Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 11

Acacia

Ese día fui yo, otra vez

•••


En cuanto el sol sale, sé que él no me llamará. Y en serio dudo que me llame mañana. Asi que, tomo mis cosas y salgo para ir al trabajo.

Justo en frente de donde estoy.

Miro el edificio, y sin más preámbulo entro con un objetivo en mente. No mentía, en serio quiero hacer las cosas bien. Estoy cansada de herir a las personas

Si eso significa dejar a Luciano y respetar su vida, el espacio que quería, si significa soportar el dolor que provoque, lo haré.

No quería perder a nadie.

Existen personas en mi vida que a pesar de no ser mi familia son importantes para mi, son personas que se han ganado un lugar eterno en mi; pase el tiempo que pase. A pesar de eso también son las personas que se llevan la peor parte de mí.

Y estaba cansada de eso, no quería más que su felicidad, no quería más que su bienestar.

Yo haría cicatrizar las heridas que hice.

—¡Angelita griega! —Me gritan.

Al voltear la veo levantando su mano y agitarla mientras corre trastabillando en mi dirección, tiene las manos llenas de papeles y carpetas.

—Desastre griego —Le digo en cuanto está frente a mi y la abrazo—. ¿Necesitas ayuda?

—¡No, no! Estoy bien —Suelta una pequeña risa mientras intenta acomodarse—, ¿Qué haces aquí? Pensé que vendrás pasado mañana.

La miro bien, está hecha un desastre. Su bonito cabello rubio se pega a su frente debido la sudor, lleva hecha una cola baja bastante desprolija y tengo el presentimiento de que en cualquier momento se le caería todo lo que intenta llevar en las manos.

En seguida me siento fatal, ella era la que había tomado mis trabajos a su cargo. Y yo solo perdí el tiempo.

Le quito más de la mitad de carpetas que tiene encima por no decir que todo, dejándole unas cuantas hojas arrugadas en las manos que de seguro se le habian caído antes. Le sonrío arrepentida.

—Disculpame, Calli. De ahora me haré cargo yo ¿Si? Tómate el día, ve a descansar, ya hablaré yo con Franco para explicarle que hemos cambiado, te aseguro que no hay problema.

Ella me mira confundida, bastante dudosa. A pesar de eso puedo notar como su cuerpo entero se relaja.

—¿Estás bien? ¿Estás segura? Soy capaz, Acacia no quiero que pienses que...

—Sé que eres muy capaz, pero te aseguro que estoy bien y te estoy agradecida, tú estás cansada, era mucho trabajo y lo has hecho increíble, ahora déjamelo a mi y ve a comer algo, descansa bien y nos vemos aqui mañana... —La interrumpí. Ella aún me mira dudosa—. Por favor, Calli.

Ella cierra ojerosos ojos y suspira.

—¿Me contarás todo lo que pasó mañana temprano?

Mí estómago se hunde, respiro hondo y digo—:  Lo que pueda. ¿Quieres que te pida un taxi?

Ella bufa.

—De acuerdo y no, estoy bien. Nos vemos mañana, angelita —Besa mi mejilla, nos despedimos y la veo salir de aquí.

Apresuro el paso a mi destino, alcanzo el ascensor... apretado ascensor, es lo más incomodo del mundo compartir un espacio tan reducido cuando hay muchas personas, si era un día pesado, venían sudorosos, malhumorados, con una pila de cosas encima y no solo uno, sino la gran mayoría. Esos días se acercaban.

—Buenas tardes —Digo al entrar mi piso. Responden de igual forma.

Por suerte, hoy es un día normal. Ni tan pesado, ni tan ligero y solo hay tres personas más a parte de mi en el ascensor. Salgo en el piso que quería, camino de frente hasta llegar a su puerta y toco.

—Pase —Dice.

Como puedo tomo el picaporte, abro la puerta y al entrar la cierro.

Cuando volteo a verlo, él me mira sorprendido.

—¿Acacia?

Por un momento, un fugaz momento, sus ojos brillan con emoción. Fue tan corto que después de unos segundos, dudo de si en verdad vi algo. Era peor cuando me moria por saber si era real o no.

Es uno de esos casos, en los que ves una cosa y estas totalmente seguro de que lo viste.

En ese momento, claro

Pero por alguna extraña razón, con el paso de los segundos dudas de ti mismo y te preguntas: ¿En serio no fue algo que mis ojos inventaron? ¿Fue efecto de la luz, de un exceso de agua en el ojo? ¿Será verdad o no?

Y te quemas el cerebro intentando recordar algo que hace un minuto habias visto.

—Señor D'Angelo.

Él frunce las cejas, se acomoda mejor en su asiento, quita sus lentes de lectura dejándolos en la mesa para luego juntar sus manos y ponerlas sobre su escritorio, mirándome.

—¿Se te ofrece algo?

Tuerzo la boca, y niego para luego asentir.

Él suspira, se para y camina hacía mi. Me quita el montón de papeles y los deja en la mesita para café frente al mini sofá de su oficina. Vuelve a pararse frente a mí, esperando palabras de mi parte.

Me siento impotente, frustrada. Empiezo a consumirme en la rabia cuando lo recordé a él, diciéndome lo mismo que yo le lancé. Respiro y dejo que salgan las palabras...

—No quería herirte... Nunca, ni por un instante desde que te conozco he querido hacerte daño. No te lo mereces, no te mereces que yo te empuje de mi vida cuándo te preocupas tanto por mí. Aunque no lo creas también me preocupo por ti; Porque eres esa persona en mi vida que es necesaria, porque odio que estés mal y el que ahora lo estés por mi culpa, multiplica mi desagrado.

Él no dice nada, su rostro tampoco expresa nada y eso me pone nerviosa. Para ser sincera, soy débil. Estoy estrellada. Si lo llegara a perder también por esto, por mi culpa...

Entonces, él se acerca más, pone sus manos en mi espalda baja y acerca su rostro hasta pegar sus labios de mi cachete izquierdo dándome un beso largo y delicado.

Automáticamente, me relajo. Su cercanía siempre ha sido natural, una bocanada de aire y alivio a un dolor que no sabía que tenia. Casi como el agua: satisfactoria y fresca. Solo noto el cambio de ambiente por la diferencia de temperatura entre él y yo, pero si no fuera por eso, no notaría que invade mi espacio, sin embargo, nunca se ha sentido de ese modo: Como una invasión... Más bien, es como un baño de agua tibia.

—Acacia —Susurra—. Gracias por preocuparte, estoy bien porque estás aquí.

Alivio, alivio en cantidades descomunales siente mi cuerpo. Él estaba esperando por mi y al menos no haberlo defraudado en eso, me reconforta. No digo nada más, me sentí tranquila. Estoy relajada por primera vez en días.

Paso mis manos por su cintura y atraída como una abeja al polen, lo abrazo. Tiene ese efecto en mi. Él me devuelve el abrazo y deja un beso en mi coronilla.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro