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40

—B-buenos días, Señora... —trató de no tartamudear— ¿Quiere que le prepare algo...?

—No, más bien, quiero hablar contigo.

Se sintió pequeña ante la mujer. Le habló en un tono tan frío y sombrío que le hizo revolver el estómago.
Asintió ante su orden y permaneció allí parada, esperando a que dictara sus palabras. Pensó en las cosas que podrían involucrar a ambas en una conversación. Pensó en todo lo que había hecho, en algún error qué podría haber cometido, en si en algún momento había tratado mal a Maggie, pero no recordaba nada.

—Cuando Lauren me dijo que eras excelente como niñera, no dude en contratarte, porque confíe ciegamente en mí amiga.

La castaña no sabía a dónde quería llegar.

—Y tenía razón, eres increíblemente buena, y al parecer en todo ¿no?

—Yo... Siempre doy lo mejor de mí, señora. —con las manos entrelazadas y con la mirada en el suelo, habló tímidamente.

—Si, eso lo sé muy bien.

Christin estaba hirviendo por dentro. No podía soportar ver como esa mujer estaba fingiendo ser una santa, cuando estuvo revolcándose con su marido en su propia casa.

—¿Lo disfrutaste? —preguntó, ante esa interrogación, la castaña levantó la cabeza y la miró a los ojos, tratando de descifrar a dónde quería llegar con esa conversación— ¿Disfrutaste dormir en mí cama?

Su respiración se volvió pesada, todo se volvió oscuro, se sintió sofocada.
No podía gesticular ni una sola palabra, era como si se hubiera quedado muda de la nada, su garganta estaba seca.

El temor de ser descubierta le aturdió.

—¿Por qué estás nerviosa, Rachel? —al no recibir una respuesta, continuó— ¿Acaso creyeron que no iba a enterarme?

Sonrió de lado al conseguir lo que quería; ponerla nerviosa.

—¿Sabes? Evan siempre fue así —comenzó a contar—. Salía con muchas mujeres, algunas modelos, empresarias, diseñadoras, etc, solo para tener sexo, obviamente, pero... ¿Tú? —soltó una leve risa, que la trituró— Una simple niñera... Evan me sorprende, siempre viene con algo nuevo.

Los ojos de la joven estaban llorosos.

—Nunca me molestó ¿Sabes? Él hacia su vida y yo la mía, así de simple era —tomó de la copa de vino que tenia en su mano—. Pero hay algo que no tolero; a las arpías, que se meten en tu casa y quieren ganarse el cariño de todos, cuando realmente no son más que putas.

Dejó la copa de vino en la mesita y se levantó. Con pasos que resonaban por todo el salón, se acercó a la chica.

—Rachel Smith... —susurró— Toma tus cosas y aléjate de mí casa, de mí hija y de Evan. Vete de la ciudad si es necesario. Es lo mejor para ti —sus palabras eran como balas que atravesaban su delicado y delgado cuerpo—. Pero si no lo haces, seré un gran problema para ti...

Las lágrimas salieron y cayeron en el brilloso piso. La rubia, completamente satisfecha por lo que había logrado. Se apartó de la chica y subió las escaleras con una gran sonrisa.

Limpio sus lágrimas con el dorso de su camiseta, tomó su mochila y salió de la mansion. Corrió y tomó el primer taxi que pasó por su lado.

No podía parar de llorar.

Los lamentos surgieron. Había sido tan ingenua, se dejó llevar por la emoción.

Rachel cerró la puerta de su departamento y se apoyó en ella, como si necesitara de su apoyo para mantenerse en pie. Se sentía vacía, como si hubiera perdido algo importante.

Se dirigió al salón y se dejó caer en el sofá, rodeada de la oscuridad y el silencio de su departamento. Recordó la primera vez que había visto a Evan, en ese bar donde había ido para tratar de ganarse la vida. Él había sido tan encantador, tan seguro de sí mismo... y ella había sido tan vulnerable, tan necesitada de atención.

Ella se rió amargamente. ¿Qué había estado pensando? ¿Que iba a dejar a su esposa por ella? La realidad era que Evan era un hombre casado, y ella había sido solo una distracción para él.

Se levantó del sofá y se dirigió a la cocina, donde se sirvió un vaso de agua. Mientras bebía, se miró en el espejo que había sobre el fregadero. Su reflejo la miró de vuelta, con ojos cansados y una expresión triste.

Se sintió avergonzada de sí misma. Había permitido que su juicio se nublara, que su deseo de atención y afecto la llevara a tomar decisiones que sabía que no eran correctas. Pensó en su padre, que había fallecido recientemente. Él siempre había sido su guía, su consejero. Y ahora, ella se preguntaba qué diría él si supiera lo que había hecho.

Se imaginó la decepción en su rostro, la tristeza en sus ojos. Su padre siempre había esperado lo mejor de ella, y ella había fallado en cumplir con esas expectativas. La idea de que su padre estaría decepcionado de ella era casi insoportable. Rachel se cubrió la cara con las manos y se permitió llorar, llorar por su propia estupidez, por su falta de juicio.

Su teléfono vibró llamando su atención. Lo desbloqueo. Evan le mandó mensajes, pero no tenía ganas de hablar con él, no después de lo que pasó, así que lo ignoró.

Pero sí necesitaba hablar con alguien. Necesitaba hablar con su amiga, la única persona que siempre la escuchaba y la entendía. Buscó el número de Grace en su agenda y marcó.

—¿Hola? — respondió al instante al otro lado de la línea.

—Grace... —dijo Rachel, intentando contener las lágrimas— Necesito hablar contigo. Necesito que estés aquí conmigo.

—¿Qué pasa, cielo? ¿Estás bien? —preguntó Grace, preocupada.

—No, no estoy bien —respiró profundamente y limpió las lágrimas que lograron salir con el dorso de su mano—. Necesito que vengas, por favor...


Paso un mes y medio? JJAA perdón, esq no seeeeeeee
Acá tienennnnn, espero les guste
  Y GRACIAS POR LOS 10K!! Comenten si les está gustandooo, me gustaría saber su opinión 🤍✨

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