Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 33

Acacia

Ella revolvía la comida en su plato distraídamente, se veía algo tensa y no pude evitar sentirme mal por eso. No quería que se sintiera incómoda, tampoco sabía qué pensaba sobre Franco y sobre mi. La miré con preocupación.

—Daphne... Ya estuvo bien, deja de fingir.—dijo Franco en tono cansado.

Ella rodó los ojos y le hizo mala cara.

—Tengo mi orgullo, no voy a caer tan bajo como para ser obvia... Como otros.—respondió con suficiencia. Franco la miró sin saber qué decir, su expresión se acercaba un poco a la indignación.

—Estas siendo obvia.—él le respondió con desdén.

—Para ti.—ella me miró de reojo, lo que causó que Franco también me mirara. Después de un segundo ambos tenían una muy detallada visión de mi cara.

—Ustedes dos son muy raros.—llené el vacío del silencio con mi voz y por fin ellos dejaron de mirarme para verse mutuamente.

Daphne se encogió de hombros y Franco bufó centrándose en su cena.

—Ella armó todo esto, yo lo sé. Ella jugó con nuestras mentes, nuestro tiempo y tiró de los hilos a su antojo hasta este momento. Siempre fue su plan, finge estar muy sorprendida porque se niega a perder el poder sobre nosotros.—dijo Franco de forma conspiranoica, señalando a Daphne con su tenedor, sus ojos estaban entrecerrados delatando su sospecha.

—Quisiera tener tu imaginación, querido.—le respondió ella bebiendo relajadamente de su copa de vino. Alzó una ceja en mi dirección y la vi acomodarse en la silla, cruzando sus piernas de forma refinada.— ¿Te gustan de esos? Qué desperdicio.

Franco juntó las cejas y una pequeña sonrisa nació en la esquina de mi boca.

—¿Qué estás queriendo decir?—cuestionó él con advertencia.

—Es una pena que no quiera explicarte y es una dicha que no puedas obligarme, ¿O sí?—desafió ella.

—¡Ya!—exclamé.—si se quieren arrancar el pelo lo hacen fuera de mi hogar.

—Bah. ¿Para qué? Perdería mi tiempo. En un año Don Franco ya se queda calvo, solo es cuestión de esperar.

Volvieron a enfrascarse en otra discusión como un par de niños, evidentemente Daphne adoraba sacar de quicio a Franco y por más que ella lo molestara por pura diversión, él jamás lograba darse cuenta hasta muy tarde que había caído en su trampa. En el fondo, ambos se sentían a gusto peleando e insultandose entre ellos, era una clase de tradición que no dejaban perder.

El teléfono fijo sonó y me levanté de la pequeña mesa dispuesta a contestar, dejando al par de inmaduros fastidiosos en sus cosas.

—¿Hola?—contesté.

—Sorella...—Mi sangre se heló, su voz rota seguida de sollozos le dieron paso a un dolor frío en mi pecho. Una preocupación asfixiante se apoderó de mí garganta haciéndome difícil la tarea de tragar saliva.—Te llamé... muchas veces a tu celular, no contestaste.

—Fede, ¿Qué sucede?—él intentó hablar, pero su propia voz se perdía, luchando por respirar.— Respira, cariño, respira conmigo, por favor.—entre los dos regulamos su respiración y la mía propia. Sentí una mano en mi espalda y al girarme Franco estaba sosteniendome y Daphne a mi lado.

—Lu... Luciano.—volvio a romperse y con eso mis piernas perdieron un poco su fuerza.—Estamos en el hospital.—dijo.

Mi cuerpo se deslizó hacia el piso

—¡Acacia!—exclamó Daphne intentando tomar mi mano cuando estuve a punto de caer.

—Te tengo, te tengo.—lo miré a él. Me sostenía ahora, como siempre.

—Franco.—sentía las lágrimas corriendo silenciosas por mi rostro, sentía mi cuerpo frío.—Mi Fede está mal.—dije, presionando el teléfono de forma protectora hacia mi.—Y él está en el hospital. Debo ir, debo estar con ellos, ayúdame a llegar, te lo pido.

—Sí... Sí, amor. Siempre, lo que necesites. —me respondió mirándome directo a los ojos y escucharlo a él fue lo único que volvió a calentar mi cuerpo.

Me levanté con su ayuda, secandome la cara. Y seguí hablando con Federico.

—Fede, cariño, ¿Podrías decirme en qué hospital están?

—En el central, cerca de casa. Estoy en urgencias, él está muy mal, Acacia, está muy mal.—dijo con mucho esfuerzo. Cerré con fuerza los ojos, mis manos empezaron a temblar.

—Esperame, ¿Sí? estoy yendo, Fede. Espera por mi, por favor. En unos minutos estaré contigo, lo prometo.—fingí tener un poco de entereza.

—No tardes—tomó aire.—Hermana, te necesito—susurró.

—Lo sé, cielo. Ya voy, ya voy contigo.

Luego de colgar la llamada tomé lo indispensable rápidamente, aunque no sé si puede llamarsele así a qué Daphne organizó mis cosas y me las llevó ella misma. Franco no se separó de mi hasta que llegamos rápidamente a su auto y nos pusimos en marcha hacia el hospital.

Una vez estacionó el auto abrí la puerta y corrí, desesperada por tenerlo entre mis brazos, desesperada por llegar a donde sea que él estuviera. Lagrimas se formaban en mis ojos y un grito quería salir de mi.

Sentía miedo, miedo del lugar donde estaba Luciano, del lugar donde estaba Federico. Los miedos me hacían pensar al límite.

¿Qué sucedía?, ¿Qué pasó?, ¿Luciano estaba muy mal?, ¿Lo perdería? Dios, me moría de miedo. Luciano no, Luciano no podía estar en el hospital, no podía estar grave. Me negaba.

Dejé solo a mi pequeño Fede por no sé cuánto tiempo, tuvo que pasar otra vez algo solo y es mi culpa.

A lo lejos lo vi, me quedé paralizada. Su cara estaba roja y algo hinchada, sus manos y hombros temblaban. Me miró y se puso de pié, apresurandose a mi encuentro, corrí en su dirección, chocando contra su pecho mientras él se aferraba a mi. Lo cubrí lo más que pude con mis brazos queriendo fundirlo en mi pecho, guardarlo en mi corazón para que nada lo hiera.

— Perdoname, hermano. Perdóname.—estallé en llanto. Federico se aferró aún más, llorabamos como dos niños pequeños.

—Acacia, mi hermano está muriendo.—dijo con tanto dolor, con un dolor enorme que era el mío, el nuestro.— Yo
.. llegué a casa y él estaba en el suelo, cuando fui él no podía respirar, estaba ardiendo en fiebre... Convulsionaba y yo... Yo...

—Shh, está bien, cariño.—acaricié su cabello.

—Pero él...

—Él estará aquí, estará bien. Cuando menos lo esperes lo tendremos haciéndonos mala cara y siendo el mismo grosero que conocemos. Te lo prometo, Fede.—lo interrumpí, él suspiró, asintió y escondió su cara en mi cuello.

—Gracias por estar aquí conmigo, sorella.—susurró.

—Jamás estarás sin mi, fratello. Lamento haber llegado tarde.

...

Sorella (hermana), fratello (hermano)

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro