capitulo 23
Acacia
Confusión
Los días y las horas volaron, mucho ha pasado desde entonces. Ya hacen dos meses que Luciano y yo fuimos a aquel festival.
Hacen dos meses y un día que mi querido Franco no ha parado de repelerme y aunque lo hemos pretendido, hacen dos meses y un día que nada es igual entre nosotros.
Hacen dos meses que nada es igual con Francesca. Cada día después del festival se alejó más y más, hasta que casi no la veo en casa. Las pocas veces que hemos coincidido me evita encerrandose en su habitación.
Hace dos meses que ya nada es igual en mi vida. Y ahora estoy aquí nuevamente, en otra situación que lo cambia todo. Sentada frente a ella sin saber qué decir o qué hacer. No es que tenga mucha voz en esto, ni siquiera sé qué debe hacer una persona normal en esta etapa de su vida.
—¿Me escuchas? Me voy a casar.
La etapa en la que tu madre vuelve a casarse.
La etapa donde te dice que se siente bien con un hombre, que se casará con él, que venderá su casa y se irá lejos con él.
No tengo nada qué decir, ni qué opinar.
—Estoy...
—¿Qué?—me interrumpe.
Ella me mira esperando y conteniendose como yo, me mira deseosa de saber qué diré al respecto. Conociéndola como la conozco, sé que no está buscando una opinión. Está buscando que yo esté tranquila y sé que espera no generar un conflicto ante esto.
La tomo de las manos, agarrando aire y soltandolo, le regalo una sonrisa desde el fondo de mi corazón.
—Estoy feliz por ti, si tú eres feliz y te hace feliz. Lo estoy yo. Me pone muy contenta que busques tu felicidad.
Ella me mira un momento sin expresión, como dándose cuenta de mi respuesta y esperando que mi respuesta llegue a su cerebro y la procese. Larga un chillido de emoción soltandome las manos y alzandolas como loca.
—¡Me voy a casar!—grita.
Río y ella me sigue mientras empieza a saltar por la sala de su casa.
—Sí. Tenemos una boda por organizar.
—Ni hablar, será en el patio—resuelve deteniéndose.
—¿Qué? Igual necesito conocerlo, ni siquiera sabía que tenías novio, mamá.
La miro incrédula.
—Pues sí, detalles. No vamos a gastar dinero en boda. Ya tuve una de esas, no es la gran cosa—le resta importancia con la mano.
—¿Y él qué opina?
Me mira y larga una carcajada.
—Lo único que importa es la noche de bodas, querida—.me dice con un sonrisa pícara.
—¡Mamá, por Dios!—.me alejo de ella tomándome el cabello y huyendo a la cocina por un vaso de zumo de naranja.
—¡Puritana!
—Calla, ya basta.
Pasar un sábado con mamá podría ser una montaña rusa de chismes y sucesos. Con ella burlándose y riendo de cada cosa que podía y yo sacando sus trapitos al sol. Nos amamos así.
Al salir de su casa tenía dos mensajes en mi bandeja de entrada, Franco y Federico.
Franco:
¿Puedes venir un momento luego que salgas de la casa de tu madre?
Supongo que olvidó decir «Hola, ¿Como estás?». ¿Olvidé algo en la oficina? Creo que no dejé nada pendiente, incluso me esmere en dejar todo ordenado y terminado para no molestarlo.
Federico:
Bellissima, ¿Tienes tiempo libre? Llámame cuando puedas. Papi necesita hablar con su pequeña florecilla.
Bien, decido responder el de Franco primero comunicándole que iré para allá y sin mucho ánimo, me encuentro encaminándome en su dirección. Hoy la empresa está cerrada, pero aún así, él tiene una habitación en su casa habilitada para ser una amplia oficiana de trabajo. Es por eso que luego de 15 minutos de camino, me encuentro tocando la gran puerta de roble que se abre enseguida.
—Llegaste.
Pues... Sí.
Estoy incómoda, no puedo demostrarle eso.
—Necesitabas que viniera y aquí estoy.—le digo dando el primer paso hacia él—.¿Prefieres hablarlo aquí afuera o puedo pasar y saludarte?
Él me da una mirada que defino como dolida y se aparta de la entrada.
—Mi casa, es tu casa.
Intento ser neutral, he venido siéndolo, he tenido paciencia. No estoy bien, todo está saliendo mal en mi vida. Siento que en cualquier momento, voy a explotar.
A Franco no lo entiendo, si tiene problemas ¿Por qué simplemente no me lo dice? Solo estoy dando vueltas y volviendo a la misma actitud extraña y al parecer distante. Estoy agotada, cansada y sin aliento, de todo.
—A estas alturas realmente ya no sé si creer que así lo consideras.—me volteo hacia él, arrastrando mi mirada por su rostro quieto y sorprendido—. Claro está que no esperabas esa respuesta de mi. Y si te soy sincera, tampoco planeaba abrir la boca. Simplemente, que ya no creo justo que digas eso.
—¿Por qué no?—.sus manos se posan en sus muslos, seguramente secando el sudor de sus palmas y luego su mano derecha rasca la manilla que tiene en su muñeca izquierda.
—Porque no te creo.
Me mira estupefacto, tiene un semblante cansado y triste. Y yo solo lo estoy jodiendo aún más, últimamente solo jodo a las personas que me importan. Aún no puedo controlar mi impulsividad. Pero si a me hacen daño con sus actitudes, también me siento afectada, ¿Yo por qué soy la única que no puede estar herida?
—Acacia, perdóname.—inicia a caminar en mi dirección y yo le resto importancia con las manos, suspiro y miro al techo.
—No.—bufo—.perdoname tú, estas mal y yo solo estoy aquí poniendo más carga, está mal. Solo que no puedo impedir que no me afecte todo esto que no sé qué es, no sé qué hacer para ayudarte y que vuelvas a quererme. ¿Por qué ahora soy la que borra tu sonrisa? le regalas sonrisas a todo el mundo hasta que llego yo y...—.odio ser estúpida, sentimental, sensible y absurda, mis ojos se llenan de lágrimas y lo único que me da es impotencia. Me duele. Este es mi límite.
—Preciosa...—.acuna con su mano mi rostro y me hace mirarlo, su expresión torturada era lo que mis lágrimas necesitaban para correr lejos de mis ojos.—lo siento tanto, por... todo—.limpia mis lágrimas con sus pulgares y besa cada una de mis mejillas.— también me duele.
—Lo sé, pero dijiste que ya no pasaría. ¿Es mi culpa lo que te está pasando, por eso estás enojado conmigo?
—No, yo no...—suspira y me mira a los ojos fijamente.—no estoy enojado contigo.
—¿Dejaste de quererme? Porque...
—Yo te amo.—me interrumpe y me congelo.—¿Qué podrías hacer para que deje de amarte?
—Fran...—se acerca lento hacia mi, mi piel se eriza y dejo de respirar cuando siento sus labios calientes en la esquina de mi boca. Toma una respiración entrecortada ahí y gira mi rostro de forma que su boca y la mía están a poca distancia. Ya no mira mis ojos, pues estos están profundamente concentrados en mis labios.
—Creo que no me amas, pero ¿Podría besarte? Jamás lo haría si supiera al cien por ciento que no quieres, pero resulta que una parte de ti, no sé por qué, sé que quiere. La pregunta real que quisiera hacerte es, ¿Por qué?
Roza sus labios con los mios y no sé nada más, ¿Por qué?
¿Por qué siempre acepto gustosa sus acercamientos?
¿Por qué tiene que saber que él por alguna razón tiene poder sobre mi?
—Luciano...
—Te dejó a la semana de querer intentarlo contigo. Él decidió irse y aún así...
—¿Por qué me dices eso, Franco? ¿Por qué me lastimas así? No entiendo—.quito sus manos de mi rostro y lo enfrento enojandome con él y conmigo también—. Me estás confundiendo, ¿Aún así qué?
—Aún así, no me tomas en cuenta.—se separa por completo de mi y me mira a los ojos de forma seria.—Nos besamos antes.
—Estabas ebrio, Franco, yo no...—me tomo la nariz con los dedos.—no quería ser ese tipo de amiga.
—Me quisiste tanto como yo a ti, ¿Me equivoqué al pensar eso en algún momento?—.confiesa y lo miro sorprendida.
—Franco... Te amaba.
—¿Ya no?
—Me enamoré de ti mientras intentabas superar a tu esposa. Yo estuve ahi. Estuve ahí y olvidé todo eso porque tú no lo necesitabas. Descubrí sentimientos por Luciano, decidí ver a dónde iba, avanzar... ¿Eso te tiene así?
Lloro, lloro y son lágrimas amargas desde el fondo de mi alma.
—No, yo...—niega con la cabeza, frustrado — escúchame, bonita, por favor solo escúchame...—vuelve a acercarse y me abraza.—no solo me disculpé por haber sido un idiota contigo, me disculpé por no haber podido corresponderte en el momento adecuado. Eres la luz de mis ojos, Acacia. Quería superar esto solo, sin contratiempo, pero es difícil y hasta ahora llegué a la conclusión de que no puedo olvidarlo, no puedo deshacerme de este sentimiento y necesito decírtelo. Puedo ser tu mejor amigo siempre, pero ha sido difícil sentir que te pierdo, he intentado dejarlo pasar y solo logré sentirme más dolido.—respira de forma agitada y sé que está perdido, me toma por los hombros y me observa un momento antes de hablar.—Quiero que me enfrentes, saber si estas dispuesta a amarme, porque de no ser así, necesito continuar... Necesito seguir adelante a pesar de esto, porque así me lo enseñaste. La existencia de un uno por ciento de probabilidad de que aún exista algo en ti que me quiera, hace que sea imposible dejar de pensar en eso. Es un momento pésimo, lo sé. Y quizá muy probablemente lo estoy arruinando como nunca, no estoy pensando ni tengo premeditado qué hacer o decir, me siento un desastre pero—toma un respiración profunda.—¿Me permitirás luchar por este sentimiento? ¿O simplemente debo hacerme la idea de que amas a Luciano y yo perdí la oportunidad que no ví pasar?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro