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Capítulo 29


Daphne

Terminé de hacer mi trabajo a las 3 de la tarde, el día de hoy intenté hacer todo lo más rápido posible. Tarea que se me dificultaba con la pesada de Calíope llenándome el celular de mensajes. Ambas queríamos estar con nuestra amiga el día de su mudanza, sabíamos lo duro que estaba siendo para Acacia y estábamos incluso más ansiosas que ella.

Recogí unos papeles de mi escritorio para llevárselos a mi jefe, mi celular vibró indicando una llamada de la insoportable.

Contesté rodando los ojos y soltando un bufido.

-¿Qué quieres? Déjame en paz-dije al contestar.

-¡Oye! No seas grosera conmigo-la imaginé haciendo un puchero y una pataleta.

-No es mi culpa que hayas decidido ir con tu grasoso en lugar de quedarte con Acacia.

-Estuve toda la mañana con ella mientras tú adelantabas trabajo y armabas tus artimañas extrañas, debíamos surtir para la venta de comida por la noche, no podía quedarme. Claro, lo hubiera hecho si ella me lo hubiera pedido. Además, ¡Me dijiste que me fuera!

-Eres una pésima amiga, Calíope-la pullé, disfrutando de fastidiarla. Caminé en dirección a la oficina de Franco mientras la escuchaba lloriquear-y no estoy armando nada, simplemente quise ser buena y adelantar mucho trabajo hoy. Y sí, te dije que te fueras pero no tan temprano, debías cubrirme.

-Pues como que te pasaste de buena porque incluso el trabajo de Franco lo adelantaste. Y como voy a saber si no me explicas nada-se quejó- Todo esto es muy extraño, algo estas planeando y me estas haciendo partícipe inconsciente e indirectamente. A mi no me engañas, gatita.

-Calla ya, hablamos más tarde. Tengo planes de quedarme por la noche con Acacia una vez que Franco se haya ido.

-¿De qué hablas? Lo llamé mucho hoy intentando convencerlo, no te creas que eres la única a la que acoso. Pero él dijo que no iría a...

-Debo dejarte -la interrumpí-no te preocupes, tengo mejores cosas que hacer que hablar con la prometida de un grasoso.

-¡Oye!

Reí.

-Y deja de molestar. Te contaré todo luego, bye-le colgué antes de que se le ocurra soltar más bobadas.

Llegué a la puerta de mi jefe y abrí la puerta sin tocar, lo encontré dando vueltas por la oficina. Se pasaba la mano por el cabello y mordía su labio mientras veía el teléfono fijamente cada tanto. Alcé una ceja ante su ridículo comportamiento. Estaba tan sumergido en su ritual extraño que no se dió cuenta que había interrumpido en su oficina.

-¿Qué te tiene la cabeza tan desordenada?-le pregunté. Entré a la oficina totalmente dejando los papeles en su escritorio, él me miraba sin entender. Me saludó antes de sentarse de nuevo en su silla y fingir revisar lo que le acababa de entregar. Y digo fingir, porque sostenía la hoja al revés.

-No sé de qué hablas, estoy como todos los días.

-Amargado no te ves.

-Mira quién habla-se burló y carraspeó al darse cuenta de cómo sostenía la hoja, acomodandola de forma correcta en su mano.

Me pasé su comentario por donde ya saben. Tenía un objetivo claro y este tonto no me iba a distraer. Es un terco, siempre lo ha sido.

-Te ves de los nervios-seguí.

-No he tomado café hoy, estoy con síntomas de abstinencia-mintió. Pues claramente podía ver el vaso de café en la pequeña papelera situada a un lado del escritorio.

-Muy interesante-dije empezando a vagar lentamente por su oficina, viendo sus cuadros- vine personalmente a decirte que debo irme debido a que tengo algo que hacer, ni siquiera me alcanzará el tiempo para ir con Acacia. Estaré ocupada toda la tarde, seguramente pueda desocuparme por la noche e ir a hacerle compañía.

Como esperaba, su mirada se fue inmediatamente en mi dirección. Sus cejas se juntaron y en su rostro pude ver que no le agradaba lo que yo acababa de decir.

-¿Vas a dejar a Acacia sola hoy? Habías quedado en ir a ayudarla. No fuiste en la mañana por adelantar trabajo justo hoy, ¿No irás en la tarde porque tienes algo qué hacer?-me reclamó suavemente, remarcando la palabra "algo". Sonreí disimuladamente, interesante. Muy interesante. Con ese comentario, Franco sentenció su vida y me cedió el poder para cumplir mis planes.

-Oh, no te preocupes. Puedes ir tú en mi lugar-dije calmada pero él que me conoce sabe que lo dije de forma acusadora, él se tensó. Sabía su siguiente excusa y cual Dominó, me apuré a cerrarle el juego- Después de todo, ya no hay trabajo que debas quedarte a gestionar. De eso me he encargado yo personalmente.

El entendimiento golpeó su rostro con fuerza para luego ser reemplazado por desconfianza, me miró con los ojos entrecerrados.

-Tú...

-Pondrías hacerme ese favor. O podrías quedarte aquí a seguir comiéndote la cabeza-lo miré fijamente. Me encaminé a la puerta-En fin, hagas lo que hagas no iré con Acacia. Debo atender mi diligencia. No estaré disponible, adiós-dije a sabiendas de lo que él haría, vi a un lado del escritorio la cesta que le habia comprado a Acacia por la mañana, intenté convencerlo de agregar alguna botella pero se negó rotundamente. Superaba todos los obstáculos que yo intentaba ponerle a ver hasta dónde podría llegar por nuestra amiga, esta vez no sería la excepción, aún así, aprovechaba cualquier oportunidad para burlarme de él- Tacaño.

-Daph...-quiso decirme. Su voz sonaba cansada.

Le dí la espalda para ir a cerrar la puerta y al mirarlo por última vez por poco se me escapa una sonrisa malévola, pero la guardaría para más tarde.

Salí de su oficina llena de suficiencia, yo no era la que iba a ceder aquí. No me importaban sus miedos, no me importaban sus inseguridades ni lo que pensara al respecto.

Entré a mi oficina otra vez, con un nuevo mensaje en mi bandeja de entrada.

Calíope:
¿Ya hiciste tus artimañas?

Qué niña tan acosadora. Por eso aún no podía contarle mis intenciones, soltaría la sopa enseguida y es algo que no me puedo permitir.

Daphne:
¿Ya decidiste en qué camión te casarás?

Calíope:
>:(

Sonreí entrando a mi oficina, recogí mis cosas poco a poco hasta que un momento después, ví a Franco por la ventana de mi oficina yéndose con prisa. Me asomé un poco para vigilar su huida.

-Sí, tonto. Más vale que te apures en llegar-susurré a la nada viéndolo disimuladamente mientras se perdía en el ascensor.

Permití que mi sonrisa malévola saliera por completo y me dí un pequeño aplauso. No era fácil encarrilar a un par de tercos, me merecía más de un aplauso.

Me apoyé en la pared cruzada de brazos, suspiré viendo el reloj en mi muñeca.

Es temprano, debo hacer tiempo hasta que anochezca para ir con Acacia.

Hace mucho tiempo que la empresa entera sabía de los sentimientos de Acacia por nuestro jefe, por mucho tiempo más, vimos como poco a poco esos sentimientos se invertían. No era culpa de ninguno de los dos, era una situación difícil de afrontar, aunque hasta ahora, nunca los habíamos visto alejarse así.

Verlos juntos era como mirar a un par de mejores amigos, haciendo bromas y felices alrededor del otro. Ambos desprendían una especie de luz al estar juntos, que solo se hacia más grande cuando compartían con nosotros. Calíope, Franco, Acacia y yo habíamos formado un lazo extraño y muy fuerte. Verlos sufrir por estar separados era insoportable.

Aún más cuando sabíamos detalles que desconocían el uno del otro.

Me entretuve con cualquier cosa hasta que la empresa quedó desolada, salí buscando una tienda para que Acacia no se enojara conmigo por no ir en todo el día.

Podría ser dura y mostrarme hasta insensible en muchas ocasiones, pero de verdad quería estar con ella hoy. De verdad me avergonzaba no haber ido, por esa misma razón, había pensado mucho antes de llevar a cabo mis acciones pero seguía llegando a la misma conclusión: también lo necesita a él.

Y él jamás iría por cuenta propia, respeta mucho las decisiones de Acacia, si van en contra de sus propios deseos no le importará con tal de que ella esté bien. Es extraña su forma de cuidarse.

Llegué a su departamento cuando el cielo ya estaba estrellado y el viento helado. Su departamento había quedado hermoso, muy iluminado, con un ambiente cálido y hogareño que te había desear quedarte. Admiré la combinación entre azul y blanco de su pequeña sala, junto con los detalles de sus plantas y unas cortinas preciosas. Adoraba el talento de esa mujer para crear lugares que parecían sacados de Pinterest. Y si tuvo la ayuda del mismísimo Franco D'angelo, por supuesto que entre esos dos iban a hacer algo así de bonito.

No cabía en la sorpresa cuando supe que Franco seguía en el departamento, de forma instantánea puse a trabajar mi cerebro buscando la forma de cumplir mis objetivos.

Ya había decidido que obligaría a Franco a quedarse con nosotras, me las iba a maniobrar para que pasáramos tiempo juntos. Los ayudaría con un empujoncito a restaurar su relación y quién sabe...

Escuché murmullos que venían desde el pasillo, antes de verla venir como si hubiera visto a un fantasma. Cuando le pregunté, su cara pasó de blanca a roja en un santiamén.

Mi pequeña víctima salió también por el pasillo un rato después, fue el momento perfecto para hacerle saber que lo jodería con todo mi arsenal; Y él lo supo cuando lo presioné, entendió a la perfección que mi mirada le decía: lo haces o te mueres.

Como siempre, el muy inútil empezó a chillar por ser cazado como presa vulnerable.

Contrario a eso, a nuestra amiga le divirtió vernos pelear. Soltó una carcajada que el rostro irritado de Franco no pudo evitar contemplar, por lo que él también le sonrió.

-Haz algo ahora o no hagas nada nunca, no seré yo quien la pierda-murmuré. Él me miró, pude distinguir miedo en su mirada, se limitó a asentir.

Al sentarnos a comer me preguntaba cómo nunca se dieron la oportunidad, no entendía la necesidad de estos tontos para priorizar los sentimientos del otro y no hablarlos cuando en su momento debieron. Les ponía atención, contemplando a cada uno, hace tiempo no veía a ninguno de los dos brillar como ahora porque hace tiempo no son los mismos.

-Admite que está rico-me alentaron. Asentí.

-Esta rico lo que haya hecho Acacia, lo que sea que hayas hecho tú -miré a Franco-está horrible.

Lo admitía, estaba enojada con él. De hecho, estaba furiosa con él. Sabía lo que había pasado entre él y Acacia la última vez que se vieron, muchas veces le dije hace mucho tiempo que hiciera algo al respecto, incluso cuando ella empezaba a sentir algo por él. Pudo haber evitado todo el drama del niñito este Luciano, pudo haber hecho mejor las cosas pero no lo hizo. Nunca escuchó, dejó que las cosas pasarán sin intervenir por miedos e inseguridades que muchas veces le dije que enfrentara.

Y él lo sabía. Me miró aplanando su boca sin querer refutar conmigo.

-Iré a limpiar la cocina, ustedes pueden ir a organizarse, yo recojo, no se preocupen-dijo Franco levantándose y empezando a recoger los platos.

Ambas asentimos. Acacia me tomó de la mano llevándome a su habitación y prestandome una pijama. Las dos nos duchamos y cambiamos para ir a encontrarnos con Franco en la sala.

-Ya tengo la película que veremos y una lista de juegos para realizar. Empezaremos por un juego de palabras, más vale que saquen las garras porque vine a ganar-les dije.

Y así empezó nuestra pijamada.

Los miraba soltar risas y hablar bobadas mientras mi cuerpo se relajaba y disfrutaba de verlos así, recosté mi barbilla en mi palma sonriendo. Había valido la pena todo el día de hoy solo para vivir este instante con ellos.

Y si hacía falta, yo misma metería mi cucharada para velar que siempre brillaran, juntos o no, aunque para mí era claro, que sí debían seguir en la vida del otro. Solo ellos sabrán qué hacer; Haría lo que fuera porque estén felices. Incluyendo a Calíope.

Después de todo, ese trío de bobos eran mis mejores amigos.


•••

¿Se esperaban esta narración?👀 Porque yo definitivamente no.

Un poquito más del capítulo anterior para llenarnos de detalles; en imágenes está el mencionado depa de Acacia.

Próximamente estaré anunciando nuestra nueva portada.

¡Gracias por leer!🩵🐝

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