38
Christin se sentó en su oficina, rodeada de pilas de revistas y papeles que parecían una montaña inacabable. La luz del sol se filtraba a través de la ventana, iluminando el polvo que danzaba en el aire. Era asesora en una revista de moda y estilo de vida, y tenía que revisar los artículos para la próxima edición.
De repente, su asistente llamó a la puerta, interrumpiendo su concentración.
—Señora, hay alguien que la busca. —dijo entrando al lugar. Ella dejó caer su bolígrafo sobre la mesa.
Pensó si tenía alguna cita programada, pero no, no esperaba a nadie.
—¿Y quién es? —trató de adivinar quién era, a su mente iban muchas personas importantes.
—No lo sabemos, señora, pero dice que es muy urgente. —la asistente, se quitó las gafas, estaba a punto de hablar, pero la mayor la interrumpió.
—Iré yo misma.
La rubia se levantó y se dirigió hacia la recepción, su taconeo resonaba en el pasillo. Allí encontró a un joven con mechas rubias y ojos celestes que la miraban con intensidad. Su rostro era angular y su sonrisa parecía una invitación.
—¿Puedo ayudarte en algo? —no estaba para nada contento, un desconocido la hacía perder su valioso tiempo.
—Hay algo que debo decirle, señora. Es muy importante.
Ella se soltó una pequeña risa. Le pareció muy gracioso su desvergonzada petición.
—Lo siento, pero estoy muy ocupada —dijo dando unos pasos hacia atrás dispuesta a irse—. Además ¿Que información podría darme alguien como tú?
—Por favor, es importante —insistió, acercándose a ella—. Es sobre su esposo.
La mujer frunció el ceño confundida. La curiosidad invadió su cuerpo. Así que, asintió.
—Esta bien, ven a mi oficina —dijo. No quería escucharlo más—. Tienes cinco minutos.
El joven la siguió hasta su oficina y se sentó en la silla frente a su escritorio. La mujer se sentó en su silla, intentando mantener la distancia.
—Gracias por recibirme. —dijo.
—Solo di lo que tienes que decirme —ordenó, cruzada de brazos.
El joven no respondió, sacó una carpeta de su bolsillo y la puso sobre la mesa.
—Me llamo Alex —él escaneó cada parte del rostro de la mujer, poniéndola nerviosa—. Estuve siguiendo a su esposo y descubrí algo.
—¿Que es? —su corazón latía rápido.
—Cosas que podrían cambiar tu matrimonio. —dijo sonriendo.
—Habla. —dijo, su curiosidad era mayor.
Alex abrió la carpeta y sacó una foto. Christin se sintió como si hubiera recibido un golpe en el estómago.
—Me apena que haya tenido que enterarse de esta manera —fingía sentir compasión.
La foto mostraba a Evan y Rachel abrazados, sonriendo. La mujer estaba furiosa, se sentía humillada.
—¿Qué... qué es esto? —preguntó.
—Por la foto diría que tienen algún tipo de relación, amantes quizá, porque eso no es solo una amistad —al costado del escritorio, vió recipiente de dulces, agarró muchos de esos y los metió en el bolsillo de su abrigo.
—¿Y tú... como... por qué? —no tenía palabras.
—Eso no le incumbe —se encogió de brazos y a los segundos se levantó—. Bueno, mí trabajo está hecho.
—¿Y por qué me mostraste esto? ¿Quieres algo a cambio?
El rubio fingió pensar, hasta que la miró y se acercó a ella.
-Sí, todo esto vale dinero...
La mujer asintió.
...
Evan estaba sentado en su oficina, revisando los informes financieros de la empresa, cuando su secretaria, Karen, llamó a la puerta.
—¿Sí? —preguntó, sin levantar la vista.
—El Señor Thompson quiere verlo en su oficina. —la mujer se retiró y él se levantó de su silla.
Salió de su oficina y fue hacia el despacho del CEO. Al entrar, vió a su jefe sentado detrás de su escritorio, con una expresión sería.
—Peters, acércate —obedeció—. Necesito hablar contigo sobre un asunto importante.
—¿Que pasa? —preguntó, sentándose en la silla que estaba en frente del escritorio.
—Tenemos una oportunidad importante para expandirnos en el mercado de la costa oeste. Una de nuestras principales empresas clientes está considerando una fusión con nosotros, y necesitamos que tú te encargues de las negociaciones. —quedó un poco sorprendido.
—¿Y qué hay de mi equipo?
—Ya he hablado con ellos. Están de acuerdo en que tú eres el mejor hombre para el trabajo. Pero hay un problema.
—¿Cuál? —preguntó Evan.
—La reunión se llevará a cabo en Seattle, y necesitarás estar allí durante al menos dos semanas.
Sintió un golpe en el estómago. Dos semanas sin ver a Maggie, ni a Rachel. Sin poder hablar con ella. Sin poder abrazarla.
—¿Cuándo debo partir? —preguntó, intentando mantener la calma.
—Mañana por la mañana. El avión sale a las 8 am —él asintió, sabiendo que no tenía opción—. Sabía que podía contar contigo, Evan. Esta es una oportunidad importante para la empresa, y sé que la aprovecharás al máximo.
El rubio se levantó de la silla, sintiendo una mezcla de emociones. Por un lado, estaba emocionado por la oportunidad de cerrar el trato. Por otro, estaba devastado por la idea de estar lejos de su hija y Rachel durante tanto tiempo.
—Gracias, señor Thompson. —dijo Evan, saliendo de la oficina.
Salió de la oficina y fue hacia su puesto, tomó los papales necesarios para su viaje y los guardó en su maletín.
Salió del edificio con un mal presentimiento, no quería ir, pero debía hacerlo, era su trabajo.
Y mientras conducía hacia su hogar, tuvo que parar, ya que la calle estaba cortada, había ocurrido con accidente. Una moto y un camión, con una víctima fatal.
Estuvo un largo tiempo hasta que libraron el camino, ya era tarde. Al entrar a su casa, su hija lo vió y fue a abrazarlo.
—¡Papi! —aún en los brazos de su padre, él se sentó en el sofá.
La castaña notó su inquietud, así que se acercó y se sentó a su lado.
—¿Estás bien? —preguntó con la voz suave.
—Lo estoy —dijo suspirando profundamente—. Pero hay algo debo decirte.
Ella lo miró con curiosidad. Maggie bajó del regazo de su progenitor y fue tras sus juguetes, ajena a la conversación.
—¿Qué pasa? —preguntó.
—Debo ir a Seattle por dos semanas -la chica asintió—. Me asignaron un trabajo de suma importancia, tengo que estar allí para cerrar un trato.
—Asi que dos semanas eh... —repitió asintiendo.
—Si fuera por mí, no iría.
—Tienes que ir —sonrió. Tomó la mano del varón y la acarició—. Es importante.
—Pero tu...
-¿Por qué te preocupas por mí? —le cuestionó— No voy a morir porque te vayas. —dijo entre risas— ¿Acaso tú si?
El giró los ojos y ambos soltaron una gran risa. Él inmediatamente la abrazó, aspirando su fragancia para no olvidarlo.
—¿Cuando te irás?
—Mañana por la mañana...
—Vale, debes alistar tu maleta. —se levantó y tomó su mochila.
—¿No te quedarás para ayudarme? —preguntó.
—Lo siento, quedé en verme con Grace —se acercó y le dió un beso en la mejilla—. Te llamaré.
—No, yo te llamaré a ti. Si es posible, te llamaré todos los días.
—Esta bien... —caminó hacia la puerta— Esperaré tus llamadas
El rubio se levantó del sofá, se acercó a ella, abrazándola muy fuerte.
—Te extrañaré...
Rachel con sus brazos rodeó el cuerpo de Evan y se apoyó en él.
—Yo también te extrañaré.
Buenooo, acá estaaaa, espero les gustee
Por favor, no olviden votar y comentar que me hace feliz :)) como va a ser la única actualización de esta semana, pueden mandarme un mensaje por IG para que les pase un adelantoooo
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