Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

| 2 |

Anastasia.

Me había levantado en la mañana del siete de agosto con más energía que de costumbre.

No se cumplen veintitrés años todos los días.

La estancia con mi familia fue agradable desde que puse un pie en la cocina. Mamá le daba leves golpes en el brazo a Sam quien se metía en la boca más de uno de los dulces que Olga llevaba en una bandeja mientras papá reía desde su asiento, con periódico en mano y un café en la otra, ignorando el espectáculo.

No pude evitar reír mientras bajaba las escaleras. Este era el entorno en el que había crecido. Grace regañando a Sam por las múltiples travesuras que hacia al día y papá fingiendo estar absorto de todo cuando en el fondo le divertía tanto esto como a Olga y a mi.

A pesar de que no me gustaba celebrar mis cumpleaños por la marea de recuerdos ácidos que me traía de mi niñez antes de conocer a los Rumsfeld, para complacerlos acepté que me cantaran y llenaran la barriga de dulces por un buen rato. La comida de mamá era exquisita a pesar de que pocas veces cocinaba pero la de Olga.. ¡Oh, cielos! La de Olga parecida sacada de las fábulas ancestrales de Zeus y el Olimpo.

Su tradicional comida mexicana era para chuparse los dedos y su habilidad en la cocina remontaba a cuando apenas era una niña, lo cual la hizo ágil en dicha materia.

No podría decir que yo gozara de tal privilegio pero por lo menos la comida no se me quemaba.

Viéndolos todos reunidos, con amplias sonrisas en las caras sin una pantalla táctil de por medio luego de tantos años me revolvió las entrañas. A veces el ser humano valora tan poco los mínimos e insignificantes momentos que cuando escacea de ellos, nota cuán importantes pueden llegar a ser.

Y me di cuenta de eso sentada en aquella mesa con las tres personas que más amaba en el mundo. Con Olga en una esquina escondiendo la sonrisa cuando Samuel le embarró la mejilla de nata a mamá, con el ambiente familiar que siempre hubo en cada desayuno, almuerzo y cena que compartíamos juntos.

No fue hasta la hora de almuerzo que me despedí de ellos, con un poco de trabajo y el corazón haciéndome retortijones al pensar en la idea de separarme por unos minutos de ellos.

Pero era tan necesario como Importante. Ya no tenía dieciocho años, era una mujer adulta con un futuro merecedor y muchas puertas que esperaban ser abiertas. En mi cabeza no había parado de dar vueltas la idea de independizarme y comprarme mi propio apartamento, pero teniendo en cuenta que acababa de llegar, planeaba decirles más adelante.

Ellos más que nadie sabían que este momento llegaría, pero eso no quitaba que nos veríamos seguido. Estaba segura de que a pesar de que más a mamá que a papá, le costaría dejarme ir, entendería que ya era hora de volar del nido y crear mi propia historia, mi propio vuelo.

Monté en el auto cuando Mario me abrió la puerta, y con un agradecimiento me senté en la cómodos asientos acolchonados. Casi de inmediato una vibración particularmente conocida llegó a mi vientre a través de la tela fina del bolso de mano. El nuevo mensaje entrante era de Tomás, me había puesto en contacto con él esta mañana, con un saludo breve y la noticia de que estaba una vez más en la ciudad.

Nos conocimos en la secundaria y debido a la química increíble que tuvimos al instante, se convirtió en mi "crush" por una corta semana hasta que me confesara que le gustaba Colin Philips, su compañero en Álgebra. Mi niña inexperta de doce años sintió allí su primera decepción amorosa, la cuál vino seguida de muchas más. Luego entendí que jamás me había gustado Tom, simplemente era tan encantador y carismático que me hizo confundir mis sentimientos, lo que me llevó a hablarlo con él luego de un bochornoso episodio en una borrachera llena de confesiones.

Si.. genial, ¿no?

Habíamos perdido un poco de contacto cuando entramos a la universidad y cada uno siguió su rumbo. Me fui a Milán con todo un baúl de sueños por detrás y Tomás obtuvo una beca merecida en Yale para cursar ingeniería informática. La distancia y la presión universitaria redujo nuestro contacto, pero sabía que la amistad que habíamos construído por años seguía allí, intacta.

Tomie :
Te lo enviaré en un gmail.

Ana :
¿Quién usa gmail hoy en día, Tomas?

Tomie :
Larga historia. ¿Esta tarde en La Colombe? Te lo explicaré todo, tenemos que ponernos al día, guapa ;)

La Colombe era una cafetería a la cual solíamos visitar con frecuencia cuando estudiábamos juntos. Fue testigo de todas nuestras conversaciones de adolescentes hormonales que no tenían secretos entre sí y recuerdos felices rodeados de panecillos de miel y cafés humeantes. Habíamos adquirido un patrón dónde cada tarda al salir del colegio, una bandeja de dulces y una bebida fuerte y caliente se convertían en nuestra compañía.

Ana :
Hecho.

Bajé el cristal de la ventanilla cuando entramos en la central zona del distrito financiero neoyorquino. Ver pasear autos lujosos y hombres y mujeres enfundados en trajes y maletines fue mi sueño desde que contemplé un libro de arquitectura por primera vez. Las personas se me hicieron tan grandes y los edificios tan imponentes la primera vez que lo recorrí con Dereck, de mano que parecía una burbuja que estaba a punto de estallar, nada menos que la realidad, sin embargo..

-Hemos llegado, señorita Rumsfeld. -Mario se detuvo justamente delante del edificio que tantas veces pisé de niña con mi padre al lado y mirando cada esquina boquiabierta, sin creer que nada de lo que veía era real.

Llegaba a Rumsfeld Architect Corporation Company con un nuevo aire y nuevas metas por cumplir. Ya no llegaba como la inocente niña que temía de los altos hombres trajeados que la quitaban del medio del camino con delicadeza y temor a pisar, oh no, llegaba como la directora ejecutiva de RACC.

Y eso me atemorizaba.

No lo negaría jamás, a pesar de que bajé del auto con toda la calma y serenidad que pude portar, por dentro me estaba muriendo de los nervios. Estaba consciente de que en esta industria mayormente dominada por hombres, que una mujer liderara una empresa tan conocida y famosa, y sin siquiera mover la mano para ganarse su puesto, era visto como acto de inferioridad, no solo porque la empresa había sido pasada a manos de la hija del jefe, sino por el contrapeso mayor : era una mujer.

No sabía cuánto me afectarían los comentarios malintencionados hasta que los oyera propiamente, pero pensaba estar preparada para ello. No me molestaría en prestarles atención, cada segundo y noche sin dormir estudiando me hizo estar aquí, tal vez sin luchar un puesto, como habían hecho la mayoría de los trabajadores que pasarían a ser dirigidos por mi, pero si con la convicción de que tanta preparación en Italia no había sido en vano.

Mi padre confiaba en mí, era mi principal tutor. Tenía toda su confianza y orgullo dedicada en su hija y así como le demostré que sería capaz de hacer valer el apellido que me había dado, le demostraría a cada persona de ese edificio que más que una herencia, RACC era una oportunidad.

Para mí, principalmente.

Papá me ayudaría en la mayoría de las cosas si fuera necesario hasta que me adaptara según sus palabras, pero no pensaba molestarlo. Tengo veintitrés años, y sin duda tantos días visitando la empresa cuando apenas era una niña hasta convertirme en una adolescente me había servido de mucho.

Una vez Mario se marchó y subí en el ascensor, llegué hasta la planta más alta del gran edificio y dónde se encontraba la oficina de papá. Mi oficina, a partir de ahora.

-Le hice algunos arreglos basados en tus gustos, espero te guste. -me había dicho hace tres noches por videollamada.

Conocía a cada persona, por lo que no hizo falta presentarse. Abigail, la secretaria de papá -ahora la mía-, se levantó de su silla para darme la bienvenida. Era algunos años mayor que yo, muy servicial y amable, sin duda muy buena en su trabajo y confiaba en que si papá la había mantenido en aquel puesto es porque era muy eficiente.

Muy pocos lograban impresionar a Dereck Rumsfeld.

-Espero le guste, su padre con mi ayuda logramos adaptarla a los que podrían ser sus gustos. -mencionó una vez abrió la puerta y me enseñó mi nuevo descanso de trabajo.

Seguía igual de hermosa, con la maravillosa vista neoyorquina a la que tanto pasaba horas admirando. Los colores opacos a los que estaba acostumbrada habían cambiado, por lo que todo lo que me rodeaba se basaba en matices entre el negro, blanco y gris. Habían cambiado el escritorio por uno mas ancho y moderno y algunas plantas altas decoraban las esquinas de la habitación.

»-Si no le gusta, podríamos..

-Es perfecta, no te preocupes.

Me dedicó una sonrisa de boca cerrada que me dejó más tranquila.

-Bien, la dejaré adaptarse. Si me necesita solo avíseme. -asentí con la cabeza y de una vez por todas el peso cayó en mis hombros cuando cerró la puerta.

La realidad me chocó de frente. Si ver el edificio frente a mi y notar como cada trabajador con el que me topaba me hacía un saludo servicial con la cabeza en señal de respeto no había sido suficiente, ver la cantidad absurda de papeles en la mesa fue más que estimulante.

Solté un suspiro profundo mientras me hacía a la idea de que este sería mi día a día a partir de ahora. Tenía muchos sentimientos encontrados, sentimientos agridulces que bombeaban dentro de mi. Si bien estaba emocionada de empezar esta nueva etapa de mi vida, me atemorizaba salir de mi zona de confort y defraudar a quienes me observaban con lente infrarrojo, preparados para notar mi mínimo error y señalarme.

«Te has preparado para esto toda tu vida Ana, no te rajes ahora» mi cabeza hizo una simulación perfecta de la qué sería la voz de Olga, recitando justamente lo que ella le diría.

No había trabajo atrasado por lo menos, solo una lista en la tablet sobre la mesa con las próximas reuniones y el trabajo para la semana siguiente. Estaba segura de que el primer día no sería tan severo pero mientras las semanas fueran pasando, notaría el rigor de ser la directora de una empresa tan reconocida como RACC.

Y estaba preparada para ello, irónicamente.

Encendí la laptop nueva que me saludó sin contraseña pero con mi Gmail incomporado. Lo noté cuando un nuevo mensaje hizo incapié en la pantalla principal.

Suponía que sería de Tomás, hoy en día las personas modernas solían usar otros medios de comunicación para enviar mensajes.

El celular una prueba de ello, pero confiaba en que si decidió enviarlo por Gmail, era porque sería más seguro.

Abrí el archivo justo con lo que le había pedido. Un centenar de fotos se abrieron paso frente a mi. Noticias tanto viejas como actuales e información pesada que sin duda me sería necesaria. La primera fotografía que me recibió fue de una familia corta que era muy conocida, especialmente por ser los rivales empresariales de RACC.

Los Williams competían con los Rumsfeld por el primer puesto en la industria arquitectónica, y a pesar de que muy diferente a la rivalidad que solían tener otras empresas, no nos atacaban directamente por obtener ese primer puesto, y nosotros mucho menos a ellos.

Según papá, hace algunos años atrás, su director ejecutivo le había dejado caer sobre la mesa una jugosa propuesta que mi padre rechazó pero.. yo tenía una nueva idea en mente.

El tipo de idea que mataría dos pájaros de un tiro.

Y para eso, Tom sería de ayuda, con sus conocimientos informáticos.

La mujer rubia de cabello corto y labios tan rojos como la sangre era Leslie Williams, una chef reconocida mundialmente y madre de los dos pelinegros apuestos que posaban junto a su madre. El mayor, de treinta años estaba casado, y a pesar de que los medios intentaban con furia indagar en su vida privada y la de su esposa, eran pocas las fotos que tenían de ellos y todas habían sido en eventos importantes. El menor, me llevaba unos años pero eso no le impidió ser quien era hoy en día : el director de WCC.

Y un mujeriego.

Un mujeriego galante y muy guapo.

Por las fotos y enlaces que Tom me había enviado, no escondía de la cámara lo poco que le importaba que todos supieran de su situación amorosa. En cada foto salía con una mujer diferente, las cuales, contentas con la atención que los lentes le daban, sonreían con ganas a la cámara.

Sabía que había una sola forma de entrar en el espacio íntimo de los Williams, y dependía mayormente por los herederos del apellido. El mayor, Erick, estaba casado, lo cual me dificultaba con gran cantidad mi trabajo pero el menor..

Ese espécimen de ojos azules y mirada penetrante presentaba un amor insano por las mujeres bellas y conocidas, y aprovecharía eso al máximo.

Hice clic en una foto donde solo aparecía él solo. Christopher Williams.

En todas presentaba ese aire presuntuoso con las manos en los bolsillos y la mirada seria que caracterizaba a los hombres de su familia. No salía en ninguna foto sonriendo, parecía interpretar siempre el rol del empresario serio y sexy que a todas las mujeres les volvía locas.

Y no negaría que le quedaba muy bien.

Esto será divertido.

Sin embargo, bastó con pasar a la siguiente página que mi sonrisa murió en mis labios tan pronto lo ví. Con algunas marcas procedentes dela edad marcadas a fuego vivo en el rostro pero que aún así no le quitaba atractivo y el mismo porte autoritario que habían heredado sus hijos. Igual de alto, con un cabello negro espeso levemente canoso y los ojos claros que ya sabía de dónde habían sacado en ese tono, especialmente, los dos modelos de revista que se hacían pasar por sus hijos.

Muchas noticias lo tachaban de galán por las múltiples mujeres que afirmaban haber tenido romances pasajeros con el mayor de los Williams, sin embargo no hubo prueba de ninguno. Ni una sola foto o confirmación de él que le diera pie a la noticia a convertirse en no más que un chisme insignificante.

Edward Williams ocultaba su vida privada de las cámaras, pero sabía que al igual que cada ser humano sobre la tierra tenía sus propios demonios y cruz a cargar sobre la espalda. Tenía debilidades, las cuales aprovecharía para indagar en el tema que tantos años había pospuesto, esperando el momento indicado.

Conoció a mis padres, y posiblemente haya sido el causante de sus problemas, y juro que lo averiguaría. Haría lo que fuera necesario para adentrarme a su vida y conocer la verdad que me fue oculta por años, de la cuál desconocía.

En ese instante, la puerta fue tocada y una cabellera negra apareció en mi campo de visión. Abigail sonrió apenada mientras se metía un mechón de cabello tras la oreja.

-Lamento interrumpir pero la reunión con los jefes de piso empezará en minutos, señorita Rumsfeld. -conocía de dicha reunión, era en la que cada trabajador dirigente de cada una de las áreas por las cuales se dividía el edificio, me conocería y calificaría como la directora de RACC.

Mi presentación ante el mundo de la arquitectura, sin más. Una reunión con puros hombres que no conocía y no sabía con certeza como saldría de allí una vez acabase. Sin embargo, no dejé que miedos que todavía no habían llegado a mi puerta me consumieran, me levanté con un suspiro corto y saliendo detrás del escritorio, seguí a Abigail hasta el salón de juntas.

Un maravilloso cumpleaños, sin duda alguna, Anastasia.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro