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Christopher.

Hago una mueca viendo el plato con Tyropita¹ frente a mi; el apetito se me ha esfumado en un chasquido de dedos. Pido al camarero uno de los vinos que se encuentra en la carta —hablándole en un perfecto inglés—, y se marcha diciéndome que en un momento se me servirá. Si, es muy temprano para beber pero de alguna manera necesito apaciguar la resaca que me cargo en estos momentos, me da igual si es con más alcohol.

—Teniendo en cuenta la cantidad de toneladas que necesitan, puedo deducir que tardará algunos días en serle entregado. —mis pensamientos quedan a flote ante la voz de el director ejecutivo de ISOMAT.

—No hay problema, la paciencia es una de nuestras virtudes. —responde Anastasia, hasta ahora la conversación se ha tenido en inglés dado el hecho de que desconocemos hablar mediante el idioma natal del hombre, lo cual no crea ningún problema en el empresario.

—Bien, entonces sólo debe decirnos cuánto nos costará el envío del material y cerraremos el trato. —predice Marco, como buen jefe de finanzas que es.

El hombre se ve interrumpido por la llegada de uno de los camareros que deposita el postre en la mesa. Ordeno que retire mi plato con la pasta, haciendo una seña con mi mano y procede a llevárselo luego de un asentimiento.

El griego nos informa el costo —el cual como debía imaginar, es elevado—, y doy la confirmación de que apenas nos llegue a Nueva York el titanio, se le será trasladado a su cuenta el pago.

El sonido de un celular sonando taladra mis oídos y de inmediato mi vista se dirige al dueño del artefacto..o mejor dicho, dueña.

—Si me disculpan, debo atender una llamada, en un momento vuelvo. —dice con un tono netamente laboral y tras recibir un asentimiento por parte de los que se encuentran en la mesa se levanta.

Resoplo audiblemente fastidiado, en todo el día sólo nos hemos dirigido la palabra para hablar solamente de negocios y estoy empezando a agobiarme. La pregunta es.. ¿por qué? Si soy sincero esperaba que después de lo sucedido anoche nuestra relación se volviera más abierta, con más confianza..

Al recordar lo que pasó, mi temperatura corporal empieza a reaccionar a los vorátiles pensamientos que surgen en mi cabeza. Admito que fue una.. agradable sorpresa encontrarla en mi habitación con semejante atuendo.

Sacudo ligeramente la cabeza borrando inmediatamente el hilo que llevan mis pensamientos, no sería nada bueno a la vista que me vean con una erección en plena cena de negocios.

Anastasia vuelve a la mesa luego de un minuto, lo que me deja pensando..¿quién la habría llamado para que regresara a la mesa con una pizca de diversion en el rostro? ¿algún novio tal vez? Imposible, ella misma me dijo en la cena que tuvimos en Brooklyn Fare que estaba soltera.. no mentiría, ¿o si?.

—Me gustaría hacerles una invitación..

La confusión en nuestros rostros es notable ante la inesperada voz del hombre.

—¿Invitación?

—¿A dónde si se puede saber?  —pregunta Anastasia.

—Déjenme les explico. —toma una pausa limpiándose las comisuras de los labios con una servilleta—. Me imagino que nunca antes han estado en Grecia, por lo que me gustaría invitarlos a un museo.

—¿Museo? —pregunta mi padre luego de mantenerse callado gran parte de la estancia en el restaurante, su presencia en la reunión no es necesaria pero como siempre, le gusta mantenerse al tanto de cada uno de los negocios de la empresa.

—Fue construido en 1829, y es uno de los más importantes encontrados en Grecia.

—Entiendo.. —murmura la castaña frente a mi.

—¿Qué se supone que se muestra en tal museo? —la curiosidad me gana—. No quiero sonar grosero pero.. tengo una jaqueca que en lo que menos pienso ahora es en ver obras de arte.

Mi padre me lanza una mirada reprobatoria, cual niño que hizo una travesura, pero como en tantos otros casos la ignoro olímpicamente. Siempre me he caracterizado por ser directo a la hora de hablar, no pienso inventar una excusa para ser aparentemente amable.

Podré ser obstinado, pero no hipócrita.

