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15

Salió de su vehiculo y se adentró a la gran casa. Dejó su maletero en un mueble, se quitó el saco y desajusto la corbata.
El ruido de la licuadora le hizo pensar que la anciana estaba preparando alguna bebida por lo que se acercó a la parte trasera y ahí, vió a la joven castaña sola, con el teléfono en mano mientras escribía algo.

—¿Donde está Maggie? —preguntó y la chica pegó un saltito sorprendida.

Ella se dió la vuelta y rápidamente su vista fue al cabello desordenado del mayor que le hacían ver jodidamente más atractivo.

—Solo fue al baño, Señor Evan. —las formalidades habían vuelto.

—Asi que aceptaste el trabajo...

—Necesito el trabajo —el asintió dispuesto a irse pero antes, lo llamó—. Señor, hago esto también solo por su hija...

—Lo entiendo, Rachel. No tienes que explicarme nada. —ella asintió y el se fue a su habitación para poder descansar.

...

Dos semanas habia pasado desde que Rachel Smith comenzó a trabajar para los Peters. Sin duda eran días sin descanso, ya que, cuando terminaba su labor con la niña, directamente iba al hospital para acompañar a su padre aunque sea unas horas, luego en la madrugada trabajaba también en el club. Sus unicos días de descanso eran los fines de semana, dónde aprovechaba para pasar más tiempo junto a su papá.
La fecha límite para pagar el alquiler estaba cerca y a pesar de haber trabajado horas extras en el club, todo el dinero que reunió ni siquiera cubría la sexta parte.
Estaba en aprietos. Y no tenía dignidad para pedirle más tiempo.

Estaba en el parque junto a Maggie, ella jugaba con los demás niños y Rachel se ocupaba de cuidarla y no perderla de vista.
Pasaron un par de horas y la niña ya estaba agotada.

—Vamos, Maggie. —le agarró de su pequeña mano y comenzaron a caminar.

—Papá ya debe estar en casa, le diré que nos bañemos en la piscina. —dijo feliz.

—Es una buena idea. —apoyó.

Caminaron desde ese parque hasta la casa de los Peters. Ese parque estaba muy cerca y era uno especial para los vecinos de ese barrio.
Ya en casa, la niña salió disparando hacía su habitación para cambiarse por un traje de baño. Ella se sentó en uno de los sillones que estaban en el jardín frente la piscina.
Luego de unos minutos apareció Maggie de la mano con su padre mientras lo guiaba hasta la piscina.

—Con calma, hija.

—¡Salta papá! —le gritó su hija.

Evan estaba tomando posición para tirarse de clavado y cuando estuvo a punto de saltar, la menor lo empujó por detrás haciendo que el hombre caiga al agua.
Rachel soltó una sonrisa pues le resultó gracioso.

...

La castaña estaba por irse. Terminó la tarde bañando a la niña y dejándola en la cama. Pero esperaba poder hablar con Peters. Necesitaba de su ayuda.
Lo vió pasar por la sala y caminó hacía él.

—Señor, Evan... —lo llamó y éste se detuvo.

—¿Si? —ahora estaban cara a cara. A Rachel le temblaban las manos, estaba nerviosa.

—Quiero hablar con usted —la miró de pies a cabeza y arqueó una ceja—. Es importante, al menos para mí.

Él asintió.

—Vamos a mi oficina.

Subieron a la segunda planta y entraron a la oficina del rubio. Éste se sentó en un sofá y la chica hizo lo mismo.

—¿Que querías decirme? —preguntó.

—Es algo vergonzoso para mi pero realmente necesito su ayuda —llevó un mechón de cabello que interfería a su vista—. Yo... quería pedirle un préstamo.

—Un préstamo... —frunció el ceño— ¿Y por qué o para qué lo necesita?

—No puedo decirle. Es algo privado. —tragó en seco.

—¿Quieres que te preste dinero sin saber la razón? —preguntó escéptico.

—Trabajaré sin paga con tal de saldar la cuenta. —dije rápidamente.

—¿Cómo sé que no tomarás el dinero y te irás? —arqueó una ceja.

—¡Jamás haría algo como eso! —se defendió indignada— ¿Sabe qué? —preguntó harta— Olvide esto, olvide que le pedí dinero.

Tomó su bolso y sin esperar una respuesta salió de allí y se fue de la mansión.

Con una sonrisa en su rostro se levantó de su asiento para cambiarse de traje, tenía que ir al club.
Necesitaba saber más sobre la vida de Rachel, y sabía que ella no le diría nada por lo que optó por preguntarle a la amiga de la castaña, Grace. Además de eso, tenía que hablar con el que dirigía el club, pues hubo muchos altercados que no resolvió.

'¿Por qué necesitaba tanto dinero?¿Acaso no fue suficiente lo que le pagué?¿Qué oculta Rachel?' esas preguntas divagaban por la cabeza de Evan mientras estaba de camino al club.
Estacionó su auto en el playón exclusivo para él. Cuando salió del vehículo vio a la mujer de mechas rubias fumar un cigarrillo, sola.
Se acercó sin emitir un sonido, tenía a fémina de espaldas mientras tarareaba una melodía.

—¿Tienes otro?

La chica dió un brinco por el susto, rápidamente se dió la vuelta y cuando vió a quien tenía en frente tiró el cigarro.

—¿Qué? —soltó de repente.

—¿No deberías estar trabajando?

—Eeh, sí. Solo vine a tomar aire.

Ella esperaba a que solo asintiera y se fuera, pero no, él se quedó ahí. Estaba siendo incómodo para ella, no sabía que era lo que quería.

—¿Necesita algo, señor? —dijo tímidamente.

—Sí

...

Con la información que Grace le había dado la noche anterior quería investigar.
Unos toques en la puerta llamaron su atención.

—Adelante. —dijo apagando su laptop.

Entró su secretario con su iPad en manos.

—Señor, averigüe quien es el dueño de aquel hotel.

—Continua. —pidió mientras jugaba con su bolígrafo.

—Se llama John Stevens, es dueño de una cadena de hoteles en la ciudad. No se sabe mucho de él, mantiene un perfil muy bajo.

—¿Por qué querría más dinero?¿No le bastó con lo que le dí? Se supone que pagaría sus deudas.

—Debe haber otra razón para pedirle más dinero...

—En eso pensaba —bebió un poco de agua—. Tengo que hablar con Stevens, tal vez me da algo de información.

—Puedo ir por usted, Señor Evan.

—No... —negó— Tengo que ir yo mismo.

Espero les gusteeee.
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