Capitulo 27
Advertencia: este capítulo contiene violencia física y psicológica. Si eres sensible o no te gusta leer esos temas, puedes saltarte este capítulo.
Francesca
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Dolor
-Mi amor, pero yo no sabía. De verd...-me da una fuerte bofetada impidiendome hablar.
-¡Cállate!
Lo hice enojar, lloro, desesperada sin saber cómo arreglar esto.
-Pero... Pero tú no me dijiste que los manteles del salón debían ser rojos, ¡Ah!-me empuja hasta la pared tomando con fuerza mi cara entre sus dedos, las grandes manos que me acarician por las noches apresan por completo mi rostro, mirándome a los ojos, los suyos desorbitados de la rabia que le provoqué. No quiero que me deje, no quiero quedarme sin él. Lo hice enojar, lo hice enojar.
-Así jodidos yo no te lo diga debes saber, ¿No te llenas tanto la boca diciendo que somos almas gemelas? ¿Uhm? No llores, ¡No llores te digo!-me zarandea con su mano antes de soltarme y darme otra bofetada-. ¿Quieres que me consiga otra mujer?
Se aleja dos pasos de mi con las manos puestas en su cintura, dando vueltas como un tigre enjaulado mientras respira pesadamente.
-No, mi amor. Por favor, lo haré mejor. Te lo juro, te lo juro.
-No puedes fingir ser perfecta, la perfecta Francesca. La que todo lo hace perfecto. Pero cuando la conoces bien no es más que una escoria que no sabe nada-lloro, me quiebro con cada palabra que dice y espabilo cuando viene hacia mi de repente volviendo a tomarme con fuerza el rostro-Escuchame bien, otra equivocación y me buscaré a otra, te dejaré ¿Escuchas? Te abandonaré como la basura que eres-me suelta bruscamente haciendo que caiga al suelo, dándome la espalda y abriendo la puerta del salón vacío. Antes de salir vuelve a hablar-si algo sale mal será tú culpa y cada millón que pierda será descontado de tu salario ¿Entendiste?
Asiento varias veces para asegurarme de dejarle claro que he entendido todo. Debo sacar la cuenta de cuánto se gastó en los manteles equivocados para que lo descuente de mi pago.
-Sí.
-De acuerdo, cariño. Nos vemos luego, te amo. No lo olvides-sus palabras le dan fuerza a mi llanto, tapandome la boca para no hacer tanto ruido.- Francesca.-advierte.- He dicho...
Me arde la cara, me arde el alma.
-No... No lo olvido, amor. Lo juro.-lo interrumpo, él me mira antes de asentir y salir definitivamente de mi vista.
Eso fue hace dos meses, hace dos meses fui la tonta más tonta y cometí la equivocación de hacerlo enojar. No fue la primera vez, pero sabía que ya no podía enojarlo más.
Vivo de equivocación en equivocación.
Me lo advirtió, me dijo que si me equivocaba otra vez, me dejaría. Se buscaría a otra. Lo iba a perder, lo mejor que me había pasado y como siempre yo no sabía cuidarlo.
Entro al hotel a primera hora en la mañana, las pocas personas que antes me saludaban de vez en cuando, ahora solo hablan cosas horribles de mi. No son más que un montón de personas envidiosas, una vez me case con el amor de mi vida, aunque la tentación de despedirlos sea grande, los dejaré ver cómo soy feliz el resto de mi vida junto al hombre que amo.
Entro a la sala de empleados dirigiéndome a los baños para ponerme el uniforme del hotel, me encierro en un cubículo, me siento en el váter y respiro profundo varias veces.
Lo haré bien, saldrá bien, hoy me irá excelente.
El día de hoy se celebrará un asunto importante, muchos socios asistirán, aunque no se me ha permitido ser participe directo sí he estado encargada de la logística, la organización y las compras necesarias del evento. Supongo que ha de ser otra celebración por algún logro de mi bello hombre, quizá logró que aceptaran invertir para la realización de otra sede.
-¿Escuchaste lo nuevo que están diciendo de la perrita faldera del jefe?
Abro los ojos inhalando aire poco a poco.
-Sí, no puedo creer que la pobre le crea todo al jefe. Hace de todo mientras él se la pasa sabrá en donde.
¿Insinúa que mi hombre no me ama? Yo no soy ninguna víctima.
-Eso no, boba. Eso es cuento viejo-le responde la otra antes de empezar a susurrar-Hace dos semanas se la pasó metida en la oficina del jefe, si antes era una engreída, no te imaginas cómo estaba esos días-ella bufa -pues ¿qué crees? Edgar, el líder de jardinería dice que la escuchaba llorar desde el jardín de afuera. Dice que una vez escuchó como el jefe le gritaba y quien sabe si hasta la golpea.
La ira me sube por montones por todo el cuerpo, también el miedo de que por mi culpa vean su jefe como alguien malo solo porque yo lo hice enojar un par de veces.
-Ay, por Dios. Deja de inventar chismes; No creo, además las parejas siempre pelean, eso ya no es cuento nuevo. Hoy en día hay un montón de parejas tóxicas que hacen cosas horribles entre ellos y ni quién se meta.
-Pero hace un mes tenía el ojo morado, Gianna-insiste la otra.
-Dijo que se había caído.
-¡Ajá, ya hasta crees! Es una estúpida que no contenta con dejarse explotar, también permite que el novio la golpee.
Abro la puerta con fuerza, viéndolas asustarse ante el estruendo. Una de ellas me mira con descaro mientras que la otra intenta mirar hacia cualquier lado.
-Lo que yo haga o deje de hacer con mi marido no es problema de nadie, mucho menos de unas pobres basuras como ustedes. Larguense ya de aquí antes de que las despida.
-Tu no eres...
-Shh-la calla la tan Gianna tomándola del brazo e intentando sacarla del baño-. Bien nos decían que tuviéramos cuidado de los flirteos del jefe, ahora tenemos que tener cuidado de su novia loca.
La miro con una rabia desmedida apretando mis puños.
-¿Qué fue lo que dijiste? ¡Repitelo!-le grito lanzandome hasta ella, dándole una bofetada y sujetándola del cabello con fuerza, la otra idiota grita y sale corriendo- Repite lo que dijiste, sucia sirvienta.
-¡Sueltame, loca!-grita.
-¡Cállate de una vez! Esto es para que me respetes tú y todas las porquerías que trabajan aquí. ¿Me oiste?-la halo con fuerza, zarandeandola y empujándola de vez en cuando.
Alguien me toma del hombro y volteo con brusquedad.
-Fran...-me dice, respiro agitada-Sabes que si él se entera de esto no será bueno. Debes parar-la suelto con brusquedad-Gianna, por favor no digas nada de esto y yo no diré que te llevas varias botellas escondidas en el bolso cada fin de semana desde que trabajas aquí. Pídele a Chiara lo mismo, ella sabe que también sé de sus travesuras.
Gianna lo mira sorprendida, alisa su uniforme, intenta arreglarse el cabello y sale del baño.
-Mario...
-No puedes seguir así, ya te lo he dicho.
-Pero ellas iniciaron.
-No eres una niña. Ya deberías saber lo bueno y lo malo de las cosas, Francesca. Me encargaré de que esto quede aquí, pero no podré salvarte el culo por siempre.
Miro el suelo asintiendo, Mario me ha ayudado más de una vez. Sirviendome tragos en la playa para ahogar mi tristeza en alcohol, ayudándome a salir por la playa cuando tenía las mejillas hinchadas, hasta haciéndose responsable de algún error mío en el área del bar.
-Lo sé, es solo que... Estoy estresada, es eso.
-Pues respira y controla tu estrés. No te quiero ver llorando por otro enojo de tu novio-él hace mala cara y alza una mano cuando intento refutar lo que dijo-debo irme ya, tengo cosas que hacer. No debería estar aquí para empezar. Cuidate, Francesca. Es en serio.
Asiento viéndolo salir y vuelvo a entrar al cubículo para cambiarme. Inicio con mis actividades lo más pronto que puedo y tal y como dijo Mario, nadie parece haberse dado cuenta del incidente en el baño. Por la tarde volví a ver a esas dos, mas ellas solo me ignoraron y siguieron su camino.
Mejor así, par de chismosas.
A la tarde, ya todos estábamos aturdidos y apurados fijando los detalles para que todo el evento saliera a la perfección.
Moría por verlo a él, hace dos semanas que no lo veía ya.
El salón era hermoso, había un escenario y todo, supongo que para agradecer todo el encuentro.
Cuando llegaron las siete de la noche, yo ya estaba en el pasillo con un grupo de compañeros recibiendo a los invitados. Él aún no llegaba y estaba ansiosa porque lo primero que viera al llegar fuera yo.
A las siete y media se sintió un revuelo en el pasillo, estaba llegando mucha gente por lo que todo estaba lleno, de alguna forma solo recién en ese momento me di cuenta de lo raro que era haber recibido a tantas personas.
El revuelvo en el pasillo aumentó cuando pude ver a lo lejos el cabello de mi amado avanzando, aún su hermoso rostro no se dejaba ver. Me quedé paralizada cuando por fin vi su sonrisa, él por supuesto también estaba saludando a sus invitados. Tenia puesto un saco azul oscuro con una camisa blanca debajo, ese saco le quedaba tan bien, sus brazos tan fuertes y definidos, sosteniendo el brazo de una mujer.
Sosteniendo el brazo de una mujer.
Mi felicidad se paralizó, yo me parelice, ¿Será mi mente jugando conmigo? Ha de ser un malentendido, puede ser una prima o una amiga.
Seguí con mi mirada fija en sus brazos, hasta correrla a sus manos, donde ella llevaba un hermoso anillo en su dedo anular.
Sentí mi corazón agitarse, quemándose.
Pero podría seguir siendo solo una coincidencia, quizá no es nada más que un anillo.
No quiero mirar la mano de él, en su mano nunca he visto anillos, no le gustan los anillos, nunca ha usado uno que yo sepa.
Mis ojos en contra de mi voluntad se van a su mano, recorriendola; Quedándose prendados ahí.
Jamás en mi vida había sentido un dolor como este.
Tiene un anillo. Juraría que se parece al de ella, con el mismo color que el de ella.
Él por fin pasa por mi lado, sin mirarme. Todo a mi alrededor se vuelve oscuro, todo el salón deja de tener color menos ellos que se ríen el uno al otro mientras ella pone una mano en su pecho.
Me quedo ahí viéndolos entrar al salón, donde todos los demás se apuran a entrar detrás de ellos sin demora.
Se cierran las puertas y yo sigo aquí.
Afuera del circo, escucho como todos aplauden, ríen... Escuchó su voz a través del micrófono.
Me pego a la puerta con cuidado, escuchándolo.
-... No saben lo feliz que me hace tenerlos aquí, les agradezco mucho; los invito a ser parte de este momento, porque ustedes también son parte de mi familia. Agradezco infinitamente a mi esposa... Cariño, ven por favor -. Mi cuerpo se desliza por la puerta hasta caer al suelo mientras los aplausos explotan- Celebremos y comamos felices, porque habrá un nuevo miembro en nuestra familia... Mi amor.-la anima
-¡Seremos papás! Estoy embarazada.-chilla ella.
Ahí es donde termina mi mundo, mi mundo que fue expuesto en un teatro donde los espectadores aplauden con desmedida pasión.
-Un brindis por favor, por este nuevo capítulo en mi vida lleno de felicidad.
-¡Salud!-gritan todos, llenandolos de vítores, felicitaciones y alegría.
Mis sollozos son silenciados por los gritos de felicidad en el salón, mientras ellos celebran mi corazón roto y yo estoy aquí tirada como la basura que él sabía yo era.
La puerta se abre de repente y asustada me arrastro hacia la esquina de la puerta, viendo hacia arriba. Viéndolo a él, lloro, tiemblo y apenas respiro.
Me destruyeron. Me destruyó.
-Tu... ¿Por qué?-tartamudeo.
Él se acuclilla frente a mi, en la oscura esquina, al lado de la puerta, él se acerca a la basura.
-¿No te lo dije?
-Yo no me equivoqué, ¡Yo no me equivoqué! ¿Por qué?-alzo la voz y me callo inmediatamente él toma mi rostro con fuerza.
-Más vale que te calles y dejes de chillar, ¿Oíste? Lárgate, mañana te quiero a primera hora aquí para que limpies el desastre que quedará en el salón -me suelta y se pone de pie, tomando el pasamanos de la puerta. Sonríe bufando-¿Por qué? Porque se me dió la maldita gana. No, Francesca. No tenía la necesidad, se me dió la gana. Ahí tienes tu por qué.
Volvió a entrar al salón, cerrando la puerta. Me levanté como pude y corrí, corrí a refugiarme, estaba tan desesperada que no noté el montón de miradas que siempre estuvieron encima de mi. Llegué a mi casa y grité. Grité como una loca, grité como una desquiciada lanzando todo al piso, tiré una taza contra la pared, las estúpidas revisas de Acacia, los estúpidos cojines peludos que tanto le gustaban.
Lo destruí todo, no sé cuándo tiempo pasó hasta que oí la puerta, los oí despedirse, no me moví de mi lugar. Me quedé ahí tirada en mi inmundicia.
La miro sonriéndole a la puerta como una boba, la odio, la odio. La miro con toda la rabia contenida en mi ser cuando se voltea y me mira con esos ojos brillantes de pesar, de preocupación.
Teniéndome lástima a mi. ¡A mi!
-Fran, ¿Qué sucede?-me habla suavemente.
Yo debería tener lástima de ella.
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¡Gracias por leer! Espero estés disfrutando la historia.
Hoy te regalo doble actualización para celebrar que estás aquí❤️
¡Hasta el próximo capítulo!🫶🏻
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