Marco niega con la cabeza mientras ríe levemente —típico de él—, y Anastasia.. Anastasia solo se muerde el labio inferior para aguantar la risa.

Al contrario de tener cara de disgusto o molestia, el griego solo ríe levemente—Tranquilo señor Williams, créame que ni yo mismo soportaría invertir mi preciado tiempo observando obras sin sentido, amo el arte, pero hay que admitir que a veces no tiene sentido.

Por lo menos en algo estamos de acuerdo.

»—El museo alberga muchos de los objetos encontrados en la prehistoria; contiene más de veinte mil hallazgos arqueológicos.

—Interesante. —comenta Anastasia—. No veo ningún problema con ir. —mira a Marco y a mi padre esperando su confirmación, estos asienten y entonces, diría que por primera vez en toda la cena, se dirige a mi—. ¿Usted que cree señor Williams?

Trago grueso—Claro, ¿por qué no?

—Genial, entonces pasaré a buscarlos a su hotel dentro de tres horas, yo personalmente me encargaré de ser su guía. —sonríe satisfecho el hombre.

Nos despedimos luego de estrechar nuestras manos y que le de un asentimiento de cabeza a Anastasia como despedida y procedemos a subirnos a nuestros autos para llegar al hotel.

Camino lento hasta quedar al lado de Marco. Anastasia y mi padre caminan adelante, sumergidos en una conversación.

—Ve el auto con papá, yo iré en el otro con Anastasia.

Me mira para nada sorprendido o confundido ante mi propuesta, debe de imaginarse para que se lo pido.

—De acuerdo, solo trata de no provocar un accidente. —sonríe dándome unas palmadas en la espalda.

—¿A qué te refieres?

—Ya sabes, intenta no persuadir al chofer, no querrás que Ivana se entere, ¿o si?

—No pienso follármela en el auto.

—Solo por el hecho de que gastaste las energías ayer.

Si, Marco al verme salir del hotel con cara de niño mimado que sus padres acaban de comprarle un coche, supo enseguida a que se debía mi actitud. Para nadie es sorpresa que la mayoría de las veces suelo levantarme con muy mal humor pero mi cara sonriente digamos que me delató.

No son más de diez años de amistad en vano.

—Aún así no hagan mucho ruido, ¿de acuerdo? —me guiña un ojo y se adelanta a acompañar a mi padre.

Sonrío satisfecho cuando abro la puerta del auto para Anastasia, la susodicha me mira con los ojos entrecerrados.

—¿Qué planeas? —se cruza de brazos aún de pie frente a mi.

—¿Por qué lo dices?

—Tú y caballerosidad.. son dos cosas que no pegan.

—Auch. —hago una mueca dramática—. ¿Por quién me tomas?, solo trato de ser amable. —me encojo de hombros fingiendo desinterés.

—Lo que digas. —rueda los ojos y procede a subirse.

Cierro la puerta y rodeo el auto y me siento justo a su lado para luego decirle al chofer que se dirija al hotel.

—¿E Ivana?

—¿Eh? —murmuro confundido ante la mención de la rubia.

—Pensé que vendría.

—¿Debería hacerlo?, no pintaría nada, dudo mucho que sepa algo sobre los negocios.

—Es tu prometida.

—Aún así. Prefirió quedarse usando el jacuzzi de su habitación y tomarse cientos de fotos para sus redes sociales.

Hace un sonido afirmativo como respuesta y pasa a mirar la ciudad desde la ventana, desinteresadamente.

¿Eso es todo? Primera vez que me habla en todo el día sobre algo que no sea de la empresa y pregunta por Ivana..

Resoplo con un tono más alto del que debería y capto su atención al instante.

—¿Pasa algo?

—Odio tu desinterés, eso pasa. —vuelvo a resoplar mirando hacia la ventana a mi lado.

—¿Perdón?

Vuelvo a mirarla cansado de su actitud desinteresada de todo el día y decido ir al grano—¿Por qué me ignoras?

—No te estoy..

Interrumpo—Si lo estás haciendo. No me haz dado ni siquiera un "buenos días".

Arquea una ceja—¿Todo por eso? ¿Por qué no te he.. saludado directamente? —pregunta visiblemente extrañada.

Río ante su actitud.

—¿No me digas que eres el tipo de mujeres que luego de tener sexo hace como si nada hubiera pasado? Admito que cada día me sorprendes más, bombón.

—Eres mi socio, además estás comprometido. ¿Qué querías? ¿Qué te diera un amistoso beso en la boca delante de todos como saludo?

Buen punto.

—No estaría mal. —bromeo.

—Hablo en serio, Christopher.

El sonido de mi nombre salir de sus labios hacen que me olvide por un segundo de la leve molestia que me causó su falta de interés en la mañana, pasando a sentir mi cuerpo acalorarse.

Descanso mi mano en su muslo descubierto por la falda de cuero blanco que se le ha subido un poco debido a que cruzó las piernas. Sin siquiera decir una sola palabra subo poco a poco acariciando su suave piel a mi paso y generando escalofríos en la parte de su cuerpo que toco.

—Para.. —susurra.

Noto como su respiración se vuelve inestable cuando mis dedos juegan traviesos su ropa interior.

—¿Y si no quiero?

No la dejo responder. En una rápido movimiento saco mi mano, tomo sus piernas con la otra y la cargo dejándola a horcajadas sobre mi regazo a la vez que toco el pequeño botón a mi lado que sube el cristal que separa el asiento del conductor de los de atrás, es totalmente negro lo que no permite que se vea de su puesto hacia mi asiento y viceversa.

La beso como lo he estado deseando desde la mañana, con todas las ganas acumuladas de la erección matutina con la que me desperté y tuve que bajar con una ducha fría. Responde al instante con la misma necesidad. Sus labios parecen estar hecho a la medida para adaptarse a los míos. Muerdo, chupo y lamo su cuello estando consciente de que dejaré una marca bastante notoria si no paro. Con mis manos en sus caderas, levanto más de lo que ya se encuentra la falda casi en su cintura. Acaricio sus muslos y dejo las palmas de mis manos en su trasero, apretándolo con todas las fuerzas que puedo ejercer pero sin llegar a ser muy brusco. Gime en mi boca ante mi acción y busca desesperada mi cuello; empieza a atacarlo con lametones mientras acaricia mi cabello.

Deja una suave caricia en mi clavícula con sus dedos; toca mi pecho siguiendo el camino y empieza a desabotonarme la camisa.

—No lo haremos en el auto, golosa. —susurro en su oído sonriendo.

Abre la boca para replicar pero la voz del chofer avisándonos que ya llegamos la interrumpe. Abrocho el botón desabotonado de mi camisa mientras que ella baja la falsa y acomoda su cabello ligeramente despeinado.

Río mentalmente de solo imaginar como debe estar el mío.

Salgo del auto con una sonrisa triunfante en la cara, Marco, que como era de imaginarse ya había llegado con mi padre, alza una ceja mirándome sonriente y yo solo le guiño un ojo en respuesta.

Me dirijo al elevador tan rápido como lo permiten mis pies cuando noto que sólo la hermosa castaña se encuentra en él.

«Tal vez sea este el momento que tanto he esperado»pienso con una sonrisa macabra.

Pongo mi pie en medio cuando las puertas se cierran casi a en su totalidad haciendo que abran nuevamente; Anastasia me mira con una sonrisa divertida.

—¿Queriendo continuar lo que no se pudo en el coche?

No le contesto, mis labios presionan los suyos en el mismo instante en que termina de formular la pregunta. Me siento satisfecho pero a la vez indignado, se suponía que luego de haber saciado mis ganas de poseerla saciaría la necesidad que abunda mi ser.

Como decía, se suponía.. pero pasó todo lo contrario.

Me asusta saber que he contraíado cierta obsesión con la forma en la que se mueven sus labios sobre los míos, en cómo sus manos tiran de los mechones de mi cabellos con posesividad, de los ahogados gemidos que quedan hundidos en lo más profundo de mi boca en los deseosos besos que me da. Todo en ella me llama de una manera inexplicable. Su cuerpo se ha vuelto mi adicción favorita, la droga que se convirtió en la detonante que llevó lo poco que quedó de mi cordura al caño. Mis manos picaban desde la larga cena por recorrer cada parte de su anatomía con la digna admiración de un pintor al reconocer una obra de arte; cada parte de su ser me atrae ineludiblemente.

No suelo repetir con ninguna mujer, eso solo desencadenaría cuentos de problemas, entre ellos, que se enamoren, por lo que luego del polvo no nos volvemos a mantener en contacto. Siempre ha sido así, pero sin duda esta mujer desde que ha llegado se ha propuesto corromper cada uno de mis parámetros y prototipos.

El odioso sonido del elevador anunciando que llegamos a su piso me aturde y lo maldigo una y otra vez teniendo en cuenta que interrumpió nuestro momento. La castaña ríe cuando resoplo por decimocuarta vez en el día.

Tomo su mano y me acerco a su oído—¿Por qué no vamos a mi habitación? —lamo su oreja a la vez que muerdo la ligeramente haciendo que suspire excitada.

—No me apetece. —dice luego de unos segundos en silencio—. Estoy agotada.

Resoplo.

Si.. otra vez.

—¿En en serio? —pregunto anonado.

Se dedica a acabar con el poco espacio que abarca entre los dos y pasa sus manos por mi cuello, entrelazándolas detrás de este.

Se acerca a mi rostro, dejando unos leves centímetros nuestros labios separados—Christopher, Christopher.. —sonríe cual asesina en serie—, ¿Tan necesitado estás de mi?

Trato de responderle pero la cercanía de su rostro y cuerpo y las leves caricias que deja en mi nuca me excita y satisface a niveles iguales, hago un sobreesfuerzo para no poner los ojos en blanco.

Agarro su cuerpo por sus caderas posesivamente permitiendo más cercanía.

»—Tendrás que ser paciente guapo, ayer me dejaste sin fuerzas.. —su sonrisa ladeada impulsa a desatar la mía.

—Eso no parecías pensarlo cuando brincabas sobre mi. —la provoco acercando más mis labios a su tentadora boca.

—Mmm.. pensé que te había gustado. —hizo un falso puchero e inconscientemente muerdo mi labio ante su aparente actitud inocente.

Simplemente eso hace que se encienda como horno en un segundo.

—Nunca dije lo contrario, bombón.

Sonríe y se en ese mismo momento que provocaría fue un enorme error cuando acaricia el reciente bulto en mis pantalones por encima de la tan —ahora mismo, irrelevante tela.

—Me gusta el tipo de reacción que tiene tu cuerpo ante mi. —su mano aprieta mi miembro haciendo que gruña por lo bajo.

Deja un beso en las solapas de mi..¿camisa? ¿Qué está.. ?

—Saluda a Ivana de mi parte, guapo. —me guiña un ojo y se marcha, dejándome en el medio del pasillo, aturdido, caliente y con una potente erección entre las piernas.

Brutal.

Suspiro. Baño de agua fría, allá vamos..

Se le está volviendo costumbre dejarme con el calentón y luego irse como si nada, pero me abstengo sabiendo que podré desquitarme cuando vuelva a tenerla entre mis piernas, gimiendo bajo mi cuerpo.

Camino hasta dar con mi habitación. Saco la tarjeta que la abre del bolsillo trasero de mi pantalón y entro decidido a darme una ducha y tomar una siesta hasta que tenga la dicha de visitar el tan esperado museo —nótese el sarcasmo—.

—¡Osito!

Ay no.

No logro discernir a la persona que tengo enfrente ya que me besa desesperadamente, aunque la cabellera rubia y el estúpido apodo me confirma que es Ivana quien devora mi boca como si no me hubiera besado en años.

No años, pero tampoco diré que recuerdo con exactitud la última vez que la besé porque les estaría mintiendo. De hecho, hace mucho que no corresponde sus besos con la misma ímpetu con la que me los da.

»—Te extrañé, amor.

Ruedo los ojos y me apresuro a dirigirme al baño sin siquiera importarme que esté en mi habitac.. un momento, ¿cómo entró?

—¿Cómo entraste?

Agarra una postura supuestamente dominante colocando sus manos en sus caderas—¿No me vez en todo el día y lo único que me preguntas es que hago aquí? ¿Así tratas a tu prometida?

No me molesto en repetirme por millonésima vez que lo único que nos mantiene juntos es un puto papel por lo que ignoro su comentario.

—¿Cómo entraste?. —le repito con molestia

Se hace la desinteresada mirando sus uñas—Le pedí la copia de la tarjeta al recepcionista, al principio se negó pero nada que mis buenas amigas no pudieran obtener. —dice y se acomoda sus pechos en la escotada blusa que hasta ahora me doy cuenta que lleva puesta.

A Anastasia le quedaría mej..

¡Joder, esa mujer me sale hasta en la sopa!.

—¿Te acostaste con el recepcionista solo para tomar la tarjeta de mi habitación?. —pregunto asqueado.

—¿Estás celoso? —pregunta mientras se acerca como fiera que acecha a su presa, caminando lentamente contorneando sus caderas en un intento de parecer sensual.

—¿Sabes qué? no me respondas, tampoco es como que me interese.

Pretendo encaminarse hasta el baño nuevamente, pero esta vez con éxito, cuando su mano toma la mía y me gira quedando frente a ella otra vez.

»—¿Me dejarás ducharme o..

—¿Eso es labial?. —me interrumpe señalando mi pecho.

Oh, oh.

Mi cabeza hace clic y..

«Saluda a Ivana de mi parte, guapo» sus palabras vuelven a mi cabeza entendiendo el doble sentido de lo que dijo la castaña hace unos segundos atrás.

Ahora entiendo el porqué del beso en mi camisa, lo hizo a propósito..

Sin siquiera molestarme, sonrío divertido.

«Me gusta ésta versión de Anastasia» admito en mis pensamientos.

—¿No me vas a responder? ¿Simplemente te quedarás sonriendo como idiota? ¿Me estás siendo infiel? —suelta una pregunta detrás de la otra elevando la voz mientras va preguntando.

—¿Podrías irte, por favor?, estoy cansado, eso y teniendo en cuenta la jaqueca no es buena combinación con tus gritos chillones.

—¡No puedo creerlo! —habla ignorando todo lo que le acabo de decir.

Paso la mano por mi cara, frustado.

»—¿Es con ella verdad? ¡No me lo niegues Christopher!

¿Cómo es posible que sepa? ¿Tan obvios somos?.

—¿De qué carajos hablas? —pregunto un poco temeroso ante la respuesta.

Si Ivana se entera de los que sucede entre Anastasia y yo todo se iría a la mierda, y no hablo solo del matrimonio —el cual me preocupa porque beneficiaria a la empresa, de otra manera no lo hubiera aceptado— sino del prestigio de la diosa que tengo por socia, tendría mala fama si se enteran que se acostó conmigo, un hombre mujeriego y además, que está a punto de casarse.

—¡Sabes bien de qué hablo! ¡De la pelinegra llena de botox que te coqueteó ayer delante de mi!

Oh, eso no me lo esperaba.

—Estás viendo cosas donde no las hay. —hago un ademán con la mano despreocupado.

—¿Y ese beso en tu camisa?

—Eso no te incumbe, tu papel como es aparentar que estamos juntos frente a la prensa, medios y personas. Recuerda que no somos nada por lo que me puedo acostar con la de la limpieza si se me place.

Se va repicoteando sus tacones con la cara roja de la furia.

Se molesta en vano, de antemano se le explicó que sería un matrimonio de apariencias, que se quiera hacer la enamorada a solas conmigo y se moleste cuando le explique cual es su papel en todo esto ya es su problema.

Suspiro aliviado y me encamino al baño dispuesto a ejercer lo que quería antes de que la rubia me interrumpiera.


~°~

—..y ésta es la máscara de Agamenón, es un objeto arqueológico encontrado en la acrópolis de Micena en 1876 por el arqueólogo prusiano Heinrich Schliemann. Se trata de una máscara funeraria de oro que se encontró colocada encima de la cara de un cuerpo en la tumba V en el Círculo de tumbas A.

Admito que si fue una mala idea venir, más aburrido no puedo estar.

Marco y mi padre parecen interesados por la historia que cuenta el guía del museo, preguntándole cada un minuto sobre lo que está contando. Elián Georgiou —el director ejecutivo de ISOMAT— le explica junto con el trabajador del lugar la historia de la dichosa máscara y Anastasia.. ¿dónde está Anastasia?

Miro hacia los lados buscándola con la mirada. No veo su silueta por ningún lado por lo que silenciosamente dejo el lugar decidido a buscarla, no debe estar tan lejos.

Solo espero no perderme en la travesía..

Camino y llego a un salón que tiene un pequeño cartel donde dice "Sala 15". Se encuentra totalmente vacía, lo que es sospech..

Unos labios se estampan contra los míos tomándome por la camisa. Estoy al empujar el cuerpo femenino que devora mi boca como posesa, pero un impregnante olor se cuela en mis fosas nasales.

Chanel.

—¿Anastasia? —susurro.

—La misma.

Me toma por la nuca y me besa intensamente con posesividad y..

—Espera.

Resopla—¿Ahora qué?

—Las cámaras. —digo obvio.

Sonríe para luego morder su labio inferior; se acerca a mi oído y susurra erizándome la piel—No te preocupes por eso, justo en ésta posición no hay, ya me encargué de comprobarlo.

¿Cómo lo comprobó? Ni idea, pero eso es lo que menos me interesa.

»—Estaba pensando.. ¿por qué no profanar el museo? —dice y muerde mi oreja provocativamente.

Si a todo.. espera, ¿qué?

—¿Aquí? ¿Estás segura?

Me mira desafiante enarcando una ceja—¿Tienes miedo, Williams?

Oh, tramposa.

—Sólo bésame.

Tomo sus mejillas y pego nuestros labios en un necesitado beso. Toco su cuerpo con vehemencia; mis manos recorren la curva de su trasero maravilladas con tal protuberancia. Pego su pecho al mio queriendo que no sobre ningún espacio entre su anatomía y la mía. Siento sus pezones endurecerse debajo del vestido casual que lleva.

—Ven.. —susurra tomando mi mano y camina sigilosamente.

—¿Qué estás..?

—Shh. —me interrumpe poniendo un dedo en sus labios.

Obedezco y la sigo; nos encontramos con Marco y papá en camino pero los esquivamos satisfactoriamente, están tan concentrados con las estatuas que no nos notan.

Me empuja contra una columna; el área se encuentra desolada y el silencio abunda el lugar, lo que quiere decir que no hay moros en la costa. Me besa y la domino profundizando el beso, tomando su cuello con una de mis manos mientras que la otra se encarga de envolver su cintura.

Alzo su vestido lentamente queriendo tocar su piel escondida tras la tela, pero..

—No.

Deja un casto beso en mis labios cuando abro la boca para preguntar el por qué. Dejándome embobado y sin darme tiempo de formular palabra, se arrodilla ante mi y con una sonrisa ladeada quita mi cinturón.

Oh, vaya.

Es arriesgado, mucho, pero la adrenalina que siento de que podamos ser encontrados o que alguna cámara oculta nos delate me enciende más de lo que ya me encuentro. Dejo que continúe su labor, mirando que no se acerque nadie.

Saca el miembro adolorido por la presión del pantalón y sin tiempo que perder se propone tocarla de arriba hacia abajo, se lame los labios deseosa y lame la punta llevándose consigo la pequeña gota pre-seminal que adorna la punta. Su lengua se dedica a lamer cada centímetro, sin morbo alguno.

Un gemido abandona mi boca cuando manteniéndome la mirada, se lleva —casi completo—, mi pene a su boca; con su mano mansturba la parte que no alcanzó a lamer.

Acaricia mis testículos con sumo cuidado. Gruño sin controlar mis gemidos; mi mano se traslada a su cabello castaño levemente ondeado, sujetándolo en una coleta y haciendo sus movimientos más rápidos. En este momento no me avergüenza saber que terminaré más rápido de lo que acostumbro, el simple hecho de verla arrodillada comiéndose lo que porto entre las piernas, sin contemplación, mirándome con sus ojos cargados de deseo.. es el detonante perfecto para hacerme explotar. Lame sin detenerse. Profundiza el agarre en mi mano por lo que embisto su boca con toda las ganas y gimo cuando siento mi semen esparcirse por su garganta como si de agua se tratara.

Descanso mi cabeza en la pared detrás de mi, agotado por la fuerza ejercida y el arrasador orgasmo. Se levanta y como si nada, limpia con el pulgar los rastros de mi esencia en las comisuras de sus labios, tan provocativamente que trago grueso.

Sonríe guiñandome un ojo y sin más preámbulos, se marcha dejándome atontado.

¿Es enserio?

Acomodo mi pantalón, guardando mi pene lo más rápido que puedo dentro del mismo y la sigo.

—No creerás que me dejarás y te irás como si nada, ¿no?

Le da gracia mi comentario o al parecer eso es lo que creo cuando sonríe encantada de la vida.

—No pienso hacerlo aquí, nos descubrirían, guapo.

—Eso no es lo que pensabas hace algunos minutos.

Rueda los ojos—Tengo la regla, me llegó hace unas horas.

¿Y no era más fácil decírmelo desde un principio?

Abro la boca para replicar pero..

—Hasta que los encuentro!

Giramos la cabeza hacia Marco quien nos sonríe.

Este cabrón me conoce más de lo que me gustaría.

—¿Ocupados viendo obras de arte?   —nos mira a ambos, interrogantes pero con una sonrisa plasmada en la cara.

—Oh, si. —me sonríe la castaña para pasar a observar la escultura que tiene delante.

—Afrodita, Pan y Eros.

—¿Eh? —me giro confundido ante la voz del guía quien camina con mi padre y el empresario griego al lado.

—Es un grupo escultórico proveniente de la casa se los poseidoniastas de Beirut, en Delos. Fue descubierto en 1904.

—¿No que es la diosa del amor?. —señala Anastasia a mi lado, señalando a la mujer desnuda de la escultura.

—Exacto, señorita.. —deja la oración inconclusa dándole a entender que no sabe su nombre.

—Anastasia.

—Oh. —sonríe el hombre— ¿Sabía que su nombre es de origen griego?

—¿En serio?, no lo sabía.

Carraspeo incómodo. ¿En que momento tomó tanta confianza para preguntarle su nombre?.

«¿Son celos lo que veo?».

Claro que no.

—Entonces.. —hablo llamando su atención— ¿dice que es la diosa del amor? —cambio de tema rápidamente.

—Afrodita es la diosa del amor, la belleza y la sensualidad. Eros en su parte, es el Dios primordial responsable de la atracción sexual, venerado también como Dios de la fertilidad, o conocido como "Cupido".

—El Dios de la sexualidad y la diosa de la sensualidad.. —pregunta Marco, realmente interesado en el tema.

—Exacto.

—Mmm..con que el Dios de la sexualidad.. —susurra Anastasia y me da una rápida mirada.

Vaya vaya, que interesante.

—¿Y él? —señala mi padre al hombre de la estatua con cuernos en su cabeza.

—Pan era el Dios de los rebaños y pastores en la mitología griega, la cual narra que perseguía incesantemente a ninfas y adolescentes hermosas, entre ellas, Afrodita.

Unos largos minutos después abandonamos el lugar agradeciéndole a Elián, por la invitación al museo, y encaminándonos al hotel.

Marco se fue a sabe Dios donde con una rubia despampanante que le invitó a un trago enseguida entró al hotel, mientras que papá se despidió de Anastasia y de mi diciendo que tomaría una siesta.

Al parecer el destino nos favorece una vez más dejándonos solos.

—Con que Afrodita, ¿eh? —hablo rompiendo el silencio que se había creado desde la marcha de mi padre.

Su sonrisa me confirma que entendió perfectamente el sentido de mis palabras.

—Demasiada casualidad supongo. —habla encogiéndose de hombros sonriéndome coqueta—. Descansaré un rato, hoy ha sido un día largo.

Se acerca dejándome en beso de media luna en los labios.

Susurra aún sin despegarse—Nos vemos por ahí.. Eros. —me guiña un ojo soltando una pequeña carcajada y me tira un beso mientras camina hacia el elevador dándome una excelente vista de su trasero.

Mi sensual Afrodita.


¹Tyropita - es un pastel salado típico de la cocina griega elaborado con capas de masa filo y relleno con una mezcla de queso y huevo.

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