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Anastasia
<8:40 pm. - Tres horas antes>
Siento como tocan la puerta e inevitablemente la adrenalina del momento surge dentro de mi. Mi corazón late frenético producto de la hazaña que hoy a cometer.
Derramo todo el licuado de fresa que pedí hace unos minutos sobre la cama y me dirijo a abrir la puerta de la habitación. Del otro lado me sonríe levemente la encargada de la limpieza, es una mujer aproximadamente de cincuenta años. Lleva un vestido color gris largo hasta las rodillas y de mangas largas como uniforme y trae consigo un carrito que porta diferentes materiales usados en la limpieza.
Hago un asentimiento de cabeza indicándole que puede pasar y cierro la puerta a sus espaldas.
El plan es sencillo, entretenerla y así tomar la pequeña tarjeta que supongo debe llevar en el carro, de todas las habitaciones del hotel y tomar la de la habitación 2205.
La de Christopher.
Al tener la copia de la dichosa llave que permite la entrada, no se le dificulta la tarea de hacer su trabajo aunque el huésped no se encuentre en la habitación. Limpian el suelo, cambian las sábanas de la cama y cualquier otro servicio higiénico que sea necesario. En mi caso decidí adelantar el "servicio", derramando el espumoso jugo en la cama. Tardará aproximadamente algunos minutos limpiar y cambiar las sábanas, tiempo más que suficiente para mi.
Le indico lo que debe de hacer y enseguida empieza la labor. Disimuladamente miro dentro del carro; guantes, sábanas de repuesto, cubrebocas, una decena de estuches con líquidos de todos los colores los cuales deduzco que son aromatizantes y algún limpiador para manchas, etcétera. Veo una especie de gaveta pequeña..«bingo».
En ese momento la mujer se gira y disimulo tomando mi celular; toma las sábanas de repuesto, deja las que están sucias en el carrito y se posiciona a tender la cama.
«Tendré que apresurarme»pienso.
Abro la pequeña gaveta y..¡Joder!. Miles y miles de tarjetas aparecen ante mi.
No se como pensé en eso antes, hay cientos de habitaciones en el hotel.
Desesperada, tratando de no hacer ningún ruido que alarme a la mujer, busco y busco.
1205, 1305, 1405, 1505..
La adrenalina se apodera de mí cuerpo y mi corazón retumba en mi pecho con el miedo de ser descubierta.
1605, 1705, 1805, 1905..
Observo de reojo a la señora acomodando las almohadas y..
2105, 2205...¡Sii, lo tengo!.
La tomo y la guardo en el escote de mi vestido rápidamente justo en el momento en el que la señora termina el trabajo. Sonrío forzadamente cuando me dice amablemente que ya está listo, le agradezco y se marcha tomando el carro.
Suspiro de alivio sentándome en la cama.
Eso estuvo cerca.
~°~
<9:30 pm. - Dos horas antes>
Me miro al espejo acomodando la lencería negra; el sujetador es casi transparente, dejando ver parte de mis pechos pero tapando mis pezones con una grabado en forma de flor hecho de encaje, finos tirantes se unen desde delante hasta atrás formando un X en mi espalda. La braga es parecida, solo que deja totalmente expuesto mi trasero; mi intimidad también es tapada por el encaje en forma de flor. Llevo unas medias de encaje también que llega hasta mis muslos.
Salgo de la habitación luego de ponerme el blazer rojo que llega hasta más abajo de mi trasero y me encamino a la habitación de Christopher. Tomo la pequeña tarjeta que abre la puerta y me adentro.
Antes de venir me aseguré que el susodicho no se encontrara, o sino no sería una sopresa ¿no?
~°~
<11:10 pm. - Actualidad>
—Tardaste.
El humo del cigarro que se encuentra entre mis dedos sale liberado de mi boca lentamente. Luego de horas de estar esperando, un desaliñado Christopher aparece ante mi. Su cabello está despeinado, trae la camisa fuera de sus pantalones y los primeros botones desabrochados dándome una excelente vista de su duro pecho.
Se ve atractivo como sea.
Camino a paso seguro mientras estudio cada una de sus reacciones. Parece ido, si no pestañeara podría jurar que se había convertido en piedra. Recorre con la vista mi atuendo deteniéndose en mis ojos cuando boto el cigarro ya acabado. Cierro la puerta con mis manos poniéndolas a cada lado de su cabeza. Sonrío lasciva cuando se muerde el labio inferior y su respiración se vuelve irregular. Hago un camino de besos desde su mandíbula hasta su oreja. Muerdo el lóbulo de esta y chupo lentamente; sonrío satisfecha cuando oigo un suspiro de su parte.
—Estas jugando con fuego, Anastasia. —dice mientras sigo besando lentamente su cuello.
Me acerqué a su oído y..
—Yo no juego con fuego. —susurré dejando un pequeño beso un poco debajo de su oreja—. Yo soy fuego, y ¿sabes que?...
Lo miré a los ojos estando a milímetros mis labios de los suyos.
»—Sé que te quieres quemar.
