Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 08

Acacia

El día en el que conocí a un amigo

•••

Hace dos años atrás...

Hace dos años estaba decidida, me decía que conseguiría ese trabajo, sería un éxito. Estaría perfecta... Estaba a solo un paso de lograr una gran meta no podía fallar de ningún modo.

Tomé aire, inflé mi pecho y entré al edificio.

El gran edificio de la empresa Stincille  D'Angelo.

En cuanto entré recorrí todo con la mirada, estaba abarrotado de gente.
Tome a la primera persona que se me puso en frente

—Hola, Disculpa —Le llamé.

—¿Se te ofrece algo? —Me respondió con disgusto quitando mi mano de su hombro.

—Soy... Vengo por la entrevista con el señor Franco D'Angelo.

—Ah, otra... Por tu bien más vale que no le digas «señor» —me miraba de arriba a abajo—. Sígueme —Ella siguió caminando y automáticamente yo detrás de ella intentando memorizar por donde íbamos—, Mi nombre es Daphne, está demás decirte que hago aquí, ¿No?

—Entiendo, yo soy Acacia...

—Aquí es —Me interrumpió llegando al final del pasillo—. Suerte, querida —Me sonrío y se fue.

—Gracias —le dije a su espalda.

Volteé a ver la puerta y en una bonita letra cursiva se leía: "D'Angelo".

Toqué dos veces y esperé. Se me hizo extraño no haberme topado con ninguna secretaria o algo así.

Ese día, todo había sido más facil de lo que creí. Había hablado con mi ahora jefe, un hombre hermoso y aunque lo sentí un poco desganado fue muy cordial, me pareció tan amable y humilde... De esas personas que con solo hablar te produce bienestar.

Cuando se cumplió un mes de ese día, el día de mi primera contratación... Un mes en el que solo me he dediqué a organizar citas y documentos.

Me habían puesto en una oficina con esa misma mujer que conocí aquél día y otra con una suerte peculiar: Daphne y Calliope.

Un mes agotador para todos, en el que la esposa de Franco D'Angelo había pedido el divorcio para irse embarazada con otro hombre, padre de ese bebé.

Fue la comidilla del mes. Todos hablaron de eso y lo único que me provocó, fue tristeza. Porque sabía que nadie estaba llevando esto bien con los cambios que tenía nuestro jefe.

Se escuchó un portazo y todos se pusieron a hacer nuestras tareas enseguida. Venía hecho una furia hacia las demás oficinas.

—¡Alguien me puede explicar porque hay mas de treinta citas sin concretar! ¡Mi jodido correo está lleno de gente diciendo que no atiendo sus solicitudes! —Gritó.

Tragué fuerte. Esa es mi área, como apenas estoy organizando todas las citas que habia desde hace un mes, aún quedan muchísimas por concretar y admito que he sido lenta.

—Uh, huele a whisky —Susurró Calliope.

—No... No, yo creo que es tequila. Hoy es martes, martes de tequila —le respondió Daphne—. Y cariño, esta vez te ha tocado a ti más vale que vayas pronto —me dijo.

Salí de la oficina y fui directo a dónde él estaba hablando con Paula, otra de las asesoras, luego él se fue y ella se volvió hacia mi caminando el tramo que me faltaba.

—Acacia, te quiere en su oficina en treinta minutos.

Mis manos temblaban, mí corazón bombeaba fuerte y mi desayuno estaba a nada de salir de mi boca.

Estaba segura de que iba a despedirme.

—Gracias —Le dije, se despidió y se marchó.

Treinta minutos después estaba frente a su oficina, tome valor y toqué.

La letras cursivas con el apellido de mi jefe volvieron a saludarme.

—Pase.

Hice justo lo que me indicaba esa ronca y pastosa voz bañada en melancolía. Tan débil y herida.

Mis ojos fueron de lleno a una desastrosa oficina con olor a alcohol, vidrio en el piso y papeles por todas partes

Franco D'Angelo estaba en un sillón de la esquina, rodeado de botellas a unos minutos de perder el conocimiento.

—Dios —Llevé las manos a mi boca cerrando rápidamente la puerta. Nadie jamás querría que lo vieran así—. Franco, ¿Qué ha hecho?

Le quité la botella de su mano y lo ayudé a levantarse. Su cara estaba mojada por lagrimas y contraída por el dolor.

—Por favor, déjeme ayudarlo.

No pensé en nada más, muy atrás habían quedado los nervios del que pensaba yo era mi despido. Ya hablaríamos de eso después.

Tomé su brazo y lo pasé por mis hombros para luego levantarnos y guiarnos al baño.

—¿Por qué la vida es tan injusta? No he sido un mal hombre. He sido lo que ella necesitaba, lo que ella quería y aún así no ha sido suficiente. Nunca voy a ser suficiente.

—No diga eso.

—Es la verdad. No soy una persona que alguien necesite en su vida, si fuera así tendría amigos. La verdad es, que no soy importante para nadie. No he logrado convertirme en esa persona para alguien... pensé que lo habia hecho, pero ya ves. Quisiera... —su voz se quebró en aquel momento—. Quisiera ser alguien importante para otra persona, para una persona que me pregunte qué tal estoy cada día y no existe, estoy solo.

Suspiró entrecortadamente y lo senté en el retrete. Con un pañuelo humedo le mojé la cara con agua fría y él sujetaba el pañuelo en su frente. Fui a la cafetera y preparé una taza de café entera para volver al baño.

Se la dí y él empezó a tomarla. Volví a mojar el pañuelo haciendo el mismo procedimiento y luego lo llevé devuelta al sillón para sentarlo, no sin antes limpiarlo un poco.

—No es la verdad —me senté a su lado, él estaba tomando el café perezosamente. Me miró, su rostro era la viva imagen de la desgana, la derrota y el cansancio—. A veces... Damos lo mejor de nosotros con personas que no valen la pena. Creo que debería agradecer al universo por no dejar a personas así en su vida; en algún momento encontrará a alguien auténtico que cuidará de todas las cicatrices que usted pronto sanará... Cicatrices de heridas que han dejado personas que solo son brisa. Sé que en este momento sus pensamientos están centrados en el dolor que causa recordar el amor que no fue valorado, en el tiempo que solo fue perdido, pero en realidad no es así; usted amó y ese tiempo al final sirvió porque usted fue premiado con la lección que hoy conoce. Intente pensar en eso. Y solo... no se hunda; no le dé el poder de que lo vea desangrado, muriendo lentamente. Sea feliz consigo mismo, ámese, usted no hizo nada que estuviera mal. Cuando vea lo increíble que es, no tendrá que esperar a que alguien más lo haga. Además, estoy segura de que muchas personas aquí ya lo han notado.

Él me sonrió, me sonrió mientras lloraba. Pude ver, como se purificaba su ser bañado en ellas.

Y mi pecho se oprimió de alegría, de alivio... De saber que yo le había ayudado a avanzar contra la brisa, una parte de mi corazón fue cedida a partir de ese día a Franco D'angelo.

Desde ese día y hasta hoy... Hemos sido la persona especial para el otro.







❤️

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro