Estacionó su auto en frente de un pequeño edificio. Y como lo había dicho, no perdió más el tiempo y fue a hablar con el dueño.
Entró al lugar y ahí estaba un joven chico detrás de un mostrador mientras escuchaba música con sus audífonos.
El rubio se acercó y el joven al verlo, se quitó los aparatos de los oídos.

—¿Que tal señor? —habló educadamente— ¿Se le ofrece algo?

—Necesito hablar con John Stevens, por favor.

—¿De parte de quien?

—Evan Peters.

El chico quedó estático. Ese nombre era conocido en toda la ciudad por ser dueño de una cadena de clubes y de una empresa de productos de construcción muy exitosa. Rápidamente tomo el teléfono que tenía a un lado, llamó a alguien que a Evan no le importó. Solo miraba todo el lugar, ya que estaba muy viejo y mal cuidado.

—Señor Peters —lo llamó y el rubio lo miró—. El dueño lo espera en su oficina. Acompañeme.

Esbozó una sonrisa mientras seguía al chico. Subieron a un ascensor. Pudo ver de reojo como le temblaba las manos al chico, sonrió burlándose.
El ascensor se detuvo, las puertas se abrieron y recorrieron un frío y desordenado pasillo hasta dar con unas puertas de madera.

—Puede entrar, Señor. —dijo mientras se abría la puerta y se hacía a un lado.

El rubio entro y frente suyo, a unos dos metros estaba el escritorio y un hombre de mediana edad, con sus anteojos observando unos papeles. Al sentir una presencia más en su lugar de trabajo, levantó la vista y frente suyo estaba un hombre joven alto.

—Debe ser Evan Peters —dijo levantándose, extendiendo su mano. Evan no tardó en estrechar su mano y soltar una sonrisa—. Es un gusto conocerlo.

—Igualmente. —dijo mientras se sentaba en una silla que estaba allí.

—¿Se le ofrece algo? Puedo pedir-

—No, no —lo interrumpió—. No pienso quedarme mucho tiempo.

—Esta bien... —se secó los anteojos y acomodó su camisa— ¿Cual es la razón por la que vino?

—Quiero comprar un departamento en este edificio...

El mayor quedó sorprendido. ¿Por qué un hombre como Evan Peters querría comprar un departamento suyo? Es decir, hay lugares mucho mas lujosos, perfectos para él. Es más, era una zona bastante alejada del centro y sus alrededores no eran muy bonitos que digamos.

—¿Comprar?¿Aquí? —preguntó sin poder creerlo.

—Si —asintió mirando su reloj—. Necesito con urgencia un departamento por esta zona.

—Bueno... —carraspeó— No tengo un departamento disponible en estos momentos.

—Es una pena. —dijo decepcionado.

—Pero... —Evan lo miró con atención— Una inquilina no ha pagado el alquiler, y no creo que lo haga. Creo que ese departamento estará disponible en un mes.

—¿No ha pagado? —preguntó queriendo que el viejo le cuente.

—Si —. Me debe dinero hace muchos meses. La pobre esta llena de deudas por su padre.

El rubio se dió cuenta de que era muy charlatán y un lengua suelta.

—Eso es terrible...

—¿Sabe que es lo peor? Su padre esta enfermo de cancer. Esos tratamientos son carísimos ¿Como los pagó?

En ese momento Evan entendió que el dinero que le dió, fue para pagar el tratamiento de su padre y no para saldar sus deudas con John. Era eso lo que no quería decirle.

—Es lamentable, pero no hace falta que me cuente todo eso.

—Tiene razón.

El rubio se levantó y acomodó su saco. Ya tenía la información que quería.

—Ya debo irme. Si llega a tener un departamento libre, no dude en llamarme.

—¡Por supuesto! —dijo sonriente— Espero verlo pronto.

Salió satisfecho de ahí y subió a su auto. De su bolsillo sacó una caja de cigarrillos y un encendedor. Prendió el cigarro y le dió una calada.

...

Como era fin de semana, Rachel había aprovechado el día para visitar a su padre después de una larga semana de trabajo. Estaba distraída viendo su teléfono cuando vio que un bus estacionaba frente suyo, junto a otras personas se subió a éste y se sentó en el primer lugar libre que vió.
Se puso sus audífonos para poder escuchar música en el transcurso del viaje.
Aquella semana le habían pagado su salario del club pero no era suficiente, necesitaba mucho más que eso. En casa de los Peters no había vuelto a hablar con Evan, es más, lo evitaba a toda costa. Se sintió tan humillada esa tarde que no tenía valor para volver al día siguiente, pero aún así lo hizo.
Si bien tenía un peso menos, aún le faltaban muchas cosas que pagar.
Entró al hospital y como siempre, encontró a su padre durmiendo en la camilla. Luego de unos minutos su progenitor despertó y comenzaron a hablar. El mayor lo preguntaba cómo le iba en la universidad y ella le mentía diciendo que estaba bien y qué había conseguido un nuevo trabajo.
Rachel quería saber la razón por la que su padre estaba tan endeudado, por qué había hecho los préstamos en su nombre, no lo entendía.

—Papá... —lo llamó y él la miró— Tu...

No entendía la razón por la que no podía continuar. No podía terminar su pregunta.

—¿Yo que?

Ella negó dejando de lado el tema y lo abrazó. Su padre un poco sorprendido y confundido a la vez, correspondió a su abrazo.

—¿Por qué de repente me abrazas? —pregunto mientras reía.

—¿Acaso no puedo?

Ella se quedó unas horas más hasta que su padre le pidió que vuelva a casa para qué pueda seguir estudiando.

Salía del hospital mientras hablaba por teléfono con Grace, quién le decía muy preocupada, que necesitaba hablar con ella.

A lo lejos en un auto negro polarizado, estaba el rubio viendo cómo ella salía de aquel hospital y y puedo comprobar que John Stevens decía la verdad.
Por la distancia no podía escuchar lo que ella decía pero iba a seguirla de todos modos.

—Esta bien, esta vez aceptaré salir contigo.

Se podía escuchar los gritos de su amiga por medio del teléfono, Rachel estaba riendo y después de despedirse cortó la llamada.

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