Me cortó la respiración cuando me besó bruscamente. No era un beso tierno, sino salvaje, lujurioso, necesitado. Él necesitaba mi cuerpo como adicto a aquella droga que sabes que te puede matar pero sin duda era jodidamente satisfactoria. Pero lo que no sabía era que justamente aquello que se vuelve una necesidad, puede acabar siendo lo que te acaba, lo que te mata.
Tomo su camisa en mis manos formando puños y lo hago caminar, sin romper el beso, hasta la cama. Me separo en un rápido movimiento y tomándolo por los hombros lo siento encima de ella.
—¿Qué tal un poco de música? —no lo dejo responder, tomo mi celular y entró al reproductor de música.
Church de Chase Atlantic suena en la habitación. La lenta y sensual canción acompaña los leves movimientos de mis caderas. Llevo un dedo a mis labios y lo chupo manteniendo el contacto visual con el Adonis frente a mi; recorro mi mandíbula, cuello y pechos con mi dedo húmedo mientras me deshago del blazer.
Empieza a estorbarme.
Suelto me cabello amarrado anteriormente en una coleta; inclino mis manos hacia atrás y la prenda cae en mis pies.
Cierro mis ojos; me relajo y permito que la melodía me inunde en el paraíso de lujuria formado; el ambiente se siente tenso. Siento el latir de mi corazón, ansioso por lo que tanto he esperado. Abro mis ojos cuando siento el ruido de la botella siendo dejada en el suelo y veo al apuesto hombre caminando hacia mí, pero mi mano en su pecho hace que permanezca sentado nuevamente. Levanto la pierna derecha y la flexiono dejando la punta de mi tacón puntifino en su prominente erección; jadea cuando la presiono levemente.
Sus manos reparten caricias a mi muslo y pierna mientras reparte besos húmedos en dichos lugares. Gimo cuando deja una pequeña mordida en la piel desnuda que queda expuesta al no ser tapada por las medias.
Lo tomo por el cabello y lo beso desenfrenadamente. Me siento en su regazo rozando mi intimidad con su abultado amigo.
Sus labios hacen del beso uno frenético, deseoso, pero lo tomo por el cuello —sin apretar demasiado fuerte— y me separo de su boca para posteriormente besarlo solo como yo se.
Lo necesito, no lo negaré, he ansiado tanto o más que él éste encuentro pero no me satisfaceré hasta que pruebe cada parte de su anatomía. Me permito disfrutar del calor de su boca y las embestidas de su lengua luchando con la mía en una batalla carnal. Sus manos tratan de recorrer mi cuerpo pero las sostengo encima de su cabeza cuando lo empujo hacia atrás y dejó su espalda acostada en la cama.
Toco su pecho por encima de la camisa y lamo mis labios cuando siento los marcados abdominales que ansío lamer hasta el cansancio.
Desabrocho cada botón de uno en uno de una manera tan lenta que hasta mi cordura pide a gritos que rompa su ropa de un tirón y me deshaga de tal estorbo. Cuando el último botón es quitado por mis ágiles manos, me permito disfrutar de la hermosa vista. Un cuerpo estructural, sin un solo vello irrumpiendo el paso de mis dedos sobre el mismo; su abdomen totalmente ejercitado termina con una V que se pierde dentro de sus pantalones, mis manos traviesas pasan a quitar el cinturón de su pantalón y bajar el cierre a la par de las caricias que le proporciono encima de la tela.
No se en que momento la estancia se sumergió en la movida y seductora melodía de Faithful de Bobi Andonov, pero igual lo agradezco mentalmente. Christopher se levanta devorando mi boca como si no existiera un mañana y en un movimiento rápido me tumba de espaldas en la cama con él encima de mi.
Eso no lo venir.
«Estabas tan embelesada en su magistral cuerpo que no te diste cuenta, puerca»reprende mi conciencia pero la ignoro totalmente.
Envuelvo mis piernas alrededor de su cintura y atraigo su cuerpo hacia el mío. Gruñe cuando su erección choca con mi sexo el cual se encuentra húmedo preso del deseo de que me haga suya.
Quita en una velocidad impresionante el sujetador que hace juego con mi lencería de encaje y se prende de uno de mis pechos casi al instante.
—Mmmm.. —-gimo al sentir sus dedos apretar mi otro pezón.
La agilidad que usa con su lengua para acariciarlos me deja estupefacta. Recuerdos de la noche en el baño de la casa de sus padres, en el cumpleaños de Erick, y el sexo oral en su departamento encima de su piano llegan a mí e inconscientemente aprieto las piernas al recordar la maravillosa sensación que me brindó con sus dedos y posteriormente con su boca.
Besa mi abdomen y baja hasta mi pelvis; llega a mi sexo y lo besa por encima de la tela, robándome un jadeo involuntario.
—No te he tocado y ya estás así.. —dice mientras desliza sus dedos por la humedad que traspasa mis bragas.
Las palabras no se formulan en mi boca; aún me encuentro sumergida en el paraíso de la excitación. Deja un húmedo beso en mi pelvis y con los dientes desliza la prenda hasta quitarla completamente.
»—No te las quitaré. —dice dejando un beso sobre las medias de encaje—. Te vez extremadamente sexy con ellas..
Sé que fui yo quien impuso permitir disfrutar el uno del otro antes de fundirnos en uno solo, pero empiezo a arrepentirme justo ahora.
Tomo impulso y me levanto quedando de rodillas sobre la cama y lo beso, demostrándole así que quiero que siga con lo anteriormente hecho, pero me gira quedando detrás de mí; empuja mi espalda hasta quedar con la cara enterrada en la cama, y con mi trasero inclinado hacia él. Es imposible no sonreír divertida al notar que me ha dejado en completa sumisión ante su presencia, pero por ésta vez, solo por ésta vez, se lo dejaré pasar.. o más bien, por ahora.
Me empiezo a desesperar cuando pasan loa segundos y no noto la cercanía de su cuerpo, pero me relajo cuando oigo un sonido el cual deduzco que es el cinturón de su pantalón siendo retirado.
Muerdo mi labio de solo llegar a mi mente su imagen levemente sudado, con el cabello alborotado, los labios hinchados y brillantes por su saliva, sus pupilas dilatadas haciendo sus ojos más oscuros por la excitación. Abandono repentinamente mis pensamientos cuando la palma de su mano se estrella contra uno de mis glúteos con brusquedad. Llámenme masoquista, pero la acción a pesar del instantáneo dolor, me ha excitado a niveles jamás vistos. Me río al notar a donde me ha llevado la cordura, las agilidades de este hombre, pero una vez más me encuentro interrumpida al abofetear nuevamente mi trasero.
Como si se arrepintiera de su acción, masajea el lugar anteriormente abofeteado, haciendo círculos con sus pulgares y dejando un suave beso al final.
—Oh Dios.. —gimo cuando siento como roza su glande entre mis pliegues, tan lento que desfallezco ante la acción.
Besa mi espina dorsal hasta que llega a mi cuello y susurra en mi oído—Creí que habíamos quedado en que no era Dios quien te excitaba de tal manera.
El calor inunda mis mejillas y sin siquiera verme sé que mi cara se encuentra sonrojada.
»—Dime Anastasia.. ¿me quieres dentro?
Si..
Mi cerebro manda la señal a mi boca de que pronuncie una mísera palabra pero lo desobedece; su dedo acariciando mi centro no me permite hablar.
»—Gime mi nombre, bombón.
—Christopher.. —su dedo pellizca mi clítoris mandando descargas eléctricas a todo mi cuerpo terminando en mis pezones y elevándose erectos.
—Eso nena, justo así..
Mueve sus caderas y en una sola estocada me penetra. Siento como mis entrañas se agrandan producto al tamaño de su aparato reproductor, y en estos momentos no se a que santo agradecer dicha creación.
Oh, si.
—¡Más rápido!
Obedece embistiéndome con una brusquedad que me deja sin habla. Solo sé gemir, gemir su nombre, pedir más y más hasta que mis piernas caigan solas al duro suelo por no poder resistir siquiera dar un paso.
Oh joder, ¿donde ha quedado la otra Anastasia? ¿La que prefería el sexo tierno y romántico?
«Murió el día que conociste a este semental».
Y no lo niego, pensamientos impuros profanaron mi mente desde el primer dia que lo ví y dudo que eso en algún momento cambie. Christopher no es de los que te dice palabras tiernas al oído mientras te penetra, al contrario, hace que olvides el tiempo y espacio y te sumerjas en una nube de satisfacción que sube y sube hasta que tocas el mismísimo cielo. Rudo, salvaje, sin contemplaciones.. así se describe perfectamente el sexo con Christopher Williams.
—Córrete.. hazlo para mí.
No hace falta que dijera más. El orgasmo atrasó con la misma fuerza que las otras veces, pero con mayor intensidad.
Cambio las cosas. No se como pero hago que salga de mi interior y lo tumbo sobre la cama de espaldas. Estaba tan consternado queriendo llegar a su liberación dentro de mi, que no notó mi acción. Su cara mostraba confusión; sonreí de lado y tras sentarme a horcajadas sobre él, me hundo autopenetrándome.
Gemimos al unísono en el acto. Mi intimidad se siente levemente afectada por el reciente orgasmo pero me esfuerzo en hacerlo llegar al suyo.
Salto, de arriba hacia abajo, una, dos, tres veces hasta hacer mas rápidos mis movimientos. Mis pechos me acompañan saltando traviesos, lo que no pasa desapercibido ante Christopher. Con una mano aprieta mi cadera impulsándome mientras que con la otra aprieta mi seno izquierdo.
Lo siento, siento como su viril miembro se contrae dentro de mi, mientras que gimo como loca cuando siento mis piernas tensarse..otra vez.
Estalla. Gime al llegar y sólo bastó sentir el caliente líquido desparramarse por todo mi sexo para que llegara yo también.
Dos orgasmos en una sola noche.
Caigo rendida en su pecho con la respiración agitada; gotas de sudor empapan sus pectorales. Giro quedando a su lado, con una sonrisa boba en la cara al tener la mejor noche de sexo de mi vida.
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