. y yo que pensé que era tu mejor amigo..

—No podía. Me hizo jurar que no le diría a nadie y..

—¿Y?..

—Y se lanzó a mis labios diciendo que así “sellariamos” el acuerdo.

—¿No era más fácil pedir que la besaras y ya?.

—Sabes como es Carla..

Sí, yo más que nadie sé que tiene una personalidad un tanto... diferente.

Digo.. la conozco desde niños. ¿Qué clase de mejor amigo sería si no supiera absolutamente todo de ella?.

—Ahora entiendo todo.. —susurro para mí mismo.

—¿Entender qué?.

—Lo que dijiste en mi oficina. —me giro a encararlo—. A eso te refería cuando dijiste que estabas seguro de que me había olvidado. —afirmo totalmente seguro.

El suspiro que abandona sus labios me lo confirma.

—Joder. Estás jodido, hombre. —le doy unas palmaditas en el brazo mientras sonrió con burla. Marco por su parte me fulmina con la mirada.

—Por lo menos sé que no soy el único.. —susurra.

—¿De qué... ?.

—¡Ya estoy aquí!. —llega Carla de repente interrumpiéndonos.

Marco le sonríe a la par que la pelirosada le deja un beso en la mejilla, mientras yo por mi parte, trato de buscar las respuestas para el anterior comentario.

¿A qué se habrá referido?..



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¿Ahora sí están resueltas sus dudas sobre Carla?.

La recuerdan, ¿no?. Rememoremos el capítulo en el que Christopher enfrenta a Ivana y ésta le confiesa haber participado directamente en el envenenamiento con nueces de Anastasia, y justo ahí, sale a relucir el nombre del nuevo personaje, el cual conocieron hoy.

¿Qué creen que habrá querido decir Marco con la última frase?. ¿Opiniones?. Los leo ;)

Ahora sí, sin más me despido no sin pedirles que si les ha gustado el capítulo y la trama que la historia lleva hasta ahora, me lo hagan saber con su voto🌟 y comentario. Pónganse en mi lugar, las que son escritoras/lectoras (o escritores/lectores) y piensen que como ustedes, me gusta ver el apoyo a mis historias.

Besos agridulces para todxs <3.


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