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Capítulo 12

Francesca

Malditamente enamorada


•••

Guardo las últimas cajas en el almacén de limpieza, me sacudo las manos para después limpiarlas en mi falda de mezclilla

Suspiro

Han sido tiempos muy duros, casi no he dormido, tengo tantas cosas en la cabeza que podría construir un rascacielos con ellas. Sería incapaz de hacer otra cosa, creo que sería mi fin. Literalmente desestabilizaria mi sistema

Pero vale la pena, todo vale la pena porque estoy feliz. Estoy tan feliz, me siento plena, al fin llena.

Camino de vuelta al lobby, una vez ahí le hablo a Vanessa diciéndole que ya puede irse; Vanessa me ha estado ayudando con la recepción mientras cumplo con todas las demás tareas, es joven para trabajar y muy simpática.

- Excelente, si me necesita otra vez estaré en la cocina. Haría lo que sea por salir de ahí una rato -Suelta una risita.

- Vanessa, ya te he dicho que puedes tutearme, no soy tu jefa. Soy una empleada como todos aquí.

Ella hace una mueca que me resulta graciosa, pero que más bien denota incredulidad.

- Una empleada afortunada con un hombre de en sueño -Sube y baja sus cejas riendo, me es imposible no reír con ella.

- Ya basta -Bufo con una enorme sonrisa en la cara restándole importancia con la mano, ella mira detrás de mí y su sonrisa se vuelve maliciosa.

- Nos vemos más tarde... Jefa -susurra lo último y lanza una risa traviesa e infantil.

Se da la vuelta y se va dejándome confundida, mi confusión se desvanece cuando siento unas manos rodeando mis caderas, una conocida y velluda barbilla entre mi hombro y mi cuello.

- ¿Qué tal todo, cariño? -me dice con esa ronca voz que lo caracteriza.

Me estremezco.

- Todo está perfecto, cariño.

- ¿Sí..? Uhm -empieza a repartir besos en mi cuello y me saca un suspiro.

- Yo... No es el momento, sabes donde estamos -él se queja para dejar un último beso y apartarse. Me di vuelta para estar frente a él y dejo un pequeño beso en sus labios.

- Eres increíble, eres preciosa.

Me sonrojo automáticamente y lo abrazo, esto es tan perfecto. Si por esto tuve que esperar tanto, que pasar por tanto, valió absolutamente la pena.

Admito que, no me costó tanto abrirme a él, fue tan natural desde el primer momento, me hizo sentir segura conmigo misma y de él, me hizo sentir tan valiosa, siento que él haría cualquier cosa por mí así como yo haré cualquier cosa por él.

- Te adoro.

Dios, esto ¿es el cielo? Ha sido el mejor mes de mi vida, conozco a este hombre desde hace tres años y jamás pensé que estaría enamorado de mí. Sería una idiota si negara que él también me atraía desde el inicio, mi nata admiración por él era una prueba de eso.

Se esforzó tanto por hacerme sentir bien, por mi.

- Y yo a ti -le dije mientras me recuesto en su pecho y le acaricio.

Él me mira, hace una mueca y ya sé lo que significa eso. Problemas.

Por arte de magia toda mi felicidad se transforma en tristeza. Pocas han sido las veces que estos viajes por trabajo nos han robado tiempo, aunque solo sea por un día porque él cancela lo que se exceda de ese tiempo para estar conmigo.

Es tan dulce, entonces me doy cuenta de por qué dicen que es un sueño.

- Cariño...

-Está bien -le doy una cálida sonrisa y esta vez soy yo la que se acerca a su cuello -. Te veo esta noche y... -empezando a dejar besos desde ahí hasta su mandíbula.

- Fran... -. él suspira- Tenemos que hablar.

Me detengo y busco sus ojos. El miedo amenazando con atravesar mi pecho, lo nota

- ¿Qué sucede?

Me sonríe y caricia mi mejilla.

- Jamas sería lo que estás pensando, eres... -Me abraza con fuerza-. Solo es un viaje un poco más largo, no volveré hasta dentro de tres días... Hasta el festival, preciosa.

Una ola de vergüenza mezclada con alivio me embarga.

-De acuerdo.

Bajo la mirada

También siento tristeza, jamás en lo que llevamos de relación hemos estado tanto tiempo separados.

- Genial. Prométeme una cosa...

- Lo que sea.

- Prometeme que estarás bien, que estarás feliz. No voy a dejarte sola, voy a volver...

Sonrío, alzo la mirada y lo miro. Lo miro como solo alguien profundamente enamorado mira a la persona que ama. Porque tal vez... Lo hago desde hace tiempo.

- Lo sé, confío en ti.

-... Y prométeme que, harás un trabajo perfecto para el festival; Que no exista ningún error, que hagas todo lo que tengas que hacer para que sea el mejor festival en la historia del hotel.

- Lo prometo -dije enseguida.

Él quita mis manos encima de él, las junta y las besa.

- En ese caso estas a cargo, les dije a todos. Si hay algún error, Francesca... -me da una mirada, esa mirada que me da cuando no puedo equivocarme.

- No lo habrá -me apuré a responder.

- Mas vale -me dice seriamente, mis manos empiezan a temblar y es cuando sonríe-. Así será. Debo irme nos vemos en tres días, cariño.

Sin nada más que decir, me sonríe, da vuelta, lo miro sonreírle a la nueva recepcionista y salir de el hotel.

°°°

He pasado el día entero de un lado a otro, ha sido un dia demandante, los huespedes están ansiosos por el festival y no puedo culparlos, pero desearía que se calmaran.

Justo ya mi turno termina, son las nueve en punto. Asi que tomo mis cosas, le aviso a Carlos para que ahora se encargue él y salgo de ahí.

Carlos es la mano derecha de mi novio en lo que respecta a seguridad, en realidad hay muchas personas "a cargo" pero no estaré tranquila si sé que algo no está cubierto.

Miro al frente y mi taxi ya está ahí.

- Buenas noches -Digo al subir al auto.

- Buenas noches, señorita. ¿A dónde?

- Calle Jardín, por favor. Edificio Petunia -él asiente y partimos.

Me siento nostálgica y preocupada, en este momento estaría en el auto de Giorgio, no aquí y ni siquiera ha escrito.

Lo más probable es que por ser un viaje largo, sea importante y tenga muchas cosas qué hacer.

Sonrío, es tan ambicioso. De alguna forma, estoy orgullosa de él, siempre ha tenido claras sus metas y se ha esforzado por lograrlas

Una vez que llegamos, le pago al taxista mientras bajo.

- Muchas gracias, que tenga buena noche -se despide igual y arranca mientras yo camino al edificio, voy directo al ascensor y por suerte abre rápido. Marco el piso 5 y espero.

Este es un edificio de 8 pisos, así como los otros de esta calle. Más que una calle, es una especie de urbanización bastante amplia compuesta por varios edificios, incluiso repartidos en otras partes del pueblo. No es muy difícil de imaginar que no están organizados por números o letras, sino por flores

Calle "Jardín"

Llego al piso, recorro el camino que me sé de memoria hasta el apartamento, saco mis llaves y abro la puerta.

Lo primero que me recibe es un dulce olor a té de Jamaica, junto a la imagen de una desprolija Acacia sentada con las piernas encima del sofa blanco, leyendo una revista.

Cierro la puerta.

- Por Dios, baja los pies del sofá -no se inmuta, últimamente ha estado tan cambiada, ha pasado por un proceso muy duro y reconozco que su trabajo ha dado resultados; ella logró sentirse bien consigo misma, logró conocerse y logró cambiar partes de ella que no le agradaban.

Me quito mis cosas y las dejo en el piso al lado de la puerta.

- Um-uh -niega ella-. Eso no va ahí y lo sabes -aún mirando su revista, señala las cosas que acabo de tirar al suelo.

- ¡Bah! ¡Está prohibido subir los pies al sofá y aún así lo haces!

Ella sonríe y por primera vez en la noche, me mira.

- Ah. Hola enamorada, se me hace muy extraño verte aquí a esta hora.

Ruedo los ojos.

- Hola, ciega

Ella arruga sus cejas, sabe por qué lo digo

- En fin, ¿Cómo te fue hoy? -baja del sofá y camina a la cocina. Yo recojo mis cosas y la sigo-. ¿Quieres té?

- Sí, solo me pondré cómoda. Espera.

Voy a mi cuarto, tiro las cosas por ahí y entro al baño para ducharme.

Puede que sea muy organizada en mi trabajo, pero tanto en mi vida privada como en mi hogar, soy un desastre; la persona más desordenada del universo y aún así tengo costumbres extrañas de limpieza. Mi cuarto puede estar al revés pero no sucio, ni con mal olor o cosas desagradables tiradas por ahí. Cabe resaltar que Acacia es todo lo contrario respecto al desorden, es tan ordenada que no me sorprendería que para cada día tuviera un color específico de ropa interior

Lunes: Algodón, blanca
Martes: seda, salmón
Miércoles: Algodón, rosa
Jueves: Algodón, gris
Viernes: Lencería, negra
Sábado: Blonda, roja
Domingo: Nada

Y es que los domingos son especiales para ella, he visto "las cosas" de ella más veces de las que una amiga debería y no porque ella así lo quiera, es por esos blusones que usa o esos exagerados y para nada bonitos pantalones súper anchos junto con esas camisas de hace mil años que tienen más agujeros que tela.

Termino mi ducha, me visto y vuelvo a la cocina, Acacia está sentada en el desayunador mirando el teléfono.

Lo que me recuerda...

-¿Aún no se ha comunicado contigo? -ella niega con la cabeza, la miro tragar duro. Secretamente, solo me basto un vistazo a ese muchacho para descubrirlo todo, no lo diré, pero mirarlo a él y mirarlo a ella, es lo mismo-. Bueno, supongo que es lo mejor. Lo único que traería que siguieran con eso en sus condiciones, es estrés y enojo. No saldría nada bueno de ahí, amiga -Ella suspira y deja el teléfono en el mesón de granito negro.

- Lo sé, pero aún así... Yo solo, esperaba que me dijera que estaba bien. Me preocupa -se levanta, me sirve una tasa de té y vuelve a sentarse.

- Ya ha pasado un mes, si hubiera estado mal ya habría escrito. Y estoy segura de que si en algún momento te necesita, va a escribir.

- No quiero hablar de eso -me dijo-. Me apena que lo esté haciendo solo porque fui rencorosa... Es todo -sacude la cabeza y me ve con una sonrisa radiante que devuelvo, Acacia es así. Puede estar hundiéndose en tristeza pero jamás te incluirá en eso, jamás te hará sentir lo que ella siente. Me da tanta envidia su ser, su capacidad de ser perfecta. Creo que solo una vez lo ha hecho mal y corrió a pedirle perdón a Franco, quién por supuesto la perdonó... Otro más.

A mi nadie me sacará de la cabeza que él está loco por ella.

Algún día cumpliré mi fantasía de ir a una cita doble con esos dos.

Sería algo irónico: Dos jefes, dos empleadas.

-Cuando quieras soltarlo todo estaré aquí.

-Lo sé.

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